Juan 124
CVJ
Domingo, 18 de noviembre de 2012
VIDA ACOMPAÑADA
Plan de oración con el Evangelio de Juan
124. Jn 18,38b-40
Introducción:
La realidad no es como nos gustaría que fuera, sino como realmente es. Y a veces, asistimos, atónitos y sorprendidos, que nosotros mismos que anhelamos el bien y la dicha elegimos el mal. No sabemos de donde brota esa elección ni por qué lo hacemos. Pero lo sorprendente es que percibiendo que nos estamos haciendo daño seguimos empeñados en ir por una senda que no lleva a ninguna parte. Cuando hacemos esto deliberadamente, la cosa más o menos se explica: uno cosecha lo que siembra. Pero lo incomprensible es que lo hagamos también aunque no queramos. Hay dentro de nosotros un algo que nos sojuzga y nos somete. Muchos llaman a esto “misterio del mal”, pero, en realidad, habría que llamarlo “misterio del simple vivir”, un vivir que no entendemos.
Esto ha ocurrido también en la vida de Jesús: aquellos a los que había amado totalmente, eligieron el mal, eligieron a Barrabás, un bandido, antes que a él. El evangelio de Juan, a diferencia de los sinópticos, no pone en boca de Pilato una alternativa: a Barrabás o a Jesús. Solamente les ofrece la posibilidad de liberar a Jesús. Pero ellos, por su cuenta, eligen a Barrabás acentuando así su decisión insensata. Jesús abrazará ese mal, le dará un giro humanizador, acogerá la realidad tan dura como es, asumirá que los humanos funcionamos con un déficit de inhumanidad. Solamente una actitud de abrazo del mal, de aceptación humanizadora de la realidad puede abrir una puerta de salida a este impasse.
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Texto:
38bDicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
-Yo no encuentro en él ninguna culpa. 39Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?
40Entonces empezaron a gritar:
-A ése no, a Barrabás.
(El tal Barrabás era un bandido).
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Ventana al mundo:
Este señor es el hermano Manuel Amunárriz, un capuchino médico que durante 31 años nada menos ha estado en un hospital perdido en la selva de la amazonía ecuatoriana a más de 12 horas de canoa de centro humano poblado. Durante todos esos años ha abrazado, como Jesús, el dolor de los más olvidados de la tierra. Ha hecho operaciones de todo tipo, increíbles a veces. Pero, sobre todo, ha tenido una relación humanizadora con cada uno de sus pacientes. Y nadie se ha enterado. El silencio es la envoltura de su bondad. Pero ese silencio no merma en nada la calidad humana del abrazo.
Oramos: Te alabamos, Señor, por quienes siembran amor sin interés; te bendecimos por quienes curan abrazando el dolor del otro; te damos gracias por quienes mantienen la dignidad a la persona humilde.
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Desde la persona de Jesús:
Llama la atención en el pasaje el silencio de Jesús, su presencia ausente. Es su manera de abrazar el mal. Lo hace con el silencio, con el estar ahí, con el no maldecir, con el no huir. Su silencio es la forma de su abrazo. Sin reproches, sin lamentos, sin condenas. Quizá con ello quería decir que, aunque se le postergara a Barrabás, su amor quedaba intacto.
Oramos: Gracias, Señor, por no reprocharnos nada; gracias por no condenarnos nunca; gracias por no huir de nuestro mal.
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Ahondamiento personal
Dice el texto que Barrabás era un bandido. El significado es el de un bandido político, alguien que ha cometido algún delito contra el Estado. Un terrorista, diríamos hoy. La preferencia sobre Jesús desvela en grado máximo el componente inhumano de la persona: somos capaces de las mayores tropelías. No nos lo creemos porque, normalmente, nuestra vida se desarrolla por unos cauces morales presentables. Pero hay que mirar al fondo, no para horrorizarnos, sino para abrazar aquello que de más herido hay en nosotros. Quizá de ese abrazo pueda ir brotando la salud.
Oramos: Que no temamos mirar al fondo de nuestra realidad y que aprendamos a abrazarla; que seamos crecientemente compasivos con los fondos de nuestros hermanos/as; que no nos horrorice nuestro lado oscuro sino que, compensado con el luminoso, lo acojamos.
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Desde la comunidad virtual:
Cuando vamos haciendo partícipes a los demás de nuestros problemas y son acogidos estamos abrazo el mal del otro. Este abrazo es muy beneficioso, no tanto en cuento a la desaparición del problema, sino en cuanto al amparo humano que necesita para ser encajado mejor. El éxito no es que desaparezca el problema (ojalá), sino que sea amparado. Ese es un buen regalo que nos podemos hacer en nuestra comunidad orante.
Oramos: Que nos acojamos con facilidad; que nos abracemos sin vergüenza; que nos apoyemos con escucha.
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Poetización:
No podía creer lo que ocurría;
sus oídos no daban crédito a lo que gritaban.
Él, que había dedicado lo mejor de su vida
a ese pueblo ahora vociferante
era pospuesto a un terrorista.
Abría los ojos espantado
más allá de su dolor:
¿su amor no había servido para nada?
Pero su silencio
no era el signo de la derrota,
sino el del abrazo.
aunque lo pospusieran,
aunque ignoraran el bien recibido,
aunque no se acordaran
de las lágrimas que secó
y de los corazones que restauró,
él seguía amándolos.
Su silencio no era ni una condena,
ni un reproche,
ni una maldición.
Era su forma de seguir abrazando
el dolor que llevaban dentro
aunque por sus bocas saliera
una condena implacable.
Era su manera de seguir amando…
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Para la semana:
Intenta envolver de un silencio respetuoso las “condenas” que puedas sufrir por personas que no te comprenden bien.
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