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FIAIZ

PASIÓN QUE COMO UN ÁRBOL CRECE

“PASIÓN QUE COMO UN ÁRBOL CRECE”[1]

Una comunidad cristiana con la pasión que anidaba en Jesús de Nazaret 

 

            Las pasiones no han tenido buena prensa en la espiritualidad tradicional. Había que luchar contra ellas, desterrarlas, anularlas. El ideal del cristiano era una persona ataráxica, imperturbable, dominadora de sus sentimientos y pulsiones. No se trabajaba el tema de las buenas pasiones, de los movimientos profundos del alma, de los azarosos caminos del corazón. Sobre todo ello caía la sombra de la sospecha o, directamente, el esfuerzo, que nunca tuvo éxito total, por minimizar el influjo de las pasiones y, si era posible, anularlas. Venimos de un tiempo de apaciguamiento y de sospecha. Por eso, hablar de las pasiones de Jesús de Nazaret es, aún, una novedad en toda regla.

            La pasión hace parte de los dinamismos humanos. Los dinamismos son esas fuerzas que anidan en el subsuelo de la persona, cuyo origen desconocemos con frecuencia y cuyos movimientos se perciben pero, a veces, no se pueden controlar. ¿De dónde brota la enorme maldad de los humanos y cuál es la fuente del bien y la dulzura? ¿Por qué hay vidas entregadas sin pedir nada a cambio? ¿Por qué se ve uno envuelto en el torbellino del amor? ¿Por qué no se apaga en el corazón de los humanos el anhelo de la justicia? Estas y otras muchas preguntas remiten al tema de la pasión.

            Mme. De Châtelet decía: «Pasiones tendríamos que pedirle a Dios si nos atreviéramos a pedirle alguna cosa y Le Nôtre tenía mucha razón al pedirle al papa tentaciones en lugar de indulgencias»[2]. Estamos necesitados de otra idea y de otro vocabulario. Una idea positiva de la pasión como elemento dinamizador con más fuerza que la misma inteligencia. Una manera de hablar de las pasiones que llegue a ser un atractor, algo que cambie las orientaciones de la vida tendiendo hacia una más honda humanización. Así es, el horizonte de la pasión es generar una creciente humanización, porque «el problema central que todos tenemos en la vida, consiste en superar la deshumanización que todos llevamos inscrita en lo más profundo de nuestro ser, para ir logrando, hasta donde nos sea posible, la humanidad que nos es propia y en la medida en que podamos alcanzarla»[3].

            Dicen los autores espirituales que el nuestro es buen tiempo para volver a Jesús[4]. Pues esa vuelta habrá de hacerse desde planteamientos distintos a los modos rutinarios en que hemos encerrado esa experiencia. ¿Cómo hablar de Jesús en modos nuevos, que no fatiguen, que no produzcan sonrojo, que no haya posteriormente que desmontar, que contengan una dosis de sugerencia que anime a una mayor profundización?¿Cómo hablar con un lenguaje que, inicialmente al menos, pueda ser aceptado por la persona de la postsecularización? Quizá desmigar las pasiones de Jesús sugeridas en las páginas del evangelio sea una vía abierta para ese anhelo. Tocar las pasiones es tocar  el corazón, el núcleo.

1. Las tradiciones bíblicas del “celo”

 

            Podemos decir que, de alguna manera, la pasión aparece en la Biblia en las tradiciones del “celo” religioso. Veamos algunos pasos más significativos:

a)      El origen: el celo de Finés (Núm 25,6-15): Este es el comienzo de una pasión religiosa que convive con el fanatismo[5]. Finés, nieto de Aarón (la línea dura), atraviesa “por el bajo vientre”[6] a un descarado israelita que se lleva a su tienda a una mujer madianita[7]. Queda definido como un “celoso de mis derechos ante el pueblo” (Ex 25,22). Este Finés pasará al panteón judío como prototipo de la persona devorada por la pasión por Dios[8]. Es la pasión extrema del fanático religioso que no duda en derramar sangre para salvaguardar el supuesto derecho de Dios.

b)      El “vivo celo” de Elías (1 Re 19,9-10.14): El profeta Elías, que gozó de gran prestigio en el bajo judaísmo[9], es prototipo del hombre “consumido por el celo de Dios”. Es un claro ejemplar del fanatismo religioso que, tras su paso sangriento y extremista, deja al yahvismo en peor situación que la que tenía antes. No duda en derramar sangre por el honor de Dios, porque la pasión por él es un torbellino que engulle la dignidad de la persona. La vida de esta no cuenta ante el supuesto honor mancillado de Dios[10]. Pasión de violencia con consecuencias irreparables[11].

c)      El “celo por la ley” de los Macabeos (1 Mac 2,24-26): El Macabeo Matatías repite, matando al emisario de Antíoco Epífanes y a un judío que se adelanta a ofrecer un sacrificio,  lo que “hizo Finés a Zimrí, hijo de Salú” (1 Mac 2,26). Son gente que mezcla sin dificultad la violencia con la fe religiosa. No hay atisbo de duda en ellos[12].

d)      Jesús, “celoso de la casa” de Dios (Jn 2,17): La escena de la expulsión de los mercaderes del templo que se sitúa al comienzo del evangelio de Juan coloca al texto en la tradición del celo por la cita del Sal 69,10: “El celo de tu casa me devora”. Los sinópticos no incluyen esta cita[13]. Las tradiciones del celo que estuvieron “dormidas” en la época de Jesús renacieron con la guerra judía[14]. Y en esa clave hay que leer el aserto joánico. «Los discípulos interpretan el gesto en clave del celo de Elías…Ven en Jesús un Mesías que va a reformar las instituciones por la violencia»[15]. El evangelista se alejará de esas interpretaciones proponiendo el cauce histórico de Jesús como sacramento del encuentro de la persona con Dios.

e)      El “celo intolerante” de Pablo (Filp 3,6): Uno de los rasgos del sucinto autorretrato que Pablo hace en Filp 3,5-6 es que si se trataba de ser “celoso”, él lo fue claramente por ser “perseguidor de la Iglesia”[16]. Se trata de una intolerancia unida a una visión específica de la Ley, aquella que pone por delante de todo los derechos de Dios, no los de la persona. Esta perspectiva va en la línea de la corriente del celo del AT. No llegará Pablo a apartarse nunca del todo de esta manera de vivir su pasión por la comunidad. En 2 Cor 11,2 dice que tiene celos de la comunidad de Corinto que le causa tanta amargura, “los celos de Dios”. Seguimos en la perspectiva religiosa de siempre: lo de Dios ante todo.

Es fácil deducir de este breve escarceo bíblico que la gran pasión del creyente del AT que se vierte en la corriente del celo está ligada a la perspectiva religiosa de un Dios celoso[17]. El celo por Dios, su pasión por él, es la misma que Dios tiene por los hombres: una pasión que se impone por encima de toda circunstancia y que no duda incorporar la violencia como camino eficaz para doblegar actitudes. Sobra decir que lo de Jesús no tendrá nada que ver con esto.

Es, pues, una pasión que trata de sacar adelante los derechos de Dios. No cae en la cuenta de que Dios no necesita a nadie que le haga valer sus derechos. En la antropoformización que hace la persona religiosa de Dios, ella se constituye en defensora de Dios empleando para ello, como decimos, cualquier medio, incluida la violencia. La propuesta de Jesús intentará velar por los derechos de la persona, no tanto por los de Dios[18].

Es decir, la pasión religiosa que destilan las páginas del AT no apuntan a un proceso de humanización, sino al logro de la victoria de Dios que se consigue aun a costa de la derrota y de la sangre de la persona. Dios y el hombre son realidad enfrentadas en dura batalla. El creyente apasionado opta por Dios poniéndose, si es preciso, en contra de la persona[19].

Esta cerrazón en el celo por Dios aleja todas las utopías y termina dejando por inútil cualquier otra pasión[20]. La pasión por Dios, sin la pasión por la persona deriva fácilmente en fanatismo. La teología de hoy es tajante: «No es posible el amor real a Dios sin descubrir el sufrimiento de sus hijos e hijas»[21].

Por todo lo dicho, la espiritualidad del celo, la pasión devoradora y exclusiva por Dios, resulta difícilmente aplicable al perfil evangélico de Jesús. Sus pasiones son más de tejas abajo, más ceñidas a la historia, más cercanas a las zozobras y alegrías de los humanos. En esto se distancia de los creyentes del AT[22].

 

2. Las pasiones de Jesús

 

            Para que la comunidad cristiana se anime a una vida apasionada, habrá de partir, obviamente,  de las pasiones de Jesús que quedan reflejadas en los textos evangélicos. Antes de nada digamos que tales pasiones han sido pasiones “por otros”. Efectivamente, Jesús ha elaborado sus pasiones intentando dar alguna respuesta a los sufrimientos ajenos. Esa respuesta le ha hecho sujeto moral y le ha otorgado su sentido vital, ha dicho qué clase de persona era y qué tipo de propuesta quería hacer[23]. Por eso mismo, hablar de pasiones en Jesús es situarse en el corazón de su propia entidad, no es algo periférico.

            Además hay que decir que las suyas no son pasiones académicas, sino vitales, construidas en los caminos. El evangelio es un libro de caminos. Eso quiere decir que son pasiones que oscilan al ritmo de la vida, que no pueden ser encasilladas, que hay que vivir con la creatividad  y la adecuación que demandan las situaciones diversas de la vida. Por eso son pasiones transvasables al hoy.

            Pero aunque históricas, son pasiones que apuntan al misterio. Jesús desveló algo inusitado y de difícil comprensión para la persona religiosa: que el misterio estaba al servicio de la persona y no al revés, que todas las grandezas del misterio se ponían a los pies de la persona y que ese era su sentido, servir a lo que existe. En sus propios trabajos, Jesús desveló los increíbles trabajos del misterio a favor de lo que vive. Solamente desde los torbellinos del amor, desde lo sorprendente de un misterio que ama, se podría entender estas sendas extrañas[24].

            Veamos, a modo de muestrario, un elenco de pasiones que, a nuestro juicio, se han albergado en la persona de Jesús:

1)      La pasión por que “nada se pierda” (Jn 3,16): La evidencia de la limitación de la vida muestra que es difícil eludir las pérdidas[25]. Pero el evangelio, reflejando probablemente los anhelos de Jesús, mantiene viva la pasión, los trabajos efectivos, “para que nada se pierda”. Esa es, según Jn 3,16, la “demostración” del amor del Padre, aquello con lo que nos pretende cautivar: todo está llamado al éxito del sentido, a no perderse[26]. Eso es lo que lleva al Padre, según Jesús, a hacer “locuras de amor”, como la de dejar las noventa y nueve ovejas en el monte y salir a la búsqueda de la que se ha perdido[27]. Pasión por un mundo sin pérdidas, esta es una de las pasiones vivas de Jesús.

2)      La pasión por la posibilidad de anulación de rangos (Mt 5,39): Seguimos aquí a Erri de Luca[28]. Poniendo en conexión Is 57, 15 («estoy con el oprimido y abatido de viento») en la expresión shefal ruaj y las bienaventuranzas proclamadas por Jesús concluye De Luca que la expresión “pobres de espíritu” se diluye. El “abatido de viento” es el que boquea con el esternón pegado al suelo, los labios a la altura de las sandalias de los otros. Ese puede estar alegre porque el reino le pertenece. «Jesús estaba con el abatido de viento, con el shefal ruaj. La traducción habitual ‘pobres de espíritu’ pierde por el camino la carga preciosa de Isaías…Era la subversión más novedosa, daba la precedencia a los oprimidos, los elevaba al rango de los elegidos. Proclamaba quiénes eran los vencedores, relegaba a los otros. El reino pertenecía a los vencidos, a los desposeídos…Ninguna revuelta ha llegado a este grado de anulación de los rangos»[29]. La pasión por una sociedad de rangos abolidos es, ahora mismo, una utopía inconmensurable.

3)      La pasión por el logro de la cota de dicha (Mt 11,19): Jesús es tildado de “comilón y borracho, amigo de recaudadores y descreídos”, título del que no reniega ni se desdice. Se suele subrayar la capacidad de acogida de Jesús a los marginados del sistema legal. Pero también puede ser un reflejo de la pasión de Jesús de que toda persona, incluso los despreciados, puedan alcanzar una cierta cota de dicha. En general, se puede decir que Jesús está más preocupado por la dicha que por el pecado. Por eso, el suyo es un programa de dicha (Mt 5,3ss). La obra de liberación expresada de muchas maneras en los relatos evangélicos de curación apunta a la reinserción y a la dicha.

4)      La pasión por recoger las lágrimas de los pobres (Lc 7,13): Jesús se ha enfrentado a las lágrimas de los desvalidos. “No llores”, ha repetido en diversos tonos y circunstancias (Lc 7,13; 8,52; 23,28; Jn 20,15). Se ha estremecido ante las lágrimas de los demás. Él mismo ha sido pintado como uno que llora: Jn 11,35. Ha cobrado vida en él aquel aserto del Qohelet: “Observé todas las opresiones que se cometen bajo el sol: vi llorar a los oprimidos sin que nadie los consolase, sin que nadie les consolase del poder de los opresores” (Qoh 4,1). El consuelo de Jesús está cargado de la pasión para que la alegría de quien llora sea de las que nadie puede arrebatar (Jn 16,22).

5)      La pasión de compartir para que llegue para todos (Jn 6,3-13): Porque no otra cosa muestran los relatos de multiplicación de panes tan queridos por la comunidad primitiva[30]. Sostienen que compartiendo sobre la base del todo, llega, no siendo obstáculo la pobreza. Una pasión que para muchos es angelical porque, dicen, las cosas de la economía no funcionan así.  Pero Jesús, según los evangelios, ha creído que esta pasión era algo tan valioso que podría ser aceptado incluso por los paganos. De ahí el relato de Mc 8,1-9 que celebra el signo en territorio de Tiro[31].

6)      La pasión de que la dignidad esté en el centro (Mc 3,3): Los relatos de milagros en los evangelios, más que relatos de curación son, en el fondo, relatos de reinserción social. El mandato de Mc 3,3, “levántate y ponte en medio”, indica el pensamiento de Jesús: la acción con los pobres no es cosa derivada de la fe, sino núcleo de la misma[32]. El evangelio parece sostener que todos somos iguales ante Dios, pero el pobre tiene una cierta prioridad por su situación de necesidad. La dignidad hace que la condena se bloquee (Jn 8,1-11) y que siempre haya una oportunidad abierta para quien anda en los márgenes (Lc 19,1-10).

7)      La pasión de una igualdad efectiva (Mt 23,8-12): Algo que Jesús tiene entre ceja y ceja, En una sociedad tan estratificada como la suya donde las relaciones de patronazgo son esenciales, él defiende la total igualdad de los humanos: “uno es vuestro padre y todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,8)[33]. Más aún, pretender aferrarse a una superioridad en base a costumbres y leyes lleva a una evidente contradicción (Lc 18,9-14).

Otras muchas pasiones de Jesús podrían ser puestas encima de la mesa. Basten las propuestas para deducir que todo esto nada tiene que ver con la pasión religiosa del celo en el AT vista anteriormente. Puede ser que Jesús, como persona religiosa que parece ser, se viera tocada por posiciones de cultura religiosa. Pero lo que prima en los evangelios no es eso. Sus pasiones son humanas y humanizadoras y, por ende, hondamente espirituales. La confluencia con el fondo de la persona provoca una corriente de espiritualidad que llega hasta hoy.

Al ser pasiones ceñidas a la vida enriquecen la vida y mantienen a la pasión en sus límites humanos liberándola de los peligros de fanatismo. El gran riesgo del apasionado es el fanatismo y la exclusión. Jesús se ve liberado de eso porque sus pasiones han sido humanizadoras e incluyentes. Su única exclusión ha sido con aquellos que persisten en la opresión de los empobrecidos (Lc 6,24-25)[34].

Esto hace que las pasiones de Jesús estén cargadas de utopías traspasables a nuestra época de hoy. Efectivamente,  el perfil evangélico de Jesús es el de un utópico que lucha en su kilómetro cuadrado por la consecución de utopías soñadas, pero nunca logradas. Esta carga de profundidad es la que hace “peligroso” el recuerdo de las pasiones de Jesús y lo que las hace dinamizadoras de los caminos humanos. Ciertamente, las pasiones de Jesús son pasiones para hoy.

 

3. Pasiones urgentes para la comunidad cristiana

 

            Nos planteamos aquellas apasiones que nos demanda la sociedad como grupo de seguidores/as de Jesús, no tanto las urgencias derivadas del derrumbe del sistema eclesiástico[35]. Son trabajos donde los adheridos al apasionado Jesús que habrían de esforzarse por lograr, de manera tanto personal como en grupo, para que la fe no quedara en un mero anhelo. Proponemos algunas que vemos más claras:

a)      La pasión por una economía humanizadora: Es uno de los asuntos más vivos de la actualidad. Hay quien piensa que esta clase de temas no entran en el ámbito de la reflexión espiritual o teológica. Nosotros creemos que la sociedad y sus avatares pueden sumarse a las fuentes espirituales de inspiración carismática. Efectivamente, los aprendizajes sociales son no solamente útiles, sino necesarios para una correcta conexión de la vida cristiana con la sociedad[36]. Es preciso hacer un esfuerzo por superar la desazón y la desconfianza que esta clase de aprendizajes conllevan. Esta clase de trabajos pueden ayudar a responder a los fuertes interrogantes que pesan sobre la vida cristiana de hoy.

El papa Francisco, escribió en mayo de 2019 una carta a los jóvenes citándoles al encuentro llamado Economy of Francesco[37]. En ella delimitó lo que se entendería por una economía humanizadora:

  • Se trata de «empezar a estudiar y practicar una economía diferente, la que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no deshumaniza, que cuida la creación y no la depreda…que nos lleve a hacer un “pacto” para cambiar la economía actual y dar un alma a la economía del mañana»[38].
  • Para ello es totalmente necesario «corregir los modelos de crecimiento que son incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la equidad social, la dignidad de los trabajadores, los derechos de las generaciones futuras. Desgraciadamente, sigue sin escucharse la llamada a tomar conciencia de la gravedad de los problemas y, sobre todo, a poner en marcha un nuevo modelo económico, fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad»[39].
  • Será preciso «escuchar con el corazón los gritos cada vez más angustiosos de la tierra y de sus pobres en busca de ayuda y de res-ponsabilidad, es decir, de alguien que “responda” y no dé la espalda. Mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima y haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de fraternidad universal»[40].

Esta pasión habría de llevar al creyente a vigilar su economía, a colaborar en proyectos, por humildes que sean, de economía humanizadora, a interactuar con otras instancias interesadas. Hacer dejación de esto es abandonar una de las principales pasiones de Jesús.

b)      La pasión por una dignidad llevada al centro: Es el cimiento ideológico de la FT. El documento afirma con claridad: «tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos»[41]. De eso se trata, de volver a poner en el centro la dignidad humana desplazada por un sistema económico de expectativas de ganancias que se lucra de los frágiles y que los descarta cuando son improductivos: «Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados»[42]. De ahí la crítica a los poderosos, clara y explícita: «Guerras, atentados, persecuciones por motivos raciales o religiosos, y tantas afrentas contra la dignidad humana se juzgan de diversas maneras según convengan o no a determinados intereses, fundamentalmente económicos. Lo que es verdad cuando conviene a un poderoso deja de serlo cuando ya no le beneficia»[43]. La dignidad se convierte así en «la ley suprema del amor fraterno»[44] y ha de vivirse con pasión, como realidad que, si falta, nos altere: «No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede “a un costado de la vida”. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano. Eso es dignidad»[45]. Todo esto lleva a una meridiana declaración de la centralidad de la dignidad: «Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país. Lo tiene aunque sea poco eficiente, aunque haya nacido o crecido con limitaciones. Porque eso no menoscaba su inmensa dignidad como persona humana, que no se fundamenta en las circunstancias sino en el valor de su ser. Cuando este principio elemental no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad»[46]. La dignidad se fundamenta, pues, en el valor del ser. Esto resulta inapelable. Se comprende fácilmente que el desplazamiento de la dignidad al centro de la vida social sea un continuum de la pasión de Jesús por ese valor.

c)      c) La pasión por la fraternidad social: En el cap. II de FT se desgranan los principios que pueden llevar al sueño de la fraternidad social. Uno de ellos es remachar la vocación a la ciudadanía y a la interrelación (FT 66). Desde ahí se puede soñar en la reconstrucción continua del tejido  de relaciones que forman el proyecto humano y que derivan en un orden social más fraterno. Esta reconstrucción se hará con el cuidado invirtiendo en ello tiempo y dinero (FT 63). Otro empeño del texto es empujar a hacer propia la fragilidad de los demás como una exigencia ineludible (FT 67). Eso hace que el mundo se divida en dos clases de personas: las que se hacen cargo del dolor ajeno y las que pasan de largo ante él (FT 70). Puede parecer algo simplista, pero no lo es. Al final, todos los ropajes se caen y queda esta verdad desnuda. Desde ahí se podría construir una sociedad nueva (FT 71). Conforme avanza la exposición, el horizonte se despeja. En lugar de asentarse sobre el desentendimiento del dolor ajeno, y reconociendo que la corresponsabilidad va ganando terreno (FT 79) se insta a alimentar lo bueno que hay en cada uno que, puesto en común, puede abrir nuevos espacios sociales (FT 77). Eso es lo que logrará hacer prójimo a cualquier persona en cualquier circunstancia por encima de estériles nacionalismos con un amor que se abre a todos (FT 82.86). De nuevo lo decimos: la pasión por la fraternidad social es la traslación al hoy de los sueños de hermandad que anidan en el evangelio.

d)      La pasión por recuperar la profundidad: La gran tarea de hoy es, como lo han dicho algunos teólogos hace años, la de recuperar la profundidad[47]. De alguna manera se puede decir que el gran enemigo de la existencia humana es la superficialidad. La banalización de la vida lleva directamente a su empobrecimiento y a su deshumanización. Hacer triviales las cosas, las situaciones, los gozos y dolores de la vida, es camino directo para el despojo de lo más valioso de la persona. Este empobrecimiento afecta incluso a las relaciones con los demás seres. Superficializar es la manera de matar el alma de las cosas, la mejor forma de entenebrecer el camino de la historia. Por eso, y aunque sea una voz en el desierto, la llamada a recuperar la profundidad es una profecía tan necesaria o más que aquellas de los viejos profetas que recoge la Biblia. Sobra decir que la profundidad, la misma metáfora lo señala, apunta a una transcendencia intrahistórica. Si precisamente acarrea algo el esquema afuera-arriba es el peligro de banalización y de irrealidad de lo Otro. Por eso, para cubrir ese tremendo déficit, el sistema inventa términos y argumentos que tienen la pretensión de profundidad pero, en realidad, llevan a la más descarnada superficie, por no decir al engaño. De ahí que la construcción de la profundidad recuperada sea la mejor terapia contra la banalización de la fe. La pasión de Jesús por vivir frente al misterio habla de la construcción de una vida en profundidad.

e)      La pasión por una comprensión nueva del cosmos: Es algo que proviene de una nueva visión de la física, como lo hace la física cuántica. Educados en la analógica, la cuántica nos resulta ciencia ficción, por más que esté presente en nuestras vidas diariamente. La manera de imaginar a Dios y de derivar hacia la fe desde esa postura es la que hemos heredado y que está totalmente vigente. Pero tal manera se halla desnuda ante la nueva física: ¿cómo entender la historia de la salvación cuando todo acontece a la vez? ¿Cómo entender la plenitud del mundo cuando el cosmos se expande hacia el caos? ¿Cómo entender la creación cuando todo depende de un big bang? ¿Cómo entender la centralidad de nuestra historia y de Jesús cuando se nos dice que hay millones de galaxias como la nuestra (la vía láctea) que contiene más de cien mil millones de estrellas muchas de ellas infinitamente más grandes y potentes que nuestro planetilla? ¿Cómo imaginar un más allá fuera del cosmos y su imperturbable más acá? ¿Cómo entender la danza de las partículas en una idea de sociedad y de Iglesia estable? Hay un desafío profundo en la idea que nos hacemos de la realidad, en el marco en el que hemos de incluir nuestra espiritualidad[48]. Cuestiones suficientes para generar una pasión cósmica necesaria y con vocación de futuro.

 

Conclusión:

 

            ¿Puede tener eco la espiritualidad de la pasión en el mundo de hoy? ¿Hay sitio en la comunidad cristiana, tan empobrecida, para la  pasión que anidaba en el mismo Jesús? ¿Puede ir todo esto más lejos que la mera reflexión? Recurrimos, una vez más, al papa Francisco: «Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto. En un campo arrasado vuelve a aparecer la vida, tozuda e invencible. Habrá muchas cosas negras, pero el bien siempre tiende a volver a brotar y a difundirse. Cada día en el mundo renace la belleza, que resucita transformada a través de las tormentas de la historia. Los valores tienden siempre a reaparecer de nuevas maneras, y de hecho el ser humano ha renacido muchas veces de lo que parecía irreversible»[49].  O sea, no son malos nuestros tiempos para las pasiones. Ni mejore ni peores que los de otras épocas.

            La historia nos muestra que las pasiones humanizadoras son las que emergen y viven en la lejanía del sistema, en la adespotía[50]. El sistema fagocita las pasiones y termina excluyéndolas, excepto la pasión por la legalidad en la que se basa y con la que se justifica. Por eso pensamos que las pasiones se consideran peligrosas: porque hablan de la necesidad de otro estado de cosas. Pretender desarrollar una visión pasional de la vida en marcos sistémicos es un imposible.

            Se comprueba, además, que las pasiones de Jesús descritas en las páginas evangélicas son fácilmente trasvasables al hoy. Por su capacidad humanizadora, por su carga de utopía, por su talante incluyente, por su indudable potencial de sugerencia, las pasiones de Jesús encuentran fácilmente eco en la sociedad postsecular. No hay que hacer grandes esfuerzos de adaptabilidad.

            Pero, como, aunque se vea su valor positivo, queda siempre pendiente el paso definitivo de la puesta en práctica, el ánimo comunitario es imprescindible. Las pasiones evangélicas están pensadas para una mística de grupo, de comunidad. Por eso es tan importante que sea la comunidad cristiana, no solamente el creyente personal, quien se pregunte cómo poner en pie las pasiones de Jesús.

            Atribuyen los evangelios a Jesús el dicho de que ha venido a la tierra a traer un “fuego” (Lc 12,49). Ese es el fuego de la pasión, la fuerza recreadora de la vida, el dinamismo que crece, como un árbol regado por la savia vivificadora, hacia su plenitud.



[1] A. GONZÁLEZ, Palabra sobre palabras,  Ed. Austral, Madrid 2010, p.93.

[2] MADAME DE CHÂTELET, Discurso sobre la felicidad y Correspondencia, Ed. Cátedra, Valencia 1997, p. 97.

[3] J. M. CASTILLO, La humanización de Dios. Ed. Trotta, Madrid 2009, p.194.

[4] Cf J. A. PAGOLA, Volver a Jesús,  Ed. PPC, Madrid 2017.

[5] Hay un antecedente en Ex 32,15ss en que Moisés hace un castigo ejemplar en el pueblo que ha adorado el becerro de oro. No se denomina tradición del “celo” pero los métodos y los resultados son similares.

[6] Así traduce la Biblia de la CEE.

[7] No olvidemos que la mujer de Moisés, Séfora, era madianita (Ex 2,21) aunque, según Ex 18,2, la “despidió” pero ella se presentó en el campamento del desierto con sus hijos (Ex 18,6-7).

[8] «El episodio de Pinjas ha suscitado grandes comentarios en las fuentes rabínicas – especialmente los Midrashím -. Por otra parte, los exégetas más famosos a veces sortean la dificultad principal: el derramamiento de sangre a manos de un Cohen – sacerdote – que en lo sucesivo cumplirá las funciones de Cohen Gadol por largos años»:  https://atravesdelasescrituras.com/2020/07/05/sobre-la-parasha-pinjas/ (2022).

[9] Prueba de ello son las numerosas páginas del evangelio donde  se hace referencia a él: Mt 11,14; 16,14; ¡7,3; 27,47; Mc 6,15; 8,28; ),3-4;15,35-36; Lc 1,17; 4,25-26; Jn 1,21;  etc. Santiago lo pone como modelo de intercesión: Sant  5,17. El 20 de julio se celebra la fiesta litúrgica de san Elías.

[10] Degüella a los profetas de Baal personalmente: 1 Re 18,40.

[11] Cuando el Alto Representante de la ONU para la Alianza de Civilizaciones dice que las religiones  no son el origen de ninguna guerra, sabe que eso no es cierto, ver: https://www.vidanuevadigital.com/2022/09/16/miguel-angel-moratinos-las-religiones-no-son-el-origen-de-ninguna-guerra/ (2022).

[12] Por extraño que nos parezca, la historia de los Macabeos sigue considerándose, por alguno judíos, como fundamento y razón no solamente para el estado de Israel actual, sino también para sus tropelías ocupacionistas, ver: https://itongadol.com/mundo-judio/mensaje-de-januca-los-macabeos-y-su-leccion-%EF%BB%BFde-liderazgo-judio 82022)- (2022).

[13] Ver: Mt 21,12-17; Mc 11,15-19 y Lc 19,45-48.

[14] J. GIBLET, “Un mouvement armé au temps de Jésus”, en RTL 5 (1974) 411-426.

[15] J. MATEOS, NT, Ed. Cristiandad, Madrid 1987, p.454.

[16] La traducción de J. Mateos vierte como “intolerante”.

[17] Véanse los principales textos del AT que describen, sin dudas, el perfil de un Dios celoso: Ex 20,5; 34,14; Dt 4.24; 5.9; Jos 24,49; Nah 1,2; Zac 1,14; Is 37,42; Joel 2,18; Ez 23,25; 36,5-6; etc.

[18] «El Dios que anuncia Jesús no es un Dios distante, está en la intimidad del hombre (Mt 6,6); no es un Dios que castiga, sino que usa misericordia (Mt 18,27); no actúa como juez, sino que viene en ayuda (Mt 18,12-14); no domina, sino que promociona al hombre (Jn 13-12-15)»: J. MATEOS, El horizonte humano. La propuesta de Jesús, Ed. El Almendro, Córdoba 1992,  p.94.

[19] “Dios sobre todo” es el lema de muchas personas religiosas e incluso una herramienta política, como en el caso de Bolsonaro, ver: https://www.elperiodico.com/es/internacional/20181029/bolsonaro-brasil-dios-7117724 (2022).

[20] Hay que preguntarse si lemas como el jesuítico “A mayor gloria de Dios” o el teresiano “Sólo Dios basta” no participan en alguna manera de esta ideología del celo.

[21] Homilía de J. A. Pagola en el 30 Domingo del T.O. (A), ver: https://eclesalia.net/2008/10/22/pasion-por-dios-compasion-por-el-ser-humano/ (2022).

[22] Cuando J. Sobrino se pregunta qué impactaba y que puede impactar de Jesús hoy, solamente al final de una serie de valores (misericordia, honradez con lo real, fidelidad, libertad, acogida, etc. ) añade: «De Jesús impacta, finalmente, que confíe en un Dios bueno y absolutamente cercano, a quien llama Padre, y que esté absolutamente disponible a ese Padre que sigue siendo Dios, misterio absoluto e inmanipulable», ver: “¿Es Jesús buena noticia?”, en: https://jesuitas.lat/uploads/es-jesus-una-buena-noticia/JON%20SOBRINO%20-%201993%20-%20ES%20JESS%20UNA%20BUENA%20NOTICIA.pdf (2022).

[23] Dice el filósofo R. Mate  «la primacía del otro nos constituye en sujetos morales cuando respondemos de él», en:  R. MATE, La herencia del olvido, Ed. Errata naturae,  Madrid  2008, p. 24.

[24] Un texto interesante sobre la espiritualidad del misterio, ver: “El acontecer del misterio en el silencio, la contemplación y representación”, en: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-14682018000200183  (2022).

[25] De ello se hace eco la parábola del sembrador  (Mc 4,1ss) donde se pierde lo que cayó junto al camino, en terreno rocoso, entre las zarzas.

[26] Ese éxito puede ser entendido, según la física cuántica, como caos final tras el proceso de expansión del universo, de los universos.

[27] Nicolás Cabasilas, místico bizantino del siglo XIV, acuñó la expresión Eros manikós, loco de amor. Cf. P. EUDOKIMOV, El amor loco de Dios,  Ed. Narcea, Madrid 1990, p.28.

[28] Cf E. DE LUCA, Penúltimas noticias acerca de Yesuha/Jesús,  Ed. Sígueme, Salamanca  2016.

[29] Penúltimas noticias…, p.22. Hay otros muchos ejemplos de anulación de rangos en torno, sobre todo, al tema del servicio fraterno (Lc 22,27). Uno de los más gráficos es Lc  10,34: el dueño de la cabalgadura va a pie y el herido montado en ella.

[30] Lo reportan los cuatro evangelios: Mt 14,13-21; Mc 6,30-46; 8,1-9; Lc 9,10-17; Jn 6,1-15.

[31] Los datos macroeconómicos y los de economía cercana demuestran que ese mecanismo del compartir funciona, ya que el problema no está en la producción, sino en el reparto.

[32] Los hermanos Boff han escenificado su divergencia sobre la centralidad del pobre en el núcleo de la fe, aunque quizá lo que les separa es su distinta posición ante la institución eclesiástica.

[33] Sobre las relaciones de patronazgo, ver: B. J. MALINA-R. L. ROHRBAUGH, Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I, Ed. Verbo Divino, Estella 1996, p.399-404.

[34] Leyendo páginas como Lc 16,19-31 da la impresión de que los evangelios creen que con los ricos no hay nada que hacer por su honda indiferencia.

[35] Para hacerse una idea rápida de ese “derrumbe” de la institución eclesiástica, ver: A. PANIAGUA, “España deja de ser una reserva espiritual”, en: La Rioja 25.09.22, p.44.

[36] «La mera vivencia de lo ya elaborado en otras épocas, sin el dinamismo de lo descubierto hoy, relega a los valores místicos de la fe a una indudable inoperancia»: F. AIZPURÚA DONAZAR, La recreación de los carismas sociales en la vida religiosa desde los aprendizajes sociales, Ed. ESET, Vitoria 2016, p.4.

[37] Ver: http://www.vatican.va/content/francesco/es/letters/2019/documents/papa-francesco_20190501_giovani-imprenditori.html.

[38] Ibid.

[39] Ibid.

[40] Ibid. El Papa crearía con este fin el Consejo Vaticano para el Capitalismo Inclusivo. ¿Es ese el camino adecuado?  Ver: F. AIZPURÚA, “Llevar la dignidad al centro. La FT y el capitalismo inclusivo”, en Lumen 50 (2021) 31-57.

[41] FT 169.

[42] FT 22. El Papa rompe una lanza a favor de los derechos de las mujeres, especialmente vulnerados: «De modo semejante, la organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad gritan otro mensaje. Es un hecho que «doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos» (FT 23).

[43] FT 25.

[44] FT 39.

[45] FT 68. Esto ha de tener su reflejo en la manera de evangelizar: «Para ello es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos» (FT 86).

[46] FT 107.

[47] Cf P. TILLICH, La dimensión perdida,  Ed. DDB, Bilbao 1970.

[48] Cf D. O’MURCHU, Teología cuántica, Ed. Abya Yala, Quito 2014.

[49] EG 276.

[50] Así ha sido en el caso de los epicúreos, el monacato antiguo, los franciscanos y los movimientos alternativos actuales, por poner solamente algunos ejemplos.

5 comentarios

Teresa -

No quería pecar de osada, pero no puedo dejar pasar una frase de las notas que ha llamado mi atención. Precisamente, porque llevo tiempo dando vueltas a algo así. Y lo he encontrado, como siempre, muy bien expresado: “La mera vivencia de lo ya elaborado en otras épocas, sin el dinamismo de lo descubierto hoy, relega a los valores místicos de la fe a una indudable inoperancia”.

He sido testigo, hace poco, de una lectura comunitaria virtual de un libro de Santa Teresa. Sin duda, la iniciativa es buena. Pero, el modo de enfocarla no llegaba a convencerme. Ha de ser guiada o, por lo menos, con buenas introducciones a cada capítulo. De lo contrario, resulta ininteligible. Sin embargo, me quedé con la impresión de que se trataba de intentar recrear en los lectores de la Santa las mismas experiencias de ella, incluidas locuciones o mociones interiores, más o menos místicas o sobrenaturales, contra las que ella misma previene y a las que resta importancia en el camino de la fe.

Eso supone ignorar que en el Carmelo de los siglos sucesivos han destacado figuras como Santa Teresita o Edith Stein, hijas de su tiempo, que no han tenido fenómenos místicos como los de los santos del siglo XVI. Y con las que es mucho más fácil encontrar puntos en común en la vida espiritual y de fe, personal y comunitaria.

Teresa -

Yo creo, y no tiene más valor que ese, que el famoso "Solo Dios basta" de Santa Teresa tiene poco que ver con el celo y con el "Para mayor gloria de Dios" jesuítico. Me parece que hace referencia a su experiencia personal de desamparo y soledad, en tantas ocasiones de su vida, por parte incluso de amigos. Entonces, ella experimenta que, cuando todo y todos faltan y fallan, ahí, precisamente, está y permanece Dios: el que no se muda, no cambia, no abandona. Por eso es el único apoyo que, en realidad, basta. A pesar de ello, está lejos de ser una mujer que se aísla de todos y busca refugio solo en Dios. Sabe comunicarse y pedir ayuda; pero no depende de auxilios.

Teresa -

“Desgraciadamente, sigue sin escucharse la llamada a tomar conciencia de la gravedad de los problemas y, sobre todo, a poner en marcha un nuevo modelo económico, fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad”. Lo malo es que, hasta hace bien poco, era cuestión de mayor o menor consciencia, más o menos sensibilidad a ciertos temas. Ahora, empieza a ser tarde, y cuestión, casi, de supervivencia humana. Pero seguimos sin jugar en equipo; buscando cómo seguir ganando más a expensas de quien sea.

“La dignidad se convierte así en la ley suprema del amor fraterno”. Otra asignatura pendiente, porque resulta evidente, solo con ver un telediario, que no todos tenemos la misma dignidad.

“Eso es lo que logrará hacer prójimo a cualquier persona en cualquier circunstancia por encima de estériles nacionalismos con un amor que se abre a todos”. Buena reflexión en el contexto del nacimiento y exacerbación de muchos nacionalismos por doquier.

“La pasión por recuperar la profundidad”. Todo un reto y un camino de obstáculos en una sociedad que aboca a vivir y moverse en la superficie.

“La pasión por una comprensión nueva del cosmos”. “Hay un desafío profundo en la idea que nos hacemos de la realidad, en el marco en el que hemos de incluir nuestra espiritualidad”. Si se trata, ciertamente, de una “pasión cósmica necesaria y con vocación de futuro” habrá que cultivarla. De otro modo, no haremos pie en la realidad y nuestra espiritualidad será hueca.

“Las pasiones evangélicas están pensadas para una mística de grupo, de comunidad. Por eso es tan importante que sea la comunidad cristiana, no solamente el creyente personal, quien se pregunte cómo poner en pie las pasiones de Jesús”. Además, la pasión, y de modo especial una pasión como la de Jesús, no puede vivirse en solitario. Se contagia. Y tiene razón el Papa Francisco: por difíciles que sean las cosas para las pasiones y los apasionados, lo que arde acaba prendiendo.




Teresa -

“Seguimos en la perspectiva religiosa de siempre: lo de Dios ante todo”. No deja de ser triste que, después de dos mil años de cristianismo, estemos más anclados en el AT que en Jesús. Y que aún no sepamos que “Dios no necesita a nadie que le haga valer sus derechos”. La poca pasión que sí se puede apreciar hoy en día va más en la línea que “no apunta a un proceso de humanización”, y suele ser propia de un “creyente apasionado que opta por Dios poniéndose, si es preciso, en contra de la persona”. Flaco favor hace tal pasión a la buena noticia de Jesús.

Es, de verdad, hermoso adentrarse en el elenco de pasiones de Jesús. “La pasión por una sociedad de rangos abolidos es, ahora mismo, una utopía inconmensurable”. ¿Es posible, siquiera, soñar con una vida consagrada sin rangos? ¿Tiene sentido, o es honesto, que la vida consagrada pretenda ser signo de la fraternidad evangélica cuando es profundamente piramidal y jerárquica?

“La pasión por el logro de la cota de la dicha”. Pues, todavía tenemos, como un resto atávico, inoculada la convicción de que la dicha es “para la otra vida”, no para esta. Aunque una se pregunte, a estas alturas, para qué otra vida…

“El recuerdo de las pasiones de Jesús (…) las hace dinamizadoras de los caminos humanos. Las pasiones de Jesús son pasiones para hoy”. Basta con experimentarlo.

(Continuará...)

Teresa -

“Pasiones tendríamos que pedirle a Dios si nos atreviéramos a pedirle alguna cosa y Le Nôtre tenía mucha razón al pedirle al papa tentaciones en lugar de indulgencias”. Brillante. A lo mejor, en los tiempos que corren, nos sobran planes de pastoral y demás, y falta pasión. Tal vez esta sea ya lo único que contagia y llega, que toca y es capaz de mover y conmover a nuestro alrededor.

“El horizonte de la pasión es generar una creciente humanización, (…) ir logrando, hasta donde nos sea posible, la humanidad que nos es propia y en la medida en que podamos alcanzarla”. Entonces, es vital para nosotros que la pasión no deje de arder.

“Quizá desmigar las pasiones de Jesús sugeridas en las páginas del evangelio sea una vía abierta para ese anhelo (¿Cómo hablar de Jesús en modos nuevos?). Tocar las pasiones es tocar el corazón, el núcleo”. Hace poco, hablando con una amiga de ochenta años, al hilo de la conversación, intenté derivar un poco hacia algo de esto: la humanidad de Jesús, sus búsquedas y anhelos… Encontré, a pesar de ser ella una mujer orante y veterana en los caminos de la fe, un terreno virgen. Se sorprendió, pero se propuso profundizar en su nuevo descubrimiento.

(Continuará...)