CUANDO LOS PECES PREDICARON A LA CASA PONTIFICIA
El coche avanzaba airoso por la autopista de Roma a Ostia. Media hora de viaje y se pasaba de la urbe loca a la paz del litoral. El franciscano fray Hermógenes conducía con mano firme y rostro alegre. Ostentaba el título de predicador de la Casa Pontificia, un cargo importante que los franciscanos heredaron de antaño. Predicaba los retiros y las días litúrgicos más señalados. Muchos de sus hermanos le admiraban por ello y él, aunque humilde, tenía un puntito razonable de orgullo. Era a principios de enero. El tiempo, suave para ser invierno.
Enfilaba a Ostia por una razón muy simple: quería retirarse unos días par
... (... sigue)