Juan 35
CVJ
Domingo, 28 de febrero de 2008
VIDA ACOMPAÑADA
Plan de oración con el Evangelio de Juan
35. Jn 6,47-51
Introducción:
El pan, como metáfora elemental de los bienes económicos, es imprescindible para la vida (no conviene hacer lírica). Pero la vida no es sólo dinero, bienes, desarrollo técnico. Es, también, humanidad. Y dentro de ella, es un bien de primera magnitud la reconciliación. Una vida reconciliada es, no lo dudemos, una vida de mayor calidad humana que otra en que la disputa, la rivalidad, el expolio y la tiranía de unos sobre otros está descontrolada. Por eso, hacer obra de reconciliación, a cualquier nivel que sea es hacer obra de humanidad. Las personas que se dedican a mediar y a construir procesos reales de reconciliación no saltan, generalmente, a las primeras páginas de los periódicos, pero son los auténticos artífices de la convivencia humana. Cualquiera de nosotros que siembre una sencilla y oculta simiente de reconciliación está haciendo los trabajos de Dios y de Jesús que son, no lo dudemos (así lo dice la carta a los Efesios), tareas de reconciliación.
Los contemporáneos de Jesús creían que el maná había sido un "pan del cielo". Pero, en realidad, aquellos que lo comieron están hoy todos muertos. Fue un pan que socorrió puntualmente el hambre, pero que no dio vida plena. El pan de Jesús es distinto: es divino y permanente, da vida definitiva, porque hace una obra de reconciliación con la vida, porque hace ver que identificarse con la historia siendo humana con ella es hacer lo mismo que Dios hace en nuestra historia. Dios quiere una historia reconciliada, fraterna, solidaria, humana, gozosa, disfrutante. Si alguien da ese "pan" a los demás y a sí mismo, está dando el pan de la vida, el pan que genera vida, el alimento que sostiene los esquemas elementales de la vida.
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Texto:
47Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. 48Yo soy el pan de la vida. 49Vuestros padres comieron en el desierto el maná, pero murieron: 50éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. 51Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo.
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Ventana abierta:
Esta es la Orquesta para la Paz que ha fundado el músico argentino-israelí (también con pasaporte palestino) Daniel Barenboin. La historia de la agrupación empezó cuando Barenboin y el palestino Edward Said quisieron crear un foro para jóvenes del Medio Oriente en la ciudad alemana de Weimar. Barenboin insiste: "La situación actual no puede seguir: se debe encontrar un modo de salir de aquí aportando condiciones resolutivas al conflicto a largo plazo. Pero hay que tener coraje para aceptar el relato del otro, o al menos para entenderlo, pues ésta es una tierra para dos pueblos; no hay uno con más derechos que otro. Aunque no sé adónde vamos a llegar así, mas que al pozo del sufrimiento y la tragedia humana". Es gente que ama la reconciliación y le pone rostro.
Oramos: Gracias, Señor, por quienes ponen rostro a la reconciliación; gracias por quienes no se desalientan ante los duros caminos de la violencia; gracias por quienes construyen, como artesanos, la paz.
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Desde la persona de Jesús:
Cuando Jesús dice "yo soy en pan de la vida", está queriendo hacer ver que su gran tarea es alimentar esta vida con el mismo alimento que él nutre la suya: el amor activo, la acción solidaria para que la persona viva mejor, más humanamente, ayudar a vivir con gozo. Ser pan para la vida es tarea que se concreta en caminos muy simples: acompañar las vidas solas, dar un brazo para que se apoya quien carece de agarraderos, enjugar una lágrima con una buena palabra o con una posibilidad de salir adelante en algo, tratar con total respeto a quien menos es respetado por la sociedad, etc.
Múltiples manera de dar vida reconciliando a quien tiene más dificultad para entender esta vida como algo positivo.
Oramos: Que, como Jesús, demos vida acompañando; que, como Jesús, reconciliemos animando; que, como Jesús, alentemos, ayudando a disfrutar.
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Ahondamiento personal:
Toda persona, dígalo o no, quiere vivir. El Evangelio apoya y alimenta esas ansias de vida. Para ello, para tener y dar vida, los caminos de la reconciliación son muy efectivos. Así es: una vida reconciliada es de más calidad, de más disfrute, de más amor. Una vida que atraviesa los caminos de la reconciliación no se pierde en la senda oscura de los días. Porque quien anda reconciliado brilla y da luz. Quien vive en estos parámetros está asociado a la "carne" de Jesús, a su historia de generosidad, donación y reconciliación.
Oramos: Señor, que vivamos y demos vida con generosidad; que hagamos obra de reconciliación en los caminos humildes; que celebramos los trabajos callados de quien siembra amor.
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Desde la comunidad virtual:
Jesús da su "carne", su cercanía de honda humanidad, su vida de reconciliación creciente. Esa misma carne puede ser dada en nuestra comunidad virtual. Se trata, la mayor parte de las veces, de pequeños gestos. Basta estar atento/a, preocuparse, animarse a dar un paso. Quien quiere dar y poner un poco de carne no se queda solamente en el deseo, sino que salta en él/ella la "hispa" de la acción. Desde ahí brotarán los "fueguitos" (como decía Galeano) que hacen más humana, luminosa y cálida la vida de las personas.
Oramos: Que nos animemos a dar vida y a poner carne en maneras efectivas, aunque sean sencillas; que pasemos a hechos de vida, más allá de toda hermosa teoría; que creamos en la posibilidad de darnos vida en los caminos más cotidianos.
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Para orar:
"Permite, Padre,
que mi patria se despierte en ese cielo
donde nada teme el alma,
y se lleva erguida la cabeza;
donde el saber es libre;
donde no está roto el mundo en pedazos
por las paredes caseras;
donde la palabra surge
de las honduras de la verdad;
donde el luchar infatigable
tiende sus brazos a la perfección;
donde la clara fuente de la razón no se ha perdido
en el triste arenal desierto de la yerta costumbre;
donde el entendimiento va contigo
a acciones e ideales ascendentes...
¡Permite, Padre mío, que mi patria se despierte
en ese cielo de libertad!"
(Rabindranath Tagore)
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