Apocalipsis 10
CVA
Domingo 24 de noviembre de 2013
BUSCAR LUZ
EN TIEMPOS OSCUROS
Plan de oración con el Apocalipsis
10. Ap 14,1-5
Introducción:
Dentro de la violencia que anida y se desarrolla en el mundo, no deja de ser una maravilla que haya colectivos, pueblos enteros que, siendo oprimidos, no reaccionan con violencia. Son los pueblos resistentes. Todos los llamados “pueblos no contactados” de las selvas de América Latina que son perseguidos, masacrados, arrasados por los madereros, petroleros, terratenientes. Y ahí siguen. O más cerca: los saharauis en su desierto de Tinduf. Más de cuarenta años sin recurrir a la violencia, en un exilio inhumano, sosteniéndose no se sabe de qué, resistiendo. Es que hay en la naturaleza humana unos ocultos valores: el de la resistencia que espera incansable el día del bien, de la justicia y del amor. El de la resiliencia que convierte una desgracia en una fuente de fortaleza. Son valores que conforman el rostro del amor. Y se dan en pueblos enteros y en la persona concreta, en ti y en mí.
Es que Apocalipsis elabora una mística de resistencia no desde la violencia, el rencor y el desasosiego (como se ve en el vidente), sino desde el aguante, la tenacidad, la resistencia, la resiliencia, desde el amor en suma (como se ve en el teólogo). Resistir desde el amor. Por eso, como vemos en el texto de hoy, a su manera y en un lenguaje que nos cae muy lejano, pinta el ejército de resistentes desde el amor que ha de ser el futuro de la historia. Porque el triunfo no es de los poderosos, ni de los vengativos, ni de los crueles, ni de los que triunfan a costa de otros. Es de la tenacidad de los humildes, de la resistencia de los que aman, del estar ahí, en la brecha, de quienes son injustamente maltratados por la vida. Ellos, como el resistente Jesús, hablan de futuro, de dicha, de justicia, de amanecer. Por ellos tenemos futuro.
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Texto:
14,1En la visión apareció el Cordero de pie sobre el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que llevan inscrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre.
Oí también un fragor que bajaba del cielo, parecido al estruendo del océano y al estampido de un trueno fuerte: era el son de citaristas que tañían sus cítaras delante del trono, de los cuatro vivientes y los ancianos, cantando un cántico nuevo.
Nadie podía aprender aquel canto fuera de los ciento cuarenta y cuatro mil, los adquiridos de la tierra. Estos son los que no se han manchado con mujeres, porque son vírgenes; estos son los que siguen al Cordero adonde quiera que vaya; los adquirieron como primicias de la humanidad para Dios y para el Cordero. En sus labios no ha habido mentira, no tienen falta.
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La luz de la vida:
Esta es una mujer saharaui sentada sobre la ardiente arena de los desiertos de Tinduf, ese lugar tierra de nadie donde aguarda desde hace 40 años el pueblo saharaui a que se le haga justicia. Esa sonrisa es más “peligrosa” que un arma porque en ella se dicen muchas cosas: la injusticia que ha caído sobre ese pueblo y la esperanza que no muere por mucho que el mal, la opresión, el olvido y el menosprecio se ceben sobre todo un colectivo. Esa sonrisa dice que el amor resiste y que triunfará, de una forma u otra.
Oramos: Gracias, Señor, por quienes resisten con amor; gracias por quienes cantan con amor en las duras noches; gracias por quienes levantan la cabeza y no se hunden en la adversidad.
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La luz que es Jesús:
Esta liturgia que leemos en el texto al terminar la serie de las siete trompetas se celebra ante “el Cordero de pie”. Es decir, ante el resistente Jesús que se ha entregado pero que no ha sido vencido. No es una liturgia de venganza, de rencor, de odio, sino de amor entregado. Pero es un amor especial, tenaz, que mira a los ojos de quien le hiere de frente, que no se cansa de decir: mi amor es más grande que tu odio. Hay muchos/as que, como Jesús, viven en esa tenacidad luchadora, fuerte y a la vez respetuosa y hasta amasada con un cierto amor. La “liturgia” de la vida se celebra ante ellos.
Oramos: Tu entrega, Señor, nos libera; tu entrega, Señor, nos fortalece; tu entrega, Señor, nos hace fuertes en amor.
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La luz que viene de la sociedad:
Estos resistentes que son fieles, enteros, adheridos al mismo amor que el de Jesús, verdaderos, son llamados “primicias de la humanidad”. Porque eso es lo que son. El futuro de la humanidad será lo que ellos profetizan hoy con su resistencia: un futuro de humanidad, de respeto, de amistad, de disfrute, de amor. El tsunami del odio se los lleva hoy por delante. Pero, en realidad, ellos son el cimiento de la nueva humanidad. Esas personas distintas, luchadoras, amables, respetuosas, generosas hasta ser capaces de arriesgar su vida, son el verdadero sentido de este raro peregrinar de los humanos por la historia.
Oramos: Te damos gracias por quienes no abandonan el amor en sus luchas; te damos gracias por quienes mantienen la amabilidad y el respeto aunque se les hiera; te damos gracias por quien sigue siendo generoso aunque se le menosprecie.
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La luz que aporta la comunidad virtual:
La comunidad virtual es una pequeña prueba de resistencia. A lo largo de todos estos años muchas personas han hecho tramos del camino con nosotros/as. Se lo agradecemos enormemente. Por diversas razones, muy comprensibles todas ellas, han concluido su andadura con este grupo. Pero aquí estamos un grupito de “resistentes” en esta quijotada de hacer nuestro itinerario espiritual de vida a la sombra de la Palabra. Démonos ánimo y apoyo. Lo que hacemos no es nada del otro mundo, pero se une a ese caudal de resistencia amorosa que fundamenta la aventura humana. Así lo creemos.
Oramos: Gracias por seguir juntos en la Palabra y en la amistad; gracias por seguir juntos en el camino del bien; gracias por seguir juntos en la esperanza de un mundo mejor.
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Palabras de luz:
No te rindas, aun estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,
No te rindas por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estás sola,
porque yo te quiero.
M. Benedetti
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Para estos días:
Aumenta, si puedes, tu capacidad de aguante a la vez que reivindicas con respeto, ciudadanía y amor.
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