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FIAIZ

Seguimos en camino

 

CONFER

Jornadas áreas de justicia y solidaridad, misión-cooperación

 

 

SEGUIMOS EN CAMINO:

UN PUENTE ENTRE LA MEMORIA Y LA ESPERANZA

 

Introducción:

 

         En esta última ponencia de nuestras jornadas de las áreas de Justicia y Solidaridad, Misión-Cooperación de la CONFER, queremos comenzar rompiendo una lanza a favor de la reflexión y del canto. A favor de la reflexión porque un colectivo que no reflexiona la debilidad le cerca, se agota y muere. Recurrimos a la oración para remediar nuestra debilidad; habría que recurrir más a la reflexión, al ahondamiento, al pensamiento. Y también rompemos una lanza por el canto, ya que este aúna dos elementos, la reflexión y ánimo, el pensamiento y el aliento,  las ideas y el regocijo del corazón que empuja a levantar los hombros y a seguir adelante sin amargura. Reflexión y canto quieren ser los dos ingredientes con los que cocinar esta ponencia final.

         Comencemos por el canto: queremos que escuchen ese himno (como muchas de sus canciones) que salió de Mercedes Sosa, la “negra” Sosa, negra llena de luz, donde nos dice su terquedad, recia como el sonido ronco de los tambores que le acompañan,  en cantar contra viento y marea:

 

Todavía cantamos, todavía pedimos,
todavía soñamos, todavía esperamos.
A pesar de los golpes que asestó en nuestras vidas 
el ingenio del odio, desterrando al olvido 
a nuestros seres queridos.

Todavía cantamos, todavía pedimos,
Todavía soñamos, todavía esperamos.
Que nos digan a donde han escondido las flores 
que aromaron las calles persiguiendo un destino.
Donde, donde se han ido.

Todavía cantamos, todavía pedimos,
Todavía soñamos, todavía esperamos.
Que nos den la esperanza de saber que es posible
que el jardín se ilumine con las risas y el canto 
de los que amamos tanto.

Todavía cantamos, todavía pedimos,
Todavía soñamos, todavía esperamos.
Por un día distinto sin apremios ni ayunos 
sin temor y sin llanto y por que vuelvan al nido 
nuestros seres queridos.

Todavía cantamos, todavía pedimos,
Todavía soñamos, todavía... esperamos.

 

         “Que nos den la esperanza de saber que es posible que el jardín se ilumine…”. De memoria y de esperanza, de eso queremos hablar aquí. Y de cómo la VR ha de andar el camino histórico que media entre una y otra: “Seguimos en camino: un puente entre el camino y la esperanza”. La metáfora del puente es siempre evocadora. También para la VR. Un sector de la misma, entre los que nos encontramos los presentes quiere seguir caminando sobre ese puente entre dos pilares asimétricos, la memoria y la esperanza.

         Asimétricos porque la memoria pesa más que la esperanza. La memoria, siempre llena de experiencias, y siempre llena de peligros (nostalgias, romanticismos, añoranza…). La esperanza utópica y vacilante, anhelante y encogida por lo duro del caminar diario. Pero, ciertamente, entre esos dos pilares, memoria y esperanza, se construye la pasarela del puente por el que camina la VR.

         Por eso mismo, en esta reflexión final, queremos decir algo sobre el tránsito en ese puente, sobre nuestro andar, en esa frágil pasarela que va de la memoria a la esperanza.

 

1. Un buen acompañante: los aprendizajes sociales

 

         Para ese tránsito amenazado sobre la frágil pasarela del puente de nuestra VR podemos contar con un buen acompañante: los aprendizajes sociales.

         La vieja compañía de los aprendizajes místicos sigue vigente: la Palabra, siempre que se la redescubra en maneras recreadas cada día como Palabra viva y sugerente, no cansina y repetida; la “vuelta a las fuentes”, siempre que hayamos ido allí alguna vez, y no sea mera arqueología textual; la nueva reflexión teológica, siempre que nuestra teología de hoy no sea una teología del pasado; la vieja liturgia, viva con la sangre nueva de una liturgia social, abierta, generosa, para la justicia; la vivencia de la misión en la secularidad, misión vivida en madurez personal, en horizontalidad democrática, en pluralidad social caminando al paso de la historia; la recreación de un imaginario que no mire hacia atrás, que tenga poder de evocación, que sea creativo e implicado; la reorientación de los tópicos que pesan sobre la VR, como ámbito separado, corporativista, asexuado, desimplicado económicamente, desinteresado por el poder, más cercano a Dios. Como decimos, estos aprendizajes místicos reorientados pueden ser de gran ayuda para el tránsito de la memoria a la esperanza.

         Pero nosotros queremos hacer ahora más hincapié en los aprendizajes sociales como acompañante útil para el camino.

     La teoría del aprendizaje social tiene más de un siglo de vida. El gran impulsor de esta teoría fue A. Bandura. Este autor sostiene que el entorno, la persona y su conducta están interrelacionados. “La teoría del aprendizaje social explica la conducta humana en términos de una interacción recíproca y continua entre los determinantes cognoscitivos, los comportamentales y los ambientales”[1]. Es decir, las conductas humanas no provienen de una sola fuente, la cognoscitiva, la ideológica, sino que influyen en ella los modos de comportamiento sociales e incluso los contextos ambientales. Por decirlo de manera esquemática:

 

 

Por eso se aprenden nuevas conductas a través del aprendizaje observacional de los factores sociales del entorno. Es decir, la dependencia del entorno para generar conductas no solamente es probable sino del todo necesaria. Aprendemos por el entorno más que por la ideología. “El aprendizaje es una actividad de procesamiento de información en la que los datos acerca de la estructura de la conducta y de los acontecimientos del entorno se transforman en representaciones simbólicas que sirven como lineamientos para la acción”[2]. El aprendizaje por observación se extiende gradualmente hasta cubrir la adquisición y la ejecución de diversas habilidades, estrategias y comportamientos. Por eso, este aprendizaje influye en los integrantes de una sociedad, y éstos a su vez en la misma, en el momento en que entran a trabajar, como luego diremos, las funciones de autorregulación.

La teoría del aprendizaje social señala cuatro requisitos para que las personas aprendan y modelen su comportamiento:

  • Atención: La que presta el observador a los acontecimientos relevantes del medio.
  • Retención: valorar lo que uno observa, recordarlo en el momento preciso, ponerlo como “principio” a la hora de justificar un comportamiento.
  • Reproducción: reproducir lo retenido en conductas tangibles, bien sea hecha esta reproducción en modos explícitos o implícitos.
  • Motivación: Tener una buena razón para reproducir esa conducta. Puede ser, igualmente, una razón elaborada ideológicamente o implícita: se intuye que eso es bueno para mí.

Los modelos de conducta pueden enseñar a los observadores cómo comportarse ante una variedad de situaciones por medio de la autoinstrucción (uno aprende por él mismo), imaginación guiada (alguien le hace ver lo bueno de ese comportamiento) o por el autorreforzamiento (se percibe que tales comportamientos le refuerzan a uno en sus mejores anhelos).

Hay que decir que la observación de modelos no garantiza ni el aprendizaje ni, menos todavía, las conductas derivadas de ello, sino que cumple funciones de información y motivación: comunica la probabilidad de las consecuencias de los actos y modifica el grado de motivación de los observadores para actuar del mismo modo. Los factores que influyen en el aprendizaje y en la acción dependen del estado de desarrollo del aprendiz, el prestigio y la competencia de los modelos, así como de las expectativas y la autoeficacia que se palpe en ese modo de comportarse.

¿Cómo aplicar esta teoría a la VR? ¿Qué aprendizajes sociales se cruzan con ella y podrían ser aceptados como compañeros para el tránsito por la pasarela que va de la memoria a la esperanza?

- Los aprendizajes ideológicos: los movimientos sociales empujan hoy a una comprensión no neoliberal de nuestros sistemas de pensamiento económico, político y social: conciencia del dinero, despegue de los modelos políticos más neoliberales, de prensa, radio y TV; alejamiento de ese pretendido centrismo que no lo es tal, y posicionándose, más allá de las palabras, en un lado de la sociedad, el lado de los frágiles. La enorme dificultad de dar un cambio global a todo este entramado no merma nada la eficacia humilde del pequeño gesto asequible a cualquiera por el que parece que todo sigue igual pero no, porque el gesto habla el lenguaje del futuro ya que es la única manera de comprobar que las cosas podrían ser de otra manera si nos diéramos a la tarea[3].

- Los aprendizajes estructurales: Porque algo nos dice, viendo la flexibilidad de los cambios en la sociedad moderna, más allá de pervivencias de un pasado que se piensa inamovible, que el cambio de las estructuras es posible: la democracia real y los modos democráticos de nuestras estructuras (cuestionando jerarquicismos y personalismos); el aprendizaje de una libertad real, esa que construye a la persona en modos de adultez (cuestionando una obediencia que se opone a la libertad).

- Los aprendizajes convivenciales: Aquellos que nos ayudan a ser y sentirnos parte igualitaria de la sociedad en que nos ha tocado vivir ya que se cree que las opciones evangélicas no desclasan, sino que insertan más en el tejido social. “Ninguna propuesta que busque definir la vida religiosa mediante un tipo de nota que, directa o indirectamente, implique superioridad o excelencia sobre los demás modos de vida cristiana, por disimuladas que estas puedan resultar, va por buen camino”[4].

  • La sociedad laica, no asentada sobre perspectivas religiosas, enseña a la VR el continuo aprendizaje de la más elemental igualdad: el aprendizaje de las nuevas espiritualidades (como la del bien común, la decrecimiento o la economía colaborativa) que no sólo pueden dar nuevo impulso a opciones de siempre (como las de la fraternidad social, la del encaramiento del mundo de las pobrezas o la del compartir evangélico), sino que pueden llevar a la VR a colaborar en la espiritualidad de un mundo menos religioso quizá, pero no menos espiritual[5].
  • Una parte amplia de la población es muy sensible a  la transparencia en las finanzas en general y la fiscalidad en particular. Esto podría llevar a la VR a una vivencia de lo económico que no busca la subvención sin control, la exención de cargas fiscales y, menos todavía, la evasión.
  • La problemática compleja del trabajo escaso y a repartir podría también constituir un aprendizaje para la VR tratando de adquirir una visión del trabajo más social que lucrativa.
  • La tenacidad con la que ciertos movimientos ecológicos no solamente sobreviven en este duro mundo del expolio de la naturaleza, sino su indudable vigor podrían constituir un aprendizaje para generar estilos de VR sostenibles, algo que todavía parece no resultar tan atractivo como para impulsar estilos de vida comunitaria concretos.

-              Los aprendizajes espirituales: Serían aquellos que impelen a entender y vivir estos tiempos como propicios para la espiritualidad entendida ésta no tanto como una actividad religiosa sino como un elemento componente de toda estructura humana[6]. Aprender la búsqueda: ya que haber llegado a encontrar la verdad, el total sentido es, quizá, haberse alejado de él. Aprender la itinerancia: algo que pertenece al núcleo del Evangelio y cada vez más a la realidad de la sociedad actual. Aprender a instalar en el fondo una actitud dialogal: con la cultura, con la pluralidad social, con las religiones, con el agnosticismo y el ateismo, con la diversidad de comportamientos morales.

 

2. Posibilidades reales

 

         ¿Es eso soñar? ¿Qué posibilidades hay de acoger a esta espiritualidad social como compañera de camino para la VR?

     Para muchas personas y grupos es algo tan utópico que es mejor no considerarlo. Efectivamente, pesan mucho las ideologías conservadoras, no elaboradas y ancladas en el pasado; pesan mucho las presencias indiscernidas, el estar en un lugar porque siempre se ha estado ahí, el aferrarse a ámbitos que carecen de sentido, la honda artritis estructural para cambiar de lugar cuando hay que hacerlo; pesa y es material tóxico la historia, los largos siglos de inmovilidad consagrada, de enraizamiento  con horizontes recortados; pesan las ideologías, inamovibles a veces, incluso fanáticas, que desechan a priori cualquier planteamiento que no viene con el cuño de lo religioso y, más todavía, si viene con el desnudo aval de una sociedad laica; pesan los estilos de vida monásticos urdidos durante siglos, de difícil solución ya que han sido vividos en la cordialidad y desde ahí se mantienen.

     Y, sin embargo, la VR, por su componente profético, es una espiritualidad de caminos más que de conventos estabilizados, es una espiritualidad de mezcla con todos los riesgos que tal mezcla conlleva y es también una espiritualidad de osadía social, de estar en esos lugares insólitos donde se aprende lo que uno no está dispuesto a aprender en primera instancia, la escuela de los aprendizajes sociales en el “desamparo” de una ideología y de una praxis que no es la religiosa. Ese es el desafío.

Pero, aun así, ¿en qué modos concretos utilizar en este momento el acompañamiento de los aprendizajes sociales? Antes de sugerir nada habría que decir que la sociedad sufre hoy el proceso de demolición que se viene anunciando desde los años 70, aunque aquí haya llegado más tarde. Por eso, nos guste o no, la actualidad está del lado del disenso, la disrupción y el conflicto. Esos son los datos. ¿Cómo elaborar el disenso en la más básica aceptación de lo distinto? ¿Cómo entender la disrupción como el aprendizaje de vivir en la no continuidad? ¿Cómo entender el conflicto en el modo de una posibilidad de crecimiento? En concreto y en este momento:

  • Entre elitismo y populismo: “En este escenario, todas las citas electorales se convierten en plebiscitarias; los fabricantes de programas políticos ya no tienen que esforzarse mucho porque todo se reduce a un solo punto: la elección entre populismo o elitismo”[7]. Quizá este sea el dilema de hoy y haya que arrostrarlo mirándolo de frente.
  • Los  vínculos entre generaciones: “El vínculo de confianza entre generaciones que une el antes y el después en el tiempo, el que permite pasar del ayer al mañana sin tener que poner los contadores a cero cada cuatro años y sin que nadie vea peligrar sus posibilidades de futuro o su pensión de jubilación” se ha quebrado[8]. Reconstruir ese vínculo de confianza solamente será posible si los de antes cedemos el testigo a los de ahora siempre que no quieran reproducir el antes.
  • Un nuevo vínculo de solidaridad entre afortunados y desfavorecidos: “El vínculo de solidaridad entre los más afortunados y los más desfavorecidos, representado por una clase media cuyos hijos no tengan que emigrar para encontrar un trabajo digno y no teman por los servicios públicos, la educación o la sanidad” se ha visto gravemente dañado[9]. Reconstruir ese vínculo en la equidad, en el lado del frágil social, es el lugar primordial de una VR que mira al futuro.

 

3. Tendiena a la esperanza

 

         Los dos pilares del puente del hoy que hay que transitar no son iguales, ya lo hemos dicho. El de la memoria tiende a estar sobrecargado y el de la esperanza propende a ser frágil y lleno de interrogantes. Pero es justamente hacia este hacia el que la VR tendría que apuntar. Y para ello, caminar al paso de la sociedad, en sus estremecimientos y búsquedas, puede ser un camino posible.

         Seguramente que entre los asistentes habrá quien sonría cuando le diga que queremos terminar esta reflexión leyendo y glosando un decálogo sobre la esperanza de E. Punset. Pero es el lenguaje de los no teólogos, mucho más escuchado que el de estos, el que puede hablarnos en el lenguaje de la sociedad en la que vivimos[10]:

 

1. La esperanza de vida sigue aumentando desde el siglo pasado unos dos años y medio cada década. No hacemos ninguna manifestación para celebrarlo, pero debiéramos. Contribuir no solo a la prolongación de la vida, sino a su calidad humana, es trabajar en la dirección de la esperanza.

2. Gracias a lo anterior, la gente puede estar menos obsesionada de lo que estaba antes con saber si existe vida después de la muerte; le importa hoy, muchísimo más, constatar que hay vida antes de la muerte. De ahí que captar el hoy, “no privarse de pasar un buen día”[11].

3. Las políticas de prevención son más importantes y debiéramos dedicarles más tiempo que a las políticas de curación. Básicamente, lo que esto quiere decir es que debiéramos hacer regularmente ejercicio físico, cuidar nuestra dieta y saber disfrutar de todo lo que tenemos, y no solo llorar por lo que no tenemos. La prevención la traduce la VR en “políticas” (planes comunes) de cercanía y acompañamiento a los sectores sociales frágiles.

4. La introducción del aprendizaje social y emocional en el sistema educativo no podemos retrasarlo ni un año más. Para ello hace falta preparar a los educandos para que conozcan las emociones positivas y las negativas y nos ayuden a gestionarlas. Y no solamente en los “educandos”, sino en todos nosotros. Si no vamos gestionando el aprendizaje social y las emociones ¿cómo vamos a encarar un futuro con esperanza?

5. Podemos contribuir a la solución de muchos de nuestros problemas deslindando las competencias negativas, que retrasan la hora de encontrar empleo, de las competencias positivas, que lo aceleran. Entre las primeras está el desconocimiento de las emociones –a ver si aprendemos de una vez lo que significa el desprecio de las demás– y entre las segundas, que la felicidad está en la sala de espera de la felicidad. Una VR con futuro solamente puede estar asentada sobre el aprecio y disfrute de la pertenencia social. Mientras no sepamos apreciar y disfrutar lo que aprecia y disfruta nuestro vecindario no podremos hablar de acompasar nuestra vida al momento en que vivimos.

6. Es hora de constatar la importancia de la intuición y lo que nos dice el inconsciente en contraposición con el llamado «pensamiento racional y consciente». Si la VR quiere tener todo atado y bien atado, si decimos confiar en quien confiamos pero luego elaboramos estrategias interminables para tener las espaldas guardadas, si no hay riesgo ¿cómo vamos a saber algo de futuro y de esperanza?

7. El conocimiento de las verdaderas dimensiones de la felicidad ha sido la gran conquista del siglo XX. Hemos aprendido que no es necesariamente el dinero lo que confiere dicha felicidad. Cuando se vive por debajo del nivel de subsistencia, el dinero es la felicidad; pero una vez alcanzado este nivel, la dimensión más correlacionada con la felicidad es el control de la propia vida. Tener la impresión de que lo que uno hace sirve para algo. La VR está en esta dimensión. Por eso, si la VR quiere darse y dar esperanza ha de ser significativa, ha de hacer lo que hace con sentido. Por eso, la pregunta por el sentido de nuestras actividades va de la mano del futuro y de la esperanza.

8. La belleza, que tanta gente busca, es la ausencia del dolor. Pero demasiada gente está dispuesta a soportarlo sin razones evidentes por la consecución del sueño o trabajo que a uno más le gusta. La VR lucha contra el dolor a brazo partido; pero cree que la belleza, la alegría incluso, tiene que ser mezclable a las lágrimas. De lo contrario, ¿cómo hablar de futuro y esperanza a quien llora?

9. La manada –cuando tiene que atravesar un río o subirse a la montaña– siempre busca a los jóvenes. El gran problema del próximo siglo será la redistribución del trabajo y no de la riqueza. Las escuelas, los sindicatos, las empresas nuevas debieran haber iniciado ya el estudio y la aplicación de este principio. En el Estado, las demás instituciones sociales y las empresas se deberían abrir las puertas a la juventud, que sigue marginada. Abrir las puertas a la juventud siempre que sea para atravesar el río o subirse a la montaña. Si es para volver a la caverna…

10. Por favor, ya es hora de renunciar al dogmatismo y aceptar el principio de incertidumbre como práctica cotidiana. Cuando se intuye algo, es preciso comprobarlo y, si funciona, aplicarlo hasta que alguien más venga a demostrar lo contrario. Newton convenció a medio mundo de que el tiempo era igual para todos, de que era absoluto. Luego vino Einstein y dijo que el tiempo es relativo; distinto en función de la masa física que lo sustentaba y de su velocidad. ¡Abajo los dogmáticos que tanto sufrimiento han impuesto a los que dudaban! Una VR de cara al futuro es una realidad sin dogmatismos, ni religiosos, ni sociales. Levadura en la masa, ya lo dijo Aquel…

 

Conclusión

 

         La esperanza no puede ser una ilusión vana, es un trabajo, una construcción espiritual y social. Querer que el puente de la VR esté asentado sobre la esperanza sin el esfuerzo continuado por lograrlo, es andar tras una quimera. La contribución de la VR es más a la esperanza que a la religión.

         Y si el sentido de la vida, como decía Z. Bauman, es vivir “el uno con y para el otro” ahí tiene la VR que trabajar la esperanza: hacer ver que ese sentido social básico es posible, a pesar de desencuentros, crisis y limitaciones. Hacer de ese anhelo un modo de vida visible, práctico y plástico, por modesta que sea, es la mejor contribución de la VR a la esperanza y la manera más viva de que ella misma viva con esperanza.

         Queremos terminar la reflexión. No hemos podido saber si este texto de Casaldáliga que vamos a leer ha sido cantado por alguno de los muchos músicos que han tomados los textos del Obispo de Sao Félix como textos inspirados. Nosotros lo leemos como una oración:

 

 

YO ME ATENGO A LO DICHO

Yo me atengo a lo dicho:

La justicia,

A pesar de la ley y la costumbre,

A pesar del dinero y la limosna.

La humildad,

Para ser yo, verdadero.

La libertad,

Para ser hombre.

Y la pobreza,

Para ser libre.

La fe, cristiana,

Para andar de noche,

Y, sobre todo, para andar de día.

Y, en todo caso, hermanos,

Yo me atengo a lo dicho:

¡La esperanza!

 

¡Muchas gracias!

 

 

Fidel Aizpurúa Donazar

 

 

 



[1] A. BANDURA, Teoría del aprendizaje social, Ed. Espasa-Calpe, Madrid 1982, p.10.

[2] Ibid., p.51.

[3] “Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá, Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable”: E. GALEANO, citado por I. ZUBERO, Movimientos sociales y alternativas de sociedad,  Ed. Hoac, Madrid 1996, p.139.

[4] A. TORRES QUEIRUGA, Por el Dios del mundo en el mundo de Dios,  Sobre la esencia de la Vida Religiosa, Ed. Sal Terrae, Santander 2000. p.14.

[5] “No es que nos hayamos degradado y que seamos consumistas, que quizá lo seamos, es que no podemos. Tenemos que estar siempre dispuestos a cambiar, por lo tanto no podemos fijarnos con creencias; las sociedades tienen que estar dispuestas a cambiar al ritmo acelerado de las ciencias y de las tecnologías” (M. CORBÍ, Entrevista a Marià Corbí,  en http://www.cetr.net/modules.php?name=News&file=article&sid=620).

[6] “El enmarque en lo histórico hace que la preocupación por la espiritualidad pase de ser una preocupación religiosa a una preocupación social. Se anhela la recuperación de la espiritualidad, el deseo de que el espíritu no muera en nuestra cultura, pero no por razones religiosas, sino, simplemente, porque la pérdida de los valores más constituyentes del espíritu humano lleva a la persona a una situación sin salida en la historia. Desde aquí se puede anhelar, sin el componente religioso, una historia humanamente espiritual”: F. AIZPURÚA, La espiritualidad bíblica, Ed. Verbo Divino, Estella 2009, p.19.

[7] J. L. PARDO, “Lo viejo y lo nuevo”,  en: El País,  11 de febrero de 2015, p.29.

[8] Ibid.

[9] Ibid.

[10] Como dice J. M. CASTILLO, La humanización de Dios,  Ed. Trotta, Madrid 2009, p.18.

[11] Si 14,11.14 citado en EG 4, del Papa Francisco.

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