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FIAIZ

Retiro de Pascua

 

El anuncio de un amanecer

La resurrección de Jesús como certeza de posibilidades nuevas

Fidel Aizpurúa


Retiro en la Pascua de 2019

Puede parecer que hablar hoy de posibilidades nuevas es aventurarse en el terreno de la mera teoría, de la especulación, de lo que no tiene un lado práctico. Cuando se van acumulando años y experiencias con ellos, parece que va decayendo la certeza de que nuestra vida tenga nuevas posibilidades, nuevos caminos, nuevos sueños, nuevos lugares de amor. Creemos que ya no estamos para eso: pasó el tiempo de lo nuevo.

Y, sin embargo, cada mañana está repleta de signos que anuncian una nueva posibilidad: la luz nueva, el rocío que promete fecundidad, el sol que se asoma con un brillo nuevo cada día, el viento en las ramas que no pasó ayer, el agua del río que es tan nueva que ni sabemos dónde estará la que se fue. La naturaleza tiene el lenguaje de la nueva posibilidad cada jornada, cada estación, cada año, cada ciclo.

La resurrección de Jesús se suma a ese movimiento y habla de una formidable novedad después de una dura derrota. Habla de un entusiasmo recuperado tras una bajada al sótano del abandono. Emplea el lenguaje de la alegría tras el paso por el largo desierto de la pena más negra.

¿Cómo no hablar de nuevas posibilidades? ¿Cómo dejarle al desaliento la última palabra? ¿Cómo abandonarse a las lágrimas cuando, tras ellas, puede haber un sol rutilante?

Queremos reflexionar sobre algo hermoso: la certeza que emana de la resurrección de Jesús de que nuestra sociedad, nuestra Iglesia, cada uno de nosotros, tiene posibilidades nuevas que le están esperando a la vuelta de la esquina, que no se ha acabado el tiempo de los sueños, que las utopías humildes pueden cobrar carne en un pequeño camino de vida.

Al fin y al cabo, la resurrección es más una verdad de vida que una verdad de fe. Por eso, quien se siente atraído por ella entenderá con facilidad que la puerta de nuevas posibilidades está abierta. Jesús nos la abrió.

1. Me pregunto...

Me pregunto
por qué ya no destapan su perfume
las palabras dichosas

por qué ya no se dicen
o por qué no despiertan
de su sueño sin nombres
a la hora en que acuden los recuerdos

por qué elige la sombra agazapada como una pordiosera
en el último piso
la alegría

por qué ya no se asoma al mirador

camina lentamente
con esos pies tan sucios

Esperanza Ortega

  • Me pregunto: Es bueno preguntarse por qué la alegría es escasa y tiene precio tan alto, sobre todo para los humildes. La resurrección de Jesús quiere ser una respuesta: la alegría sigue ahí, ha saltado el foso de la tremenda adversidad, no ha muerto.

  • El perfume de las palabras dichosas: Ya que las palabras se han vuelto tediosas, sin perfume. Pero, a veces, se las encuentra: ahí está el librito de Agrelo, Desacato al silencio, lleno de mística, de amor a los pobres, de palabras que no han perdido el perfume de aquellas otras, las del Nazareno.

  • Por qué no despierta de sus sueños sin nombres: Pero los nombres que alberga el corazón del resucitado siguen ahí dentro. Por eso los dice en cuanto habla: María, Tomás, Pedro...Un corazón lleno de nombres, ese es el del resucitado.

  • Como una pordiosera: Quizá sea cierto, quizá la alegría vaya vestida de harapos, pero por sus rotos deja ver la carne hermosa de quien ama y de quien mantiene la adhesión viva.

  • Por qué ya no se asoma al mirador: Quizá porque está escarmentada de que la manipulen. Por eso se esconde o, más bien, invita a que se la encuentre en lo profundo, en lo oculto, en la renuncia a la cháchara y a la charanga.

Camina lentamente con esos pies tan sucios: Sucios y heridos, pero camina. Por eso intuimos que hay posibilidades nuevas para la alegría, aunque vaya envuelta en maneras que nos resultan cansinas, más allá de decepciones y desalientos. La alegría camina: hay posibilidades nuevas que esperan incansables.

2. Texto bíblico: Hech 26,22-23

«Dios me ha mantenido hasta el día de hoy dando testimonio a pequeños y a grandes, sin añadir nada a lo que dijeron tanto los Profetas como Moisés que se había de realizar, que el Mesías tenía que padecer y que, siendo el primero en resucitar de la muerte, anunciaría un amanecer lo mismo para el pueblo que para los pa- ganos».

  • El pasaje pertenece a la tercera apología de Pablo en Hechos, esta vez ante el rey judío Agripa, después de haber apelado al César entendiendo que su vida en Jerusalén corre peligro (Hech 25,11). No ha escuchado o aprendido Pablo aquello de “no preparar la defensa” de Lc 21,14 (Pablo siempre está siempre defendiéndose en Hech, crítica constante). Se defiende ante un judío, por eso sus argumentos son judíos.
  • Efectivamente, dice que respecto a su predicación sobre Jesús «no ha añadido nada a lo que dijeron tanto los Profetas como Moisés». O sea que el Mesías Jesús es continuación del Mesías esperado por el judaísmo. ¿Dónde queda la novedad de Jesús? ¿O es solamente por huir de la quema?

  • Ya nos gustaría saber en qué textos proféticos o legales del judaísmo se apoya Pablo para proponer el perfil de un Mesías que sufre y resucita (Is 62,1-5). Lo cierto es que ese Mesías anuncia «un amanecer» (phôs), una luz, un resplandor. No se anuncia una religión, una filosofía, una moral, sino un amane- cer. La metáfora del amanecer es, a veces, elegida por los hispanohablantes como la palabra más hermosa de la lengua por las sugerencias que conlleva: luz nueva, posibilidad a la mano, oportunidad renovada, promesas que pueden cumplirse, emoción que renace, anhelo que sostiene, etc. Eso es lo que anuncia el sufriente resucitado Jesús.

Y lo anuncia «lo mismo para el pueblo que para los paganos» (tôlaôkaitoisethnesin). Un amanecer de tipo global, sin las dis- tinciones que el judaísmo establece para el acceso a Dios. Toda la realidad queda imbuida por ese nuevo amanecer, por la posibilidad que se pone en todas las manos, en las manos mismas de la creación.

3. Posibilidades nuevas para nuestra sociedad

Por más que nos digan los científicos que el paso de la humanidad por la tierra es muy reciente, de hecho, la humanidad lleva a sus espaldas una “mochila” de tal peso que muchos dudan de que existan para ella posibilidades nuevas, de no ser las de aca- bar. Problemas modernos como el del cambio climático abundan en esa sensación. ¿Qué posibilidades nuevas puede tener nuestra sociedad que sean un ánimo y una luz para conseguir el dueño de una sociedad humana de verdad?


a) La posibilidad de la igualdad de género: Nunca ha sido fácil, desde el neolítico hasta aquí. Pero hoy, el movimiento feminista, en general, está cobrando un volumen y un protagonismo de cambio social indudable. Aun poniendo todos los matices que se quiera, ese movimiento es una formidable oportunidad social, una verdadera posibilidad de cambio, una auténtica revolución. La especie humana tiene un horizonte más luminoso cuanto más se acerca a ese deseado y luchado mundo de la igualdad de género. Que las instituciones sistémicas (la Iglesia entre ellas) vean en todo esto un peligro no hace sino resaltar su componente no evolucionado, su estan- camiento patriarcal.

b) La posibilidad de una vida ecológica: Algo que también resulta de una evidencia palmaria. Por más que los dirigentes sociales sean remisos a la aceptación y al consiguiente cambio de políticas medioambientales, la sociedad civil no da un paso atrás en sus anhelos de un planeta habitable (el “huracán Thunberg” es una prueba más de ello). El camino hacia un planeta habitable lo han de desear quienes anhelan una relación humana más fraterna. El menosprecio a la ecología desvela el mismo menosprecio a la humanidad. Esta posibilidad de vida ecológica afecta a la relación con la naturaleza y con la misma conciencia humana.

c) La posibilidad de una vida en el marco del diálogo: Porque, a pesar de la torpeza humana para encarar bien los grandes conflictos internacionales (USA/Europa; China/USA; integración en la UE; Brexit; Medio Oriente, etc.) o locales (Cataluña en nuestro caso), la posibilidad de tratamiento de los problemas sociales y políticos mediante el diálogo es la única vía que puede abrir algún tipo de posibilidad real si no de solución, al menos de tratamiento del conflicto. Nunca como ahora se usa esa metodología (antes se empleaba la de la guerra abierta sin más). De ahí que aunque se considere que los resultados son escasos (nulos para muchos) y se abomine del diálogo, es la única vía de posibilidad ante los grandes conflictos humanos (y ante los no tan grandes).

d) La posibilidad del triunfo de la dignidad en un contexto de so- ciedad gaseosa: Porque la sociedad ya no es solamente líquida (como decía Baumann), sino gaseosa (como dice Innerarity), una realidad donde los perfiles cambian, se esfuman, vuelven a aparecer y donde los modos de vida más sistémicos quedan muchas veces desfasados. Pues bien, en ese estilo de sociedad la posibilidad de mantener vivo el concepto de dignidad humana (e incluso creacional) es un camino abierto desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 que sigue estando ahí como una bandera ante la siempre larga lista de conculcaciones de los tales derechos. Pero, globalmente hablando, ni a nivel de teoría (espiritualidad) ni a nivel legal se ha dado un paso atrás. Con todas las limitaciones, la lucha por la dignidad sigue siendo una posibilidad real para nuestra sociedad.

4. Posibilidades nuevas para la Iglesia

No resulta fácil desvelar posibilidades nuevas y realistas para la Iglesia por su alto componente sistémico, anclada como está en estructuras muy consagradas y que se empeña, con frecuencia, en mantener y ahondar. No resulta fácil cuando una parte notable de su clero joven ha encontrado como modo de situarse en la sociedad permanecer y volver con ahínco a ese componente sistémico que parece que les da sentido. Pero, aun así, es preciso hacer un esfuerzo reflexivo para tratar de ver los nuevos caminos que se abren a la comunidad cristiana de hoy.

La posibilidad de una moral de verdad y compasión tras el aba- timiento: Hay que “morderse la lengua” como dice el Papa Francisco antes de hablar de esto. Pero hay que hablar. Tras el abatimiento y el derrumbe de la pederastia, de la avidez económica de la Iglesia, de su insensibilidad por posicionamientos buscadores en materia científica, etc., se puede hablar de una nueva moral de la verdad y de la compasión. Un camino de verdad que derribe el muro de los silencios, del encubrimiento y de secretos de confesión que son realidades superadas por el mismo evangelio y por una sociedad que ya no aguanta oscuridades. Y una moral de compasión más que una moral de normas, una moral samaritana, laica y humanizadora que mira más al evangelio que a la historia de la moral tan cuestionable.

La posibilidad de un diálogo interreligioso efectivo: Cada vez se van dando más pasos en esta posibilidad. El último el Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común firmado en Abu Dabi el 4-2-19 por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayyib. Hay cristianos que acusan al Papa Francisco de plegarse excesi- vamente al islam. Pero en la rigidez de las religiones se estrella toda posibilidad de diálogo, porque este es “curvo”, vuelto a, flexible, capaz de ceder en formas y contenidos. De lo contrario, el diálogo posibilitador no puede brotar.

La posibilidad de una comunidad cristiana de grupos vivos: Porque ya hace muchos años, el que luego sería Benedicto XVI predijo la iglesia nueva de grupos pequeños, de minorías. Sigue ahí, tenaz y creyente, lo que queda de las viejas comunidades de base de otras épocas. Pero quizá hoy vuelve el an- helo de andar de nuevo ese camino en una etapa de abandono masivo de la religión, por más que ciertas formas sigan vigen- tes y en ellas se apoye la institución queriendo creer así que las cosas no han cambiado y que las viejas formas mayorías religiosas siguen en pie. Quizá haya que explorar la posibilidad de una fe de grupos, más que de una fe de masas.

• La posibilidad de una alteración de la liturgia que la haga más viva: Ya que la publicación del nuevo misal (y de la nueva LH en algunas comunidades) ha supuesto un paso atrás, una involución, un sacar del armario lo viejo ignorando lo nuevo, un oracional donde los pobres no ocupan ningún sitio. Esta reformulación litúrgica está suponiendo para no pocos cristia- nos una “sublevación” litúrgica que altere esas formas rígidas y haga la celebración más cercana a la vida real de los creyentes. Hay quien celebra alborozado esta vuelta a lo de siempre, pero otros abren la puerta, sin complejos, a una alteración litúrgica que ningún organismo puede parar, y que quizá ni se molestan ya en intentarlo.

5. Posibilidades nuevas para la VR

La VR europea, envejecida y disminuida, puede llegar a creer que no existen para ella caminos nuevos, posibilidades abiertas. Pero no es así. ¿Cuál sería para ella el mensaje posibilitador del resucitado Jesús?

  • La posibilidad de vida que se encierra en lo pobre: Ya que es una posibilidad que con frecuencia se olvida. Llegamos a creer que las situaciones de pobreza solamente encierran precariedad. Pero no es así: bajo las cenizas hay brasas, hay entregas, hay generosidad, hay amor. A la VR le irá bien des- cubrir que, dentro de sus actuales limitaciones, late el primer amor, el anhelo de la hora inicial, los valores que siempre han generado la adhesión a Jesús. Esta certeza de que lo vivo late en las venas de la VR abre a una vida gozosa, entregada y ple- na más allá de nuestras fuertes limitaciones.

  • La posibilidad de seguir abriendo camino en tiempos de sequía profética: Porque, como ha ocurrido en todas las etapas de la Iglesia, la fuerza y la confianza se ponen en la organización, en la planificación. Pero la profecía, terca, anida en los márgenes, en lo alternativo, en lo distinto. Por eso la VR tiene intacta hoy la tarea que se le ha encomendado en el conjunto de la comunidad cristiana: suscitar, sostener, caminar en la sen- da de la profecía. No importa que, debido a su debilidad, la profecía de la VR no sea ni demandada, ni escuchada, ni apre- ciada. Eso es propio de toda profecía. La VR sigue teniendo en la mano la posibilidad siempre nueva de la profecía que nace cada día. No habría de alejarse de esa senda por más que la inciten a dejarla o a pasarse con armas y bagajes a la organi- zación.

  • La posibilidad de una fidelidad que no se queja: Porque quejar- se es andar diciendo que no se me da lo que se me debe. La VR habría de vivir su pertenencia a la comunidad eclesial quejándose lo menos posible. Para eso, ha de cultivar la alternatividad, la profecía y los caminos andados en libertad. No se trata de ir a nuestro aire, sino de encajar con facilidad la incomprensión, la dificultad de encaje y, en definitiva, la origi- nalidad de un mensaje, el de Jesús, al que no se le puede arrebatar la novedad. Desde ahí, no andar siempre en quejas y lamentos, sino levantar los hombros y seguir caminando.

  • La posibilidad de olfatear cada día el perfume del resucitado: Ya que la posibilidad de una vida mística sigue siendo algo al alcance de la VR: el amor tierno y constante por Jesús, la búsqueda insaciable del encuentro con él, la celebración viva y vibrante de su cercanía, la oración confiada que sosiega y re- anima, el andar tras “su perfume” en cada uno de los avatares de la vida. No ha muerto para la VR la búsqueda amorosa de quien, en su día, tocó las fibras del corazón, el fondo vibrante del alma. Eso sigue ahí.

    6. Itinerario Pascual

  • Semana 28 de abril al 4 de mayo: “Trae tu mano, métela en mi costado”: Semana de Pascua para “tocar llagas”. Hacer una lista de colectivos “llagados” para cada día de la semana. Recordarlos en la oración común con una pequeña explicación.

  • Semana del 5 al 11 de mayo: “Tu sabes que te quiero”. Sema- na de Pascua para reforzar el amor de amistad. Felicita la Pascua a personas frágiles manifestándoles tu cercanía y tu amistad. Escribe su nombre en un papel a la vista.

  • Semana del 12 al 18 de mayo: “Nadie los puede arrebatar de mi mano”. Semana de Pascua para recordar a personas en situaciones de vida extrema: los que cruzan el Mediterráneo, los rohinya de Bangladés, los que saltan el muro en México, los sirios que están en Jordania, los que viven en los campos de refugiados en Lesbos, etc. Encontrar una foto de esos co- lectivos en internet, imprimirla, y ponerla delante junto al ci- rio pascual.

  • Semana del 19 al 25 de mayo: “El espíritu os recordará lo que os he dicho”. Semana de Pascua para agradecer a quienes nos recuerdan las palabras de Jesús. Agradecer de alguna manera, con un gesto de cercanía, a quienes nos han recordado la Palabra: algún profesor, catequista, párroco, animador de grupo bíblico, etc.

  • Semana del 26 al 2 de junio: “Me voy pero volveré a vuestro lado”. Semana de Pascua para ver a Jesús en situaciones cer- canas de vida que hablen el lenguaje de la bondad. Ponerlas en la celebración de la Eucaristía como materia del sacramento.

    7. Conclusión

    Puede ser que toda esta espiritualidad de las posibilidades nuevas se nos escape. Pero la fuerza del resucitado Jesús quiere hacernos ver la hermosura del camino que tenemos por delante, contando con la fragilidad de nuestras situaciones, muchas veces precarias.

    Esto podría hacer que pasemos de una vivencia de la fe en cierto desconsuelo a otra de componente más animoso. El nuevo amanecer que Jesús es hará que los días de Pascua de este año puedan ser más luminosos.

 

1 comentario

Teresa -

Hermosa Pascua, llena de posibilidades y mil motivos para no renunciar a los sueños. Nuestra realidad cotidiana se beneficiará de ellos.