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FIAIZ

Juan 84

CVJ

Domingo, 9 de octubre de 2011

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

84. Jn 12,27-30

 

Introducción:

 

                En la vida de las personas y de los pueblos hay momentos en los que todo parece ser zarandeado. Tal vez estos meses (y los que se avecinan) son de esa clase de tiempos. El zarandeo remueve todo y hace que, como frutos maduros, muchas cosas se vengan al, suelo. Pero algunos frutos permanecen en el árbol. Son las convicciones profundas, los valores en los que realmente uno cree, las adhesiones que están arraigadas en el fondo del corazón, las certezas que, tercamente, quiere uno vivir y mantener. Y así, paradójicamente, los tiempos del zarandeo se convierten en tiempos de afianzamiento, en tiempos de crecimiento.

                Algo así le ha pasado a Jesús: el final de su vida, sobre todo, ha sido un tiempo de fuertes zarandos. Todo parecía venirse abajo: los frutos de la predicación del Reino se esfumaban, la adhesión de la gente se enfriaba, el amor mismo de sus discípulos vacilaba, los ataque de los notables arreciaban, las amenazas del poder cobraban rostro. Pero, paradójicamente, este tiempo de zozobra no ha hecho en él sino acrecentar la con fianza en el Padre; eso le ha hecho mirar con mirada deseosa y confiante el rostro del Padre volcado a la vida. De ahí que, más que desaliento, el zarandeo ha provocado en él más ganas de entrega y de amor.

 

 

Texto:

 

27Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. 28Padre, glorifica tu nombre.

                Entonces vino una voz desde el cielo:

                -Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.

                29La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. 30Jesús tomó la palabra y dijo:

                -Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros.

 

Ventana abierta:

 

 

            He aquí una imagen cualquiera de las huelgas sobre la enseñanza que se están realizando en muchas comunidades autónomas. El colectivo de docentes públicos y la misma educación estás siendo zarandeadas. Pero, más allá del resultado final, que no será muy bueno, esto está sirviendo para reafirmar la certeza de que en la educación está el futuro de una sociedad y no en el dinero, como piensan quienes van a estar en el poder. Muchos ciudadanos/as terminan por ver que la inversión hecha en educación es el futuro de un país. Se zarandea la educación pero quedan certezas.

                Oramos: Que nos sean cercanas las situaciones de quienes padecen el canibalismo del poder; que nos ayuden a entender los valores humanos de la sociedad; que tengamos por cierto que el valor máximo de la vida y de la fe es la persona.

 

Desde la persona de Jesús:

 

                Dicen los estudiosos de san Juan que este texto suple al de la oración del huerto (que el cuarto evangelio no narra). De una manera u otra muestra el interior de Jesús turbado, convulso, agitado. No ha sido Jesús persona de quietud total, de insensibilidad, de frialdad ante los acontecimientos. Él también se ha visto profundamente zarandeado, sus bases vitales se han visto tocadas, el desconcierto ha asomado a su vida. En esas circunstancias ha encontrado como “solución” volver su rostro hacia el Padre, acogerse a su amor, apoyarse en ese abismo de abrazos que es el amor del Padre a toda criatura. A él le ha servido.

                Oramos: Gracias, Señor, porque Jesús ha sido confiante aunque estuviera turbado; gracias, Señor, porque el amor ha sido en él más fuerte que el desconcierto; gracias porque ha podido levantar los hombros y seguir adelante cuando la zozobra arreciaba.

 

Ahondamiento personal:

 

                Hay personas que saben convivir con la zozobra y lo hacen con elegancia y humanidad. No se hunde a la primera de cambio y saben levantar los hombros para seguir caminando. Han aprendido a disfrutar de lo sencillo a pesar de que la limitación y el sufrimiento son compañeros de camino. Saben no desestabilizarse y siguen confiando en quien siempre ha confiado. Son personas que no desisten de una vida en amor. Como Jesús.

                Oramos: Que no desistamos de amar, por encima de toda limitación; que confiemos en el otro, por encima de desengaños; que seamos benignos con todos, más allá de las pequeñas o grandes amarguras de la vida.

 

Desde la comunidad virtual:

 

                Reanudamos un Curso más con la Palabra en las manos y en los grupos. Lo tomamos como un don del padre. Lo aceptamos con agradecimiento. Puede ser “medicina” para nuestros momentos de desaliento, voz del Padre que se escucha en medio de la tormenta de la vida. A veces los signos de amor del Padre son tan sencillos como una palabra amigable, un rato de oración o una preocupación por lo que nos va pasando. Para hacer crecer en nosotros/as el amor y el sosiego.

                Oramos: Que nos ayudemos con palabras buenas; que nos sostengamos con gestos de aprecio; que nos amparemos compartiendo las preocupaciones cotidianas.

 

Poetización:

 

No fue su vida

un mar en calma,

una balsa de aceite,

una senda sin sobresaltos,

un árbol sin el zarandeo del vendaval.

Su alma sufrió

los días grises,

la fuerza del viento amenazador,

el hielo de las madrugadas,

la incógnita de las noches.

Le hicieron daño los abandonos,

la herida de los menosprecios,

el hachazo de las amenazas,

la mordedura de las calumnias.

Pero, con todo ello,

no se alejó del amor del Padre,

sino que volvió su rostro a él

con más deseo,

con más amor.

Cuanto más zarandeado se sentía

tanto más se abrazaba

al Padre que le amparaba.

Por eso, en sus noches de oración

disfrutaba de la presencia del Padre

más que del silencio

o de la brisa calma.

Estaba seguro de que,

por encima de zozobras,

el Padre siempre estaba ahí.

Esa certeza era

el cabo que nunca quiso soltar.

 

 

Para la semana:

 

                Trata de mantener el ánimo lo más sereno durante estos días, aunque las cosas no vengan bien dadas.

 

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