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FIAIZ

Juan 135

CVJ 

Domingo, 25 de febrero de 2013

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

135. Jn 19,38-41

 

Introducción:

 

                Hay una patología personal y social que se suele denominar atrofia afectiva.  Es la que tienen las personas que observan y analizan todo lo que ocurre, pero no se comprometen en nada. Es la de aquellas gentes  que solamente ven la realidad desde el lado de la utilidad; si algo o alguien no es útil, no les interesa. O también sufren de esta dolencia de quien sistemáticamente recela de todo lo afectivo. De modo general puede decirse que la riqueza y la plenitud de una persona dependen en gran medida de su capacidad afectiva. Esta no es solamente aplicable a las relaciones personales más inmediatas, sino a todo el hecho social. Amar la realidad es la mejor manera de entenderla; distanciarse de ella, “odiarla”, bloquea cualquier posibilidad de comprensión y de vida saludable.

                Es que, por extraño que parezca, la escena joánica del entierro del Señor habla, en el fondo de algo de eso: aparentemente se narra un entierro, pero, en realidad, se está diciendo que se entierra a uno que está destinado a la vida. Y como el lenguaje afectivo, esponsal, nupcial, es muy válido para hablar de vida (en las “nupcias” se engendra la vida), resulta que el autor describe el entierro con un vocabulario de bodas, afectivo: llevan perfumes “de mirra y áloe” que son los perfumes de la bodas, según lo salmos. Envuelven a Jesús en un “lienzo” que alude al lienzo del lecho nupcial (aquello de la “prueba de la virginidad”). Se le entierra en un sepulcro que está en un “huerto”, lugar del amor según el cantar de los Cantares. O sea, que al final uno no sabe si está asistiendo a un entierro o a la confesión de que quien es enterrado es uno talmente destinado a la vida  porque ha amado a fondo y se le sigue amando a fondo. Se entierra a un amado y el amor salta las fronteras de la muerte. Esos trasfondos dan vida al relato.

 

***

Texto:

 

                38Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo.

39Llegó también Nicodemo, el que al principio había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.

 40Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos.

41Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. 42Y como era para los judíos el día de la preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

 

***

 

Ventana abierta:

 

                Esta persona es Chris Kyle el francotirador más letal de EEUU que mató a muchas personas en Irak y que se lamentaba de no haber matado más “salvajes” (se refiere a los llamados “insurgentes” iraníes). Él mismo fue acribillado en un campo de tiro donde enseñaba a jóvenes a disparar. Un muchacho lo mató. Cosas de Estados Unidos. Pero, en el fondo, personas como éstas encarnan el profundo desafecto a los distintos que lleva a sembrar muerte. Dicen que su funeral ha sido multitudinario. Eso es lo peor, que la ciudadanía se identifique con el desafecto.

                Oramos. Que no nos invada nunca el desafecto personal o social; que nuestra reacción sea misericordiosa y benigna ante el mal social; que ensanchemos los límites de nuestra tienda, de nuestra vida.

 

***

 

Desde la persona de Jesús:

 

                Dice el texto que José de Arimatea, el que había ido a verlo de noche, pidió a Pilato el cuerpo de Jesús. Parece que aquella entrevista nocturna no había servido para nada. Pero la buena acogida de Jesús a horas intempestivas, la conversación sosegada, sirvieron para dejar un poso de benignidad en el corazón del de Arimatea. Ahora, cuando el pobre cuerpo de Jesús está muerto es cuando el afecto le lleva a solicitar del tirano Pilato que se le dé el cuerpo para ejercer con él el sacramento del afecto, del cuidado, del entierro amoroso.

                Oramos: Te veneramos, Señor, en tu cuerpo pobre y muerto; te veneramos con amor en tu necesidad de cuidados; te veneramos con gozo en la promesa de tu resurrección.

 

***

 

Ahondamiento personal:

 

                Asegura el texto que José y Nicodemo llevaron “cien libras” de perfume para embalsamar a Jesús. ¡Unos 42 kilos! Una barbaridad. No saben que aquel que quieren ungir está destinado a la vida. Quieren borrar el duro peso de la muerte con una enorme cantidad de perfume. Es como quien quiere obviar el dolor y la limitación de la vida huyendo de ella, dorando la píldora. La afectividad saludable no excluye la honradez con lo real, la visión exacta de los problemas. Solamente que los lee con benignidad, con acogida, con afecto. Una visión afectiva de la vida y, a la vez, con realismo no son cosas que estén reñidas.

                Oramos: Que seamos realistas y benignos; que seamos buenos lectoras de la realidad y fraternos; que seamos honrados con lo real y afectuosos.

               

***

 

Desde la comunidad virtual:

 

                La pertenencia a la comunidad virtual, el trabajo común en torno a la Palabra, la certeza de que ésta nos conecta a la vida y al corazón de otras personas amplía nuestra capacidad afectiva, nuestra manera de mirar con amor nuestros pasos y los de los otros. Por eso, uno de los beneficios del trabajo orante en comunidad virtual es ampliar nuestra capacidad afectiva,  la posibilidad de leer y vivir la vida con el jugo de lo hermoso, de lo disfrutado, de lo amado.

                Oramos: Gracias, Señor, por la ayuda de los hermanos para vivir la vida con gozo; gracias por el grupo que ora y nos enseña a amar; gracias por la conexión vital que nos hace amables los días.

 

***

 

Poetización:

 

Como todos,

el de Jesús fue también

un triste entierro.

Pusieron con amor

su cuerpo muerto

en la soledad de la tumba.

Pero ese amor

era como un canto de esperanza

y de vida:

se estaba enterrando

a un destinado a la vida,

a un esposo

que, unido a nosotros,

engendraría vida.

Por eso, quizá sin saberlo,

lo enterraban como a un novio

que va al lecho de bodas:

perfumado como los novios,

en el lienzo de un lecho nupcial,

en el huerto donde florecen los amores.

No depositaban un cadáver

en el silencio de la roca,

sino uno destinado a la vida

que estallaría gozoso

en la resurrección.

José y Nicodemo intuían

de alguna manera

que la vida irrumpiría

en el cuerpo amado,

en toda realidad,

cuando se la ama.

 

***

 

Para esta semana:

 

                Trata de controlar tu atrofia afectiva. Hazlo amando a la realidad que tienes delante y a las personas que se cruzan en tu camino.

 

 

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