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FIAIZ

Juan 29

CVJ

Domingo, 17 de enero de 2010

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

29. Jn 6,28-29

 

Introducción:

 

                Una de las maravillas inexplicables de la existencia humana es la capacidad que tenemos para construir adhesiones. La buena adhesión es profundamente desinteresada, mira al fondo de la realidad, no se mueve por valores económicos, es el rostro de la bondad más desconocida. Esas adhesiones brotan en todos los campos de la vida y las más maravillosas son aquellas que nacen en la vida de los humildes. En el subsuelo de la historia se han tejido y construido millones de adhesiones de profunda bondad y amor que hacen que uno pueda pensar que el horizonte de esta historia es la fraternidad y la dicha. Esas adhesiones habría que agradecerlas, cuidarlas, disfrutarlas, conmoverse ante ellas para que nos empujen a generar, también en nuestra vida, adhesiones similares. Estamos hablando de lo más noble de la existencia humana, de aquello que nos hace simple y profundamente humanos.

                El Evangelio de san Juan no dice que el seguidor/a tenga que creer en Jesús, sino que habría de ir dándole adhesión. La fe no es, según el Evangelio, la aceptación de un conjunto de creencias o de unos códigos de normas. Es una adhesión, algo hecho incomprensiblemente de amor y de bondad, un "pegarse" a la vida Jesús por la vía del amor, de la ternura, del temblor vital. Y esto no es sentimentalismo barato. Son los dinamismos más vivos de la persona. Si la fe en Jesús los desechara por infantiles, cometería un grave error. Una fe basada en la adhesión, en las hondas certezas, puede ser de calidad. Si únicamente se agarra a los dogmas religiosos, le amenaza la frialdad de lo que se cree, incluso el fanatismo religioso, pero carecería del fuego hondo, tenaz y reconfortante del amor. No es de extrañar que san Juan se empeñe en suscitar adhesión en quien lee su Evangelio.

 

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Texto:

 

                28Ellos le preguntaron:

                -¿Cómo podremos dedicarnos a los trabajos que Dios quiere?

                        29Respondió Jesús:

                -Este es el trabajo que Dios quiere: que deis adhesión a quien Él ha enviado.

 

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Ventana abierta:

 

 

 

                Este es Juan López de Uralde, director de Greenpeace en España, ya en libertad tras 21 días preso en Dinamarca por mostrar una pancarta de protesta en la cumbre del clima en Copenhague, habiéndose colado a la cena oficial de los políticos. Gran "crimen", al parecer, en la "democrática" Dinamarca. Dice este señor que lo volvería a hacer mil veces. Lo que maravilla de estas personas es una inquebrantable adhesión a un ideal, en este caso ecologista. Más allá de sus contradicciones (que las tendrán) son personas que logran tocar el fondo de la adhesión a un ideal. En ese sentido nos empujan a generar ideales nobles en nuestra vida y a mantenernos fieles por encima de tormentas.

                Oramos: Gracias, Señor, por quienes generan adhesiones hondas; gracias por quienes abrazan ideales nobles; gracias por quienes afrontan la injusticia y no desisten del bien.

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                Dice el pasaje de esta semana que el seguidor/a habría de prestar adhesión a Jesús entendiéndolo como un "enviado", es decir, como alguien que tiene conexión profunda con el Padre y su amor insaciable. Por eso, la adhesión es, en el fondo, un tremendo misterio de amor. Entronca con todos los misteriosos amores de la historia humana, inexplicables, gozosos, trémulos, envolventes. Construyendo la adhesión a Jesús se conecta, en el fondo, con el profundo e inexplicable misterio de todo amor. Adhiriéndonos (a Jesús y a cualquiera) entramos en ese misterio; despegándonos del corazón de los demás nos alejamos de ese misterio de vida.

                Oramos: Que nos atraiga siempre el amor de Jesús y el de las personas; que vivamos envueltos en el misterio del amor, aunque se manifieste de maneras humildes en nuestra vida; que nunca nos avergoncemos de amar.

 

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Ahondamiento personal:

 

                Dice el Evangelio de esta semana que construir la adhesión es un "trabajo". Por eso decimos que no se trata de mero sentimentalismo. Es un trabajo que se hace pacientemente, tenazmente, artesanalmente, poco a poco, día a día. El hermoso edificio de la adhesión está hecho piedra a piedra, entrega a entrega, silencio a silencio, donación a donación, camino a camino. Por eso, habríamos de desear esa tenacidad de quien se ha enamorado y está dispuesto/a a mantener ese amor alumbrado todos los días de su vida. Esa "tenacidad" es el rostro maravilloso de toda adhesión.

                Oramos: Que seamos constantes en construir adhesiones; que no nos quiebre nunca  ni nuestra debilidad ni la ajena; que el amor siempre alumbre nuestros pasos en la vida diaria.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                Nuestros medios son modestos, pero podemos colaborar a entusiasmarnos con la persona de Jesús, a serle cada día más fieles y tenaces en nuestra adhesión a él. Nombrarlo, orarlo, recordarlo, ponerlo sobre la mesa, contagiarnos entusiasmo por la Palabra, acercarnos a él en la vida de las personas más en necesidad, éstos son los caminos sencillos para ir ayudándonos a construir nuestra adhesión a Jesús. Nada de esto sería posible si no mantenemos encendida la lámpara titilante pero necesaria del recuerdo. Por eso, la oración con la Palabra puede ser el aceite que mantenga siempre encendida esa pequeña lámpara.

                Oramos: Que demos valor a nuestro camino orante para mantener encendida la lámpara del amor a Jesús; que nos contagiemos deseo e interés por él; que nos animemos a permanecer siempre en la adhesión a quien está del todo adherido a nuestra vida, Jesús nuestro hermano.

 

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Para orar:

 

Para siempre me tienes a tu vera,
la querencia me aposta a tu costado,
y si acaso me ausento de tu lado,
tendida junto a ti dejo mi estera.
 
Para siempre me tienes, compañera,
para siempre me tienes aferrado,
parra que alzas, rosal que te ha trepado,
hiedra tenaz, osada enredadera.
 
Yo nunca cejo, amor, yo nunca cejo,
a menudo me vuelvo en el camino
y en el rostro me llevo tu reflejo.
 
Nunca me alejo, amor, nunca me alejo,
de pájaros me lleno y me culmino
y me venzo hacia ti, por ti me inclino.

 

 

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