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Retiro Navidad 2012

 

Retiro en Navidad de 2012

 

 

HAY UNA GRIETA EN TODAS LAS COSAS

 

            Para muchas personas estos tiempos, estas Navidades, serán tiempos de “oscuridad”, de pobreza más fuerte, de hondo temor por el desahucio que avecina, de no saber cómo ir afrontando los gastos que conlleva el sobrevivir. Tiempos de oscuridad. Incluso para nosotros: nos contagiamos y contagiamos el pesimismo, nos volvemos impasibles, se aleja el optimismo y el brillo de la vida. La oscuridad parece compacta.

            Pero esto es algo relativo: porque también estos tiempos nuestros pueden ser tiempos en los que, a través de las grietas, de los nubarrones se filtre una luz. De hecho, lo que llamamos la encarnación de Jesús puede ser entendida como una luz que filtra en las grietas de la vida porque “hay una grieta en todas las cosas”, dice el poema de Cohen que da título a nuestra reflexión.

            Necesitamos llenar de sentido y de conciencia la celebración de la Navidad para que esta sociedad nuestra, tan inmersa en el consumo navideño a pesar de todas las crisis, no devore nuestro anhelo de Jesús. Quizá esta meditación sobre la luz que entra a través de nuestras grietas pueda ser una pequeña ayuda espiritual para ello. Dice muy sabiamente el pensamiento de E. Sábato: “El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos  porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer”.  

 

1. Una grieta en todas las cosas

            Antes de beber de la fuente de la Palabra queremos reflexionar sobre un extracto del poema de L. Cohen The birds they sang: 

 

Los pájaros cantaron
al romper el día:

“Empieza otra vez", 

escuché que decían. 

No te empeñes

en lo que ya ha pasado

o en lo que está por venir. 

 

Toca las campanas que aún suenan. 

Olvídate de tu ofrenda perfecta. 

Hay una grieta en todo: 

y justo por ahí entra la luz. 

 

Puedes añadir las partes, 

pero no alcanzarás la suma total. 

Puedes iniciar la marcha, 

no hay tambor. 

Cada corazón, cada corazón

para amar llegará...

y será como un refugio. 

 

Toca las campanas que aún suenan. 

Olvídate de tu ofrenda perfecta. 

Hay una grieta en todo: 

y justo por ahí entra la luz.

 

  • Empieza otra vez: No se trata del clásico “carpe diem” que huye del pasado y del futuro y se instala en un presente ciego. Pero no sirve de nada estar añorando el pasado o temblar ante el futuro que aún no ha venido. El modo mejor de encontrar sosiego es comenzar cada día con buen ánimo, sin desfallecer. Del pasado añorado no viene la luz, del futuro temido, tampoco. Solamente un presente vivido con la mayor paz, sosiego y esperanza puede ser luminoso, se tengan los años que se tengan, se esté en la situación en la que se esté.
  • Toca las campanas que aún suenan: Porque hay campanas que “suenan”, aunque estén un poco “rajadas” por el uso, por los años, por los desencantos, por las heridas. Todavía suenan, todavía pueden entonar canciones nuevas, todavía pueden soñar.
  • Olvídate de la ofrenda perfecta: Tanto que se nos inculcó la perfección, tanto que la hemos visto alejarse de nuestra vida. Olvidémonos de lo perfecto y trabajemos lo bueno. Porque es fácil que no podamos ser perfectos, pero sí podemos ser mejores cada día. No se trata de un conformismo empobrecedor, sino de un realismo luminoso y esperanzado.
  • Hay una grieta en todo y justo por ahí entra la luz: Porque la “oscuridad” de la vida, de nuestras situaciones, de nuestras perplejidades, de nuestras heridas no es tan densa como nos lo quiere hacer creer el desaliento (y a veces hasta la sociedad). Hay grietas, hay pequeños espacios, entre las nubes se abre paso un rayo de luz. Esto es verdad en cualquier momento personal, comunitario o social.
  • Puedes añadir las partes…sin suma total: No nos angustie la suma total, sino que trabajemos las partes de cada día, los pequeños actos de bondad que pueden traer luz y esperanza a nuestros caminos.
  • Inicia la marchasin tambor: No estemos esperando a que todos, en tropel, en bullicioso ejército a ritmo de tambor, nos pongamos en marcha. Hagámoslo aunque no haya tambores, sin fanfarria, sencillamente, sin armar bulla. Creamos en el valor de una vida sencilla sin más.
  • Cada corazón…será como un refugio: La verdadera casa que reconforta: el corazón. Vayamos en esa dirección. Jesús y el Padre también han ido por ahí. Eso es la encarnación: un camino hacia el corazón.

 

2. Una luz irrumpe en la vida

 

            Vamos a tomar el texto de 1Jn 1,5-7, carta que se lee como lectura continua en la Navidad, porque habla de cómo la luz del amor del Padre, por Jesús, irrumpe en la vida y cómo, desde ahí, esto nuestro se ilumina, por encima y a pesar de cualquier tiniebla:

 

            “El anuncio que le oímos a él y que os manifestamos a vosotros es éste: que Dios es luz y que en él no hay tiniebla alguna. Si afirmamos estar asociados a él mientras nos movemos en las tinieblas, mentimos y, además, nuestra conducta no es sincera. En cambio, cuando nos movemos en la luz, imitándolo a él, que está en la luz,  somos solidarios unos con otros y, además, la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado”.

 

  • El anuncio de Jesús: Todo lo que de Jesús se puede resumir en este anuncio: “Dios es luz”. No es un enemigo a la puerta, sino una instancia de iluminación en el ámbito, a veces oscuro, de la historia. Un Dios que no ilumina, que no alegra, que no esponja, que no suscita esperanza no es el Dios de Jesús, Dios luminoso e iluminador. Por lo tanto, no mezclemos a Dios con las “tinieblas” del miedo, del castigo, de la cólera, de la lejanía, de la dureza.
  • No moverse en las tinieblas: Por eso mismo, quien comprende lo anterior hace un esfuerzo explícito por alejarse de las tinieblas, de las condenas, de las pesadumbres echadas a los hombros de otros, de los juicios que condenan, de los desplantes que amargan. Cosas como esas son el dominio de lo oscuro. Es preciso ir en la dirección justamente contraria: acercarse a personas y situaciones que iluminen, quitar de los hombros propios y ajenos las pequeñas o no tan pequeñas pesadumbres que nos van aplastando, controlar todo juicio condenatorio a base de una mirada siempre misericordiosa y comprensiva, usar la palabra para dar contento, seguridad y disfrute.
  • Somos solidarios: Porque hay una forma fenomenal de hacer luz: ser solidarios, ser justos, preocuparse por la situación de quien lo pasa mal, tener siempre entre ceja y ceja los caminos de los pobres, funcionar por criterios de justicia cuando nos planteemos acciones de consumo, de gasto, de inversiones. Las mayores oscuridades que se ciernen sobre lo humano vienen de la mano de las injusticias.
  • Una sangre que nos limpia: Si esta espiritualidad va abriéndose camino en nosotros/as, la entrega de Jesús tiene sentido. Si fuéramos cada vez más oscuros, más tenebrosos, más amargados, más despectivos, haríamos estéril la entrega de Jesús, su sangre no había logrado hacer luz en nuestro camino.

 

3. Las grandes “grietas” por las que ha entrado la luz a la historia

 

            Podríamos hacer una lista inacabable de “grietas” por las que ha entrado y va entrando la luz a la vida humana. Son grietas enormes, auténticos chorros de luz, verdaderos torrentes que hacen frente al caudal de mal que se empeña también en anegar la vida. Citemos algunas para animarnos:

  • La grieta del amor del Padre por la que ha entrado su designio de bondad: Ya que nuestra conclusión ha sido, a veces, que Dios es nuestro “enemigo”. Pero no hay tal: sabemos por la Palabra que el designo del Padre, su “voluntad”, es un designio de amor, de amparo, de acompañamiento, de ternura, de hogar, de acogida sin límites, de perdón inabarcable. No hay quien pare esa luz que se cuela por todas las rendijas de la historia.
  • La grieta de la persona de Jesús por la que sigue entrando la hermosa luz del Evangelio: Con todos su valores primordiales subrayados, revalorizados, puestos en clave de vida. La luz de un Evangelio que no son normas, sino poción de amor; la luz de una Palabra que sigue resonando en el corazón de muchos/as, en los silencios habitados de los orantes, en los adentros de quien necesita agallas para enfrentarse a la injusticia. La hermosa luz del Evangelio que hace que recordemos con un amor inapagable al Jesús que hemos amado “desde el principio” y que, amándole más, sabemos que su amor para con nosotros sigue vivo.
  • La grieta de las personas bondadosas por la que entra la luz que nos reconcilia con la vida: Personas de todas las épocas, de todas las culturas y religiones, de todos los rincones. Los “mártires de la bondad”, quienes han preferido ser buenos antes que ser ricos, que ser poderos e, incluso, antes que vivir. Sin ellas, haría ya mucho que el sentido de la vida se habría oscurecido totalmente.
  • La grieta humilde de los pobres que, a pesar de todo, no maldicen y sonríen: La grieta de quienes soportan mucho peso en la historia y son sensibles, cariñosos, amables. Por ellos nos viene una luz pura que haríamos mal en rechazar porque es luz que no está contaminada por ningún interés.
  • La luz que entra en la grieta de los lugares mismos de la derrota: La vida que renace en el lugar del terremoto, del tsunami, de la guerra devastadora, de la ruina del desempleo, de la catástrofe del desahucio, de la enorme inhumanidad del campo de concentración o de las prisiones terribles. Ahí, en esos escenarios horribles, surge la vida con una pujanza que nos sorprende.
  • La grieta de nuestro perviviente deseo de felicidad por la que entra una luz animosa: Porque es una maravilla que sigamos deseosos de dicha, aunque la busquemos, a veces, por caminos equívocos. Porque hay muchas personas que, olvidándose un poco de sí mismas, dedican esfuerzos explícitos a hacer un poco más felices a otras personas. Gente luminosa en medio de la ciudad.

 

4. Diez grietas por las que entra la luz en nuestra vida

 

            También en nuestra vida, por sencilla que sea, hay grietas cotidianas por las que entra la luz. Algunas de ellas:

  • Una fe alimentada: Que es lo mismo que decir, una adhesión a Jesús alimentada que huye de la rutina, de la costumbre, de lo de siempre. Una manera de creer que tiene pasión por Dios y por la persona y que está dispuesta a crecer, a cambiar, a mejorar, a enriquecerse. Por ahí entra luz a la vida cristiana.
  • Una celebración cultivada: Y que, por lo tanto, que acepta pequeños cambios, signos, sugerencias, ayudas para que la rutina no nos coma el pan del morral, para que no se apodere de nosotros la distracción y el sueño. Una fe que se mete en la celebración es la mejor manera de iluminar nuestro hecho celebrativo.
  • Una oración con responsabilidad: Que no echa a los hombros de Dios lo que nos corresponde a nosotros. Una oración hecha con la conciencia explícita de que si algo está en nuestra mano a favor del otro lo vamos a hacer. Para que la oración no resulte estéril. La responsabilidad ilumina la oración.
  • Una relación bondadosa: ya que el buen corazón arroja muchísima luz sobre los caminos humanos. La entraña dura, juzgadora, implacable, tiene por marco el reino de lo oscuro, ensombrece todo. Cuanto más bueno es uno, más luz en él, más luz en los demás.
  • Una acogida amplia: Porque la acogida es la puerta que abre a espacios de luz. Si la acogida es mala, todo se ensombrece. Si hay una sonrisa, unos brazos que esperan, una mano que estrecha con afecto, una palabra de cariño, la luz comienza a abrirse paso en medio de cualquier tiniebla.
  • Una vida sencilla: Porque la simplicidad, cuando no se pretende aleccionar ni dar ejemplo a nadie, es pura y luminosa como la vida de quienes van a lo esencial, de quienes se contentan con lo elemental, de quienes disfrutan con lo poco de cada jornada. Cada día hay muchos motivos sencillos para el disfrute; anotarlos llevaría a un tupido entramado de dicha y de luz.
  • Una sensibilidad social recrecida: Ya que la preocupación por lo social abre muchas ventas y por ellas entra la luz. La cerrazón en lo de uno, el egoísmo puro y duro conlleva la oscuridad más evidente. La preocupación por el otro, por su dolor, nos hace transmisores de una luz que todo el mundo agradece.
  • Y sobre todo, la solidaridad: Ya lo hemos dicho leyendo el texto de 1 Jn: es la mayor de las luminosidades que se pueden verter sobre la vida. Por eso Jesús fue un bueno totalmente solidario. Por eso fue luminoso y sigue siéndolo. Quien quiera lograr summa cum laude en luminosidad, que la logre igualmente en solidaridad.
  • Un optimismo contagioso: Ya que el pesimismo engendra oscuridad y contagia desaliento hasta llegar a hacer creer, falsamente, que no hay salida para una situación de dificultad. El optimismo sensato, la esperanza ponderada, el ánimo realista es un chorro de luz sobre situaciones sociales y personales difíciles.
  • Una utopía mantenida: Ya que hay razones para el abandono de las utopías, de los sueños, de los anhelos e ideales. Pero quien logra mantener vivos esos dinamismos, ayuda eficazmente a que las tinieblas se contengan y se amplíe el espacio de la luz y la pureza del aire que respiramos.

 

5. Un itinerario para la Navidad

 

            Proponemos cuatro pequeñas etapas para este itinerario navideño de 20 días (hasta la fiesta del bautismo del Señor)

 

1)      Contemplar la luz (25-29 de diciembre): Llevar a la oración el tema de la luz releyendo algunos pasajes de la 1 Jn, los que pone la liturgia, por ejemplo.

2)      Disfrutar de la luz (30 de diciembre a 2 de enero): repasar día a día las pequeñas “luces” que Dios va poniendo en la vida. Darle gracias de corazón.

3)      Celebrar la luz (3 de enero a 6 de enero): Avivar la presencia de Dios y de Jesús como luz en las sencillas celebraciones de cada día y en las dominicales y festivas.

4)      Regalar la luz (7 de enero a 13 de enero): Acercarse a personas y situaciones con falta de “luz” y tratar de aportar algo de esa luz mediante una sonrisa, una buena palabra, un regalo personal y sencillo.

 

Conclusión

 

            Por todo este mundo “agrietado” va entrando la luz. Por esos caminos de luz se va encarnando hoy aquel que, un día, se encarnó en modos iluminadores y compasivos, Jesús nuestro hermano. De ahí que una manera, creemos buena, de acercarse a este “misterio abrupto” de la encarnación sea meditar, agradecer, disfrutar, contemplar la luz de la bondad que se filtra en las grietas de la historia. Vendrá un día, lo esperamos, en que todo será luz y la oscuridad habrá retrocedido hasta desparecer. No es vana esperanza.

 

Fidel Aizpurúa Donazar (Logroño)

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