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FIAIZ

TRÁNSITO DE SAN FRANCISCO 2024

TRÁNSITO DE SAN FRANCISCO 2024

“Cantor de la vida” 

 

Canto de entrada:

 

A tu paso alegras el cielo
y nos traes luz y calor.
Por tu sol de alegres vuelo,
loado mi Señor.

Te deslizas por las praderas
y en los campos pintas Verdor,
por tus luces placenteras
loado mi Señor

Hermano sol,
tu nos traes alegría,
y del Señor el amor,
por tu nuevo día
loado mi Señor.

 

Introducción (sentados)

 

            Esta tarde, como cada año, nos volvemos a reunir para recordar, siempre con emoción y reverencia, la noche en que Francisco de Asís murió. Para nosotros que amamos a Francisco esto es como un sacramento: no hace presente la figura del pobre de Asís que recordamos en tanto momentos a lo largo del año. Francisco sigue con nosotros.

            Hoy vanos a leer uno de los textos antiguos que nos hablan de su muerte, de cómo recibió a la muerte cantando. Su canto sigue vivo entre nosotros. Escuchamos:

 

Lectura de LP 7

 

            En cierta ocasión dijo un hermano al bienaventurado Francisco: «Padre, es necesario que sepas que, si el Señor no envía desde el cielo un remedio para tu cuerpo, tu enfermedad es incurable y vas a vivir poco tiempo, según dijeron ya los médicos. Te hablo así para confortar tu espíritu, para que te alegres de continuo en el Señor interior y exteriormente; sobre todo, para que los hermanos y cuantos vienen a verte te encuentren alegre en el Señor, pues saben y están persuadidos de que vas a morir muy pronto; y con el fin de que, para los que presencien esto y para los que lo oigan, tu muerte constituya un memorial, como lo ha sido para todos tu vida y tu conducta». Entonces, el bienaventurado Francisco alabó al Señor con ardiente fervor de espíritu y gozo interior y exterior, y dijo: «Pues, si pronto voy a morir, llamad al hermano Ángel y al hermano León para que me canten a la hermana muerte». Acudieron en seguida estos hermanos y entonaron el cántico del hermano sol y de las otras criaturas del Señor, que el Santo había compuesto durante su enfermedad. A este canto, antes de la última estrofa, añadió estos versos sobre la hermana muerte:

«Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la muerte corporal».

 

Reflexión

 

A Francisco siempre le gustó cantar. Su mejor canto es el que él llamaba el canto a “Messor Sole”, el Canto del Hermano Sol. Es cierto que lo fue componiendo, poco a poco, a lo largo de su vida. Pero fue al final, cuando más enfermo estaba, cuando le dio el toque definitivo. Es un canto que se abre paso a través de las lágrimas, que brota de las horas de más densa penumbra, que se yergue sobre el dolor y la pena. Cuando peor se encontraba, se sentó y cantó.

Y cantó al Dios que se hace humano, que se sitúa en lo más bajo de la creación para reconocer su dignidad. Cantó al coro de lo creado, la hermosura que reside en la conjunción y belleza de ese coro al que Dios mismo ofrece su amor y se anonada en él.  Vio que la contemplación de la creación no puede hacerse sin espíritu de familia y ello mismo le llevó a ver que no es lícita ninguna violencia contra familiares, por lo que es preciso tratar a la creación con el cuidado esencial del amor. Para Francisco, cantar a las creaturas no puede hacerse sin anhelar esa conciencia cósmica de fraternidad.

Como hemos leído, sabemos es que recibió a la muerte cantando. ¡Manera única de recibir a quien tanto se teme! Es que él ya había entendido aquello del evangelio sobre la alegría que nadie os podrá arrebatar. El canto de Francisco sobrenadaba las dificultades de la vida y conectaba con el amor a Jesús y a sus hermanos, amor limpio y fresco como las aguas más escondidas de la montaña. Cantó porque amó.

 

 

Encendido del cirio frente a la imagen de Francisco

 

            Como hacemos en Pascua recordando a Jesús resucitado, vamos a encender un cirio ante la imagen de Francisco, él también vivo y resucitado con Jesús. Que su luz nos ilumine siempre, que sea para nosotros una luz entre la niebla.

 

ROSAS DE SANGRE HAN FLORECIDO,
REVIVEN EN TU CUERPO LA PASIÓN,
FRANCISCO, DE AMOR ESTÁS HERIDO,
LAS MANOS, LOS PIES Y EL CORAZÓN.

1. Tus manos que acogen a los pobres
y parten su pan con el mendigo,
yo quiero también amar a todos,
¡ya puedes, señor, contar conmigo!

2. Sembrando la paz y el bien caminas,
y yo, sembrador, iré a tu lado.
en ti el evangelio es carne viva,
y Cristo otra vez crucificado.

 

Oración final (todos)

 

Te damos gracias, señor,

por la vida y por la muerte

del hermano Francisco.

Que su canto a la creación

nos dé una mirada nueva

para ver las criaturas

como miembros de nuestra familia.

Así podremos vivir

en la casa común

en armonía y fraternidad

según tu designio.

Te lo pedimos

por Jesucristo nuestro señor. Amén.

 

Canto a María

 

HOY QUIERO CANTARTE, SEÑORA DE LOS ÁNGELES
REINA SOBERANA, MADRE CELESTIAL
YO SOY UNA ALONDRA QUE HA PUESTO EN TI SU NIDO
VIENDO TU HERMOSURA TE REZA SU CANTAR

Luz de la mañana, María, templo y cuna
Mar de toda gracia, fuego, nieve y flor
Puerta siempre abierta, rosa sin espinas
Yo te doy mi vida, soy tu trovador

 

 

 

 

2 comentarios

Teresa -

“Que su canto a la creación nos dé una mirada nueva para ver las criaturas como miembros de nuestra familia. Así podremos vivir en la casa común en armonía y fraternidad según su designio”. Preciosa oración final, con el sello de Francisco: una nueva humanidad en comunión con todo. Esa es la voluntad de Dios.

Teresa -

“Su canto sigue vivo entre nosotros”. La mejor herencia que se puede dejar; la presencia más viva.

“Para que tu muerte constituya un memorial, como lo ha sido para todos tu vida y tu conducta”. Una vida bendecida y fuente de bendición. Un espejo donde mirarse.

“Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal”. Aún falta mucho para llamar hermana a la muerte. Sí, a la muerte corporal. Para eso hace falta ser consciente de que, con ella, solo se pierde la vida biológica. Dar el paso será un hito hacia una mayor humanización.

“Es un canto que se abre paso a través de las lágrimas, que brota de las horas de más densa penumbra, que se yergue sobre el dolor y la pena. Cuando peor se encontraba, se sentó y cantó”. También Juan de la Cruz escribe su Cántico Espiritual en la cárcel, privado de luz y libertad; y lo llena de bellísimas imágenes de la naturaleza. Como dice en otro lugar: “¡Qué sabe el que no ha sufrido!”. Qué tendrá el sufrimiento para llevar a cantar a los mejores de entre nosotros. Qué poco sabemos aprovecharlo habitualmente cuando podría llevarnos por caminos de luz y belleza. Hay que aprender a sufrir. ¿Estará la clave en sufrir, en padecer, como desde fuera, y no desde nosotros mismos?

“Para Francisco, cantar a las creaturas no puede hacerse sin anhelar esa conciencia cósmica de fraternidad”. En estos tiempos esa conciencia cósmica es más necesaria que nunca. Pero nunca como ahora ha habido tanta sensibilidad respecto a ella. Ella nos une, además, al resto de la humanidad, sea cual sea su credo o sus ideas. Y nos lleva a considerar lo creado como un don y no como objeto de mera explotación. Nos libera del antropocentrismo que tanto nos ha ensoberbecido.

“El canto de Francisco sobrenadaba las dificultades de la vida y conectaba con el amor a Jesús y a sus hermanos, amor limpio y fresco como las aguas más escondidas de la montaña. Cantó porque amó”. No se puede decir más ni mejor.

(Continuará)