TRES ESPACIOS DE CONTEMPLACIÓN EN LA SEMANA SANTA
TRES ESPACIOS DE CONTEMPLACIÓN
EN LA SEMANA SANTA
I
JUEVES SANTO:
CONTEMPLACIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR
1
Monitor/a: Buenas noches: paz y bien. Con el buen regusto de la celebración de la Cena del Señor de esta tarde, nos juntamos ahora para un rato de contemplación de ese misterio hermoso de la Cena de Jesús. El pan sacramental nos conecta con aquella Cena última y nos hace sentirnos invitados de Jesús. Aceptemos la invitación; sintámonos comunidad, grupo, con el Jesús que comparte su pan, su vida, con nosotros.
(Breve silencio)
Leyendo los textos del evangelio de san Lucas sobre la última cena, contemplamos, en primer lugar, la sala donde se celebra la Cena:
Lector/a: “Llegó, pues, el día de los Ácimos, en que se debía sacrificar la Pascua. Y envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: «Id a prepararnos la Pascua para que la comamos». Ellos le dijeron: «¿Dónde quieres que la preparemos?». Y él les dijo: «Mirad, cuando entréis en la ciudad, os saldrá al paso un hombre llevando un cántaro de agua. Seguidlo hasta la casa en que entre y diréis al dueño de la casa: “El Maestro te pregunta: ¿Dónde está la habitación en la que voy a comer la Pascua con mis discípulos?”. Él os mostrará en el piso superior una habitación grande amueblada con divanes. Preparadla allí». Fueron y lo encontraron como les había dicho y prepararon la Pascua”.
(Breve silencio)
Contemplamos esa sala: es una sala en el piso superior, en el lugar de la intimidad, donde entra quien aprecia y vibra por Jesús. Para acercarse a la eucaristía es preciso vibrar por dentro, estremecerse ante Jesús. No se puede vivir la eucaristía fríamente, rutinariamente. Es una sala grande, donde todos caben, buenos y malos, santos y pecadores. Todos reciben la fuerza del pan; todos se comprometen a ser más humanos. Es una sala dispuesta, generosa, ofrecida. Para que compartir el pan nos mueva a una creciente generosidad, a una vida más entregada.
(Breve silencio)
Cantamos:
DONDE HAY CARIDAD Y AMOR
ALLÍ ESTÁ EL SEÑOR (bis)
Una sala y una mesa
Una copa, vino y pan
Los hermanos compartiendo
En amor y en unidad
Nos reúne la presencia
Y el recuerdo del Señor
Celebramos su memoria
Y la entrega de su amor
DONDE HAY CARIDAD Y AMOR
ALLÍ ESTÁ EL SEÑOR (bis)
2
Monitor/a: Contemplamos, en segundo lugar, la mesa de la Cena, el lugar en el que confluyen los comensales, la mesa esperada de la Pascua de Jesús. Los divanes dispuestos en derredor, todo lo necesario para una celebración de la fiesta grande de la fe.
(breve silencio)
Lector/a: “Y cuando llegó la hora, se sentó a la mesa y los apóstoles con él y les dijo: «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el reino de Dios»”.
(Breve silencio)
Contemplamos esa mesa: nos sentamos a la mesa que nos reúne con Jesús; nos sabemos con suerte por haber sido llamados a la Cena. Queremos que sea mesa abierta donde los más débiles sean mejor atendidos. Es la mesa de quienes, por encima de todo, creen en la fraternidad.
(Breve silencio)
Cantamos:
EN LA FIESTA DEL DOMINGO
EL SEÑOR NOS ESPERA;
REUNIDOS EN SU MESA,
ESCUCHAMOS SU VOZ.
SU PALABRA ES ALIMENTO,
ES LA BUENA NOTICIA;
COMO PRENDA DE VIDA,
ÉL SE DA EN COMUNIÓN.
3
Monitor/a: Contemplamos, ahora, el pan de la Cena, el signo que Jesús toma para decirnos que es el alimento de la comunidad cristiana sin el que no es posible vivir la fe.
(Breve silencio)
Lector/a: “Y, tomando pan, después de pronunciar la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía».
Breve silencio)
Contemplemos ese pan: pan sin levadura, pan de novedad, pan de cercanía. Es el pan que nos nutre a lo largo del camino de nuestra vida cristiana. Pan necesario para mantener la adhesión a Jesús. Pan que significa la unidad de todos los creyentes en Jesús. Pan partido y repartido, pan de solidaridad. Pan bendito, amado, sacramental.
(Breve silencio)
Cantamos:
El Señor Dios nos amó,
como nadie amó jamás,
Él nos guía como estrella,
cuando no existe la luz.
Él nos da todo Su amor,
cuando partimos el pan.
Es el pan de la unidad,
el pan de Dios.
ES MI CUERPO,
TOMAD Y COMED.
ÉSTA ES MI SANGRE,
TOMAD Y BEBED.
PUES YO SOY LA VIDA,
YO SOY EL AMOR.
¡OH, SEÑOR!
CONDÚCENOS HASTA
TU AMOR.
4
Monitor/a: Contemplamos en cuarto lugar la copa de vino, el cáliz en el que beben todos los discípulos y discípulas reunidos en la mesa, el cáliz que seguimos bebiendo con la misma veneración.
(Breve silencio)
Lector/a: “Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros”.
(Breve silencio)
Contemplamos el cáliz: cáliz que representa la sangre de Jesús, su entrega, su fracaso y su triunfo. Contemplemos las opciones de amor y de generosidad que han llevado a Jesús a entregarse por ellas. No es tanto la entrega de Jesús una entrega por nosotros, sino, sobre todo, una entrega para que nosotros nos demos también por amor y por generosidad. Cáliz que se derrama por todas las personas, porque toda persona y toda creatura reciben el beneficio impagable de su entrega.
.
Cantamos:
NO PODEMOS CAMINAR
CON HAMBRE BAJO EL SOL,
DANOS SIEMPRE EL MISMO PAN:
TU CUERPO Y SANGRE, SEÑOR.
Comamos todos de este Pan,
el Pan de la unidad.
En un cuerpo nos unió el Señor,
por medio del amor.
5
Monitor/a: Judas participa en la Cena de Jesús. Es el que lo va a entregar. Contemplemos su figura y su significado para que la traición no anide nunca en nuestras vidas.
(Breve silencio)
Lectora/a: “Mirad: la mano del que me entrega está conmigo, en la mesa. 22Porque el Hijo del hombre se va, según lo establecido; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!». 23Ellos empezaron a preguntarse unos a otros sobre quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso”.
(Breve silencio)
Contemplemos la figura del traidor Judas: ha sido del grupo de seguidores, ha andado los mismos caminos que Jesús, ha compartido sus gozos y sus penas, ha comido con él hasta esta cena última. Y, sin embargo, le ha traicionado, le ha vendido. Es reflejo de lo que somos: capaces de lo mejor, capaces de lo peor. Que nunca dejemos sitio a la traición en nuestro corazón, que jamás y por nada entreguemos al hermano.
(Breve silencio)
Cantamos:
Aunque yo dominara las lenguas arcanas
y el lenguaje del cielo supiera expresar,
solamente sería una hueca campana
si me falta el amor.
SI ME FALTA EL AMOR
NO ME SIRVE DE NADA
SI ME FALTA EL AMOR
0NADA SOY (BIS TODO)
6
Monitor/a: contemplemos ahora a Jesús que dice al grupo de la Cena cómo la clave de todo está en servir al hermano. Quien come el pan de la eucaristía ha de ir aprendiendo la lección del servicio. Si no, ese pan es inútil.
(Breve silencio)
Lector/a: “Se produjo también un altercado a propósito de quién de ellos debía ser tenido como el mayor. 25Pero él les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. 26Vosotros no hagáis así, sino que el mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve. 27Porque ¿quién es más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve”.
(Breve silencio)
Contemplemos a Jesús que nos habla del servicio: pongamos ante Jesús nuestras ansias de ser mayores, siempre con la tentación de mandar. Tratemos de entender que el seguidor ha de ser menor. Deseemos entenderlo y vivirlo. Contemplemos a un Jesús que está siempre fuera de la mesa, sirviendo. Tratemos de servir siempre para poder decirnos discípulos de Jesús, porque su escuela es una escuela de servicio.
(Breve silencio)
Cantamos:
Cristo te necesita para amar, para amar
Cristo te necesita para amar
Cristo te necesita para amar, para amar
Cristo te necesita para amar
No te importe la raza ni el color de la piel
Ama a todos como hermanos y haz el bien
No te importe la raza ni el color de la piel
Ama a todos como hermanos y haz el bien
7
Monitor/a: Contemplemos, finalmente, el anuncio de las negaciones de Pedro. Tratemos de apoyarnos en la eucaristía para no sucumbir a nuestras limitaciones.
(Breve silencio)
Lector/a: “Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos». Él le dijo: «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la muerte». Pero él le dijo: «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes de que tres veces hayas negado conocerme».
(Breve silencio)
Contemplemos a Pedro que es frágil aunque ame a Jesús. Caerá, pero Jesús no le retirará su confianza. Porque, aunque caiga, Pedro seguirá amando a Jesús. La Cena con Jesús tendría que haberle fortalecido. Pero aún no era tiempo. Días vendrán en que Pedro lo entregará todo por él.
Cantamos
DANOS UN CORAZÓN,
GRANDE PARA AMAR
DANOS UN CORAZÓN,
FUERTE PARA LUCHAR.
Hombres nuevos, amando sin fronteras,
por encima de razas y lugar.
Hombres nuevos, al lado de los pobres,
compartiendo con ellos techo y pan.
***
Terminamos orando:
Danos, Señor,
Hambre de tu pan,
Sed de ti cáliz;
Ayúdanos a entender
Que quienes comemos a tu mesa
Hemos de ser servidores como tú.
Haz que en nuestras eucaristías
Encuentre su sitio la justicia
Y los pobres lleguen a sentarse en esa mesa.
Que nunca nos falte tu pan y tu vino
Y, sobre todo, que no nos falte tu amor.
Amén.
CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES…
II
VIERNES SANTO:
CONTEMPLACIÓN DE LA CRUZ DE CRISTO
VICTORIA, TÚ REINARÁS
OH, CRUZ TÚ NOS SALVARÁS.
EL VERBO EN TÍ CLAVADO
MURIENDO NOS RESCATÓ:
DE TI, MADERO SANTO,
NOS VIENE LA REDENCIÓN.
Monitor/a: Buenos días, paz y bien. Hoy es Viernes Santo, día para caer en la cuenta más del significado que para los creyentes tiene la entrega total de Jesús, su cruz. En la celebración de la tarde se nos invitará a venerarla. La oración de esta mañana podría ayudarnos a entrar más en su espiritualidad. Abramos nuestro corazón a su Palabra.
(Breve silencio)
1
Lector/a: La cruz es silencio que grita la injusticia. Porque fue condenado injustamente quien hizo el bien y porque el silencio es el entorno de su muerte, una vez apaciguado el alboroto de la condena. Por eso la cruz, las cruces, han de sentirse primeramente como injusticia, y el rechazo de la cruz como respuesta correcta a quien injustamente ha sido puesto en ella.
Que nos duelan, Señor,
Las injusticias que soportan los pobres.
Que vayamos haciendo nuestro su dolor
Y que sus lágrimas sean las nuestras. Amén.
(Breve silencio)
2
La cruz de Jesús es silencio que se entrega sin gloria. Porque nadie agradeció ni alabó a Jesús por su muerte. Eso vino después. No fue una muerte rodeada de gloria sino de exclusión y de injuria (le hacían coplas: “a ver si viene Elías…”). La ausencia de gloria de los crucificados es su mejor carta de presentación: no querían gloria, querían justicia. Y no la hubo.
Que escuchemos el silencio de los vencidos,
Que pongamos palabra a sus llantos,
Que echemos nuestra suerte
Con los humildes de la tierra,
Con lo que no tienen gloria. Amén.
(Breve silencio)
3
La cruz de Jesús es silencio que no culpa a quien no ama. Es el amor sin esperanzas, sin demanda de recompensa y, por lo tanto, sin reproche (“no saben lo que hacen”: Lc 23,24). No se tomaron las opciones que llevaron al desastre para recibir premio, sino por amor. Y cuando no ha habido respuesta de amor, el amor sigue vivo y no reprocha.
Que respondamos con amor
A quienes no reciben amor;
Que escuchemos amantemente
A quienes no se siente escuchados;
Que nuestro respeto sea recompensa
Para quienes nunca son premiados. Amén.
(Breve silencio)
4
La cruz de Jesús es un fracaso. Porque terminar una relación humana con una muerte violenta es un fracaso. No es un mártir glorioso porque el martirio nunca es glorioso, sino humillante. Jesús llega a morir como un fracasado. Hundirse en ese fracaso para hacer ver que ese camino no es el que los humanos habrían de seguir es su triunfo.
Que nuestros caminos
No acaben en muerte;
Que nuestras relaciones
No terminen en heridas;
Que nuestras vidas
Conozcan la paz y el amor. Amén.
(Breve silencio)
5
La cruz de Jesús cuestiona los infiernos. Porque ella misma es un infierno y, desde ahí, hace visible la insensatez de todo infierno humano y divino. Por haber sido infierno y haber bebido el cáliz de su contradicción, desautoriza todo infierno, despoja de razón de ser a toda opresión generadora de relaciones infernales.
Que no hagamos de nuestra vida
Un infierno;
Que con la amabilidad y la paz
Desautoricemos todo infierno;
Que nuestras relaciones sean bondadosas
Y nunca infernales. Amén.
(Breve silencio)
6
La cruz de Jesús es bálsamo para las vidas heridas. Porque tales vidas están afectadas en mayor o menor medida por la ponzoña de la cruz. Si Jesús bebió esa ponzoña y, creemos, salió vivo, es que se puede superar el veneno de las heridas humanas con el bálsamo del amor callado.
Que nunca hiramos;
Que curemos heridas;
Que vertamos el bálsamo del amor;
Que cuidemos con dedicación. Amén.
(Breve silencio)
CAMINA, PUEBLO DE DIOS,
CAMINA, PUEBLO DE DIOS.
NUEVA LEY, NUEVA ALIANZA
EN LA NUEVA CREACIÓN.
Mira allá en el Calvario,
en la roca hay una cruz,
muerte que engendra la vida,
nuevos hombres, nueva luz.
Cristo nos ha salvado
con su muerte y resurrección.
Todas las cosas renacen
en la Nueva Creación.
CAMINA, PUEBLO DE DIOS,
CAMINA, PUEBLO DE DIOS.
NUEVA LEY, NUEVA ALIANZA
EN LA NUEVA CREACIÓN.
***
(Terminamos orando)
Señor Jesús,
extiende la sombra de tu cruz
sobre los pueblos en guerra:
que aprendan el camino de la reconciliación,
del diálogo y del perdón;
haz experimentar el gozo de tu resurrección
a los pueblos desfallecidos por las bombas:
arranca de la devastación a Irak, Siria y Ucrania
y de todas las guerras olvidadas;
reúne bajo la dulzura de tu realeza
a tus hijos dispersos:
sostén a los cristianos de la diáspora
y concédeles la unidad de la fe y del amor.
Te lo pedimos por Jesús, nuestro hermano. Amén
(Se termina en silencio)
III
SÁBADO SANTO:
CONTEMPLACIÓN
ANTE EL SEPULCRO DE JESÚS
1
GUARDA MI ALMA EN LA PAZ JUNTO A TI, SEÑOR.
Tú conoces, Señor, mi corazón,
tú conoces todos mis caminos
Monitor/a: Buenos días, paz y bien. En esta mañana del Sábado Santo, vamos a contemplar el sepulcro de Jesús. Escucharemos los relatos de la sepultura de Jesús en la versión que nos dan cada uno de los evangelistas. En el silencio de la sepultura queremos escuchar la promesa de vida que anida en ese sepulcro. La muerte no va a tener la última palabra. Jesús, que ahora está muerto, vivirá en plenitud.
(Breve silencio)
Lector/a: Leemos en el evangelio de san Mateo: “Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en su sepulcro nuevo que se había excavado en la roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María la Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro”.
(Breve silencio)
Contemplemos toda la actividad que José de Arimatea despliega en torno al cuerpo muerto de Jesús: él es discípulo fiel y no puede abandonar a su maestro aunque haya sufrido el denigrante suplicio de la cruz. Y por eso, pide el cuerpo de Jesús exponiéndose a represalias y críticas. Lo trata con cuidado, lo envuelve en una sábana limpia. Le ofrece un sepulcro nuevo y se marcha. Puede parecer que todo se ha acabado, pero tanto detalle muestra que él está enterrando a uno destinado a la vida. Contempla por otro lado a las mujeres sentadas enfrente como quien ama y quien espera.
(Breve silencio)
MI ALMA ESPERA EN EL SEÑOR,
MI ALMA ESPERA EN SU PALABRA,
MI ALMA AGUARDA EL SEÑOR
PORQUE EN ÉL ESTÁ LA SALVACIÓN.
(Breve silencio)
2
Leemos, a continuación, el relato de la sepultura de Jesús según el relato del evangelio de Marcos: “Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín, que también aguardaba el reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, observaban dónde lo ponían”.
(Breve silencio)
Contempla, de nuevo, a José que pide el cuerpo de Jesús arriesgando su condición de miembro del sanedrín y enfrentándose a la autoridad romana. Un discípulo que no se queda encogido como los otros. Contempla a Pilato que quiere comprobar hasta el final su obra de destrucción de Jesús y se informa de su muerte a pesar de ser un reo insignificante. Contempla de nuevo a José en su generosidad y cuidado con Jesús difunto: compra una sábana y lo envuelve con amor. Y aunque se marcha, parte de su vida queda allí. Le será fácil luego conectar con el Jesús que vive. La Magdalena y la Madre están y observan. No se despegan de quien aman.
(Breve silencio)
SILENCIO SACROSANTO,
SILENCO REDENTOR,
HOY DENTRO DEL SEPULCRO
REPOSA NUESTRO SALVADOR.
(Breve silencio)
3
Escuchamos en tercer lugar el relato que nos hace Lucas de la sepultura de Jesús: “Había un hombre, llamado José, que era miembro del Sanedrín, hombre bueno y justo (este no había dado su asentimiento ni a la decisión ni a la actuación de ellos); era natural de Arimatea, ciudad de los judíos, y aguardaba el reino de Dios. Este acudió a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde nadie había sido puesto todavía. Era el día de la Preparación y estaba para empezar el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea lo siguieron, y vieron el sepulcro y cómo había sido colocado su cuerpo. Al regresar, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron de acuerdo con el precepto”.
(Breve silencio)
Contemplemos de nuevo la figura importante de José de Arimatea, el justo, el bueno y el valiente que sabe dar la cara por un pobre crucificado. Contemplemos su total implicación: él mismo lo baja de la cruz; él lo envuelve en la sábana, él lo coloca en el sepulcro. Contempla su soledad, la dolorosa ausencia de sus discípulos que han abandonado a su maestro. Fíjate que el evangelista quiere decir que ese cuerpo muerto es la nueva Pascua, la definitiva. Contempla a las mujeres, testigos que observan, aunque aún pese sobre ellas la Ley. Ellas serán las mensajeras de la vida.
(Breve silencio)
Cristo toma en su cuerpo el pecado, la esclavitud,
al destruirlos nos trae una nueva plenitud.
Pone en paz a los hombres, a las cosas y al Creador,
todo renace a la vida en la Nueva Creación.
4
Por último, contemplemos la sepultura de Jesús tal como nos la narra el evangelio de Juan: “Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús”.
(Breve silencio)
Contemplemos a José de Arimatea y a Nicodemo haciendo el último gesto de piedad que se puede hacer con un difunto: enterrarlo con amor. Lo entierran con lienzos y aromas propios de unas bodas porque saben que están enterrando a uno que está destinado a la vida. Lo entierran en un huerto, símbolo de vida y de fecundidad. La vida aguarda a aquel cadáver maltrecho y bendito. Destinado a la vida, como todos los que morimos.
(Breve silencio)
YO LE RESUCITARÉ (3)
EN EL DÍA FINAL.
***
“Ser cristianos significa no partir de la muerte, sino del amor de Dios por nosotros, que ha derrotado a nuestra acérrima enemiga. Dios es más grande de la nada, y basta sólo una luz encendida para vencer la más oscura de las noches. Pablo grita, evocando a los profetas: «¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?». En estos días de Pascua, llevemos este grito en el corazón. Y si nos dirán del porqué de nuestra sonrisa donada y de nuestro paciente compartir, entonces podremos responder que Jesús está todavía aquí, que continúa estando vivo entre nosotros, que Jesús está aquí con nosotros: vivo y resucitado. (Papa Francisco)”.
1 comentario
Teresa -
Viernes Santo. Cruda y descarnada la contemplación de la cruz, pero no falta de esperanza, ni de toda la fuerza que de ella emana para todos los que a punto están de sucumbir al sufrimiento y al dolor.
Sábado Santo. "Destinado a la vida. Como todos los que morimos". Hermosa y creyente afirmación. Y hermosas, también, las palabras citadas del Papa: "Dios es más grande que la nada, y basta solo una luz encendida para vencer la más oscura de las noches". Solo una luz, por pequeña que sea.