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FIAIZ

EJERCICIOS 2023

CONTRA EL COLAPSO DEL SENTIDO

Notas para una semana de retiro en 2023 con el libro del Eclesiastés

 

         Hablar del sentido parece una cuestión filosófica, algo que no va con nosotros, teoría para desocupados. Pero no es así: el sentido es la razón que nos hace levantarnos cada mañana con ánimo para afrontar el día; es lo que nos hace mirar la realidad con ilusión, aunque, a veces, las cosas vengan torcidas; es la fuerza (¿de dónde viene?) cuando nos muerde el dolor y nos roe la soledad; es lo que nos devuelve el brillo a los ojos, el canto a los labios y la alegría a la relación. El sentido es la orientación del alma, el rumbo del corazón, la correcta dirección de la interioridad. No sabemos cómo decirlo de manera más exacta.

         ¿Merece la pena dedicar la semana anual de ejercicios a trabajar el sentido desde el punto de vista antropológico y espiritual? Nos parece que sí, que eso puede reportar un beneficio a nuestra vida de creyentes. Al fin y al cabo, si los trabajos de fe no ayudan a mejorar la vida interior, pierden su razón de ser.

         ¿Puede ayudarnos en esta tarea espiritual un libro bíblico tan lejano y raro como el Eclesiastés? Puede que sí, siempre que lo trabajemos. Hemos de ensanchar el campo de lectura bíblica y, de vez en cuando, tenemos que adentrarnos por caminos un tanto desconocidos. Hay que ensanchar los límites de la lectura bíblica. Por lo menos, podemos intentarlo. El recurso a la Fratelli tutti pondrá el contrapunto de actualidad al viejo mensaje.

         El nuestro es tiempo de perplejidad. La Palabra, el silencio, la oración común pueden ayudarnos en estos días a hacernos más fuertes contra el peligro del colapso del sentido y conseguir para nosotros puntos de apoyo más firmes que nos ayuden a seguir caminando con ilusión en la senda de la fe.

 

1

VACÍO

 

Planteamiento

 

         Nuestra vida discurre la mayor parte de los días sin sobresaltos (si no, nos resultaría difícil encajarla). Pero, a momentos, surge dentro como una especie de vacío: pasan los años y, a veces, nos vemos con las manos como vacías, como si lo que hiciéramos no tuviera mucho sentido. Una sensación de vacío. Algo temible; lo que los antiguos llamaban el horror vacui, el terror al vacío.

         Y entonces queremos llenar ese vacío con el consumo, la continua actividad, el móvil, las distracciones. Se nos hace difícil llenar el vacío que entrevemos. Y por eso nos echamos en brazos de todo eso, aunque comprobemos, una y otra vez, que el vacío no se llena.

         ¿Y si encaráramos el vacío? ¿Y si lo miráramos de frente? ¿Y si percibiéramos la posibilidad de elaborarlo, no tanto de suprimirlo? ¿Si lo viéramos más que como un acompañante molesto, como una tierra que es preciso labrar y sembrar? ¿Y si llegáramos a entenderlo como una posibilidad?

         La humanidad (la buena relación) y la fe (la espiritualidad) pueden ser semillas adecuadas para ese campo del vacío. Cuanto más humano/a, menos espacio para el vacío, más campo cultivado; cuanto más buscadores en la fe, menos perplejidad, más confianza.

 

Eclesiastés 1,1-2

 

         «Palabras de Qohélet, hijo de David, rey de Jerusalén. ¡Vacío y más vacío! –dice Qohélet-; ¡vacío y más vacío, todo es vacío!».

  • La pseudonimia de David quizá indique que lo que se quiere decir es importante para el Eclesiastés. No estamos hablando de bagatelas, sino del fondo de lo humano, del cimiento de lo que somos
  • Comienza el libro con la palabra “vacío”. De alguna manera, eso dibuja la existencia: muchas veces nos parece que el camino humano es vacío y lleva al vacío. Son las horas de oscuridad que se hacen presentes en nuestra vida, aunque se mezclen con horas de luz (por suerte). Es una gran sabiduría no temer al vacío, saber que está ahí y que puede ser elaborado.
  • E insiste: “más vacío”. Como diciendo: no se argumente diciendo “no te pongas pesimista”. Ni pesimista ni optimista: el vacío está ahí como parte de nuestra vida. A veces es muy denso; otras veces más benigno. Pero está ahí como un componente de lo que somos.
  • Y todavía más: “todo es vacío”. No, aunque algunas veces nos lo parezca.  Cuando se derrumba la vida parece que todo es vacío, sin sentido. Pero no es así: el amanecer, la luz, el olor de la tierra, el ruido del viento, la pureza del agua, etc. es, con frecuencia, el lenguaje del sentido en momentos de oscuridad. Hay que saber escucharlo para levantar los hombros y seguir adelante, para lograr que no se borre del todo la sonrisa de los labios. No todo es vacío, hermano Qohélet, no todo.

 

Reflexión espiritual

 

  • Antídoto contra el vacío: eso puede ser la experiencia de la fe: herramienta para encajar con humanidad, discernir con sensatez y dar un cierto sentido a lo que parece que no lo tiene. La experiencia de la fe es sanadora, no anestesiante. El cultivo de la interioridad, de la oración, del silencio, del diálogo, del disfrute, puede hacer que el vacío no intente ocuparlo todo, sino que se circunscriba a su terreno y no más y que ahí pueda ser elaborado. 
  • Jesús ha experimentado el vacío: el de la oración (Mc 1,35), el del rechazo (Lc 13,34), el del abandono (Mt 27,46). Experimentado en vacíos, pero no ha sucumbido a ellos. Le ha mantenido la certeza de que el Padre siempre está con él, aunque las cosas vengan mal dadas (Jn 8,29; 16,32). Sabe de vacíos; puede entender y animar los nuestros. Él ha logrado reorientar sus vacíos tomando sobre sí los vacíos de otros. Quizá ahí se halle un camino.
  • Comunidad que alienta: eso habría de ser la comunidad de fe; eso es lo que se palpa en sus mejores miembros, los más tenaces, los más proféticos, a veces los más callados. Leer la débil realidad de la comunidad cristiana desde su capacidad de alentar: una gran sabiduría. Recibes aliento de la comunidad cristiana: agradéceselo, dalo tú a otros, no cultives desalientos que no llevan más que a la desilusión y a la amargura.
  • Fraternidad para compartir ánimo: eso es la fraternidad de la VR, de los grupos de fe, de los colectivos creyentes sean cuales sean. El ánimo compartido es como el pan multiplicado: aunque sea poco. Cunde mucho. Ten el valor de poner tu ánimo, sea poco o sea mucho, sobre la mesa de la comunidad para que Jesús lo multiplique. Sé persona de ánimo compartido, contagioso, extendido.

 

FT 36

 

«Si no logramos recuperar la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y de solidaridad, a la cual destinar tiempo, esfuerzo y bienes, la ilusión global que nos engaña se caerá ruinosamente y dejará a muchos a merced de la náusea y el vacío».

  • La comunidad de pertenencia (la fe compartida) nos libra de la náusea y del vacío. Necesitamos una experiencia de fe común. Valoremos ese tipo de experiencias, aunque sean sencillas.
  • Para conjurar la náusea y el vacío hay que dar tiempo, esfuerzo y bienes. No se nos va a dar el sentido sin elaboración, sin esfuerzo, sin generosidad.
  • Si no hacemos esta clase de búsquedas, la ilusión global se caerá ruidosamente, nos encontraremos perdidos y como sin alma, a merced de los acontecimientos, sin fuerzas dentro.
  • Es preciso elaborar sentido y espiritualidad para que no ocupe la náusea y el vacío el espacio que está destinado al gozo, al disfrute, a la fraternidad, a la fe.

 

Oración

 

De la frialdad que nos hace indiferentes hacia las cosas.
LÍBRANOS, SEÑOR

Del vacío de las relaciones superficiales.
LÍBRANOS, SEÑOR

De la tristeza que es fruto de poner nuestros ojos

en lo que no es importante.
LÍBRANOS, SEÑOR

De la abundancia que nos convierte en egoístas.
LÍBRANOS, SEÑOR

Del ruido que nos deja sordos a tu Palabra.
LÍBRANOS, SEÑOR

De las distracciones que nos despistan para no seguirte.
LÍBRANOS, SEÑOR

De las riquezas que nos pierden y nos endiosan.
LÍBRANOS, SEÑOR.

 

 

 

2

FATIGA

 

Planteamiento

 

         El corazón humano es, a veces, un corazón fatigado: ¿para qué hago todo esto si nadie me lo agradece? Me canso de hacer cosas que sirven poco, que se repiten, que no tienen relevancia, que no me terminan de satisfacer. Con el cansancio, se hace más gris la vida y más lento el caminar. Pesan los años y pesa su fatiga. Pero quizá la fatiga de no moverse sea más grande, más pesada y más sin sentido que la de andar.

         Tenemos la impresión de que las cosas no cambian. Y en parte es así. Pero eso no quiere decir que encierren siempre una cierta novedad. Descubrir esa humilde novedad, escondida novedad, es antídoto contra la fatiga. Un olfato para lo bueno de lo nuevo: ese es un sentido que no habría que perder.

         Es cierto que tropezamos muchas veces en la misma piedra y eso nos conduce al cansancio, a la fatiga. Pero de cada tropezón se puede aprender y nunca estamos en el mismo punto. El corazón cambia, hace camino, se dirige al horizonte. Para no fatigarnos hay que maravillarse ante un interior que se mueve, que busca, que se pregunta.

Conocemos los remedios contra la fatiga: insistir porque siempre puede surgir una oportunidad nueva; resistir, porque en la resistencia habita la esperanza; ser resiliente, porque de una situación de fatiga asumida puede surgir algo novedoso.

¿No hay nada nuevo? ¿No es nuevo cada amanecer, cada sonrisa, cada gesto de amor, cada camino iniciado, casa sueño acariciado, cada pequeño proyecto planeado, cada abrazo dado con aprecio, cada silencio disfrutado? ¿Nada es nuevo o todo es nuevo para un corazón que palpita? ¿A ver si la novedad está en el corazón más que en las cosas?

 

Eclesiastés 1,3.9

 

         «¿Qué provecho saca la persona de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?...No hay nada nuevo».

  • ¿Por qué se pregunta por el provecho, por lo que se puede sacar, por lo que es rentable? ¿Qué nos cansa, los trabajos de vivir o los trabajos que no se consideran pagados? ¿Y si se pagaran con moneda de agradecimiento, de gozo, de alegría común, de disfrute compartido, de camino al corazón andado en compañía? ¿No sería ese un camino provechoso? ¡A ver si la fatiga está en la moneda en que queremos que se nos pague a la que nosotros, por lo que sea, no le damos valor!
  • Hay que distinguir entre fatiga útil y fatiga inútil. La útil es aquella que beneficia al otro, la que proviene de llevar las cargas de los otros, la de hacerse cargo de dolores que no son los míos. La inútil es la que me beneficia solo a mí, la fatiga que me enriquece, aunque, en realidad, tampoco le sacamos provecho. Por eso nos cansa.  La fatiga productiva es aquella que se deriva de vivir con y para el otro.
  • Una fatiga afanosa, desmedida, insensata, desproporcionada. Así es la fatiga inútil, la preocupación por las minucias de una vida empequeñecida. Lo que nos quita el sueño es, a veces, una ridiculez egoísta, cosa próxima al capricho infantil que se quiere satisfacer como sea. Desencapricharse para ensanchar los límites de la vida y del alma. He ahí una gran tarea.
  • Descubrir la novedad, vivir en novedad, sentirse a gusto cuando las cosas cambian para bien del frágil. No anclarse en la terquedad de un beneficio solo para mí, de un poder donde se haga siempre lo que yo diga. Quien dice que no hay nada nuevo bajo el sol es quien quiere que no haya nada nuevo bajo el sol, quien, en el fondo, anda buscando el propio beneficio.

 

Reflexión espiritual

 

  • Un Dios que no se cansa: puede que haya textos donde se diga que Dios se cansó de nosotros (Gen 6,6). Pero Dios es uno que va tras de nosotros sin cansarse (Oseas, Sal 118,170; Lc 15,4). Es paciente y está a la puerta llamando y  esperando a que se le abra (Ap 3,20). Un Dios infatigable, a prueba de desplantes y de agravios, ése es el Dios de Jesús. Porque saber de amor, ni cansa ni se cansa. Siempre está esperando, aunque sea de noche (Jn 3,3).
  • Un Jesús que siempre está a la escucha: porque aunque ande cansado del camino (Jn 4,6) se apresta a escuchar, se “pone cómodo” dispuesto a la total escucha (Lc 19,7). No le fatigan ni nuestra fragilidad moral ni nuestra enorme dificultad para entender y vivir los dinamismos del reino. Sabe de qué pasta estamos hechos y ama y espera sin límites, como quien sabe de amor (1 Cor 13,7). Él no se cansa aunque haya tomado sobre sí nuestro dolor y sea cómplice de nuestra humilde situación (Is 53,4).
  • No cansarse de seguirle: ya que el éxito del seguimiento a Jesús está en su perseverancia, aunque nos sepamos inconstantes y zarandeados por nuestra increencia (Lc 22,31), aunque tengamos que volver a él siempre que nos hayamos extraviado (Lc 22,61).  Hay que pedir la gracia de perseverar hasta el fin no tanto para salvarse (Mt 10,22), sino, sobre todo, para que se nos desvele su rostro, su amor (Ex 33,18).
  • Una fe para descansar de fatigas: ésa es la fe de Jesús, el yugo llevadero y la carga ligera que sosiega y calma, que da energías nuevas, que devuelve el aliento perdido, que nos hace descansar sobre todo de fatigas inútiles (Mt 11,30). Una oración que descanse; una eucaristía alentadora y sosegante; un silencio que repare nuestros desgastes y nos abra a los secretos del alma de Jesús; un discernimiento que aclare nuestros desajustes (Mc 6,31).

 

 

 

 

FT 195

 

         «No se pierde ningún trabajo realizado con amor, no se pierde ninguna de las preocupaciones sinceras por los demás, no se pierde ningún acto de amor a Dios, no se pierde ningún cansancio generoso, no se pierde ninguna dolorosa paciencia».

  • Nada de lo hecho con amor se pierde: las entregas tienen un valor en sí mismas, independientemente del premio, del aplauso, del pago, del reconocimiento. El amor justifica y da sentido a todo acto de entrega.
  • Las preocupaciones sinceras por las situaciones de los demás siempre tienen un valor. Nos conmovemos y, ojalá, nos movamos. Preocuparse por los demás no es entrometerse en su vida; es no cansarse de mirar en la dirección del otro.
  • Todo acto de amor, a Dios y la persona, es productivo porque la buena relación, el reino de Dios, es el trabajo a realizar y la meta a lograr. Al amor le basta una pequeña grieta para florecer.
  • Ningún cansancio generoso, ninguna fatiga humilde, ningún sudor ignorado pierden su valor. pasan al subsuelo de la vida, al humus del que se nutren los corazones, al cimiento de la existencia.
  • Y todo ello aunque a la fatiga le acompañe un cierto dolor, una herida que duele. Un seguimiento de Jesús indoloro no es de calidad.

 

 

 

Oración

 

Señor, me cansa la vida,
tengo la garganta ronca
de gritar sobre los mares,
la voz de la mar me asorda.

Señor, me cansa la vida
y el universo me ahoga.
Señor, me dejaste solo,
solo, con el mar a solas.

Por todas partes te busco
sin encontrarte jamás,
y en todas partes te encuentro
sólo por irte a buscar.

 

 

3

OJOS ABIERTOS

 

Planteamiento

 

         Se puede vivir sin ver, sin mirar, sin lucidez. No es ningún tipo de ceguera física, sino existencial. Quien sabe mirar lleva una vida lúcida; quien no sabe mirar, vive en la inconsciencia. Esto es vivir en el tran tran de los días sin hacerse preguntas, sin valorar, sin queda tocado por lo que pasa; aquel, el vivir lúcido, se detiene en lo que vive, reflexiona, toma decisiones, se mueve sabiendo dónde pone los pies. Son dos maneras de vivir.

         Para mirar con ojos abiertos es preciso estar interesado por la realidad. Se trata de ser interesado, no tanto ser curioso. Habrá que superar esa cultura de titular de telediario que no se informa, que no lee, no profundiza; se queda en la superficie de las cosas. Cuando hablamos de ojos abiertos estos, a la vez, hablando de profundizar un poco.

         ¿Y qué hay que mirar? El lado humano de nuestros caminos. No se trata de vivir en las nubes, sino de descubrir en las sendas de la vida ese lado “espiritual”, profundo, interesante. Tendemos a la superficie y es preciso contrarrestar tal tendencia. Ojos abiertos para crecer en humanidad. De algo de eso se trata.

         Para todo ello, es preciso ser honrados con lo real. Es preciso encarar con humanidad lo que hay, lo que somos en este momento, lo que realmente nos ocupa y nos preocupa. Todo ello para no fugarse de la realidad, para no construir superestructuras que realmente no existen. La mirada de ojos abiertos es una mirada con arraigo antropológico, con raíces en la vida diaria.

         Para eso hay que mirar los detalles, porque en ellos, en su modestia, está encerrada muchas veces la maravillosa verdad de las cosas. Tratar todo en general, grosso modo, es una manera cegata de andar por la vida. No se trata de enredarse en minucias, sino de valorar las posibilidades que se encierran en los pequeños gestos de cada día.

         Todo ello nos llevará a una mística de ojos abiertos, aquella que entiende que para ser seguidor de Jesús no hay que salirse del marco de la cotidianeidad. En tal marco quiere Dios que le amemos y que sirvamos a los hermanos/as.

 

Eclesiastés 2,12-14

 

         «Me puse a considerar la sabiduría, la locura y la  necedad y descubrí que la sabiduría aventaja a la necedad lo mismo que la luz a las tinieblas. El sabio tiene sus ojos abiertos, mas el necio camina en tinieblas».

  • La comparación entre sabiduría y necedad es una manera de analizar la vida. Una ida y una fe despiertas no llegarán sin ese tipo de consideraciones, de discernimientos. Sin ello, la fe se vuelve rutinaria. Se necesitan espacios de discernimiento: oración, silencio, paseo contemplativo, contraste con la Palabra, diálogo con personas de consejo, etc.
  • La sabiduría aventaja a la necedad, el discernimiento a la ruina, una vida despierta a otra adormecida, una fe cultivada a otra simplemente heredada. Merece la pena trabajar por construir una fe y una vida lúcidas, enmacetadas en la realidad y, a la vez, con vuelo utópico, con horizonte.
  • La luz aventaja a las tinieblas: una vida luminosa no es algo que se nos dé sin más. Hacer luz dentro y en los propios caminos vitales es un trabajo que no nos será ahorrado. Se trata de pasar de una mirada opaca y neutra sobre la vida a otra mirada apreciativa, valoradora, disfrutadora de la realidad.
  • Por eso el sabio, el buen lector de la realidad, el creyente trabajador de la fe tiene los ojos abiertos, vive una fe lúcida, creativa, cultivada, redescubierta cada día. Mientras que el necio, el atolondrado, el rutinario, el que no pierde el tiempo en cosas que no producen vive en el atolondramiento y en el despiste de las tinieblas. Y cuanto más se vive en tinieblas, menos capacidad para desear la luz.

 

Reflexión espiritual

 

  • La mirada de Dios: para alimentar una mirada sobre la fe y sobre la vida de ojos abiertos hay que saber cómo nos mira Dios. Dice 1Cor 13,12 que cuando estemos con Jesús, comprenderemos cómo Dios nos ha comprendido. La mirada de Dios sobre nosotros es la mirada del respeto y de la compasión, del amor. Esa misma mirada habría de ir siendo la del creyente, eso es lo que hay que trabajar para que cada día más pueda ser un logro en nuestra vida. La mirada creyente es una mirada nueva sobre la vida, hasta en los detalles.
  • Las miradas de Jesús: Las miradas de Jesús según los evangelios son todo un código que termina por desvelar el rostro del Dios de amor. Efectivamente, ¿cómo saber sin la mirada de Jesús la hondura de su humilde grandeza? Las cristologías hondan en los componentes más profundos de la realidad espiritual de Jesús, pero dejan de lado los matices de componente antropológico. ¿Cómo saber de Jesús sin conectar con sus búsquedas? Y ¿cómo saber de tales búsquedas sin mirar a sus ojos? Por suerte, los evangelios nos han transmitido muchos matices de las miradas de Jesús. De tal manera que, incluso a través de textos tan “manipulados”, podemos hacernos una idea de aquellos ojos, de aquella luz. La mirada penetrante de Jesús está entre velos de sombra. Velos de sombra mezclados a blancos de luz. Mirada que se desdibuja en los telones de la historia. Mirada medio oculta por los avatares de la vida que es preciso desvelar mirando con amor los ojos que te miran con amor. Mirada de la que brota el rojo de la sangre, el rojo del amor que se extiende a lo largo del rostro, porque es una mirada de amor en un rostro que ama. Mirada que demanda otra mirada para que el ir y venir del amor encuentre su verdadera senda. Una mirada que oculta la boca del enamorado pero que se adivina tras los velos del silencio. Porque la suya es una mirada que no muere en el silencio, sino que, por el contrario, la hace más viva, más elocuente. Mirada que pregunta al corazón y que demanda una respuesta que brote de la fuente del amor, del venero inagotable del fundamento de la vida. Antes que mirado, el rostro de Jesús es un rostro que mira. Su mirada ha desvelado la manera de mirar el camino lleno de avatares de la historia que tiene el Dios que ha ceñido su suerte a tal historia. Si algo caracteriza tal mirada es la com-pasión, la pasión por vivir compartida. Esa pasión es la que desata la ternura del corazón y cumple con la vocación primordial que anida en todo ser: vivir, más allá de sobrevivir. Por ello, la compasión que anida en la mirada de Jesús, en la mirada de Dios, deja claro que el camino de la historia, incluidas sus limitaciones, tiene sentido porque anida en él la llamada a la vida. Mirados para sostenernos en la vida, esos son los resultados espirituales de la búsqueda de Jesús.
  • Mirada fraterna: se trata de entender que el grupo de fe (familiar, religioso, parroquial, congregacional) merece ser mirado con la comprensión y el respeto de quien me facilita la fe. Mirada fraterna y agradecida. Hay que alejar lo más posible las miradas desconfiadas, displicentes, ajenas de interés, duras. La mirada es la puerta del corazón. Y eso lo notamos todos.

FT 281

 

         «Entre las religiones es posible un camino de paz. El punto de partida debe ser la mirada de Dios. Porque «Dios no mira con los ojos, Dios mira con el corazón. Y el amor de Dios es el mismo para cada persona sea de la religión que sea. Y si es ateo es el mismo amor. Cuando llegue el último día y exista la luz suficiente sobre la tierra para poder ver las cosas como son, ¡nos vamos a llevar cada sorpresa!».

  • Dios mira con el corazón, tanto para andar los caminos de la paz como cualquier camino de vida. En esa mirada encontramos amparo y orientación. Encontrarse con la mirada compasiva de Dios, por etéreo que parezca, es una gracia impagable.
  • Esa mirada compasiva se derrama más allá de cualquier religión (recordar aquella frase del priori de Tiberine: “Si Dios quiere podré, pues, sumergir mi mirada en la del Padre para contemplar junto con Él a sus hijos del Islam”).
  • Dios mira con amor a los ateos y a nuestros propios ateísmos, los encaja en su corazón que ama hasta hacer de esos ateísmos, por paradójico que suene, un camino hacia él.
  • AL final nos vamos a llevar la sorpresa de un amor volcado a nosotros en totalidad, por encima de fallos, envolviendo el mal y triunfador del bien. Toda una sorpresa anunciada, intuida, algo sabida pero nunca vivida del todo.

 

Oración

 

Están mis ojos cansados
de tanto ver luz sin ver;
por la oscuridad del mundo,
voy como un ciego que ve.

 

Tú que diste vista al ciego
y a Nicodemo también,
filtra en mis secas pupilas
dos gotas frescas de fe.

 

 

 

 

 

 

4

TIEMPO

 

Planteamiento

 

         Por muy fugaz que sea, el tiempo es un don divino: poder estar aquí, poder ver discurrir el tiempo, tener tiempo para hacer el bien, disponer de tiempo para amar, tener oportunidad de aprender con tiempo, tener tiempo para curar y para reorientar la vida. El tiempo: don fugaz, que escapa de las manos, que se pierde a veces, don divino.

         Todos lo sabemos: no es lo mismo dejar pasar el tiempo en vano que aprovechar el tiempo. Dejar pasar el tiempo sin ton ni son es una pérdida irreparable que no vuelve; pasarlo en la búsqueda afanosa del propio bien, del exclusivo placer, hacer del tiempo una herramienta de dominio; todo eso es pérdida. Aprovechar el tempo para la interioridad, el disfrute, la espiritualidad, la cultura y, sobre todo, hacer el bien a quien lo pasa mal es aprovechar el tiempo, aunque el provecho no sea monetario, sino humano.

         Se dice que el tiempo es oro, algo de mucho valor. La expresión lleva implícita la advertencia de que no toques mi precioso tiempo. Si es tiempo para los demás, el “oro” se multiplica y todos salen beneficiados. Si es para uno solo, el oro se devalúa y todos salimos perdiendo. Cuando alguien nos dice “tienes todo mi tiempo”, hace para nosotros la mayor ofrenda.

         Es algo muy saludable vivir en el propio tiempo, ni antes (en la nostalgia) ni después (en la búsqueda desesperada de novedades). Para estar en el tiempo presente es preciso amar la sociedad, ser empático con los movimientos humanos (cosa que no excluye la crítica), desterrar la crítica negativizadora contra el momento presente creyéndolo como la peor de todas las épocas. Ser persona de tu tiempo es ser persona que ama su tiempo.

         El tiempo no vuelve, pero las oportunidades sí. Siempre se puede recomenzar, retomar la senda de la vida y de la fe, recuperar el camino de un amor interrumpido, volver a hacer la promesa de un tiempo dado en ofrenda a quien se ama. Dios y Jesús dan segundas y terceras oportunidades. Hay que aprovecharlas.

 

Eclesiastés 3,1.11

 

         «Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo. Dios ha hecho las cosas apropiadas en su momento y también les concedió el sentido del tiempo».

  • Es preciso saber captar el momento oportuno porque, efectivamente, todo tiene su momento. Es una sabiduría no precipitar el momento y no retrasarlo. Hay que pensar mucho cuándo decir una cosa y decirla cuando se debe. Ser oportuno es una cualidad envidiable; ser inoportuno lleva al sinsentido y al distanciamiento.
  • Cada creatura tiene inscrito en su ser el momento preciso y valioso de su aportación al coro de lo creado. Esa aportación, por humilde y desconocida que sea, resulta valiosa. Viene constituir el humus sobre el que florece la vida.
  • Dios hace y da las cosas apropiadas en su momento: el tiempo de salvación, el tiempo propicio, el kairós. Saber olfatearlo, entreverlo, percibir los pequeños brotes de esperanza es un gran valor que remite a una vida lúcida y a una fe cultivada.
  • Toda cosa tiene el sentido del tiempo, su lugar en la inmensa cadena del cosmos, por mucho que se diluya en medidas de millones de años. La persona también tiene su espacio en ese escenario de millones de años que no sabemos abarcar ni con la imaginación. Se nos dio un tiempo como un regalo, como un precioso don en el inconmensurable regalo del cosmos que vive y se expande.

 

Reflexión espiritual

 

  • Dios generoso: por muy breve que nos parezca la vida, Dios es generoso con nosotros al darnos tiempo para el disfrute, para el conocimiento, para la fraternidad, para la fe, para el gozo, para el saber. Y generoso para la espiritualidad cristiana: para tener y vivir los sacramentos, para poder rezar, para leer la Palabra, para acompañar a los frágiles, para poder sobrevivir a las lágrimas. Nuestra plegaria es la del Salmo 90,12: “Enséñanos a calcular nuestros años para que adquiramos un corazón sensato”.
  • Tiempo suficiente para seguir a Jesús: eso sí que lo tenemos seguro: Dios nos da el tiempo suficiente para hacer el camino con Jesús, para poder intuir de qué va eso y para poder disfrutar el estar con Jesús (Mc 3,14). No es el seguimiento algo tan arcano que no lo alcancemos nunca; se puede lograrlo y depende mucho de la intensidad de relación con Jesús.
  • Tiempos fuertes: así denomina la Iglesia a ciertos tiempos litúrgicos (Adviento, Cuaresma, Pascua). Pero un tiempo “fuerte” puede ser, además, un retiro bien trabajado, un plan de oración seguido con fidelidad, un voluntariado hecho con dedicación, un aprendizaje formativo hecho con alma. Los del Salmo 94,7: “Si hoy escucháis la voz del Señor, no endurezcáis vuestro corazón”.
  • Buenos tiempos para la espiritualidad: los nuestros. Porque quizá no sean los mejores para la religión, pero son buenos para la espiritualidad. Hay mucha gente que bucea en el interior, que profundiza, que elabora un camino de fe viva. Es cierto lo que decir Jn 3,8: el Espíritu sopla donde quiere. Hoy también sigue soplando.

 

FT 66

 

 «Con sus gestos, el buen samaritano reflejó que la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro».

  • Un tiempo ligado a los demás: esa es la mejor perspectiva para leer y vivir el don divino del tiempo. Mide tu correcta percepción del tiempo por la cantidad y la calidad del tiempo que dedicas a los demás. Al samaritano, la secuencia mirar-acercarse-inclinarse-echar vino y aceite-vendar-montar en la cabalgadura-llevar a la posada-cuidar-prometer volver le llevó mucho tiempo. Algo de mucho más valor que los denarios que dio al posadero.
  • Por eso mismo, la medida del tiempo que vivimos no es tanto el número de años que llegamos a acumular, sino el tiempo que damos a los demás, el que dedicamos al encuentro. Si no brota el encuentro, no estamos empleando bien el tiempo; si se da el encuentro, el tiempo tiene sentido.
  • Y todo porque nuestra existencia está ligada a la de los demás. En esa ligazón adquiere sentido y, si no existiera, estaríamos ante una formidable pérdida de tiempo y de sentido.

 

Oración

 

Así eres Tú, Señor del tiempo y de la vida:

Tú, que llenas de ritmo y compás cada cosa

          Cada latido

Tú que conoces mis tiempos y mis pausas

          Mis idas y venidas

          Mis aciertos y atropellos

          Mi música y mi silencio.

Acompásame, Señor, contigo

          Que respire con tu aliento

          Que camine con tus pasos

          Que mire con tus ojos

          Que responda con tu voz

          Que escuche con tu amor

          Que ame con tu libertad

Y mi corazón, pobre y gastado,

se llene de Espíritu

soplando agradecido:

Tú, mi ritmo.

Tú, mi compás.

Tú, mi silencio.

Tú, primer y último latido.

Tú, Señor de mi tiempo y de mi vida.

 

 

5

DISFRUTE

 

Planteamiento

 

         El disfrute no ha sido tema trabajado en la espiritualidad tradicional. Se le ha mirado con un cierto recelo, por su proximidad (así se pensaba) al pecado (en el Kempis no aparece ni una sola vez). Y sin embargo, es imposible vivir el amor, la fe, la vida en general sin el disfrute. Porque en la vida hay disfrutes abominables (el disfrute de quien mata), pero hay disfrutes hermosísimos: el disfrute de la oración, del amor al trabajo, del gozo de la vida familiar, de la pasión por los pobres, el disfrute de ver que los pobres son, a veces, atendidos y que la justicia les hace caso.

         Una vida sin disfrute es una vida sosa y amarga; una fe sin disfrute desvela que uno no ha sido “atrapado” por la hermosura de Dios y por el atractivo de Jesús. Una Palabra no disfrutada no es una Palabra bien leída; una eucaristía no disfrutada es una eucaristía obligada. Abrazar la espiritualidad del disfrute no es irse por las ramas y, menos todavía, exponerse al peligro. Es algo bien necesario.

         Los disfrutes espirituales son útiles para una experiencia viva de la fe: la oración deseada, la eucaristía compartida, la Palabra degustada, la Iglesia entendida y vivida como casa de amparo y de gozo. Si la acusación de que nuestra fe es triste fuera cierta, habría de ser sustituida por una fe vibrante, gozosa y gustosa.

         Lo mismo pasa con la fraternidad (de la VR, de la vida familiar, de los grupos de fe): si es vivida solamente como reglas que hay que guardar, obligaciones que hay que cumplir, restricciones que se nos imponen, le falta algo, lo más importante: experimentar el gozo de caminar juntos, disfrutar la comunicación sencilla, compartir vivencias comunes. Si todo esto no se diera, la fraternidad se agosta y entra en la rutina que fatiga.

         Hay, incluso, disfrutes sociales que son muy jugosos: ver que el frágil es atendido y respetado, percibir que algunos de los excluidos van saliendo a flote, saber que nadie es desechado en la atención médica (aunque aún quede mucho por hacer con el sector social más vulnerable), alegrarse con las alegrías del vecindario, de la ciudad. Si no disfrutamos de nuestra sociedad, ¿cómo les podremos hacer, llegado el caso, una oferta de espiritualidad cristiana?

 

 

 

Eclesiastés 3,22

 

         «Veo que nada hay mejor para una persona que disfrutar de lo que hace, pues esa es su paga. ¿Quién va a traerle lo que sucederá después de ella?».

  • Puede parecer que el disfrute como paga de lo que se hace es medida rácana, escasa. Pero no; el disfrute es una buena medida: ¿si no disfrutas de los que haces, si lo que haces no tiene para ti mismo un valor, cómo lo va a tener para los demás? De ese disfrute depende la significatividad de la vida (hacer bien lo que se hace, aunque sea poco) en contra del anhelo de relevancia (querer salir en la foto, estar en el escaparate). La vida creyente está llamada a ser significativa más que relevante.
  • La satisfacción de hacer bien algo puede parecer poca cosa, pero es una gran satisfacción, se premie o no, se pague o no, se agradezca o no. No dar paso a algo defectuoso (laudes del miércoles semana II) es un propósito muy valioso porque la desidia nos cerca. Hacerlo bien es la mejor manera de escapar de ella.
  • Lo que suceda después de lo bien hecho no se sabe, nadie se lo va a decir de antemano. Lo más posible es que tenga efectos beneficiosos, pero no se sabe. Por ello, disfrutar haciéndolo bien en el presente es su  mejor garantía de cara al futuro. Es medicina contra la indolencia y el todo da igual.

 

 

 

Reflexión espiritual

 

  • Dios apasionado: así es el Dios de Jesús. La única pasión que abandona es la cólera, aunque el judío que hay en Pablo aún la mantenga (Rom 3,18). Pero su pasión es el perdón (Lc 15,11-32), la generosidad (Mt 20,1-16), la espera incansable (Ap 3,20), el amor (1 Jn 4,8). Dios de pasiones y de disfrutes (Lc 15,7).  ¿Un Dios frío, impasible, hierático podría haber sido el motor de una fe viva?
  • Jesús disfrutante: no son explícitos los evangelios en este punto. Pero lo vemos disfrutando en sus oraciones vivas (Mt 11,25; Jn 11,41), en su aprecio de las personas (Mt 11,11), en sus anhelos de dentro (Jn 8,29), en sus amistades (Jn 11,1). ¿Cómo iba a ser bálsamo para las heridas de quienes andan en los caminos con un rostro adusto y un corazón de corcho? Por el contrario, hasta la fe de los  paganos lo ablandaba (Mc 7,24-30). Un Jesús proclive al disfrute porque está cerca del corazón.
  • Una fe jugosa: hecha de experiencias vivas, más que de ideas, de vivencias de dentro más que de dogmas definidos. Una fe con historia personal, no con argumentos fríos. Una fe biográfica en la que se ha aprendido a Jesús por uno mismo, no por la mediación de otros, aunque esto, sin duda, puede ayudar.
  • Inocencia original: algo de eso hace falta para vivir una fe disfrutante: recuperar al niño que llevamos dentro y a la inocencia de nuestra primera mirada a Jesús. LS’ 66 dice que san Francisco fue de los que logró recuperar esa inocencia  original. Se puede comenzar desterrando lo más lejos posible la desconfianza porque, con ella presente, el disfrute se hace prácticamente imposible.

 

FT 219

 

«Cuando un sector de la sociedad pretende disfrutar de todo lo que ofrece el mundo, como si los pobres no existieran, eso en algún momento tiene sus consecuencias. Ignorar la existencia y los derechos de los otros, tarde o temprano provoca alguna forma de violencia, muchas veces inesperada». 

  • Es un texto que tiene algo de rapapolvos porque nosotros podemos entendernos como personas que puede disfrutar de todo, que tienen derecho a todo, frente a quienes no siendo de aquí (por más que sean personas) parece que no tienen los mismos derechos. Los derechos son universales; mientras no los disfruten todos, no se ha llegado a su verdad.
  • Ignorar a los pobres, apartarlos del disfrute, entenderlos solamente como mano de obra necesitada es un desenfoque. Promocionar y unirse a los gozos de los pobres es unirse a Jesús que secaba las lágrimas de quienes lloraban. Privar a los pobres de sus gozos es uno de los mayores pecados.
  • No podemos extrañarnos, dice el Papa, que la privación del disfrute de los derechos de los pobres pueda llegar a engendrar formas de violencia. Ellos procesan su situación de excluidos del banquete de la vida y se rebelan contra ella. No se puede pretender despojarles impunemente del gozo al que tienen derecho simplemente por ser creaturas.

 

Oración

 

Enséñame, Señor, a vivir el don de cada día,
sin otros planes que los tuyos, los de cada día.
Que pueda maravillarme de tu amor.
Que el rostro de mi prójimo sea nuevo para mí.

Dame un corazón, Padre,
resistente con el sufrimiento de cada día,
fuerte con la lucha frente al mal
amoroso con la oración de cada día.

Que sepa confiar en Ti,
dejando en tus manos el mañana
sin inquietudes ni prisas.
Que cada día estrene tu paz,
aprendiendo de Ti, cada día,
el sentido de la salud o la enfermedad,
del éxito o el fracaso,

del progreso o del retroceso.
Enséñame, Señor, a vivir el don de cada día.

 

 

 

 

 

 

6

POBREZAS

 

Planteamiento

 

         La espiritualidad de la pobreza habría de ser cambiada  por la preocupación por las pobrezas. Ese plural es el que interesa: ¿qué sabemos de las pobrezas? ¿En qué medida nos interesan? ¿Cómo podemos incidir en ellas? Esas son las cuestiones que es preciso ir resolviendo ante el duro y múltiple mundo de las pobrezas.

         Es bueno que las pobrezas nos conmuevan (peor sería si nos dejaran indiferentes, anestesiados). Pero lo más interesante es que las pobrezas nos muevan, deriven en conductas prácticas. Por lo que sea, ese paso se da con dificultad quedando solamente la conmoción del corazón que no lleva a orientar los pasos en una determinada dirección.

         Será preciso activar la responsabilidad, porque quien vive en la abundancia cree que él no tiene parte en el cruel desaguisado de las pobrezas. Es cierto que comprar es un acto moral. Y viajar, trabajar, vestir, comer, curarse, etc. Toda actividad humana tiene su reflej oen el conjunto de la sociedad. Mientras no sintamos esta implicación siempre veremos el problema de las pobrezas como algo desde fuera, algo en lo que yo no tengo parte.

         Y la actuación ante las pobrezas demanda en estos tiempos un nivel de organización que antes no era tan necesario. Y ello, no solamente por razones de eficacia, sino también por la dinámica del desarrollo al que  tiende la actuación con las pobrezas (no solamente por razones de socorro), por razón de humanidad. Actuar contra las pobrezas no es fácil: demanda un alto nivel de corresponsabilidad, organización, control en los proyectos de desarrollo y, en definitiva, fe en lo humano.

         Para la VR el viejo voto de pobreza habría de evolucionar en voto de mayordomía (de buena gestión, evangélica) y de generosidad. El hermoso logro de una economía orientada desde el evangelio habría de tener como meta la preocupación explícita, organizada y eficaz ante las pobrezas. Si no, pretender que la sociedad crea que los religiosos/as somos pobres es una fantasía insostenible.

         El trabajo continuado y acrecentado en la madurez de la vida por llevar una vida simple puede ayudar mucho a entrar en la órbita de las pobrezas. La sencillez de vida aclara mucho las cosas y deja las preguntas desnudas delante del seguidor/a de Jesús.

 

Eclesiastés 4,1

 

         «Me puse a considerar la peor de las opresiones perpetradas bajo el sol: vi llorar a los pobres sin que nadie los consolase; la violencia de los opresores, sin que nadie les detuviese».

  • La peor de las opresiones es la violencia y el menosprecio con los pobres, la génesis inhumana de situaciones  establecidas de pobreza, la división del mundo entre los que cuentan y los que no cuentan. Es muy difícil entender que las pobrezas son el lado más inhumano de la historia cuando no se pertenece a ese mundo, cuando se está lejos de las garras que destrozan y de las hambres que devoran. Dos absolutos: Dios y el hambre, decía Casaldáliga. Ni siquiera el primero; sólo el segundo.
  • Las lágrimas de los pobres que nadie recoge, que no importan a nadie, que se pierden en el mayor de los olvidos. Dios las recoge (Sal 56,8). Hacer llorar a un pobre es una iniquidad. Esa opresión se “perpetra”, igual que un crimen. De alguna manera,  es preciso generar consuelo, interés, preocupación.
  • La violencia que nadie detiene. Pero, en realidad, hay muchos  que se oponen tenazmente a la violencia con riesgo de sus vidas (obispo Rolando Álvarez). Sin esa oposición, la violencia habría destruido ya la tierra. La violencia contra los pobres supera la impunidad en la resistencia de los pacíficos. El silencio en el que discurren las lágrimas de los empobrecidos, se hace, algunas veces, clamor elocuente.

 

Reflexión espiritual

 

  • Dios de pobres, Dios de esclavos: pocas veces ocurre en la historia de las religiones que Dios se presente como un Dios de pobres, al lado de los esclavos (Ex 3,7). Por muchas que sean las infidelidades de Israel, sigue siendo el Dios de los oprimidos. Dios ama a todos, pobres y ricos, pero no del mismo modo: se alía con los empobrecidos y advierte a los poderosos (Lc 1,39-56). Dios abandona a estos en su necia terquedad (Lc 16,19-31) y acoge al frágil en su debilidad (Prov 31,9).
  • En la mesa de los pobres: uno de los rasgos definitorios del comportamiento de Jesús es haberse sentado a la mesa de pobres y pecadores asociándose, de algún modo, a su ser pecador. Ningún profeta o gran “santo” del AT se ha comportado así. Por eso mismo, las pobrezas están en el núcleo de la fe en Jesús, no son mera consecuencia de esa fe (contra Clovis Boff). Esto tiene que llegar a marcar la vida y las opciones del seguidor/a.
  • ¿Dentro o fuera?: quizá hayamos hecho un tipo de fe que no permite que las pobrezas estén dentro de las preocupaciones de la vida cristiana, aunque vamos mejorando notablemente. La Iglesia habla mucho de los pobres a la vez que crea una estructura donde no tienen cabida, excepto en sectores específicos (Cáritas, Manos Unidas, ONGs católicas, etc.).. Para avanzar en esto se precisa un cambio tan fuerte en la estructura eclesial que hoy todavía es un sueño.
  • Con los pobres de la tierra: así comienza el poema de José Martí. Teniendo a un Dios y a un Jesús que han echado su suerte a ese lado, se impone para el creyente una tarea imprescindible: tomar carta de responsabilidad en el tema de las pobrezas. No se puede mirar para otro lado. Es preciso hacerse cargo del tema tanto personal como institucionalmente. Nos jugamos en eso mucha de la orientación evangélica de la vida del creyente y de la misma Iglesia.

 

 

FT 21

 

«Hay reglas económicas que resultaron eficaces para el crecimiento, pero no así para el desarrollo humano integral. Aumentó la riqueza, pero con inequidad, y así lo que ocurre es que nacen nuevas pobrezas. Cuando dicen que el mundo moderno redujo la pobreza, lo hacen midiéndola con criterios de otras épocas no comparables con la realidad actual. Porque en otros tiempos, por ejemplo, no tener acceso a la energía eléctrica no era considerado un signo de pobreza ni generaba angustia. La pobreza siempre se analiza y se entiende en el contexto de las posibilidades reales de un momento histórico concreto».

  • Las reglas económicas no son todo. Los planes de regeneración económica pueden encerrar la perpetuación de las pobrezas bajo modos más “civilizados” pero tan excluyentes como siempre (crear empleo en condiciones de “esclavitud”).
  • Al haber inequidad, nacen nuevas pobrezas (no llegar a fin de mes aun teniendo trabajo, generar dependencia en base a contratos legales pero empobrecedores, pobreza climática, pobreza energética, inseguridad alimentaria, etc.). Surgen nuevas pobrezas porque la fuente de las mismas sigue manando: la desigualdad.
  • La reducción de la pobreza y del hambre se hace con criterios geopolíticos. Pero quien está sumido en la pobreza sigue en ella. No le consuelan las estadísticas,  no llenan su estómago.
  • La pobreza energética, las dificultades para lograr una vivienda, le imposibilidad de emancipación, la tiranía de la dependencia económica, etc., generan angustia y “llanto” social.

 

Oración

 

Padre, Creador de Abundancia,
concédenos generosidad para compartir tus dones y beneficios
con nuestros hermanos y hermanas en toda la Tierra.

Jesús, Príncipe de Paz,
que seamos artesanos de la paz que fortalece la justicia
y de la justicia que sostiene la paz.

Espíritu de Justicia,
que el amor y la igualdad que compartes con el Padre y el Hijo
nos inspiren a apoyar políticas justas de comercio que levanten a los pobres.

Padre, Creador del mundo,
que seamos buenos corresponsables de las riquezas de la Tierra
y respetemos los pueblos de cuyas tierras se extraen los recursos.

Jesús, Señor que alivias nuestras Cargas,
que nos apiademos de las naciones agobiadas por las deudas
y nos comprometamos a buscar su exoneración.

Espíritu Santo, Autor de la Vida,
inspíranos paraa proteger el don de la Creación,
y a ayudar a los pobres que más sufren a causa del daño al medio ambiente.

Dios que eres comunión de Amor,
ayúdanos a amar a todos nuestros prójimos y a los desplazados de sus hogares,
acogiendo a los refugiados e inmigrantes y aliviando la pobreza en otros países.

Padre
ayúdanos a reconocer tu rostro en todos los afectados por la pobreza mundial
y llénanos con el amor y la fortaleza necesarias para combatir sus causas.

 

 

7

FRATERNIDAD

 

Planteamiento

 

Hablar sobre la fraternidad es estar amasando siempre la misma masa, la masa de lo humano. Por eso aparece el asunto en textos antiguos y en propuestas de hoy. La fraternidad, en cualquiera de sus variantes, es el objetivo y sentido del camino humano. Por mucho que la maltratemos, la hiramos, la oscurezcamos, la fraternidad sigue interpelando al corazón humano. Antes y ahora.

Como decía Bauman (Príncipe de Asturias 2011) el sentido de la vida humana es vivir con y para el otro: eso es la fraternidad, situarse en la órbita de lo común y entregarse con dedicación los trabajos comunes. Esto es una bomba en la línea de flotación del individualismo, de la autorreferencialidad.

Problema complejo porque se trata de adquirir una mirada común a la vida lo que supone sumar individualidades, difícil suma siempre. Posibilidad porque la suma de personas multiplica los caminos y abre horizontes desconocidos a la persona. Cuantas más posibilidades se abran, más se reduce el volumen de los problemas.

Una de las preocupaciones de hoy en esta coyuntura reductiva de las fraternidades es generar ilusión. La ilusión es más importante que las vocaciones (aunque no las desechamos). Un grupo con ilusión tiene el dinamismo de la creatividad, de la alternatividad y del gozo. Contagiar ilusión es una tarea de siempre, especialmente de nuestro hoy.

La vida fraterna es una vida reunida. Quien no ama lo común tiene un fuerte problema de fraternidad, no ha venido a buen sitio. La esterilidad de nuestras reuniones ha de ser revertida por el afán de mezclarse con la realidad del hermano como mejor camino de seguimiento.

 

Eclesiastés 4,9-10

 

«Mejor dos juntos que uno solo, pues su fatiga les aprovecha más. Si uno cae, le levantará su compañero, pero ¡pobre del solo que cae!, pues no tendrá quien le levante».

  • Para el Eclesiastés es cosa clara: uno más uno no son dos, sino mucho más. Es la pura realidad: la unidad, la fraternidad no solamente suma, sino que, además, multiplica. Las pegas de la fraternidad quedan ampliamente superadas por sus beneficios. La fraternidad es rentable en muchos aspectos (humanos, económicos, espirituales, etc.).
  • Las fatigas menguan en  la vida fraterna porque es esencial a la misma el reparto de los pesos de la vida. Una fraternidad que, ella misma, suponga un peso es una contradicción: lo suyo es aliviar pesos, hacer más ligera la carga de los días. Los disfrutes fraternos son antídoto contra la fatiga.
  • Las inevitables caídas de la vida, algunas graves, son más llevaderas en todos los casos si la fraternidad las acoge. Muchas veces hemos experimentado que nos ha levantado de nuestra debilidad la fortaleza de un compañero/a, de alguien que vive con nosotros. Todos hemos sentido en nuestra vida la ayuda impagable de un cirineo en momentos de dificultad.
  • Caer solo es doblemente penoso. Por eso mismo, la gran tarea de la fraternidad, como la de Jesús (Jn 5,21), es colaborar a levantar al caído, sacar de la zanja a quien anda en oscuridad, abrir horizonte cuando todo se oscurece. De san Francisco dice san Buenaventura que fue luz en tiempos de oscuridad. Esa es la gran vocación de la vida comunitaria.

 

Reflexión espiritual

 

  • Un Dios familiar: Desde tiempo inmemorial ha visto la espiritualidad y lo ha deseado fervientemente que Dios sea como un familiar al que se puede tratar con confianza. El Dios del Génesis así lo demuestra: baja al fresco del jardín para el diálogo amigable (Gén 3,8), cose pellizas a Adán y Eva para que no pasen frío (Gén 3,21), profesa una fidelidad a la persona por encima de sus fallos (Gén 9,13), ampara al exilado (Gén 28,11-19), etc. Es el Dios materno que enseña a andar a Israel (Os 11,3) o que se dirige a él con acentos de honda ternura (Is 41,14-16). El anhelo de un Dios familiar que se concreta en la familia de quienes cumplen el designio del Padre (Mc 3,35r).
  • Un Jesús necesitado de hermanos a quienes amar: tuvo Jesús muchos motivos para despedir a sus discípulos. No le ayudaban mucho y, a veces, eran un estorbo (Mc 4,36). Pero nunca los despachó porque los necesitaba para amarlos, para que estuvieran con él (Mc 3,14). Por eso los echó de menos cuando lo dejaron solo (Jn 16,32). Jesús, él también, necesitado de fraternidad. Creía que el reino se implantaba por el cauce de la fraternidad con el débil (Mt 25). Jesús, hermano que necesita hermanos y hermanas (Jn 20,17).
  • La fe se experimenta en la fraternidad: porque la fe no es cosa principalmente de ideas, sino de experiencias personales. Y la experiencia de la fe, los grandes principios, se “tocan” en la vida fraterna. Lo vemos en la carta a los Romanos: dice Pablo que, por la muerte de Jesús, Dios nos ha liberado del pecado, de la ley y de la muerte de modo que podemos llevar una vida nueva en Cristo. Pero esa vida nueva de palpa en la vida comunitaria con sus pequeños problemas (uno come una cosa, otro otra; uno guarda un día, otro uno distinto; etc.). De tal manera que los fuertes han de llevar las flaquezas de los débiles (Rom 15,1).
  • Grupos de fe: no son aquellos con los que uno normalmente se va por ahí de fiesta. Son, sin embargo, grupos de fraternidad porque se comparte en ellos un aspecto importante como es la experiencia cristiana. Puede que de ellos nazca la amistad o puede que no. Pero son grupos fraternos muy importantes para el desarrollo de la fe. Es bueno cultivarlos.

 

FT 87

 

«Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás. Ni siquiera llega a reconocer a fondo su propia verdad si no es en el encuentro con los otros: Sólo me comunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro. Esto explica por qué nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar. Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana, porque la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte».

  • Un número muy bueno. Podría estar en las paredes de las casa religiosas y de las familias. Uno cree que se realiza a costa de los demás. El Papa dice que uno se realiza en la entrega al otro.    Lo mismo dice Jesús en el evangelio (Mc 9,35).
  • En el encuentro con los otros se encuentra uno consigo mismo. El otro nos ve desde fuera y su visión es, en parte, acertada. Menospreciarla es un error de conocimiento y de fraternidad.
  • Para lograr crecer en fraternidad hay que habilitar espacios de comunicación. Si cada uno va a lo suyo, se diluye la fraternidad.
  • La vida brota si hay fraternidad: es el terreno adecuado para que florezcan los mejores valores humanos. La fraternidad es el terreno natural de los valores.
  • Hace falta concretos a quienes amar y por quienes rezar (Rom 1,8). La concreción de la fraternidad ayuda a la espiritualidad.

 

Oración

 

Señor y Padre de la humanidad,
que creaste a todos los seres humanos

con la misma dignidad,

infunde en nuestros corazones

un espíritu fraternal.

Inspíranos un sueño de reencuentro,

de diálogo, de justicia y de paz.
Impúlsanos a crear sociedades más sanas

y un mundo más digno,
sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras.

 

Que nuestro corazón se abra
a todos los pueblos y naciones de la tierra,

para reconocer el bien y la belleza
que sembraste en cada uno,
para estrechar lazos de unidad,

de proyectos comunes, de esperanzas

compartidas. Amén.

 

 

 

8

DINERO

 

Planteamiento

 

         No hay que hacer lírica barata: necesitamos del dinero para vivir. Siempre ha sido así, pero más en esta sociedad nuestra donde el trueque, el pago en especie, etc., han quedado casi desaparecidos, residuales. Es preciso ir construyendo una espiritualidad para esta época nuestra del dinero sin terminar aprisionados por él.

         Efectivamente, lo malo del dinero es que su ser “caníbal”: termina devorándolo todo de manera insaciable (la vieja canción del “todos queremos más”). La espiritualidad del dinero, su supeditación a lo humano, ha de darse por encima y más allá de la cantidad: el tener poco no exime de trabajar su reorientación.

         El poder omnímodo del dinero se contrarresta con una espiritualidad de la justicia y de la generosidad. El lado injusto del dinero queda patente cuando se trata del mucho dinero; pero también puede estarlo en el poco dinero. Su lado cuestionable está sustentado por el egoísmo que alienta nuestra visión del dinero y que va emparejado con la injusticia. Todo ello se cura a base de generosidad, La generosidad es necesaria con lo que sobra y puede llegar hasta lo que hace falta y solamente puede brotar de alguien que ha escapado de las garras del egoísmo. Difícil, pero posible.

         Parece un axioma consagrado aquello de que con mi dinero hago lo que yo quiero. Desde el punto de vista evangélico y social, tu dinero no es solamente para ti, no puedes hacer lo que quieras: alguien, el necesitado, tiene algún tipo de derecho sobre lo tuyo. Su necesidad es la que le otorga ese cierto derecho. Es una exigencia de nuestro ser familia humana y de nuestro ser familia creyente.

         Y, junto a la generosidad, la sencillez de vida. Es saludable aquello que dice Cáritas: vive sencillamente para que otros sencillamente puedan vivir. Las repercusiones morales de nuestros actos económicos son evidentes. Con los años habríamos de cultivar explícitamente la sencillez de vida en la que, por cierto, se encierra un verdadero gozo ya que al despojarnos de lo que no es esencial brota con más facilidad lo que es importante. No se trata de racanear, sino de moderarse.

 

Eclesiastés 5,9.14

 

         «Quien ama el dinero no se harta de él. Quien ama la abundancia quiere más ganancias. Desnudo salió del vientre de su madre y desnudo volverá, tal como ha venido, y nada se llevará de la fatiga de sus manos».

  • La manera de controlar la “insaciabilidad” del dinero es ir aprendiendo el arte del disfrute con poco, del gozo de los placeres sencillos y muchas veces gratuitos (respirar, contemplar lo creado, la conversación agradable, la pluralidad ciudadana, la alegría de los niños, etc.). Gozos que no cuestan dinero pero son imprescindibles para que la vida tenga sabor.
  • ¿Cómo amar otra “abundancia” que la económica? La abundancia de buena relación, de diálogo, de amabilidad, de respeto, de cercanía, de sensibilidad, de interés por el frágil, etc. Las otras abundancias que están libres de la tiranía de las ganancias. ¿Es todo esto lírica o es algo realmente posible?  ¿Cómo escapar a esa visión “realista” de la vida que todo lo circunscribe a las ganancias económicas?
  • La consideración de la “desnudez” humana es muy saludable: los valores están, sobre todo, en la realidad de la persona, en su interioridad, no en los ropajes monetarios que se ponga encima. A la larga sale la verdad: lo que uno es no se ve en lo que se pone, en lo que tiene, sino en lo que es. ¿Cómo escapar de los añadidos externos y animarse a construir valores de dentro?
  • Es evidente que nada nos llevamos de la fatiga de nuestras manos. Decía J. Melé de Tríodos Bank que si viéramos lo que muchas veces hacen los herederos con el dinero heredado.. Y el Papa Francisco tiene una frase irónica: “¡Nunca he visto, detrás de un coche fúnebre, un camión de mudanzas! No tiene sentido acumular si un día moriremos. Lo que debemos acumular es la caridad, es la capacidad de compartir, de no permanecer indiferentes delante de las necesidades de los otros”.

 

Reflexión espiritual

 

  • Dios generoso: quizá sería más fácil controlar nuestra ansia de dinero si asumiéramos la certeza de que el Dios de Jesús es un Dios generoso. Viene magníficamente expresado en la parábola de los trabajadores a la viña (Mt 20,1-16): “¿Vas a molestarte porque yo sea generoso?”. La generosidad de Dios se manifiesta en lo creado (millones de galaxias, 400 millones de espermatozoides, etc.). Pablo hablaba de la “sobreabundancia de la gracia” (Rom 5,20). Dios es un derrochador porque él no mira su potencia con egoísmo. La idea de un Dios que da con cuentagotas es una proyección de nuestro racanismo.
  • Jesús libre de ambiciones: murió tan pobre como vivió. Le encontró sentido al servicio y se definió como uno que sirve (Lc 22,27). No hizo mella en él la ambición y habló de “devolver” al poderoso su dinero para marcar un camino alternativo (Lc 20,25). Porque la alternatividad debía ser una característica del seguidor/a de Jesús (Mt 18,6ss). Si de algo queda libre la persona de Jesús es de su afán por el dinero.
  • Tesoro en el cielo: en Mt 6,19-34 se habla de tener un tesoro en cielo. Un tesoro divino, cercano a Dios. ¿Cuál es ese tesoro? El tesoro de la solidaridad, de la ayuda al frágil, el tesoro de lo que se da, de lo que se ofrece aquí en la tierra, que es manera mejor de atesorar en el cielo. Es la función social del dinero, por pequeña que sea: querer que mi dinero contribuya al freno de la desigualdad, a la dignidad de los empobrecidos, al desarrollo de los que tienen el peligro de quedar atrás. Ése es el tesoro en el cielo.
  • La conciencia del dinero: algo que hemos de ponerlo nosotros. Hace falta lucidez, información y decisión. Porque estando convencidos del valor de la lucha contra la pobreza, el hambre y la enfermedad, no terminamos de dar el paso al frente. ¿Qué nos podía ayudar? Cultivar los grandes valores: el sentido de familia humana, la dignidad, la igualdad, etc. No descreer de los grandes valores por mucho que se los quiera desvirtuar. Nuestra conciencia es la que pone conciencia al dinero.

 

FT 116

 

         «Solidaridad es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero».

  • Puede sonar lejano eso de luchar contra las causas estructurales de la pobreza. Pero se puede traducir a cosas al alcance de la mano: no fomentar la desigualdad practicando un consumo responsable, solidaridad con proyectos sociales y educativos sencillos, cercanía a colectivos excluidos, aumentar la capacidad de escucha, etc.
  • Los efectos destructores del imperio del dinero a los que podemos colaborar quizá sin darnos cuenta: maneras de hablar, modos voraces de comprar, maneras injustas de contratar, etc.

 

 

Oración

 

El dinero y Tú, Señor, estáis reñidos
porque cuando el primero se hace el rey
me obliga a dejarte a Ti a un lado.

 

Cuando acumulo, gasto, deseo, compro,
mi cabeza hace números y cuenta,
se centra en mis caprichos y en las cosas
y me aparta de tu serenidad y tu sosiego.

 

Cuando vivo esclavo de lo que tengo,
se me rompe el amor y no comparto,
se me pega el corazón a lo que tengo
y soy incapaz de amar de forma libre.

 

Siento que ser pobre me hace libre,
tener menos me aligera el equipaje,
me hace estar menos pegado a todo
y estar más disponible y despreocupado

 

Ayúdame, Señor, a ir desprendiéndome
a regalar y compartir mis cosas,
a disminuir mis pertenencias y deseos,
a vaciar armarios y estanterías
y a vivir como de otros todo lo mío.

 

Hazme un regalo, Señor, para la gente:
que no tenga nada mío, sino de todos,
que comparta cada cosa, cada libro,
cada música, aprendizaje y tesoro.

 

Quiero tener mi corazón,
puesto en Ti, del todo, Señor.
Quiero vivir en desapego,
para ganar en libertad interior.

Quiero sentirme ligero de equipaje
y necesitar cada día menos,
para compartir un poco más
y así vivir amando a los demás.

 

9

PESADUMBRE

 

Planteamiento

 

         La pesadumbre siempre acecha a la persona, quizá un poco más a medida que avanzan los años. Unas veces hay motivo para ella; otras, sin motivo explícito. De repente, los días se nublan y todo parece entrar en una fase de “sosera”. Las cosas y la relación pierden su sabor y comienza a dar todo igual. Las garras de la pesadumbre. Cuanto más lejos esté de nuestra vida, mejor. Que, si es posible, no vaya a más.

         Más allá de su complejidad, quizá la pesadumbre sea un derivado de uno de los componentes de nuestra estructura personal: la soledad. Las soledades añadidas quizá sea susceptibles de ser superadas. Pero la soledad básica es intransferible. Por eso mismo, si de ahí deriva, a veces, la pesadumbre, habrá que establecer un pacto lo más saludable posible con esa soledad que nos constituye. No habrá que huir de ella, sino acogerla con comprensión y tratar de andar los caminos en la mejor relación humana posible para que la soledad no se adueñe de todo.

         Del mismo modo que las alegrías compartidas se multiplican, las pesadumbres compartidas menguan. Por eso, también en esto la fraternidad tiene un papel positivo que jugar. Una vida fraterna, relacional, saludable deja menos espacio a la pesadumbre, la despoja de sus argumentos que suelen ser, en general, negativos. Por eso mismo el cultivo de la vida relacional produce luz en el camino humano; el alejamiento de  la relación engendra sombras.

         Los trabajos de lucha contra la pesadumbre son trabajos de por vida. Es preciso estar al tanto hasta los días finales de nuestro camino si queremos que la muerte nos encuentre lo más vivos posible. Esta resistencia profunda al desaliento es una característica del humano conseguido y, por ello, del creyente adulto.

 

 

 

Eclesiastés 7,9-10

 

«No te dejes llevar por la pesadumbre, pues la pesadumbre anida en el pecho de los necios. No te preguntes: ¿por qué el pasado es mejor que el presente?, pues no es cosa propia de sabios hacerse esa pregunta».

  • La pesadumbre es como un río  que arrastra sin meter mucho ruido. El camino hacia ese abismo es, con frecuencia, paulatino y moderado. Pero hay que aprender a no dejarse llevar por él, haya motivo o, peor todavía, si no lo hay.
  • Hay quien entiende aquí pesadumbre por “cólera” y, por ello, se alude a no dejarse llevar de la cólera a la hora de valorar personas y cosas. Una reflexión tranquila posibilitará un buen diagnóstico. Pero aquí, como en Job 6,2, se habla de pesadumbre, de esas nieblas que se enganchan al alma y lo envuelven en grisura y desaliento. No hay manera de quitárselos de encima y hace que los días se vacíen de sentido.
  • Es signo de nostalgia sin base que puede llevar a la pesadumbre pensar que el pasado fue siempre mejor y que el presente es una realidad desazonada, sosa, sin sentido. Refugiarse en el pasado puede ser un falso refugio que lleva a la pesadumbre o a un absurdo tradicionalismo. Es necesario hacerle frente a esto para no caer en utopías románticas sin base.
  • El sabio (el creyente lúcido, la persona de ojos abiertos) no se hace la pregunta por el pasado y el futuro sin considerar que ambas dos dependen, en parte, de la manera de vivir el presente, un presente que entiende el pasado con comprensión y respeto y un futuro que se fragua en los valores del presente. Ni pesadumbre, ni falsas euforias, sino sencillo construir de un presente humano y disfrutante, sensato y trabajador, aireado y fraterno.

 

Reflexión espiritual

 

  • Rostro que se oculta: en la Biblia se expresa la pesadumbre con la metáfora del Dios que oculta su rostro. De ahí la súplica: “no me escondas tu rostro, Señor” (Sal 26,8). Él no lo esconde; lo que ocurre es que el dolor nos impide verlo donde está, no en el cielo, no en el milagro que desearíamos, sino en las mediaciones históricas de bondad que nos van saliendo al camino y que, quizá, no reparamos en ellas. Si las percibiéramos, la soledad y la pesadumbre se harían menos densas.
  • Sin preguntas: Cuando el corazón está lleno de pesadumbre se deja de hacer preguntas a Jesús (Jn 16,6) Es el síntoma de una fe que se adormece o, peor todavía, que se apaga. Preguntar es necesario para alejar pesadumbres porque la pregunta brota de un corazón que anhela, que está vivo (aunque sufra). Avivar la fe, como alejar el desamor, es alejar la pesadumbre.
  • Espíritu fuerte, carne débil: eso dice Mt 26,41. Y en cierto modo es así: somos muy lanzados en espíritu, en la teoría, en los deseos. Pero llega luego la zopenca realidad y nos hace ver que las cosas son más modestas que lo que decíamos. Hay que acoger esa debilidad, lo que nos hará más fuertes. Es preciso ser compasivo y hasta tierno con uno mismo porque si no lo somos ¿cómo vamos a controlar la pesadumbre?
  • Fuerza en la debilidad: uno puede tender a pensar que en la pesadumbre todo es debilidad. Pero san Pablo dice en 1 Cor 12,8 que hay fuerza en la debilidad. Así es, la debiidad no es, cien por cien, negatividad. En esa zona oscura que, a veces, nos anega, hay también una fuerza puesta por Dios o puesta por el amor de quien nos ama. Tal fuerza, por sencilla que sea, puede ser de mucha utilidad para huir de las sombras.

 

FT 51

 

         « Algunos países exitosos desde el punto de vista económico son presentados como modelos culturales para los países poco desarrollados, en lugar de procurar que cada uno crezca con su estilo propio, para que desarrolle sus capacidades de innovar desde los valores de su cultura. Esta nostalgia superficial y triste, que lleva a copiar y comprar en lugar de crear, da espacio a una autoestima nacional muy baja. En los sectores acomodados de muchos países pobres, y a veces en quienes han logrado salir de la pobreza, se advierte la incapacidad de aceptar características y procesos propios, cayendo en un menosprecio de la propia identidad cultural como si fuera la única causa de los males».

  • Podríamos decir que estamos hablando aquí de una pesadumbre nacional que afecta a todo un país: se presenta a un país o a una región del mundo como ejemplo de dicha; quien no se acomode a ese parámetro no cuenta. Esto sume a un país en una especie de depresión nacional, en una vida que no merece la pena. No se tienen en cuenta los valores de los humildes, se menosprecian estilos de vida que no son exitosos económicamente hablando.
  • Brota así la “nostalgia superficial y triste” (y peligrosa) que lleva a imitar modelos de vida que no son ni los mejores, ni los posibles: se copia, se compra y, al final, brota una autoestima baja. Colaborar a la baja autoestima de un país no puede sino llevar a efectos indeseados, incluida la violencia.
  • Quienes logran prosperar colabora, dándose cuenta o no, a remachar la idea de que el propio país no merece la pena si se lo compara con los países ricos lo que lleva a un menosprecio de la identidad cultural como si hubiera que estar siempre imitando el estilo de vida de los países enriquecidos. Esta pesadumbre sociopolítica genera muchas disfunciones sociales.

 

Oración

 

No te inquietes por las dificultades de la vida,

por sus altibajos, por sus decepciones,

por su porvenir más o menos sombrío.

Quiere lo que Dios quiere.

Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades

el sacrificio de tu alma sencilla que,

pese a todo,

acepta los designios de su providencia.

Poco importa que te consideres un frustrado

si Dios te considera plenamente realizado,

a su gusto.

Piérdete confiado ciegamente en ese Dios

que te quiere para sí.

Y que llegará hasta ti, aunque jamás lo veas.

Piensa que estás en sus manos,

tanto más fuertemente cogido,

cuanto más decaído y triste te encuentres.

Vive feliz. Te lo suplico. Vive en paz.

Que nada te altere.

Que nada sea capaz de quitarte tu paz.

Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.

Haz que brote,

y conserva siempre sobre tu rostro,

una dulce sonrisa,

reflejo de la que el Señor

continuamente te dirige.

Y en el fondo de tu alma coloca,

antes que nada,

como fuente de energía y criterio de verdad,

todo aquello que te llene de la paz de Dios.

Recuerda:

cuanto te deprima e inquiete es falso.

Te lo aseguro en el nombre

de las leyes de la vida

y de las promesas de Dios.

Por eso,

cuando te sientas apesadumbrado, triste,

 adora y confía.

 

10

HONRADEZ

 

Planteamiento

 

         La tipología buenos/malos está muy próxima a la de honrados/malvados. Hay otras: los que miran al dolor ajeno y los que no miran; los que cuidan y los que no cuidan. La honradez es un valor que apunta a esta segunda clase de tipologías. No se trata tanto de una honradez reconocida socialmente sino de la honradez esencial, el corazón bueno, que actúa en toda clase de personas, incluso en los, a veces, considerados malos.

         Por otro lado hay que moderarse a la hora de presentarse como totalmente honrados. Es muy difícil lograr esa totalidad. Todo el mundo tiene rincones devastados, algún “cadáver” en el armario. No se trata de andar exhibiéndolo sino de, al saber que está ahí, vivir, entenderse y presentarse con una honradez humilde, marcada también por la limitación.

Es totalmente necesario, ya lo hemos dicho, ser honrados con lo real. Es lo que hay, nos guste más, menos o nada, y se trata de encajarlo con benignidad y de corregir su trayectoria si fuera necesario Aceptar esto proporciona una cierta paz y capacita más para encararlo y asimilarlo con humanidad. Ser honrado con lo que no hay lleva a auténticas esquizofrenias.

Como muchos valores, la honradez se lidia en los detalles de cada día, en el marco de la sencilla vida cotidiano. Ser honrado en lo poco es garantía de ser honrado en lo mucho. Despreciar la honradez por su poca envergadura es imposibilitarse para saber el camino a elegir cuando se presente la gran cuestión.

La honradez social tiene como motor el amor social (lo mismo ocurre en los otros tipos de honradez). Ser honrado sin amor es algo muy difícil. Por el contrario, a quien ama a la sociedad le sale fácilmente ser honrado y cumplidor con ella y sus obligaciones.

 

Eclesiastés 7,15.20

 

         «De todo he visto en mi existencia: honrados que fracasan en su honradez y malvados que envejecen en su maldad. No hay nadie en la tierra tan honrado que haga el bien sin cometer nunca errores».

  • Hay honrados que fracasan en su honradez midiendo el éxito con los parámetros del triunfo económico o social. Pero si se mide desde la perspectiva de lo humano y desde el evangelio, la honradez nunca es un fracaso, aunque no sea reconocida ni aplaudida. Más aún, una honradez “fracasada” puede que sea mejor que la “aplaudida” porque está libre de la tentación del éxito.
  • Y ciertamente hay malvados que envejecen en su maldad y mueren tan tranquilos, al parecer. No vamos a decir que tendrán un castigo en el más allá; esto es una proyección de venganza. Pero en el más acá, incluso aunque no estén ellos ya, su falta de honradez desvelará en sus disfunciones (familiares o sociales) sus desajustes.
  • Por otro lado, hay que tener cuidado al enarbolar la propia honradez porque es fácil que en ella se cuele una cierta maldad. Ser honrado cien por cien es una utopía, más que un logro. Es preciso que hasta la honradez sea humilde.

 

Reflexión espiritual

 

  • ¿Honrados con Dios?: Job persiste en su honradez (2,9) pero eso no le lleva a experimentar a Dios (Job 42,5). ¿Cómo ser honrados con Dios? No primeramente en base a un comportamiento moral, sino a una experiencia de él. Es, como decíamos, que el amor es la base de la experiencia. No se puede saber de Dios sin tener pasión por él. Entender la honradez como un mero planteamiento moral es reducirla. Brota de un planteamiento de amor, por ingenuo que suene.
  • Jesús, un hombre honrado: el perfil de Jesús que dan los evangelios es el de un hombre honrado. No engañó, no se lucró, murió tan pobre como había vivido siempre. Planteó el reino desde su experiencia. Animaba a vivir lo que él vivía. Nunca quiso dar ejemplo; precisamente por eso es ejemplo. No se predicó a él, sino que predicó insistentemente la fe en un Dios Padre de lado de los frágiles.
  • Padecer por ser honrado: la primera carta de Pedro, texto escrito a los emigrantes cristianos dispersos en el mar del paganismo, anima ser honrados sabiendo encajar la incomprensión que, a veces, conlleva ser honrado (1 Pe 3,17). Toda opción de humanidad tiene un precio y es preciso saber encajarlo con humanidad. Una honradez indolora es rara.
  • Honradez con el hermano/a: es aquella, como decía san Francisco, que no es capaz de decir detrás de la persona lo que uno no se atrevería a decir delante de ella. Y, además, decirlo bien, con respeto y humanidad. El valor de la honradez, como todos los valores humanos, se juega, casi siempre, en el espacio limitado donde se desarrolla habitualmente su vida.

 

FT 33

 

         «Nos hemos alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado comiendo distracción, encierro y soledad; nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de la fraternidad. Hemos buscado el resultado rápido y seguro y nos vemos abrumados por la impaciencia y la ansiedad. Presos de la virtualidad hemos perdido el gusto y el sabor de la realidad»

  • Es un pasaje un tanto negativista; pero viene bien reflexionarlo. Los sueños de esplendor y grandeza están amasados con frecuencia con la falta de honradez. Eso ha desembocado en distracción, encierro, soledad, desentendimiento del dolor ajeno. La honradez ha sido aparcada y los efectos inhumanos han aparecido enseguida.
  • Empachados de conexiones con el mundo del brillo, de lo deslumbrante, de lo anónimo, donde la honradez y la veracidad cuentan poco. El cauce de relación sencillo e inmediato de la fraternidad se ha esfumado. La fraternidad necesita en su cimiento la honradez; de lo contrario, el edificio de la relación se va al garete.
  • Abandonando el lento camino de la honradez, hemos querido todo y ya y hemos conseguido vivir en la ansiedad y el sin vivir de quien cree, ingenua y falsamente, que si tengo el último cachivache de moda me voy a encontrar mejor. La ansiedad se apodera de nosotros y desde ahí la honradez ya no es relevante.
  • Puede que en la virtualidad cuente menos la honradez, aunque debería. El anonimato desplaza a la verdad y a la honradez. Eso nos aleja del corazón del hermano, de la relación fresca y veraz, de la honradez esencial para llegar a ser uno mismo ante el otro.

 

Oración

 

Viviendo día a día;

disfrutando de cada momento;

sobrellevando las privaciones

como un camino hacia la paz;

aceptando este mundo tal cual es

y no como yo creo que debería ser,

tal y como hizo Jesús en la tierra:

así, haciendo siempre el bien;

entregándome a tu voluntad,

podré ser razonablemente feliz en esta vida

y alcanzar la felicidad en la próxima.

Amén.

 

11

INCLUSIÓN

 

Planteamiento

 

  • La exclusión es un misterio y la inclusión, otro. ¿Por qué un humano excluye a otro humano siendo así que es de su familia? Por intereses múltiples, pero siempre quedará la pregunta en el aire. ¿Y por qué incluye? Por empatía, por filantropía, por amor o por no se sabe qué ¿De qué fuentes brotan el amor al distinto y el rechazo al diferente? No lo sabemos muy bien.
  • Quizá excluyamos porque pensamos que así nos autoafirmamos. Pero en realidad, excluyendo nos debilitamos, mientras que incluyendo, sumando, nos hacemos más fuertes. Por eso mismo, hay que decir que la inclusión es un beneficio para todos, para el incluyente y para el incluido.
  • La paradoja de la exclusión llega en ocasiones a tal extremo que el mismo excluido es exclusor de otros porque piensa que se le va a quitar algo que le “pertenece”. Pero ocurre también que el incluido se vuelve inclusor y hace un sitio en la mesa al excluido como él. Es el misterio de los pobres que rechaza a pobres y el de los pobres que ampara a pobres.
  • ¿Y por qué se excluye? Lógicamente por poder, por dinero, por intereses, por cotas de bienestar, etc. Y también, no sabemos por qué, por una aversión que está los pliegues del alma. La lucha por ser humano es la lucha por modificar la trayectoria de esa tendencia excluyente hasta convertirla en socorro y abrazo.
  • De ahí que haya que trabaja la tendencia excluyente en el ámbito cercano, en la familia, en tu comunidad, en tu vecindario. Ese es el banco de pruebas donde ser forja la inclusión porque pretender una inclusión más amplia no pudiendo con la más cercana resulta imposible.

 

Eclesiastés 9,10

 

         «También he visto bajo el sol que no siempre corren los más ágiles, ni ganan la batalla los valientes; que también hay sabios sin pan, inteligentes sin hacienda y doctos que no gustan».

  • El agudo observador que es el Eclesiastés percibe la exclusión en toda su irracionalidad. Hace parte de la vida, pero no deja de ser un sinsentido. Y así se da cuenta de que no siempre corren los más ágiles, ya que muchos avances en lo humano han sido realizados por personas con limitaciones (hasta en el plano artístico: recordar al concertista de trompa Felix Klieser).
  • Muchas batallas se han ganado por gente temerosa, débil, poco motivada pero que han cumplido con su cometido. No solamente batallas militares, sino sociales, sindicales, etc. Gente con temor pero que ha seguido adelante por encima de su miedo.
  • Y es evidente que hay sabios sin pan, científicos y letrados que han desarrollado su labor en modos precarios, sin apoyos, a veces incluso siendo excluidos por el sistema. De eso sabemos mucho por aquí. El no tener pan no ha frenado su trabajo, aunque lo haya ralentizado.
  • Hay muchos inteligentes sin hacienda y su inteligencia se frustrará por falta de amparo social. Y también hay muchos inútiles con hacienda vanagloriándose de ello. La exclusión del inteligente pobre sigue viva aunque cada vez más acorralada por la conciencia social.
  • Y hay doctos que no gustan. Por eso el sistema los persigue y excluye. Pero su ciencia, su capacidad de utopía, su fuerza alternativa no habrá quien la frene. Tarde o temprano habrá que sentarlos en la mesa de la participación ciudadana.

 

Reflexión espiritual

 

  • Sobre buenos y malos: el Dios del Jesús del evangelio es incluyente, hace salir su sol sobre buenos y malos (Mt 5,45), no arranca la cizaña (Mt 13,29) prepara un banquete de vida para todos (Mt 22,9), etc. Privatizar a Dios es algo contrario al pensamiento evangélico. Excluir por razones religiosas nada tiene que ver con el perfil del Padre que nos ofrece el evangelio.
  • Llamó a doce: el grupo de discípulos, fuera lo que fuere en realidad, muestra el talante inclusivo de Jesús. Llama a ambiciosos (Pedro), violentos (Santiago y Juan), corruptos (Mateo), traidores (Judas), etc. Para todos puede ser el programa del reino, hasta para los paganos (por eso fue a Tiro y Sidón y a la Decápolis). No hay condiciones previas, no hay normas que impiden. Todos pueden sentarse a la mesa del reino (Lc 14,15-24).
  • Dos pueblos que son uno solo: Ef y Col dicen que el designio secreto de Dios es la reconciliación de todo. Y la prueba de ello, dice, es que Dios ha hecho de dos pueblos irreconciliables (paganos y judíos) un solo pueblo, como se ve en la comunidad cristiana en la que hay personas de ambos sectores. La inclusión se convierte así en el rostro del corazón del Padre y en verdad de la obra de Jesús.
  • Comunidad que excluye: es la que resulta censurada en 1 Cor 11 porque se tienen prácticas de exclusión: a los pobres no se les espera y se les margina en la comida. Lo mismo ocurre en la carta de Santiago (Sant 2,3). Una comunidad que excluye no es la comunidad de Jesús y, como tal, se autoanula.

 

FT 69

 

         «La inclusión o la exclusión de la persona que sufre al costado del camino define todos los proyectos económicos, políticos, sociales y religiosos».

  • Un proyecto económico, tanto a nivel general de un país como al nivel particular de cada persona, queda definido por la inclusión. ¿Se tiene en cuenta a los frágiles sociales? El proyecto es válido. A la hora de hacer una gestión económica (dinero en bancos, compras, honradez fiscal, etc.) hay que tener en cuenta a quienes lo pasan mal. Mientras eso vaya por un cauce y nuestras actuaciones económicas por otro, todavía queda tarea por hacer.
  • Lo mismo pasa por los proyectos políticos: para optar por un proyecto político (hacer parte de una organización política, participar en unas elecciones, asistir a un acto público, etc.) es preciso mirar cómo ese proyecto trata a los débiles. ¿Es ese el criterio que nos mueve en nuestra opción política? Por cristianos y por humanos se nos está pidiendo un poco de alternatividad en este dominio.
  • Y lo mismo, dice FT, habría que pedir a todo proyecto religioso (documento de la Iglesia, opción comunitaria o familiar de los cristianos, opciones de un determinado grupo de fe): si los caídos al borde del camino no entran en sus planes, le falta algo esencial, lo que le define como cristiano. Queda mucho camino por hacer.

 

Oración

 

Concede, Señor, a los cristianos que vivamos el Evangelio
y podamos reconocer a Cristo en cada ser humano,
para verlo crucificado

en las angustias de los abandonados
y olvidados de este mundo
y resucitado en cada hermano que se levanta.

Te lo pedimos por Jesús, nuestro hermano. Amén

 

 

12

ÁNIMO

 

Planteamiento

 

         El Eclesiastés es, sin duda, un texto al borde del desaliento total. Pero  creemos que queda un resquicio: a su palabra desalentada subyace un cierto ánimo. De lo contrario, no seguiría hablando. Por eso, podemos terminar nuestra tarea espiritual con una palabra de aliento.

El autor agradece de muchas formas el estar, el don sagrado que es vivir y respirar. Es verdad que su manera de ver la vida es un tanto sombría. Pero agradece ver la luz del sol y poder contarse entre los vivos para desentrañar el sentido de lo que existe. Estar aquí, haber sido creado (como decía santa Clara) es un don impagable y posibilitador.

Vivir el presente no ha tenido muy buena fama en la espiritualidad cristiana tradicional porque se creía que era una especie de hedonismo que se desentendía del cielo. No es así: el presente es la posibilidad que cada día Dios pone en nuestras manos. Es un sacramento de su presencia. Vivirlo con intensidad es el mejor camino de desvelar un futuro para la fe.

Solemos decir que todo se contagia. Contagiemos aliento, ilusión, sensato optimismo. No carguemos el horizonte de nubarrones innecesarios. No busquemos penitencias ajenas a las de la misma vida. Aprendamos la hermosa lección de desvelar en las cosas pequeñas motivos para el gozo. Vivamos nuestras relaciones modo satisfactorio, alejando lo más posible la amargura.

De cualquier manera, que nos quede la certeza de que una experiencia de fe viva y gozosa es posible, aun en medio de las situaciones de dificultad de la vida. Que creamos que podemos ir construyendo el sentido de la vida y de la fe poco a poco, entre todos, en conexión con nuestro mundo. Que tengamos la certeza de que el cultivo de la espiritualidad ensancha nuestro horizonte vital. 

 

Eclesiastés 9,18

 

         «Por la indolencia se arruina el techo, por la negligencia se derrumba la casa».

  • Son proverbios comprobados y que contienen un cierto desaliento pero quieren provocar lo contrario, ánimo, decisión y no dejarse pillar por una vagancia que nuble el sentido y le deje a uno perdido en sus caminos.
  • La indolencia va dejando una gotera en el tejado, luego otra y al final se arruina todo el techo y la casa entera se va a la ruina. Se está animando a reparar la gotera en cuanto se la detecta. Este ánimo para tomar los problemas de la vida con adultez y rapidez es lo que puede salvar a la persona de una dejadez que le haga abandonar el sentido de la vida y de la fe cayendo en el pozo del pasotismo y del todo da igual.
  • Todos sabemos que las casas en las que se van dejando caer las cosas al final son una ruina económica (porque hay que gastar todo lo que no quisiste gastar en su día y más) y, sobre todo, porque la desidia externa lleva a una desidia interior. Quien deja arruinar la casa tiene el peligro de dejar arruinar su plan de vida, su proyecto personal, su vida familiar y comunitaria. El Eclesiastés nos hace un favor advirtiéndonoslo.

 

Reflexión espiritual

 

  • Un Dios vibrante en medio de ti: Dios no es un indolente, un dejado, un rutinario. Es dador de ánimo porque él disfruta en la relación con sus criaturas. Es bueno rescatar EG 4: «Pero quizás la invitación más contagiosa sea la del profeta Sofonías, quien nos muestra al mismo Dios como un centro luminoso de fiesta y de alegría que quiere comunicar a su pueblo ese gozo salvífico. Me llena de vida releer este texto: «Tu Dios está en medio de ti, poderoso salvador. Él exulta de gozo por ti, te renueva con su amor, y baila por ti con gritos de júbilo» (3,17). Es la alegría que se vive en medio de las pequeñas cosas de la vida cotidiana, como respuesta a la afectuosa invitación de nuestro Padre Dios: «Hijo, en la medida de tus posibilidades trátate bien […] No te prives de pasar un buen día» (Si 14,11.14). ¡Cuánta ternura paterna se intuye detrás de estas palabras!».
  • Sembrador de ánimo: eso es Jesús (Mt 14,27). Porque para los evangelios, lo contrario a la fe no es el ateísmo, sino el miedo. Por eso Jesús quiere sacar de sus temores a quien quiera unirse a él. El creyente habría de comprobar el creciente vigor de su fe en la disminución de sus miedos.
  • Un amanecer: eso dice Pablo que Cristo resucitado quiere anunciar, por medio de los creyentes, un amanecer a cualquier persona (Hech 26,23). No tanto una religión, una filosofía, una moral, sino un amanecer, una posibilidad nueva, una tarea por delante, una posibilidad renovada de disfrute. Esas sí que son palabras de ánimo.
  • Animar desde los márgenes: porque se puede animar desde el centro de la estructura, pero también situándose en los márgenes, en lo alternativo, en lo no oficial. Estando en los márgenes se puede vivir la fe con novedad e intensidad. A veces no será fácil pero, con la ayuda del grupo, la fe en los márgenes será posible y “productiva”.

 

FT 223

 

          «San Pablo mencionaba un fruto del Espíritu Santo con la palabra griega jrestótes (Ga 5,22), que expresa un estado de ánimo que no es áspero, rudo, duro, sino afable, suave, que sostiene y conforta. La persona que tiene esta cualidad ayuda a los demás a que su existencia sea más soportable, sobre todo cuando cargan con el peso de sus problemas, urgencias y angustias. Es una manera de tratar a otros que se manifiesta de diversas formas: como amabilidad en el trato, como un cuidado para no herir con las palabras o gestos, como un intento de aliviar el peso de los demás. Implica decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan», en lugar de «palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian».

  • La benevolencia (eso significa jrestótes) es una herramienta óptima para animar y para difundir aliento. El sembrador de desaliento es, él en primer lugar, un desalentado. El que habla y te conforta, el que te anima con su manera sencilla de vivir hace una obra magnífica de fraternidad.
  • Quien ayuda a vivir con más holgura el peso de los días es un jrestótes, un hermano benévolo. Es un gozo para la familia, una bendición para la comunidad.
  • El tema de las palabras y gestos es decisivo: ahí se forja el 80 por ciento de nuestro malestar o de nuestro bienestar. Hay que cuidarlo en extremo.
  • Las palabras negativas hacen polvo la convivencia. Quien entiende los caminos hermosos de la vida y de la fe anima sin descanso. Si desanimas es que no has entrado por esos caminos.

 

Oración

 

Padre, me pongo en tus manos,
haz de mí lo que quieras,
sea lo que sea, te doy las gracias.

Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo,
con tal que tu voluntad se cumpla en mí,
y en todas tus criaturas.

No deseo nada más, Padre.

Te confío mi alma,
te la doy con todo el amor
de que soy capaz,
porque te amo.

Y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con una infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.

 

CONCLUSIÓN

 

         Quizá no hemos podido sacar más en limpio del viejo y casi desalentado Eclesiastés, aunque creemos que su intención de fondo era decirnos que la esperanza es posible. Lo que le falte a él, lo pone el animoso Jesús al que seguimos. Que acabemos con la certeza de que el cultivo de la espiritualidad enriquece nuestra vida y nuestra fe. El ánimo de Jesús nos acompaña.

12 comentarios

Teresa -

12. ÁNIMO
“…el presente es la posibilidad que cada día Dios pone en nuestras manos. Es un sacramento de su presencia. Vivirlo con intensidad es el mejor camino de desvelar un futuro para la fe”. Preciosa definición de “presente”.

“No busquemos penitencias ajenas a la misma vida”. No tiene ningún sentido hacerlo. De otro modo, las inherentes a la vida, y que no se pueden soslayar, nos amargarán de mala manera.

“Este ánimo para tomar los problemas de la vida con adultez y rapidez es lo que puede salvar a una persona de una dejadez que le haga abandonar el sentido de la vida y de la fe”. No se puede decir mejor.

“Un Dios vibrante en medio de ti”. Una maravilla, con ese hermoso texto, tan inspirador y luminoso, de EG4.

“Para los evangelios, lo contrario a la fe no es el ateísmo, sino el miedo. El creyente habría de comprobar el creciente vigor de su fe en la disminución de sus miedos”. Tanto miedo al ateísmo como el principal enemigo de la fe, y resulta que lo teníamos en casa, ¡el propio miedo!

“Un amanecer” o “animar desde los márgenes”. Qué posibilidades y maneras bellísimas de animar.

“Quien entiende los caminos hermosos de la vida y de la fe anima sin descanso”. El que “habla y conforta”, el benévolo que “ayuda a vivir con más holgura el peso de los días”. “Es un gozo para la familia, una bendición para la comunidad”. Alguien así no se merece, es un auténtico regalo. Un mirlo blanco. El ángel que todos soñamos tener a nuestro lado. ¿Y que, en el fondo, desearíamos ser?

Siempre bellísima, la oración de Charles de Foucauld.

CONCLUSIÓN. Un agradecimiento inmenso por esta maravillosa incursión a través del “viejo y casi desalentado Eclesiastés”, que ha logrado hacerme bucear a través de aguas llenas de aliento y luz una vez más. Se agradece la habilidad portentosa de escoger las palabras viejas y desalentadas del autor bíblico, y la capacidad de hacerlas brillar a la luz de la Fratelli Tutti, para traerlas a nuestro hoy, y hacer de ellas motor de ánimo e ilusión renovada para el camino creyente.



Teresa -

11.INCLUSIÓN
“Quizá excluyamos porque pensamos que así nos autoafirmamos”. Yo creo que aquí está la madre de gran parte de nuestras exclusiones: nos sentimos amenazados en nuestro ego. Y ahí entran en juego la madurez personal y la autoestima. Si no son las adecuadas, cualquiera a nuestro lado estará seriamente amenazado de exclusión.

“¿Y por qué se excluye? También, no sabemos por qué, por una aversión que está en los pliegues del alma. La lucha por ser humano es la lucha por modificar la trayectoria de esa tendencia excluyente hasta convertirla en socorro y abrazo”. Cierto, los pliegues del alma esconden esas cosas. Por lo menos, el poder levantarlos y mirar dentro, capacita para emprender esa lucha que acabará en socorro y abrazo.

“El agudo observador que es el Eclesiastés percibe la exclusión en toda su irracionalidad. Hace parte de la vida, pero no deja de ser un sinsentido”. Cuánto cuesta, cuando se es más joven, ser consciente de todo lo que una percibe como ilógico, absurdo, especialmente en la vida religiosa. Cuando parecen triunfar las ideas mediocres (con sus valedores, claro) y no las mejores, por razones, o mejor, sin razones ni explicaciones, porque no las hay. La vida misma y el paso de los años se encargan de enseñar, como al Eclesiastés, a aceptar la realidad como es: con sus luces y sus sombras.

“Y hay doctos que no gustan. Por eso el sistema los persigue y excluye. Pero su ciencia, su capacidad de utopía, su fuerza alternativa no habrá quien la frene. Tarde o temprano habrá que sentarlos en la mesa de la participación ciudadana”. No perdamos la esperanza, entonces.

“Privatizar a Dios es algo contrario al pensamiento evangélico. Excluir por razones religiosas nada tiene que ver con el perfil del Padre que nos ofrece el evangelio”. Pues hace siglos que nos lo tenían que haber dicho.

“Llamó a Doce”, y qué Doce… “Dos pueblos que son uno solo. Efesios y Colosenses”. Qué bonito es contemplar la inclusión en el evangelio, de mano de Jesús, y en la vida de las primeras comunidades cristianas. Y darse cuenta de que estamos llamados a eso.

“La inclusión o la exclusión de la persona que sufre al costado del camino define todos los proyectos económicos, políticos, sociales y religiosos”. Habrá que poner nuestro granito de arena y empezar por nosotros mismos desde la familia, el vecindario, la parroquia, la comunidad religiosa…

Preciosa oración inclusiva.

Teresa -

“Todo el mundo tiene rincones devastados, algún “cadáver” en el armario. No se trata de andar exhibiéndolo sino de, al saber que está ahí, vivir, entenderse y presentarse con una honradez humilde, marcada también por la limitación”. Una vez más, no se puede expresar mejor. Eso sí es andar en verdad, y lo contrario, pretender ocultar esos “rincones devastados” a una misma y a los demás a base de máscaras, solo lleva a habitar una falsedad extrema y enfermiza.

“La honradez social tiene como motor el amor social”. Solo puede nacer de ahí, como de su raíz.

Es evidente que hay más de una “honradez fracasada”. Pero son, con toda seguridad, las más auténticas, las más purificadas, las más “libres de la tentación del éxito” y “humildes”. Y ese famoso triunfo de los “malvados”, que a todos nos trae de coronilla, supongo que, en el fondo, aunque sea muy en el fondo, es falso. Porque hasta los conceptos de triunfo o fracaso son tremendamente relativos.

“¿Honrados con Dios? No se puede saber de Dios sin tener pasión por él”. Vale, yo también me quedo con la pasión.

“Jesús, un hombre honrado. Nunca quiso dar ejemplo; precisamente por eso es ejemplo”. Qué diferente de tantas personas piadosas ejemplares que se sienten obligadas (o se creen llamadas) a ir por todas partes dando ejemplo.

Ciertamente, el camino de la honradez se antoja “lento” en un mundo como el nuestro, alimentado de “sueños de esplendor”, súper conectado y preso de lo virtual. Pero, eso solo le añade valor.

Buena oración: “… aceptando este mundo tal cual es… tal como hizo Jesús en la tierra: así, haciendo siempre el bien… podré ser razonablemente feliz en esta vida y alcanzar la felicidad en la próxima”.

(Continuará...)






Teresa -

“Los trabajos de lucha contra la pesadumbre son trabajos de por vida. Es preciso estar al tanto hasta los días finales de nuestro camino si queremos que la muerte nos encuentre lo más vivos posible. Esta resistencia profunda al desaliento es una característica del humano conseguido y, por ello, del creyente adulto”. Da tanta pena ver sucumbir al desaliento, en el último tramo del camino, a algunos… En cambio, cuánta fuerza, cuánta luz y cuánto aliento, cuánta esperanza dimanan de los que han podido llevar a cabo esa “resistencia profunda” a lo largo de los años.

“El sabio (el creyente lúcido, la persona de ojos abiertos) no se hace la pregunta por el pasado y el futuro sin considerar que ambas dos dependen, en parte, de la manera de vivir el presente, un presente que entiende el pasado con comprensión y respeto y un futuro que se fragua en los valores del presente. Ni pesadumbres, ni falsas euforias, sino sencillo construir de un presente humano y disfrutante, sensato y trabajador, aireado y fraterno”. Como tantas veces, no se puede decir mejor.

“Fuerza en la debilidad”. Quién lo diría. Probablemente, solo quien, como Pablo, lo ha experimentado así. Fuerza en la “zona oscura” para “salir de las sombras”.

“Depresión nacional. No se tienen en cuenta los valores de los humildes, se menosprecian estilos de vida que no son exitosos económicamente hablando”. Verdaderamente, un “menosprecio de la propia identidad cultural”. Una oportunidad perdida de auténtico desarrollo.

Siempre maravillosa e inspiradora, la oración de T. de Chardin. Más de una vez utilizada como bálsamo en épocas o momentos de pesadumbre.

(Continuará...)

Teresa -

“Parece un axioma consagrado aquello de que con mi dinero hago lo que yo quiero. Desde el punto de vista evangélico y social, tu dinero no es solamente para ti, no puedes hacer lo que quieras: alguien, el necesitado, tiene algún tipo de derecho sobre lo tuyo. Su necesidad es la que le otorga ese cierto derecho. Es una exigencia de nuestro ser familia humana y de nuestro ser familia creyente”. Qué bien explicado y expuesto. Ojalá, cada vez más y más pensemos y asimilemos que esto es así. Qué cambio daría el mundo, y cuánto se avanzaría en solidaridad, justicia y paz.

“Con los años habríamos de cultivar explícitamente la sencillez de vida en la que, por cierto, se encierra un verdadero gozo, ya que al despojarnos de lo que no es esencial brota con más facilidad lo que es importante”. No deja de ser toda una liberación, dado que toda posesión, aun las más pequeñas, atan lo suyo. Y, ya que nada nos llevaremos de aquí, cuanto más ligeros de equipaje, mejor.

“Las otras abundancias que están libres de la tiranía de las ganancias”. Las hay, y muchas, muchísimas. Solo hacen falta ojos para verlas, sensibilidad, profundidad. Y muchos pobres suelen estar más capacitados para disfrutarlas que los que más tienen.

Es cierto, si hay algo inspirador es contemplar a un “Dios generoso” y a “Jesús libre de ambiciones”.

“Nuestra conciencia es la que pone conciencia al dinero”. Por eso, hay que procurar tenerla.

“Un consumo responsable”, y no “voraz” empieza a ser ya bastante más que solidaridad y lucha contra las causas estructurales de la pobreza. Ya es cuestión de salvar la casa común de todos; una obligación.

“Quiero sentirme ligero de equipaje y necesitar cada día menos, para compartir un poco más y así vivir amando a los demás”. Preciosa oración.

(Continuará...)



Teresa -

“La fraternidad, en cualquiera de sus variantes, es el objetivo y sentido del camino humano”. Por encima de credos, ideologías, épocas y avances o retrocesos de cualquier tipo.

“La vida fraterna es una vida reunida. Quien no ama lo común tiene un fuerte problema de fraternidad, no ha venido a buen sitio. La esterilidad de nuestras reuniones ha de ser revertida por el afán de mezclarse con la realidad del hermano como mejor camino de seguimiento”. Para reflexionar, porque no se puede decir mejor.

“Una fraternidad que, ella misma, suponga un peso es una contradicción: lo suyo es aliviar pesos, hacer más ligera la carga de los días”. Algo tiene que cambiar, y mucho, para que la fraternidad (o mejor, la falta de ella) deje de ser la peor que cruz que cargan muchos y muchas en la vida religiosa.

“Un Jesús necesitado de hermanos a quienes amar”. Cuánto se enriquece la figura de Jesús contemplado desde esta necesidad.

“… y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemos pertenecer solo a nosotros mismos y vivir como islas”. Se puede decir más alto, pero no más claro; es la diferencia entre la vida y la muerte. Pero, probablemente, solo se entiende en profundidad cuando se experimenta en carne propia.

“Para lograr crecer en fraternidad hay que habilitar espacios de comunicación”. Todo un reto que siempre da miedo. Pero, es la única manera.

Hermosa oración, cuando tantos pueblos de la tierra se desangran en guerras, hambre y opresiones, en medio de la abundancia y poder de otros.

(Continuará...)

Teresa -

“Para la VR el viejo voto de pobreza habría de evolucionar en voto de mayordomía (de buena gestión evangélica) y de generosidad. El hermoso logro de una economía orientada desde el evangelio habría de tener como meta la preocupación explícita, organizada y eficaz ante las pobrezas. Si no, pretender que la sociedad crea que los/as religiosos/as somos pobres es una fantasía insostenible”. Es verdad. En pocas cosas se nos ve tanto el plumero (léase la incoherencia) como en esto. Y llamarnos pobres teniendo más capacidad de consumo que la media, más seguridades y comodidades, más oportunidades y más de todo, no conduce sino al escándalo; y, desde luego, a desacreditar nuestro anuncio de Jesús.

“… quizá hayamos hecho un tipo de fe que no permite que las pobrezas estén dentro de las preocupaciones de la vida cristiana, aunque vamos mejorando notablemente. La Iglesia habla mucho de los pobres a la vez que crea una estructura donde no tienen cabida, excepto en sectores específicos. Para avanzar en esto se precisa un cambio tan fuerte en la estructura eclesial que hoy todavía es un sueño”. Todavía no reflejamos la imagen de Jesús que se sienta a la mesa con pobres y pecadores.

Bellísima oración final al Padre, Creador de Abundancia, a Jesús, Príncipe de Paz, y Señor que alivia nuestras cargas, al Espíritu de Justicia y Autor de la Vida, a Dios Comunión de Amor.

(Continuará...)









Teresa -

“Una fe sin disfrute desvela que uno no ha sido atrapado por la hermosura de Dios y por el atractivo de Jesús. Una Palabra no disfrutada no es una Palabra bien leída; una Eucaristía no disfrutada es una eucaristía obligada. Abrazar la espiritualidad del disfrute no es irse por las ramas y, menos todavía, exponerse al peligro”. Hay más peligro en evitar el disfrute creyendo que es una ascesis beneficiosa y útil que en abrazarlo. Practicar una ascesis semejante solo lleva a conseguir un corazón duro e inhumano.

“Hay, incluso, disfrutes sociales que son muy jugosos. (…) Si no disfrutamos de nuestra sociedad, ¿cómo les podremos hacer llegado el caso, una oferta de espiritualidad cristiana?” Si no nos hacemos “uno de tantos”, es imposible. Y saber disfrutar con los demás, hermana con ellos.

“La satisfacción de hacer bien algo puede parecer poca cosa, pero es una gran satisfacción, se premie o no, se pague o no, se agradezca o no. (…) Lo que suceda después de lo bien hecho no se sabe (…) Por ello, disfrutar haciéndolo bien en el presente es su mejor garantía de cara al futuro”. En verdad, no hace falta más paga. Y así se gana libertad.

“Inocencia original: algo de eso hace falta para vivir una fe disfrutante: recuperar al niño que llevamos dentro”. Una vez leí que la cuestión no es que el adulto que somos se avergüence del niño interior, sino que este se avergüence del adulto que hemos llegado a ser.

“Ignorar a los pobres, apartarlos del disfrute, entenderlos solamente como mano de obra necesitada es un desenfoque. Promocionar y unirse a los gozos de los pobres es unirse a Jesús que secaba las lágrimas de quienes lloraban. Privar a los pobres de sus gozos es uno de los mayores pecados”. Ojalá lo asimilemos cada vez más y mejor.

“Que el rostro de mi prójimos sea nuevo para mí. Enséñame, Señor, a vivir el don de cada día”. Hermosa oración.

(Continuará...)


Teresa -

Hermosa y profunda reflexión sobre el tiempo. Una realidad que no todos valoramos ni vivimos de igual manera. Para ciertas sicologías (el cinco del eneagrama, según Richard Riso) el tiempo se vive como una verdadera obsesión; y se trata de todo un reto llegar a percibirlo de una manera sana o madura, en su justa medida; como una bendición y no como una maldición. Para estas personas, “dar su tiempo” es mucho más difícil que para el resto.

“Cada creatura tiene inscrito en su ser el momento preciso y valioso de aportación al coro de lo creado. (…) Dios hace y da las cosas apropiadas en su momento: el tiempo de salvación, el tiempo propicio, el kairós. Saber olfatearlo, entreverlo, percibir los pequeños brotes de esperanza es un gran valor que remite a una vida lúcida y a una fe cultivada. (…) Se nos dio un tiempo como un regalo, como un precioso don en el inconmensurable regalo del cosmos que vive y se expande”. Así considerado, el tiempo es una auténtica bendición; y cada uno de nosotros, un mundo de posibilidades maravillosas a desplegar y desarrollar en la sinfonía coral de la vida.

“Tiempo suficiente para seguir a Jesús”. Es de desear que sea así. Al final del camino, cuando aún quede tanto por descubrir, por aprender, por alcanzar, por corregir, por conocer, ¿no tendrá una la sensación de que falta tiempo? ¿Será, entonces, eso lo de menos?

“La vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro”. Algo que se aprende en la vida.

“Nuestra existencia está ligada a la de los demás. En esa ligazón adquiere sentido y, si no existiera, estaríamos ante una formidable pérdida de tiempo y de sentido”. Interdependencia total entre tiempo y sentido.

Hermosa oración. También es bonito y consolador considerar a Dios señor del tiempo.

(Continuará...)




Teresa -

“Mística de ojos abiertos: aquella que entiende que para ser seguidor de Jesús no hay que salirse del marco de la cotidianeidad (donde) quiere Dios que le amemos y que sirvamos a los hermanos/as”. Un término ampliamente aceptado, hasta tal punto que ya no se entendería una mística despegada de ese marco; y mucho menos, ajena.

“Una vida luminosa no es algo que se nos dé sin más. Hacer luz dentro y en los propios caminos vitales es un trabajo que no nos será ahorrado”. Es cierto, y a lo mejor tardamos demasiado en aprender esto. ¿Nos cuesta demasiado tiempo o, sencillamente, forma parte de nuestra maduración humana y tiene su ritmo?

“Y cuanto más se vive en tinieblas, menos capacidad para desear la luz”. Suena peor que triste, pero la realidad se impone. Una no deja de ver demasiadas personas en esa situación; incluso dentro de la Iglesia, dentro de la vida consagrada.

La mirada de Dios y las miradas de Jesús. Qué poco se nos ha enseñado a contemplarlas, a mirarnos a nosotros mismos a su luz. Cuánto se han distorsionado, y nos hemos visto, desde ahí, sucios, feos, deformes sin remedio. Y aún arrastramos esos lodos.

“Su mirada (de Jesús) ha desvelado la manera de mirar el camino lleno de avatares de la historia que tiene el Dios que ha ceñido su suerte a tal historia. (…) La compasión que anida en la mirada de Jesús, en la mirada de Dios, deja claro que el camino de la historia, incluidas sus limitaciones, tiene sentido porque anida en él la llamada a la vida”. Ojalá muchas oraciones y predicaciones vayan por aquí; así, muchos corazones necesitados de consuelo y llenos de miedo y angustia al pensar en Dios, podrán encontrar el descanso, la luz y la paz.

“Entre las religiones es posible un camino de paz. El amor de Dios es el mismo para cada persona sea de la religión que sea. Y si es ateo es el mismo amor”. Hace falta, todavía, una auténtica educación en todo esto para librarnos de la prepotencia que arrastramos por ser católicos. Llevamos demasiados siglos mirando a los demás por encima del hombro; desde los más encumbrados jerarcas de la Iglesia hasta los feligreses de misa diaria. Así no podemos dialogar con nadie.





Teresa -

“FATIGA”. Magnífico y muy bello planteamiento. “… quizá la fatiga de no moverse sea más grande, más pesada y más sin sentido que la de andar”. “Un olfato para lo bueno de lo nuevo: ese es un sentido que no habría que perder”. “Para no fatigarnos hay que maravillarse ante un interior que se mueve, que busca, que se pregunta”. “¿Nada es nuevo o todo es nuevo para un corazón que palpita?” La fuerza y la luz, la esperanza y la resiliencia, que también se mencionan en el planteamiento, siempre están dentro; y desde ahí se puede transformar lo de fuera, y vencer la fatiga.

“Hay que distinguir entre fatiga útil y fatiga inútil. La útil es aquella que beneficia al otro, la que proviene de llevar las cargas de los otros, la de hacerse cargo de dolores que no son los míos”. ¿Acaso no lo hemos experimentado más de una vez? Cuántas veces nos hemos fatigado en tareas alrededor de nosotros mismos y hemos acabado sumidos en la amargura y el sinsentido. Y, en cambio, si la fatiga ha sido por trabajos emprendidos por los demás, cómo se ensancha el corazón y qué luminosos horizontes se vislumbran de repente.

“Un Dios infatigable, a prueba de desplantes y de agravios”. El Dios de los místicos de todos los tiempos (menos de San Anselmo). Entonces, ¿por qué se nos ha transmitido, y seguimos transmitiendo la imagen, el rostro de un Dios que se siente agraviado a cada paso y por todo?

“Una fe para descansar de fatigas”. Y no para crearlas.

“Nada de lo hecho con amor se pierde: las entregas tienen un valor en sí mismas, independientemente del premio, del aplauso, del pago, del reconocimiento. El amor justifica y da sentido a todo acto de entrega”. Creer que esto es así, da alas a la libertad, al propio crecimiento interior, a la autoestima más sana. Y se entienden las palabras de Santa Teresita, cuando afirmaba que ni siquiera necesitaba que Dios supiera de sus obras de amor. “Ningún cansancio generoso, ninguna fatiga humilde, ningún sudor ignorado pierden su valor; pasan al subsuelo de la vida, al humus del que se nutren los corazones, al cimiento de la existencia”. ¿Hace falta algo más? ¿No es todo esto ya sublime?

“En todas partes te encuentro, solo por irte a buscar”. La experiencia de todos los buscadores.

(Continuará...)


Teresa -

“El nuestro es tiempo de perplejidad. La Palabra, el silencio, la oración común pueden ayudarnos a hacernos más fuertes contra el peligro del colapso del sentido y conseguir puntos de apoyo más firmes que nos ayuden a seguir caminando con ilusión en la senda de la fe”. Algunos autores identifican la pérdida de sentido con una noche oscura, tanto individual como colectiva. Y el ser humano no puede sobrevivir en un sinsentido. Bienvenido, pues, todo lo que conjure tal peligro, real como la vida misma.

Hermoso y brillante planteamiento (como siempre): plantar cara al vacío. Y hacerlo a base de humanidad y fe.

“Es una gran sabiduría no temer al vacío, saber que está ahí y que puede ser elaborado”. En cambio, su negación u ocultación lleva a un consumismo feroz material y de todo tipo de experiencias, que no hace sino provocar ese colapso del sentido mencionado más arriba.

“Jesús ha experimentado el vacío”. Habrá que reflexionar más sobre esto. “Él ha logrado reorientar sus vacíos tomando sobre sí los vacíos de otros”.

“Fraternidad para compartir ánimo”. Se agradece tanto, aunque sea en pequeñas dosis.

“Es preciso elaborar sentido y espiritualidad”. Lo que mucho vale…

“De la tristeza que es fruto de poner nuestros ojos en lo que no es importante, líbranos, Señor”. Hermosa oración.

(Continuará...)