VIVIR LA SENCILLEZ
VIVIR EL DECÁLOGO
DE LA SENCILLEZ
La campaña de Cáritas de Navidad de este año ha tenido un lema interesante: “Vive con sencillez y trabaja por un mundo más justo”. Se cree, y con razón, que la sencillez tiene que ver con la justicia. Y así es. Algo nos dice, cada vez con más claridad, que los modos de comportamiento personal, en materia de solidaridad y de economía, están en relación con las pobrezas de otros. Por eso, cultivar la sencillez es trabajar por un mundo más justo. Así de simple.
Desarrollaremos cada tema desde tres perspectivas: bíblica, ética y práctica. Nos parece que puede ser una ayuda para una vida cristiana más consciente, actualizada y llena de sentido.
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Vivir la sencillez es no necesitar muchas cosas para ser feliz, no cayendo en el consumismo ni en las modas que nos obligan a comprar lo nuevo, lo último
1. Perspectiva bíblica
Le dijo uno de la multitud: —Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia. Y él le dijo: —Hombre, ¿quién me ha puesto como juez o repartidor sobre vosotros? Y les dijo: —Mirad, guardaos de toda codicia, porque la vida de uno no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Entonces les refirió una parábola, diciendo: —Las tierras de un hombre rico habían producido mucho. Y él razonaba dentro de sí, diciendo: “¿Qué haré? Porque ya no tengo dónde juntar mis productos.” Entonces dijo: “¡Esto haré! Derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes. Allí juntaré todo mi grano y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años. Descansa, come, bebe, alégrate.” Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta noche vienen a pedir tu alma; y lo que has provisto, ¿para quién será?” Así es el que hace tesoro para sí y no es rico para con Dios (Lucas 12,13-21).
- Repartir herencias siempre ha sido un lío. El derecho romano decía que había que repartir si lo solicitaban ambas partes; el derecho judío bastaba con que lo solicitase uno solo. Ahí subyace la codicia: que se me dé lo mío, aunque el otro no quiera (y en el fondo: que se me dé lo mío y lo del otro). La codicia está detrás del ansia de tener.
- El Evangelio viene a decir que el almacenamiento es insensato porque la vida depende de un hilo. Pero, además de insensato, es injusto, porque si tú almacenas es casi siempre a costa de otros, de coger a otros sus bienes y llevarlos a tu lado.
- La fórmula correcta habría sido des-almacenar, poner los bienes al servicio de todos. Eso habría sido obrar sensatamente.
2. Perspectiva ética
- El almacenamiento de bienes que es una vida contraria a la sencillez tiene consecuencias en otras partes del planeta, en otras personas. Se almacena a costa siempre de alguien. Mi manera de consumir, de gastar, de ahorrar no es inofensiva. Tiene consecuencias para otros.
- Más aún, el almacenamiento, lo contrario a la sencillez, entra en el terreno de la injusticia: almacenar, tener muchas cosas innecesarias, aunque me las pague con mi dinero, es un terreno próximo a la injusticia o claramente injusto. No es que debamos ser sencillos porque debamos ser austeros, sino porque si no lo somos caemos en injusticia. Este es el gran argumento.
- No podremos enseñar a la gente joven la sencillez si no la hacemos sensible a la realidad de la justicia, a la evidencia de que yo no puedo hacer con lo mío lo que quiera a espaldas de las situaciones de los pobres.
3. Perspectiva práctica
- Hay que controlar las “muchas cosas” que vamos acumulando y que nos son innecesarias. Hay que controlar ese mecanismo, falso, que nos dice que tener mucho nos va a traer mucha felicidad.
- Tenemos que consumir, porque es necesario para vivir. Pero hagámoslo con sensatez, con sentido de la justicia y mezclándolo a una actitud solidaria. Un consumo desenfrenado es absurdo y, además, no termina de dejarnos contentos en el fondo.
- Hemos de ser fuertes ante las modas que son, muchas veces, insensatas porque están manipuladas por quienes quieren enriquecerse a nuestra costa. No creamos que somos “más” por seguir una moda. Somos más si el corazón es más humano, más solidario.
- Todos somos conscientes de lo absurdo que suele ser muchas veces “lo último” que nos quieren vender. Deja de serlo dos meses después y ya hay otra cosa que es lo último. Que el criterio de adquisición sea nuestra verdadera necesidad y que tengamos en cuenta la situación de quienes no acceden no solamente a lo último, sino a lo más necesario.
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Vivir la sencillez es tener más alegría al dar, o al compartir, que al recibir, porque has descubierto el poder misterioso que tiene la palabra gratuidad
1. Perspectiva bíblica
Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y daros la herencia con todos los santificados. Yo de nadie codicié plata, oro o vestidos. Vosotros sabéis que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros. En todo os he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Mayor felicidad hay en dar que en recibir” (Hechos 20,32-35).
- Estas palabras pertenecen a la despedida de san Pablo de la Iglesia de Mileto en su viaje a Jerusalén para entregar la colecta. Describen un poco la vida de Pablo en sencillez, trabajo y austeridad. Él tenía un oficio (trabaja haciendo toldos y tiendas de campaña) y de ese oficio vive (Pablo era fariseo y los fariseos tenían que saber un oficio para que no estuvieran tentados de vivir de la enseñanza de la Ley).
- Ha sido también un trabajo que le ha permitido compartir el fruto con sus propios compañeros. No ha trabajado Pablo para enriquecerse él, sino para él y sus compañeros pudiesen vivir con dignidad.
- Y con ese trabajo ha socorrido a los débiles con espíritu de solidaridad. Esa generosidad le ha procurado mucha alegría haciendo bueno el dicho de Jesús de que hay más alegría en dar que en recibir. Es la única vez que san Pablo cita textualmente el Evangelio (una frase atribuida por cierto a Jesús que los evangelistas no consignan). Y la única vez que cita es sobre la generosidad en el compartir. Así ha entendido Pablo el Evangelio.
2. Perspectiva ética
- La alegría de dar brota no por la soberbia de que yo soy muy generoso, sino porque se percibe que con la ayuda ofrecida el otro va siendo persona más entera, más desarrollada. Así la dignidad de la persona brilla con fuerza. Hay que estar muy imbuido de la ética de la dignidad para que cale una nueva noción de compartir.
- La razón del compartir no puede ser la pena que nos causa el pobre, aunque no esta mal, ni siquiera la mera caridad religiosa. Hay que compartir por razones de humanidad, porque quien necesita mi ayuda es una persona humana y si no ayudo su humanidad (que nunca desaparece) queda velada, oscurecida. Es preciso hacer “brillar” la humanidad del débil. El compartir es el camino bueno.
- El compartir más “puro” es el que se hace desde la gratuidad, desde la actitud de quien no espera que se le devuelva el favor. Por eso la gratuidad es un principio de actuación ética. La gratuidad ennoblece a quien ofrece la ayuda y no humilla a quien la recibe.
3. Perspectiva práctica
- Hay que contagiarse la alegría del dar, ya que la sociedad y nosotros mismos nos contagiamos con frecuencia la “tristeza” del dar que se traduce en tacañería. No se puede dudar de que siendo generosos con gratuidad algo nos dice por dentro que eso nos enriquece, una alegría brota ahí dentro.
- El compartir es un aprendizaje que hay que hacer desde niños hasta ancianos, es un proceso. No depende de una generosidad natural (que no está mal), sino del interés por hacer que mi vida esté ofrecida en una parte a otros que la necesitan.
- Habría que hacer continuas prácticas de gratuidad, sin pedir nada a cambio, sin andar aireando lo bueno que hacemos, sin reclamar aplausos o gratitudes por lo que damos. Si nos agradecen, recibamos el agradecimiento; pero si no lo hacen, continuemos siendo generosos.
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Vivir la sencillez es vaciar el corazón de todas las cosas innecesarias que lo ocupan, y llenarlo del tesoro de la amistad, de la cercanía y del encuentro humano con los demás
1. Perspectiva bíblica
No acumuléis para vosotros tesoros en la tierra, que la polilla y el orín corroen y los ladrones desentierran y roban. Acumulad tesoros en el Cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen, y donde los ladrones no excavan ni roban; pues donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (Mt 6,19-23).
- Los tesoros en la tierra son frágiles: están expuestos a ladrones de toda calaña, a que se los coma la polilla, a que desaparezcan. Jesús cree que a las riquezas, que consideramos, tan “fuertes” (esto seguro si tengo mucho) les afecta una gran fragilidad.
- Los “tesoros en el cielo” son los tesoros que uno acumula desde el evangelio: la ayuda que se da a los débiles da el tesoro de ver que ellos crecen y salen a flote, el consuelo que el tiempo que se ofrece al necesitado proporciona el tesoro de percibir que su corazón se apacigua; el amor que se siembra en la vida de los marginados da el tesoro de ver que son reinsertados socialmente.
- El corazón se adhiere al tesoro indefectiblemente. Por eso el Evangelio anima a poner el corazón en el gran valor de la persona (sobre todo la persona débil). Y ahí está seguro el corazón.
2. Perspectiva ética
- La persona se autoafirma ocupando todo el espacio de su corazón, amándose a sí misma más que a nadie. El Evangelio sostiene que si haces sitio en tu corazón tu personalidad no sale empobrecida, que un corazón ocupado puede ser un corazón feliz.
- Lo que más sacia la vida de las personas es la relación humana. Lo bueno de nuestra vida son las relaciones buenas; lo que más nos hace sufrir son las heridas relacionales. Cultivar la relación es ir por buen camino.
- La construcción de relaciones sociales que fomenten los encuentros sencillos, sin grandes gastos, cosas cotidianas, espacios sociales de amistad etc. Contribuyen a una vida sencilla y gratificante.
3. Perspectiva práctica
- Hay que hacer una higiene del corazón porque lo llenamos de cosas inútiles, de preocupaciones tontas, de inquietudes insensatas que lastran mucho el corazón y nos amargan la vida. Hay que limpiar el corazón.
- Hay mucho innecesario en nuestra vida. Quien va viviendo con lo que necesita sin más, aprende una gran sabiduría. No se trata de ser tacaño, sino de no perderse en bobadas que, al final, pasan una gran factura (no solo económica) a nuestro corazón.
- Estamos tan equivocados, dice Sábato, que creemos que la felicidad es ir de compras. La felicidad está en cosas sencillas y cotidianas: un paseo por el campo, un café tomado con una persona amable, una conversación amistosa, un rato de oración, una lectura interesante, un diálogo con personas que nos enriquecen. Ese es el gran tesoro del encuentro humano que no solamente no está reñido con la sencillez, sino que sabe conjugar muy bien sencillez y disfrute.
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Vivir la sencillez es creer que tu valía y dignidad está en lo que eres como persona y no en lo que tienes o en la posición social que ocupas
1. Perspectiva bíblica
A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido (Lucas 18,9-14).
- Esta parábola puede ser entendida como dos maneras de orar o dos maneras de ser religioso. Pero también puede leerse desde el lado de la dignidad. El fariseo se cree más, no valora bien la hermosura de su dignidad común. Cree que su comportamiento le otorga “más” dignidad. Con ello no hace sino rebajarse y perder la perspectiva de la dignidad. No baja a casa “justificado”. El publicano pecador, quizá rebaja su visión de su dignidad a causa de la conciencia de su pecado, pero está más cerca de poder decirle que es digno más allá de sus actos.
- Ahí está el quid: para el Evangelio, la persona es digna por ser creada, no por sus comportamientos morales (sean buenos o no lo sean, eso es otra cosa). Mucho menos valorará la dignidad por las posesiones que uno tiene. Eso sería absurdo.
- Cuando el Evangelio dice que en el enaltecido será humillado y al revés, lo que quiere decir es que toda realidad creada es igual en dignidad por el simple hecho de que todos hemos salido de la misma mano de amor del Padre. Por eso, creerse más, despreciar al otro, además de ser un error de análisis es un ataque a la dignidad inviolable, universal, común de toda persona.
2. Perspectiva ética
- El tema de la dignidad es esencial para la ética humana (e incluso para el hecho religioso). La dignidad es un componente de la simple historia. Toda realidad histórica, no solamente las personas, tiene su dignidad. La dignidad es aquello que hace que la realidad tenga una primacía sobre todo. Eso hace a la persona respetable y considerable en cualquier circunstancia de su vida.
- De ahí que la dignidad sea algo distinto de los actos morales o de las situaciones históricas de la persona. Toda persona es digna, incluso si es mala. Otra cosa será la valoración de sus actos morales como buenos o malos, punibles o no punibles. Pero la dignidad no se pierde por los actos malos. Eso sí, se nubla y oscurece.
- La solidaridad ha de trabajar no tanto por “devolver” la dignidad (nunca se pierde) sino porque se reconozca esa dignidad cuando no es reconocida, trabajar para que brille la dignidad cuando la pobreza, la enfermedad o la estigmatización social oscurezcan el brillo de la misma.
3. Perspectiva práctica
- Tenemos que aprender a estimarnos correctamente. Ni más de lo que somos ni menos de lo que somos. Y de ahí será más fácil reconocer lo mismo en los demás. La dignidad tiene que llevarnos a ver, hablar, tratar, a los demás (incluso a los débiles) exactamente con el mismo respeto: si sumisión ante los poderosos, sin orgullo ante los pobres.
- Poner tu dignidad en lo que tienes puede llevar a equívocos. Primero, porque eso que tienes igual no lo tienes mañana. Segundo, porque eso que tienes quizá no sea algo del todo legal. Tercero porque eso que tienes no añade ni un ápice de valor a tu corazón. Hay que poner la dignidad en lo que eres, en lo que amas, en lo que te das, en lo bien que te relacionas, en la paciencia que tienes.
- El cristiano no tendría que ambicionar grandes posiciones sociales. Y si las tiene, no confundirlas con la dignidad. Son otra cosa. Para quienes no tenemos grandes posiciones sociales hemos de tratar a quienes las tienen (gobernantes, jerarcas, etc.) con respeto y hasta con agradecimiento, pero nunca con sumisión porque todos somos igualmente dignos.
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Vivir la sencillez es solidarizarte con tantos hermanos y hermanas de tu familia humana que viven injustamente la pobreza y necesidad, y te movilizas e implicas porque no quieres vivir mejor que ellos
- Perspectiva bíblica
"Se sentó enfrente de la Sala del Tesoro y observaba cómo la gente iba echando monedas en el tesoro; muchos ricos echaban en cantidad. Llegó una viuda pobre y echó dos ochavos, que hacen un cuarto. Convocando a sus discípulos, les dijo: "Os aseguro que esa viuda pobre ha echado en el tesoro más que nadie Porque todos han echado de lo que les sobra; ella, en cambio, sacándolo de su falta, ha echado todo lo que tenía, todos sus medios de vida" (Mc 12,41-44).
- La viuda pobre es uno de los “modelo de ciudadano del reino”. El puesto se lo ha ganado por su generosidad que sale de su necesidad. Ella confía en el templo, una institución poco confiable, que hacía también sus obras de caridad. Ella no cuestiona a dónde va su pequeño dinero. Confía en que le darán buen uso.
- La viuda funciona con la generosidad, no con la cantidad. Por eso no se avergüenza de dar dos monedillas. Es lo que tiene. Para Jesús eso es más importante que las cantidades grandes de los ricos. La solidaridad tiene su base en el don de corazón, no en la cantidad de dinero que se da.
- El gran valor y por lo que esta mujer es modelo de ciudadano del reino es porque “ha echado de su falta”. No ha echado lo que le sobraba, sino de lo que le hacía falta a ella. Se ha despojado de su poco dinero necesario porque ve que hay otros con más necesidad que ella. Es modelo porque confía que el Padre Dios amparará su falta y le dará lo necesario para sobrevivir.
2. Perspectiva ética
- La solidaridad con la injusticia es una prueba mayor de humanidad. El desentendimiento de la injusticia desvela la inhumanidad de la persona. La preocupación por la causa de la justicia da calidad a toda persona.
- Esta preocupación se hará imposible si no se ve uno responsable, en parte, del sufrimiento del otro. “La respuesta ante el dolor humano nos hace sujetos morales”, dice R. Mate. Tu respuesta al dolor ajeno dice qué clase de persona eres: si te interesa ese sufrimiento, eres buena persona; si no te interesa, no eres buena persona. Así de contundente.
- La movilización por la injusticia es el rostro y la verificación de que se va entendiendo el tema de la justicia. Mientras te quedes de brazos cruzados, sentado en tu butaca con tus zapatillas calientes sin mover un dedo, es que todavía hay que recorrer mucho trecho.
3. Perspectiva práctica
- Hay que mirar el rostro de las personas que sufren injusticia aquí cerca y también lejos. Actuación local y actuación global. Ser un enamorado de la causa de la justicia puede hacer mucho bien a tu vida.
- Básicamente la pobreza es injusta, aunque haya un parte de culpa en muchas personas. No eches la culpa de la pobreza solamente a que no trabajan, a que no quieren sudar, a que quieren que se les dé todo. Hay una injusticia de base que es preciso calibrar.
- Hay muchas maneras de movilizarse en cuestiones de justicia. Tendrías que elegir la que mejor vaya a tus horarios, a tus sentimientos, a tus maneras de ver la vida. Pero habría que elegir. Como cristianos, todos tendríamos que tener un compromiso social concreto, un voluntariado, como exigencia de la fe.
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Vivir la sencillez es poner tu confianza y seguridad no en el dinero o posesiones, sino en tus bienes espirituales, en tus convicciones, en tu Fe, en tus capacidades, en tu fuerza interior y en la de aquellos que te aman y aprecian
1. Perspectiva bíblica
Una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?» Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"» Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad» (Mc 5,21-43).
- Para el Evangelio de Marcos el verbo “tocar” tiene mucha importancia: Jesús toca enfermos, sordos, muertos, leprosos, etc. y también le tocan a él, como esta mujer. Sin tocar, sin implicación, sin “pringarse” no puede haber solidaridad.
- Dice el texto que de Jesús sale “una fuerza” que cura a la mujer. Su fuerza era la fuente de su fe, la certeza de que el padre quería lo mejor para los humanos y que siempre los acompañaba, la seguridad de que toda persona, aunque sea una enferma, es valiosa. Esa es la fuerza que sale de él. Eso es lo más valioso de la realidad de Jesús.
- Aquella mujer que era “impura” por sus flujos inagotables, llega a ser “hija”, como cualquiera de los hijos de Abrahán. La impureza no es obstáculo para que sea hija. La fuerza de Jesús reinserta socialmente, no solamente cura.
2. Perspectiva ética
- Una sociedad espiritual es mejor que una sociedad que no cultiva la espiritualidad. La fuerza para tomar decisiones sociales solidarias radica, a veces, en esa espiritualidad. Cuando la espiritualidad social se oscurece, la posibilidad de tomar decisiones a favor de los débiles disminuye.
- La persona es más que lo que aparece, tiene, como los árboles, unas raíces. En esas raíces anidan las convicciones, lo valores solidarios, las emociones, la fe. No menospreciemos las raíces porque no se vean. Son decisivas para la vida de las personas y de la sociedad..
- Los dinamismos, las fuerzas interiores, han sido poco trabajados en la espiritualidad heredada: las pasiones, las preguntas, las búsquedas, los anhelos, los sueños, las utopías. Todo eso son los dinamismos interiores. Aunque no lo creamos, nos movemos más por ellos que por las ideas.
3. Perspectiva práctica
- Hay bienes espirituales. No solamente el dinero es un “bien”. Cultiva tus bienes espirituales: el silencio, la oración, la lectura, la amistad, la belleza, la lectura, el descanso. Son muy necesarios para saber vivir con sencillez que disfruta.
- Hay que cuidar las convicciones y creencias, sabiendo que las convicciones y creencias de los demás, aunque sean distintas también son valiosas. Hay que creer que en tu ciudad, en tu pueblo, sumar convicciones y creencias no es debilitar unas y otras sino que ambas salen reforzadas. Por eso, hay que hacer un sitio en la mesa de la ciudadanía a quien tiene convicciones distintas. Todos saldremos ganando.
- Cultiva la fe, aliméntala, actualízala para que de verdad sea fuente de gozo interior. Una fe rutinaria difícilmente lo será.
- Tenemos que apoyarnos también en la fuerza que hay en los demás. Hasta los débiles tienen alguna cosa “fuerte” en la que uno puede apoyarse. Hemos de tener la sencillez de confiar en los débiles.
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Vivir la sencillez es trabajar para vivir y no vivir para trabajar
1. Perspectiva bíblica
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas? (Mateo 6,26).
- El Evangelio previene contra el excesivo afán por trabajar. No quiere decir que el Evangelio no diga que no haya que trabajar. No quiere decir que el trabajo no sea importante; lo es, siempre y ahora más. Previene contra el exceso porque desde siempre el trabajo ha sido, para algunos, una “tentación”, generalmente por el lucro que se esconde detrás. Trabajando “en exceso” se dejan en la cuneta valores necesarios para la vida humana.
- La comparación con las aves es buena: el Padre las alimente, pero ellas “trabajan”. No hay que mirar más que su trajín siempre volando en busca de su sustento. Pero no necesitan ni sembrar, ni segar, ni almacenar. El mundo es su campo y su almacén. Dios se lo da.
- Si la persona es de más valor que los pájaros, eso quiere decir que el Padre la cuida más si cabe. Por eso habría que mezclar a la actividad humana una dosis de confianza en Dios que nos haga no estar siempre estresados, ni por el trabajo ni por nada.
2. Perspectiva ética
- Es preciso construir una ética del trabajo que incluya el derecho de todos a tenerlo, a tenerlo en los modos más humanos posibles y a que esté lo mejor repartido posible.
- El trabajo no ha de ser conceptuado como una mercancía que vende el trabajador al empresario. Es una actividad humanizadora y por lo tanto ha de ser tratada socialmente como un valor, no como una mercancía.
- En tiempos de trabajo escaso, como estos, se impone una redistribución del trabajo lo más equitativa posible. Las prácticas acaparadoras de trabajo, las deslocalizaciones porque no se alcanzan objetivos de producción y otras prácticas similares quedan cuestionadas.
3. Perspectiva práctica
- Trabajar para vivir tiene que llevarnos a que el trabajo no deje de lado valores como la relación familia u otros. Lo más importante es la relación, aunque el trabajo sea necesario. No hay que perder esta óptica.
- Trabajo justo y vida en relación son compatibles. Quizá para ello sea preciso vivir un poco más sencillamente, ya que muchas de nuestras necesidades que demandan una financiación que viene del trabajo, son, con frecuencia, superfluas.
- Si el trabajo es para la vida hemos de ser cuidadosos en nuestras prácticas “empresariales”: cuando necesitamos contratar a alguna persona que nos ayude, hemos de ser laboralmente justos con ella. Incluso, como cristianos, habríamos de ser generosos además de justos.
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Vivir la sencillez es disfrutar de los innumerables regalos que la vida, la Naturaleza, te ofrece constantemente y que pasan desapercibidos para la mayoría de la gente
1. Perspectiva bíblica
Decía también a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: "Va a llover", y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: "Viene bochorno", y así sucede. Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? (Lucas 12,54-56).
- Este texto se inscribe en esas sociedades agrarias en las que la gente sabe aún leer el libro de la Naturaleza (nosotros hemos perdido esto en gran parte). Para ellos, la Naturaleza es el libro primero donde se lee la vida y al mismo Dios. La Palabra será el libro segundo.
- Esta lectura de la Naturaleza supone un estar de cara a ella, un mirarla constantemente, un amarla como casa en la que vivo. La relación con la Naturaleza humaniza y abre a perspectivas espirituales.
- Pero el mismo texto sugiere que la relación con la Naturaleza ha de llevar a interpretar, a mejorar la vida, a saber leer lo que pasa y lo que nos pasa, a explorar este tiempo en el que vivimos. La contemplación de la Naturaleza del creyente no es un lirismo estético y poco más. Se trata de desvelar en ella el paso de Dios que acompaña nuestro caminar.
2. Perspectiva ética
- Es preciso pasar de una fase admirativa de la Naturaleza a una fase participativa: la persona hace parte del hecho creacional y se ve implicado en ello. No mira a la tierra como distinto de sí. La persona misma es tierra.
- Esto le ha de llevar a una relación equilibrada con ella: es cierto que está a nuestro servicio, pero eso no le da a la persona patente de corso para hacer lo que quiera con ella, para explotarla irracionalmente. La Naturaleza tiene que ser cuidada y hemos de ser agradecidos con ella.
- Por eso mismo, hay que desterrar el principio ético de que “el hombre es rey de la creación”. Es, todo lo más, administrador de la misma. No desdice nada de la persona el sentir parte del coro de lo creado. La “superioridad” de lo humano en la creación es para poner en pie el cuidado esencial de la misma.
3. Perspectiva práctica
- Aunque esto se nos haya enseñado poco, siempre es tiempo para ir adquiriendo una conciencia respetuosa con todo lo creado que ha de manifestarse en detalles cercanos (cuida tus parques, por ejemplo) y en preocupaciones lejanas (nucleares, presas que van solo a la ganancia, tala de bosques, etc.).
- Un pueblo demuestra su nivel ético en el cuidado y respeto por las criaturas irracionales (animales, plantas, etc.). No desdeñemos estos caminos.
- La Naturaleza nos ayuda mucho en nuestra manera de vivir con gozo y sencillamente. Por eso, habrá que encontrar la confluencia con ella, ya que los humanos nos hemos alejado demasiado de la misma.
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Vivir la sencillez es respetar y cuidar la Naturaleza en tu forma de vivir, reciclando, reutilizando, reduciendo el consumo innecesario
1. Perspectiva bíblica
2Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
3De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
4Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
5¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?
6Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
7le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
8rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
9las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.
10Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
(Salmo 8)
- En este salmo se dice que la persona no es dueña de la naturaleza sino su administradora. Dios le ha dado “mando” sobre todas las cosas, pero no posesión de las mismas. No es rey de lo creado, sino su administrador.
- Cuando dice que lo ha “sometido todo” bajo sus pies no es para la explotación irracional, sino para el uso racional y agradecido.
- Dios ha creado la persona como “casi inferior a los ángeles”, es decir, muy próximo a como es Dios. Pues debería comportarse como Dios se comporta con la creación: amándola, siendo generoso con ella, respetándola, agradeciéndole su oferta continua, conociéndola cada vez más.
2. Perspectiva ética
- Reciclar demanda el sentido ético de que las cosas de un solo uso son, con frecuencia, un derroche que las situaciones de pobreza del mundo no pueden tolerar.
- Reutilizar demanda el principio ético de que la reutilización contiene el ansia depredadora de lo humano y la hace más razonable, consiguiendo los mismos beneficios que si se hicieran productos nuevos.
- Reducir el consumo demanda el principio ético de que, por justicia, no podemos llevar esta vida de derroche en la que se ha montado la economía de los países “civilizados” (que, encima, son los países de origen “cristiano”).
3. Perspectiva práctica
- El reciclado ha de comenzar en la propia vivienda. Hemos de tener fe en que es útil, tanto para la propia mentalización como para el medio ambiente. Hemos de acoger la enseñanza que nos hacen los niños y jóvenes en esto.
- La reutilización ha de ser una norma en la vida de quien entiende la naturaleza. Hay que volver a prácticas que hemos olvidado. Hay que tener cuidado con los embalajes de una sola vez, con los envoltorios, con las botellas, con todo el mundo de los desechable, de lo de usar y tirar (principio fatal que se nos ha metido dentro porque es más cómodo).
- La reducción de consumo no es una tacañería, sino un acto de justicia. Un grado menos en la calefacción de casa (cosa que no incomoda mucho, si no, te pones un jersey) reduce la factura que pagas, la emisión de gases y, lo que es más importante, la factura humana que adquirimos con los países a los que “compramos” el gas a precios que, con frecuencia, están lejos de lo justo.
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Vivir la sencillez es utilizar tu dinero para que tú y tu familia podáis vivir con dignidad, y para que los demás también puedan vivir con dignidad si lo inviertes en banca ética y se te habitúas a exigir productos que vengan del comercio justo y del comercio local
1. Perspectiva bíblica
Ahora os digo yo: Haceos amigos con el injusto dinero, para que, cuando se acabe, os reciban en las moradas definitivas” (Lucas 16,9).
- Esta conclusión de la parábola del administrador injusto previene contra el dinero injusto. Para Jesús, un hombre con mentalidad rural de aquella época, el dinero siempre tiene un componente de injusticia. Y el mucho dinero tiene un componente de mucha injusticia. Por eso, hay que tenerlo siempre entre ceja y ceja.
- Según el Evangelio no hay más que una manera de hacer amigos con el dinero “injusto”: ser generoso con él porque lo que das al otro, generalmente se transforma en generosidad y agradecimiento.
- Más aún, si con ese procedimiento se te recibe “en las moradas eternas” eso quiere decir que el camino de la generosidad es el camino que Dios avala.
2. Perspectiva ética
- No tenemos una cultura ética del dinero, quizá porque hemos tenido poco. Pero el dinero es preciso darle una orientación ética. No puede ser otra que el servicio al bien de toda persona y no solamente el disfrute de unos pocos.
- Hemos de ver que las actuaciones económicas tienen una gran trascendencia en el terreno de la justicia. Por eso, el dinero ha de ser orientado desde esa perspectiva de justicia. De lo contrario, engendrará un sinfín de desajustes sociales.
- No es un principio ético sobre el dinero decir que yo con mi dinero hago lo que quiero. Tanto desde el punto de vista humano como desde la vida cristiana, el dinero tiene una función de justicia y, por lo tanto, no se puede usar desligado de esa función.
3. Perspectiva práctica
- Poner conciencia al dinero incluye que tu dinero es para ti y tu familia en primer lugar, pero los demás (sobre todo los pobres) tienen que decir algo de tu dinero: que tiene una función social que si se la arrebatas haces inhumano tu dinero.
- Hoy hay posibilidades de funcionar en banca ética (Fiare, etc.). Si tú no pones conciencia a tu dinero, la pone el banco. Y la conciencia del banco ya sabemos cuál es: la mayor ganancia a costa de lo que sea. Hay que caer en la cuenta de la contradicción que existe entre el deseo de justicia y el dejar tu dinero en manos de quien es profundamente injusto, el banco.
- Habría que comenzar a caminar por los productos de comercio justo. Entérate dónde están las tiendas de ese comercio en tu ciudad. Cuando tomas café del comercio justo tomas el café y la justicia con la que ha sido elaborado (y lo contrario si lo tomas de las grandes superficies).
- Potenciar el comercio local, las pequeñas tiendas de barrio es una manera de escapar de la lógica del consumo que es el cimiento de las grandes superficies. Una manera de ir adquiriendo conciencia de justicia en el consumo.
CONCLUSIÓN
Muchas de estas sugerencias las viene haciendo Cáritas insistentemente. No haríamos bien en cerrar nuestros oídos. Por otra parte, esta espiritualidad de la sencillez demuestra que el Evangelio y la vida han de conectar porque si no, aunque el Evangelio es hermoso, deviene estéril. Además, como grupo reflexivo, podemos ayudarnos a ir construyendo esta nueva mentalidad solidaria que es la mentalidad cristiana.
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