Juan 91
CVJ
Domingo, 20 de noviembre de 2011
VIDA ACOMPAÑADA
Plan de oración con el Evangelio de Juan
91. Jn 13,18-20
Introducción:
Una de las mayores pérdidas de la vida es llegar a perder la fe en una persona. Esto sucede, generalmente, tras un fracaso, pequeño o grande, en la relación. Cuando se pierde la fe en alguien se lo ve de otra manera, casi siempre de forma dura y negativa, se lo trata de otro modo, de un modo frío y hosco, se le retira la confianza y no se vuelve a contar con él. Es como si hubiera muerto, pero peor, porque nos topamos con él y lo volvemos a ver junto a nosotros. Es el rostro más duro del desamor, algo que habría de evitar con todas las fuerzas. Hay quien dice que la fe perdida en la persona es irrecuperable. Quizá tenga parte de razón; pero siempre se puede reparar lo mal hecho o, al menos, hacer más benigna y llevadera su perdida. Y, desde luego, si se logra recuperar esa fe perdida, la cosa de parece a un milagro. Para celebrarlo.
Cuando Jesús previene sobre uno que le ha “puesto la zancadilla” está diciendo a los discípulos que habría que hacer trabajos de recuperación de la fe perdida. Con toda certeza el discipulado perdió la fe en Judas. Motivos había. ¿Cómo hacer obra de recuperación con quien traiciona al amor? Si Jesús previene es que, de alguna manera, él lo hizo. Sin saber el final de las relaciones entre Jesús y Judas, hay indicios que parecen indicar que Jesús hizo el duro y hermoso camino de no perder la fe ni en quien le traicionaba. Si fue así, sus pretendidos milagros son nada en comparación de esto.
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Texto:
18No lo digo por vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse aquel pasaje de la Escritura: El que compartía mi pan me ha traicionado. 19Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. 20Os lo aseguro: El que recibe a mi enviado, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.
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Ventana abierta:
La Cocina Económica de Logroño (Hijas de la Caridad) patrocinan el proyecto Alaska que quiere acompañar a los casi 80 indigentes habituales que duermen en las calles de la ciudad. Estas personas viven en una crisis perpetua. Más o menos siempre son el mismo número, haya bonanza o crisis económica. Son personas sin oportunidades, sin nadie que se ocupe de ellos. La mayoría quieren seguir estando en esa situación, porque no pueden concebir otro tipo de vida, porque se creen incapaces de integrarse en la sociedad, porque lo han perdido todo. ¿Cómo poner en esas vidas rotas un poco de confianza? Ese es el mayor reto de quienes se acercan a ellos.
Oramos: Gracias, Señor, por quienes se ocupan de los perdedores; gracias por la generosidad de quien confía en las personas marcadas; gracias por lo que se hace para mitigar el sufrimiento de los más débiles.
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Desde la persona de Jesús:
No da la impresión de que Jesús elabore el fallo de Judas con la amargura de quien rechaza, condena y maldice. En las palabras del texto de esta semana hay una carga de pena y de lamento, quizá porque Jesús nunca se desvinculó de Judas. A pesar de su fallo (como hizo también con Pedro) seguía confiando en él. Una persona de confianza mantenida. Así es el Jesús profundo que perdona y ama sin condiciones.
Oramos: Te agradecemos, Señor, tu corazón hondo y generoso; te agrademos tu paciencia sin límites para vivir con gente herida; te agradecemos tu fidelidad que va más allá de nuestros fallos.
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Ahondamiento personal:
Quizá haya que decir que, ante las dificultades para mantener la confianza, lo mejor es prevenir, trabajar antes los caminos de la buena relación. Jesús lo hizo, pero parece que no funcionó. Solamente parece, porque es posible que la buena relación que Jesús mantuvo con Judas, aunque este le abandonara, a su tiempo daría algún fruto. De cualquier manera, algún fruto sí que hubo: el corazón de Jesús no destiló amargura ni se llenó de sufrimiento por el mal inferido. Supo seguir amando por encima del amor traicionado.
Oramos: Que trabajemos la relación buena para prevenir la ruptura; que reparemos pronto los daños que nos hacemos en la relación; que seamos pacientes con quien se aleja de nosotros.
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Desde la comunidad virtual:
Creo que podemos decir que en el largo trayecto ya de nuestra comunidad virtual no ha habido rupturas de relación. Sí pequeños “descuelgues”, por causas de la vida, pero lo cierto es que sus nombres, su recuerdo, suenan aún nosotros/as. Quizá habríamos de interesarnos algo más no tanto para “recuperarlos”, cuanto por hacer más viva su otro modo de presencia entre nosotros. La relación que se pierde no fue verdadera relación, diría san Jerónimo.
Oramos: Que nos importe siempre la vida de quien hemos conocido; que mantengamos los hilos de la relación por encima de lejanías; que volvamos a la casa de la relación cuando se enfríen el amor.
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Poetización:
Puede parecer increíble
pero es cierto:
él nunca perdió la fe en la persona,
aunque, como Pedro o Judas,
lo traicionase.
No maldijo de sus discípulos,
aunque lo abandonasen,
no rabió contra sus parientes,
aunque siempre estuviesen esperando
sacar beneficio a su costa.
¿Cómo lo logró?
Porque trabajo denodadamente
el camino de la relación,
porque miró con benignidad
el fondo de todo corazón,
porque trató de entender
los extraños caminos de las personas,
porque bajó al frío sótano
de nuestro arcaico corazón.
Sabía de las personas,
por eso nunca rompió
el cordón que une
un corazón con los demás.
Cuando salió de las garras de la muerte
volvió a mirarles con el mismo amor,
como quien olvida lo malo vivido,
la traición consumada.
Si no pudo mirar a los ojos de Judas
es porque ya no estaba.
Posiblemente fue lo más sintió,
la única pena que enturbió
el gozo grande de su triunfo.
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Para la semana:
Cultiva lo más que puedas la buena relación para prevenir la ruptura y el alejamiento del otro.
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