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FIAIZ

Pregón en la Cuaresma de 2013

Pregón en la Cuaresma de 2013


 

 

I. Atención y silencio

 

Atención y silencio,

amigos y amigas.

Acallemos el ruido,

bajemos el tono de nuestro móvil,

que el imparable borboteo

de la vida y de la ciudad

se apacigüe en nosotros.

Hagamos silencio,

porque los pregones espirituales

demandan sosiego,

tranquilidad,

un momento de pausa

que no nos hará daño

y regará las raíces sedientas

de nuestro interior profundo.

Atención y silencio.

 

II. Anunciar la cuaresma, anunciar la Pascua

 

Anunciar la cuaresma

es anunciar la Pascua.

Aquella es camino para ésta,

aquella es puerta para ésta.

Anunciar la Cuaresma

sin tener los ojos fijos

en la hermosura de la Pascua,

anunciar sólo la Cuaresma

es tan absurdo

como anunciar una fiesta

que luego no se celebra,

un día de gozo

que no termina de llegar.

Quien recibe el anuncio de la Cuaresma

está recibiendo el anuncio de la Pascua.

 

 

 

Las semillas de la oración,

de la Palabra,

de la reflexión,

de la solidaridad cívica

que son las semillas de la Cuaresma

florecen en la hermosura de la Pascua

en el fruto granado

de la vida con el resucitado,

la vida nueva de la fraternidad única.

Que el anuncio de la Cuaresma

sea, en verdad,

un anuncio de la Pascua que nos llega.

 

III. Un anuncio espiritual y social

 

El anuncio de la Cuaresma

es, a la vez, espiritual y social.

Es espiritual

porque quiere tocar otra vez

lo que anida dentro,

la vida que late en el fondo,

la savia que corre aún

por las venas del árbol seco.

No estamos muertos,

no somos insensibles,

no hemos perdido los valores,

no esta frío nuestro corazón.

La vida sigue latiendo,

la ilusión sigue verdeando.

la ternura continúa reconfortándonos.

Por eso se nos puede anunciar

un tiempo de aliento,

de espiritualidad viva,

de camino recomenzado.

Y, a la vez,

el anuncio de la Cuaresma

es social,

toca la vida,

apunta a los caminos cotidianos,

quiere mezclarse con nuestros asuntos,

camina por las calles de nuestros barrios,

ahí donde Dios quiere ser amado y servido,

amado en el fondo del corazón,

servido en la vida de los débiles.

 

IV. El anuncio de una ciudadanía fiel

 

El anuncio de este año,

la conversión que la Cuaresma nos demanda

es la conversión

a una ciudadanía fiel.

El momento que vivimos

nos puede parecer un lodazal,

un tinglado de corrupción y desvarío,

de inhumanidad y desamparo

que nos lleve a abandonar

el camino de la ciudadanía.

¿Cómo contribuir a la causa común

cuando abundan los ladrones?

¿Cómo valorar lo público

cuando lo privado es potenciado?

¿Cómo colaborar en las obras de todos

cuando los egoísmos son ensalzados?

Es entonces cuando suena vibrante

el pregón de la Cuaresma,

de la Pascua humanizadora:

“Sé un ciudadano fiel,

cumple tus obligaciones,

colabora en la construcción

de la ciudad de todos,

la ciudad de los seres humanos.

No cedas a la tentación del desaliento,

del abandono de la amistad cívica,

del anhelo de una ciudadanía

en fraternidad y justicia”.

Este es el mensaje,

la profecía,

el pregón.

Si escuchas esa voz,

no endurezcas el corazón.

 

V. No estamos solos

 

No digas:

estamos solos,

dejados de la mano de Dios,

abandonados a nuestra suerte.

No es así

porque el amor del Padre

sigue siendo generoso con nosotros.

Tenemos la gran ayuda

de la persona viva de Jesús,

de sus palabras hermosas.

En ellas encontramos

aquella pregunta incisiva

de Jesús a Pedro:

“¿Los reyes de la tierra

A quién cobran impuestos,

A propios o a extraños?

…Para no escandalizar,

Paga por ti y por mí”.

Pagaremos como personas libres,

como personas que construyen

la fraternidad social,

sabiendo que por encima de usurpadores,

de corruptos y de extorsionadores

está el bien social,

la evidencia de que el bienestar de todos

depende de la solidaridad común.

No estamos solos,

Jesús el libre,

el compasivo,

el solidario activo

el ciudadano amable

está en nuestro mismo caminar.

 

VI. Y está la Palabra

 

Y está la Palabra,

nuestra buena

y cotidiana acompañante.

Nos acompañará este año

la buena noticia de san Lucas,

noticia buena para paganos,

noticia que quiere ser leída y escuchada

no solamente en las iglesia

o en las facultades de teología,

sino allí donde la gente vive:

en la calle,

en el trabajo,

en el ocio,

en la relación.

No secuestréis mi Evangelio,

dice Lucas a las personas religiosas,

ofrecedlo a toda persona

que anhele el bien,

la justicia,

la compasión,

la bondad,

el gozo.

Esos son los valores

de mi evangelio;

con ellos podréis construir mejor

el cimiento

de la nueva ciudad

que anheláis.

 

VII. Y la fraternidad parroquial, arciprestal, social

 

Y será también un apoyo

la fraternidad parroquial,

la ayuda de la comunidad de creyentes,

la fraternidad arciprestal,

la fraternidad ciudadana,

la certeza de que somos muchos

quienes deseamos

esa ciudadanía nueva.

Es cierto que la voz de los muchos

se escucha menos

que las voces,

pocas y estridentes,

de quienes ostentan el poder.

Por eso la Cuaresma y la Pascua

devuelven la voz

a quienes se la han quitado

y la quieren retirar

a quien tiene demasiada voz.

Somos muchos

quienes no hemos perdido el anhelo

de llegar a la ciudad nueva,

la de la justicia cumplida,

sin llanto,

sin luto,

sin dolor,

sin extorsión,

sin violencia,

sin desamor.

La fraternidad es la casa

de la que partimos

y que deseamos construir

para que termine albergando

a toda persona,

a toda realidad.

 

VIII. Cuaresma y Pascua hermanadas

 

Cuaresma y Pascua hermanadas:

una Cuaresma lúcida

anuncia una Pascua de gozo;

una Cuaresma espiritual

anuncia a un Jesús más vivo;

una Cuaresma de honradez

anuncia una Pascua de fraternidad;

una Cuaresma de solidaridad

anuncia una Pascua de verdad;

una Cuaresma de compasión y ternura

anuncia una Pascua de vida.

 

IX. Un nuevo amanecer

 

Dice Pablo con tino

que Jesús anunciaría

UN NUEVO AMANECER.

No una filosofía,

ni una religión,

ni una moral,

ni un sistema económico.

Un nuevo amanecer,

una posibilidad,

un futuro en las manos,

un señorío desde la humildad,

un presente lleno de amor,

un futuro compartido en justicia,

un gozo para las lágrimas

de quienes nadie consuela.

Un nuevo amanecer.

Eso es la Pascua,

eso es lo que la Cuaresma nos anuncia.

Como decía el Señor:

“Quien tenga oídos,

que oiga”.

quien tenga sensibilidad,

acogida,

fe.

Fidel Aizpurúa Donazar (Logroño)

 

               

 

 

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