Juan 72
CVJ
Domingo, 13 de marzo de 2011
VIDA ACOMPAÑADA
Plan de oración con el Evangelio de Juan
72. Jn 10,19-21
Introducción:
La tendencia a descalificar al otro, al diferente, al tenido como malo, al caído en desgracia, al pobre por fuera, al raro, es imparable. Lo descalificamos y lo demonizamos diciendo que de él nos vienen todas las desgracias. Sobre todo demonizamos a quien antes era tenido por bueno, honesto, digno, cariñoso y ahora, pillado en falta flagrante, pasa a ser lo contrario: malo, repugnante, odioso, rechazable, un demonio. Posiblemente ni antes era tan bueno como decía él y su coro de fans, ni ahora es tan malo y perverso como decimos de él. ¿Cómo mantener un equilibrio para no dejarse llevar por la corriente que ensalza o demoniza según las circunstancias? Es preciso mirar con profundidad, valorar con bondad, apreciar con sensatez, alejarse lo más posible de valoraciones externas. Con esos ingredientes quizá se pueda llegar a otra manera de valorar a las personas.
Jesús era uno caído en desgracia para el estatus oficial: pobre, amigo de gente perdida, contraventor de las normas oficiales, sin apoyos entre los poderosos. Tenía todas las notas para que el poder dijera que estaba loco si no le daba la razón. Pero en realidad, sus únicas locuras fueron las hechas por amor: abrir ojos y oídos, desatar lenguas y almas heridas por la pena, acompañar duelos y decir que habrá futuro para los dolientes, proclamar la innegociable igualdad y la tiranía de quienes se lucran de los pobres. Esas fueron sus locuras. Justamente ahí se halla la hermosura de su vida, porque tales locuras dejan ver claramente que su manera de mirar al corazón de las personas era distinta, ecuánime, humanizadora, justa y compasiva. Para bien nuestro.
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Texto:
19Estas palabras causaron de nuevo división entre los dirigentes judíos. 20Muchos de ellos decían:
-Está loco perdido, ¿por qué lo escucháis?
21Otros, en cambio:
-Esas no son palabras de loco; ¿acaso puede un loco abrir los ojos a los ciegos?
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Ventana abierta:
Esta es Marta Domínguez en sus días de gloria. Ahora pasa un infierno quizá debido a sus malas prácticas deportivas. ¿Quién es capaz en este momento de valorar su esfuerzo, su trabajo y sus indudables logros, más allá de sus debilidades? Resulta muy difícil. La prensa y la opinión general la han demonizado. Ni antes era tan buena, ni ahora es tan mala. Enfocar las cosas y, sobre todo, las personas con ecuanimidad es un modo humano y evangélico de comportarse. Hay que intentarlo, por encima de la opinión general.
Oramos: Que valoremos a las personas con ecuanimidad; que miremos también el lado bueno de las personas “caídas”; que amemos por encima de debilidades manifiestas.
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Desde la persona de Jesús:
La evidencia del argumento que propone el texto es clara: un loco no se dedica a abrir los ojos a los ciegos, a hacer sin más el bien. Jesús es uno que hizo bien. No podía estar enajenado sino, por el contrario, identificado y enamorado por el bien. Aun en el supuesto que se hubiera equivocado, que hubiera tenido fallos, que sus comportamientos fueran extraños, en todo ello subyacía el bien y el bien transforma toda posible locura en salud, en amor. Manikós eros decían de Jesús los místicos medievales, loco de amor.
Oramos: Tú, Señor, nos amas con locura; tú, Señor, nos amas sin medir las consecuencias; tu, Señors, nos amas en respeto y libertad.
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Ahondamiento personal:
Es fácil decir de una persona que está loca. Es más difícil hacerse un juicio equilibrado, sensato, razonable, que no eluda la debilidad manifiesta pero que también considere la bondad que hay en toda persona. Es preciso trabajar por ir adquiriendo esa manera equilibrada de valorar personas y situaciones abstrayéndose lo más posible de la corriente mediática que pasa del ensalzamiento a la condena en pocos segundos. Esa ecuanimidad tendrá para nosotros el beneficio de hacer más humano nuestro camino vital.
Oramos: Que seamos ecuánimes con las personas; que valoremos con equilibrio los comportamientos de los demás; que nuestro modo de mirar al otro sea siempre compasivo.
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Desde la comunidad virtual:
En nuestra pequeña comunidad virtual no nos cuesta ver al otro desde el lado bueno. Quizá porque no conocemos a fondo las limitaciones de cada cual. Pero, aunque las conociéramos, tendríamos que ser benignos y pacientes para valorar a las personas no solamente por lo que hacen (a veces es difícil hacer otra cosa, andar otros caminos), sino también por lo que no hacen, por lo que quisieran hacer, por sus anhelos, sus sueños y sus indudables buenos deseos.
Oramos: Que valoremos positivamente los anhelos de las personas; que tengamos en aprecio los intentos de caminar por el bien de quienes lo intentan; que nos resulte amable el corazón de las personas con sus debilidades encima.
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Poetización:
Lo tuvieron por loco
porque contravenía
el orden establecido.
Lo tuvieron por loco
porque no daba la razón
a los amarrados a la ley.
Lo tuvieron por lo
porque ponía en cuestión
las actividades depredadoras
de quien se lucra de los demás.
Pero no estaba loco.
La prueba es que hacía el bien,
que consolaba en los llantos,
que acompañaba en los duelos,
que sostenía en las caídas,
que iluminaba las noches,
que abrazaba sin mirar lo externo,
que se ponía al lado de quien sufre,
que entendía de desamores,
que cantaba con los desesperados,
que exigía justicia para los débiles,
que anunciaba futuros mejores,
que soñaba la hermandad entre todos.
No estaba loco
porque, simplemente,
hacía el bien.
Que se lo dijeran al ciego
cuya vida se inundó de luz,
sobre todo por dentro,
cuando le hizo ver
que era una persona digna
y amada por el Padre.
Que se lo dijeran a tantos otros
que encontraron un aliento,
un resquicio de justicia y de dignidad,
una pequeña senda abierta ante ellos.
No estaba loco porque amó.
Si acaso hizo locuras de amor,
siempre hermosas.
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Para la semana:
No demonices a nadie esta semana. Trata de ver lo bueno de las personas, aunque sus debilidades esté patentes.
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