Marcos 26
CVMc
Domingo, 15 de mayo de 2015
VIDA Y EVANGELIO:
UN MISMO CAMINO
Plan de oración con el Evangelio de Marcos
26. Mc 4,13-20
Una reflexión inicial:
Lo que nos salvará será una mirada humana sobre la vida. Hay a quienes estas cosas les suenan a “buenismo”, a falsa utopía, a no tener los pies en tierra. No hay más que ver las reacciones al discurso del papa cuando hace unos días le dieron el premio Carlomagno. Los adalides del realismo se le echaron a la yugular viniendo a decir que, cuando menos, este tío está en las nubes. Y, sin embargo, la mirada del Papa era la mirada de la persona humana en profundidad.
Lo mismo ocurre con personas de otro ámbito. Manuela Carmena suele repetir que ella no se resigna a tener que acarrear con enemigos. Según ella, es posible andar por la vida sin ellos. Y vuelven a decir los realistas: es estar en las nubes.
Pero lo que nos salvará es nuestra capacidad de mirar con humanidad las situaciones de vida y el corazón de los demás. Esa mirada es la que puede devolvernos a ese estado de la persona donde la fraternidad social sea posible. De lo contrario estamos abocados a una vida gris, sin sabor y llena de dolor.
Quien sabe mirar con humanidad termina por ser humano, en la medida que pueda. Quien no quiere mirar con humanidad, da pábulo a lo más oscuro que lo habita y de ahí al gran disgusto de vivir solamente hay un paso.
El texto
13 Les dijo además:-¿No habéis entendido esa parábola? Entonces, ¿cómo vais a comprender ninguna de las demás? 14 El sembrador siembra el mensaje. 15 Éstos son “los de junto al camino”: aquellos donde se siembra el mensaje, pero, en cuanto lo escuchan, llega Satanás y les quita el mensaje sembrado en ellos. 16 Éstos son “los que se siembran en terreno rocoso”: los que, cuando escuchan el mensaje, en seguida lo aceptan con alegría, 17 pero no echa raíces en ellos, son inconstantes; por eso, en cuanto surge una dificultad o persecución por el mensaje, fallan. 18 Otros son “los que se siembran entre las zarzas”: éstos son los que escuchan el mensaje, 19 pero las preocupaciones de este mundo, la seducción de la riqueza y los deseos de todo lo demás van penetrando, ahogan el mensaje y se queda estéril. 20 Y ésos son “los que se han sembrado en la tierra buena”: los que siguen escuchando el mensaje, lo van haciendo suyo y van produciendo fruto: treinta por uno y sesenta por uno y ciento por uno.
- La persona de “junto al camino” es la que sucumbe a una mirada injusta. No hay nada que hacer. La injusticia desfigura la realidad y donde se cree que funciona la lógica del mercado y de la economía, lo que funciona es la lógica de la inhumanidad.
- La persona del “terreno rocoso” es la de quien mira sin atender a las raíces, sin apuntar a la profundidad. Una mirada superficial hace superficial todo lo que mira. Nada tiene importancia, se pasa de todo, no hay que enfadarse por nada (siempre que a mí me vaya bien).
- La persona de “las zarzas” es la mirada siempre preocupada, excesivamente preocupada. No encuentra tiempo para disfrutar un poco, para pasar un buen rato, para situarse en el terreno de la alegría. Es una mirada siempre apresurada, no se sabe a dónde se va.
- La persona que “va haciendo suya la Palabra” es la que va haciendo cada día el camino de lo humano. La que se interesa por llegar a entender algo de este “misterio”, la que termina por creer que lo más importante de esta vida es lograr entrar a la casa del corazón del otro, nuestra casa verdadera.
Para pensar u orar:
- 1. ¿Te resulta interesante llegar a mirar con mirada humana a las personas y a las cosas?
- 2. ¿Crees que podemos ayudarnos a esto en algo?
- 3. Mira con esa mirada a quien te rodea, con quien convives, incluso a los de lejos.
Un valor: Aprender a mirar bien
No es algo que va de sí. Hay que trabajarlo poco a poco, día a día.
- Mira sin prejuicios, sin velos, sin estereotipos, sin tópicos.
- Mira sin engaño, sin doblez, sin segundas intenciones.
- Mira con benignidad, con compasión e incluso con ternura.
- Mira con sentido crítico, con información, con una valoración equilibrada.
- Mira con perdón, con capacidad para volver al comienzo.
- Mira como quisieras que los demás te miraran a ti.
Una foto:
Es una de tantas fotos conmovedoras de los refugiados sirios. Es este Abdul HalimAttar, un padre sufriente, al borde del llanto, que trata de vender bolígrafos con su hija dormida a cuestas. ¿Cómo no leer estas vidas con el corazón, con una mirada profunda? ¿Cómo podemos decir luego que no vengan, que no entren, que os quitan la identidad? ¿Es posible? Si algún día estas fotos no nos dicen nada, desapuntémonos del Evangelio.
Un poema:
Consejos llegados del afuera: algunos lugares, algunos momentos nos inclinan,
hay como una presión de la mano, de una mano invisible,
que nos incitan a cambiar de dirección (de los pasos, de la mirada del pensamiento);
esta mano podría ser también un soplo, como el que orienta las hojas,
las nubes, los veleros. Una insinuación, en voz muy baja,
como de alguien que susurra: mira, o escucha, o simplemente espera.
Pero, ¿tenemos tiempo para esperar, paciencia para esperar?
Y además, ¿se trata realmente de esperar?
PhilippeJaccottet,
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