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FIAIZ

UNA LECTURA SOCIAL DE LAS CARTAS DE SANTA CLARA

 

ESCRITOS DE SANTA CLARA DE ASÍS:

UNA LECTURA SOCIAL

(Clarisas de Girona, 23-27/1/2023)

 

 

Introducción

 

Comenzamos rezando:

«¡Oh piadosa pobreza

a la que, por encima de toda otra cosa,

se dignó abrazar el Señor Jesucristo

que gobierna el cielo y la tierra!».

 

 

         De Clara de Asís nos han llegado 8 escritos. Puede parecer poco, pero contando con que pertenece a la Edad Media de la que se guardan textos concretos, de que es una mujer, lo que reduce la posibilidad de escribir y guardar escritos, y contando con que, además, es monja de clausura, el que hayan llegado estos textos hasta nosotros, es un verdadero “milagro”.

         Además todos ellos son textos amplios (excepto la carta a Ermentrudis), con denso contenido ideológico, muy aprovechables. Además de ser un milagro es una suerte enorme para las clarisas en particular y para todos los del movimiento franciscano en general.

         Los textos de Clara son:

  • Las cuatro cartas a Inés de Praga.
  • La carta a Ermentrudis de Brujas (discutida)
  • La Regla.
  • El Testamento.
  • La Bendición.

Nosotros subrayaremos un poco más alguno de los contenidos sociales de las cartas intentando que la espiritualidad clariana aterrice en el marco de nuestra vida personal y comunitaria.

 

 

 

LAS CARTAS A INÉS DE PRAGA

 

1

Primera carta (1CtaCl)

 

La princesa Inés, hija del rey Prémysl Ottokar I de Bohemia fundó un monasterio a orillas del río Morava en Praga, la actual república Checa. Enterada de la fundación de san Damián por medio de los franciscanos, surgió con Clara de Asís una correspondencia de ida y vuelta que debió de ser abundante y densa como lo muestran las cuatro cartas de Clara que se conservan.

 

a)    Idea general: 

 

La 1CtaCl es una valoración de la vida cristiana desde la experiencia de pobreza hasta creer que el camino de una vida en minoridad, sencillez, pobreza, humildad, simplicidad, es el mejor camino para entender el fondo de la fe. Ser pobre no es para Clara no solamente no tener cosas (y eso que pasaban mucha miseria), sino sobre todo es centrarse en Jesús y en el hermano para que la vida tenga apoyos sólidos. Fe en Jesús y vida simple, ahí está el secreto.

 

b)    Fe apasionada en Jesús:

 

Esta expresada en modos de lenguaje amoroso muy vital y muy “sensual”, si podemos hablar así. Con pasión. Clara tiene todas las pintas de ser una mujer apasionada y con esa pasión entiende lo de Jesús. Creer en Jesús sin pasión es un empobrecimiento.

 

c)      Vida simple:

 

Que eso es la vida en pobreza: una vida lo más sencilla posible para estar centrados en lo esencial de la vida y de la fe. No se trata tanto de una idea, sino de un estilo de vida. Hoy diríamos: decrecimiento, sobriedad feliz, austeridad solidaria, cosas así.

 

Leer los vv.15-17 y preguntarse por el estilo de vida económico que llevamos. ¿Lo ponemos en relación con la fe? ¿O Evangelio y estilo económico de vida van por caminos separados?

 

d)    Perspectiva social: Las pobrezas sociales

 

Entendido el “seguir a Jesús pobre” como el voto de pobreza, su espiritualidad ha apuntado casi siempre a modos de comportamiento religioso ad intra del sistema. Ser pobre era ser austera, depender económicamente de otra (de la abadesa) y tender hacia una mística de pobreza espiritual. El tema de las pobrezas sociales era prácticamente algo ajeno. Los logros de esta mentalidad han sido, con frecuencia, escasos. Sin embargo, quizá haya una salida distinta: hacer propio el problema de la pobreza que es de otro, apropiarse de la situación carencial de otro para tratar de superarla con el empuje de ambos. De ahí que la gran cuestión de la vida franciscana ante el “sin nada propio” sea la respuesta que se da al tema de las pobrezas sociales. Eso es lo que puede dar sentido hoy al voto de pobreza y, quizá, a la misma vida religiosa en relación con la sociedad. Ante la vida franciscana se despliega el inmenso panel de las pobrezas sociales, cercanas y lejanas. De las respuestas que se den depende el sentido de la vida evangélica del hermano menor.

Desde ahí se interpela a la vida franciscana por si debiera acentuar más su componente social, ya que el contenido religioso ocupa casi todo el ámbito vital y laboral del menor. Tal vez no se ha planteado, ni personal ni comunitariamente, situarse en un terreno distinto al religioso. Las escasas comunidades que lo hacen, aunque son muy valoradas, no modifican la trayectoria general del gran grupo franciscano. Este incremento de lo sociológico equilibraría más los componentes del seguimiento de Jesús ya que hoy están en un cierto desequilibrio: prevalece el componente místico sobre el situacional o social.

Por su parte, el corazón ofrecido a la sociedad para poder vivir en estructuras de pobreza, demandaría el incremento del componente profético de la vida franciscana. Este, parece que es cosa adquirida en la espiritualidad de la vida religiosa. Y por eso se habla con frecuencia de él, de las periferias, los márgenes y expresiones similares. Pero aún se necesita más incidencia social que modifique los planes de vida de la comunidad. Para ello tal vez sea necesario percibir cómo la sociedad, mediante los aprendizajes sociales, puede ser fuente de inspiración (la bondad, la fraternidad social, el diálogo, la política preocupada por quien peor lo pasa, la economía y sus consecuencias decisivas, etc.). Efectivamente, no solo los componentes espirituales conforman la vida religiosa. También los sociales, como verdadero instrumento del Espíritu, modifican e influyen en nuestros comportamientos. Si no existe una actitud de corazón ofrecido a la sociedad, es muy difícil hablar de una pertenencia social en libertad.

 

Si hay tiempo, se podría leer la carta entera subrayando personalmente una frase que nos gusten más. La cosa puede llevar 15 minutos. Luego, se ponen en común los subrayados.

 

Para conocer más a Clara:

 

Fuga nocturna

 

«La decisión, reflejada ya en los primeros pasos de Clara en el seguimiento radical de Cristo, impresiona aún a los hermanos más escépticos. Con Francisco, Filipo y Bona, Clara programa un plan de alto significado simbólico, para su fuga de la vivienda torre. Su último día en Asís debería ser el Domingo de Ramos. Elegantemente vestida, Clara, rodeada de sus nobles, participa el 27 de marzo del 1211 en la liturgia pontifical de la fiesta. Asís celebra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. La solemnidad es simultáneamente el inicio de la Semana Santa. Clara es consciente, como lo son los hermanos, de que su seguimiento de Jesús ha de comenzar, por de pronto, con un calvario. La confidente Bona se encuentra, en estos días decisivos, muy lejos. Se había ido a Roma como peregrina – sea por protegerse de la reacción del clan, sea porque no podría soportar la fuga de Clara por motivos emocionales, y prefería pedir por su joven amiga desde lejos. La misma noche, Clara de su torre-casa familiar, y, para ello, despeja, clandestinamente, la puerta posterior de las barricadas con que la atrancaron. Hasta hoy no ha podido ser esclarecido cómo pudo abandonar la ciudad cuyos portones estaban siempre cerrados. Octavio Schmucki ha desarrollado la tesis plausible de que Clara podía haber utilizado la puerta privada de la residencia episcopal en las murallas. De todos modos, el obispo Guido I animó en su propósito a la hija de la nobleza, en la liturgia de la mañana, con el leve signo de la entrega personal de una rama de palma. Junto al muro de la ciudad, han debido estar ya los hermanos esperando a Clara, para trasladarla, a través de la oscuridad nocturna de los bosques de robles, bien resguardada, a la capilla de la Porciúncula (LCl 7-8)» (Del libro de N. KUSTER, Francisco y Clara de Asís. Una biografía doble, Madrid 2014, p.68-69).

 

2

Segunda carta (2CtaCl)

 

Comenzamos con:

«Mira atentamente, considera, contempla, deseando imitarlo, a tu Esposo, el más hermoso de los hijos de los hombres».

 

Recordamos:

 

Inés era hija del rey Ottokar I de Bohemia y de la reina Constanza de Hungría. Nacida en 1205, fue prometida a la edad de tres años a Boleslau de Silesia, después en 1213 al hijo del emperador Federico II, Enrique, de diez años de edad. Los noviazgos fueron rotos en 1225. Inés fue pedida en matrimonio en 1227 por el mismo Federico II, que reiteró su petición en 1233. pero el propósito de Inés era diferente. Después de la llegada de los Hermanos Menores a Praga en 1232, Inés les construyó una Iglesia. Después ella misma fundó un hospital al cual agregó en 1233 el monasterio de San Salvador, en donde entró el 11 de junio de 1234. Obtuvo del papa Gregorio IX el envío de algunas Hermanas Pobres del monasterio de Trento para sostener su fundación. El propósito de Inés era vivir como Clara vivía con sus hermanas en San Damián. Murió en 1282.

 

Sobre las Cartas en general:

 

         Las cartas a Inés de Praga son un claro exponente de cómo Clara era una mujer de profunda oración, en las líneas que dirige a su amiga se refleja el rico mundo interior de Clara. El hilo conductor de estas cartas es la centralidad de la persona de Jesucristo en la propia vida, a Él hay que dedicar toda la existencia; se reitera también el tema de la pobreza, siempre vinculado al seguimiento de Jesús; por último, es constante la llamada a la fidelidad, una fidelidad tenaz y firme, a la cual Clara exhorta siempre a Inés.

 

a)    Idea general de la segunda carta:

 

El tema general es el seguimiento de Jesús. Clara no sigue a Francisco, sino a Jesús en los modos de Francisco. Esta centralidad de Jesús es lo que da sentido a la vida de Clara y sus hermanas.

 

Si la comunidad se anima, se puede leer la carta entera. No es muy larga. Leer subrayando lo que más nos dice al corazón. Al terminar, se pueden poner en común esos subrayados.

 

b)    Un punto en concreto:

 

Leer los versículos 19-20

 

         Clara descubre el lado humano de Jesús, su honda pobreza, su entrega total. No sigue a un ser divino, sino a alguien que se entrega. Clara propone todo un itinerario para lograrlo:

  • Mira: infórmate, aprende todo lo que más puedas sobre él.
  • Considera: reflexiona, comparte con otros tu experiencia de Jesús.
  • Contempla: ora para vivir de la fe en él.
  • Imítale: Porque en vivir como él vivió, con sus criterios y modos de comportamiento está la cosa.

c)     Perspectiva social: Un seguimiento ecológico

 

El papa Francisco viene a decir en LS’ 217 que el seguimiento con Jesús ha de incluir la conversión ecológica. Nunca se nos habría dicho semejante cosa. Y ¿por qué? Por razones de humanidad.

Los intentos personales y sociales por ir integrando una nueva mentalidad en relación con la naturaleza se saldan, con frecuencia, con un resultado menguado o, simplemente, con un fracaso. No por eso habrá que dejar de intentarlo. Y quizá sirva la razón de humanidad. Es decir, la tierra tiene un potencial regenerador muy fuerte. Por eso mismo, el daño que hacemos al planeta lo sufrimos los humanos en primera instancia. El resultado del maltrato a la tierra se vuelve, ante todo, contra los mismos humanos.

         Esta razón de humanidad, que puede parecer egoísta, se convierte en realidad en un elemento de control y en un acicate para generar una espiritualidad del cuidado de la tierra. Del mismo modo que en caso de agresión somos los perdedores, en la práctica del cuidado somos quienes más ganamos. La razón de humanidad es una ganancia para el planeta y, sobre todo, para los humanos.

         Por ello la tal razón se convierte en espejo de humanidad Quien entra por el cuidado de la tierra muestra que es alguien activo en la construcción de lo humano. Quien rechaza el cuidado de la tierra, hacer ver su escasez de humanidad.

Si esta espiritualidad no evocara nada en la vida contemplativa, habría que revisarla. Es verdad que sus maneras han de ser distintas. Pero tiene que haber cauces de compromiso ecológico por un seguimiento actualizado (mirar los planes de los monasterios cistercienses de Cataluña).

 

Para saber más de santa Clara:

 

El hospicio de san Damián

 

La estrecha relación de soledad y sociedad, silencio contemplativo y mundo urbano, búsqueda de Dios y amor a los hombres es lo que distingue a San Damián. La pequeña comunidad ante las puertas de Asís vive su estilo de imitación de Cristo no en itinerancia como los hermanos, sino sedentariamente. La investigación discute sobre si Clara renuncia a la vida itinerante conforme al paradigma evangélico por iniciativa propia o por presión de Iglesia y sociedad. Teniendo en cuenta la situación turbulenta de la Iglesia, la suerte del movimiento de los valdenses invita a la precaución. Mujeres vagabundas y evangelizadoras suscitan rápidamente, a principios del s. XIII, sospecha de herejía. Con todo, también entran en juego razones biográficas para una vida sedentaria: a diferencia de los comerciantes y caballeros en la fraternidad de Francisco, cuya vida, ya antes de su conversión se caracterizaba por su movilidad, las primeras compañeras de Clara eran damas de la nobleza, acostumbradas a llevar una vida sedentaria entre cuatro paredes. Con todo, no cambian ante los muros de Asís, de una clausura casera pasan a una monacal. San Damián carece durante años de estructuras monásticas. Todavía dos años después de la muerte de Francisco, el Papa Gregorio IX se dirigirá a sus “hijas, Clara y las demás siervas de Cristo, que conviven junto una iglesia de san Damián en el obispado de Asís”. Obligada a utilizar direcciones precisas y preocupada por perfiles canónicos claros, la Curia del Papa no puede, todavía en otoño del 1228, en referencia a la comunidad de Clara, hablar de monasterios, ni de monjas, ni de una abadesa, o de una vida propiamente regular (vita regularis). Esto nos obliga a estar atentos y nos insinúa la pregunta sobre el modelo de vida de santa Clara. En su odisea la hermana dejó tras sí tanto el estilo de vida clásico-monástico de las benedictinas de San Pablo como el estilo de una vida radicalmente alejada del mundo y harapienta de las semireligiosas en el bosque de San Ángel. San Damián busca la proximidad a la ciudad y se relaciona con los marginados que viven extramuros de Asís.

Si nosotros, los hermanos, seguimos “las huellas de Jesús” como los apóstoles sin un paradero fijo, las hermanas de Clara descubrieron otra forma no menos evangélica del seguimiento: el modelo de las dos hermanas de Betania, Marta y María. Amigas de Jesús, con casa abierta y hospitalaria en la proximidad de la ciudad de Jerusalén. Como el albergue familiar que el maestro encuentra en Betania y en el que viven las dos hermanas con su hermano Lázaro, así se desarrollaba también el escenario de vida de Clara: fraternalmente. Hasta cuatro hermanos vivían en chozas de madera cerca de ellas y se ponían a su disposición permanentemente, al servicio de nuestra comunidad de hermanas.

Las actas del proceso de canonización subrayan el carácter abierto de San Damián. Distintas clases de gentes llegaban de la ciudad y de todo el valle de Espoleto y se dirigían con sus problemas y urgencias a las hermanas. Estas afrontan con gran flexibilidad las solicitudes de las gentes, bien se trate de una madre desesperada o de un marido en crisis matrimonial o de un compañero psíquicamente débil de Francisco, bien se trate de enfermedades, conflictos humanos o preocupaciones materiales. Las hermanas de Clara se desviven por las necesidades de las gentes y confían, de su parte, en la solidaridad de la ciudad. La comida que no pueden cosechar de su propia huerta, esperan conseguirla como donación de la ciudad. A Clara le gusta, como a los demás pobres, vivir de los residuos. Sea lo que fuere lo que determinó la fórmula de vida de la comunidad de Clara – opción libre y vocación personal o prudencia social y eclesial –, en San Damián viven amigas de la soledad y hermanas de la ciudad.

 

3

Tercera carta (3CtaCl)

 

Comenzamos con las palabras de Clara: «Pon tu mente en el espejo de la eternidad, pon tu alma en el esplendor de la gloria (cf. Heb 1,3), pon tu corazón en la figura de la divina sustancia (cf. Heb 1,3), y transfórmate toda entera, por la contemplación, en imagen de su divinidad». 

 

Recordamos:

 

Inés se negó a tomar más parte en matrimonios políticos concertados, así que decidió dedicar su vida a la oración y las obras espirituales, por lo que buscó la ayuda del Papa Gregorio IX. En un terreno donado por su hermano, el rey Wenceslao I de Bohemia , fundó el hospital de San Francisco (ca. 1232-1233) ​ y dos conventos de los frailes franciscanos, que acababan de llegar a Bohemia por invitación de su hermano. A través de ellos se informó Inés sobre Clara de Asís y la Orden de las Hermanas Pobres, la contraparte monástica de los frailes. Ella comenzó una correspondencia con la hermana Clara (con quien se escribió durante más de dos décadas, pero nunca conoció en persona), lo que llevó a Clara al envío de cinco monjas del monasterio de Asís a Praga para comenzar una nueva casa de la orden. Esta fue la primera de la comunidad de Clarisas al norte de los Alpes.

 

Sobre las cartas en general:

 

Las cuatro cartas revelan la correspondencia de amistad entre dos mujeres. Su estilo es algo ampuloso y complicado pero el contenido es de un gozo profundo, un canto de alegría por el camino seguido. Esta alegría está suscitada por la entrega generosa de Inés a Dios, así como el gozo que siempre ha llenado la vida entregada de Clara. Las cartas nos revelan la experiencia de oración de Clara, sobre todo en su dimensión nupcial. Clara no habla nunca de ella misma, se refiere siempre a Inés, pero en sus líneas podemos entrever cómo era una persona de intensa vida de oración.

 

a)    Ideas principales de la 3ª carta:

 

Es un texto de muchas posibilidades. Ponemos las más importantes:

 

1)    La alegría (vv.3-4): Alegría exultante de Clara al ver que Inés sigue indefectiblemente en el camino de la pobreza: "en verdad puedo alegrarme, y nadie podrá arrancarme este gozo".

2)    La vocación eclesial de la clarisa (v.8): no tanto la contemplación como modo de identidad en la Iglesia, sino sostener a los miembros vacilantes de la misma.

3)    Itinerario contemplativo (v.12): Pon tu mente, pon tu corazón, pon tu alma, transfórmate.

4)    Contenidos sociales (vv.24-28): compartir, el valor de lo que uno es, reorientación de roles sociales.

5)    Respuesta a la cuestión del ayuno (vv.29ss): Clara le recomiendo prudencia y poner el acento en lo importante (la pasión por Jesús) y relativizar lo demás.

 

b)    Un punto concreto:

 

Se puede leer los vv.24-28 y hacer una lectura de sus contenidos sociales:

-         Se pueden entrever aquí las bases espirituales de la socialización de la economía: cuanto más se comparte, más se multiplica.

-         Hay una valoración del presente como momento propicio para la vivencia de una espiritualidad profunda que no depende de lo que se tiene, sino de lo que se es.

-         Desde la sencillez clariana se propone una reorientación de los roles sociales: los honores, el brillo, el rango social quedan muy cuestionados desde la identificación con el Jesús pobre.

 

 

Perspectiva social: Redistribuir en modos nuevos

 

Uno de esos intentos actuales de redistribución es el Ingreso Mínimo Vital. Este es un subsidio estatal dirigido a personas en situación de riesgo de pobreza y exclusión social con la intención de la erradicar parte de la pobreza social. Es una forma muy elemental y muy discutible de igualación económica por vía de una “desapropiación” asignada en los presupuestos generales del Estado.

El gran cuestionamiento que recae sobre el IMV es que se trata de un subsidio para suplicantes. Una vida digna no debe ser suplicada. Quien suplica pide algo con docilidad. La súplica, pues, supone sumisión. El IVM camina en la dirección de la desapropiación social que apunta a un horizonte de igualdad. Y hay que valorar la intención de adecuar el IMV a las familias con menores a cargo.

Otra cosa es el tema de la Renta Básica que es un reparto del beneficio económico del país a toda la ciudadanía por el hecho de serlo. La RB la recibe, pues, toda la población, pero no todos ganan. Con una financiación mediante reforma fiscal, el 20% más rico de la población la recibe, pero pierde. El otro 80% gana. La RB es incondicional, se refiere a los derechos sobre la economía de un país y, por lo mismo, tiene que ver simplemente con la ciudadanía. La RB es un programa en el que se hace una transferencia directa de dinero, de forma incondicional (se trabaje o no, te dediques a buscar empleo o a pasear por la playa), y es para toda la población. De este modo, la RB universal llega a todos los ciudadanos en forma de 'derecho ciudadano', sin que éstos tengan que cumplir ningún otro requisito.

Se argumenta en contra diciendo que la RB sería cara de financiar, puesto que cubre a toda la población de forma incondicional. La mayor parte de las ocasiones en que se ha puesto a prueba un programa así, la idea final era sustituir todas las prestaciones existentes por una renta básica universal, lo que reduciría los costes administrativos a la hora de gestionar decenas de prestaciones. Sin embargo, se podría quedar corta (en términos monetarios) para las personas que más lo necesitan, mientras que sería redundante para los ciudadanos con mayores ingresos, que también la percibirían.

Para muchos esto es soñar, pero  la creciente desigualdad de ingresos en los países desarrollados y la precariedad laboral están dando cada vez un mayor protagonismo a la RB, que podría ser un complemento para los empleados con trabajos más precarios, y un 'salvavidas' para las personas que han quedado expulsadas del mercado laboral (por la tecnología, la globalización...) y tienen escaso espacio para reciclar sus habilidades laborales. En definitiva, este sueño económico es el reflejo de una desapropiación económica y social que sana porque iguala. Creemos que Francisco de Asís la miraría con aprecio.

     ¿Qué dice una clarisa a todo esto? ¿A qué le suena? ¿Cómo trasladar algo de esto a la oración? ¿Qué nivel de ciudadanía hay en las comunidades? ¿Qué color daría todo esto a la oración común? Dice J. Chittister (benedictina contemplativa) que la oración de su comunidad empezó a cambiar cuando el monasterio se declaró públicamente como zona no nuclear. Si la oración (personal o comunitaria) no tiene algún tipo de arraigo antropológico, quizá estemos hablando de una planta sin raíz. Hablar de búsqueda de Dios lejos de los caminos históricos es “peligroso”, así como haber venido al monasterio justamente para verse libre de estas inquietudes.

 

Para saber más de santa Clara

 

Sarracenos en San Damián

 

La eficacia de la oración de las hermanas la documentan las fuentes en el caso de dos acontecimientos que, en los años siguientes, llenaron, de espantos y de terror el valle de Espoleto. El año 1240, el emperador Federico II, poco antes excomulgado de nuevo por Gregorio IX, se moviliza para la reconquista del antiguo ducado imperial de Espoleto. A este fin destaca para  Umbría tropas sicilianas con soldados islámicos, que no abrigaban sentimientos respetuosos por los lugares sagrados de la Cristiandad. Los soldados musulmanes fueron empleados también contra Asís, que, debido al sepulcro de Francisco es lugar preferido de peregrinación en el valle umbro. 

Las tropas imperiales no consiguieron conquistar la ciudad aliada del Papa, situada en la loma y segura dentro de sus murallas. En cambio, San Damián, distante 800 ms de la puerta de San Jorge, se halla, sin defensa alguna, expuesta a los atacantes. Cuando “los sarracenos y otros enemigos de Dios y de la Iglesia”, a lo largo de estas operaciones de guerra, amenazan al monasterio de Clara y los primeros soldados penetran en el claustro  (PCl 3), Clara se hace llevar, apoyada en sus hermanas, ante los agresores. Se presenta ante ellos, muestra  la píxide con el santísimo Sacramento de la Eucaristía que lleva consigo, y se postra en el suelo orando ante él (PCl 9). Rápidamente, los intrusos abandonan el campo. Un año después amenaza un  nuevo peligro de guerra. Clara se gana con todo derecho la fama de un defensor civitatis, de una protectora de la ciudad: un título que, en el imperio romano, correspondía al abogado de las clases más bajas, título al que el Papa León Magno, durante el victorioso rechazo de los hunos de Atila, dio un nuevo contenido, un título del que, de la Edad Media se hicieron merecedores en las guerras sobre todo obispos valerosos. En julio de 1241 Vital de Aversa comanda de nuevo tropas imperiales contra Asís y establece un estrecho cerco de asedio en torno a la ciudad. Las tropas cristianas perdonan a San Damián, pero amenazan con doblegar a Asís. Las compañeras de Clara recuerdan, ante el Tribunal del proceso bajo el obispo Bartolomeo, que “la ciudad estaba a punto de rendirse, cuando Clara convocó a todas las hermanas y les dijo: “Muchos bienes hemos recibido de esta ciudad, por eso debemos pedir a Dios que la preserve” (PCl 9). Asís se vio libre de toda capitulación y Vital tuvo que retirar sus tropas sin haber alcanzado el objetivo de la guerra. La ciudad se lo agradece a Clara y a sus hermanas hasta el día de hoy en un acto conmemorativo anual. El episodio es un testimonio vivo de la solidaridad entre Asís y sus hermanas vecinas. Mucho más presente que los hermanos, que recorren a pie Italia y media Europa, se nos impone Clara como un nuevo tipo de patronas. En otras ciudades, son las beguinas, penitentas y reclusas, las devotas en cuya oración se refugian los burgueses y las que encuentran veneración como “santas ciudadanas” (N. KUSTER, Francisco y Clara de Asís, p.181.182).

 

4

Cuarta carta (4CtaCl)

 

Comenzamos con esa ardiente oración de Clara: «¡Llévame en pos de ti, correremos al olor de tus perfumes (Cant 1,3), oh esposo celestial! Correré, y no desfalleceré, hasta que me introduzcas en la bodega (cf. Cant 2,4), hasta que tu izquierda esté debajo de mi cabeza y tu diestra me abrace felizmente (cf. Cant 2,6), hasta que me beses con el ósculo felicísimo de tu boca (cf. Cant 1,1)».

 

Recordamos:

 

Inés construyó un complejo de monasterio y convento adjunto al hospital. Allí residían los frailes franciscanos y las monjas clarisas que trabajaban en el hospital. Este complejo religioso fue uno de los primeros edificios góticos en Praga. En 1235, Inés dio la propiedad de los Caballeros Teutónicos en Bohemia al hospital. Ella misma se convirtió en un miembro de las clarisas franciscanas en 1236. Como monja, ella cocinaba y se encargaba de los leprosos y mendigos personalmente, incluso después de convertirse en abadesa de las clarisas de Praga el año siguiente. Como se puede ver en su correspondencia, Clara escribía con profundos sentimientos hacia Inés, aunque nunca se encontraron.

 

Sobre las cartas en general:

 

Se nota una evidente diferencia entre el estilo más bien elegante de las Cartas, que usan el lenguaje florido y elaborado, y el tono más sencillo y modesto del Testamento, que aun siendo un texto muy bello revela una menor elaboración retórica y menos cuidado literario. Es probable que esta diferencia dependa en gran parte de la diversidad de los géneros literarios. De hecho, en aquella época se usaban tres estilos diversos (uno llamado «alto» o grave, otro llamado «mediano» y otro llamado «bajo» o humilde), según las materias a tratar o las personas a las que se dirigían; en el caso de las Cartas nos hallamos ante un estilo «alto», el usado precisamente cuando uno se dirige a personas de condición elevada o se trata de argumentos notables. Y es legítimo pensar también en la intervención de alguna hermana o de alguna otra persona, que desempeñara las funciones de secretaria y que interviniera en la elaboración estilística de las Cartas de Clara.

 

a)    Idea general de 4CtaCl:

 

Es la carta que propone un camino de contemplación, de oración para el franciscano/a: mirar…considerar… contemplar.

  • Mira diariamente (v.15 y ss): El lugar mejor para “mirarle” es el espejo de la Palabra. Una vida colgada de la Palabra, la vida de la clarisa.
  • Acoge al Jesús que te da la Palabra (vv.24ss): Unirse a él en modos vivos, incansables, ardientes. Tenerlo delante siempre.
  • Quédate en él (vv.28ss): Estar con él como se está con quien se ama.

 

Un punto concreto: el contenido social de 4CtaCl 9-14:

 

-         El valor de la fidelidad mantenida: aunque socialmente parezca estar en declive, la fidelidad mantenida a las propias opciones es un valor social cotizable.

-         Las raíces cristianas, tan invocadas ahora por algunos políticos, no están en las formas culturas sino de las hondas experiencias en torno a Jesús, en torno al Evangelio.

-         La sociedad debe mucho a los utópicos, a los soñadores e, incluso, a los aventureros. Son los adelantados de caminos que luego son útiles para los demás. Son fruto de la utopía; por eso siguen saliendo aunque se les desprestigie.

 

b)    Perspectiva social: En busca de un sueño

 

Puede que los sueños estén desprestigiados. El viejo calificativo de “soñador” no dice bien de una persona. Y, sin embargo, no podemos vivir sin sueños. Es la señal de que uno está vivo. Solamente los muertos carecen de sueños. Es cierto que, con frecuencia, nuestros sueños están escondidos, agazapados. Diríase que no existen. Pero están ahí, debajo de la piel, callados a veces, activos otras. Pero siempre ahí.

Hablamos de sueños, no ensoñaciones. Los sueños son tales cuando se pone algo de nuestra parte para que puedan ser una realidad. Las ensoñaciones, por el contrario, nacen como sueños pero no podemos nada de nuestra parte para conseguirlos. Por eso se esfuman como la niebla; los otros persisten cada vez que damos un paso en la dirección que marcan.

Por experiencia sabemos que, generalmente, nuestros sueños son pequeños, se adaptan a lo cotidiano. Hay quien piensa que, de tan pequeños, son raquíticos. Pero, de cualquier manera, en esos sueños, en esos anhelos se urde nuestra vida. Son su esqueleto. Sin ellos, nuestra vida se derrumbaría como un castillo de arena. Por eso es preciso mirar con aprecio el mundo de nuestros sueños, incluso de los sueños que hace brotar el mundo de la fe.

Y dando un paso más se podría decir que Dios tiene sus sueños. Lo sabemos por Jesús (el gran sueño de la fraternidad, el reino), lo sabemos por los escritos del NT (reconciliar todo: Efesios, Colosenses). Y lo sabemos por el “misterio abrupto” (Rahner) de la encarnación. ¿Qué otra cosa puede querer decir este loco afán de Dios de querer mezclarse con lo nuestro, sino mostrar la evidencia del gran sueño del Dios de Jesús de unirse hasta el fondo a nuestro pobre camino humano?

     ¿Suena esto a una comunidad clarisa? ¿No existen en ella los sueños? ¿Se han apagado por el peso de la rutina? ¿Y los grandes sueños sociales: el triunfo de la justicia, el fin de las penurias de los pobres, el triunfo del amor? ¿Cómo es una vida con sueños, cómo es sin sueños?

 

Para saber más de santa Clara:

 

La arquitectura de San Damián

 

Hoy día, si llegamos a San Damián, tenemos que suprimir mentalmente la mayoría de los anejos y edificios si es que queremos tener una idea aproximada de cómo era el lugar cuando lo encontró nuestra prima en 1211. La iglesita tenía, en aquella época, exactamente las mismas dimensiones que la capilla de la Porciúncula. Su plano coincidía con el actual espacio del altar, y la entrada se hallaba situada justo a un metro del altar moderno. Naturalmente en aquella época no existía todavía la sillería de madera del coro (procede del año 1504) y la cruz – imagen pintada - se hallaba sobre el altar en el nicho del ábside. Las primeras hermanas se acomodaron en la abandonada casucha del sacerdote, cultivaron huertos, talaron los arbustos del asilvestrado entorno y, con un cerco, se aseguraron un espacio protegido de soledad. Igualmente ha de proceder Francisco un par de años después para los eremitorios de los hermanos. Al escribir su “Regla para los eremitorios”, hacia 1221, se orienta en el ritmo de vida y sabiduría de las hermanas, que habían acumulado ricas experiencias durante diez años de vida contemplativa.

A pesar de la evolución que experimentó el lugar a lo largo de medio siglo, San Damián conservó estas dos características: había hermanas que podían retirarse un tiempo para imitar la vida de María y estar totalmente a solas con el Hijo de Dios. Otras hermanas hacían el papel de Marta para el bienestar material y espiritual. Para ello, trabajaban también fuera en la huerta y en el campo - y se ponían asimismo al servicio de las gentes que llamaban a la puerta.

Cuando, en los años siguientes, aumentó la comunidad, ya no alcanzaban la capilla y la casa prestada. Las hermanas erigieron primeramente, con la activa cooperación de los hermanos sedentarios y de la ciudad, un pequeño dormitorio en el piso superior de la casa, y acomodaron su entresuelo en forma de refectorio - comedor y sala comunitaria de estar. Cuando el lugar volvió de nuevo a ser estrecho, ampliaron la iglesia el doble de sus dimensiones y pusieron una bóveda de cañón a la nave, de tal forma que encima se pudo acomodar una sala amplia para el descanso nocturno: el dormitorio que subsiste aún hoy día. San Damián, con este núcleo de edificios – todavía sin claustro y construcciones anejas - ni siquiera arquitectónicamente, no nos hace pensar en un monasterio. Era, en tiempos de Francisco, una iglesia rural con un espacio eremítico y una parte que funcionaba como hospicio de acogida. La única seguridad la ofrecía el dormitorio sobre la iglesia, cuya entrada era accesible por escalera y cuya abertura, a la izquierda, por encima del rosetón, se hallaba cerrada con una puerta pesada. En caso de amenaza o de peligro, las hermanas, para encerrarse, se encaramaban a este aposento superior, y elevaban la escalera. Cuando pienso en la seguridad de nuestras viviendas-torre, me admiro de la valentía de Clara al vivir en construcciones tan endebles, fuera de los muros de la ciudad.

Con cuánta flexibilidad administraban las hermanas los varios espacios de su hábitat, lo muestra la historia de la curación de Esteban de Narni, relatada por la hermana Bienvenida de Perusa en el proceso de canonización (PCl 2). Cuando Francisco ya no supo qué hacer con nuestro hermano atacado por una perturbación psíquica frenética, lo remitió a San Damián. Clara lo recibió, rezó con él y le hizo dormir hasta que descansara del todo en el lugar donde solía rezar ella personalmente. Reflexionad: un fraile perturbado, un hermano psíquicamente desequilibrado, fue recibido por las hermanas en las protegidas y familiares partes de su casa. Cuando despertó, Clara comió con él, e inmediatamente regresó curado. Esta hospitalidad, palpable y sincera, sin complicaciones de ningún tipo, en los espacios accesibles interiores, evidencia el carácter de “hospicio” del lugar. San Damián no era ante todo ningún monasterio, sino que las hermanas llevaban, en la proximidad de la ciudad, una vida sedentaria-contemplativa y, al mismo tiempo, caritativa y social. Las hermanas no “abrazaban a Cristo pobre” excluyendo a los pobres y necesitados de su vida religiosa. Hubo también huérfanos que crecieron allí, como la hermana Lucia de Roma (PCl 8).

 

5

Carta a Ermentrudis de Brujas (CtaEr)

 

Comenzamos con una oración: «Roguemos mutuamente a Dios por nosotras así, llevando la una la carga de la caridad de la otra cumpliremos más fácilmente la ley de Cristo. Amén».

 

Recordamos:

 

         Ermentrudis de Brujas es una figura muy difusa. Nacida de familia noble en la ciudad de Colonia, habría abandonado su tierra hacia 1240 y, tras una larga peregrinación, inicia una vida de retiro en Brujas. Conocedora de la forma de vida de Clara y sus hermanas viaja a Italia para encontrarse con ellas, sin que pueda precisarse si pudo hacerlo. Volvió a Brujas y fundó un monasterio bajo la regla de Clara.

 

Sobre las cartas en general:

 

«Tradicionalmente se le ha atribuido también una carta a Ermentrudis de Brujas sobre la cual la crítica actual se opone más bien a considerarla como auténtica, y lo mismo va dicho de una bendición para Inés y otra bendición para la propia Ermentrudis. Estos otros tres escritos que tradicionalmente se consideraron que podían ser clarianos hoy habitualmente no vienen considerados como tales. Pero, sin lugar a dudas, no son los únicos escritos de Clara. Es verdad que son los únicos que nos han llegado a nosotros pero, por otros múltiples caminos, intuimos y sabemos positivamente que realmente hubo más escritos en su vida: cartas presumiblemente con Ugolino, cartas tal vez también con Francisco y con las hermanas que salían de San Damián a fundar otros monasterios o a informar otros monasterios.» (Julio Herranz).

 

a)    Idea general de CtaEr:

 

Antes de comenzar, como es una carta tan breve, se puede leer entera.

 

         Más allá de una espiritualidad sobre el mundo y la historia que nosotros ya no tenemos (la historia es pasajera, el cielo es lo definitivo), una idea que articula todo el texto es la de la fidelidad (mirar cuántas veces aparece, de una u otra manera, ese tema). Cierto que siempre es la fidelidad a Jesús y no se habla de la fidelidad a la persona. Pero ambas fidelidades van unidas.

 

Se podría hablar un poco sobre el valor de la fidelidad, algo que parece estar oscurecido pero que quizá siga valorado.

 

b)    Un punto concreto:

 

Se puede leer el v.14 y hablar del empeño por crear procesos de fe. Cómo la fe no puede ir por meros impulsos religiosos sino que tiene que haber un “empeño”, un trabajo, un proceso. Algo de esto podría ser:

  • El trabajo orante: ¿Qué camino orante vamos haciendo? ¿Qué se pretende con él? ¿Qué itinerario orante lleva la comunidad?
  • El trabajo sacramental: ¿Cómo voy viviendo los sacramentos a lo largo de los años? Avances y retrocesos (personal y comunitariamente).
  • El trabajo relacional: ¿Cómo va mi relación, nivel e intensidad? ¿Qué ambiente hay  en la vida comunitaria?
  • El trabajo social: ¿Qué interés y qué respuesta suscitan los problemas sociales en la comunidad? ¿Hay oración “social” cultivada?

 

Perspectiva social: Pecados sociales

 

Conforme a la tradición religiosa, la familia franciscana tampoco ha incidido demasiado en los pecados sociales. Su sensibilidad de fe ha vibrado mayormente con los morales y religiosos. Pero hace ya tiempo que la moral social y el mismo Magisterio de la Iglesia han puesto en evidencia la gravedad de los pecados sociales. Otra cosa es que esto se haya interiorizado y se haya logrado ponerle carne. Tales fallos no brotan sin más; derivan de una serie de actitudes que, de no ser corregidas, llevarán a disfunciones sociales.

La irresponsabilidad es una de esas limitaciones. Es la actitud de quien voluntariamente se “empequeñece” creyendo e intentando hacer creer a los demás que él no puede influir en la marcha del mundo y que  éste no cuenta para nada con él. No es una actitud de humildad, sino una cortina de humo para justificar su desimplicación y para anular las llamadas a la acción que le salen al encuentro en el camino diario. No se cree que tenga algo que ver en la génesis y el desarrollo de los grandes problemas del mundo. Cuando se le hace ver su parte en asuntos como el cambio climático, cuestiona cualquier colaboración (el reciclaje entre ellas) e incluso se vuelve negacionista.

Otro pecado social ligado al anterior es la indiferencia. Es la actitud propia de quienes están situados en el lado de los “vencedores” de la sociedad, de los que tienen los medios necesarios y aun sobrantes de vida. Piensan que ellos no son en modo alguno la causa de las desgracias que contemplan en tiempo real en los medios informativos. Anestesiados por el consumismo, su mirada no se vuelve sobre los grandes problemas de la humanidad. Los ignoran y  tampoco les importan. Esta indiferencia cobra hoy proporciones globales de tal manera que muchas zonas del planeta (el África subsahariana, por ejemplo) caminan en una oscuridad y un desconocimiento total. El indiferente no hace ningún esfuerzo por acercarse a esas zonas de sombra.

Y un tercer fallo social que acecha a la espiritualidad franciscana es la carencia de alternatividad. Eso supone que la mística propia se ve uniformada con la común de otras místicas que tampoco se hacen significativas formando un conglomerado de pensamiento religioso común, rutinario, corporativo. Todos envueltos en la misma niebla, sin perfiles específicos, sin aportaciones luminosas.  Se piensa como todos, se habla como todos, se valora el dinero como todos, se posiciona uno políticamente como todos. Se termina por abandonar la posibilidad de caminos nuevos poniendo como dificultad la edad, el abandono de las generaciones jóvenes o, simplemente, que ya no se está para “experimentos”. Mientras tanto, la espiritualidad franciscana se diluye, se vuelve poco significativa y termina por no generar la alternatividad que caracteriza la vida evangélica.

Sentirse afectados (movilizados e implicados) por estos pecados sociales puede abrir la puerta a una nueva visión de pertenencia histórica y a un dimensión distinta del perdón. Una lectura social de CtaEr permite una ampliación del término “pecado” hasta las actitudes de base que, anteriores a los hechos morales, determinan los comportamientos humanos.  Los beneficios de una tal espiritualidad afectan al camino humano y a las opciones espirituales.

 

Para saber más de santa Clara:

 

Monjas: no - hermanas: sí

 

Francisco, de modo respetuoso, pero tajante, ante la Curia romana, rechazó la promoción de los hermanos menores a cargos directivos en la Iglesia. Que las olas se encresparon todavía alguna vez a mayor altura, se puso de manifiesto en un encuentro posterior con Hugolino, que quería conquistar a Francisco para su política de monjas. Nuestro compañero Esteban trasmite palabras drásticas del santo. Os las leo y os pido al mismo tiempo no malinterpretarlas precipitadamente: “El hermano Esteban repetía, que, manifiestamente, Francisco solo a Clara profesaba un profundo amor…Siempre estuvo preocupado por ella y por su convento. Y que nunca permitió que se fundara ningún otro convento, aunque en su tiempo surgieron también más conventos, creados por otros. Cuando se enteró de que las mujeres de aquellos conventos se llamaban “hermanas”, debió de gritar alborozado y nervioso: El Señor nos ha quitado esposas, pero el diablo nos regala hermanas. Pero el Señor Hugolino, obispo de Ostia, que era protector de la Orden de los minoritas, promovía aquellas hermanas con gran cariño. Cuando el señor Hugolino, en cierta ocasión, las recomendó a Francisco con las palabras: “Hermano, pongo en tus manos, de corazón, aquellas dignísimas señoras”, Francisco debió responder con regocijado semblante: “Ya, padre, ya no se llamarán menores, sino señoras”…Y, desde entonces, se les llamaba “dominae” y ya no hermanas (Stef).¿De qué se trata? Francisco distingue entre San Damián y aquellas hermanas que el Cardenal estimaba tanto. Sus conventos son fundados “por otros”. Francisco se distancia con toda energía de la política de Hugolino. De hecho, lo que pretendía el cardenal era que el creciente número de comunidades femeninas fueran reducidas, según su criterio personal, al claustro – y encomendarnos a nosotros tanto la pastoral como la vigilancia sobre ellas. Francisco se mantuvo firme. Se opuso a la idea de que se nos declarara pastores y señores tanto de las hermanas de San Damián, que pertenecen definitivamente a nuestro movimiento, como a la política de que lo fuéramos igualmente de las confederaciones de monjas agrupadas por el Papa.  El que Hugolino llamara “hermanas menores” a estas otras comunidades, obedecía a distintas razones. Algunas de estas comunidades surgieron en contacto con nosotros, se dejaron inspirar por nosotros, y se designaron a sí mismas como menores. Pero el cardenal, programada y políticamente, propuso el nombre de “hermanas menores” para todas las nuevas fundaciones. Con ello pensaba adularnos, brindándonos la oferta de añadir a nuestra Orden una rama de mujeres, como había ocurrido con los benedictinos, cartujos, cistercienses y premonstratenses - y como santo Domingo había previsto entonces para sus hermanos predicadores.

Si Francisco, en el capítulo de Pentecostés de 1223, hace incluir en la Regla, bajo “estricto mandato”, que ninguno de nosotros pueda ingresar en monasterios de monjas, excepto los autorizados por el Papa (1R 11), hay que entender la prohibición rigurosa a la luz de este forcejeo político. Permitidme haceros, con toda claridad, la observación de que esta prohibición de la Regla no tiene validez alguna respecto de san Damián; sencillamente por esto: porque la comunidad de Clara, en aquel entonces, no era ningún monasterio, ni canónicamente, ni de hecho.

A principios del año 1230 Hugolino, ya ascendido a la sede de Pedro, está dispuesto a determinar que también San Damián queda afectado por este artículo sobre monasterios. Ante ello, Clara amenaza con una huelga de hambre, lo que mueve al Papa a una rectificación.

 

 

6

La Regla (RCl)

 

Iniciamos con una oración: «Esta es aquella eminencia de la altísima pobreza, que a vosotras, carísimas hermanas mías, os ha constituido herederas y reinas del reino de los cielos, os ha hecho pobres de cosas, os ha sublimado en virtudes (cf. Sant 2,5). Esta sea vuestra porción, que conduce a la tierra de los vivientes (cf. Sal 141,6)».

 

Recordamos:

 

         Fue una batalla hasta el último día. Una batalla que ganó, perdió y ahora ha vuelto a ganar. Clara es la primera mujer que escribe su propia regla en la Iglesia. Antes siempre lo hacían los hombres. Con una tenacidad encomiable (Clara es tenaz) logró que el día anterior a su muerte se aprobara su género de vida (antes había logrado funcionar con los Privilegios de la Pobreza). Pero esa regla cayó en olvido, por la imposición de los clérigos, y durante siglos estuvo oculta. Ahora, la mayoría de las comunidades clarisas profesan esa regla. La tenaz Clara ha salido con la suya. No era una mera cabezonada, era la supervivencia de la primera experiencia franciscana que Clara quiso mantener contra viento y marea. Y algo de eso ha quedado en las comunidades de franciscanas (y también en el estilo de vida de los franciscanos y franciscanas). Clara diría: si queréis deteneros en algún texto mío, deteneos en la regla: es la que más me costó y donde puse mi alma.

 

Sobre la Regla en general:

 

  • La regla es el Evangelio: La regla no es sino una actualización del Evangelio. Actualizar el Evangelio, tarea constante (Cap. I).
  • Un estilo sencillo que brota de la percepción de la vida sencilla de Jesús y de su madre pobrecilla “que envolvió a Jesús en pañales y lo reclinó en el pesebre” (Cap. II).
  • Confesarse dos veces al año, comulgar siete (Cap. III). Cómo es relativo el modo y cómo habría que buscar siempre nuevos caminos para una celebración viva.
  • Abadesa y madre (Cap. IV). No al revés. Una que sirve realmente a las hermanas hasta en los signos (Según el Proceso, Clara se reservó hasta el final el oficio de limpiar los orinales de las enfermas).
  • Cap. V el silencio de las monjas como herramienta espiritual, no como imposición legal.
  • Cap: VI el núcleo de la regla: el recuerdo vivo de Francisco y, con ello, de la experiencia evangélica de la primera hora. Este es el texto más importante, más espiritual de toda la regla.
  • Cap: VII: el trabajo como medio normal de vida. La limosna viene después. Un trabajo que redunda en beneficio de todas las hermanas: se distribuye el trabajo y se distribuyen las ganancias “para la utilidad común”.
  • Cap. VIII: las hermanas enfermas: con solicitud…caritativa y misericordiosamente…amar como ama una madre…amorosamente”. Los enfermos como lugar explícito de fe evangélica: ahí se demuestra el nivel de evangelio que uno tiene.
  • Cap: IX: ¿Y cuando falla la hermana? No airarse. Cuidado con las malas palabras que destruyen la comunidad.
  • Cap: X: Corregir con familiaridad, como se corrige al padre o a la madre con amor. Por eso, lejos toda soberbia y murmuración.
  • Cap. XI: la clausura de las monjas que no es algo inflexible. Una cosa es la legislación pensada y otra la vivida (el llanto de las clarisas).
  • Cap: XII: Las ayudas de los hermanos. Personas que realmente ayude al ideal y a la vida cristiana (asunto de Felipe Longo).

 

a)     Idea general de la Regla:

 

Es un documento que habla de esfuerzos: el esfuerzo de ser mujer en una sociedad machista a tope; el esfuerzo de ser creyente en una iglesia totalmente piramidal; el esfuerzo de mantener vivo el sueño primero por mucho que haya fuerzas que lo quieran desvirtuar. Un documento de resistencia.

 

b)    Un punto concreto: RCl 6

 

El recuerdo vivo de Francisco que sostiene el sueño, la opción. La fidelidad de Clara al proyecto franciscano. Más franciscana que el mismo Francisco porque no cejó en el empeño de la primera hora. Era su ideal defendido por encima de toda prudencia humana. La herencia de su padre y amigo y, como tal, la opción por el evangelio.

 

c)     Perspectiva social: Fidelidad al mundo

 

La VR habría de ir mostrando con su estilo de vida que la creación, don mejor de Dios, está llamada a un gran pacto de hermandad entre los humanos y con las cosas. La VR habría de entender la fraternidad con el mundo en modos absolutamente inmediatos y evangélicos. Esto supone una mirada benevolente y acogedora, curativa incluso con las debilidades de la historia. Gente hermana, así habrían de ser los religiosos/as.

         Quizá el amor al mundo no se entiende bien si no se adquiere conciencia de la autonomía en la que Dios nos ha puesto por el hecho creador. No dependemos de nadie, tenemos una dignidad que Dios nos da y que nos hace personas con capacidad para llegar al todo de lo humano. Dios nos quiere autónomos, pero desconectados. Porque una visión autónoma de lo humano incluye la relación de Dios con nosotros. Cuando más abandonemos la heteronomía, más fácil será amar al mundo, incluso en sus lados débiles. La VR habría de ser “apóstol de la autonomía” y, desde ahí, generar un sentido de transcendencia de deseo del Absoluto desde el absoluto de lo humano.

Si se acepta la autonomía del mundo es preciso aceptar que Dios no interviene corrigiendo a cada minuto la trayectoria histórica de la creación. Dios no interviene, pero acompaña, sustenta, anima, empuja, colabora. Dios no interviene cambiando sin contar con nosotros sino empujando en la misma dirección que vamos nosotros. ¿Podría hacerse la VR una propagandista de un Dios que no interviene? ¿Podría decir al mundo de hoy que es posible ilusionarse con un Dios que no interviene? ¿Podríamos percibir las ventajas de este cambio de perspectiva?

Acostumbrados a lo estrecho de nuestra mentalidad cavernícola y exclusivista, el amor al mundo apunta a un universalismo creciente e incluso a un mestizaje. Cuando la VR se va abriendo a cualquier mestizaje enriquecedor siempre se enriquece. Con ello, además, demuestra que se puede ser hermano/a en el ancho mundo con cualquiera, ya que las conexiones en el fondo de la persona son siempre posibles por encima de cualquier diferencia. Una mentalidad universalista y de mestizaje que rompa las estrecheces y raquitismos en los que a veces hemos vivido nuestra VR.

Esas habrían de ser las notas del perfil de quien va siendo cada vez más fiel al mundo. Ser ciudadano como quien colabora activamente con el hoy social; ser creyente para aportar desde la fe un dinamismo humanizador. En ese sentido, y aunque parezca pobre, ser un buen vecino es todavía ideal de muchos estilos de VR.

El trabajo de lo político es un asunto tan poco desarrollado en el ámbito tradicional de la VR. Sin embargo, hacer progresar en el sentido de lo público, desear con avidez el don de la paz, creer que se puede vivir lo político en fraternidad en sosiego convergente, ayudar a creer en la bonhomía de la clase política, articular con paz los nacionalismos en modos no excluyentes, por cosas lejanas que parezcan son el lenguaje de la fidelidad al mundo, a la obra creadora en su devenir histórico.

 

Para saber más de Clara:

 

Proyecto de Regla propio de Clara

 

Al ver que Inés de Praga, en los primeros meses del pontificado de Inocencio IV, había fracasado en su nuevo intento de relanzar un bosquejo de Regla con la forma de vida de San Damián como núcleo y, al ver que también el Papa se encontró con la oposición a su propio experimento de Regla, Clara se decide a actuar. La idea de basar los monasterios de mujeres en la Regla de Francisco, inspiró a la Hermana una empresa innovadora. Si el Papa quiso declarar como obligatorios para toda la Orden de San Damián solo los tres votos de nuestra Regla, Clara asumió como fundamento nuestra Regla en toda su amplitud, y en ella fue entretejiendo, de forma creativa, la forma de vida de las hermanas.  Esto se llevó a efecto desde 1247 conjuntamente con sus hermanas y en diálogo con los hermanos. Pasajes que trataban de nuestra identidad de itinerantes, cedieron el puesto a párrafos que regulaban la intensa vida comunitaria del convento femenino. Clara modificaba la Regla de Francisco con sutil agudeza y fundió el nuevo texto, con la sublime intuición del arte de una tejedora, en una composición concéntrica. El primero y último capítulo acentúan, cada uno a su manera, los rasgos esenciales de la “Orden de las hermanas pobres”(RCl1 y 2): ellas viven, como nosotros, el Evangelio, como la Regla auténtica, pobremente, fraternalmente, solteras dentro de la Iglesia y del movimiento franciscano. El capítulo segundo regula el ingreso en un convento y el capítulo11 la protección de la comunidad contemplativa, sin que Clara tuviera que utilizar el tecnicismo de “clausura”. Los capítulos 3 al 4 y 9 al 10 hablan del ordenamiento interno de la comunidad y de sus fuentes espirituales. El próximo plano interno (capítulo 5 al 7 y 7 al 8) regula la vida en la real pobreza y en el espíritu interno de peregrinación, con el trabajo y el contacto con el entorno social. El núcleo de la Regla (Capítulo 6) encierra, semejante a una perla, la forma de vida que Francisco les redactó en los comienzos, en condensación genial, y que Clara defendió, durante cuatro decenios, sin estar ligada por compromiso alguno.

Nunca una mujer en la historia del cristianismo había logrado hasta entonces redactar una Regla de vida para mujeres y obtener la confirmación papal.

Esta singularidad de Clara es tanto más respetable cuanto que no se dejó desorientar por los conatos infructuosos de su amiga de Praga. Mientras Inés, al fin, solo había presentado una “forma de vida” y, con ella, fracasó a pesar del apoyo diplomático de su hermano Wenzel I, el de Gregorio IX y el de Inocencio IV, Clara se arriesga a presentar hacia 1250 una Regla de Orden ampliamente desarrollada y redondeada con multitud de detalles. La muerte del emperador Federico II despertó, aquel año, la esperanza de un retorno del Papa de su destierro francés. Pero Inocencio IV se tomó su tiempo. Solo dos años más tarde regresó a Génova  y, en la primavera de 1252, se instaló con su Curia en Perusa. Desde aquí el cardenal protector Rainaldo de Jenne entró, otra vez, en contacto directo con Clara y sus hermanas. Y solo estos primeros encuentros abren el camino para la aprobación de la Regla.

 

 

7

Testamento (TestCl)

 

Recordamos:

 

La enfermedad mantuvo postrada a Clara en el lecho durante varios años, haciendo temer, sobre todo en los últimos meses de su vida, que en cualquier momento le pudiera llegar la muerte y no viera cumplido el sueño de ver aprobada su Regla. Fue probablemente en el marco de alguna de las crisis de su enfermedad –en todo caso antes de la aprobación de la Regla por el cardenal protector, en septiembre de 1252–, cuando Clara dictó su Testamento, al que concede un cierto valor normativo (TestCl 79), tal vez como sustitutivo de una Regla para las Hermanas Pobres cuya aprobación no acababa de llegar.

 

Sobre el Testamento en general:

 

En la edad media había costumbre de hacer testamentos espirituales a la hora de la muerte dejando lo mejor del espíritu a los sucesores (Francisco lo hizo y hasta Pablo VI lo hizo). El testamento de Clara es más espiritual, menos biográfico que el de Francisco, pero tiene su valor. Distinguimos tres niveles:

  • Recuerdo de la primavera franciscana: ante todo, somos fraternidad. Así lo ha entendido Francisco y así habría que entender el sentido de lo franciscano.
  • Los centros de fidelidad según Clara: el evangelio, la pobreza, la fraternidad, la cercanía a los hermanos, la abadesa como hermana y madre, etc. Afirmar los centros para posibilitar una renovación
  • La profecía franciscana: el franciscanismo será hermano o no será nada.

 

a)    Idea central del Testamento

Se puede leer el punto 1 del Testamento (vv.1-23).

 

Se quiere presentar el conjunto de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su muerte, como el marco de referencia vital de la hermana franciscana. Por eso, el acorde del nacimiento, vida y muerte en la existencia humana y obra redentora de Cristo resuena también en el Testamento de Clara, donde en densa poesía describe el camino terrenal de Cristo. Sus hermanas deben vivir su vocación

 

“en el amor de aquel Dios

que acostado pobre en un pesebre,

vivió pobre en la tierra

y murió desnudo en la Cruz”(Test Cl)

 

b)    Un punto concreto: vv.56-70:

 

Se lee el punto 4 del Testamento, vv.56-70

 

La vida fraterna, la buena relación, como piedra de toque del verdadero franciscanismo (y del verdadero cristianismo). Si esto no funciona es difícil hablar de vida franciscana.

  • Aprender a vivir en grupo
  • Cimiento: la colaboración
  • Rostro: el cariño
  • Vida en relación; encuentro
  • Evolución de la buena relación

 

c)     Perspectiva social: La cultura del encuentro:

 

En oposición al capítulo primero que hablaba de una sociedad “en sombras”, el tercer capítulo de FT habla de la posibilidad de un mundo abierto. Y para establecer los principios de la amistad social que no excluye a nadie (FT 94) se detiene el Papa, en primer lugar, en elaborar una espiritualidad relacional básica: no se puede vivir el amor sin rostros concretos porque el valor está en el otro (FT 87). Para ello hay que salir de sí mismo (FT 88) y dejarse completar e una relación ampliada (FT 89). Los mismos valores humanos son fecundos si tienden al otro (FT 91). Por eso, el Papa avisa a los creyentes: si falta el amor la fe no es tal (FT 92). Puede parecer algo elemental, pero es necesario recordarlo porque esos son los cimientos del edificio de la amistad social.

         El segundo principio sería el de activar el sentido de  pertenencia e interdependencia (FT 95-96), algo que aparece continuamente en el texto. Este principio queda cuestionado mientras haya  forasteros existenciales (FT 97), exiliados ocultos como los discapacitados y ancianos (FT 98) y si se pretende una globalización monócroma que es un globalismo en el que no cabe la vida de los frágiles (FT99-100).

         Podríamos decir que el tercer principio es no solo la potenciación de la fraternidad sino la certeza de que ella es lo que lleva a la libertad y a la igualdad (FT 103-104). Esto es imposible mientras la sociedad se estructure en modos societarios y no tanto en modos de integración (FT 101-102).

         El cuarto principio es que los derechos individuales están orientados al bien común más grande (FT 111) lo que da sentido a que la sociedad no solamente reconozca el derecho primero a vivir con dignidad, sino que un baremo certeros de amistad social es invertir en los frágiles (FT 108) que revierta la certeza de que vivir en un hogar pobre aminora grandemente las posibilidades de vivir con dignidad (FT 109-110).

         El cuarto principio, en línea con LS’ 93, es la función social de la propiedad privada (FT 120.123). Este es uno de los principios más sólidos de la carta y da estatus a una doctrina social que todavía la mentalidad eclesiástica no termina de asimilar. Esta es calificada en FT como “derecho secundario” (FT 120) porque nada hay por encima de la dignidad. Esto dimana del principio general de la amistad social que es el destino común de los bienes (FT 124).

         Creemos que todo este edificio ideológico, por más que contenga ideas ya aceptadas y otras del mismo pensamiento del Papa Francisco contribuye a poner la base de una nueva idea de sociedad, la de amistad social o la de la dignidad efectivamente vivida. Porque ese es el problema: cómo pasar del pensamiento elaborado a los planes concretos, a las experiencias sociales que marquen un nuevo estilo de sociedad. Pensamos que el lema del Papa Francisco “tierra, techo y trabajo para todos” no es un lema revolucionario pasado de moda, sino una realidad viva y lacerante en la vida de millones de personas.

 

Para saber más de Clara

 

Accidente en San Damián

 

Ya desde 1224, la salud de  Clara se halla persistentemente quebrantada. Modernas especulaciones sobre una anorexia no son sostenibles. La dolencia que a veces ata a Clara a su camastro y la reduce a enferma necesitada de atención, interesa sobre todo a su aparato cinegético. Martina Kreidler-Kos insinúa una tuberculosis. Podría ser también que se tratara de reuma. La circunstancia de que sus compañeras, con ocasión del proceso de canonización, pueden datar acontecimientos importantes tanto en los períodos de salud como en los largos de obligado reposo, nos permiten sospechar que la enfermedad se desarrolla por accesos. Un incidente que la hermana Angeluccia de Espoleto fecha al atardecer del domingo 1 de julio de 1246, nos muestra a la abadesa sorprendentemente activa. Lo mismo que en esos períodos en que se considera como una cualquiera de las sanas, “enciende las lámparas en la iglesia y con frecuencia repica las campanas para la oración nocturna” y “con sus gestos hace buscar a las hermanas, que no se levantaron al repique de la campana”(Pro2), así cierra, al anochecer del verano “la puerta del edificio”, el notario añade, “esto es, del monasterio” y continúa

 

“la puerta del edificio, al cerrase cayó sobre Clara y las hermanas creyeron que la había  matado. Al verla, las hermanas empezaron a llorar a gritos. Pero Clara no había recibido herida alguna y dijo que ni siquiera había sentido el peso de esa puerta, a pesar de ser era tan pesada que tres hermanos apenas la pudieron colocar en su sitio.

 

Cuatro años más tarde en noviembre de 1250, la enfermedad de Clara empeora de tal forma que “las hermanas creían que la bienaventurada Madre estaba muy, muy próxima a la muerte; y el sacerdote le dio la sagrada Comunión del Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo”, como relata la hermana Francisca (Pro 9)

 

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Bendición (BenCl)

 

Comenzamos rezando: «Amad siempre a Dios amad vuestras almas y las de todas vuestras hermanas y sed siempre solícitas en observar lo que prometisteis al Señor».

 

Recordamos:

 

El original más antiguo hasta ahora encontrado remonta a 1393. Está escrito en alemán medieval y en él la bendición es dirigida a Santa Inés de Praga. Fue publicado por Walter Warren Seton, Benedíctio S. Claræ, en Archívum Franciscánum Históricum, VII (1914), págs. 189-190. Otro original antiguo presenta la bendición en latín y es dirigida a Ermentrudis de Brujas. En otro texto antiguo la bendición aparece dirigida a todas las hermanas. Es bien posible que Santa Clara en la hora de la muerte hubiese usado una fórmula para todas las hermanas, derivada de la que ya usara para algunas hermanas en particular. Pero puede ser que desde el principio la bendición haya sido compuesta para todos los monasterios.

 

Sobre la bendición en general:

 

La bendición es un texto breve. Se podría comenzar leyéndolo.

 

Retoma la de san Francisco (Num 6: bendición aaronítica). Clara le da una amplitud más universal. El deseo final es un deseo de una vida en amor y en una fidelidad creativa.

 

a)    Idea general de BenCl:

 

La bendición se recibe en la medida en que uno se cree bendito por el Padre de las misericordias. Bendecidos porque tenemos una bendición original (no tanto un pecado original).

 

b)    Un punto concreto: v.14

 

“Amad vuestras almas y las de vuestras hermanas” (v.14). La preocupación por la espiritualidad, por la interioridad, por las opciones que dan sentido al caminar humano.

 

c)     Perspectiva social: Benditos y bendecidores

 

Se puede decir que, más que con pecado original, nacemos y vivimos con bendición original: lo que Dios creó era bueno; todo lleva el alma incorruptible de Dios. La existencia demuestra la bendición, por lo que se podría afirmar que la maldición es la no creación. El don gratuito de vivir y respirar conlleva la certeza de la bendición: nadie que no fuera bendito recibiría ese admirable don. De esta manera, bendición y existencia va inseparablemente unidas. La bendición es el aliento de la existencia: desde ella y por ella vive.

Efectivamente, como lo demuestran los miles de millones de años transcurridos desde el bigbang, la bendición se une al proceso evolutivo de la creación y logra, paso tras paso, construir la bendición creada, porque eso es la bendición, no tanto algo dado de antemano sino un constante in fieri. Quien entiende esto, se responsabiliza de lo creado porque entiende que su horizonte depende, en parte, de él. Es preciso que hagamos más cercana la bendición.

         Para ello, tal vez sea necesario sintonizar cada vez más con la hermosura de cada día, con los valores cotidianos: ese don sagrado que  se percibe en el propio cuerpo y en el de los otros, en las obras hechas en común y en conexión con otros para el bien de todos, en la pertenencia cósmica en la casa común, en las huellas nimias de lo divino en las criaturas tan humildes. «Si nos volvemos incapaces de crear un clima de belleza en el pequeño mundo a nuestro alrededor y solo atendemos a las razones del trabajo, tantas veces deshumanizado y competitivo, ¿cómo podremos resistir? ¿Cómo podremos ser buenos?» (E. Sábato).

         Alabemos a Clara como la mujer bendita que bendice y pidámosle que nosotros, en nuestra vida diaria construyamos, poco a poco, la bendición para que esta vida y esta tierra en la que nos ha puesto el amor de Dios sea bendición para toda persona y para toda creatura.

 

 

Para conocer más a Clara: El proceso de Canonización de Clara (PCl)

 

El 18 de octubre de 1253, el Papa Inocencio IV inicia el proceso de canonización y encomienda, al obispo de Espoleto el procedimiento informativo. Ya a las cinco semanas, el 24 de noviembre, el obispo Bartolomé Acocorombani abre el interrogatorio de los testigos, que durará seis días. Como ayudantes en el tribunal le asisten el diácono Leonardo de Espoleto y el arcipreste Jacobo de Trevi, así como los hermanos menores León, Ángel,  Marco, capellán de las hermanas de San Damián. Un tal señor Martín, que no nos es conocido con mayor precisión, como notario, formaliza protocolariamente los testimonios. Como testigos, se presentan en primer lugar las hermanas de Clara. Se conservan las declaraciones de 15 hermanas, así como el voto compendiado de todo el convento del 28 de noviembre. En la iglesia del priorato benedictino de San Pablo, que se yergue inmediatamente después de la iglesia del mercado, son interrogados los naturales de Asís. Sólo se conserva parte de los testimonios: las declaraciones de tres honorables señores, la de una amiga de juventud de Clara y de un servidor de la familia. Las actas procesales trasmitidas nos guardan valiosos relatos de personas que vivieron con Clara. Sus descripciones, matizadas cada una con las respectivas particularidades personales, nos abren todavía visiones inmediatas del mundo de Clara, a pesar de que, hoy día, hay que tener en cuenta las múltiples vicisitudes de los procesos de traducción. El notario resume relaciones, que, oralmente duraron seis días, en actas que se pueden leer en menos de dos horas. En tal trabajo, el notario traduce las descripciones expresadas en el antiguo dialecto umbro al latín escrito. Y, de ahí, hacia el año 1490, vuelven a ser de nuevo trasladadas al dialecto umbro por la docta hermana clarisa Battista Alfani de Perusa. En esta versión, se encuentran los testimonios que los especialistas de hoy traducen a los idiomas mundiales modernos.

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