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FIAIZ

Juan 54

CVJ

Domingo, 17 de octubre de 2010

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

54. Jn 8,28-30

 

Introducción:

 

                Dicen que la soledad es la más dura de nuestras actuales enfermedades sociales. La soledad que se pega a la piel en el caminar diario y la soledad radical, ésa con la que venimos a la vida como si fuera de serie. Lo cierto es que paliar, si no borrar, la soledad que a veces nos cerca como una tela de araña es una de las grandes tareas que ineludiblemente tenemos delante los humanos. Dicen que se puede lograr esa meta a base de comprensión, respeto, acompañamiento, solidaridad, amparo y, en definitiva, amor. Hacemos bromas con aquel eslogan televisivo de “lo que necesitas es amor”. Pero, en realidad, así es: si se quiere mitigar la dentellada de la soledad, la medicina del amor sencillo y profundo es el único recurso en nuestra mano. Si no, el fantasma de la soledad se adueña del escenario.

                Jesús ha llegado, como nos dice el texto de esta semana, a una convicción: nunca el Padre le ha dejado sólo, siempre ha estado ahí con su abrazo y su amparo, incluidos los momentos más duros (como será, sobre todo, el tiempo del abandono allá en el huerto antes de su muerte). Percibir la presencia cálida del Padre en los tiempos de tensión y de dureza (como lo muestra el escenario de este texto joánico) ha sido para Jesús un agarradero definitivo. Quizá haya sido eso lo que ha hecho posible que no sucumbiera al naufragio de la más tremenda soledad, tal vez por haber sentido el aliento del Padre envolviéndole cada día no ha tirado todo por la borda abandonando para siempre la dura tarea de sembrar la utopía del reino en el corazón y en los caminos de los humanos.

 

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Texto:

 

                28Y entonces dijo Jesús:

                -Cuando levantéis al Hijo del hombre entonces sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. 29El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada.

                        30Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

 

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Ventana abierta:

 

 

 

                Es una foto normal, pero sugerente. Una pareja de ancianos, él y ella, están sentados en un banco público. Aunque están fotografiados por detrás, da la impresión de que están mirando hacia delante, hacia su incierto futuro. La cercanía y la igualdad que muestran sus cabezas parece indicar que miran hacia ese futuro acompañándose, apoyándose, conteniendo con su amor el interrogante de la soledad. Quizá desde ahí la cosa, la pregunta simple y honda del sentido de la propia vida, adquiera una respuesta más apropiada o, por lo menos, sea más fácil conjurar la dureza de la soledad.

                Oramos: Que nos apoyemos para sentirnos apoyados; que acompañemos para sentirnos acompañados; que nos amparemos para mirar con más esperanza al futuro.

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                Jesús dice en este texto que “entonces sabréis que yo soy”. Jesús será relevador de la tascendencia de Dios (eso es ser “yo soy”, nombre de Dios en el Éxodo) cuando sea “levantado”, crucificado, cuando esté en la mayor de las soledades. ¿Por qué entonces mostrará lo qu es Dios? Porque, aunque él no lo vea ya que está cercados de tinieblas y de profunda soledad, el Padre nunca estará más cerca de él que en ese momento. Por paradójico que parezca, la soledad enorme de la cruz es un misterio de amparo y de acompañamiento: cuando estaba en el patíbulo, el abrazo del Padre fue más cálido que nunca; cuando todos los abandonaron, el Dios que acompaña estaba allí sosteniéndole. No estaba solo.

                Oramos: Te alabamos, Señor, porque el Padre te sostuvo; te bendecimos, Señor, porque el Padre te abrazó; te damos gracias, Señor, porque el Padre nunca te dejó solo.

 

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Ahondamiento personal:

 

                Jesús dice que siempre hace lo que agrada al Padre. ¿Cómo podemos nosotros “agradar” a Dios? No, tal vez, ni principalmente por el cauce religioso (así se ha entendido normalmente), sino por el camino existencial: Dios se ve complacido cuando nosotros nos acompañamos en nuestros caminos históricos, cuando ponemos cerco a la soledad, cuando damos la batalla para que nadie tenga que hundirse en la negra tiniebla de la soledad, cuando ponemos un poco de luz en los caminos de quienes andan a tientas en la vida. Esa lucha a brazo partido contra la soledad de las personas es lo que desata la ternura del corazón de Dios.

                Oramos: Que agrademos a Dios compartiendo caminos; que agrademos a Dios interesándonos por los pasos de la persona; que agrademos a Dios sintiéndonos cercanos de quien tropieza.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                La pertenencia, en el modo que sea, a nuestra “comunidad virtual” es una manera de acompañarnos y, por ello, de poner dique a la soledad que, en un grado o en otro, todos sentimos. Por eso, lo interesante de nuestra comunidad no es, tal vez, el trabajo explícito orante (que también), sino sobre todo la cercanía humana que nos demostramos, por modesta que sea. Con pequeños gestos podemos ayudarnos mucho. No los menospreciemos.

                Oramos: Que nos ayudemos en cosas sencillas; que nos demostremos cercanía; que nos ayudemos a caminar acompañados.

 

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Poetización:

 

A él también lo mordió

la fiera de la soledad;

él también sintió el frío estremecedor

de quien piensa que ahí fuera no hay nadie;

él llegó a creer a veces

que nadie contaba sus lágrimas.

Pero la mayoría de las veces

no fue así:

notaba que el Padre

siempre estaba con él;

sentía sus pasos

acompasados a los suyos;

el calor del corazón del Padre

lo sentía sobre su nuca;

un amparo y un abrazo constante

envolvía sus días.

Por eso, tuvo a raya

la más dura de las soledades;

por eso no tiró la toalla

cuando había muchos motivos para el desaliento;

por eso siguió mirando con amor

a quien le atravesaba con miradas aviesas.

Nunca le abandonaría esta certeza,

ni siquiera en las horas amargas

de su soledad extrema

allá en el huerto.

Estaba en lo cierto:

el Padre no lo dejaba de su mano

ni un minuto.

Era el amor de su hondo corazón

¿cómo iba a dejarlo solo?

               

***

 

Para la semana:

 

                Intenta acercarte con sencillez y sin protagonismos a quien notas que lo está pasando mal.

 

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