Juan 138
CVJ
Domingo, 17 de marzo de 1013
VIDA ACOMPAÑADA
Plan de oración con el Evangelio de Juan
138. Jn 20,19-23
Introducción:
El sueño de la sociedad nueva no ha muerto. El anhelo de una sociedad de seres humanos no se ha extinguido. Si leemos muchos de los acontecimientos sociales de los últimos días como una mera reivindicación de un bienestar que se nos arrebata de las manos no interpretamos bien estos signos de los tiempos. Mucha gente ha llegado a la convicción de que el sistema neoliberal está dando sus últimas bocanadas y que es preciso caminar hacia un “ecosocialismo”, una especie de socialismo que abandone el presupuesto de un crecimiento indefinido y que vea en el decrecimiento y en la equidad del reparto de recursos una salida. Estos sueños que siempre han estado ahí son hoy acariciados por muchas personas y salen de los subsuelos de la ciudad a las calles y plazas.
Porque el texto de esta semana habla, en el fondo, de algo de eso: la nueva comunidad, la comunidad del resucitado, es aquella que tiene a Jesús y sus valores por centro: “se hizo presente en el centro”. Los valores evangélicos, a los que se podría calificar de “ecosocialistas” son el centro de la comunidad nueva. Y esos valores tienen como rostro visible la paz y el perdón. Efectivamente, Jesús saluda con la paz y entrega el perdón a la comunidad para que lo administre dándolo con generosidad. Una forma de ir construyendo esta nueva ciudad soñada de valores nuevos es generar paz y perdón en la mayor cantidad posible. Es entonces cuando brillará el rostro del resucitado, porque, lo decimos una vez más, creer en la resurrección no es adherirse a una doctrina sino llevar un estilo de vida acorde con los planteamientos de Jesús, el resucitado.
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Texto:
19Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se hizo presente en el centro y les dijo:
-Paz a vosotros.
20Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
21Jesús repitió:
-Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
22Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
-Recibid Espíritu Santo; 23a quienes libréis de los pecados, quedan libres; a quienes se los mantengáis, les quedan mantenidos.
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Ventana abierta:
Esta es la portada de un reciente libro de L. Boff. Habla de lo que el cristianismo puede aportar a la humanidad en esta fase planetaria. Y su conclusión es clara: “Se trata de reafirmar el Bien Común de la Humanidad y de la Tierra de forma que dé otra configuración a la aventura humana en este pequeño planeta”. Este sueño esta vivo y hay muchas personas que nos lo alimentan. Estamos en deuda con ellas.
Oramos: Gracias, Señor, por quienes alimentan el sueño de la nueva sociedad; gracias por quienes aportan lo mejor de sí mismos a la vida social, gracias por quienes sueñan a pesar y más allá de las decepciones.
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Desde la persona de Jesús:
Dice el texto que los discípulos “se alegraron de ver al Señor”. La realidad de una sociedad con los valores evangélicos (no los religiosos católicos) en el centro habría de alegrarnos. No habríamos de poner pegas a ello, diciendo que importan los valores religiosos, que la religión es importante (siempre que sea la nuestra), que las normas religiosas tienen peso y valor. Todo ello con ser cierto no vela el planteamiento principal: habría que alegrarse de que la sociedad sueñe la posibilidad de una convivencia distinta; habría que alegrarse por quienes se lanzan con ánimo tras ese sueño. Es la misma alegría de quien “ve” al Señor.
Oramos: Nos alegramos al ver a Jesús en quienes sueñan una sociedad humana; nos alegramos al ver a Jesús en quienes se entregan a la causa de los desfavorecidos; nos alegramos al ver al Señor en quienes hacen suyas las inquietudes y sufrimientos de los demás.
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Ahondamiento personal:
El miedo, dice el texto, atenazaba a los discípulos. Es un muro ante el que se estrella el sueño de la sociedad nueva. De ahí que sea preciso trabajar por controlar los miedos hasta que no sean ellos los señores de nuestros sueños, sino nosotros los capitanes de nuestro destino personal y social. Por eso mismo, quien quiera construir la sociedad de hermanos ha de luchar por desterrar en lo posible los miedos, en él y en los demás, y sembrar sin desaliento la semilla del ánimo y la esperanza. Y ello no solamente con palabras sino, sobre todo, con posturas de vida.
Oramos: Que controlemos lo más posible nuestros miedos; que no infundamos temor inútilmente en nadie ni contra nadie; que sembremos ánimo y esperanza con tesón.
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Desde la comunidad virtual:
El trabajo orante que llevamos entre manos contiene el anhelo explícito de que Jesús y sus criterios sigan siendo una parte del centro de nuestra vida. Por eso, la oración común, más que ayudarnos a rezar nos ayuda a creer en el Evangelio, a hacerlo centro de nuestras más sencillas decisiones. Una oración para la fe, ésa es la buena, mejor que una oración para la religiosidad.
Oramos: Que nos sigan siendo luminosos los criterios de Jesús, que nos sigan siendo hermosos sus pasos solidarios; que sigan siendo nuestros sus sueños de vida.
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Poetización:
Sabía que su grupo
se había desbaratado
después del hachazo
de la muerte violenta.
Pero él
los seguía amando,
les mantenía fidelidad,
les guardaba en el corazón.
Por eso quiso
hacerse presente en el centro
para que vieran
que todo seguía vigente,
que los sueños permanecían vivos,
que las entregas tenían sentido,
que las buenas relaciones intuidas
seguían siendo decisivas.
Todo era como antes,
más vigente que antes.
La muerte traidora
no habría logrado cercenar
ninguna de las viejas ilusiones,
ninguno de los acariciados sueños.
Habrían de verlo los demás
en la paz y el perdón
que los seguidores/as
tendrían que sembrar
a manos llenas.
Sembrar discordia y temor
era negar los sueños
del resucitado.
Hubo quienes lo entendieron
y lo vivieron;
otros, no tanto.
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Para esta semana:
Trata de ser animoso a la hora de valorar los acontecimientos sociales. Sitúate en el lado más positivo de la realidad.
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