LOS SUEÑOS SE CONSTRUYEN JUNTAS
LOS SUEÑOS SE CONSTRUYEN JUNTAS
Reflexión y oración antes de un Capítulo Electivo en comunidades contemplativas
Nadie pondrá en duda que un Capítulo de Elecciones es un momento importante en la vida de una comunidad. No se puede hacer depender todo de él ni de las hermanas que salgan elegidas para los cargos porque, en la mayor parte, la vida comunitaria depende de la aportación de cada una de las hermanas. Pero es, sin duda, un momento que merece vivirse con todo sentido.
Es un momento de renovación, no solamente de cargos, sino del espíritu comunitario. Nuestra vida se enmarca en estas situaciones y de ellas toma impulsos renovadores. Hay que desear que un Capítulo suponga un momento de renovación comunitaria. Entenderlo y vivirlo como algo rutinario sería una pérdida.
Es, así mismo, un momento especial de discernimiento. No se puede hacer ni vivir un Capítulo de cualquier manera, sino que es preciso poner a funcionar todos los mecanismos de discernimiento, personal y comunitario. De las decisiones que se tomen en Capítulo depende en parte la marcha de la comunidad. Merece, pues, pensar bien las cosas.
Y también es un momento espiritual, un tiempo para ahondar en la fe, no solamente en los modos de organización de la comunidad. Es el momento para renovar la opción fraterna y contemplativa. Desposeer al Capítulo de este aliento espiritual sería reducirlo mucho.
- 1. Escucha de la Palabra
Como siempre, los cristianos ponemos en un lugar prioritario a la palabra de Dios, porque ella es “lámpara para nuestros pasos” (Sal 118), como tantas veces decimos.
“Porque en el cuerpo, que es uno, tenemos muchos miembros, pero no todos tienen la misma función; lo mismo nosotros, con ser muchos, unidos a Cristo formamos un solo cuerpo y, respecto de los demás, cada uno es miembro; pero con dotes diferentes, según el regalo que Dios nos haya hecho: si es el hablar inspirado, ejérzase en proporción a la fe; si es el servicio, dedicándose a servir; si es el que enseña, a enseñar; si es el que exhorta, a exhortar; el que contribuye, hágalo con esplendidez; el encargado, con empeño; el que reparte la asistencia, con simpatía” (Rom 12,4-8).
- No sabemos por qué vía, Pablo entendió que la fe cristiana se expresa y vehicula en la comunidad. Prueba de ello es que en sus textos dedica amplios espacios al tema comunitario: en Romanos, 4 de los 15 capítulos. Y lo hace descendiendo a detalles concretos, porque en lo concreto de cada día es donde se juega la verdad de la vida común.
- Pablo ha usado en muchas ocasiones la metáfora del cuerpo: muchos miembros con funciones diversas en una unidad. Es una metáfora que sigue vigente: somos un conjunto hecho de diversas. Hay que amar la unidad y tener en cuenta a la diversidad. Es preciso tener el proyecto de vida como lugar común sabiendo que, desde mi individualidad, puedo aportar algo.
- Lo nuestro no es una mera organización humana bien llevada (que no sería poco). Es, además, algo que está “unido a Cristo”. Es decir: el sentido de nuestra unidad es Jesús. Si la vida comunitaria no lleva a Jesús, no alimenta su enamoramiento, no lo hace visible, estaría falta de su sentido principal. Nosotras creemos en Jesús siendo hermanas: Nuestra hermandad nos lleva a él.
- Pero respecto a los demás somos miembros: tenemos responsabilidades adquiridas desde el momento en que optamos por una vida en común. Vivir en comunidad desligado de la responsabilidad por la hermana es un contrasentido.
- Pablo pone el acento en las diferentes funciones, porque el problema y la posibilidad está en la conjunción de las diferencias. Por eso se dedica a describir ampliamente la diversidad de funciones de este cuerpo único:
- El hablar inspirado: la persona que sabe entender y proponer bien las cosas para que redunden en bien del grupo. Tiene que hacerlo “en proporción a la fe”, sabiendo que no todas caminamos al mismo ritmo, sin desesperarse porque haya quien camine lenta, animando y seduciendo a quien es más remisa.
- El servicio: entregándose a servir en cuerpo y alma; sabiendo, como dice Jesús, que, sirviendo, se puede ser “primero”, se puede estar contenta. Contenta de servir, ese habría de ser un lema comunitario.
- Enseñar: que quizá no sea tanto la enseñanza escolar, sino esa otra que abre horizontes, que enriquece. La formación permanente podría ser una traducción de hoy. Quien tiene algo que aportar en ese terreno, no se desaliente porque cueste aceptar dicha formación, incluso porque se rechace.
- Exhortar: que es animar, empujar el carro, mantener el buen temple, no desanimarse, no sucumbir a lo negativo. Quien tenga más ánimo, póngalo al servicio de la comunidad, no se borre la sonrisa de su rostro, mantenga el buen humor todo lo posible.
- Contribuir: hay quien tiene más capacidades que otra. No se crea superior por eso, Contribuya con “esplendidez”, sin esperar siempre el premio, el aplauso, el agradecimiento.
- El encargado: no es el dueño de la comunidad, sino el encargado (se le da y por un tiempo). Tiene que “empeñarse” en cumplir con el encargo, no con incuria ni desgana, sin con todo el interés del mundo
- La asistencia: que en nuestra vida comunitaria se traduce por “el cuidado”, a las mayores, las frágiles, a las de menos posibilidades. Hay que asistir con “simpatía”, no en modos ariscos y desganados.
- 2. Ahondamiento
El “kairós” del Capítulo se podría vivir como un momento especial para ahondar en la fidelidad de nuestra opción de seguimiento a Jesús en el modo de vida comunitario. Ahondemos en la fidelidad:
a) Fidelidad a Jesús: es importante para nosotras. En ser fieles al Jesús que nos llamó se juega el sentido de nuestra vida. Pero resulta que nuestra fidelidad a Él pasa por nuestra fidelidad a la comunidad porque la comunidad es para nosotras el rostro vivo de Jesús. Por eso, en una hora de revisión y de discernimiento hay que preguntarse si somos fieles a la comunidad en la que vivimos porque si no, nuestra fidelidad a Jesús se tambalea.
b) Fidelidad creativa y actualizada: no hay que creer que ser fieles a Jesús y a la comunidad es, simplemente, no haberse salido de monja. El vigor de la fidelidad no se mide solamente por el mero permanecer sino también y sobre todo por la manera en que permanecemos. Si lo hacemos de manera creativa, actualizada, en los modos de la Iglesia de hoy y del momento social de hoy estamos en buena línea.
c) Fidelidad responsable: porque la fidelidad se traduce en responsabilidad. Si una dejara sus responsabilidades o las hiciera deficientemente, hablar de fidelidad se haría muy difícil. Más aún, la fidelidad va más allá de las responsabilidades que se me han encargado hasta sentirme responsable de lo que no se me ha encargado a lo que puedo contribuir.
d) Fidelidad alegre: ya que la comunidad siempre está necesitada de alegría, de respiro, de gozo comunitario. Una fidelidad gris, embrumada, negativa, triste sería una fidelidad que no es la de Jesús.
- 3. Los sueños se construyen juntas
La construcción de la vida comunitaria es un “sueño” (un ideal en que se pone manos a la obra), no una “ensoñación” (un ideal en que no se pone manos a la obra). Dice el papa Francisco algo en la nueva encíclica Fratelli tutti que nos puede ser de mucho interés:
«He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos. Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos».
- La fraternidad puede ser una “hermosa aventura”, no solamente un modo de estar en una sociedad que reconoce el estilo de vida de clausura.
- La comunidad es necesaria: encerrarse en la soledad es suicidarse en vida. Pelear solo y contra todos contradice nuestro ser humano que tiende al corazón del otro.
- La comunidad es sostén y ayuda para “mirar hacia adelante”, para mantener el sueño con el que iniciamos este camino, para no llegar a ser desconfiadas y amargadas.
- La comunidad nos libra de los espejismos que aparecen cuando una camina sola, cuando no se piensa más que en lo mío, cuando las demás me importan poco. Eso crea falsedades, espejismos, despistes. La comunidad nos ayuda a ser realistas.
- Los sueños se construyen juntas: no construye otra por mí, no hay constructoras de sueños para que yo los disfrute. Se construyen entre todas, con la aportación de todas sin exclusión.
- Somos “caminantes en la misma carne humana”, en las mismas limitaciones, en parecidos deseos, en valores similares. El que seamos iguales no nos empobrece sino que nos enriquece. No hay que anhelar grandes líderes comunitarios sino ilusión común, deseo de colaborar todas.
- A todas nos cobija esta misma tierra, eso nos hace hermanas en la tierra, en su hermosura, en su debilidad, en sus promesas de una tierra renovada. Si la tierra es casa común es que somos familia.
- Donde cada uno aporta lo que tiene: la riqueza de su fe, la fuerza de sus convicciones, la palabra de su voz. Una gran riqueza la de la comunidad. Una suerte vivir en comunidad, no sobre todo un pesar, una “penitencia”. El “lote hermoso” que nos ha tocado (Sal 15,6) y del que deberíamos disfrutar todos los días.
- 4. Notas para el discernimiento
Ya hemos dicho que un Capítulo Electivo es tiempo de discernimiento. Damos algunas notas por si alguna de ellas puede servir:
- El bien de la comunidad: eso es lo que hay que perseguir en un Capítulo. Si hubiere otros anhelos (ver si soy elegida, a ver si eligen a aquella con la que me llevo bien, etc.) estaríamos equivocadas. Si pretendes del Capítulo otra cosa que servir, vas equivocada.
- La comunidad es esta de hoy: cuando se han unido varias comunidades puede ocurrir que una elija como abadesa alguien de su antigua comunidad porque eso puede depararle beneficios. La comunidad antigua ya no existe; esta de hoy es la comunidad real. Hay que elegir a quien pueda servir mejor a esta comunidad de hoy.
- No funcionar con filias/fobias: me cae bien esta hermana, es amiga mía, es de mi grupo…la voto. No lo es…no la voto. Esta manera de funcionar no lleva a nada bueno. Es preciso elegir, como hemos dicho, a quien mejor creamos que pueda servir a la comunidad. ¿Es amiga? Muy bien. ¿No lo es tanto? Muy bien. ¿Es de mi gusto? Muy bien. ¿No lo es tanto? Muy bien. Lo que quiere decir que las elecciones hay que hacerlas con criterios de fraternidad, no con criterios de gustos.
- Impulsar la vida comunitaria: no habrá que fijarse en las cualidades de la hermana de antemano (como parece dibujar Const 219,2) porque todas somos frágiles y no estamos para muchas euforias. Pero habrá que preguntarse qué superiora y qué equipo (discretas) pueden impulsar mejor la buena relación, la formación permanente, la contemplación actualizada, el disfrute fraterno. Cosas como estas podrían orientar nuestra opción.
- Formarse un criterio personal: no es de recibo ir a una elección sin un criterio propio, a votar lo que voten las demás. Hay que formarse lo mejor posible un criterio personal, aunque una pueda recabar la ayuda de una o varias hermanas para formarse ese criterio. Pero lo personal es ineludible si es que somos personas adultas.
- 5. Notas para la oración
Todas sabemos que una manera buena, espiritual, de enfocar estos momentos importantes en la vida de comunidad es recurrir a la oración personal. Damos algunas pistas:
- Rom 12-15: meditar ese amplio conjunto de la carta de san Pablo que habla de la vida comunitaria. Empaparse de esa espiritualidad.
- Salmos de fraternidad: meditar algunos de los salmos de fraternidad: el Sal 15 (lote hermoso), el Sal 132 (qué delicia convivir los hermanos unidos), Sal 134 (los que pasáis la noche en la casa del Señor).
- Mc 9,33b-37: catequesis de Jesús sobre el servicio al otro. Puede ser completada con Lc 22,24-27, el gozo de estar sirviendo “fuera de la mesa”.
- 6. Oración final de la FT (adaptada)
Señor y Padre de la humanidad,
que creaste a todas las hermanas
con la misma dignidad,
infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal.
Inspíranos un sueño de encuentro.
Que nuestro corazón se abra
a cada hermana,
para reconocer el bien y la belleza
que sembraste en cada una,
para estrechar lazos de unidad,
de proyectos comunes,
de esperanzas compartidas. Amén.
3 comentarios
Teresa -
Y muy hermosa la oración final. Hace que el sueño de la fraternidad sea el más bello que soñar.
Teresa -
No hay que creer que ser fieles a Jesús y a la comunidad es, simplemente, no haberse salido de monja Bravo. Totalmente de acuerdo en que la fidelidad se mide sobre todo por la manera en que permanecemos. Esa manera es lo más importante y una fuente de paz si es la adecuada.
Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos En la vida contemplativa, si no podemos soñar juntas y juntas construir nuestros sueños, ¿cómo podremos soñar con los demás, los que están fuera o lejos del convento?
(Continuará...)
Teresa -
Nosotras creemos en Jesús siendo hermanas: la vida contemplativa merece la pena si asumimos y vivimos esto, si damos testimonio de ello y lo reflejamos de palabra y de obra.
Contenta de servir: es, en verdad, un buen lema para la vida comunitaria. Pero hay que caminar cuesta arriba en una estructura brutalmente piramidal y jerárquica.
Animar, empujar el carro, mantener el buen temple, no desanimarse, no sucumbir a lo negativo : o ser de oro puro en el seno de la comunidad. Con algunas hermanas así (o una sola) nunca se pierde la esperanza en que los sueños se construyen juntas.
(Continuará )