Catequesis sobre Jn 5,1-9a
CATEQUESIS SOBRE Jn 5,1-9a
(Celebración del perdón)
- Cualquiera se preguntará qué viene a hacer un texto como la curación del paralítico de la piscina de Betesda en una celebración del perdón. Superficialmente quizá no encontremos conexión; pero, si se lee con un poco de profundidad, veremos que hay dinamismos de fondo que explican y enriquecen la experiencia del perdón. Vamos a desvelar algunas “marcas” del texto.
- Hay que percatarse, en primer lugar, que la escena sitúa en los aledaños del templo. La piscina “probática” (Ovejera) está pegando al muro, aunque fuera del templo. Es decir, el escenario es el de una institución que funciona para el templo, pero no para el necesitado. La multitud de enfermos, los mismos o distintos, sigue siempre ahí. La institución, sus normas, sus repetidos actos de mecánica religiosa, sus intereses, no logran que la enfermedad mengüe. Si se quiere experimentar la nueva vida de un perdón regenerados habrá que alejarse de ella. A su sombra no se logra el beneficio de una vida perdonada.
- Una segunda marca es aquella que dice que llevaba treinta y ocho años enfermo. Treinta y ocho es cuarenta menos dos. Cuarenta es toda la vida, toda una generación. Al enfermo se le agota la vida. En los límites de la vida, cuando esta parece terminar es cuando llega la salud. Como dice el poema “¿Quién eres tú que vienes cuando todo parece terminar?”. No vale decir, mi vida está ya casi acabada, para lo que me queda déjalo como está…No, en los límites de la vida se nos da la salud. El perdón regenerados se da cuando peinas canas o ya ni las peinas.
- Dice el enfermo que “no tiene un hombre que le meta en la piscina”. Toda la vida en el desamparo, sin una mano amiga. Ese escenario legal le ha dado muchos correligionarios, pero no una mano amiga. El perdón solamente puede darse en ámbitos de fraternidad, en la acogida y el abrazo de quien, además de correligionario, resulta ser persona amiga donde se puede ser uno mismo ante el otro.
- La palabra sanadora de Jesús recurre a la técnica de los verbos intensificados: “Levántate, carga con tu camilla y echa a andar”. Podríamos ordenarlos de otra manera: a) Carga con tu camilla: encara tu limitación, acógela, mírala de frente, no huyas de ella, disciérnela; b) echa a andar: ponte en seguimiento, acoge los caminos del Evangelio, vuelve a él cada día, no te canses de mirar y remirar el rostro de Jesús en sus páginas; c) levántate: si haces esto, tu persona se levanta, resucita, surge la persona nueva, amanece otra posibilidad para tu vida.
- De manera que aquí se nos dan los mecanismos del perdón:
- Lo más inmediato: hay que mirar a la propia limitación, a la propia camilla, sin situarse superficialmente, valorando bien nuestros caminos, fijándose sobre todo en los comportamientos éticos, lo que afecta de verdad a tu vida.
- Ponte en seguimiento porque el camino del seguimiento, el volver a los valores del Evangelio puede ser el modo mejor de llevar la camilla, de situar y encarar tus limitaciones. Es la mejor terapia.
- No creas que no es tiempo, por tu alta edad, por tu situación física o por tu desánimo moral. El perdón y la fuerza se te dan hoy mismo; hoy mismo hay un camino abierto para ti.
- Apóyate en la fraternidad: el perdón, cuando viene de los hermanos, es el mejor perdón. Construye fraternidad para construir el buen perdón.
- La conclusión es clara: podemos endueñarnos, empoderarnos de nuestra camilla, de nuestra limitación, de nuestro pecado. Tenemos muchos medios para ello. No puede ser obstáculo definitivo para una vida hermosa de cara al Evangelio. La palabra de Jesús nos confirma en nuestras mejores intuiciones.
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