Filipenses 1
CVF
Domingo 5 de octubre de 2014
VOLVER A JESÚS
Plan de oración con Filipenses
1. Filp 1,1-11
Introducción:
La persona necesita para vivir con gozo una “calidez social” que haga que sus días tengan jugo, calor, alegría, sentido. Si la vida en sociedad se vuelve fría y distante, el alma se encoge y se apoca. Cuando las relaciones sociales crecen en calidez, cuando la siembra de buena relación es amplia, cuando hay pulso y vida en lo que se hace, es entonces cuando la persona da lo mejor de sí misma. Construir una vida “cálida” es lo mismo que construir una vida humana.
Es que en este comienzo de Filipenses parece hablarse de algo de eso. Esta comunidad de Filipos fue la más querida por Pablo. Y eso se demuestra porque Pablo, que era muy suyo, a nadie quería pedir un favor para que luego no se lo echasen en cara. Pero a esta comunidad se lo pidió porque sabía que jamás se lo echarían en cara. Fue la primera comunidad cristiana de Grecia. Una comunidad pobre, formada mayoritariamente por mujeres, que no tenían ni un lugar para juntarse (se reunían “en un recodo del río”). Pero allí Pablo fue acogido, sintió el calor del cariño y esa sensación de calidez nunca le abandonó. Por eso, ya desde el comienzo de la carta, el tono es de gran calidez: “os llevo muy dentro”. Cuando se logra meter al otro dentro, en los pliegues del alma, es cuando se puede amar y cuando se puede construir la fe común. Una fe fría, ritual, estirada no es la que Jesús propone en el Evangelio. Volver a la fe de Jesús es volver a una fe calida y humana que provoque el gozo de saber amado y capaz de amar.
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Texto:
1,1Pablo y Timoteo, siervos del Mesías Jesús, a todos los consagrados por el Mesías Jesús que residen en Filipos, con sus encargados y auxiliares: 2Os deseamos el favor y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor, Jesús Mesías.
3Doy gracias a mi Dios por todo lo que recuerdo de vosotros; 4cada vez que pido por todos vosotros siempre lo hago con alegría, por la parte que habéis tomado en anunciar la buena noticia desde el primer día hasta hoy; 6seguro además de una cosa, de que aquel que dio principio a vuestra buena empresa le irá dando remate hasta el día del Mesías Jesús.
7Esto que siento de vosotros está justificado: os llevo muy dentro, pues tanto durante mi prisión como durante mi defensa y conformación de la buena noticia todos tenéis parte conmigo en el privilegio que me ha tocado. 8Bien sabe Dios con qué cariño cristiano os echo de menos.
9Y esto pido en mi oración: que vuestro amor abunde todavía más y más en penetración y en sensibilidad para todo: 10así podréis vosotros acertar con lo mejor y llegar genuinos y sin tropiezo al día del Mesías, 11colmados de ese fruto de rectitud que viene por Jesús Mesías, para gloria y alabanza de Dios.
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La sociedad nos ayuda a volver a Jesús:
De muchas maneras la sociedad nos enseña el afecto, sobre todo cuando este se vierte sobre los sectores más frágiles. La mano humilde que acaricia la mano enferma es símbolo de un afecto humano y social que empuja en la dirección de construir una vida social de un cierto calado afectivo. Una sociedad fría, despersonalizada, anónima no puede generar comportamientos humanos. Cuando se mezcla la calidez al hecho humano la vida social de transforma.
Oramos: Que acojamos la calidez que nos brinda la vida social; que agradezcamos las vidas que nos humanizan; que celebremos los logros de bondad social que se cruzan en nuestro camino.
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Volver al Jesús del Evangelio:
Dice Pablo que el amor de los filipenses “abunde todavía más en penetración y en sensibilidad para todo”. Es decir, siempre se puede crecer en calidez humana, en sensibilidad del corazón, en vida gozosa y entregada al otro. Por eso, este texto puede ayudarnos en este año a un ahondamiento y afianzamiento en el amor. Y ello siempre a niveles sencillos, cotidianos. Crecer en amor es el gran éxito del caminar humano y cristiano. Eso sí que es tomar la senda que va hacia el secreto de Jesús que es un secreto de amor.
Oramos: Que retomemos cada día la senda del amor; que crezcamos en sensibilidad y en cercanía a los problemas del otro; que seamos cuidadosos para construir un amor respetuoso y amable.
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Volver a los valores hondos:
Este de la calidez humana es uno de esos “valores hondos”. A veces nos alejamos de él porque anteponemos otra clase de valores: el éxito, la mera comodidad, el beneficio rápido. Pues bien, volvamos a él: calidez en la mirada, en las palabras, en los gestos, en los comportamientos. No se trata de ser un remilgado ni un pesado, sino alguien que cree que por el camino de la relación cálida se logra tocar el corazón de la persona.
Oramos: Que volvamos a la senda de la calidez humana; que valoremos la entrega del corazón; que creamos que la buena relación construye a la persona.
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Volvemos a la comunidad:
Nuestra relación es de indudable calidez. Pero como hemos dicho, siempre se puede crecer. Cualquier pequeño gesto que contribuya a ello es bienvenido. Y desde ahí se puede hablar de buena relación y también ese puede ser el cimiento bueno de una oración compartida. Mirar a los ojos y mirar al corazón. Ese es el camino de una fe y una vida con buenos niveles de calidez.
Oramos: Que nos miremos con aprecio; que nos acerquemos con detalles; que nos interesemos por compartir caminos.
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Palabras que alientan:
Tú, que eres como una casa
hecha de arcilla:
Pequeña, frágil,
de cuatro habitaciones;
Tú, que llenas de fantasmas,
y que te asustas,
y que lloras,
cuando llega la noche;
Tú, que en la oscuridad
te haces pedazos
como una hucha
arrojada contra el suelo;
Tú, arcaico corazón,
mira por la ventana,
mira hacia ese bosque
que ya reverdece.
Tú, que una vez caído
gritas palabras
en una lengua
que yo no comprendo.
Tú, arcaico corazón,
entra en ese bosque:
surgió de la arcilla,
como tú.
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Tu parte:
Que tus días estén lo más impregnados posible de bondad y de gozo compartido. Intenta que sean días de luz.
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