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FIAIZ

Pregón en la Cuaresma de 2014

 

 

“NO TE CIERRES A TU PROPIA CARNE”

Una cuaresma de conversión social

(Pregón en la Cuaresma de 2014)

 

 

1. Escuchar la voz que no se oye

 

Mucho es el ruido,

mucha la música,

muchas las palabras,

muchos los teléfonos,

muchos los wasáps.

No es fácil escuchar

la música que no se oye:

la de los frágiles,

la de los exiliados,

la de los silenciados,

la de los olvidados,

la de quien pasa a tu lado

hablando en su soledad,

la de quien vive cerca

y es como si viviera lejos.

Aguza el oído en esta Cuaresma,

porque hay debajo

una música que no se oye.

Silencio y atención.

 

2. Una melodía que viene de lejos

 

Viene de lejos esa música,

de aquellos tiempos de los profetas,

de desierto abrasador

y de voz potente:

“Este es el ayuno que yo quiero:

abrir las prisiones injustas,

dejar libres a los oprimidos,

partir tu pan con el hambriento,

hospedar a los pobres sin techo” (Is 58,6).

Siguen quemando estas palabras,

porque nadie podrá apagar

el ardor de su verdad,

la evidencia de su necesidad,

el grito de quien las sufre.

 

3. No te cierres a tu propia carne

 

Cerrarse a la carne,

echar el cerrojo al corazón,

endurecerse con mil razones

que encubren el egoísmo.

Cerrarte a la carne del débil

que es tu carne;

cerrarte a la carne del herido

que es tu carne;

cerrarte a la carne de deprimido,

que es tu carne;

cerrarte a la carne de quien no es de tu tierra,

pero es tu carne.

Ama la carne del otro

como a tu propia carne.

Ábrete a la carne del otro

con la misma compasión

con la que te abres a la tuya.

 

 

4. Odres nuevos para una Cuaresma nueva

 

Pesan los viejos odres,

están ahí desde siempre,

aunque estén casi vacíos.

Los odres de nuestros ritos rutinarios,

los odres de tradiciones superficiales,

los odres de nuestras palabras de siempre.

Cambiemos a odres nuevos,

el odre nuevo del amor social,

el odre nuevo de la compasión ciudadana,

el odre nuevo de la respuesta al sufrimiento ajeno.

Odres nuevos para una cuaresma nueva,

para una Cuaresma con carne social,

la carne de quien anda en necesidad.

 

5. Hay otras cuaresmas

 

Porque no existe solamente

la cuaresma cristiana.

Hay otras cuaresmas:

la de quien no pude dar el desayuno a niños

porque no hay de dónde;

la de quien no logra pagar el alquiler del piso,

porque no hay sueldos;

la de quien tiene problemas

para pagar los libros del colegio,

porque no alcanza de verdad el dinero;

la de quien cree que no tiene a nadie que le ampare

porque quien podría hacerlo está lejos.

Cuaresmas largas,

de muchos meses,

de años incluso.

 

6. ¿Cuándo y dónde te vimos?

 

¡Qué sorpresa!

Según aquella escena del Evangelio

en que Jesús dice:

“Tuve hambre y me disteis de comer…”.

Preguntan unos y otros:

“¿Cuándo te vimos, dónde?”

Hicieron el bien, sin ver a Jesús,

fueron solidarios, sin ver a Jesús.

Pero él estaba allí,

no se le veía,

pero estaba allí,

no brillaba en medio de aquella pobreza,

pero estaba allí,

su miseria era de escándalo,

pero estaba allí.

Se escucha el canto que avisa:

“Oh vosotros que buscáis a Dios en la nubes,

no veréis jamás su rostro”.

 

7. Cuaresma contra la miseria

 

Escucha lo que dice

nuestro hermano mayor,

el Papa Francisco:

“Los cristianos estamos llamados

a mirar las miserias de los hermanos,

a tocarlas,

a hacernos cargo de ellas

y a realizar obras concretas

con el fin de aliviarlas.

La miseria no coincide con la pobreza;

la miseria es la pobreza sin confianza,

sin solidaridad,

sin esperanza”.

Si hoy escuchas esta voz,

no endurezcas el corazón.

 

 

 

 

8. A un kilómetro de tu casa

 

Esta llamada a una Cuaresma social

es para que la vivamos

en nuestro metro cuadrado

de la vida cotidiana,

en el kilómetro cercano a tu casa.

Abramos bien los ojos,

no desviemos la mirada,

no nos desentendamos,

no digamos: no es mi problema,

no nos inhibamos

echando la culpa al pobre.

Bastante tiene con lo suyo.

Pregúntate con la Biblia:

“¿Soy yo, acaso,

guardián de mi hermano”?

Sí lo eres,

sí te concierne,

sí te incumbe

Por una sencilla razón:

es tu hermano,

es de tu familia,

es de tu carne.

 

9. Como quien espera la aurora

 

No te desalientes;

no digas:

no hay remedio,

todo seguirá igual,

cada cambiará por mucho que yo haga.

Escucha lo que de dice quien sabe:

“no cambiaremos la vida,

si nosotros no cambiamos de vida”

Da igual que puedas poco,

haz poco;

da igual que únicamente puedas rezar,

reza;

da igual que tu tiempo sea escaso,

da ese poco de tiempo;

da igual que tus recursos económicos sean estrechos,

sé generoso;

da igual que no puedas decir más que una palabra amable,

dila.

Dice la voz del viejo profeta:

“Entonces romperá tu luz como la aurora,

enseguida te brotará la carne sana”.

La solidaridad te hace persona nueva,

la compasión renueva tu corazón,

la generosidad te abre horizontes,

la entrega ilumina tus pasos.

 

10. Otra Cuaresma…otra Pascua

 

Anímate a vivir este año

otro tipo de Cuaresma:

más social,

más solidaria,

más entregada,

más ayudadora,

más compasiva.

Eso te llevará a vivir otra Pascua:

más fraterna,

más humana,

más luminosa,

más esperanzadora,

más tierna,

más nueva.

Una Cuaresma nueva

para una Pascua nueva

Escucha la voz de la profecía:

“Todo lo hago nuevo” (Ap 21,5).

Esta novedad hemos de forzarla

para que pueda ser.

Por eso este pregón

es una oferta,

un envite,

un reto.

Jesús, incansable caminante,

va a nuestro lado

en el itinerario cuaresmal.

Hagamos camino con él

abriéndonos a toda carne,

sobre todo la más necesitada,

a la más doliente,

a la más humilde.

 

 

 

 

ORACIÓN

 

Señor Jesús,

siempre compasivo,

siempre benigno.

Te pedimos que nuestras parroquias

no se cierren a la carne del débil.

Suscita en nosotros

la bondad que se da sin pedir a cambio,

la solidaridad que se conduele

con el sufrimiento ajeno,

el anhelo de la justicia

que sufre con la opresión,

la compasión

que se activa con facilidad.

Así iremos haciendo

un camino de cuaresma

que nos lleve a la experiencia

de una Pascua nueva.

Te lo pedimos a ti,

nuestro hermano y nuestra luz.

Amén.

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