Retiro Adviento 2013
Retiro en el Adviento de 2013
EL HORIZONTE ES BRUMA, ES CIELO Y ES ESCARCHA
El Adviento como tiempo para abrir horizontes
Por mucho que se empeñen los medios de comunicación, los gobernantes y hasta los banqueros que nos expoliaron en hacernos creer, en una extraña euforia, que técnicamente hemos abandonado la recesión, que hay luz al final del túnel, que ha empezado la recuperación y cosas por el estilo, el ciudadano de a pie, y más si pertenece a los frágiles sociales, ve el horizonte cada día más cerrado. Las fechas en las que se habla de “luz” cada día se retrasan más. Así es la cruda realidad.
De ahí que la espiritualidad tenga que venir en ayuda de la persona (para esto está) y trate de colaborar, por una vía muy distinta a la de los poderes fácticos, a abrir horizontes, a dar esperanza por caminos pequeños pero concretos, a sugerir actitudes de vida que contribuyan a levantar el ánimo y a iluminar un poco el, a veces, oscuro camino de la existencia. Mucho de la espiritualidad es resistencia para sostener la posibilidad de una vida más humana y posibilitadora.
Por eso hemos creído que el Adviento, tiempo de esperanza, podía ser entendido como tiempo de abrir horizontes, de poner delante aquellos aspectos de la Palabra y de la vida que colaboren a iluminar un poco el horizonte, que ayuden a levantar los hombros y los ojos para no ceder al desaliento, para que la amargura no nos hunda.
Al fin y al cabo, la encarnación de Jesús que celebramos en Navidad no es sino la seguridad de que hay horizonte para la vida humana: “Desde que Jesús ha nacido, tenemos segura la salud”·, decía san Francisco. Esta seguridad de que hay salidas a nuestras situaciones vitales es lo que celebraremos tras el Adviento, tras un Adviento vivido como tiempo para abrir horizontes.
1. El horizonte es bruma, es cielo y es escarcha
Tiene la joven poetisa Elisa Martín Ortega un poemario dedicado al país de Jesús, a Palestina. Y de él tomamos un poema que aplicamos al tema de abrir horizontes.
Hoy el sol de la tarde tiene un nombre escondido.
Se oculta en el abismo
de nuestras manos,
acompaña al silencio de las dunas.
El horizonte es bruma, es cielo y es escarcha,
mientras la tierra, azul y sinuosa,
acoge nuestras sombras, y las borra
entre sus pliegues.
Sólo respira el aire:
mi cuerpo a la intemperie.
Y sin embargo,
una voz me reclama
donde acaba la piel,
donde la arena duerme,
la misma voz que sorprende en secreto
a mis ingenuos ojos,
y presta me ha traído
a este valle de ausencias,
a este hermoso campo
que aún guarda el dolor
del paraíso.
- El sol de la tarde tiene un nombre escondido: No es de extrañar que la luz del horizonte de la vida esté, con frecuencia escondida. Es toda la obra de mal que nos hacemos para decir al otro y a nosotros mismos que no tenemos salida. Pero eso no es cierto, existen las salidas, más cuanta más luz y solidaridad haya en nuestras vidas.
- El horizonte es bruma, es cielo y escarcha: No es únicamente luz. Hay que admitir la bruma, su lado oscuro, su pena. Pero es también cielo, logro, por humilde que sea, luz, aunque sea tenue, posibilidad. Por eso es escarcha, porque la escarcha al comienzo del día promete una jornada de luz. Pena, luz, promesa, de esos ingredientes está hecho nuestro horizonte.
- Mi cuerpo a la intemperie: La dura intemperie de la existencia que puede mitigarse cuando amparamos los cuerpos, cuando cuidamos al otro, cuando abrazamos al que camina con nosotros sin prejuicios.
- Una voz me reclama: La voz de la esperanza que se concretiza en pequeñas posibilidades, en amparos sencillos, en palabras cercanas, en preocupaciones por la suerte del otro, en miradas que sintonizan sin velos, en soledades acompañadas. Todos los elementos que dicen que el horizonte es nuestra herencia y nuestra casa el futuro.
- Este hermoso campo que aún guarda el dolor del paraíso: Porque guarda el dolor, pero también la hermosura. Así es la vida que podemos soñar, doliente a veces, hermosa otras. Sobre todo esto segundo. Y trabajar por ello, a la vez que se trabaja por mitigar el dolor, es abrir horizonte a quien está hambriento y necesitado del mismo.
2. La luz de la Palabra: Ez 36,24-28
Son muchas las luces, los faros, que enciende la Palabra, desde su pobreza, para iluminar el camino humano. Vamos a rescatar una de las páginas del AT:
24Os recogeré de entre las naciones,
os reuniré de todos los países,
y os llevaré a vuestra tierra.
25Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará:
de todas vuestras inmundicias e idolatrías
os he de purificar;
26y os daré un corazón nuevo,
y os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,
y os daré un corazón de carne.
27Os infundiré mi espíritu,
y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos.
28Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.
Vosotros seréis mi pueblo,
y yo seré vuestro Dios.
- Ezequiel era un clérigo. Pero fue arrancado de su ambiente clerical para hacer de profeta en una época terrible para el viejo Israel, aquella en que a punto estuvo de desaparecer del mapa. Pero entonces suscitó Dios a este clérigo cascarrabias, crítico con su propio pueblo, desalentado para hacer obra de apertura de horizontes cuando todo eran nubarrones y tristeza. El pueblo de Israel estaba exilado en Babilonia con la certeza de que nunca más volvería a su amada tierra de Judá. De entre los presos, se alza la voz de este clérigo profeta también preso como ellos.
- El vendaval de la guerra había dispersado a los hombres fuertes de Israel, a los que sobrevivieron. La profecía dice que Dios los recogerá como se recogen los trozos de un jarrón quebrado. Los irá buscando por todos países como se sigue el rastro de la persona amada que se perdió y se esfumó. Y los llevará a su tierra, a su lugar, al hogar donde uno es él mismo. Volverá las casas a tener habitantes y los hogares encenderán de nuevo el fuego a cuyo amor se pueda vivir. Reunidos, encontrados, abrazados.
- Pero el clérigo no se resigna a no meter la cuchara: por eso habla de purificar. Como si no hubiese sido suficiente purificación el desastre del exilio, la cadena al cuello, la burla de los cantos robados (Cantadnos un cantar…), el oprobio del rey cegado y desnudo (Sedecías). Él quiere que Israel reconozca que es por sus culpas por las que le ha ocurrido esto. ¿Qué más daba a la hora de necesitar horizonte, en el momento del consuelo, cuando se quería encontrar aliento para no sucumbir?
- Y el profeta hace la gran profecía: habrá una especie de trasplante de corazón, un corazón nuevo. Porque sin corazón nuevo no puede haber horizonte nuevo, sin el nuevo corazón es imposible soñar un día de humanidad para quien anda mal. Hay que arrancar el corazón de piedra, porque se agarra a sus planteamientos de siempre y poner en su lugar un corazón de carne, de humanidad. Pretender hablar de horizontes sin humanidad es imposible.
- De tal manera que se andará con el espíritu del Señor, con su valores, con manera de mirar la vida. No tanto para cumplir preceptos y mandatos como añora el clérigo legalista, sino para camina por caminos de humanidad nueva, de economía humana, de política realmente preocupada por los pobres que sufren, de relaciones sociales asentadas sobre la bondad.
- Y se promete habitar en la tierra de los padres, en una tierra distinta, porque no es tanto la tierra merecida, sino la tierra soñada, no es tanto la tierra del mal sino la tierra de la bondad creciente. En ese horizonte de humanidad renovada se sabrá que esta pobre realidad que es la historia humana, perdida en el universo, es el pueblo de un Dios de amor.
3. Ahondamiento teológico
Quizá haya que hacer un pequeño esfuerzo por enriquecer el imaginario sobre Dios, nuestra manera de entenderlo y de vivirlo:
- Un Dios para abrir horizontes: No para el castigo, la condena y la ira. Un Dios que le encanta abrir horizontes a esta realidad humilde y limitada que es la historia humana. Un Dios que ha sido desfigurado hasta el extremo cuando se lo ha unido a la violencia, a la coacción, a la exclusión.
- Un Dios que recoge dispersos: Que recoge la dispersión que tendemos a ser los humanos. Un Dios que recoge las ausencias, los extravíos propios de quien pierde la visión del horizonte. Un Dios que ayuda a unificar la realidad humana en el ámbito básico del amor, de la generosidad, de la benignidad.
- Un Dios de consuelo que impulsa consuelos: Porque la existencia, a veces, construye enormes desconsuelos, pétreos y sólidos hasta creer que jamás podrán ser disueltos, derribados. Un Dios que lucha denodadamente por consolarnos en las fibras más sensibles de la existencia, sin requerir ninguna clase de moral ni de religión.
- Un Dios de humanos y para humanos: Para generar humanidad, para modificar en cuanto se pueda el interior cainita que nos compone hasta lograr hacer nacer en nuestra alma el sentido de lo humano, la alegría de gozar como humano, la mentalidad de quien llega a la convicción de que los humanos estamos hechos para vivir el uno con y para el otro.
- Un Dios para una tierra de bondad: Porque tercamente se empeña en querer hacer ver que más allá de los enormes precios que conlleva el ser histórico esta tierra, esta vida son regalos de bondad, de amor. Y que tales regalos contienen enormes posibilidades si las sabemos desarrollar. Un Dios no para religiosos, sino para buenos. Solo los buenos deberían ser religiosos.
4. Caminos que llevan al horizonte
Existen caminos, sencillos y humildes, que llevan al horizonte. Esos caminos son los que podríamos transitar en este Adviento:
- 1. Horizontes humanos: Están hechos de materiales simples: palabras buenas, resistencia a prejuicios-estereotipos-velos, amabilidad explícita, lenguaje laudatorio, amistad cívica, respeto a la diferencia. Se trata de construir lo que los monjes del desierto llamaban la ciudad de los seres humanos y los arquitectos de hoy las ciudades habitables, amigables, medioambientales.
- 2. Horizontes económicos: Tan difíciles de lograr. Economías con rostro humano, de decrecimiento, del bien común. Todas las alternativas que existen y que el sistema niega con una sonrisa hipócrita. Y luego, los pequeños socorros, las ayudas hechas con cabeza y con corazón, las iniciativas sencillas que abren la puerta de la inserción laboral y de la ciudadanía a los más desesperados. Eso sí que es abrir horizontes.
- 3. Horizontes espirituales: Para creer que estos nuestros tiempos puede que no sean muy propicios para la religión pero sí que lo son para la espiritualidad. Apreciar los horizontes espirituales que hablan de la contemplación de la naturaleza, de la vuelta a modos sencillos de vida, de los disfrutes elementales. Entender las tradiciones religiosas más como ofertas de espiritualidad que como proselitismo.
- 4. Horizontes relacionales: Ya que mucha de la oscuridad de nuestros horizontes va pareja con el oscurecimiento de nuestras relaciones humanas. Cuanta más luz en ella, cuanto más brillo en los cuerpos y las vidas que viven juntos, cuanta más alegría en los caminos vividos en común, más se ensancha el horizonte. Y al revés. Una relación susceptible de ser ampliada al infinito, sabiendo que las relaciones ampliadas nunca hacen mal a las relaciones inmediatas.
- 5. Horizontes eclesiales: Para creer que es posible remover los viejos cimientos de una tradición eclesial anquilosada, esclerotizada, deformada. Creer en los “aires nuevos”, en las posiciones nuevas, en los caminos no hollados. Huir como del diablo de quien dice que no hay nada nuevo bajo el sol, porque ese estatismo encierra un poder que no se quiere soltar.
5. Itinerario de Adviento:
- 1. Primera semana (30 nov. Al 6 de diciembre): Trabajar los horizontes de humanidad. Trata de ser humano/a en palabras buenas, en valoraciones ajustadas, en cercanías sencillas. Que lo humano te ensanche el alma.
- 2. Segunda semana (7 al 13 de diciembre): Trabajar los horizontes económicos. Acércate un poco más a las vidas de quienes lo pasan mal. Trata de aportar algún consuelo o ayuda, por sencilla que sea. Entrevé la posibilidad de pertenecer a alguna organización social de ayuda.
- 3. Tercera semana (14 al 20 de diciembre): Trabaja los horizontes relacionales. Cuida tus relaciones cotidianas. Aporta algo a ellas esta semana de vitalidad; sugiere caminos de convivencia. Intenta abrirte más a relaciones lejanas; haz alguna conexión con personas conocidas que están lejos.
- 4. Cuarta semana (21-24 de diciembre): Trabaja estos días los horizontes de espiritualidad. Desea una celebración realmente cristiana de la Navidad, no perdida en el marasmo de las fiestas sociales. Plantéate la posibilidad de hacer una jornada o dos de silencio y retiro persona en estas Navidades para controlar un tanto el embate del consumo y del ambiente bullanguero.
Conclusión
Si un acercamiento a la Palabra no nos sirve para impulsarnos, para animarnos, para activar nuestras vidas titubeantes de cara a abrir más horizonte en los campos en que nos movemos no cumple su cometido. Si se considera el Adviento como tiempo de esperanza pero no superamos la certeza solidificada de que muchos cristianos en realidad no esperan ya nada, el Adviento ha sido poco productivo, mera remembranza cíclica. Si la Navidad que vamos a celebrar no es, realmente, una pequeña iluminación de nuestros horizontes vitales, hemos cedido al planteamiento de una mera sociedad de consumo que dice que hay que celebrar para consumir más. Que no sea así.
ORACIÓN COMÚN
1. Canto:
ABRE TU TIENDA AL SEÑOR,
RECÍBELO DENTRO, ESCUCHA SU VOZ.
ABRE TU TIENDA AL SEÑOR,
PREPARA TU FUEGO QUE LLEGA EL AMOR.
El Adviento es esperanza, la esperanza salvación;
ya se acerca el Señor,
preparemos los caminos los caminos del amor,
escuchemos su voz.
ESTRIBILLO.
2. Lectura laica
Muerte y sepultura de la hermanita Genoveva, partera del pueblo Tapirapé
El 24 de septiembre de 2013 murió en la aldea de los indígenas Tapirapé, en el Araguaia, la Hermanita de Jesús Genoveva, francesa de origen. Ella y sus compañeras han vivido una experiencia que el antropólogo Darcy Ribeiro consideraba una de las más ejemplares de toda la historia de la antropología: el encuentro y la convivencia de alguien de la cultura blanca con la cultura indígena.
Este es el testimonio de Canuto, que sabe bien de la vida y obra de la Hermanita Genoveva. Así describe su muerte:
«En la mañana del martes 24 Genoveva estaba bien. Había amasado barro para el arreglo de la casa. Almorzó tranquilamente con la hermanita Odile. Estaban descansando cuando se quejó de dolor en el pecho. Odile fue rápidamente a conseguir transporte para llevarla al hospital de Confresa. En el camino la respiración se fue haciendo más difícil. Murió antes de llegar al hospital.
De vuelta a la aldea, consternación general. Genoveva había visto nacer casi al 100% de los Apyãwa (así se llamaban a sí mismos los Tapirapé. Así vuelven a autodenominarse hoy), en estos 61 años de vida compartida.
Los Apyãwa quisieron sepultarla según sus costumbres, como si hubiese muerto otra Apyãwa. Los cantos fúnebres, ritmados con los pasos, se prolongaron por mucho tiempo, durante la noche y el día siguiente. Se oían muchos lloros y lamentaciones.
Según el ritual Apyãwa, Genoveva fue enterrada dentro de la casa donde vivía. La tumba fue abierta con todo cuidado por los Apyãwa, acompañada de cánticos rituales. A una altura de unos 40 centímetro del suelo fueron colocados dos travesaños, uno en cada extremo. A estos travesaños fue amarrada la hamaca que quedó como una hamaca tendida como quien está durmiendo. Por encima de los travesaños se colocaron tablas y sobre las tablas se colocó la tierra. Toda la tierra que pusieron encima fue peñerada por las mujeres, como es la tradición. Al día siguiente esta tierra se mojó y se moldeó de forma que quedara firme y espesa como la tierra batida. Todo acompañado de cánticos rituales.
En su hamaca donde dormía todos los días, Genoveva duerme el sueño eterno entre aquellos que escogió para que fueran su pueblo.
La noticia de su muerte voló por la región, por Brasil y por el mundo. Vinieron muchos Agentes de Pastoral. Los coordinadores del CIMI (Consejo Indígena Misionero) de Cuiabá, llegaron después de un viaje de más de 1.100 kms cuando el cuerpo estaba ya en la tumba, todavía cubierto sólo con las tablas. Los Apyãwa las retiraron para que los que acababan de llegar la viesen por última vez en su hamaca.
A los cánticos rituales de los Tapirapé se fueron mezclando otros cánticos y testimonios de la caminada cristiana de la hermanita Genoveva. Al final, el cacique dijo que los Apyãwa estaban todos muy tristes con la muerte de la hermanita. Hablando en portugués y en tapirapé resaltó el respeto con el que siempre fueron tratados por las hermanitas durante estos sesenta años de convivencia. Recordó que los Apyãwa deben su supervivencia a las hermanitas, pues cuando ellas llegaron, ellos eran muy pocos y hoy llegan a casi mil personas.
Plantada en territorio Tapirapé está Genoveva, un monumento de coherencia, silencio y humildad, de respeto y reconocimiento de lo diferente, probando cómo es posible, con acciones simples y pequeñas, salvar la vida de todo un pueblo. Saludos. Canuto”.
3. Audición
Este lugar, es tierra sagrada,
Este lugar, es tierra de Encuentro
Este lugar, es tierra de todos
Este lugar, es tierra de Amor
Este lugar, es tierra de vida,
Este lugar, es tierra de gracia,
Este lugar, es tierra de amigos
Este lugar, es tierra de luz.
4. Lectura Bíblica: Mt 5,23-24
“Jesús fue recorriendo Galilea entera, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la buena noticia del reino y curando todo achaque y enfermedad del pueblo. Se hablaba de él en toda Siria; le llevaban enfermos con toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados y paralíticos y él los curaba”.
Esta es la manera como Jesús abre horizontes: recorre la galilea, se acerca a la persona. Enseña en las sinagogas, abre las mentes. Proclama la noticia del reino, dice que Dios acompaña nuestra vida. Cura, que es lo mismo que decir que abre horizontes en los lugares mismos del dolor. No es de extrañar que hasta en Siria se hablara de él. No culpabilizaba de las enfermedades, no recriminaba comportamientos morales discutibles, no echaba en cara negligencias reales. Curaba sin más.
5. Comentarios personales y peticiones
6. Oración común
Si no busco el poder,
ningún poderoso podrá hacerme daño.
Si no ambiciono riquezas,
jamás me sentiré amenazado por la miseria.
Si no corro tras los honores,
convertiré toda humillación en humildad.
Si no me comparo con nadie,
seré feliz con lo bueno que hay en mí mismo.
Si no me dejo invadir por la prisa,
encontraré tiempo para todo lo necesario.
Si no soy esclavo de la eficacia,
daré el fruto que los demás esperan de mí.
Si no me enredo en la competitividad,
entraré en comunión con lo bueno que hay en todo.
Si vivo a fondo el momento presente,
seré dueño absoluto del pasado y del futuro.
Si acepto el fracaso en mi vida,
habré librado mi vida de toda frustración.
Si vivo para el amor,
el amor estará siempre vivo en mí.
7. Padrenuestro
8. Bendición y canto final
Vamos a preparar
el camino del Señor.
Vamos a construir
la ciudad de nuestro Dios.
Vendrá el Señor con la aurora,
Él brillará en la mañana,
pregonará la verdad.
Vendrá el Señor con su fuerza,
Él romperá las cadenas,
Él nos dará la libertad.
Él estará a nuestro lado,
Él guiará nuestros pasos,
Él nos dará la salvación.
Nos limpiará del pecado,
ya no seremos esclavos,
Él nos dará la libertad.
Vamos a preparar
el camino del Señor.
Vamos a construir
la ciudad de nuestro Dios.
Vendrá el Señor con la aurora,
Él brillará en la mañana,
pregonará la verdad.
Vendrá el Señor con su fuerza,
Él romperá las cadenas,
Él nos dará la libertad.
2 comentarios
Myriam - -
TM -
Un abrazo y gracias de nuevo, por el retiro y por el blog,
Támara.