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FIAIZ

Juan 31

CVJ

Domingo, 31 de enero de 2010

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

31. Jn 6,34-36

 

Introducción:

 

                No nos cabe duda, y menos viendo las imágenes de esta temporada en torno al terremoto de Haití, que el hambre no saciada es el rostro de nuestra inhumanidad. Que haya todavía hambre sobre la tierra es una vergüenza que nos debería sonrojar las 24 horas del día. Pero, además, hay otras hambres, menos perentorias, pero no menos importantes,  que tampoco están bien saciadas: el hambre de cultura, de salud, de vivienda, de amparo, de acogida, de amor, de dicha, de consuelo, etc. Hambres que es necesario calmar para que la persona llegue a creer que ha sido puesta en esta tierra para el disfrute y el amor, no para el sufrimiento. Hay muchas personas que, desde diversos lados, se empeñan en ir saciando estas otras hambres imprescindibles. Muchas veces no se las tiene en cuenta, pero son el pulmón con el que puede respirar nuestro mundo.

                Puede parecer ingenuo o simplista, pero el Evangelio sostiene que la adhesión a  Jesús, a su fe en el amor como principio activo de la existencia, puede ayudar a calmar esas otras hambres tan urgentes. Así es, adherirse a Jesús no es, en primera instancia, una opción religiosa es, por así decirlo, un compromiso efectivo para trabajar en las tareas de saciar hambres de vida. El Evangelio dice que nadie va a saciar tales hambres por arte de magia, sino que la persona, toda persona, tiene dentro el potencial necesario para colaborar a que esas hambres mengüen un poco y disminuya el caudal de humanidad aumentando el de la dicha. ¿Es creíble un planteamiento tal? Pues en algo de eso consiste la dicha, en algo de eso está el quid de la fe cristiana. El resto, por sagrado que parezca, es ropaje, ayuda, herramienta, cauce para llegar a esa convicción y a esas colaboraciones.

 

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Texto:

 

                34Entonces le dijeron:

                -Señor, danos siempre de ese pan.

                        35Jesús les contestó:

                -Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; 36pero como os he dicho, me habéis visto y no creéis.

 

 

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Ventana abierta:

 

                Esta es una foto cualquiera de una escuelita cualquier en algún lugar de América Latina. La pobreza se palpa en todos los detalles. Pobres las mesas, los cuadernos, los murales, el local. Pero la sonrisa de los niños, su gesto de disfrute pone el toque de humanidad. Es que saciar el hambre de cultura es abrir horizontes al futuro de los débiles sociales. Por eso, quien se dedica a sembrar la humilde cultura de los pobres es como Jesús: sacia las otras hambres, aquellas que, superadas, hacen a la persona más dueña de su destino y de sus días.

                Oramos. Gracias, Señor, por quienes sacian el hambre de cultura de los débiles; gracias por quienes creen en el futuro de quien lo tiene más difícil; gracias por quienes humanizan sin miras egoístas.

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                Dice Jesús que es pan para la vida. No solamente, ni sobre todo, pan para el estómago, sino para el conjunto de la vida. Con ello se está queriendo decir al seguidor/a que también él/la ha de optar por alimentar la vida en todas sus dimensiones. Dejarse "comer" para que la vida brote es un beneficio para los débiles pero también lo es para quien se entrega. Cuando uno/a es pan para la vida, se interesa por la suerte y la dicha de quien menos posibilidades tiene está haciendo verdad la palabra de Jesús: colmar hambres de vida es la verdadera tarea de quien ha entendido la adhesión a Jesús.

                Oramos: Te bendecimos, Señor, porque no te cansas de sembrar vida en nuestros caminos; te alabamos porque suscitas en nosotros/as el hambre de vivir; de damos gracias por quienes persisten en ser mediación de vida para otros.

 

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Ahondamiento personal:

 

                Jesús desenmascara la actitud de sus paisanos: ellos, que se dicen tan creyentes, en el fondo no creen porque no se apuntan con decisión a sembrar vida, a quitar hambres, a construir el futuro de su pobreza. Todos sus esfuerzos van por el cauce religioso y, desde ahí, esperan un Moisés mayor que llene mágicamente sus estómagos vacíos. Echan la pelota al tejado de Dios (de Moisés) cuando la responsabilidad está en sus manos. La religión no les ha hecho ver que son ellos los gestores de su dicha y de la de los demás. Cuesta creer en una adhesión a Jesús como afán real para colaborar a quitar hambre del camino humano.

                Oramos. Que nos animemos a quitar hambres de  la vida y del corazón de las personas; que construyamos un tipo de vida fraterno por encima de egoísmos; que acojamos con alegría la responsabilidad de quitar hambres que Jesús nos pone delante.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                Quizá sea mucho decir que la comunidad virtual nos ayuda a quitarnos las hambres básicas de la vida. pero algo de eso va haciendo, poco a poco y moderadamente, en esta cercanía humana que nos posibilita el trabajo con la Palabra. Porque no creamos que el mayor beneficio de estas pequeñas inquietudes es que aprendemos más de Jesús o de religión. Eso viene después. Lo más importante es que va haciendo en nosotros cierta la evidencia de que nuestra vida tiene valor y sentido en la medida en que se orienta al disfrute, a la dicha y a la humanidad. Si nos hace "creer" en esto, nos ha ayudado a saciar nuestras hambres.

                Oramos: Gracias, Señor, por los pequeños gestos de humanidad que recibimos; gracias por quienes son fieles en mirar siempre en la dirección del otro; gracias por poner en nuestro camino manos y brazos que nos sostienen.

 

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Para orar:

 

"Como pan vino la palabra,
como fragmento de crujiente pan
fue dada,
igual que pan que alimentase el cuerpo
de materia celeste.
Vino, compartimos su íntima sustancia
en la cena final del sacrificio.
Y nos hicimos hálito, sólo soplo de voz.
Palabra, cuerpo, espíritu.
El don había sido consumado."     

 

(José Ángel Valente)

 

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