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FIAIZ

Apocalipsis 9

CVA 

Domingo 17 de noviembre de 2013

 

BUSCAR LUZ

EN TIEMPOS OSCUROS

 Plan de oración con el Apocalipsis

 

9. Ap 19,1-9

 

Introducción:

 

                Escuchar en la “jungla” de la ciudad la llamada del amor que nos hace la vida, además de ser cosa muy difícil, nos parece algo de ciencia ficción, o de lírica casi infantil. Sin embargo, hay mil situaciones, mil palabras, mil gestos sembrados en las calles, en el interior de las casas, hasta en las instituciones cívicas que te dicen: ama, amar es la meta, amar es la empresa que merece la pena, construir el amor es la gran obra, ama y tu nivel de humanidad crecerá. Este tipo de “voces” corre el riesgo de ser sofocado por otro “coro” que va en línea contraria: no ames, es un cuento, tú a lo tuyo, aprovéchate a costa de quien sea. Tengámoslo por cierto: este “coro”, inmenso, no logrará acallar la voz del amor que sigue, terco, susurrando: ama.

                Porque en el texto de esta semana se plantea algo de esto: el vidente anhela el triunfo por la vía de la justicia, del dolor que exige, de una cierta “venganza” que excluye a quien ha hecho el mal: El triunfo de los buenos sobre los malos (?). Pero el “teólogo”, el reflexivo, el fraterno, dice: a la humanidad le esperan unas “bodas”, una fiesta de amor, un banquete de dicha para todos, porque nadie puede quedar excluido de la tierra del amor. Nadie arrebatará esta dicha (Dichosos los invitados) a ninguna persona, a ninguna criatura. Porque si así fuera, la entrega de Jesús (eso significa el Cordero) habría sido en vano.

 

***

 

Texto:

 

                19,1Oí después en el cielo algo que recordaba al vocerío de una gran muchedumbre; cantaban:

                -Aleluya.

                ¡La victoria, la gloria y el poder

                pertenecen a nuestro Dios.

                2porque sus sentencias son legítimas y justas!

                Él ha condenado a la gran prostituta

                que corrompía la tierra con su fornicación

                y le ha pedido cuenta de la sangre de sus siervos.

                3Y repitieron:

                -Aleluya.

                El humo de su incendio    

sube por los siglos de los siglos.

                4Se postraron los veinticuatro ancianos y los cuatro vivientes rindiendo homenaje a Dios, que está sentado en el trono, y diciendo:

                -Amén. Aleluya.

                5Y del trono salió una voz que decía:

                -¡Alabad a nuestro Dios sus siervos todos

                todos sus fieles,

                pequeños y grandes!

                6Y oí algo que recordaba el rumor de una gran muchedumbre, el estruendo del océano y el retumbar de fuertes truenos; decían:

                -Aleluya.

                ¡Ha empezado a reinar

                el Señor nuestro Dios,

                soberano de todo!

                7hagamos fiesta, saltemos de gozo

                y démosle a él la gloria,

                porque han llegado las bodas del Cordero;

                la esposa se ha ataviado,

                8le han regalado un vestido

                de lino puro, esplendente.

                9Entonces me dijo: “Escribe: Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero”. Y añadió: “Estas palabras verídicas son de Dios”.

 

***

 

La luz de la vida:

 

                Esta es la Casa de Cultura de Villava (el pueblo de Fidel). Ahí, un grupito de vecinos, ha formado una “Escuela de Ciudadanía”. Dada la dificultad existente hoy para un anhelo tan básico como es la convivencia ciudadana, este tipo de asociaciones  quieren ofrecer reflexiones plurales que sitúen al ciudadano en otro terreno que el de la crispación y la condena. Son intentos de dar cabida a la voz del “amor social”, tan necesario.

                Oramos: Gracias, Señor, por quienes promueven la convivencia; gracias por quienes construyen el amor social; gracias por quienes escuchan la voz de la fraternidad.

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La  luz que es Jesús:

 

                Las “bodas del Cordero” son las bodas de la entrega, aquellas que celebran el amor dándose al otro, amando al otro, alegrando al otro. Unas bodas para la dicha del otro, no principalmente para las de uno mismo. Alegrarse por el otro alegrando al otro es la alegría de estas bodas. Salir de ese círculo cerrado de un amor solo para mí, de una alegría solo para los míos, de un bienestar solo para los de mi país, de un triunfo solamente para quienes son mis allegados. Salir de ahí hacia unas “bodas” de amor generoso. Las bodas del Cordero.

                Oramos: Te alabamos, Jesús, por tus bodas de entrega generosa; te bendecimos  por tus bodas de alegría para nosotros; te damos gracias por tus bodas de abrazo universal

 

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La luz que viene de la sociedad:

 

                El teólogo “obliga” a poner al “vidente” eso de que “Estas palabras son verídicas de Dios” para evitar que el dolor y el encono del vidente no borren estas palabras de amor y hable de justicia vengadora, de pago de los malos, de exclusión a la dicha. No, Dios pone sus palabras verídicas de que todo lo creado está llamado a unas bodas, a una terminación de dicha. Frustrar esta dicha, estropearla, bloquearla, impedirla además de un acto de inhumanidad es ir contra el Dios que nos ama.

                Oramos: Que no impidamos la dicha de nadie; que no bloqueemos la alegría de nadie; que no estropeemos la fiesta de nadie.

 

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La luz que aporta la comunidad virtual:

 

                Cuando la comunidad virtual se reúne, brota fácilmente el componente festivo. Solo verse, hablar, comer juntos, rezar, darse pequeñas noticias, contarse los últimos avatares laborales, mirar jugar a los niños, las pequeñas fiestas nocturnas, todo un entramado de gozos simples, pero hermosos. Es una metáfora de la dicha que el Apocalipsis llama “las bodas del Cordero”. Porque esas bodas se mezclan al entramado de la vida.

                Oramos: Que siempre disfrutemos estando juntos; que hagamos fiesta con los demás para disfrutar todos; que vivamos siempre en clave festiva nuestros encuentros, nuestra oración, nuestra relación.

 

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Palabras de luz:

 

He besado con mis ojos y con mi tacto la adorable superficie de este mundo.
Y, como un velo bordado de árboles y pájaros, lo he plegado sobre mi corazón.
Y tantos pensamientos y sentimientos he vertido en sus días y en sus noches
que mi vida y el mundo se han fundido y son ya una sola sustancia amorosa.
   Y amo mi vida porque amo la claridad del cielo que toda está en mí.
   Abandonar este mundo es una realidad tan poderosa como amarlo.
   Mas si este amor hubiera de ser engañado y burlado por la muerte, el gusano de una
desilusión semejante roería todas las cosas y hasta las estrellas, extinguidas,
se derrumbarían en ceniza.
   Y cuando toco el sitio de mi corazón estoy tocando el mundo y el amor inmortales!

 

R. Tagore.

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Para estos días:

 

                Siembra algún gesto de amor explícito en estos días.

 

 

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