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FIAIZ

Una relectura de Mt 23,13-39

UNA RELECTURA DE Mt 23,13-39

 

            Es preciso leer un texto como adultos. El NT ha de ser leído de ese modo. Desde ahí no se puede negar la dificultad que supone un texto como Mt 23. Si decimos, con los Evangelios en la mano y la reflexión teológica, que Jesús era un “misericordioso”, ¿cómo salieron de sus labios textos tan duros como el de Mt que no solamente censura con animosidad sino que cae en el insulto y el menosprecio? ¿O es que ese texto proviene de otra mano inserta en la génesis global de un texto como del Mateo?

            Hay que tener en cuenta de que el Evangelio de Mateo está escrito en torno al año 80-90, cincuenta años después de la muerte de Cristo. En ese largo período de tiempo han ocurrido importantes sucesos en la historia de Israel, singularmente la caída de Jerusalén ante las ropas romanas de Tito el año 70. La ciudad fue tomada y arrasada, el Templo destruido.

            En el descabezamiento que sigue a toda destrucción, los romanos se cebaron en las clases dirigentes (saduceos, casta sacerdotal) y fueron más permisivos con los espirituales fariseos, menos peligrosos. Estos se juntaron en Yamnia (Jabné), una pequeña ciudad cerca de la actual Tel Aviv donde, inspirados por Johanan ben Zakkai, urdieron una serie de estrategias para mantener vivo un judaísmo en tiempos de diáspora. Ahí el fariseísmo se radicalizó y anatematizó a los grupos disidentes, entre ellos los cristianos (los “nosrîm”, los nazarenos). Se conserva una “maldición” sobre ellos en el texto de las Dieciocho Bendiciones: “No haya esperanza para los apóstatas. Y destruye pronto el reino del orgullo n nuestros días; y perezcan los nazarenos y los herejes en un instante. Sean borrados del libro de la vida y no queden inscritos con los justos. Bendito seas, Yhwh, que doblegas a los soberbios” (Bendición 12ª). Y Justino dice en su obra Diálogo con Trifón 96,2: “Vosotros en vuestras sinagogas maldecís a los cristianos”.

            Es de suponer que los cristianos de las comunidades mateanas no se eran mancos y respondieron con invectivas similares. Era una manera de sobrevivir en aquella época de dureza y de nulo ecumenismo (época que ha llegado casi hasta nuestros días; no olvidamos la oración del Viernes Santo por los “pérfidos judíos” que la liturgia del Vat.II cambió).

            De ahí que haya que leer estos textos intentando transformarlos en textos de misericordia. Hagamos un intento:

 

            13Ojalá vosotros, quienes amáis la Palabra, no cerréis a nadie las puertas del reino, puertas amplias como el corazón mismo de Jesús. 14No seáis obstáculo para quienes quieran entrar, aunque sea por una puerta que no es la vuestra.

            15Ojalá vosotros, que amáis la Palabra, no tengáis como meta primera aumentar el número de afiliados a la religión, sino el número de personas que vivan con los valores del reino. Así aprenderéis que es más importante cristificar que cristianizar.

            16-22Ojalá vosotros, que amáis la Palabra, seáis gente que ilumine el camino humano sin enredarse en  disquisiciones legales, poniendo como principio inviolable el de la dignidad de la persona y sometiendo toda norma, toda costumbre, toda ley a la persona y su necesidad.

            23Ojalá vosotros, que amáis la Palabra, seáis generosos a la hora de socorrer al pobre. Ojalá aportéis al caudal de la vida los grandes valores que constituyen el cimiento del caminar humano: la honradez, la compasión, la sinceridad. Esto es lo importante; el resto es más relativo.

            24-26Ojalá vosotros, que amáis la Palabra, fuerais cuidadosos en tener un interior limpio, ecológico, saludable. Porque del interior brotan las actitudes de la persona. No haríais nada con ser pulcros por fuera y no serlo por dentro.

            27-28Ojalá vosotros, que amáis la Palabra, seáis gente de sinceridad esencial, de interior claro, de honestidad probada. Y si, por vuestra fragilidad falláis, reconoced el fallo. Eso os abrirá la puerta de la misericordia de Dios y de la comprensión de las personas.

            29-33Ojalá vosotros, que amáis la Palabra, no echéis alabanza solamente a quien muere el día de su entierro, sino que aprendáis a alabar en vida, valorando todo lo bueno que tienen las personas y alegrándoos del bien que Dios hace a través de cualquier creatura.

            34-36Creed a los profetas, a la gente buena, que os voy enviando para que os animen e iluminen. Creed a gente como Pedro Casaldáliga, profeta de la esperanza, que acaba de fallecer. Creed, sobre todo, a los profetas vivos, a los profetas humildes, buscad en los signos de los tiempos la luz que necesitáis para andar como creyentes lúcidos.

            37-39Así vuestras ciudades serán “ciudades de seres humanos”, donde la humanidad florecerá, y donde vivir en buena relación será posible. Así aguardaremos el momento de plenitud en que todo será reconciliado en el amor cumpliéndose así el secreto designio del Padre y de Jesús.

 

            Hay quien puede pensar que una paráfrasis de este estilo desposee al texto del pathos que tiene. Y es así, efectivamente. Pero a los seguidores de Jesús, el misericordioso, no nos interesa un pathos de condena, sino de misericordia. Por eso, aunque suene un tanto “light” quizá nos pueda ser de mayor utilidad una lectura de este talante.

 

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