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FIAIZ

Apocalipsis 16

CVA 

Domingo 2 de febrero de 2014

 

BUSCAR LUZ

EN TIEMPOS OSCUROS

 Plan de oración con el Apocalipsis

 

16. Ap 3,1-6

 

Introducción:

 

                Hay gente perfeccionista. Su afán es que todo quede atado y bien atado, que todos los detalles cuadren, que no quede nada dejado al azar. No es mala cosa ser cuidadoso hasta en los detalles. Pero cuando eso se convierte en una “enfermedad” es una pesadumbre. Más que todo, porque el perfeccionista no solamente pretende que todo le salga bien, sino que quiere que quienes lo rodean también sean perfeccionistas. Lo contrario, le saca de quicio. Por eso, quizá sea más interesante ser bondadoso en loo que se hace que ser perfeccionista. Ser bondadoso no está reñido con el cuidado del detalle. Pero no es clavo de eso. Le importa más que las cosas tengan buen corazón, el anhelo de que sirvan realmente a la vida de los demás, que no estén inficionadas por la corrupción y el egoísmo.

                Porque la iglesia de Sardis, cuya carta leemos esta semana, hace obras “perfectas” pero no son acabadas a los ojos de Dios. Algo ha fallado. Y eso es que tales obras no son conforme a “lo que oíste”, que no es otra cosa sino la bondad de las obras del mismo Jesús. Si las obras son impecables, pero no tienen dentro el “alma” de la bondad de Jesús, no son obras de recibo para un creyente. De ahí que la verdadera preocupación de quien entiende la Palabra es que su modo de comportamiento esté habitado por una bondad que haga que sus obras sean gratas y útiles para él y para los demás.

 

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Texto:

 

                3,1Al ángel de la iglesia de Sardis escribe así: Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras; nominalmente vives, pero estás muerto. 2Anda vigilante y consolida los restos que iban a morir, pues no he encontrado obras tuyas acabadas a los ojos de mi Dios. 3Recuerda, por tanto, lo que oíste y aún mantienes, haz caso y enmiéndate, que, si no estás en vela, llegaré como un ladrón sin que te des cuenta de la hora de mi llegada. 4ª pesar de todo, tienes ahí en Sardis unos cuantos que no han manchado su ropa; ésos caminarán conmigo vestidos de blanco, pues se lo merecen.

                5El que salga vencedor se vestirá de blanco y no borraré su nombre del registro de los vivos, pues ante mi padre y sus ángeles reconoceré su nombre.

                6Quien tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

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La luz de la vida:

 

 

                Esta foto salió en todos los telediarios. Unos sindicalistas roban alimentos en un supermercado para luego repartirlo entre familias con mucha necesidad. No es un método “perfecto”, loable y digno de alabanza por parte del sistema. Pero es algo “bueno”, hecho para el bien de quien lo necesita porque el débil social tiene derecho a algo de los que el sistema le ha arrebatado. Más allá de la perfecta acción moral hay que ver la bondad social de lo que se hace.

                Oramos: Que miremos más a la bondad que a la perfección; que no temamos arriesgar por la bondad; que seamos profetas de la bondad.

 

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La  luz que es Jesús:

 

                A Jesús no le gusta que le llamaran bueno (Mc 10,18). Él creía que solamente Dios era bueno. Aunque luego, cuando lo recuerden, lo dibujarán como “uno que pasó haciendo el bien” (Hech 10,34-38). Él no estuvo preocupado por la perfección, sino por la justicia y el bien. Su bondad se constituye en norma de actuación para el cristiano quien, a su vez, como decimos, ha de mirar mucho más la bondad de lo que hace que la finura con que acaba todo.

                Oramos: Gracias, Señor, por tu corazón bondadoso; gracias por tus obras llenas de bondad; gracias por alinearte del lado de las personas frágiles.

 

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La luz que viene de la sociedad:

 

                Dice el texto de esta semana que quienes practican la bondad van “vestidos de blanco”. Es la vestidura de la justicia, ya que bondad y justicia son hermanas. Una bondad que tenga dentro el gusano de la injusticia no puede ser una bondad humanizadora y cristiana. Por eso, si se quiere mirar qué clase de bondad es la que practicamos, habrá que mirar también a qué clase de justicia nos lleva.

                Oramos: Que nuestra bondad vaya emparejada a la justicia; que la justicia sea la medida de nuestra bondad; que la bondad se sitúe siempre del lado de la justicia.

               

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La luz que aporta la comunidad virtual:

 

                No es que las demos de bondadosos y, menos aún de perfectos. Pero lo cierto es que el trabajo orante nos ayuda a ser más sensibles a valores como la bondad. Por eso nos cuesta menos abandonar posiciones de perfeccionismo y nos ilusiona más ser mínimamente bondadosos. Más aún creemos que calores como la bondad y sencillez son el núcleo del corazón humano. A síntesis tan elementales nos va llevando el trabajo orante.

                Oramos: Que la bondad se acerque a nuestros caminos; que nos habite la sencillez; que seamos cada vez más sensibles a quienes les alcanza poco la bondad humana.

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Palabras de luz:

 

                “Yo no creo en el bien, yo creo en la bondad…Es la bondad de un hombre para con otro hombre, una bondad sin testigos, pequeña, sin grandes teorías. La bondad insensata podríamos llamarla. La bondad de los hombres más allá del bien religioso o social” (Vasili Grossman).

 

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Para estos días:

 

                Procura tener presente el anhelo de ser y comportarte como una persona sencillamente buena.

 

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