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FIAIZ

Juan 19

CVJ

Domingo,

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

19. Jn 5,16-18

 

Introducción:

 

                Para muchas personas, y más en esta época difícil de cara al trabajo, trabajar por uno mismo o por los suyos, por su familia, es un noble ideal y da sentido a la existencia. Pero ocurre algo singular en la vida: hay gente que trabaja por los demás. Y no son únicamente los misioneros o los solidarios, hay mucha gente que encuentra sentido, sin más, en hacer cosas por los otros, cosas que, generalmente, no son nunca retribuidas y bastantes veces no agradecidas. Para muchas personas trabajar por otros es un sinsentido. Bastante tiene uno con lo suyo. Pero los trabajos por los demás son los trabajos que más carga humana aportan al caudal de la historia. Da igual que sean o no pagados o reconocidos o aplaudidos.

                Es que el evangelio de esta semana habla de esa clase de trabajos, de los que hace el Padre y de los que hace Jesús. Casi nadie (que sepamos) ha pintado al Padre o a Jesús trabajando, en traje de faena. Pero Dios, dice el texto, "sigue trabajando y yo también trabajo". Los judíos creían que, con el sábado, Dios había cesado en su actividad creadora. Por tanto, ya no trabajaba. Jesús opina de manera distinta. Él cree que, mientras haya una sola persona necesitada de vida (por ejemplo, el paralítico de la piscina), es preciso trabajar por hacer el bien, por generar humanidad, por dar salida a la ansias de vida. Por eso Jesús trabaja. Da igual que se lo agradezcan o no (de hecho, nadie le agradece nada, excepto aquel samaritano que se volvió). Él sigue en la línea de hacer el bien. No hay que descansar cuando se trata de la necesidad del otro. Porque ningún "sábado" ha llegado hasta que no haya necesidad de trabajar por nadie. Son pensamientos que dan hondura al caminar humano.

 

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Texto:

 

                        16Por esto justamente los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en día de descanso legal.        17Jesús les replicó con fuerza:                  

                -Mi Padre sigue trabajando hasta ahora y yo también trabajo.                                          

                        18Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo violaba el descanso religioso, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.

 

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Ventana abierta:

 

                Este edificio es el ayuntamiento de Ablitas, un pueblo de la ribera de Navarra. En ese pueblo vive la Sra. Dolores Baigorri  quien, durante más de veinte años, ha servido en labores humildes en la parroquia del pueblo como impartir catequesis, cantar en el coro, limpiar la sacristía, leer en misa y pasar el cepillo. Pero, a la vez, es concejala del Ayuntamiento y, en alguna ocasión, parece haber oficiado bodas civiles. Pues bien, el Obispo le ha invitado a dejar de trabajar en la Iglesia porque no lo puede hacer quien "oficia bodas civiles y pertenece a un partido que apoya el aborto". No se comprende lo que es hacer algo por otros. Prima la ideología. No es el comportamiento de Jesús.

                Oramos: Gracias por quienes trabajan sencilla y calladamente por los demás; gracias por quienes les importan las situaciones de los demás; gracias por quienes logran ponerse en la situación del otro.

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                Nos agrada ver que el Evangelio pinta a Jesús como uno que trabaja. Como todo el mundo. Seguramente que casi toda su vida se ganó el sustento con sus manos, sin avergonzarse trabajando de peón en el campo y en las grandes obras que los romanos hacían en su tierra. Luego trabajó en trabajos de solidaridad humana, de acompañamiento a la vida de los débiles. Un Jesús que trabaja es más atractivo que un Jesús divino de manos finas y ropas impolutas. Un trabajador más, como cualquiera. Pero alguien que entendió que trabajar por otros tiene un sentido.

                Oramos: Que nos entusiasme la figura de un Jesús sudoroso y trabajador; que nos cautive un Jesús que vive de sus manos; que nos aliente un Jesús que ve sentido al trabajar por otros.

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Ahondamiento personal:

 

                Siempre se nos ha dicho que las personas somos "semejantes a Dios". Pero todos sabemos que no puede ser una semejanza física, de rostro, de figura, porque Dios no tiene ninguna clase de figura. ¿En qué y cuándo somos semejantes a Él? Cuando trabajamos a favor del débil, porque justamente esa es su seña distintiva. Dios desarrolla un ingente trabajo para llevarnos a una plenitud de vida y de humanidad. Las 24 horas del día las emplea en ello. Por eso, trabajar por otros/as es asemejarse a la figura de Dios. Quizá haya dos tipos de rostros que nos desvelan cómo es el rostro de Dios: el rostro de quien perdona y el rostro de quien trabaja con interés a favor de los demás.

                Oramos: Que hagamos cercano el rostro de Dios en nuestro rostro que perdona; que hagamos cercano el rostro de Dios en nuestro rostro que se preocupa por el otro; que hagamos cercano el rostro de Dios en nuestro rostro amable.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                Una de las mejores cosas que tiene nuestro grupo virtual, además de su libertad, es que nos interesamos unos por otros/as. En la primera reunión de nuestros encuentros anuales repasamos el "Directorio" del grupo, no tanto para fiscalizar nada, sino para traer a nuestro recuerdo las personas que no están, para decirnos, incluso nombrándolas, que las llevamos en el corazón y que sus vidas nos interesan. Así se llenando el corazón de nombres que amamos. Estos "trabajos de amor" por otros es lo mejor de nuestro colectivo.

                Oramos: Que nos interesen los caminos de nuestros amigos/as; que metamos sus nombres en nuestro corazón; que nos movamos a cercanía y a interés creciente por ellos.

 

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Para orar:

 

 "SI QUIERES, PECA:

te lo dice Dios,

Peca,

si quieres, peca.

a mi no me haces daño,

ni ahogas mi gloria,

ni le quitas nada

a la inmensidad de mi gozo.

Yo seré yo,

plenamente yo,

sin ti.

(en fin, un poquito menos sin ti,

porque te llevo muy en el corazón,

y me tiembla la voz

al decir tu nombre).

Yo sólo quiero

que seas  feliz.

y que tus compañeros de casa y tierra,

tu hermanos,

sean felices también.

Si pecando eres verdaderamente feliz,

peca.

Si pecando ayudas verdaderamente

a la felicidad de los otros,

peca.

Yo sólo quiero

que tú seas tú plenamente.

Yo sólo quiero

que tus hermanos sean hermanos

plenamente

gozosamente.

Lo demás no importa nada"

 

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