Una valoración de FRATELLI TUTTI
EL SUEÑO DE LA FRATERNIDAD UNIVERSAL Y LA AMISTAD SOCIAL
Una valoración de la encíclica “Fratelli tutti”
El domingo 4 de octubre de 2020, festividad de san Francisco de Asís, el Papa Francisco nos ofreció su tercera encíclica titulada con la expresión franciscana Fratelli tutti que lleva como subtítulo: “Sobre la fraternidad y la amistad social”. Una encíclica es una catequesis eclesial de gran nivel y, más allá de su aspecto magisterial, constituye un espacio de reflexión seria sobre un aspecto de la vida cristiana que el Papa juzga necesario poner de relieve. No se trata aquí, por tanto, de resumir el contenido de la encíclica sino de subrayar lo que nos parece más relevante y de reflexionar sobre la estructura interna del texto, aun a riesgo de que muchas cosas queden en la penumbra.
La prueba de que FT ha suscitado un gran interés es la multiplicidad de reacciones que, desde todo punto de vista, han ido desgranando los periodistas de los diversos medios. Ciertamente ha tocado algo sensible porque el tipo de valoraciones, ha estado en muchos casos, rozando lo visceral[1]. Algunos lo han dicho claramente con los viejos planteamientos: “Es mejor que el Papa hable de Dios y deje la economía a un lado”[2]. La polarización de los políticos ante un texto pontificio creemos que es también novedoso: en contra personas como J. C. Girauta, C. Vidal, etc.; a favor, P. Sánchez, A. Garzón y el mismo P. Echenique. La misma Masonería ha celebrado que el Papa abrazara el principio de la fraternidad universal, muy querido para ellos[3].
Más allá de este maremágnum, es importante caer en la cuenta de que, al poner su pensamiento social en el rango de una encíclica, el Papa viene a decir que no se puede rechazar este pensamiento desde diversos sectores eclesiales porque se inscribe en el magisterio de la Iglesia. Entra a hacer parte de la doctrina social.
Además, hay que percibir que esta encíclica conecta con una las dos grandes preocupaciones del Papa: la dimensión social del cristianismo y la reforma de la Iglesia. En ambas los obstáculos, dentro y fuera de la Iglesia, son innumerables[4]. La tenacidad de su propuesta adquiere una indudable pasión profética[5].
Otra característica de los documentos de Francisco y de este en particular es que quieren ser propuestas de dialogo con cualquier persona de buena voluntad que esté interesada por los derroteros de esta humanidad nuestra. Hay quien entiende con mucha dificultad un magisterio que dialogue; piensan, más bien, que habría de imponerse por su mera autoridad. Pero, como luego diremos, la fe del Papa en el diálogo parece granítica, como se ve desde el comienzo en el n.6. Un diálogo “con toda persona de buena voluntad” es un diálogo expuesto a incomprensiones, ridiculizaciones y también aprecio, acogida y uso de plataforma de debate. Parece que el documento no teme lo primero y persigue lo segundo. El que tanto Laudato Si’ como Fratelli tutti toquen temas no religiosos hace a estos documentos más “desprotegidos”, pero más útiles para el diálogo social.
También hay que considerar que, como dice el n.7, el Papa ya había comenzado a redactar este texto, pero el Covid-19 trastocó todo y obligó a ahondar en el sentido de nuestro momento histórico porque «nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos» (32). Los momentos de dificultad histórica son propicios para la reflexión y la profecía.
- 1. A primera vista
El documento es largo y, creemos que, a veces, reiterativo. Hubiera sido, quizá, más eficaz ser más corto e, incluso, más incisivo[6]. Hay que evitar que un documento así termine reposando en los anaqueles de las bibliotecas eclesiásticas o en las hemerotecas. No es fácil animar a su lectura a creyentes sencillos y a increyentes apresurados con los que se quiere entrar en diálogo.
Todos los comentaristas coinciden en señalar que el texto es un resumen de los siete años de pontificado del Papa Francisco sobre todo en su doctrina más social. Efectivamente, las numerosas autocitas de sus propios documentos lo demuestran[7]. Es una síntesis de sus siete años de pontificado en los textos que él juzga más elocuentes. Pero hay que decir también que es preciso estar atentos para percatarse de las “ampliaciones” que el Papa hace a su propio pensamiento. No es un mero repetir lo dicho, sino un recrear desde lo dicho.
Podría decirse que, de alguna manera, el documento tiene un componente biográfico: el Papa escribe desde él, desde su propia experiencia, personalizando sus afirmaciones, aduciendo vivencias propias. Es algo poco común en esta clase de documentos oficiales, pero eso da al texto un calor de humanidad y de cercanía que invita a su lectura. No creemos que esa manera de escribir, que a algunos parecerá un tanto desenfadada, reste valor a su contenido ideológico.
Por eso, no tiene dificultad en emplear un lenguaje directo, incisivo, profético, hecho, a veces, de preguntas y de exclamaciones[8]. Quiere ser un texto interpelante, no una disertación que deje frío al lector. Creemos que este documento está lejos de la que algunos llamaron “soberbia magisterial”, esa manera heredada de una Iglesia docente a la que nadie tiene que rechistar y cuyos mensajes todos deben acatar. El texto de FT está muy lejos de todo eso. Quizá se perciban algunos ribetes derivados de una cierta conciencia de liderazgo religioso. Pero, en su conjunto, el documento adquiere el aire de una amigable conversación que pretende entender los caminos de la humanidad de hoy en diálogo con cualquier persona, creyente o no.
No cabe duda, ya desde el subtítulo, que estamos ante el documento más “político” del Papa[9]. Es una constante en sus textos y actuaciones pretender situar su pensamiento en el foro de lo público, convencido de que la fe cristiana puede ser una aportación valiosa al concierto social. En otras ocasiones ha manifestado su fe en el valor noble de la política cuando está al servicio de la ciudadanía. En esta encíclica esa confianza, más allá de toda crítica, está en primer plano.
Siempre es orientativo el número y calidad de los autores citados en el texto, además de sus propios documentos y los relativos al magisterio eclesiástico. A los autores propios de un lector eclesiástico se suman otros de corte más filosófico[10]. Lugar aparte ocupa el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed El-Tayeb, máxima autoridad suní en el mundo musulmán. Esta relación del Papa con el Gran Imán cuajó en el “Documento sobre la fraternidad humana para la paz mundial y la convivencia común” firmado en bu Dabi el 4 de febrero de 2019[11].
Un conflicto menor, y quizá para algunos superficial, ha sido la polémica en torno al título del documento, pues, aun siendo una cita textual de los escritos franciscanos[12], a ciertos colectivos de mujeres católicas les ha parecido discriminatorio para estos tiempos de igualdad. Así se lo quiso hacer ver la Catholic Women’s Council en una carta abierta[13]. El Papa mantuvo el título, lo que no le impidió escribir números contundentes a favor de la mujer como el n.32[14].
Los analistas parecen coincidir en que el texto no presenta doctrinas nuevas respecto al magisterio de Francisco. Pero la oportunidad, el rigor y el ánimo con los que una persona tan adulta plantea los problemas actuales indican que estamos ante un documento escrito por un autor vigoroso y no exento de liderazgo ideológico y espiritual.
Una lectura superficial y sesgada del documento podría llevar a la conclusión de que el Papa quiere hacer de analista sociológico, que no es un documento propio de una persona creyente. Pero no hay tal: el Papa escribe «desde sus convicciones cristianas» (6). Más aún, quizá en su argumentación podría haber sido un tanto más parco en expresiones religiosas precisamente para suscitar el diálogo en una sociedad secular donde los argumentos religiosos han perdido mucho de su vigencia.
- 2. Contenidos principales
No resulta fácil sintetizar un documento tan complejo. Intentémoslo poniendo de relieve primeramente algunos de sus principales contenidos.
1) Principio fontal: la inalienable dignidad humana
Todo el documento está transido por el pensamiento de la dignidad humana leído desde todas las perspectivas[15]. La dignidad es intrínseca al ser humano (118.124) y fundamenta la igualdad de derechos (22.107.127) y la fraternidad (5) cosa que cuestiona más la situación de los inmigrantes (39.133) y muchas mujeres que no gozan de tal consideración (23). Esto le hace ser al Papa taxativo: «Que todo ser humano posee una dignidad inalienable es una verdad que responde a la naturaleza humana más allá de cualquier cambio cultural» (213). La cultura del descarte puede ser abandonada desde la promoción de la dignidad (188). Sobre el pilar de la dignidad habrá que ir construyendo las alternativas sociales que necesitamos (168). Hasta el amor está hecho de compasión y dignidad (62). Esta dignidad debe ocupar el centro de la catequesis y de la pastoral (86). Creerse con más dignidad que los demás es un desatino (74). La dignidad es trascendente porque el Papa piensa, como creyente que es, que tal dignidad procede de Dios (2739. Podemos decir que el cimiento de todo el edificio reflexivo que propone el texto es el de la dignidad humana traducida a actitudes y comportamientos concretos, políticos, cotidianos incluso (68).
2) Certeza firme: los humanos somos familia
El segundo elemento constitutivo del armazón ideológico de FT es la certeza firme de que la humanidad es una familia. Esta certeza, para muchos obvia, tiene unas consecuencias impredecibles en todos los terrenos tanto en el personal y relacional como en el político y económico[16]. Efectivamente, para el Papa la humanidad es «la gran familia, donde todos podamos sentirnos en casa» (62.149.205). El reconocimiento de esta gran familia es la que llevará al logro de la paz «desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana» (127). Esto se dará si se llega a pensar como familia humana, no solamente como país (141): una familia de naciones (151.173). Esta familia de universal incluye la diversidad de sus miembros (100) y, por supuesto, a los empobrecidos como miembros de privilegio (233).
3) La construcción de una nueva arquitectura social
Retomando una expresión de Benedicto XVI, el Papa postula lo construcción de una nueva arquitectura económica y financiera internacional (173)[17]. El Papa Francisco ampliará esta idea hablando de «una “arquitectura” de la paz, donde intervienen las diversas instituciones de la sociedad, cada una desde su competencia, pero hay también una “artesanía” de la paz que nos involucra a todos» (217). Este binomio incluye, a nuestro juicio, una serie de elementos que afectan a la cultura, a la idea de sociedad y a la economía
a) Cultura del encuentro
Convencido a la altura de su existencia de que la vida es un tiempo de encuentro (66.215) y de que uno se realiza transcendiéndose en el encuentro con los otros (87.111) acuña el documento la expresión “cultura del encuentro” que se opone a la “cultura del enfrentamiento”, único camino para devolver la esperanza a la sociedad (32) superando el miedo que bloquea tal encuentro (41) y abriéndose a la escucha (48)[18]. Porque la cultura del encuentro «exige colocar en el centro de toda acción política, social y económica, a la persona humana, su altísima dignidad, y el respeto por el bien común» (232), el Papa está convencido de que «un camino de fraternidad, local y universal, sólo puede ser recorrido por espíritus libres y dispuestos a encuentros reales» (59). La misma política, dirá luego, es cuestión de encuentros (165.190). Por todo esto llega a decir que «hablar de “cultura del encuentro” significa que como pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos» con sus diferencias (216-217). De ahí que el documento se anime a proponer «un encuentro social real pone en verdadero diálogo las grandes formas culturales que representan a la mayoría de la población» (219).
Como herramientas necesarias para el logro de esta cultura del encuentro, propone el Papa, en primer lugar, los trabajos por un gran pacto social que ponga «en verdadero diálogo las grandes formas culturales que representan a la mayoría de la población» (219). Ese pacto social ha de incluir, a su vez, un pacto cultural «que respete y asuma las diversas cosmovisiones, culturas o estilos de vida que coexisten en la sociedad» (219). En segundo lugar se necesita emplear exhaustivamente la herramienta del diálogo, paciente y confiado (134). Se necesita una educación para el diálogo (103) para que pueda ser una realidad el diálogo con los diferentes (148). La certeza del valor imprescindible del diálogo se asienta en la certeza de que «un verdadero espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda asumirlo como una convicción propia» (203). Por eso el diálogo es imprescindible en la tarea política (196). El documento dedica casi un capítulo, el sexto, al diálogo que construye el amor social porque «el auténtico diálogo social supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro aceptando la posibilidad de que encierre algunas convicciones o intereses legítimos» (203.219.262).
Otro elemento necesario para una saludable arquitectura social de encuentro es el de generar procesos de inclusión que tengan a raya la amenaza de la cultura del descarte (188). El Papa tiene una perspectiva clara: «La inclusión o la exclusión de la persona que sufre al costado del camino define todos los proyectos económicos, políticos, sociales y religiosos» (69). De ahí que el documento recuerda a la cultura moderna, tan orgullosa de sus logros, que «al crecimiento de las innovaciones científicas y tecnológicas tendría que corresponder también una equidad y una inclusión social cada vez mayores» (31).
Más que en el apartado de la política, quizá haya que situar aquí un tema al que el documento dedica varios números: la memoria que aleja a la venganza[19]. El olvido es inaceptable por lo que se precisa mantener viva la memoria (246). Nunca se avanza sin memoria (249). Pero ni la venganza ni la impunidad resuelven nada (251-252). El perdón resulta así elemento insustituible de la arquitectura de la paz para no caer en una paz aparente (236). Para el Papa la clave es tener controlada la sed de venganza (241-242.251) a la que opondría el arma de la bondad (243) manteniendo la fe de que en los procesos sociales la unidad es superior al conflicto (245).
b) Alejamiento del neoliberalismo y del globalismo[20]
Aunque la encíclica apunta más al componente político del hecho social y a la aportación de una espiritualidad creyente a tal ámbito, el texto dedica un amplio margen a las cuestiones económicas. Algo que ha dolido mucho a personas críticas con el Papa, incluso creyentes, es que se desprende del texto un evidente alejamiento del neoliberalismo económico. Esto es algo que le cuesta a tradición católica porque ha estado y sigue estando muy adherido a él. Cuestiona la teoría del “derrame” porque, asegura, que «el mercado solo no resuelve todo» (168)[21]. Esto va unido a creencia de que el consumidor es “rey” en virtud de su libertad de consumir. En realidad el consumo exagerado es el que genera inequidad (125). Junto a esta crítica al mercado, que, como decimos, ha dolido mucho[22], el documento cita como impedimento a la fraternidad económica el de la especulación financiera que postula la ganancia a cualquier precio, gracias a la cual «los pobres siempre pierden» (52) porque tiene como fin la ganancia fácil y por ello sigue causando estragos (168)[23], entre ellos el de bloquear la posibilidad de acabar con el hambre (189). Tener connivencia con esta ideología aleja al creyente del corazón de los frágiles y, por ello, del Evangelio.
Desde esta perspectiva se entiende que el trabajo es el “gran tema” (162) de manera que el lema «tierra, techo y trabajo para todos» (127) no es un lema “revolucionario” de otra época, sino un anhelo vivo en la historia de muchos descartados porque la falta de trabajo y la injusta remuneración es la peor pobreza (162). Por eso, el Papa amplía el campo de consecuencias del trabajo más allá de la mera remuneración económica: «En una sociedad realmente desarrollada el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo» (162).
Pero tal vez lo que más perplejos ha dejado a propios y extraños es el tema de la función social de la propiedad privada. En LS’ 93 había explicado palmariamente el principio de subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes donde afirmó categóricamente que «la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada»[24]. Ahora el Papa Francisco concluye con claridad: «El derecho a la propiedad privada sólo puede ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados, y esto tiene consecuencias muy concretas que deben reflejarse en el funcionamiento de la sociedad». Pero él mismo no puede menos de reconocer: «Sucede con frecuencia que los derechos secundarios se sobreponen a los prioritarios y originarios, dejándolos sin relevancia práctica». Lo que quiere decir que esto no ha entrado aún en nuestra mentalidad capitalista[25]. Esto habría de animar a acercar la empresa a una economía popular evitando el cortoplacismo (169)[26]
c) Contra la política mezquina
Desde el comienzo se ha calificado a este documento como el más político del Papa Francisco. Hay a quienes les ha parecido excesivamente político[27]. Pero la del Papa es «una reivindicación de la política como expresión de amor y de servicio que debe introducir controles democráticos en el mercado y priorizar las necesidades de los más pobres»[28].
El documento reivindica el amor social y político. Para el Papa el amor social es una «fuerza capaz de suscitar vías nuevas para afrontar los problemas del mundo de hoy y para renovar profundamente desde su interior las estructuras, organizaciones sociales y ordenamientos jurídicos» (183). Por su parte, el amor político es «el esfuerzo dirigido a organizar y estructurar la sociedad de modo que el prójimo no tenga que padecer la miseria» (186). Esta manera de pensar se asienta en el concepto de “caridad política” que es «ejercicio supremo de la caridad que genera procesos sociales de justicia y fraternidad para todos» (180). El documento valora esta forma de caridad que quizá sea algo más de lo que algunos denominan “amistad cívica”[29]. Efectivamente, para la FT «La caridad social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en la dimensión social que las une» (182). Todo este pensamiento constituye un redimensionamiento y actualización del término “caridad”, tan denostado.
Dada la situación de la política a nivel mundial quizá haya que situar en este apartado un punto innecesario para quien no percibe ese tiburón que nos habita y que los mecanismos de respeto y buen trato quieren controlar[30]. Para FT, el tema de la amabilidad no es un detalle menor. Por el contrario, «la amabilidad es una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que los otros también tienen derecho a ser felices» (224). La amabilidad no es, pues, solamente una cuestión de formas, sino el reflejo de una actitud interior constructiva y valorativa del otro.
- 3. Contenidos colaterales
Quizá en estos temas no haya que buscar tanto la originalidad doctrinal «sino la forma adecuada de plantearlos de modo que sean operativos en las circunstancias históricas actuales»[31].
1) No a la guerra, incluida la “injusta”
El Papa es contundente a la hora de condenar la guerra (258) porque «toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal» (261). El Papa lidia como puede con el concepto de guerra “en legítima defensa” que el Catecismo de la Iglesia Católica aún sostiene diciendo que «fácilmente se cae en una interpretación demasiado amplia de este posible derecho» (258). No deja de ser paradójico que un líder espiritual se sitúe en un plano más profético que la legislación de su propia Iglesia.
2) No decidido a la pena de muerte
En este asunto no hay fisuras. La postura del Papa, en base a la dignidad humana, es definitiva: «la pena de muerte es inadmisible y la Iglesia se compromete con determinación para proponer que sea abolida en todo el mundo» (263). Los argumentos del NT que aduce son poco relevantes y los relativos a la historia de la Iglesia pueden volverse contra quien los maneja ya que la historia de la fe está llena de ejemplos en las dirección contraria[32]. Este rechazo a la pena de muerte se extiende, así mismo, a la cadena perpetua que es considerada por el Papa como “una pena de muerte oculta” (268)[33].
3) La reformulación de la ONU
De este tema ya se venía hablando desde Benedicto XVI[34] vista la poca eficacia de la institución cuando se trata, sobre todo, de conflictos armados. Basado en la mejor eficacia de los pactos internacionales que los meramente bilaterales, el Papa nos deslegitima la actual ONU, pero propone «una reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones» (173). Dicho así quizá parezca un brindis al sol. Pero mientras persista la actual estructura con países con derecho a veto en los conflictos más agudos, ese foro mundial estará muy dimidiado. Sin embargo, la necesidad de un organismo internacional en esa dirección es imprescindible para caminar en la dirección de la familia humana[35].
4) La aportación de las religiones
A este tema se le dedica un capítulo entero, el octavo y último del documento. Creemos que no es muy relevante porque sostiene el a priori de que todas las religiones encierran en su fondo un anhelo de justicia y de paz. Todos sabemos que el problema no está en el a priori sino en el a posteriori. Citando en FT 282 íntegramente el Documento de Abu Dabi, el Papa sostiene que «las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre. Estas desgracias son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas, del uso político de las religiones y también de las interpretaciones de grupos religiosos que han abusado —en algunas fases de la historia— de la influencia del sentimiento religioso en los corazones de los hombres»[36].
- 4. Conclusión
Tras este recorrido valorativo quedan en el fondo del ánimo de quien lee una serie de certezas generales que enumeramos:
- Documento creyente: creyente y religioso. El Papa no aparca sus creencias para hacer esta oferta de diálogo, sino que lo hace en todo momento desde su fe en Dios y en el Jesús del Evangelio: « manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo» (277). Poner esto en duda es pretender que fe y vida no se mezclen en los procesos históricos; es pretender una fe desencarnada.
- Documento dialogante: la fe en el diálogo que tiene este documento, como hemos dicho, es total: «Podemos buscar juntos la verdad en el diálogo» (50). Y por eso, todo el texto es una mano tendida para ese diálogo donde la imposición, incluso cuando se habla del tema de la verdad, queda alejada de cualquier postura inflexible (184-185).
- Documento utópico: el tema de los sueños es muy querido al Papa Francisco como quedó palmariamente demostrado en Querida Amazonía[37]. En cierto que habrá quien tilde este documento de algo sin base real como quien ensueña más que como quien sueña[38]. Pero creemos que su análisis, en general, quiere tener los pies en tierra y que su mirada a la realidad no es la de quien se sitúa por encima en las nubes sino como «caminantes en la misma carne humana» (8).
- Documento profético: algo que quizá se percibe precisamente porque no intenta serlo. Para el Papa «la profecía toma carne en Jesucristo» (270) y desde esa profecía las palabras del documento abren, sin duda, horizontes de pensamiento y caminos concretos para la acción. No solamente se denuncia sino que se lee la realidad con esperanza. Esa es la más importante de las tarea de la profecía.
- Documento con limitaciones: nada es perfecto y tampoco hay que leer este documento como si nada fuera cuestionable. Si es un documento para el diálogo, resulta normal que haya discrepancia sobre algunos puntos. Quizá sea texto excesivamente largo y algo reiterativo; tal vez demasiado religioso para ser plataforma de diálogo con el mundo secular y con conceptos tradicionales que quizá haya que actualizar[39]. Pero estas limitaciones no afectan a la espiritualidad troncal de la encíclica.
- Documento para agradecer y para no olvidar, para ser trabajado: porque ese es el gran peligro de estos textos valiosos: que el olvido se los coma o, simplemente, que sean objeto de estudio pero no de trabajo para las comunidades cristianas y para cualquier otro grupo. Por eso mismo dice la encíclica que «es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos» (86).
Se puede, pues, concluir que Fratelli tutti es, sin duda, una gran colaboración al sueño hermoso de la fraternidad universal y de la amistad social.
Fidel Aizpurúa Donazar
Logroño
[1] Ver el despectivo artículo de J. M. DE PRADA, “Fratelli tutti” en ABC del 12-10-2020 o el de J. F. SERRANO OCEIA, “El Papa, Pedro Sánchez y su tropa”, también en ABC del 11-10-2020 apoyándose en el texto pontifico para atacara a los socialistas.
[2] Así lo afirma J. R. Bauzá, diputado de Ciudadanos y expresidente de Baleares, que califica a la encíclica como “falta de respeto a millones de católicos”: en: J. PLAYÀ MASET, “La encíclica que apunta a la tercera vía”, en La Vanguardia del 12-10-20.
[3] El mediático cardenal C. M. Vigano ha llegado a afirmar que “daría la impresión de que ha sido escrita por un masón”.
[4] Piénsese en el tema social las difíciles relaciones con Iglesias que parecían “fieles”, como España por ejemplo, y en la reforma de la Iglesia el incesante tema de la corrupción de los grandes eclesiásticos (ver: D. VERDÚ, “La trama que hace temblar al Vaticano”, en El País, 15-10-2020, p.2).
[5] Parece que el Papa no estuvo muy preocupado por la ecología en años anteriores a su pontificado, pero en los temas sociales siempre ha sido inquieto.
[6] Lumen fidei tiene 60 números; Laudato Si’ tiene 246 y Fratelli tutti 286.
[7] El papa se cita unas 130 veces.
[8] 41 veces hace preguntas y 14 veces utiliza exclamaciones, una idea de la vivacidad con que se ha redactado el texto.
[9] Llama la atención la extensión dedicada al tema de la política (176-192).
[10] G. Marcel, K. Rahner, P. Ricoeur, G. Simmel, J. Hoyos-Vásquez, A. Spadaro, R. Voillaume, V. De Moraes, etc. Un rasgo, creemos que deliberado, del documento es el número abundante de citas de conferencias episcopales, pensamos que como elemento de sinodalidad magisterial: 11 veces se citan a tales conferencias episcopales.
[11] Ahmed El-Tayeb es una figura controvertida porque, si bien ha desempeñado un papel importante contra los secuestros de Boko Haram y de la abolición de la esclavitud, ha tenido intervenciones discutidas como la afirmación de que las mujeres pueden ser golpeadas “sin romperles los huesos” y su interpretación restrictiva de la poligamia
[12] Adm 6,1.
[13] Cf https://www.catholicwomenscouncil.org/es/una-carta-abierta-al-papa-francisco-escrita-y-distribuida-por-el-catholic-womens-council/.
[14] S. Agrelo dice que no se menciona al escalafón más débil de las mujeres, las migrantes (Vida Nueva, n.3.195, p.25). Interprétese como se quiera pero antes de firmar la encíclica en Asís el Papa quiso comer con las clarisas de Spello.
[15] 65 veces aparece el término a todo lo largo del documento.
[16] Del vocablo “familia” que aparece en el texto 35 veces, 9 de ellas se refieren a la humanidad como familia.
[17] Caritas in veritate 67.
[18] Según FT 48, Francisco de Asís fue un ejemplo de escucha.
[19] 14 veces emplea el documento el término “venganza”, lo que da idea de su importancia.
[20] El Papa define el globalismo como «mercados, donde las personas cumplen roles de consumidores o de espectadores» (12).
[21] Esta teoría del “derrame” (teoría que postula que las regulaciones salariales a los empleados son innecesarias para garantizar su bienestar y que resultan obstaculizantes para la productividad, alegando que un mercado con regulaciones mínimas o inexistentes al sector laboral incentivarán la inversión, que generará más riqueza y en consecuencia, los salarios aumentarán naturalmente) ya había sido cuestionada en EG 54: «Las teorías del “derrame”, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo».
[22] Ver la increíble opinión de D. BARCELÓ; “Fratelli tutti: buenas intenciones, teorías erradas” cuando asevera que «en una economía comunista, el consumidor es rehén. Pero en una economía de libre mercado, es el rey”: https://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20201009/fratelli-tutti-buenas-intenciones-teorias-erradas/526817319_12.html.
[23] Ahí están los llamados “tiburones financieros”: el tiburón financiero no está interesado en la empresa ni en su actividad económica, lo que busca es la oportunidad de especular con su precio y obtener ganancias a corto plazo.
[24] Se remitía para fundamentar este principio a varios documentos de Juan Pablo II.
[25] El citado artículo de D. Barceló llega en su desacuerdo a decir que afirmar el principio de secundariedad de la propiedad privada «puede considerarse contraria a los mandamientos de “no robarás” y de “no codiciarás los bienes ajenos”».
[26] Cf S. MORA, “Recrear la empresa hacia una economía popular”, en Vida Nueva, nº 3195, p.18.
[27] «Encíclica que asumiría un comunista» (L. Bernaldo de Quirós).
[28] R. AGUIRRE, “El Papa, contra la política mezquina”, en La Rioja, 12-10-20, p.17.
[29] A. CORTINA, “Amistad cívica” en El País del 6 de mayo de 2008 propone la perspectiva de tal amistad próxima a lo que parece querer decir FT: «La amistad cívica sería más bien la de los ciudadanos de un Estado que, por pertenecer a él, saben que han de perseguir metas comunes y por eso existe ya un vínculo que les une y les lleva a intentar alcanzar esos objetivos, siempre que se respeten las diferencias legítimas y no haya agravios comparativos».
[30] «En lo más profundo de nuestros corazones deambula un tiburón al que el esfuerzo ímprobo de millones de personas a lo largo de siglos ha conseguido ir encerrando en una jaula de derechos democráticos»: R. MONTERO, “El tiburón interior”, en El País Semanal, 27-9-2017.
[31] R. AGUIRRE, art.cit., p.17.
[32] Piénsese, por ejemplo, en la persona de san Cirilo de Alejandría. ¿Cómo se puede mantener una figura tan violenta en el santoral de la Iglesia?
[33] Los partidos políticos susodichamente cristianos que la postulan habrían de revisar tal postura. Lo mismo habría que decir de la pena de prisión permanente revisable.
[34] En Caritas in veritate 67.
[35] Otras voces se han alzado también en esa dirección: «La reforma de la ONU debe comenzar en la cima, con el Consejo de Seguridad, cuyos cinco miembros permanentes —China, Francia, Rusia, el Reino Unido y EE.UU.— continúan ejerciendo un poder de veto que corresponde al pasado. Ampliar la membresía permanente del Consejo para incluir a otros países —de Asia, Latinoamérica y Medio Oriente— permitiría un equilibrio más justo en las decisiones mundiales»: H. BIN ABDULAZIZ AL-KAWARI en: http://ambitointernacional.com/onu-y-la-necesidad-urgente-de-una-reforma/.
[36] En la rueda de prensa de Abu Dabi del 4 de febrero de 2019 decía el Papa Francisco: Dice el papa: «Me acusan de dejarme instrumentalizar [por los musulmanes y] por todos, también por los periodistas. Es parte del trabajo, pero sí quiero decir una cosa y esto lo afirmo claramente. Desde el punto de vista católico el documento no se ha alejado ni un milímetro del Vaticano II». Esas “acusaciones” vienen del lado católico.
[37] Documento que se articula en torno a cuatro grandes sueños (QA 7).
[38] J. M. de Prada en el art. cit. lo tilda despectivamente de “cháchara sociológica…de un utopismo ruborizante”.
[39] Como el tema de los valores universales (146.208-209) permanentes y transcendentes que parecen ser precisamente los que defiende la Iglesia católica (211).
3 comentarios
Teresa -
Lúcida la valoración de la ONU: es urgente su reforma pero no deja de ser necesaria.
Es verdad: lo más deseable para un documento que supone una gran colaboración al sueño hermoso de la fraternidad universal y la amistad social es que sea objeto de trabajo para las comunidades cristianas y cualquier otro grupo, e inspiración para la catequesis y la predicación.
Gracias por esta valoración de la encíclica, por todo lo que sugiere, inspira y aporta.
Teresa -
Parece difícil que alguien crea que el consumidor es rey en virtud de su libertad de consumir, cuando es evidente que consumir de forma exagerada es una pérfida esclavitud que anula toda libertad.
No es extraño que muchos católicos se sientan dolidos ante un análisis económico por parte del Papa si separan y distinguen entre lo religioso y lo social. Es la diferencia entre creer en el Jesús de los evangelios o el de las devociones piadosas.
Hace muchos años, siendo una joven monja, el obispo de la diócesis nos dijo un día: Hermanas, ustedes son capitalistas. Yo sabía entonces muy poco del capitalismo, pero la palabreja y el tono me hicieron comprender que aquello era algo muy lejos del Evangelio y de una vida consagrada al seguimiento de Jesús. Algo opuesto al ideal de vida que se supone teníamos.
(Continuará...)
Teresa -
Es verdad, los momentos de dificultad histórica son propicios para la reflexión y la profecía. Las crisis siempre sacan lo mejor de nosotros.
Los humanos somos familia: una familia universal que incluye la diversidad de sus miembros y, por supuesto, a los empobrecidos ¿No es este, acaso, el sueño de Dios?
Si algo ha puesto de relieve esta pandemia es que se hace urgente una nueva arquitectura social, económica y financiera
(Continuará )