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FIAIZ

Juan 9

CVJ

Domingo, 27 de abril de 2009

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

9. Jn 2,23-3,12

 

Introducción:

 

                Dicen muchas personas, y razones no les faltan, que la desconfianza es la característica más acusada de la sociedad moderna. En realidad, confiar siempre ha sido difícil porque eso supone fiarse de alguien de quien no se tienen todas las pruebas de que va a responder a nuestras expectativas. Confiar supone dejar muchos cabos sueltos y soltar amarras en el incierto mar del corazón de la persona. Para confiar sin pruebas es preciso tomar como "prueba" el contradictorio interior de la persona. Sin esos elementos, la confianza encuentra cualquier excusa para echarse atrás. Por eso mismo, que haya todavía muchas personas que confían es un verdadero milagro de la vida y la prueba de que estos llamados a ser humanos/as.

                El evangelio joánico de la entrevista nocturna con Nicodemo es una prueba de lo que acabamos de decir. San Juan pinta a un Jesús "que no se confía a las personas, porque las conoce a todas". Pero, en realidad, se confía a Nicodemo, a uno que es jefe entre los judíos, uno por el que no habría de tener, a priori, excesiva confianza. Pero Jesús se fía, le espera, le abre la puerta de su casa a horas intempestivas, le hace su oferta del reino con respeto y con claridad, no espera una respuesta positiva inmediata (aunque habrá alguna respuesta más tarde como se ve en 7,50 y en 19,39). No es Jesús de las personas que ponen la desconfianza como parapeto insalvable, sino de quienes abren la puerta con facilidad. No juzga a la persona, por eso no la teme; no exige nada, por eso aguarda. No pone condiciones previas, de ahí que el otro pueda abrirse con facilidad. Persona confiante y confiada. Así es Jesús.

 

***

Texto:

 

                23Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos dieron adhesión a su persona, viendo los signos evidentes que hacía; 24pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

 

                        3,1Había un fariseo llamado Nicodemo, magistrado judío.

 

                2Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo:

                -Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.

                        3Jesús le contestó:

                -Te lo aseguro de verdad, quien no nazca de nuevo no puede ni entrever el Reino de Dios.

                       

                        4Nicodemo le pregunta:

                -¿Cómo puede nacer alguien siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?

                        5Jesús le contestó:

                -Te lo aseguro de verdad, quien no nazca de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. 6Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. 7No te extrañes en absoluto que te haya dicho: "Tenéis que nacer de nuevo"; 8el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes ni de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.

                       

                        9Replicó Nicodemo:

                -¿Cómo es posible que esto suceda?

                        10Repuso Jesús:

                -Y tú, siendo maestro en Israel, ¿no conoces estas cosas? 11Te lo aseguro: de lo que hemos visto damos testimonio y no aceptáis nuestro testimonio. 12Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo?

 

Ventana abierta:

 

 

                He aquí dos muchachas envueltas en la bandera de Australia. Pese a los últimos  infortunios (incendios masivos), éste es el país optimismo generalizado. Un sentimiento de generosidad y apoyo ha inundado la atmósfera. Hasta los bancos han cancelado los créditos de las familias que han perdido sus casas. ¡Lo nunca visto! El espíritu de superación ante las adversidades ha salido reforzado. No olvidemos que esta joven nación ha salido adelante a pesar de lo inhóspito de su geografía y lejanía de todas partes. Creen en lo que hacen y han alcanzado un nivel de bienestar sin igual en Occidente. El australiano tiene muchos motivos para sentirse contento, feliz y realizado con su vida. Apenas hay paro, la crisis mundial todavía no se ha hecho notar. Todo tipo de etnias y religiones comparten la misma tierra, en un ejemplo atípico de convivencia pacifica. Un estilo de vida donde no existe el stress. Un país confiado parece que es un país más próspero. ¿No será la desconfianza uno de nuestros males sociales a la base del sistema?

                Oramos: Que la desconfianza no nos pueda; que sembremos confianza en lo elemental de la vida diaria; que miremos a los valores del otro/a para activar la confianza.

 

***

 

La mirada de Jesús:

 

                En la entrevista con Nicodemo dice Jesús una enigmática frase: "Si os he expuesto lo de la tierra y no me creéis, ¿cómo vais a creer si os expongo lo del cielo?". Eso quiere decir: Jesús ha expuesto "lo de la tierra", refiriéndose al signo del templo donde ha dicho que la historia es lugar de encuentro con Dios. Eso será más fácil de entender que "lo del cielo", la gloria de Jesús que pasa por la muerte. Por eso, quien quiera hacer prácticas de confianza que comience por "lo de la tierra", por la persona, por las situaciones sociales, por los caminos humanos. Luego podrá hablar de trascendencia o de confianza en Dios.

                Oramos: Que confiemos en los difíciles caminos de las personas; que no reneguemos de la sociedad de la que hacemos parte; que no desertemos nunca de los caminos humanos, a veces tan pobres.

 

***

 

Apuntando a lo profundo:

 

                Las gran excusa que pone Nicodemo para confiar es que "es viejo", que tiene ya muchas millas recorridas, que se sabe todos los trucos de la persona y sus trampas. Y puede ser cierto. Pero Jesús sostiene que, ni aun en ese caso, eso será razón para desconfiar. Por eso, aunque respetables, las razones para la desconfianza no pueden basarse en las experiencias amargas y fracasadas de nuestro confiar. ¿Cómo confiar más allá de nuestros desalientos? ¿Cómo hacer inmune a la decepción nuestro corazón tan inclinado al abandono y a la amargura cuando creemos que alguien nos falla?

                Oramos: Que la desconfianza no nos amargue el corazón; que nuestros desalientos no apaguen la confianza; que nuestras decepciones no sean mayores que nuestro amor.

 

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Apoyo cotidiano:

 

                Es interesante percibir que, cuando Nicodemo va a Jesús a ver de noche, él le estaba esperando. Si no, podría haberle dicho que volviera otro día, a hora más conveniente. Pero Jesús espera siempre. Por él sabemos que Dios es uno de espera incansable. Con ello quizá se esté queriendo decir que sin espera la confianza se vuelve imposible. Quien espera se halla ya en la senda de la confianza. Quien se cansa de esperar es que la desconfianza empieza a enseñorearse de su vida. Por eso, en nuestra comunidad virtual no habríamos de cansarnos de esperar, de tener la puerta abierta. Es la manera de propiciar el encuentro.

                Oramos: Que nuestra espera sea paciente, ojalá inagotable; que la puerta de nuestra vida no se cierre nunca a cal y canto; que la espera nos vuelva más flexibles.

 

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Para orar:

 

Confianza en el anteojo, no en el ojo;
en la escalera, nunca en el peldaño;
en el ala, no en el ave
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.

Confianza en la maldad, no en el malvado;
en el vaso, más nunca en el licor;
en el cadáver, no en el hombre
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.

Confianza en muchos, pero ya no en uno;
en el cauce, jamás en la corriente;
en los calzones, no en las piernas
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.

Confianza en la ventana, no en la puerta;
en la madre, más no en los nueve meses;
en el destino, no en el dado de oro,
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.

 

César Vallejo

 

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