Blogia
FIAIZ

Retiro de Cuaresma 2021

 

  Cuaresma 2021

 

 

AMAR EL SUEÑO ROTO DE LA VIDA

La Cuaresma, conversión al gusto por la vida

 

            Quizá sea mucho decir que en este último año la vida se nos ha roto. No, la vida sigue terca, tenaz, luchadora a la vez que nuestro planeta continúa dando vueltas. La vida sigue pero reconocemos con facilidad que, además de complicada, se ha vuelto sosa, fría, triste. Las pequeñas alegrías que la sostenían (encuentros, abrazos, fiestas, movilidad, etc.) se han venido abajo en razón del control de la pandemia, sin conseguirlo. A ello se añade la pesadilla de no saber hasta cuándo vamos a tener que estar en semejante situación. De tal manera que se está tambaleando la certeza de que vivir así merezca la pena. Hay quien dice: “volveremos a lo de antes”. Y otros dicen: “volveremos a otra cosa”. Nadie lo sabe. Mientras tanto, el día a día está delante nosotros.

            Ante una situación así hay quien se deja llevar por la desesperanza, ensombrece su alma y vive con disgusto desde que se levanta por la mañana. Pero también hay quien sigue tratando de mirar con agradecimiento lo que hay y vive con un gozo comedido abierto siempre a lo nuevo que, así lo cree, habita en lo frágil. No sueña tanto con lo distinto, sino con mirar de otra manera lo que se tiene. El filósofo Séneca decía: “El buen piloto, aun con la vela rota y desarmado y todo, repara las reliquias de su nave para seguir su ruta”. Pues de eso se trata, de seguir viviendo en una situación distinta y no fácil, y de seguir viviendo agradecidos.

            Por eso hablamos de mantener vivo el gusto por la vida. Si, por la razón que sea, se pierde ese gusto, todo se vuelve gris, sin relieve, rutinario, soso. Si, por el contrario, se gusta lo que se tiene, se agradece lo que se recibe, se contempla lo que la vida nos da en la oferta de cada día, elaboraremos de otro modo las dificultades y la pesadumbre no entrará tan fácilmente en nuestra casa.

            De manera que quizá podamos decir que la conversión cuaresmal puede entenderse como convertirse cada día al gusto por la vida, no perderlo, aumentarlo si es posible, contagiar amor por estos caminos nuestros tan pobres pero que, además de no tener otros, encierran dentro una belleza escondida. Es una sabiduría y un arte saber gustar esa belleza humilde. Quizá el tiempo de Cuaresma de este año nos pueda ayudar a ello con lo que nuestro caminar diario tendrá otro color. Si aprendemos a vivir con gusto la vida, viviremos también con más gusto la fe.

 

  1. 1.     La luz de la poesía

 

Tiene el gran poeta Francisco Brines un poema que puede parecer algo desesperanzado, pero que, bien leído, infunde ánimo.

 

La vida me rodea, como en aquellos años
ya perdidos, con el mismo esplendor
de un mundo eterno. La rosa cuchillada
de la mar, las derribadas luces
de los huertos, fragor de las palomas
en el aire, la vida en torno a mí,
cuando yo aún soy la vida.
Con el mismo esplendor, y envejecidos ojos,
y un amor fatigado.

¿Cuál será la esperanza? Vivir aún;
y amar, mientras se agota el corazón,
un mundo fiel, aunque perecedero.
Amar el sueño roto de la vida
y, aunque no pudo ser, no maldecir
aquel antiguo engaño de lo eterno.
Y el pecho se consuela, porque sabe
que el mundo pudo ser una bella verdad.

 

  • La vida nos rodea: podemos despreciarla, minusvalorarla, renegar de ella. Pero, fielmente, la vida está ahí, dándonos lo mejor y mezclándose al precio pesado de su logro. Las dos cosas juntas. Nos rodea más como quien abraza que como quien ahoga. Rodeados de vida, mezclados a ella.
  • Yo aún soy la vida: ya que no podemos mirarla como una extranjera, como si no fuésemos parte de ella, familia de ella. La vida nos ha hecho suyos, por más que digamos barbaridades de ella.
  • Un amor fatigado: porque es muy cierto que los ojos envejecen la mirada y que el amor llega a cansarse. Pero eso no hace perder esplendor a la vida. Quizá lo oculta, lo vela, lo cubre de niebla, pero su brillo sigue ahí, por encima de oscuridades pasajeras.
  • Mientras se agota el corazón: porque merece la pena que se agote en los hermosos trabajos de amar un mundo fiel, aunque perecedero. Que el estar destinado a perecer no le quita la hermosura. Al contrario, por su fragilidad resulta más hermoso.
  • Amar el sueño roto de la vida: este es el hermoso desafío: amar la limitada perfección de una vida con fragilidad, con fallos, con penas, pero brillante en su sencillez, gozosa en sus alegrías pequeñas, amable en sus caricias leves.
  • No maldecir el engaño de lo eterno: porque no es un engaño deliberado, sino el fruto de un anhelo, de un sueño, de un horizonte al que, quizá, no se llega nunca. Y tal vez lo que no pudo ser de la manera en que lo habíamos soñado, lo pueda ser en otra manera que ignoramos.
  • El mundo pudo ser una bella verdad: y tal vez lo sea. No en la manera en la que queremos, sino en la que es y procede de la fuente de la vida. ¿Se puede creer en el valor de esta vida con esta clase de certezas tan inciertas? Es necesaria la fe en la vida.

 

  1. 2.     El espejo de la Palabra: 7,36-50

 

«Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”. Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. “Di, Maestro”, respondió él. “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?”. Simón contestó: “Pienso que aquel a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco demuestra poco amor”. Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Los invitados pensaron: “¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”. Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”».

 

  • Suele entenderse este texto como un relato de perdón; pocas veces como una vida rota que se rehace. Sin embargo, hay muchas marcas que nos llevan a ello: la primera es que la mujer, al ser pecadora pública, es una mujer estigmatizada, destrozada socialmente, sin posibilidad de recomponerse. La sociedad la ha destrozado, no hay manera de rehacer aquello. Al ser acogida por Jesús se demuestra que siempre hay posibilidad de rehacer los ámbitos rotos de la vida. 
  • Por otra parte es una mujer reducida al silencio. Ni habla, ni se le deja hablar. Por ello utiliza el lenguaje de los gestos. Jesús entiende ese lenguaje y “habla” con ella, viniéndole a decir que su dignidad está intacta. No puede “hablar” con Simón y sus invitados porque para ellos, aquella mujer no es sujeto de dignidad.
  • Además, un amor acogido y perdonado es un amor que rehace a la persona. La mujer queda en una situación de novedad. Así lo entienden los fariseos y quieren neutralizar ese punto, porque la persona rehecha habla a favor de quien la rehace, Jesús. Rehacer a la persona es un beneficio para todos os que aman y una amenaza para quien entiende la vida desde el rechazo al otro.
  • Es la mujer misma quien, sobre todo, rehace su vida. No es únicamente el perdón de Jesús, sino la decisión de la mujer de ir, perfumar, besar. Ella es la principal gestora de su rehacerse. No rehacen sobre todo los demás, sino uno mismo con sus decisiones, por sencillas que sean.
  • Dice el texto que la fe ha salvado a la mujer. No se refiere a la fe en Jesús, sino en un Dios que está del lado de la persona frágil y que empuja todo dinamismo que apunte a reconstruir los caminos frágiles y desarbolados de la historia. La mujer rota, sale reconstruida del encuentro de Jesús, más entera, más amada.

 

  1. 3.     Profundización

 

a)     Un paraíso al final: el imaginario religioso nos ha hecho creer que el paraíso estaba al principio y que se perdió. Pero, en realidad, el paraíso está al final y hay que ganarlo. O sea: el empeño por construir la vida a partir de lo que hay, por humilde que sea, es connatural al ser humano. Esto habría de hacernos fuertes, resistentes, tenaces, vacunados contra el desaliento.

b)     Nacemos con responsabilidad original: no solo con bendición original (nunca con pecado), sino con responsabilidad de unos para con otros. Lo que quiere decir que la vida toda, frágil, hemos de repararla entre todos y de unos a favor de otros. Dejar el trabajo de amar la frágil vida al albur de una persona sola es hacerla más frágil, exponerla aún más a la ruptura. La colaboración facilita la reconstrucción de la vida.

c)     Retrocesos y avances: hay épocas, como esta en la que estamos ahora, donde parece que todo se desmorona. Otras veces, creemos que avanzamos con las velas desplegadas. Es que en la construcción del camino humano hay avances y retrocesos. Lo interesante es que no nos creamos los reyes del mambo cuando se avanza y tampoco nos creamos unos desgraciados cuando toca retroceder.

d)     En nuestra limitación anida una fuerza: porque en el fondo de lo frágil está el anhelo de una vida más hermosa. Por eso, verse frágil no ha de llevarnos a la mera desesperanza. Hay posibilidades ocultas en lo más hondo de nuestro ser. Lo interesante es sacar a flote tales recursos.

 

  1. 4.     Un decálogo

 

Con la intención de concretar un poco, vamos a proponer una especie de decálogo para amar el sueño de la vida, aunque a veces parezca que se rompe. Nos inspiramos para ello en la espiritualidad de la Fratelli tutti:

 

1)     Creerás firmemente en la inalienable dignidad humana: la vida se desmorona, se deshace, si se apea uno de la conciencia de la dignidad. Habrá que preguntarse si la fragilidad de la vida, si la pérdida de sentido viene porque no hemos construido todavía una espiritualidad de la dignidad humana en los comportamientos diarios. Creer que esto es teoría lleva a un empobrecimiento. Creyendo de verdad en la dignidad, los golpes que da la vida se encajan con mayor humanidad y hasta pueden ser trampolín para experiencias humanas enriquecedoras.

2)     Tendrás como certeza firme que los humanos somos familia: porque la vida se rompe cuando se rompe el sentido de familia humana o cuando es muy débil. Sabernos familia tendría que llevar a vivir la vida con más gozo. Saber que el otro es de tu familia y que puede obrar contigo con un amor familiar es un bálsamo para las heridas de la vida y una orientación para no caer en el desaliento.

3)     Colaborarás decididamente en una cultura del encuentro: ya que muchas de las amarguras de la vida provienen del desencuentro en el que vivimos nuestras relaciones humanas. Si tendemos al encuentro, si hambreamos la cercanía del corazón, si tenemos fe en el diálogo con los demás, nuestros caminos humanos se mantendrán más fuertes y las rupturas de la vida se alejarán de nosotros.

4)     Te alejarás del neoliberalismo que utiliza a la persona para su beneficio: porque el neoliberalismo está dentro de nosotros cuando utilizamos a las personas únicamente para nuestro beneficio, cuando valoramos a los demás solo por el interés, por las ganancias que nos aportan. El egoísmo que nos invade a veces es el mayor destructor del sentido de la vida. No nos quejemos de que estamos pasando una mala racha sin hacernos una pregunta sobre nuestro egoísmo. Quizá sea el mayor destructor de sentido, la peor siembra de desaliento.

5)     Huirás del pensamiento único que confunde valor y precio: ya que valoramos a las cosas por su alto precio y por ello nos parece que merecen la pena. Pero las cosas con mucho valor (la amistad, la solidaridad, el gozo, el amor, etc.) no tienen precio pero nos son imprescindibles. Si queremos que la vida tenga sentido, hay que valorar cada vez más lo que no tiene precio, incluso lo gratuito. Ahí está el secreto del disfrute y del sentido.

6)     Revisarás tus actitudes políticas para ver si criticas sin colaborar: porque es muy fácil criticar las actuaciones de los gobernantes y acusarlos de todo con amargura. Pero hay que mirar el nivel de colaboración ciudadana en el que me muevo. Hay que ver si vivo von interés lo bueno de nuestra comunidad social y si colaboro decididamente en algo, aunque sea en pequeñas cosas. No colaborar y criticar es algo que no se tiene en pie.

7)     Reafirmarás cada día tu compromiso con la paz y la no violencia activa: porque en el disgusto de nuestra vida hay mucha violencia en palabras, en sentimientos en odios poco controlados. Uno de los frutos de la violencia es el empobrecimiento de sentido y la desaparición del gusto por la vida. ¿Cómo vamos a disfrutar de la vida, por pobre que sea, manteniendo dentro un corazón violento? ¿Cómo vamos a llegar a una sociedad pacificada si no nos movemos de nuestro sillón y no hacemos nada para que adelante el día de la paz?

8)     Creerás que la amabilidad es herramienta buena para reconstruir los caminos rotos: porque parece que la amabilidad es un valor de poca incidencia en la vida. Pero la amabilidad es la puerta que abre al gozo y a la convivencia satisfactoria. Querer vivir la vida en épocas difíciles de manera hosca, desabrida y áspera es un imposible.

9)     Intentarás ir creciendo en el amor social: porque el amor social es una variante muy importante del amor. No se trata solamente de estar en una sociedad, en una ciudad, en un colectivo. Se trata de amar esos ámbitos, de creer que han de ser objeto de amor y que, por ello, he de comportarme con ellos como uno que los ama. Al fin y al cabo, las situaciones sociales difíciles provienen, en parte, de una carencia de amor social.

10)Creerás en el Jesús del Evangelio que reconstruye vidas por el amor: creer en Jesús no es, sobre todo, dar adhesión a un conjunto de verdades religiosas. Es ante todo dar adhesión a un Jesús que se comporta de una determinada manera: él, como el Padre, reconstruye vidas con el amor. Es un reconstructor de vidas, un reparador de fragilidades. Por eso sus seguidores/as se empeñan en lo mismo y saben que cuando se ama, se está cerca de Jesús. Y cuando no se ama, andamos por sendas lejanas a él.

 

Conclusión:

 

            No estamos bien en estos tiempos; no es fácil vivir en este no saber muy bien cuándo saldremos de aquí. Pero la fe habría de llevarnos a vivir con ánimo, a seguir colaborando, a continuar creyendo en el regalo de la vida, a seguir viviendo con gozo el día a día que nos toca. La Cuaresma de este año podría ayudarnos a convertirnos al gusto por la vida si es que se nos ha debilitado o lo hemos perdido. Al fin y al cabo, vivir la resurrección de Jesús sin gusto por la vida es una contradicción, ya que la resurrección es la explosión de la vida entre nosotros.

 

Itinerario cuaresmal:

 

  1. Semana del 21 al 27 de febrero: Leer con gusto: dedicar un rato a la lectura reflexiva y subrayada de, al menos, un capítulo de la Fratelli tutti.
  2. Semana del 28 de febrero al 6 de marzo: Orar con gusto: disfrutar de la oración litúrgica y de la oración personal. Poner en pie, si no se tiene, un “rincón de oración” en el propio cuarto.
  3. Semana del 7 de marzo al 13 de marzo: Colaborar con gusto: creer que el lenguaje de la colaboración es lenguaje de gozo. Hacer algo que no esté obligado a hacer.
  4. Semana del 14 al 20 de marzo: Ser ciudadano/a con gusto: informarme, participar en un acto ciudadano contando con las restricciones sociales. Si no se puede físicamente, hacerlo telemáticamente.
  5. Semana del 21 al 27 de marzo: Disfrutar de la naturaleza con gusto: porque la naturaleza nos conecta con la vida que se expande. Vivir la Pascua como tiempo de vida gozosa, por encima de limitaciones.

 

2 comentarios

Pilar -

Gracias, Fidel!
Te sigo leyendo...

Teresa -

Preciosa introducción para mover a la conversión al gusto por la vida. Porque es verdad: se nos han roto muchas cosas con esta pandemia, pero no todas. Es hora de descubrir otras nuevas.

Hermoso canto a la vida, vida de verdad, a pie de realidad, la poesía de Francisco Brines.

“Nos rodea más como quien abraza que como quien ahoga (la vida)”. Bienvenida sea una conversión a la vida que nos haga descubrir el abrazo por encima del ahogo.

“Amar el sueño roto de la vida”. Tengo ocasión de hablar con personas mayores, compartir con ellas, y repiten mucho una frase: para cuatro días buenos que hay en la vida… cuánto se sufre todo lo demás. Y se siente tanto que tantas vidas se hayan gastado así…

Sí, “es necesaria la fe en la vida”.

Una bella lectura del pasaje evangélico: “Es la mujer misma quien, sobre todo, rehace su vida”.

“Vacunados contra el desaliento”… qué suerte que no dependa de Pfizer, de Moderna ni de Astra Zeneca…

“En nuestra limitación anida una fuerza”: qué maravilla… hasta podemos alegrarnos de tanta limitación…

Una verdadera joya el decálogo para amar el sueño de la vida.

“Vivir la resurrección de Jesús sin gusto por la vida es una contradicción, … es la explosión de la vida entre nosotros”. Ni más ni menos.

Un buen itinerario cuaresmal. Mil gracias.