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FIAIZ

Casi el olvido

CASI EL OLVIDO

En Grecia y recordando a Pablo de Tarso

 

 

ATENAS I

 

Se desborda el sol

en la Atenas herida

y escuece su calor

hasta en el vuelo de las moscas.

 

Las cariátides han huido

sin contener la risa

y bailan inquietas

en la plataforma del metro.

 

Hipatia revive

en los ojos profundos

de una griega hermosa

de años iniciados.

 

La bella Atenea

levanta las manos

en la plaza Syntagma

ante la burla de la policía.

 

Todo el Olimpo

sigue vivo

en las calles de Atenas

hasta en el turbio camino

de los yonkis.

 

ATENAS II

 

Un ejército de rostros,

de gorras,

de cámaras,

de pantalones mínimos

asalta la Acrópolis.

 

Nada puede hacer

contra esa marea

el proverbial valor

de los aqueos.

 

Pasa la riada,

llega el silencio

y Atenea suspira

añorando los viejos tiempos,

bárbaros y recios

pero más vivos.

 

Por eso la Acrópolis

empieza a vivir

cuando la cierran

y se escucha el último cerrojazo

del lento portero.

 

ATENAS III

 

El tráfico tonante,

tormenta de humos y ruido,

apaga el sonido (¿existió?)

de las mandolinas

del Pireo.

 

La voz ronca y rota

del marinero comunista

que vocea sus panfletos

es la melodía que sobrevive

en este caos.

 

Parece que nadie la escucha,

pero es el grito con futuro

de este país “levantado”.

 

CORINTO

 

La misma canícula

que caía, tenaz,

sobre la calva de Pablo

quema, a fuego lento,

las ruinas de Corinto.

 

Debajo de alguna de estas piedras

de esta cuidad fantasma

tienen que esconderse

sus lágrimas y sus risas.

 

Las vendedoras de recuerdos

no se inquietan por ello;

su mirada está fija

en los números de su caja registradora,

casi exangüe.

 

DELFOS

 

Ruinas,

casi nada,

una pizca de nostalgia

en la admiración obligada

del turista.

 

El canto de los pájaros

en los barrancos de Delphi

que el mar escucha quieto

es lo más antiguo

que llega nuevo cada día.

 

Ni la belleza de Antinoo

se le puede comparar.

 

KAVALA

 

El olor a pintura

del patrón que repinta su barco

embriaga tanto

como el salitre

que desparraman

las gaviotas.

 

Acogedora ciudad,

mar amable.

no extraña que el errante Pablo

aceptara la invitación

del macedonio.

 

La falsa belleza

de los hoteles para turistas

no puede eclipsar el deterioro

de la otra Kavala,

la más verdadera,

la más viva.

 

FILIPOS

 

Allí sigue,

impertérrito,

el recodo del río

donde Pablo

bautizó a Lidia.

 

Los palacios imperiales han caído;

las grandes basílicas

exhiben sus muñones a lo alto.

Todo es ruina,

casi olvido.

 

Los visitantes van rápidos,

de ruina en ruina.

 

Pero allí sigue el recodo,

el arroyo humilde,

y la hermosura

de la valiente Lidia.

 

TESALÓNICA I

 

Las catacumbas

de Agios Demetrios

huelen a religión vieja,

en la concha oculta

de caracoles deshabitados.

 

La vida está fuera

en el estridente mitin

de Teodorakis

y sus secuaces,

en la plaza Aristotelous.

 

¿Cómo salir de la humedad,

del rancio olor a viejo,

hasta aposentarse

en la vida vibrante?

 

Es lo que Pablo,

mirando a la calle

con sus ojos de fuego

se habría preguntado.

 

TESALÓNICA II

 

Las raíces de la vieja Salónica

están en las cuestas empinadas

de su Albaicín griego.

 

La guardiana

del pequeño monasterio

de Vladatôn;

la señora que riega sus geranios

sin hacer caso

a tus preguntas de turista;

las refulgentes buganvillas,

los nemorosos huertecillos.

 

Allí están las raíces.

Los cafés,

los center Shopping,

las tiendas rutilantes

la tormenta trepidante de la motos

es follaje,

puro follaje.

 

1-10 de junio de 2011

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