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Retiro en Pascua de 2016

 

PARA GANAR LA LUZ

Retiro en la Pascua de 2016

 

 

        Por la cotidianeidad, el don inmenso de la luz pasa inadvertido. Que se lo digan a quien no puede ver. Que se lo digan a quien nunca ha podido estremecerse ante una puesta de sol o ante los colores vivos de un cuadro de Sorolla, o de Oteiza. Que se lo digan a quien no ha podido ver nunca el brillo de unos ojos llenos de amor. Por su cotidianeidad, el peligro de no valorar la luz es evidente; por su cotidianeidad, la hermosura de la luz que se derrama sobre nosotros que vivimos en este planeta sin luz es la prueba de la generosidad de Dios con nosotros.

        Pero la luz no es solamente la de fuera. Hay también una luz de dentro, una iluminación interior que la posee quien la trabaja, porque es un constructo, un trabajo de por vida, un afán que se logra en la medida en que se lo persigue. Hay que hacer un trabajo consciente para ganar la luz.

        Por eso mismo, hay vidas luminosas y vidas oscuras. Estas son las de aquellas personas que proyectan su luz gris sobre todo y lo envuelven todo en grisura. Todo es negativo para ellas, todo está desprovisto de la alegría del color. Todo tiende a lo oscuro. Pero hay otras que van en la dirección opuesta: tienden a la luz, se admiran del brillo de la vida y quieren que todo tenga ese brillo, se ponen siempre en la perspectiva de quien disfruta del color y del amor, valoran con sensata positividad lo que pasa y lo que nos pasa. Gente de luz.

        Decimos casi con ligereza que la Pascua es la fiesta de la luz, que Cristo es la luz de esa Pascua. Y así lo creemos. Por eso mismo, el tiempo de Pascua podría ser un tiempo bueno para el trabajo de ganar la luz, para hacer más sitio a la luz en nuestra vida, para contagiarnos de luz y para comunicar una mística de luz en nuestro derredor. No se trata de falsas iluminaciones, sino de lograr otra  perspectiva de vida, más luminosa, más positiva, más esperanzada.

        Hacemos nuestra aquella oración de iluminación que, con humildad, se canta en las reuniones de Taizé: “En nuestra oscuridad enciende la llama de tu amor, Señor, de tu amor, Señor”.

 

1. Para ganar la luz

 

        Comenzamos con un poema de Eloy Sánchez Rosillo que da título a esta reflexión y que puede situarnos espiritualmente. La poesía buena es aliada de la buena mística:

 

Cuánta pureza en esta luz que hoy
baja del cielo, y cuánta libertad
para mi corazón, que con frecuencia
en lo oscuro se obstina.

 

No es fácil ver la luz,
mirarla simplemente y ser dichosos.
Muchas cosas impiden que ese don que nos salva
a nuestros ojos llegue.

 

Para ganar la luz es necesario
que todo sea mirada en nuestro espíritu,
que mientras la miramos contengamos
afanes y dolores, hábitos que nos ciegan.

 

A pesar de negarla tantas veces,
hoy de verdad la veo, la respiro, la escucho.

Mis ojos quieren ver. Y la luz deja

Que descienda a mi vida su piedad, su alegría.

 

  • Corazón…que en lo oscuro se obstina: A pesar de que la luz nos viene a raudales, de que la alegría se vuelca con frecuencia generosa en nuestra vida, de que hay mil motivos para el gozo humilde, nos obstinamos en lo oscuro.
  • No es fácil ver la luz: Porque, para verla, hay que tener luz dentro, luz que conecte con la luz. Nuestra peor ceguera es el no querer ver la luz que nos rodea. La ceguera de dentro es la ceguera de verdad.
  • Que todo sea mirada en nuestro espíritu: Esa es la condición para ganar la luz. Ser mirada quiere decir mirar con benignidad, con fraternidad, con amor. Una mirada distinta, la mirada del corazón. Y luego, contener los afanes y dolores que están ahí, las cegueras que nos acompañan tercamente.
  • Hoy de verdad la veo. Que la Pascua pueda ser, por Jesús, un momento de ver la luz, de respirarla, de escucharla. Que no se nos borre el brillo de la Pascua en el corazón e incluso en la mirada. Que descienda esa luz en modos de piedad y de alegría sencilla.

 

2. La luz de la esplendidez: Lc 11,34-34

 

        Cuando se habla de iluminación ronda el peligro de pensar en una mística sin conexión histórica, lejos del sencillo caminar humano. Por eso, hay que situarse en lo cotidiano donde habrá que iluminar lo que vivimos cada día. La Palabra nos ayuda: la luz de la esplendidez es la que puede iluminar la vida.

 

        “La lámpara de la persona es la esplendidez. Cuando eres generoso, toda tu persona está luminosa; en cambio, si eres tacaño, tu persona está oscura. Por eso, cuidado con que la luz que tienes no sea oscuridad. Si tu persona entera es luminosa, sin parte alguna oscura, seguirás luminoso todo entero, como cuando la lámpara te ilumina con su brillo”.

 

        El texto está lleno de semitismos que es preciso entender en sus equivalencias en nuestro idioma: ojo perverso= envidia, tacañería; ojo simple= generosidad, esplendidez. Sobre esta posición se interpreta el resto. En Mt el texto está dentro de la interpretación de “los que eligen ser pobres” (Mt 5,3). En Lc como enseñanza sobre el desapego al dinero antes de hablar de aquellos, los fariseos, que tiene mucho apego a él. En cualquier caso se trata de actitudes económicas que engendran luz o que engendran tiniebla.

  • La lámpara de la persona es la esplendidez: La persona está iluminada por dentro en la medida de su esplendidez. Es una realidad: las personas espléndidas (y no solo en cuestiones de dinero, sino de respeto, de cariño, de buena relación) son personas luminosas. La esplendidez es la luz que ilumina el caminar humano, más que la luz de las lámparas.
  • Cuando eres generoso, toda tu persona está luminosa: Ser generoso o tacaño son actitudes que marcan a la persona entera, la configuran, la troquelan. Significan la apertura o cerrazón al amor de los demás.
  • Si eres tacaño, tu persona está oscura: Sobre todo porque te imposibilitas para el amor. No se trata solamente de una tacañería, material, sino vital, existencial. La tacañería de quien no ha dado con el secreto de la vida, con la senda del amor.
  • Cuidado con que la luz que tienes no sea oscuridad: La paradoja es clara: puedes tener cosas o actitudes que crees luminosas, pero son oscuras porque tienen como base el individualismo, la indiferencia, la exclusión.
  • Seguirás luminoso todo entero: Seguir está indicando que la iluminación de la vida por la esplendidez es algo que se construye, que va creciendo, en el mejor de los casos, que se tiene entre ceja cada día. No es tanto una manera de ser cuanto un camino a recorrer.
  • Como cuando la lámpara te ilumina con su brillo: El brillo de la lámpara pasa a la persona. Se convierte ésta en una persona “brillante”, capaz de iluminar otras sendas que no son la suya. La esplendidez que se multiplica.

 

 

 

3. Espiritualidad de la luz

 

* Dios de Dios, luz de luz: Así lo decimos en el Credo. Posiblemente no pase de ser un aserto más, un tanto “infumable”. De hecho, la realidad de Dios no ha sido muy generadora de luz en la vida cristiana sino más bien lo contrario: temores, estremecimientos, alejamientos para tenerlo a raya. “El Dios feroz del Sinaí”, que decía Krahe. ¿Cómo meter en el imaginario religioso a un Dios de suave luz, de luz amigable, de luz abrazante y no de luz cegadora? Luz en el sendero de quien anda en el mismo camino. Luz acogedora porque acoge nuestras sombras. “Tu sombra arrastrará mi sombra hacia la luz” (canta Lucy Bell). Un Dios que arrastra suavemente nuestras sombras hacia su acogedora luz.

* “Yo soy la luz; el que me sigue no andará en tinieblas”: Así se define Jesús en Jn 8,12. Un seguimiento a Jesús para no andar en tinieblas, no tanto para ser de una religión o de una moral, sino para ir saliendo de la propia tiniebla e ir construyendo un estilo luminoso de vida. Seguir la luz de Jesús es andar su camino de luz, irse situando en sus valores elementales, volver a lo más simple del Evangelio, despojar al pensamiento elemental de Jesús de las añadiduras religiosas, tan relativas. Llegar a la evidencia de que, con el correr de los años, las tinieblas tienen cada vez más perdida la batalla, que las sombras tienen menos terreno en el fondo del corazón.

* Una luz entre la niebla: Algo de eso habría de ser la comunidad cristiana en la sociedad de hoy. No tanto una instancia normativa, ni siquiera un referente moral (si es que puede plantear esto sin sonrojarse). Una sencilla luz que ilumina el caminar humano y sus avatares. Una humilde luz en la vorágine de caminos enmarañados que es la vida de las personas. Una titilante luz en las noches más hondas que no se ahorran nunca a los humanos. Nada más y todo eso. Y ello, sin pretensiones, sin superioridades, sin censuras, sin menosprecios. Como quien también está fuertemente necesitado de esa misma luz.

* Espiritualidad que engendra luz: No tanto doctrina que construye argumentos o filosofía que se abre un hueco en el panorama del pensamiento. Oferta sensata y racional de luz en la medida de lo posible. Oferta que se hace no desde la ideología sino, sobre todo, desde una experiencia, humilde pero cierta, de luminosidad. Mística de corazón simple que tiende a colaborar en la luminosidad y el gozo de lo humano para entender los sinuosos caminos del espíritu que anhela iluminación.

* Propuesta de luz: Más que propuesta de doctrina. Oferta de pequeñas posibilidades de vida más que de grandes documentos de alto nivel. Evangelización que pretende aportar un poco de luz en los peculiares caminos humanos, más que siembra de ideología religiosa que tiene como trasfondo ampliar el número de adeptos religiosos. Evangelización para la luz, no para la bruma de una ideología religiosa que pesa, que es tóxica.

 

4. Derivaciones

 

* Palabras luminosas: Porque la palabra puede ser un chorro de luz o, por el contrario, una fuente de tinieblas. Palabras hechas de respeto, de ausencia de juicio, de amabilidad sensata. Palabras lo más ajustadas posible a la verdad, lo más cercanas a lo cierto. Palabras que hablan al corazón, dardos sin veneno que tratan de acompañar y abrir caminos. Palabras que dejan un poso de gozo y la certeza de que se han aproximado los fondos del alma.

        * Gestos luminosos: Porque los gestos hablan el lenguaje del futuro, aunque no cambien el sistema. Los gestos luminosos iluminan pequeños trechos del camino. Gracias a ellos, andar esos caminos es más fácil. Necesitamos más gestos de luz que ideas luminosas, ya que los gestos son las ideas con carne, la certeza de que nuestras ideas no son “fantasmales”, sin carne.

        * Caminos luminosos: Estilos de vida que se vea por dónde van, maneras de comportarse que no se muevan en el barro de lo que oculta y, al final, no se sabe por dónde se anda. Claridad de comportamientos, aunque desvelen la limitación en la que uno se mueve, aunque no contengan la coherencia que uno desearía. Caminos luminosos que alejen el control, la censura, el abuso.

        * Relaciones luminosas: Más allá del daño que nos hacemos los humanos cuando nos relacionamos. Relaciones que alejen la imposición, el dominio, la explotación. Relaciones igualitarias, colaboradoras, fraternas. Relaciones que entienden que estamos hechos para vivir el uno con y para el otro, como decía Baumann.

        * Belleza luminosa: Y sencilla a la vez. Porque la luminosidad no viene de lo grande, sino de lo sencillo. Belleza que proviene de la madre tierra, de la creación paciente, de las criaturas con frecuencia menospreciadas. Belleza de las creaciones humanas que quieren aportar algún destello al caminar humano. Belleza que se esconde en los lugares oscuros pero que aparece a nada que los lea uno con humanidad y respeto.

 

 

 

Conclusión

 

        El tiempo de Pascua podría ser entendido y vivido como un tiempo bueno para crecer en luminosidad, para celebrar y contagiarse del Jesús luminoso de la Pascua. Tiempo bueno para plantearse el alejamiento de lo oscuro, de los oscuros, de aquellas instancias que ennegrecen el camino humano. Tiempo de luz, tiempo de Pascua. Y siempre con esa contención que sabe que la luz de la vida y de la fe se vierte en el molde vidas sencillas, frecuentemente tentadas de oscuridad. Volvemos a hacer nuestro en la Pascua el grito de la antífona de Taizé: “En nuestra oscuridad enciende la llama de tu amor, Señor, de tu amor, Señor”. Que esa luz dentro de la persona sea el verdadero cirio pascual este año.

 

Itinerario pascual:

 

Primera semana: Palabras luminosas: Trata esta semana de controlar tus palabras, de darles más carga de humanidad, de intentar que sean palabras que animen y sostengan, que aporten vida a los caminos diarios, que generen bienestar  en derredor.

Segunda semana: Gestos luminosos: Proponerse algún gesto luminoso cada día. Basta una sencilla cosa. No darle publicidad. Que su posible luz brille por ella sola. Sin alharacas. Que sean gestos luminosos para uno mismo y para los demás.

Tercera Semana: Caminos luminosos: Únete a algún grupo que tenga algo de “luz social”, que plantee alguna posibilidad de iluminar caminos sociales que son algo oscuros. Grupos de solidaridad, de cercanía a los más débiles, a los más “oscuros”. Reza por ellos, hazte cercano, mira si puedes colaborar en algo.

Cuarta Semana: Relaciones luminosas: Trata de vivir tus relaciones familiares o comunitarias con la mayor luz posible, con el mejor humor que puedas, con la mayor carga de amor de que dispongas. Agradece al final del día tener personas con las que hablar, con las que relacionarte, a quienes amar.

Quinta semana: Belleza luminosa: Disfruta en esta Pascua de la belleza sencilla. Camina, contempla la creación, escucha algo de música, toca la tierra, ora con gusto, lee algo que te nutra. Comparte la belleza sencilla con otros, con tu grupo, con tus amistades, con tu comunidad.

Sexta Semana: Gózate con la luz que es Jesús: Termina la Pascua dando gracias a Jesús por ser luz para nuestro sendero, por el brillo de su corazón, por el amor que sigue manando de él. Anhela vivir cada vez más a la par de esa luz de vida. Cántale como luz en medio de la niebla. Disfruta de su luz.

 

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