Retiro en Adviento 2024
UN ADVIENTO DE ESPERANZA
PARA SEMBRAR LO DISTINTO
Retiro en Adviento 2024
1
BRIZNAS DE ESPERANZA
La esperanza es un tema recurrente en Adviento. Pues ¡que vuelva la esperanza! Siempre viene bien volver a la espiritualidad de la esperanza sobre todo cuando esta parece escasear. Siempre nos alivia hablar de aquello que carecemos. Pero, de alguna manera, habría que “atrapar” aquello que nos resulta tan volátil.
Por eso mismo hablamos de “briznas”, de aquello atrapable, pero pequeño, de lo que resulta casi insignificante pero que está ahí al alcance de la mano. ¿Eso tan pequeño, esa “brizna”, puede suscitar esperanza? Quizá sí.
Dice el poeta M. Rico: “Nunca poseeremos la tierra./Si acaso, una brizna de aire o un destello”. Una brizna de aire, un destello, parecen nada. Pero es el don sagrado de vivir y respirar por el que algunos darían toda su fortuna. Y el francés G. Apollinaire: “Brizna de brezo, olor del tiempo./ Recuerda que yo te espero”. La esperanza como una brizna de brezo, un pajita humilde que, junto con otras, hace la escoba que barre el humilde hogar, las cuadras de los animales.
Habrá que acercar la esperanza y entenderla y vivirla de forma humilde. Quizá de ahí brote la chispa de un fuego que alumbre los pasos. Por eso el Adviento es tiempo propicio para llamar quedamente a la esperanza, para que vuelva a descongelar el duro corazón que dice que no hay nada que hacer, que todo seguirá igual o peor, que la noche sigue siendo el escenario de nuestra vida.
Adviento: tiempo para volver a la esperanza, con realismo, con humildad, con el anhelo que brota de un rescoldo del que vuelve a surgir una llamita, temblorosa y tenaz.
1. Yo me atengo a la esperanza
“Yo me atengo a lo dicho:
La justicia, a pesar de la ley y a costumbre,
a pesar del dinero y la limosna.
La humildad, para ser yo, verdadero.
La libertad, para ser hombre.
Y la pobreza, para ser libre.
La fe, cristiana, para andar de noche,
y, sobre todo, para andar de día.
Y, en todo caso, hermanos,
Yo me atengo a lo dicho: ¡la Esperanza!”
P. Casadáliga
- El clásico y conocido texto del obispo poeta puede ayudarnos, una vez más, a predisponernos a la esperanza (véase, si no, la canción “Ella viene y va” de Marta Soto). La esperanza ha de incluir la justicia porque una esperanza sin justicia es pura vaciedad.
- Ha de incluir, así mismo, la humildad, ya que una esperanza soberbia es la esperanza de los tiranos, de los invasores, de quienes menosprecian a los pobres.
- Ha de ser libre porque una esperanza humillada es una contradicción y solamente la esperanza que humaniza es la que libera.
- A la esperanza le va muy bien la pobreza porque los primeros demandantes de esperanza son los pobres ya que a ellos se les ha arrebatado casi siempre.
- Y la fe puede ser leña en la hoguera de la esperanza, impulso que vuelve a tomar aliento, llamada que se escucha en el silencio más denso.
- Por eso, nos atenemos a la esperanza, no como el clavo ardiendo a quien se agarra uno porque no hay otra cosa, sino como a la pequeña luz que puede iluminar un camino en sombras.
2. Vivir con esperanza
Ahí está el quid: ¿cómo mantener viva la esperanza en que haga de contrapeso a la incertidumbre de la sociedad gaseosa? ¿Cómo elaborar la desesperanza de serie y las desesperanzas que se van añadiendo en el largo caminar humano? Vamos a tomar un párrafo del librito de M. Zambrano, Los bienaventurados para ahondar en estos interrogantes.
- La esperanza envuelve toda la obra del ser humano, aunque este no se percate de ello. La cuna del ser es la esperanza. Por eso resulta tan definitiva: «Todo lo que el hombre busca conocer, toda acción que proyecta, todo padecer que cae sobre él, toda verdad que le sale al encuentro, es acogido primariamente por la esperanza, sin que ella se dé a ver» (p.136). La esperanza es el lugar de la vida acogida. Por eso, una vida en la desesperanza, en el disgusto, en la crítica amarga y negativizadora no aporta nada al esclarecimiento del camino que hay que seguir.
- La esperanza tiene un apoyo insustituible que, si falla, resulta imposible: «Y en el fondo de esta esperanza genérica, absoluta, podemos discernir algo que la sostiene: la confianza» (p.136). Sin confianza es imposible entender la esperanza. Por eso mismo, generar confianza es posibilitar la esperanza. Una vida urdida en la desconfianza es una vida necesariamente desesperanzada.
- Creemos que vivir en la esperanza es estar siempre en una vida de buen tono vital, optimista, creativo. Pensamos que la esperanza es incompatible con un cierto desaliento. Pero «la esperanza se deja ver como todo lo que alienta constantemente en sus desfallecimientos, en sus atonías». Es pues compatible el dinamismo de la esperanza con una debilidad existencia hecha de desfallecimiento y atonía. No puede ser estas excusas definitivas para apearse del carro de la esperanza.
- El desaliento cerca a quien se esfuerza por leer la realidad de hoy de manera positiva. Pero, dice Zambrano, «la esperanza salta visible en la desesperanza; en la desesperanza y en la exasperación que advienen por un suceso habido en la intimidad del ser entregado a sí mismo, o encerrado dentro de una situación sin salida» (p.136). Quien reflexiona sobre la esperanza ya está construyendo un camino esperanzado; quien intenta sacudirse el yugo pesado de la negatividad, ya es constructor de esperanza, quien emplea palabras de contenido esperanzador ya colabora a la causa del futuro; quien aporta un grano de esperanza a la vida de alguien que lo pasa mal, es hijo de la esperanza.
3. Un apunte bíblico: Lc 7,18ss
El tema de la esperanza atraviesa las páginas del Nuevo Testamento y se concentra en un asunto que, para el judaísmo del tiempo es vital: la esperanza mesiánica. Israel siempre ha esperado un Mesías potente y liberador. Al ser un pueblo de reducidas dimensiones, muchas veces oprimido por potencias extranjeras, su anhelo mesiánico ha salido reforzado. Con la declaración de independencia del moderno estado de Israel en 1948, se han visto concretados sus sueños mesiánicos en un escenario político con los resultados, desastrosos, que todos conocemos.
La esperanza mesiánica iba acompañada en tiempos de Jesús de la certeza de que el mesianismo, para que fuera liberador, debía ser potente, económica y políticamente, capaz de expulsar al opresor y de mostrar la soberanía de Israel y Jerusalén sobre todos los pueblos del mundo. De ahí el sentido general de la embajada de los enviados del Bautista Jesús en Lc 7,18ss.
Aunque espiritual, la idea mesiánica del Bautista es heredera del espíritu de Elías: la restauración del yahvismo devolverá a Israel su primacía. Para eso hay que anunciar la purificación por el “fuego” y por la “poda” de los árboles destinados al infierno, el “bieldo” que separará a los fieles de los infieles (Mt 3,10ss). La tradición mesiánica del bajo judaísmo espera a este mesías nacionalista Por eso se le preguntará directamente a Jesús: “¿Eres tú Elías?” (Jn 1,21). Porque Jesús ha tomado un extraño camino: el mesianismo de la pobreza, la compasión, la piedad y la inclusión (Lc 4,14-30). Es perceptible el desconcierto del Bautista cuando envía una embajada a Jesús. Su esperanza mesiánica no concuerda con el pretendido mesianismo pobre de Jesús. Confundido en el mesianismo y en la esperanza: ¿qué hay que esperar? Esa es la cuestión final.
Según Lc 7,22 lo que se debe esperar es un cambio radical de situaciones sociales. Para ello hay que comprender que el discernimiento que conlleva la cadena de comentarios (los que la gente comenta en Lc 7,16-17) empuja a creer que el honor de Jesús como Mesías no está hecho a costa de nadie, sino por la entrega generosa a todos, sobre todo a los frágiles. Mesías pobre para los pobres. De ahí que lo que haya que esperar de este Mesías es que las esperanzas de los pobres vayan siendo realidad sobre todo la de aquellos que han sufrido pérdidas irreparables: ciegos, cojos, leprosos, sordos, muertos, pobres.
Un mesianismo para una sociedad de inclusión, para una economía igualitaria, para una fraternidad social. Ese es el gran sueño de Dios y la intención última del mesianismo de Jesús (Ef 1,10 y Col 1,20 dicen que podemos conocer el secreto designio de Dios: hacer una gran obra de reconciliación en lo creado). No consigna el evangelio la reacción del Bautista y el elogio que Jesús hace de él (Lc 3,24-35) no es suficiente para disipar las dudas.
De cualquier manera, la esperanza cristiana más que escatológica es social: quiere alentar más a una vida en el más acá de la muerte que en el más allá de ella. Eso se corresponde a la certeza de que la fe cristiana es praxis antes que ideología, que el hacer determina el ser. Por eso la mística cristiana apoya todas las esperanzas que tienden a la conformación de una sociedad distinta, igualitaria, social, fraterna y que trate a los débiles con equidad. Construir una fe histórica es la gran tarea de la teología, de la espiritualidad y de la praxis cristiana. Ese es el cimiento de su esperanza.
4. Briznas de esperanza
a) En la vida política: nos es muy difícil verlas por nuestra fuerte desafección y por nuestros posicionamientos rígidos. Pero, a veces, surge una brizna: el 27 de setiembre, el presidente de La Rioja, Gerardo Capellán, del PP, visita la Moncloa. En la rueda de prensa posterior sorprende a media España porque dice que la reunión ha sido cordial y que han hablado de transportes, inversiones y cultura (el tema de las Glosas Emilianenses). Los periodistas se quedan boquiabiertos porque esperaban que siguieran funcionando según la greña habitual. Pero no: políticos de distinto signo puede hablar de asuntos ciudadanos sin destruirse. Brizna de esperanza.
b) En la vida cultural: todos hemos oído hablar de la orquesta West-Eastern Divan promocionada por el judío Daniel Baremboim y el palestino Edwar Said. Siguen dando conciertos a pesar de amenazas, cancelaciones y presiones. Representan a muchos colectivos que creen en la posibilidad de una convivencia, aunque los acontecimientos digan lo contrario. En esa línea están los chef del restaurante berlinés Kanaán, regentado por el palestino Jalil Debit y el judío Oz Ben David. Biznas de esperanza.
c) En la vida religiosa: siempre unimos la esperanza al número de vocaciones; de ahí nuestra desesperanza. Pero se puede ligar a otras cosas. Escribía un religioso un bonito artículo sobre la enfermería en la que vivía con el título “Scala Dei”. Para él, el final de la vida era una ascensión al corazón del Padre. O esto otro: en Villava (Navarra) hay una enfermería de Dominicos en la que han acogido a otra de Claretianos. Son un solo grupo; todo en común. ¿Rentabilizar o brizna de esperanza por el apoyo en la debilidad?
d) En la vida eclesial: hay quienes piensan que esto del Sínodo no va a servir para nada, pero otros mantienen la esperanza y colaboran. Quizá, cuando menos lo esperamos, cuando todo parece terminar es cuando surge una posibilidad. ¿Quiénes somos nosotros para borrar del horizonte de la Iglesia esa esperanza? Los grupos sinodales que persisten contra viento y marea son briznas de esperanza. Quizá el mismo Sínodo lo sea.
5. Actitudes para conectar con las briznas de esperanza
Conectar con la desesperanza es fácil, Lo peliagudo es conectar con la esperanza. Para ello quizá se necesite una serie de actitudes:
- Abandonar el negativismo: instalarse en “el todo está mal” para evitarse el esfuerzo del discernimiento y para hacer parte del coro de las lamentaciones que no mueven un dedo para que la cosa cambie es una actitud que bloquea cualquier camino de esperanza, si es que lo hubiere. El negativismo es tóxico y más cuando se da por supuesto que todo el mundo comulga con él (no es así). Sería bueno hacerle frente de palabra y de obra para que la plantita de la esperanza no se agoste nada más nacer.
- No proyectar nuestra desconfianza: porque al hacerlo la queremos justificar. No desconfiemos de los demás porque nosotros seamos desconfiados. Demos un voto de confianza, demos segundas oportunidades. ¿No es el evangelio una propuesta de segunda y terceras oportunidades (setenta veces siete)? Quizá la esperanza brota en la oportunidad repetida.
- Exponerse al vientecillo de la novedad: no temer acatarrarse, no apalancarse en lo de siempre por la indolencia de cambiar de postura en el sillón en el que llevamos muchos años. Airear un poco la cabeza y el corazón con un poquito de formación actualizada. Salir más al escenario de la calle no para perder el tiempo, sino para ver y tocar como se mueve la sociedad de hoy. ¿Cómo, si no, pretender ser esperanza para quien desconocemos?
- No descreer de la bondad: porque hay mil motivos para ello. Pero descreer de la bondad es descreer del mismo Dios que es bueno, una especie de ateísmo que puede afectar a creyentes declarados. Una paradoja, un oxímoron. Emplear lenguajes (verbales y no verbales) bondadosos para facilitarle la entrada a la tímida esperanza.
- Ser proactivos: como se dice ahora. Salir del apoltronamiento que sabe de todo, diserta sobre todo, entiende de todo pero no termina de dar un paso adelante. La esperanza no es teoría, sino práctica, camino recorrido. ¿Dónde adquirir ese empuje que nos lleve a actuar? No lo sabemos. Pero sí sabemos que mientras estemos en las palabras estamos a medio camino. Al final, la inocente esperanza nos pregunta: ¿Tú, qué haces (Anda y haz tú lo mismo)?
Conclusión
Cada Adviento que llama a nuestra puerta es una oportunidad más. Si la desaprovechamos, vendrá otra vez a nosotros, pero nos habremos perdido la de este año. Y no estamos para muchas pérdidas. Hemos de preguntarnos con paz y tratar de responder con paz.
En lo que de nosotros dependa, demos cancha a la esperanza. Hagámonos eco de aquello que dice FT 30: “El aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro”.
Que pueda ser el Adviento un camino abierto a una celebración de la Navidad más esperanzada, más liberadora, espacio de respiro. Los poetas, como L. Aragon, saben decirlo:
Un jour pourtant, un jour viendra couleur d'orange
Un jour de palme, un jour de feuillages au front
Un jour d'épaule nue où les gens s'aimeront
Un jour comme un oiseau sur la plus haute branche.
(Vendrá un día de color naranja,
Un día de palmas, de coronas de flores en la frente,
Un día de hombros desnudos en que las gentes se amarán,
Un día como un pájaro en la rama más alta)
2
SEMBRAR LO DISTINTO
Queremos hacer una segunda reflexión para personas que dejan una puerta abierta a las preguntas, que se plantean si su trabajo evangelizador está bien orientado o requiere algún tipo de cambio. Hay quien no duda de que siembra lo que quiere sembrar. No tiene dudas. Para él sobran este tipo de reflexiones. Tan amigos. Pero si uno está abierto y, viendo lo que ocurre, quiere preguntarse si, en materia de pastoral, estamos haciendo lo correcto, quizá pueda encontrar alguna luz.
Corre por internet una frase atribuida a A. Einstein que tiene miga: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. Si viendo lo que vemos (abandono de la práctica religiosa, poca credibilidad de la Iglesia, envejecimiento de la VR, lejanía del hecho social, etc.), seguimos con las mismas “siembras”, tendremos similares cosechas.
¿Cómo sembrar otra cosa? ¿Qué es lo que habría que sembrar? ¿Podemos realmente hacer otra siembra a la que no estamos acostumbrados? ¿Existen fórmulas eficaces para poder sembrar otra cosa? ¿Cómo entrever la posibilidad de una pastoral distintita?
Creemos que esta intuición está ligada al tema de la esperanza y, por ello, al tema del Adviento porque si lográramos llegar a una siembra distinta hecha con esperanza veríamos resultados diversos.
1. Desear lo distinto
Cuando decimos que quizá haya que sembrar otra cosa, vistos los resultados, tal vez ese no sea buen principio. Habría que sembrar con novedad porque el Mensaje es novedad, porque el evangelio es horizonte, por una mística del descubrimiento de lo hermoso de la fe, no por los malos resultados obtenidos de nuestra pastoral.
Para sembrar algo distinto hemos de sentir la necesidad de hacerlo. Hemos de cambiar el chip: la culpa del abandono de la fe tal vez no la tengan los que se van sino, sobre todo, los que nos quedamos. La vivencia de una fe envejecida da como resultado una cosecha de fe pobre y envejecida ella misma. Sin desear uno mismo lo nuevo es imposible ofrecer nada nuevo. Pongamos por caso la predicación: si lo que ofreces en tus homilías no tiene pizca de novedad para ti, si es, más o menos, lo de siempre, así lo será también para quien escucha.
Intentar lo nuevo puede ser una constante de la pastoral. Dice FT 11: “Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre «nueva»”. Todo esto no puede brotar de un corazón cansado, rutinario, repetitivo.
¿Dónde encontrar el arranque para lo nuevo? ¿Puede ser solamente la decepción de los resultados o hay que aspirar a algo más radical? En primer lugar hay que decir que para hacer algo diferente es preciso tener una mentalidad diferente. Se trata de cambiar la mentalidad de “funcionario pastoral” por la de “servidor pastoral”. Se trata de servir la fe como quien construye un camino creyente, no como quien administra un supermercado de lo religioso.
En segundo lugar se trataría más que de trasmitir una creencia de ayudar a una experiencia. Lo importante no sería lograr que la doctrina se acepte sino que el evangelio toque la vida del cristiano. Ayudar a una experiencia llevaría a poner más énfasis en los grupos de adultos, en desventaja en los planes de pastoral.
En tercer lugar sería preciso trabajar por ayudar a mezclar fe y sociedad, fe y cultura. Este encuentro es preciso para que fe y vida no se vivan en compartimentos estancos sino trasvasables. ¿Qué fruto podrían dar grupos como los de justicia y paz o similares?
En cuarto lugar habría que seguir trabajando, y por derroteros nuevos si se puede, el tema comunitario: tenemos parroquias, pero no tenemos comunidades vivas que no sean sectarias sino movimientos envolventes capaces de ayudar al logro de una fe adulta en modos de cercanía real.
Todo esto representa una tarea ingente que solamente un empeño ilusionado puede llevar adelante. Si solamente se entiende la atención pastoral como un cubrir las exigencias de una pastoral del culto, todo lo dicho es música celestial.
2. Todo lo hago nuevo: Ap 21,5
“Y el que estaba sentado en el trono dijo:
-Todo lo hago nuevo.
El libro del Apocalipsis es una continua “lucha” entre el “vidente” (Juan) que quiere mostrar la dura actuación de Dios contra quienes persiguen a los cristianos y contra los malos en general y el “teólogo” (oculto en la especularidad narrativa) que dice que Dios va actuar con amor, incluso con los malvados.
El vidente escucha que todo ha de ser nuevo. Pero quiere seguir manteniendo los viejos parámetros religiosos y morales de siempre. El teólogo dice que no: las murallas han de permanecer abiertas, la ciudad no tendrá templo, no habrá nada ni nadie maldito. Son dos visiones diferentes de la fe que enfrentan: la de quien quiere seguir empleando los mecanismos de siempre y la de quien busca caminos nuevos de más apertura, flexibilidad y novedad.
Es lo que sucede con la misma vida de Jesús: él ha optado por la línea del amor y del perdón, divergiendo de la línea de Elías y de Juan Bautista que es la del comportamiento religioso de siempre y que no ha dado los frutos deseados.
Hoy también la pregunta se plantea como un verdadero reto para el creyente: ¿cuál es el cimiento de tu fe y de tu evangelización? ¿La norma religiosa y moral consagrada o la búsqueda y el enamoramiento que lleve a una experiencia viva de Jesús? No olvidemos lo que viene a decir la EG: hoy se puede transmitir la fe con dos condiciones: si hay una verdadera experiencia de Jesús y si se hace con alegría.
3. Las raíces espirituales de una siembra nueva
¿Dónde pueden estar las raíces espirituales de una siembra nueva, de una nueva teología pastoral?
- Pastoral del enamoramiento: lo que se busca es que el creyente termine enamorado de la persona de Jesús. ¿Es esto posible? El amor salta fronteras y fechas. Para llegar a ello es preciso que uno mismo haya tenido esa experiencia de enamoramiento, de deslumbre, de iluminación (como lo que hace I. Vallejo, por ejemplo, con la cultura clásica). Si uno es capaz de ir en esta línea sin rubor, si logra generar en sí mismo un amor vivo por Jesús, quizá logre contagiar a otros y encontrará cauces. La gente verá que dentro del servidor de la fe hay algo distinto.
- Pastoral de sueños: hemos urdido una pastoral de ideas y quizá sean más importantes los sueños. Las bienaventuranzas, por ejemplo, son los sueños del “soñador” Jesús. Creemos que andar en busca de un sueño es lo mismo que andar tras una quimera. Pero no es así. Los sueños de Jesús son que las desventuras de los pobres no duren siempre, que haya una economía de igualdad y fraternidad, que la reconciliación vaya adelante, que entendamos que un Dios que es el todo bien ha unido su suerte a la nuestra, que el cielo está en lo profundo, etc. Sueños, no quimeras.
- Pastoral de intentos: porque ese es nuestro tiempo, el de los intentos. Intentar caminos nuevos ya es positivo. Si se logra algo, mejor; si no, paciencia. No se puede dejar de intentar algo porque una vez anterior no resultase. Quizá se está en un contexto distinto e intentarlo tiene un sentido. La edad no puede ser óbice para no intentar caminos nuevos. El gran problema no es la edad, sino la ilusión.
- Pastoral del lío: al papa argentino le gusta ese término: ¡hagan lío! Quiere decir algo así como: construyan una fe en la ciudadanía. Una fe fuera de la ciudadanía se convierte en una fe sectaria, para iniciados religiosos. La ciudadanía, muchas veces sin violencia alguna, le da la espalda. Es el componente “político” del seguimiento (el otro es el “místico”) muchas veces ausente y en desequilibrio. Solamente una fe significativa, con sentido, podrá tener cabida en el conjunto de la ciudadanía.
4. Solos o acompañados
¿Puede hacer esto solo un agente de pastoral, un párroco o vicario, un catequista? Posiblemente se requiera el trabajo en grupo como exigencia ineludible.
- Trabajos con laicos: no solamente porque uno no llega a todo, sino porque son agentes de evangelización a pari con el cura, aunque no cobren sueldo (habría de cobrar atención, aprecio, igualdad en la gestión, más allá de lo que diga el CIC).
- Trabajos con mujeres: no solamente en labores auxiliares, sino dándoles cancha en la gestión parroquial y preparándolas para ello.
- Trabajos con entidades de solidaridad: con Cáritas, Manos Unidas u otras de corte cristiano y aun con algunas que sean simplemente de componente humanitario.
- Trabajos con colectivos o personas que subrayan la mística: no solamente comunidades contemplativas, si las hubiere, sino también con grupos de personas orantes o comunidades de base que viven en la ciudad.
- Trabajos con increyentes o de otras religiones: si hay foros para ello. Abrir puertas. Colaborar con sentido ecuménico actualizado llevando el ecumenismo no solamente al terreno religioso, sino también existencial.
5. Algunas cosas que se puede hacer ya (y que se hacen)
Se puede hacer pero no sin dificultades, internas (las que provienen de la propia comunidad) y las de fuera (el obispo, la sociedad, el ambiente).
- Emplear otros lenguajes: aun con el riesgo de ser advertido por quienes piensan que si se cambia la forma se cambia el contenido. Pero lo cierto es que el lenguaje litúrgico y lel teológico contienen un gran nivel de arcaísmo y desconexión. Adecuarlos a la actual espiritualidad y en conexión con el hecho social no es una arbitrariedad sino una necesidad.
- El despacho: un lugar de acogida: no solamente un lugar para la burocracia parroquial, sino también lugar de escucha, acogida, orientación y solución de situaciones. No puede ser lugar únicamente de exigencias, sino de amparo.
- Potenciar la escucha: no tanto la escucha en confesión, muy en decaída, sino la escucha simplemente humanitaria. Plantearse el hacer esto no a salto de mata sino de manera organizada.
- Celebraciones comunitarias del perdón: porque quizá sea la única manera a la mano de recuperar y recrear la espiritualidad del perdón. Trabajar en los resquicios legales y en el terreno de la profecía aunque esto cause ciertos roces con la jerarquía.
- Colaboración social: no cansarse de mostrar este lado de la fe como esencial al hecho de creer: el amor al pobre hace parte del núcleo de la fe, no es su mera consecuencia.
- Presencia pública: si hubiere ocasión (ateneos, radios, periódicos). Prepararse para ello, cultivar la literatura y la comunicación. Saber estar como creyente en contextos de una sociedad laica.
- Lugares de oración redescubierta: no meramente tradicional (exposición del santísimo) sino en parámetros de más novedad (al estilo Taizé o así). No cerrar la iglesia a cal y canto.
- Economía reorientada: economía parroquial ordenada y con un cierto sentido social (estipendios de las misas).
- Comunidad de comunidades: trabajar el sentido de comunidad en los grupos y poniéndolos en relación en retiros, convivencias, etc. No cansarse de trabajar la comunidad.
- Seguimiento de procesos: en cristianos predispuestos a un mayor compromiso. Facilitar el estudio de la teología a los laicos en centros un poco abiertos.
Conclusión
Sería una conclusión indeseada que, tras lo expuesto, cundiera el desaliento. Uno puede desplazarse desde donde está. Lo importante es el deseo de hacer otra siembra para tener otra cosecha.
Las posibilidades, algunas de ellas, están a la mano. No puede ser óbice el tener la sensación de que esto no hay quien lo cambie. El cambio siempre es posible, en parte.
Esto sería un verdadero adviento de esperanza para la comunidad cristiana y llevaría a poner carne al abrupto misterio de la encarnación de Jesús, su formidable y amoroso vínculo con la historia.
***
Lo querían matar
los iguales,
porque era distinto.
Si veis un pájaro distinto,
tiradlo;
si veis un monte distinto,
caedlo;
si veis un camino distinto,
cortadlo;
si veis una rosa distinta,
deshojadla;
si veis un río distinto,
cegadlo…
si veis un hombre distinto,
matadlo.
¿Y el sol y la luna
dando en lo distinto?
Altura, olor, largor, frescura, cantar, vivir
distinto
de lo distinto;
lo que seas que eres,
distinto
(monte, camino, rosa, río, pájaro, hombre):
si te descubren los iguales,
huye a mí,
ven a mi ser, mi frente, mi corazón distinto.
(Juan Ramón Jiménez)
4 comentarios
Teresa -
Sí, es mucho mejor trabajar con otros. Ellos nos dan nuestra verdadera medida y nos llevan a hacer pie en el realismo más sano. Nos hacen conscientes de nuestros límites y potencialidades. Muy bien, apuntar a los trabajos con increyentes o de otras religiones. Y más hoy y ahora, con la diversidad cultural de nuestra sociedad.
Muy buenas, también las cosas que se pueden hacer ya.
Y muy bien, y llena de esperanza, la conclusión: Las posibilidades, algunas de ellas, están a la mano. No puede ser óbice el tener la sensación de que esto no hay quien lo cambie. El cambio siempre es posible, en parte. Como decía la Madre Teresa de Calcuta, puede tratarse, lo que hagamos, de una gota de agua en el océano. Pero, sin ella, algo le faltaría.
Teresa -
Se trata de cambiar la mentalidad de funcionario pastoral por la de servidor pastoral. Se trata de servir la fe como quien construye un camino creyente, no como quien administra un supermercado de lo religioso. Ambas mentalidades son opuestas. El concepto de servicio ha calado de palabra, pero no de obra. Es más fácil ser funcionario de lo pastoral que servidor.
Se trataría más que de trasmitir una creencia de ayudar a una experiencia. Lo importante no sería lograr que la doctrina se acepte sino que el evangelio toque la vida del cristiano. En esto andan más despiertas y mejor pertrechadas las sectas, en toda su variedad, que nosotros.
¿Creemos, de verdad, que el evangelio puede tocar la vida y transformarla en algo nuevo?
Hoy se puede transmitir la fe con dos condiciones: si hay una verdadera experiencia de Jesús y si se hace con alegría. No puede ser de otra manera. Si esto falla, si falta el testimonio creíble y no hay genuina alegría, no se transmite la fe.
(Continuará...)
Teresa -
Un mesianismo para una sociedad de inclusión, para una economía igualitaria, para una fraternidad social. Ese es el gran sueño de Dios y la intención última del mesianismo de Jesús. Cada vez son más los que se apuntan a este sueño. Creyentes e increyentes.
Hermosas briznas de esperanza en la vida política, cultural, religiosa y eclesial. Hay quienes piensan que esto del Sínodo no va a servir para nada, pero otros mantienen la esperanza y colaboran. Los grupos sinodales que persisten contra viento y marea son briznas de esperanza. Ningún esfuerzo o empeño, por pequeño o insuficiente que parezca, es carne de menosprecio. Después de todo, una brizna de esperanza es solo eso, pero no deja de ser esperanza.
Sería bueno hacerle frente (al negativismo) de palabra y de obra para que la plantita de la esperanza no se agoste nada más nacer. No es fácil, pero merece la pena intentarlo.
¿No es el evangelio una propuesta de segundas y terceras oportunidades (setenta veces siete)? Quizá la esperanza brota en la oportunidad repetida. Buena idea, contemplar así el evangelio. Buen camino para ejercitarse en la esperanza.
Descreer de la bondad es descreer del mismo Dios que es bueno, una especie de ateísmo que puede afectar a creyentes declarados. Emplear lenguajes (verbales y no verbales) bondadosos para facilitarle la entrada a la tímida esperanza. ¿Qué tendrá la bondad que atrae todo lo bueno?
Cada Adviento que llama a nuestra puerta es una oportunidad más. Si la desaprovechamos, vendrá otra vez a nosotros, pero nos habremos perdido la de este año. Y no estamos para muchas pérdidas. Así es.
(Continuará...)
Teresa -
Adviento: tiempo para volver a la esperanza, con realismo, con humildad, con el anhelo que brota de un rescoldo del que vuelve a surgir una llamita, temblorosa y tenaz. Preciosa manera de pintar la esperanza.
Yo me atengo a la esperanza. Hermosas palabras de Casaldáliga para inspirar, sostener y alentar nuestras grandes y pequeñas esperanzas.
Por eso, nos atenemos a la esperanza, no como el clavo ardiendo al que se agarra uno porque no hay otra cosa, sino como a la pequeña luz que puede iluminar un camino de sombras. Sí, una luz pequeña puede iluminar, y mucho, la mayor oscuridad. Aunque solo sea para dar el siguiente paso.
La esperanza es el lugar de la vida acogida. Y toda vida es frágil y vulnerable. Acogerla con esperanza es una garantía de éxito.
Sin confianza es imposible entender la esperanza. Dos hermanas bien avenidas e inseparables.
Es pues compatible el dinamismo de la esperanza con una debilidad existencial hecha de desfallecimiento y atonía. Consolador.
Quien reflexiona sobre la esperanza ya está construyendo un camino esperanzado; quien intenta sacudirse el yugo pesado de la negatividad, ya es constructor de esperanza; quien emplea palabras de contenido esperanzador ya colabora a la causa del futuro; quien aporta un grano de esperanza a la vida de alguien que lo pasa mal, es hijo de la esperanza. La esperanza es, pues, más fuerte que la muerte.
(Continuará...)