Juan 75
CVJ
Domingo, 3 de abril de 2011
VIDA ACOMPAÑADA
Plan de oración con el Evangelio de Juan
75. Jn 11,1-5
Introducción:
Nuestra sociedad se conmociona ante la muerte de manera llamativa, pero casi nada ante la falta de sentido. Los telediarios están llenos de noticias luctuosas en las que la muerte impacta al escuchante. Pero casi nada se habla de la perdida de sentido vital porque se cree que eso es una cuestión filosófica. Pero, en realidad, esa falta de sentido hace más destrozos en el tejido social que la misma muerte. Muchas enfermedades, soledades, desajustes, tristezas, etc., vienen provocadas por carencia de sentido. Por eso mismo, trabajar el sentido es sanar la sociedad. El sentido es, simplemente, saberse valioso y digno dentro de cualquier limitación. O si se quiere: ser consciente de que alguien me ama y me tiene por valioso sea como sea. El sentido viene mucho del aprecio que tenemos al otro. El sentido viene tanto de dentro como de fuera.
Jesús dice en este pasaje evangélico que detrás de la muerte de su amigo Lázaro puede estar “la gloria de Dios”. Que más allá de la dura muerte de su amigo puede haber un sentido. Que el sentido no se esfuma ni siquiera ante el terrible embate de la muerte. Que, aunque muerto, Lázaro es digno, amado, acogido, amparado. Y que, por lo tanto, lo que verdaderamente hay que temer no es tanto la muerte, cuanto el desamparo del corazón que esa sí que es verdadera muerte. La gloria de Dios está ligada al amor, porque, como se suele decir, “la gloria de Dios es que la persona viva”, que sea reconocida y vivida con sentido, con orientación, con horizonte. Por eso mismo, el verdadero milagro que se quiere contar en este capítulo 11 de san Juan no es tanto una resurrección cuanto ver que lo importante es el sentido de la vida y que ese sentido se construye en pequeñas acciones cotidianas de amparo y de amor.
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Texto:
1Un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana, había caído enfermo. 2(María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera: el enfermo era su hermano Lázaro).
3Las hermanas de Lázaro le mandaron recado a Jesús diciendo:
- Señor, tu amigo está enfermo.
4Jesús, al oírlo, dijo:
-Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
5Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba.
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Ventana abierta:
Las drogas siguen siendo para muchos un ámbito de muerte. Ahí sucumben no solamente a su salud, sino también a su sentido. Sin embargo, muchas asociaciones, en modo casi siempre callado, siguen trabajando ahí en una tarea que, a veces, da fruto escaso. Quienes están en ese marco nos dicen con frecuencia que lo suyo es, más que liberar de las drogas, reconstruir el sentido, reconstruir la persona. Si se logra algo de eso, el problema de la adicción se aleja. Si no se logra hacer brillar el sentido, todos los problemas siguen vigentes. De ahí que sean personas que trabajan para recuperar el sentido, benefactores primigenios de lo humano.
Oramos: Gracias, Señor, por quienes trabajan por desvelar el sentido en las vidas rotas; gracias por quienes reconstruyen la persona en la talla de su dignidad; gracias por quienes aman si desfallecer en tareas de humanización.
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Desde la persona de Jesús:
El sentido de la vida se construye desde el amor. Posiblemente no haya otros cauces para el mismo. Por eso, deja claro el evangelista que “Jesús quería a Marta, a su hermana y a Lázaro”. Porque entre ellos hay una comunión de amor es por lo que Jesús puede pretender colaborar al sentido de una muerte. Entender a Jesús desligado del amor (como Dios, salvador, etc.) no puede derivar en un aumento de sentido en la propia y limitada vida de cada uno/a. Sin embargo, desde la certeza de su amor, todo cobra otro color.
Oramos: Tú, Señor, nos amas y nos das sentido; tú, Señor, nos abrazas y nos amparas; tú, Señor, nos mantienes siempre en nuestra honda dignidad.
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Ahondamiento personal:
El Evangelio habla de “enfermedades que no son de muerte”. Se refiere a todas las limitaciones (incluida la muerte) que pueden ser envueltas en el sentido y el amor. La carencia de estos dos valores sí que serían “enfermedades de muerte”. Y resulta que ahí podemos trabajar diariamente aportando mucho. ¿Quién o qué ley puede impedirnos amar, entregarnos, ser amables y acogedores, acompañar a otros, abrazar sin reparos, situarnos cerca de quien anda mal? Todo eso lo podemos hacer con facilidad si queremos.
Oramos: Que amemos en modos sencillos y diarios; que acompañemos en maneras eficaces aunque sean modestas; que nos pongamos al lado de quien lo pasa mal, aunque sea con el silencio y la mera presencia.
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Desde la comunidad virtual:
Jesús acompaña a Marta y María, luego a Lázaro, para dar sentido a una situación dura. Acompañarse para encontrar sentido es una de las mejores maneras de hacerlo. La comunidad virtual es, lo decimos muchas veces, un sencillo trabajo de fraterno acompañamiento antes que una mera disciplina de oración. Por eso, cuanto más nos acompañemos, más colaboraremos a generar sentido.
Oramos: Que nos acompañemos siempre en modos sencillos; que nos interesemos por las situaciones de vida de quienes decimos amar; que sepamos estar cerca sin hacernos el centro de nada.
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Poetización:
Tal vez lo vieron
como un milagrero,
uno de tantos que,
en aquella época,
pretendía sacar de la dura pobreza
a fuerza de prodigios.
Tal vez lo vieron
como un milagrero.
Pero no lo era.
Lo suyo era
la hermosa batalla del amor.
Y, desde ahí,
generar sentido
en las pobres vidas
de los pobres.
Quizá sus paisanos,
inmersos en la pobreza,
demandaban pan,
salud,
riqueza incluso,
poder.
Y Jesús les daba amparo,
abrazo,
sintonía,
sueños de justicia.
Quizá no apreciaran esos valores,
no los consideraban milagrosos.
Pero por ese cauce de amor
les venía el sentido
y, con él,
la victoria sobre la muerte.
Quizá no le entendieran,
pero el gozo y el amor
se abrían paso
a través de la espesa niebla
de la muerte.
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Para la semana:
Intenta acentuar tu amor a quienes conviven contigo en cosas sencillas. Por ahí viene el sentido.
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