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FIAIZ

Apocalipsis 7

CVA 

Domingo 3 de noviembre de 2013

 

BUSCAR LUZ

EN TIEMPOS OSCUROS

 Plan de oración con el Apocalipsis

 

7. Ap 19,11-16

 

Introducción:

 

                Hay quien se pone en la vida siempre el objetivo de vencer. A costa de lo que sea, a costa de quien sea. El éxito personal coincide con la derrota del otro porque ese otro es el enemigo a vencer. Esta actitud no para mientes en los daños colaterales de un triunfo logrado a base de vencer. El corazón del vencedor se endurece ante el sufrimiento del vencido y ya no le importa su situación ni su desastre. Habría, sin embargo, otro camino: convencer.  Es decir, trabajar para que las ideas, las valoraciones, los anhelos personales sean visto por el otro como asuntos dignos de ser tenidos en cuenta. Y todos sabemos que quiere convencer ha de estar dispuesto también a dejarse convencer por los valores del otro. A la larga este camino es mucho más productivo y el triunfo, al ser común, no tiene daños colaterales y potencia y reafirma a todos. Convencer es el camino de lo humano.

                Es que el texto de Apocalipsis de esta semana es un texto, desde la perspectiva del vidente, de victoria, de derrota del otro, de machaque de adversario. No importa el destrozo que se haga. Lo importante es vencer, que venza “el jinete” a quien se identifica con Jesús, para más inri. Una victoria de Jesús a costa de lo que sea. Pero el teólogo parece respirar de otro modo: el jinete lleva la capa tinta en su propia sangre; es desde su sangre, desde su entrega, como Jesús “vence”: vence amando hasta el extremo. Su “arma” es la Palabra, arma de paz y de convencimiento. El salmo 2 dice no tanto que “regirá”, sino que “pastoreará”. La victoria de Jesús es más próxima a un pastoreo que a una batalla. La tropa, peculiar, va vestida de blanco que es el color de la paz, de la fiesta fraterna del amor. Es decir, algo dice por lo bajo que entender la victoria de Jesús como un triunfo militar es el peor de los caminos para entender la propuesta del reino. Se trata de vencer desde el amor, no desde la imposición y la fuerza.

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Texto:

 

                11Vi el cielo abierto y apareció un caballo blanco; su jinete se llama el fiel y el leal, porque lleva razón en el juicio y en la guerra. 12Sus ojos llameaban, ceñían su cabeza mil diademas y llevaban grabado un nombre que sólo él conoce. 13Iba envuelto en una capa tinta en sangre y lo llaman Palabra de Dios. 14Lo seguían las tropas del cielo en caballos blancos, vestidos con lino puro. 15De su boca salía una espada aguda para herir con ella a las naciones, pues él va a regirlas con cetro de hierro (Sal 2), y a pisar el lagar de vino de la furiosa cólera de Dios, soberano de todo. 16En la capa y en el muslo llevaba escrito un título: “Rey de reyes y señor de señores”.

 

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La luz de la vida:

 

 

                Esta mujer es Carmen Hernández, mujer de José María Pedrosa, concejal del PP asesinado por ETA en Durango. Es de esas mujeres admirables, como Maixabel Lasa, que han optado por la vía de la comprensión, del perdón y de la paz. Su testimonio de vida es como una victoria del dolor y del sufrimiento sobre el mal. Son personas que no emplean la palabra dura, la condena extrema, el rechazo a cualquier vía de reconciliación. En el fondo, su derrota es una verdadera victoria.

                Oramos: Gracias, Señor, por quienes optan por el camino de la paz y del perdón; gracias por quien es generoso con quien le ha hecho daño; gracias por quienes no se instalan en el odio y el dolor.

 

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La  luz que es Jesús:

 

                Jesús ha sido uno que tratado de convencer, nunca de vencer. Numerosas páginas del Evangelio lo evidencian. Recordamos aquella de Zaqueo: Jesús no pretende que se convierta ni le conmina a ello. Solo quiere comer con él, hacerle ver que su maldad no le ha alejado de su corazón. Es justamente ese afán de no vencer lo que termina por convencer a Zaqueo para que cambie radicalmente de vida.

                Oramos: Te alabamos, Señor, porque no quisiste vencer, sino convencer; te alabamos por tus palabras de bondad y por tu acogida incansable; te alabamos por tu corazón siempre dispuesto a mirar la bondad del otro.

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La luz que viene de la sociedad:

 

                Una sociedad dividida entre vencedores y vencidos es siempre una sociedad maltrecha porque el bienestar y el triunfo de unos están asentados sobre el sonrojo y el olvido de los otros. Es preciso dar con esos caminos nuevos que son beneficiosos para todos. Son caminos que están hechos de humanidad, de perdón, de generosidad, de respeto, de mirada en la dirección del otro. Instalarse en el afán de ser más a costa del otro es caer en una espiral de desencuentro y de odio. La sociedad nos ofrece muchas posibilidades para poder iniciar un camino de encuentro y de familia.

                Oramos: Que aprendamos del amor de quienes perdonan y ensancha su corazón; que agradezcamos a quienes trabajan por mediar y reconciliar a los humanos; que valoremos los esfuerzos de los sembradores de la paz.

 

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La luz que aporta la comunidad virtual:

 

                El mejor valor de nuestra comunidad no es ni siquiera el que lleguemos a convencernos los unos a otros. Es simplemente acogernos y aceptarnos como somos, sin pretensiones de ninguna clase. Es un paso más allá que el humano convencimiento. Por eso mismo no habríamos de dar nunca marcha atrás en ese afán por aceptarnos como somos. Aunque parezca poca cosa, es lo más que podemos hacer.

                Oramos: Que nos aceptemos con facilidad; que nos aceptemos con cordialidad; que nos aceptemos con gozo.

 

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Palabras de luz:

 

De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.

 

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Para estos días:

 

                No quieras imponerte a los demás dando voces o con amenazas. Trata de ser dialogante hasta el final.

 

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