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FIAIZ

Material Laicos y Capuchinos 2022-23

Material de trabajo para “Laicos y Capuchinos”

2022-2023 

 

 

LEYENDA DE LOS TRES COMPAÑEROS (TC)

 

         Allá por el año 2019, el movimiento LAICOS Y CAPUCHINOS se propuso estudiar los escritos de Francisco y Clara de Asís. Aun con la pandemia de Covid por medio, se ha llegado al final de ese itinerario cosechando mucho fruto.

         Dado que solamente queda un año para la conclusión del trienio, y en espera de decisiones más asamblearias, ha parecido bien dedicar este curso 2022-2023 a una de las biografías primitivas del franciscanismo: la Leyenda de los Tres Compañeros (TC).

         Las biografías primitivas son un tesoro para el franciscanismo. Un franciscano maduro ha de hincarles el diente alguna vez. Quizá sea el momento bueno para plantearse la posibilidad de adentrarse en el inmenso bosque de tales biografías. Mientras llega la decisión final, se puede comenzar por Tres Compañeros.

         Lázaro Iriarte dice que  creemos que «es necesario devolver a la Leyenda de los tres compañeros su verdadero puesto entre las fuentes biográficas de mayor solvencia, descartados los dos últimos capítulos. Junto con la primera de Celano, debe ser considerada como la información más segura sobre la juventud y la conversión de Francisco y sobre los primeros años de la Orden. Escrita por alguien que conoció de cerca al Santo y que escuchó de su propia boca muchos de los relatos, nos ha transmitido, en un lenguaje de gran naturalidad y objetividad, sin recursos retóricos, sin afán de sobrenaturalizar gratuitamente los hechos, un número considerable de datos de sumo interés».

         Pues bien, para ser efectivos nosotros tomaremos 10 pasajes de TC, uno para cada reunión. Y de ellos sacaremos unas conclusiones para nuestra vida franciscana. Que Francisco y Clara nos acompañen en este camino.

 

 

 

1

PRISIONERO EN PERUSA

(TC 4)

 

«Cuando la guerra entre las ciudades de Perusa y Asís (3), fueron apresados Francisco y otros muchos conciudadanos suyos. Pero como era noble por sus costumbres, lo tuvieron junto con los caballeros.

Un día en que sus compañeros de cautiverio estaban tristes, él, que de su natural era alegre y jovial, lejos de aparecer ceñudo, se mostraba, más bien, dicharachero y gozoso. Uno de ellos le afeó su proceder, cual propio de insensatos, pues se alegraba estando encarcelado. A esto respondió Francisco con voz firme: - ¿Qué os figuráis de mí? Todavía he de ser honrado en el mundo entero. Como uno de los caballeros de su grupo hubiera injuriado a otro cautivo, todos los demás se propusieron hacerle el vacío; sólo Francisco no le negó su compañía y exhortó a los otros a que obraran como él.

Pasado un año y firmada la paz entre las dos ciudades, Francisco volvió a Asís con sus compañeros de prisión.

 

1. Lectura matizada

 

  • TC resulta una fuente más fiable para los primeros años de la vida de Francisco, por más que tampoco aporte mucha luz sobre aquel año aciago de la prisión que pasó en Perusa a resultas de la guerra entre las dos ciudades (esta guerra duró de 1202 a 1209, interrumpida por varias treguas).
  • El primer dato de interés es la clasificación de Francisco que «lo tuvieron junto con los caballeros», lo que daba un giro de calidad al tema del rescate, ya que solamente se lo requería a quien podía pagarlo. Eso era un salvoconducto de vida.
  • No hay más datos sobre la zozobra carcelaria. Se pasa a la fase luminosa de la profecía como hiciera 2 Cel 4. Se presenta a Francisco «dicharachero y gozoso» frente a sus «compañeros de cautiverio que estaban tristes» quienes «afean su proceder».
  • La respuesta «con voz firme» da empaque a la profecía: «he de ser honrado por todo el mundo». Estamos en el terreno de la hagiografía, lejos de las miserias históricas de la prisión. El género hagiográfico antiguo raramente descubre la zona oscura en la que también se mueve el personaje.
  • TC añade una segunda escena: un caballero injuria a otro cautivo y los demás «le hacen el vacío», cosa que duele doblemente en la soledad de la prisión.  La actitud de Francisco es alternativa: «no le negó su compañía y exhortó a los otros a que obraran como él». Es, de nuevo, el futuro santo que apunta maneras de ello. Volvemos a decir lo de antes: no sirven todos estos datos en exceso para responder al interrogante histórico de la prisión de Perusa.
  • Más aún, el apunte final que nos facilita la duración del cautiverio y la vuelta a Asís, datos de interés, se sitúa en el “aquí no ha pasado nada” de quien no considera relevante el episodio carcelario del joven Francisco: «Pasado un año y firmada la paz entre las dos ciudades, Francisco volvió a Asís con sus compañeros de prisión”. Como si nada hubiera ocurrido. Todo lo que supuso ese año fatídico en la persona de Francisco queda sepultado para siempre.

 

2. Derivaciones

 

  • El género hagiográfico no contempla la propuesta de la “zona oscura” de los santos porque eso, a juicio del escritor, sería un desdoro en la vida de aquel que está siendo propuesto como modelo eximio de imitación. Pero podemos estar seguros de que los santos, como personas que son, tienen en su estructura personal esa zona poco asimilada que ejerce indudable influencia sobre sus comportamientos y sobre su manera de pensar. ¿Hemos pensado alguna vez en nuestra “zona oscura”, ese hacer daño a quien decimos amar?
  • ¿Qué elementos podemos descubrir en la vida de Francisco susceptibles de hacer parte de esa zona oscura? Su relación amor-odio con su propio padre que le acompañó durante toda su vida y su difícil relación con su hermano, como queda claro en TC 23. Sus prisiones, sobre todo la de Perusa, como la hemos descrito. Y, sobre todo, la noche de su espíritu al final de la vida que culminó en las llagas y su profundo significado para él según LM 12-13.  ¿Tenemos experiencia personal de haber salido de tiempos de oscuridad?
  • Realidades como estas bajaron a ese sótano de la personalidad de Francisco y ello dio como resultado una visión concreta de su persona y de la realidad humana. Por eso mismo, habrá que sostener que su visión de la persona ni dimana tanto de una filosofía u otra, ni siquiera de unas influencias ideológicas u otras, sino sobre todo de sus hondas experiencias no asimiladas o difícilmente encajadas. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar nuestras oscuridades, nuestros modos grises de comportarnos?
  • Todo esto no hace al hermano Francisco ni menos humano ni menos creyente. Más aún, el ver cómo su experiencia evangélica se urde en el entramado de sus más fuertes experiencias de vida lo hace más atrayente y amable, más asequible en su debilidad y no menos hermoso en su entrega evangélica. ¿Te parece que el lado gris de nuestra vida no es ningún desdoro para el valor de nuestra persona?

 

 

 

 

3. Para saber más

 

«Los sucesos de Perusa muestran cómo la fe de los santos se mezcla al propio proceso histórico. Desvincular la vida de Francisco de sus fuertes experiencias de vida es abocarlo a la superficialidad. Esta clase de reflexiones pretende conjurar ese peligro.

         De cualquier manera, y como sugieren las mismas hagiografías, en la dura prisión de Perusa parece que no todo fueron sombras, sino que hubo lugar para la piedad y la compasión, hubo un sitio para el amor. Lo mismo pasará en otras experiencias fuertes de la vida del Francisco» (F. Aizpurúa).

 

 

2

LA FUERZA DE LA VISIÓN

(TC 6)

 

«Luego de emprender el viaje [hacia la Pulla] y de haber llegado a Espoleto para continuar hasta la Pulla, se sintió enfermo. Empeñado, con todo, en llegar hasta la Pulla, se echó a descansar, y, semidormido, oyó a alguien que le preguntaba a dónde se proponía caminar. Y como Francisco le detallara todo lo que intentaba, aquél añadió: - ¿Quién te puede ayudar más, el señor o el siervo? Y como respondiera que el señor, de nuevo le dijo: -¿Por qué, pues, dejas al señor por el siervo, y al príncipe por el criado? Y Francisco contestó: - Señor, ¿qué quieres que haga? -  Vuélvete -le dijo- a tu tierra, y allí se te dirá lo que has de hacer, porque la visión que has visto es preciso entenderla de otra manera.

Cuando se despertó empezó a pensar con suma diligencia en la visión. Y así como en la primera visión había quedado como fuera de sí por la gran alegría y soñando en prosperidad temporal, en ésta, en cambio, se recogió todo él interiormente, maravillado de la fuerza de la visión; y con tal viveza la meditó, que aquella noche no pudo reconciliar el sueño.

Luego que amaneció, alegre y sumamente gozoso se volvió a Asís a toda prisa, esperando se le declarara la voluntad del Señor, que le había mostrado estas cosas, y aguardando a que el mismo Señor le descubriera sus designios acerca de su salvación. Y, cambiando por completo de parecer, desistió de ir a la Pulla, deseoso de conformarse a la voluntad divina».

 

1. Lectura matizada

 

  • Notemos que esta es la segunda aventura militar de Francisco. La primera fue la guerra contra Perusa, que Asís perdió, y a resultas de la cual Francisco estuvo preso un año. Aquella prisión descalabró su interior y le marcó para siempre. Ya nunca sería el mismo. Pero se ve que no fue suficiente para hacerle desistir de buscar la gloria por la vía militar. Porque al poco ya estaba embarcado en esta otra guerra contra la Pulla a las órdenes del conde Gentile.
  • Pronto le ocurre algo en Spoleto. La Pulla queda aún muy lejos. Dice el texto que “se sintió enfermo”. No iba bien y cayó de nuevo en el vacío, seguramente en una enfermedad física y psíquica.
  • Cae en un duermevela: “semidormido”. Es el marco propicio para tener “visiones”, al gusto de la época. De repente le queda claro que ha hecho una mala elección: ha elegido “al siervo en lugar del señor, al criado en lugar del príncipe”. Todo al gusto de las relaciones de patronazgo de la edad media. En el duermevela ve las cosas claras. El interior confuso de Francisco siempre necesitado de luz.
  • La pregunta de todo principio brota directa: “¿Qué quieres que haga?”. El saludable desconcierto de quien empieza a intuir algo distinto. Se le dice que vuelva a Asís porque “la visión hay que entenderla de otra manera”. Esa manera será la vida evangélica en sencillez contrapuesta a la búsqueda de gloria.
  • Comienza el discernimiento: “empezó a pensar con suma diligencia”. Tiene que haber un proceso interno de cambio. Los caminos evangélicos no se andan sin procesos, así de repente. Por eso, “se recogió interiormente”, empezó a darle vueltas a la cosa. Y la “fuerza de la visión” le quita el sueño.
  • Todo está descrito de manera muy imprecisa, pero en aquella visión, fuera lo que fuera, está el primer paso de la nueva vida evangélica de Francisco. Algo  ocurrió aquella noche en su corazón, algo se intuyó, una luz pequeña comenzaba a abrirse paso.

 

 

2. Derivaciones

 

  • Nosotros también corremos tras la “gloria”, no la militar, sino la gloria del yo: estar ahí, ser centro, demandar aplausos, acaparar la conversación. Es la autoafirmación del yo, próximo a la enfermedad del yo. La misma que tiene Francisco. La que tenemos nosotros.
  • Francisco está necesitado de luz. Nosotros también lo estamos en muchos momentos en que se oscurece la vida. De la Palabra, de la eucaristía, de la fe, puede venir la luz. De la amistad, de la cercanía, del amor, viene más aún.
  • ¿Nos hemos hecho alguna vez la pregunta “qué quieres que haga”? No solo es la pregunta de la desorientación. Es también la pregunta de la posibilidad.
  • Para Francisco el evangelio será un camino de vida, no solo de religiosidad. Beber del evangelio como quien cree que eso le puede servir para llevar una vida más gozosa, más feliz.
  • Es el inicio del proceso de Francisco. Una fe en proceso: ir a más, apreciar más la Palabra, sentir a Jesús más acompañante, saberse más hermano de los otros, mejorar la buena relación (clave para saber que se cree bien).

 

3. Para saber más

 

     «Para demostrar su audacia, Francisco se une a un caballero, que, en la primavera de 1205, marcha a combatir a la Pulla. Allí el Conde Walterio III de Brienne-le-Châteu está luchando por su herencia del sur de Italia, que le disputa el procurador Markward von Annweiler. El joven Francisco que se arma para la Pulla recuerda la novela de Chrétien de Troyes en que el dominador de Grecia escucha decir a su hijo: Voy a ofrecer mis servicios al rey Arturo que está facultado para administrar justicia en Bretaña, a fin de que me otorgue el espaldarazo de caballero” (N. Kuster)». Si esto está detrás de esta aventura de Francisco, hay que decir que realmente tenía la cabeza llena de pájaros.

 

3

LE FUE CONTANDO ORDENADAMENTE

EL PROPÓSITO QUE ACARICIABA

(TC 16)

 

«Con gran alegría se levantó de la sobredicha visión y alocución del crucifijo, protegiéndose con la señal de la cruz; montó en el caballo con telas de diversos colores y llegó a la ciudad que se llama Foligno. Aquí vendió el caballo y todo cuanto había llevado, y regresó a continuación a la iglesia de San Damián.

Habiendo encontrado allí al pobrecillo sacerdote, le besó las manos con fe y reverencia, y le ofreció el dinero que llevaba, y le fue contando ordenadamente el propósito que acariciaba. Atónito el sacerdote y asombrado de su repentina conversión, no le quiso creer; y, pensando que se trataba de una burla, tampoco quiso aceptarle el dinero. Mas él se esforzaba con viva insistencia en convencer al sacerdote de lo que le decía y le rogaba con gran interés que le permitiera morar con él.

Accedió, por fin, el sacerdote a que se quedara con él, pero no se dignó recibir el dinero por miedo a sus padres. Por lo cual aquel verdadero despreciador del dinero lo arrojó a una ventana, como si fuera vil polvo.

Como se iba prolongando su permanencia en este lugar, su padre indagaba solícito y preguntaba por el paradero de su hijo; y, como oyese que había cambiado por completo de porte y que vivía de esa manera en aquel lugar, herido súbitamente en lo más íntimo de su corazón y contrariado por los inesperados acontecimientos, llamó a sus amigos y vecinos y marchó a toda prisa a buscarlo.

Mas Francisco, caballero novel de Cristo, tan pronto como se enteró de las amenazas de los que le perseguían y tuvo noticia de la llegada de los mismos, quiso sustraerse a la ira de su padre y se refugió en una cueva oculta que para esto se había preparado, y allí permaneció escondido durante todo un mes. Tan sólo uno de la casa paterna conocía la cueva, en la que ocultamente comía lo que de tanto en tanto se le traía. Allí oraba sin cesar bañado en copiosas lágrimas y pedía al Señor que le librara de esa persecución dañosa e hiciese cumplir con benigno favor sus piadosos deseos».

 

1. Lectura matizada

 

  • Después del encuentro con el leproso y de la experiencia espiritual con el Cristo de san Damián, Francisco, que se halla en pleno proceso de búsqueda, hace una venta importan de telas y del caballo en Foligno (a unos 19 km de Asís), lejos de su padre. Las telas debía ser buenas, “de diversos colores”. Por esta venta le denunciará su padre ante el obispo de Asís. Regresa con el importe en la bolsa a san Damián, no a su casa. El proceso vocacional de Francisco tiene un lado económico que no conviene olvidar.
  • Con el sacerdote de san Damián, cura rural “pobrecillo” (aunque luego se verá que es más listo de lo que parece) Francisco tiene gestos de aprecio: “le besó las manos con fe y reverencia”: La vida de Francisco, de principio a fin, ha estado muy ligada a la de los sacerdotes rurales.
  • Este cura se convierte en el primer confidente de los anhelos de vida evangélica de Francisco: “le fue contando ordenadamente el propósito que acariciaba”. Francisco dirá en el testamento que a estos curas quiere “honrar, amar y tener como a mis señores”. Y siempre fue así.
  • Pero el cura no es tonto, cree que se está riendo de él y no acepta el dinero por temor a las iras del padre. No quiere meterse en líos. Y se hace el remolón ante la “viva insistencia” de Francisco de que le dejara vivir con él. “Por fin” le deja. Sin morada; empiezan las duras consecuencias de su opción evangélica.
  • Francisco vive con este cura un largo período. Algunos calculan dos años (de los tres que duró su proceso vocacional). Un cura generoso que le permite ser compañero durante tanto tiempo.
  • El padre comienza a pelear su batalla, que no es tanto por su hijo, sino por sus bienes. Contrariado “en lo íntimo del corazón” (y del bolsillo). Fue una gran decepción para Pietro Bernardone. No se lo perdonaría nunca (en Francesco de L. Cavani se reconcilian). Francisco evita la polémica con su padre y escapa al monte. Duros caminos, a veces, los del evangelio (se ve el dolor de Francisco por todo esto en 2 Cel 12 y TC 23: un hombre simple le bendice por la calle cuando el padre lo maldice).

 

2. Derivaciones

 

  • Los caminos de la fe toman rostro en el tema de las relaciones y en la economía. Si la fe no altera nada esos dos ámbitos es que aún estamos solo en el marco religioso; no hemos pasado al marco de la vida real.
  • La no fácil relación con los curas, y menos ahora. Sin embargo, siguen sirviéndonos la fe, mal que bien. Sin renunciar a las críticas, habrá que sopesar los valores.
  • La fe tiene sus consecuencias. Una fe con pocas consecuencias puede que sea una manera religiosa de cumplimiento y poco más, algo superficial.
  • A veces el hecho de creer, o el religioso, tiene algunas consecuencias familiares complicada. ¿Cómo no hacer de  la fe un obstáculo en la vida familiar? ¿Cómo aspirar a un respeto educado? ¿Cómo valorarse en familia por encima de posicionamientos religiosos?
  • La vida cristiana acarrea, a veces, dificultades y pequeños sufrimientos. Una fe sin sufrir nada puede que le falte algo, aunque tampoco hay que sufrir por sufrir. Pero los conflictos también vienen, a veces, por el lado de la fe.

 

3. Para saber más

 

     «El texto se sitúa en el período que va del verano de 1205 a la vuelta de Espoleto hasta 1208 con la revelación del género de vida evangélico en la misa de un día de febrero de 1208. TC marca los episodios: episodio con los leprosos (TC 11-12), experiencia religiosa ante el Cristo de san Damián (TC 13-15), convivencia con el sacerdote de san Damián (TC 16), desnudamiento ante el Obispo (TC 19-20), reconstrucción de san Damián y otras iglesias (TC 21). Es decir, la convivencia con el cura está en el centro del proceso. No quiere decir que sea lo más determinante, pero no puede ser considerada como algo marginal. Es, quizá, la época del aprendizaje profundo de unas experiencias que le estaban marcando a fuego» (F. Aizpurúa).

 

 

 

4

TENGO OTRO PADRE

(TC 20)

 

«El varón de Dios se levantó rebosando de alegría y confortado con las palabras del obispo [que le animan a que devuelva a su padre el producto de la venta en Foligno]; y, llevando ante él el dinero, le dijo: - Señor, no sólo quiero devolverle con gozo de mi alma el dinero adquirido al vender sus cosas, sino hasta mis propios vestidos. Y, entrando en la recámara del obispo, se desnudó de todos sus vestidos y, colocando el dinero encima de ellos, salió fuera desnudo en presencia del obispo y de su padre y demás presentes y dijo: - Oídme todos y entendedme: hasta ahora he llamado padre mío a Pedro Bernardone; pero como tengo propósito de consagrarme al servicio de Dios, le devuelvo el dinero por el que está tan enojado y todos los vestidos que de sus haberes tengo; y quiero desde ahora decir: Padre nuestro, que estás en los cielos, y no padre Pedro Bernardone. Y entonces se vio que el siervo de Dios llevaba bajo sus vestidos de colores un cilicio a raíz de la carne.

Levantándose su padre, enfurecido de íntimo dolor y de ira, cogió el dinero y todos los vestidos y se los llevó a su casa. Pero aquellos mismos que habían presenciado la escena, se indignaron contra él por no haber dejado ni una mínima prenda a su hijo. Y, movidos a compasión por Francisco, empezaron a llorar abundantemente.

Mas el obispo, considerando atentamente el coraje del varón de Dios y admirando con asombro su fervor y constancia, lo acogió entre sus brazos y lo cubrió con su capa. Comprendía claramente que lo había hecho por inspiración divina y reconocía que en lo que acababa de ver se encerraba no pequeño misterio. Y desde este momento se constituyó en su protector, exhortándolo, animándolo, dirigiéndolo y estrechándolo con entrañas de caridad».

 

1. Lectura matizada

 

  • Se está llegando a la culminación del proceso vocacional de Francisco. Empieza a ver la luz. Y esto se materializa en la ruptura con todo el mundo económico que representa su padre. Eso lo hace “con gozo de su alma”. No hay amargura en esta clase de decisiones. Él, que había centrado su vida en el dinero, encuentra su gozo fuera del dinero.
  • El desnudamiento puede parecer abrupto. Pero no se hace leña de ello. Por eso, hay cierto pudor (“en la recámara del obispo”), coloca dinero y vestidos sin gestos violentos, como sería tirárselo a su padre o cosas así. Pero no deja de tener un punto de provocación, de militancia.
  • La declaración de Francisco es estremecedora: desde ahora tiene otro Padre, el de los cielos; Bernardone deja de ser su padre (en la película de Cavani esta declaración queda sellada con un golpe de gong que sobresalta). Frase terrible para un padre y para el mismo Francisco. Él creyó que esta ruptura era necesaria para poder seguir adelante. Nunca dejó de amar a su padre, pero fue necesario romper con su marco de valores centrado en el dinero.
  • Lo del cilicio tiene lo suyo. Un fraile que no era penitente, no era santo en la época. A Francisco lo pintan así Celano y san Buenaventura (además de este número de TC). Pero hay una veta clara de oposición de Francisco a esta clase de prácticas, como se ve en LP 50 y EP 27. Flor 18 dice que en capítulo de Pentecostés mandó por obediencia retirar estos artilugios de penitencia (“se contaron más de 500 cilicios y anillas y los dejó allí”). Bastante cilicio había tenido con todo el proceso vocacional tan dificultoso, tan duro en muchos aspectos.
  • El padre se marcha “enfurecido de íntimo dolos”. Furia y dolor, las dos cosas. Él también sufría. Pero seguía aferrado al dinero. La gente critica su tacañería. La gente llora. Empiezan a cambiar las tornas.
  • El obispo le cubre con su capa. Es Guido I, un hombre pacífico. El que le sucedió fue un violento, Guido II. Fue el gran amparador de los pasos iniciales de Francisco. Siempre hay mediaciones que ayudan y amparan.

 

2. Derivaciones

 

  • Una manera de saber quién es uno es ver dónde tiene su alegría. El dinero es necesario, esto queda fuera de duda. Pero hay que ver si ese llega a ser el valor dominante. Porque no solamente se constituye en gozo central, sino en causa de muchos litigios (familiares, sociales, etc.). Hay que estar vigilante.
  • Uno puede tener actitudes proféticas, valientes, pero para eso no es necesario herir. Han de quedar descartados los insultos, los desplantes, las malas caras, las palabras ofensivas. Se puede ser arriesgado y fraterno a la vez. O, por lo menos, se puede intentar.
  • El evangelio no pide romper con la familia, pero sí con contravalores de contenido inhumano (el odio, la venganza, el rencor, la explotación, etc.). Si alguno de esos contravalores estuviera en nuestro ámbito familiar, habría que andarse con cuidado.
  • Para andar la fe siempre se contará con amparos. Dios no nos deja en la estacada. Siempre habrá pequeñas ayudas (como francisco encuentra una ayuda en el obispo Guido I). hay que fijarse en ellas y utilizarlas (el mismo grupo de Laicos y Capuchinos es un pequeño amparo).

 

3. Para saber más

 

         «Guido I fue obispo de Asís hasta 1211. Pastor eclesiástico supremo de la diócesis, ya en tiempos de la revolución burguesa (toma de poder de 1197). Guido I es testigo de la conversión del hijo del mercader, preside el proceso público en la primavera de 1206, asesora a Francisco en los inicios de la fraternidad y tramita el acceso a la curia romana de los doce primeros hermanos en 1209; les deniega, sin embargo, una iglesia propia en Asís. Probablemente Guido I muere después de haber protegido la fuga de Clara el domingo de Ramos, y de haber apoyado la fundación de su comunidad en san Damián» (N. Kuster).

 

 

5

EL SEÑOR TE DÉ LA PAZ

(TC 26)

 

«Como más tarde él mismo atestiguó (Test 23), había aprendido, por revelación divina, este saludo: - El Señor te dé la paz. Por eso, en toda predicación suya iniciaba sus palabras con el saludo que anuncia de la paz.

Y es de admirar -y no se puede admitir sin reconocer en ello un milagro- que antes de su conversión había tenido un precursor, que para anunciar la paz solía ir con frecuencia por Asís saludando de esta forma: “Paz y bien, paz y bien”. Se creyó firmemente que así como Juan, que anuncio a Cristo, desapareció al empezar Cristo a predicar, de igual manera este precursor, cual otro Juan, precedió al bienaventurado Francisco en el anuncio de la paz y no volvió a comparecer cuando éste estuvo ya presente.

Dotado de improviso el varón de Dios del espíritu de los profetas, en cuanto desapareció su heraldo, comenzó a anunciar la paz, a predicar la salvación; y muchos que habían permanecido enemistados con Cristo y alejados del camino de la salvación, se unían en verdadera alianza de paz por sus exhortaciones».

 

 

 

1. Lectura matizada

 

  • Según dice en Test 23, el saludo de la paz lo aprendió “por revelación divina”. Es decir, en algún momento Francisco ha visto claro que el tema de la paz no era algo colateral, sino que tenía que constituir el centro de la oferta evangélica y franciscana. Y hay que decir que así fue: la paz está en el núcleo de lo franciscano. No nos ha de extrañar que inicie siempre su predicación popular con la expresión “El Señor te dé paz”.
  • Habla TC de “un precursor”, alguien que, como Juan Bautista, apareció en Asís diciendo “paz y bien, paz y bien” como saludo. Esto ya entra en las leyendas de la época. Había que catequizar al pueblo y todos los recursos eran válidos, reales o inventados.
  • De todos modos, Francisco hizo tan suyo ese saludo de “paz y bien” que cuando se discutió si habría que suprimirlo, él lo mantuvo con fuerza (cuando los frailes fueron a Alemania y los perseguían por aquel saludo raro, volvieron amargados; Francisco dijo que había que volver y seguir con el dichoso saludo). Creía que la oferta del evangelio pasaba por el anuncio de la paz.
  • Para TC, Francisco es como un profeta de la paz (“dotado del espíritu de los profetas”). Francisco no orará mucho por la paz (no tenemos ninguna oración suya con ese tema; la plegaria “haz de mí un instrumento de paz” es del siglo XX), pero intervendrá en asuntos de paz en Bolonia, Arezzo, Asís mismo, etc.
  • Parece que ha sido cierto que, a veces, se ha logrado “recuperar el código de la ciudadanía” por la predicación popular de Francisco (como ocurrió en Arezzo: 2 Cel 108, o en Asís: EP 101).

 

 

 

2. Derivaciones

 

         Se podrían sacar algunas conclusiones sobre cómo vivir la paz en relación con la ciudadanía:

  • El amor social: que es una variante hermosa del amor. ¿Podremos creer que el amor social, el amor a lo público, el sueño que anida en el fondo, oscuro muchas veces, del amor político pueden enseñarle el camino de la fraternidad básica? ¿Menospreciaremos los cristianos/as el amor político, aquel que Gandhi apreciaba tanto, por el evidente hecho de que va envuelto y mezclado a un magma de pasiones? ¿Nos autosituaremos al margen del pulso social siendo así que toda la ciudad, nosotros incluidos, late con un mismo corazón?
    • Contra el discurso del odio: porque este discurso es hoy, quizá más que antes, un torrente que amenaza con anegarlo todo, incluso nuestra propia alma. Resulta hoy necesario fortalecer la cohesión colectiva, es decir la adhesión al bien común, bajo pautas comunes y valores esenciales de referencia. ¿No debería ser los franciscanos/as extremamente cuidadosos con nuestras valoraciones sobre los distintos, los lejanos, los que nos llegan? ¿No habrían de encontrar en nosotros una mano cálida y no una voz airada, signo de un corazón endurecido de antemano?
    • Las voces de la ira: son las de quien cree que la ira merece más atención que el argumento. No habría que olvidar aquel estupendo consejo de Ef 4,6: “Si os airáis, que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enfado”. La ira bloquea los caminos de la fraternidad. La ira social es una siembra de sal sobre el campo de las relaciones humanas. Escuchar las voces de la ira que nos ofrecen ciertos medios es caminar en la dirección opuesta al Evangelio.
    • Gente por el bien: una lectura sesgada del hecho social puede llevarnos a creer que en nuestra sociedad es mayoría el número de personas que van a lo suyo, cuando no decididamente negativas, y aun malas. Esto es cuestionable: en nuestra sociedad es amplio el número de personas que están por el bien. Los signos de bondad, si se lee bien el hecho social, abundan y son cercanos. Por eso, aunque nos parezca que el mal es profundo, el bien lo es mucho más. Esta certeza habría de llevarnos a resistir tenazmente en el lado de la ciudadanía que está por el bien. Si los cristianos nos alejamos de ese ámbito, nos alejamos del camino marcado por aquel que “pasó haciendo el bien” (Hech 10,38).
    • Apóstoles de la inclusión: ya que un sector social piensa que las identidades sociales se reafirman por la exclusión. La visión del cristiano, que el Papa Francisco recalca continuamente (EG 186-216), es justamente la contraria: la sociedad es más fuerte, es más ella, cuanto más incluye, cuanto más abraza, cuanto más acoge. Una ciudadanía excluyente no puede apelar a sus raíces cristianas. Más bien es lo contrario: excluir nos aleja del Evangelio. La conversión a la ciudadanía nos ha de llevar al apostolado de la inclusión.
    • La compasión difícil: es aquella que hay que verter sobre personas y situaciones que deterioran la convivencia social. La tentación de juicio y condena para quien no respeta el código de la ciudadanía habría de ser suplantada por una difícil diplomacia: la de persuadir, seducir, a quien hiere a la sociedad por las ventajas, personales y sociales, de sumarse a la ciudadanía como casa común, como beneficio colectivo. Es prorrogar aquella actitud del padre que perdona siempre que “intentaba persuadir” al hermano mayor que no quería entrar al banquete de fiesta de la recuperación de quien había herido la convivencia familiar (Lc 15,28).

 

3. Para saber más

 

«Francisco de Asís es presentado, con razón, por su primer biógrafo como el «nuevo evangelista» de los últimos tiempos. Sin temor a equivocarnos se puede decir que el Evangelio que Francisco vive y ofrece es el Evangelio de la paz. Siendo esto así, su pasado violento se ha transformado en una fuerza creadora de paz. Se ha logrado lo que el Evangelio se propone: cambiar las estructuras personales hasta más allá de los límites predecibles por la razón humana» (F. Aizpurúa).

 

 

6

LA FORMA DEL SANTO EVANGELIO

(TC 29)

 

«Se levantaron, pues, muy de mañana y con otro señor llamado Pedro, que también quería hacerse hermano, fueron a la iglesia de San Nicolás, junto a la plaza de la ciudad de Asís. Entraron en ella para hacer oración; y como eran simples y no sabían encontrar el lugar donde habla el Evangelio de la renuncia del siglo, suplicaron al Señor devotamente que, a la primera vez que abrieran el libro, se dignara manifestarles su voluntad.

Terminada la oración, el bienaventurado Francisco tomó el libro cerrado y, puesto de rodillas delante del altar, lo abrió, y a la primera vez le salió este consejo del Señor: Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo (Mt 19,21).

Descubierto esto, el bienaventurado Francisco se alegró íntimamente y dio gracias a Dios. Pero, como era muy devoto de la Santísima Trinidad, se quiso confirmar con un triple testimonio, abriendo el libro segunda y tercera vez. La segunda vez le salió esto: Nada llevéis en el camino, etc. (Lc 9,3). Y en la tercera: Aquel que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, etc. (Lc 9,23).

El bienaventurado Francisco, tras haber dado gracias a Dios en cada una de las veces que había abierto el libro por la confirmación de su propósito y deseo concebido de hacía tiempo, ahora tres veces manifestada y comprobada divinamente, dijo a los mencionados por varones, Bernardo y Pedro: - Hermanos, ésta es nuestra vida y regla y la de todos los que quisieran unirse a nuestra compañía. Id, pues, y obrad como habéis escuchado.

Marchó el señor Bernardo, que era muy rico, y, una vez que hubo vendido todo lo que tenía y hubo reunido de ello gran cantidad de dinero, lo repartió todo a los pobres de la ciudad. Pedro cumplió también el consejo evangélico según sus posibilidades.

Abandonadas todas las cosas, se vistieron los dos el mismo hábito que hacía poco había vestido el Santo después de dejar el hábito de ermitaño; y desde entonces vivieron unidos según la forma del santo Evangelio que el Señor les había manifestado. Por eso, el bienaventurado Francisco escribió en su testamento: “El mismo Señor me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio”».

 

1. Lectura matizada

 

  • Se trata de Bernardo de Quintavalle y Pedro Catani, los primeros compañeros de Francisco. Dice que eran “simples y no sabían encontrar el lugar donde habla el Evangelio de la renuncia al siglo”. Entonces emplean una forma que usaban los movimientos pauperísticos de la época y que no era bien vista por las autoridades eclesiásticas: las suertes de los apóstoles. Se trataba de abrir al azar tres veces los evangelios para ver cuál era la voluntad que Dios quería manifestar. Eso es lo que harán.
  • Las tres frases que salen (Mt 19,21; Lc 9,3; Lc 9,23) aluden al desprendimiento que es preciso ir haciendo para andar el camino del evangelio. Los tres amigos lo leen de una manera radical y literal. Pero la conclusión es válida: el evangelio será la única regla de vida del grupo.
  • Bernardo que era muy rico lo da todo. Para Francisco eso será lo que le llevará a tenerle siempre aprecio. Francisco dejó mucho; Bernardo lo dio todo. Al final lo nombró “ejemplo y testamento viviente de la Orden”. Pedro vende y da “según sus posibilidades”: el evangelio no lleva a actitudes fanáticas.
  • A partir de aquí viven “unidos según la forma del santo evangelio”. Lo que les va a unir, más que la amistad, es el evangelio. Otra forma de amor. La consulta inicial de las suertes de los apóstoles se transforma en una “revelación”, un camino de total novedad.

 

2. Derivaciones

 

  • La lectura del evangelio debe conllevar una cierta racionalidad. La lectura literalista y, más todavía, la “fanática” son siempre muy peligrosas. La lectura racional no rompe el misterio pero lo va adecuando a las situaciones que vive cada uno. El evangelio no nos puede exigir lo que no podemos dar en un momento determinado.
  • El evangelio es la salvaguarda de la fe. Gracias al evangelio la fe ha pervivido, si no, alguien la habría echado ya a pique. Recurrir al evangelio con una cierta ingenuidad, en modos directos, puede ser algo muy saludable.
  • El evangelio invita a “vender y darlo” a los pobres. Eso no es despojarse de todo así sin más, sino ir dando una orientación social a nuestros bienes, siempre hasta donde se pueda. Y, también, hasta ver que lo importante no es tanto dar cuanto darse.
  • Los grupos de fe (como este de Laicos y Capuchinos) pueden ser otra forma de buena relación. No se trata tanto de ser amigos cuando de compartir vivencias de fe comunes. La amistad de fe es otra forma de amistad.

 

3. Para saber más

 

  • Bernardo de Quintavalle: primer compañero de san Francisco al que se une en la primavera de 1208. Respetado jurisconsulto que estudió tanto el derecho canónico como civil en la recién fundada universidad de Bolonia, y asesoró al gobierno de la ciudad de Asís. Escogido para el primer viaje a Roma en 1209. Asiste con los 12 hermanos a una audiencia con el “vicario de Cristo”, y acumula difíciles experiencias misioneras: en el invierno de 1209 en Florencia y en 1211 en Bolonia. Acompaña a Francisco en su viaje a España, donde dirige como provincial la Orden hasta 1219. Pasó los últimos años al lado del enfermo Francisco; fue propuesto por él, en 1226, como testamento viviente. Después de 1232, en franca oposición a Elías, se retira en 1237, por dos años, a un eremitorio del monte Sefro, al norte de Umbría. Muere entre 1242 y 1245 en el convento de Siena.
  • Pedro Catani, como doctor en ambos derechos y colega de profesión de Bernardo, se une a Francisco el 16 de abril de 1208. No era mucho mayor que el Poverello En 1219-1220 acompaña a Francisco a Oriente. A fines de 1220 Francisco le concede la dirección de la Orden. Pedro muere meses después, el 10 de marzo de 1221 en la Porciúncula, donde está enterrado.

 

 

7

SIN OTRO CALOR QUE EL DIVINO

(TC 38)

 

«Algunos los escuchaban de buena gana; otros, por el contrario, se burlaban de ellos; y muchos los acosaban a preguntas, diciendo: - ¿De dónde venís? Otros les preguntaban a qué Orden pertenecían. Como les fuese molesto contestar a tantas preguntas, decían sencillamente que eran varones penitentes oriundos de la ciudad de Asís; pues su Religión todavía no se llamaba Orden.

Otros muchos los juzgaban impostores o fatuos y no los querían recibir en sus casas, no fuera que resultaran ladrones y les robaran sus cosas. Por eso, en muchos lugares, tras haber sido colmados de injurias, se veían obligados a guarecerse en pórticos de iglesias o de casas.

Por este tiempo, dos de ellos estaban en Florencia pidiendo limosna y no podían encontrar dónde hospedarse. Llegaron, por fin, a una casa que tenía un pórtico, y en él un horno, y se dijeron mutuamente: - Aquí podríamos recogernos. Rogaron a la dueña que los recibiera dentro de la casa, pero ella se lo negó. Entonces le pidieron humildemente que les permitiera al menos descansar la noche junto al horno.

La dueña se lo consintió, pero vino su marido y le reconvino: - ¿Por qué has admitido en nuestro portal a estos maleantes? Se excusó ella diciendo que no había querido admitirlos dentro de la casa, pero les había permitido acostarse en el portal, donde no podrían robar sino leña. Pero el marido no quiso que se les prestara ni un sencillo cobertor para abrigarse, aunque hacía mucho frío, porque pensaba que eran maleantes y ladrones.

Apenas pudieron dormir aquella noche. Descansaron junto al horno, sin otro calor que el divino y sin otro abrigo que el de dama Pobreza. A la hora de maitines se fueron a la iglesia más próxima para asistir al oficio».

 

1. Lectura matizada

 

  • Esta página muestra cómo fue de dura la vida de los menores al comienzo de la fraternidad, dura y creyente. La gente los “acosaba a preguntas” porque la pinta que tenían debía ser muy extraña. Su mensaje de paz y de fe tampoco debía hacerlos cercanos. Eran tiempos crudos, violentos, muy cerrados. La vida franciscana ha florecido en campos difíciles.
  • Experimentaron el rechazo en sus propias carnes y fueron “colmados de injurias”, siempre con miedo, sobre todo, a que fueran “ladrones”. Ellos proponían un mensaje que apuntase no a los bienes, sino al corazón.
  • Y quizá lo más duro: no tener casa, un lugar donde recogerse, “obligados a guarecerse en pórticos de iglesias o casas”. ¿Qué se puede esperar de quien no tiene hogar?, dice el refrán. En esto se fija esta escena de desamparo.
  • Ruegan a la dueña que les dé hospedaje y ella se niega. Normal. Pero les permite acurrucarse junto al horno (quizá estaba algo caliente todavía). Y llegado el marido le recrimina ese gesto de solidaridad y él “no quiso que les prestara ni un sencillo cobertor para abrigarse”. Una vida evangélica envuelta en el frío, no en la comodidad.
  • Viven los hermanos una noche de insomnio. Descansan “sin otro amparo que el calor divino”. Un amparo que pasa por la pobreza. Hemos de valorar la difícil vida franciscana del principio. De lo contrario, se hace una lírica barata que no corresponde a la realidad.

 

2. Derivaciones

 

  • A veces hemos vivido la fe en contextos fáciles. Y cuando estos se hacen más difíciles, pensamos que “vienen a por nosotros” y hablamos de “persecución”. Primeramente habrá que ver si se nos persigue por ser cristianos o, justamente, por no serlo, por no vivir según los valores evangélicos. Y, caso de que hubiese “persecución”, incomprensión, cómo encajarla con humanidad y ciudadanía. Una cuestión concreta: ¿cómo entender la aversión a la Iglesia y a lo cristiano de unos jóvenes que casi nunca pisan la Iglesia?
  • Si hay ambición de bienes, el mensaje se bloquea. Si en la propuesta de la fe hay intereses de beneficio u otros, el mensaje de Jesús pierde fuerza. ¿Qué pensamos, por ejemplo, del afán eclesiástico por inmatricular bienes? O mirando a nosotros: ¿Por qué compartimos una limosna con Cáritas pero no nos hacemos socios de Cáritas?
  • A veces la vida cristiana lleva una cierta incomodidad, hasta el culto en la Iglesia la tiene a veces. Nos cuesta aceptar la incomodidad. Tenemos un nivel bajo de aguante. ¿Cómo subir ese nivel? ¿Cómo no estar siempre quejándonos por las incomodidades?
  • La vida cristiana necesita amparos, sobre todo personales, espirituales. ¿Cuáles son nuestros amparos en la fe? ¿Qué o quién nos suponen hoy una ayuda para nuestra vida cristiana?

 

3. Para saber más

 

         «Los oyentes se preguntaban unos a otros: ‘¿Quiénes son estos y de qué están hablando? Algunos de entre ellos decían que parecían locos o borrachos. Mas otros replicaban: ‘No son boberías las palabras que salen de su boca’. Uno de ellos sentenció: ‘O es gente que se adhirió al Señor por la más alta perfección, o bien se volvieron locos de remate, pues su vida en lo externo parece desesperada: caminan descalzos, visten ropas viles y apenas si comen’. Con todo, la gente desconfiaba de ellos. Incluso, al divisarlos de lejos, las muchachas salían despavoridas para no ser contagiadas de su locura. Es verdad que la gente no se decidía a seguirles, pero quedaba impresionada por la forma de vida santa con la que parecían marcados por el Señor» (Anónimo de Perusa 14-17).

 

 

8

SE INGENIABAN

PARA QUE TODA MALDAD HUYERA DE ELLOS

(TC 43)

 

«Y si a veces sucedía que uno decía a otro alguna palabra que le pudiera molestar, tanto le remordía la conciencia, que no paraba hasta que confesaba su culpa y, echándose humildemente en tierra, lograba que el hermano ofendido pusiera el pie sobre su boca. Y, caso de que el hermano ofendido no quisiera poner el pie en la boca del otro hermano, sucedía entonces que, si el ofensor era prelado, le mandaba al otro que lo pisara; y si era súbdito, el ofensor conseguía que le mandara el prelado. De esta manera se ingeniaban para que todo rencor o maldad huyera de ellos y reinara siempre entre ellos la perfecta caridad, procurando siempre contraponer, todo cuanto podían, virtudes particulares a vicios particulares, ayudados y prevenidos de la gracia de Jesucristo.

Nada reclamaban como propio. Los libros y demás objetos que les habían sido dados, los usaban según la forma transmitida y observada por los apóstoles. A la par que en ellos y entre ellos reinaba una verdadera pobreza, eran liberales y generosos con todo lo que les había sido entregado por Dios, y por su amor daban de buena gana a cuantos se las pedían, y particularmente a los pobres, las limosnas que ellos habían recibido».

 

1. Lectura matizada

 

  • ¿Cómo describe TC la vida de los hermanos de cara adentro del grupo? Esta página, a su manera, dice algo de eso. Lo primero, cómo controlar las palabras dichas al otro para que no causen daño. El remedio se nos antoja pintoresco: echarse a tierra y pedir que le pise la boca el ofendido. Un poco exagerado, pero es difícil controlar la maledicencia. Francisco le tenía horror (leer la escena de 2 Cel 182).
  • La cosa no hace distinciones entre “prelados” (superiores) y súbditos: si el que ofende es el prelado, le mandaba al súbdito que lo pisara y tenía que obedecer; y si era súbdito, el ofensor conseguía arrancar del prelado el mandato de pisarlo. Ya decimos, pintoresco y exagerado, pero significativo: cuando se habla mal del otro, hay que poner remedio. Si no, se destruye la fraternidad, el bien más valioso de la vida franciscana (y de la vida sin más).
  • Los “vicios particulares” se combaten a base de “virtudes particulares”. Es decir, la manera de generar vida fraterna es poner los valores a funcionar y ofrecerlos generosamente al otro. Toda persona tiene valores; si se ponen al servicio del otro, se multiplican.
  • Además, otro principio básico de convivencia franciscana es “no reclamar nada como propio”, tener una visión social de los bienes, diría FT. Se trata de controlar la tendencia a creerte más porque tienes más. Y si puedo arramblar con lo del otro, lo hago. Eso destruye la convivencia, la fraternidad.
  • A ello hay que sumar que “eran liberales y generosos”. Liberales para no juzgar; generosos para ponerse en la situación del otro. La vida franciscana habría de ser amplia y comprensivo, por un lado; solidaria y dadivosa por otro.
  • Finalmente, los pobres en el punto de mira: ellos como referentes de la verdadera vida franciscana. Si esta se aleja de la sencillez de vida y se hace indiferente a las pobrezas, ha perdido su alma.

 

2. Derivaciones

 

  • El control de nuestras palabras es decisivo: el 80% del daño que nos hacemos, nos lo hacemos con palabras; el 80% del bien que nos hacemos nos lo hacemos con palabras. Las palabras no se las lleva el viento; para bien y para mal, quedan en el fondo del alma.
  • Hay una frase de san Francisco muy buen sobre la manera de hablar del otro: «Bienaventurado el siervo que ama y respeta tanto a su hermano cuando está lejos de él, como cuando está con él, y no dice nada detrás de él, que no pueda decir con caridad delante de él» (Adm 25). Hay que controlar mucho este delante/detrás.
  • No hay que guardarse los valores que uno tiene porque sabe que si los pone a funcionar le molestarán. La fraternidad es la suma de nuestros valores puestos al servicio del otro. “Cuando estés en comunidad, muestra tu habilidad”.
  • Hay quien tiene algo que decir sobre lo que es honradamente tuyo. ¿Quiénes? Los pobres. Lo tuyo es principalmente para ti y tu familia. Pero ellos, los pobres, tienen una palabra sobre tus bienes. Nos cuesta darles entrada; pero habrá que intentarlo.
  • El franciscanismo tendría que ser liberal, de mentalidad amplia, flexible, no fanático, ni siquiera conservador. No se trata de pasar de todo y que nos dé igual; se trata de ver que el mayor valor es la dicha del otro y que contribuir a ella es hacerlo al propósito del evangelio sobre nuestra vida.

 

3. Para saber más

 

         «El descenso voluntario al nivel de los pobres, la vida en la periferia de la sociedad y el espíritu de familiaridad en la nueva fraternidad unifica lo que la Iglesia y burguesía humana separan en clases y rasgos diferenciados: clérigos y legos, “rezadoras” y trabajadores, ricos y pobres, caballeros y burguesas, ciudadanas y campesinos. Lo que en Asís separa claramente y se divide en clases sociales y eclesiásticas, se articula, en el nuevo movimiento, en una sola familia fraterna» (N. Kuster).

 

 

9

ID CON DIOS, HERMANOS

(TC 49)

 

«Al día siguiente fue presentado el varón de Dios por el señor cardenal al sumo pontífice, y Francisco le expuso todos sus santos propósitos. El sumo pontífice, dotado de singular discreción, accedió en la forma debida a los deseos del Santo, y, exhortando a éste y a sus hermanos acerca de muchas cosas, les dio la bendición y les dijo: - Id con Dios, hermanos, y predicad a todos la penitencia, como Él se dignare inspiraros. Y cuando Dios todopoderoso os aumente en número y gracia, comunicádnoslo, y Nos os concederemos más cosas y con mayor seguridad os encomendaremos otras más importantes.

Quería el señor papa saber si todo lo concedido y lo que pensaba conceder era conforme a la voluntad de Dios, y, antes que el Santo se retirase, le dijo a él y a sus compañeros: - Queridos hijos nuestros, vuestro tenor de vida nos parece sobradamente riguroso y austero; y, aunque os vemos tan animosos que de vosotros no cabe la menor duda, sin embargo, debemos pensar en aquellos que os han de seguir, y puede ser que esta vida les parezca demasiado austera. Mas como viera la constancia de su fe y el ancla de su esperanza firmemente sujeta en Cristo, de modo que por nada querían apartarse de su generoso fervor, dijo al bienaventurado Francisco: - Hijo, ve y pide a Dios que se digne revelarte si esto que buscáis procede de su voluntad, para que, siendo Nos sabedor del divino beneplácito, accedamos a vuestros deseos».

 

1. Lectura matizada

 

  • Al inicio de la vida franciscana, pensó Francisco que el nuevo género de vida debería ser conocido y aprobado por el papa Inocencio III. El obispo de Asís medió con el cardenal Juan de san Pablo y el papa los recibió (cosa rara). Esta página narra la entrevista.
  • Le dejaron exponer “todos sus santos propósitos”, que no es poco. El papa les dio su bendición. Ese “id con Dios, hermanos” da la impresión de que pasa de ellos y se los quiere quitar de encima cuanto antes. Eran un movimiento minúsculo. Cuando sea un movimiento potente, el aparato eclesiástico lo sumará a sus intenciones.
  • Los dice que prediquen la penitencia (no la paz) “como Dios se digne inspiraros”. Vosotros veréis lo que hacéis. Y si aumentáis “en número”, volvemos a hablar: a la institución le interesa el número de donde viene la fuerza.
  • Pero, además, les hace una invitación a rebajar el ideal pensando “en aquellos que os han de seguir”. En lugar de alegrarse de que el evangelio les atraiga, ponen pegas diciendo que esta vida es “demasiado austera”. ¿Hay una justificación de la no-austeridad del sistema?
  • Se ve que, de alguna manera, Francisco les hace ver que ellos están decididos (“el ancla de su fe firmemente sujeta en Cristo”) les vienen a decir que tienen un permiso como provisional: “si esto procede de su voluntad…accedamos a vuestros deseos”. La clásica desconfianza del sistema ante quien parece que quiere innovar.

 

2. Derivaciones

 

  • ¿Cómo ve un franciscano a la jerarquía de la Iglesia? Con respeto, con “veneración” como decía Francisco, con agradecimiento y con libertad. Esto último es lo más difícil, porque el sistema tiende a someter a la persona a sus dictados. Francisco obró con libertad (en el tema de las cruzadas, por ejemplo). Y tuvo que pagar su precio.
  • Es “normal” que el sistema eclesiástico use fuerzas (como el franciscanismo) cuando son  muchas en número. Algo menos cuando son frágiles. También es “normal” que nombre obispos franciscanos (hay más de 200; los capuchinos tenemos ahora tres cardenales, como nunca). Es “normal”, pero no deja de ser cuestionable.
  • ¿Qué es mejor, ser muchos y fuertes o ser menos y asumir la debilidad? Pues no nos resignamos a lo segundo en esta época de secularidad. ¿Dónde hay que poner el acento, en el número y la fuerza o en la ilusión? ¿No se puede mantener la ilusión por Jesús siendo pocos y frágiles?
  • La vida franciscana habría de ser un tanto “exagerada” en algunos temas como la paz, la ecología, la fraternidad, etc. De lo contrario, ¿cómo se va a vivir la “profecía franciscana”, la aportación de quienes amamos a Francisco a la comunidad cristiana y a la misma sociedad? Hay que encajar con paz la desconfianza del sistema eclesiástico. También hay que hacerlo, así mismo, con los increyentes que piensan que el mundo sería mucho mejor sin religiones. Encajar con humanidad quizá sea el único lenguaje que lleve a algo. ¿Qué es encajar con humanidad?: escucha, respeto, racionalidad, diálogo, etc.

 

3. Para saber más

 

         «Inocencio III era un jurista elegido papa en 1198. El papa más poderoso de la Edad Media respalda a los movimientos franciscanos en 1209 (regla primitiva), así como la forma de vida evangélica de Clara con el “privilegio de la pobreza”. Francisco se encuentra con este papa repetidas veces; la última, en los días de su muerte en Perusa» (N. Kuster).

 

 

10

SIN JUICIO NI DESPRECIO

(TC 58)

 

«Amonestaba también a los hermanos que no juzgaran a nadie, ni despreciaran a los que viven con regalo y se visten con lujo y vanidad (2 R 2,17), porque Dios es Señor nuestro y de ellos, y los puede llamar hacia sí, y, una vez llamados, justificarlos. Decía también que quería que los hermanos respetaran a estos hombres como a hermanos y señores suyos, pues son hermanos, en cuanto han sido creados por el mismo Creador, y son señores, en cuanto que, proveyéndoles de lo necesario para el cuerpo, ayudan a los buenos a hacer penitencia. Y seguía diciendo: - Tal debería de ser el comportamiento de los hermanos entre los hombres, que cualquiera que los oyera o viera, diera gloria al Padre celestial y le alabara devotamente.

Todo su afán era que así él como los hermanos estuvieran tan enriquecidos de buenas obras, que el Señor fuera alabado por ellas. Y les decía: - Que la paz que anunciáis de palabra, la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones Que ninguno se vea provocado por vosotros a ira o escándalo, sino que por vuestra mansedumbre todos sean inducidos a la paz, a la benignidad y a la concordia. Pues para esto hemos sido llamados: para curar a los heridos, para vendar a los quebrados y para corregir a los equivocados. Pues muchos que parecen ser miembros del diablo, llegarán todavía a ser discípulos de Cristo».

 

1. Lectura matizada

 

  • ¿Cómo se comportaban los primeros hermanos dentro de la sociedad en la que vivían? Francisco les da muchas pautas, hoy también interesantes. Esta página de TC recoge algunas de ellas. La primera es “no juzgar ni despreciar” a quien no entiende la vida ni el evangelio como tú, a quien tiene otro modo de vida. Era importante. 2 Re 2,17 lo recoge. Porque Dios tiene mecanismos para “justificarlos”, para envolverlos en un mecanismo de amor, para envolver su injustificada y egoísta ostentación.
  • Dice que esos tales son “hermanos y señores”: tienen intacta la dignidad creatural, a pesar de sus comportamientos cuestionables. Además, también son capaces de andar algunas veces los caminos del bien (“ayudan a los buenos a hacer penitencia”).
  • Francisco es consciente de que el único evangelio que leerán muchos será la vida del menor. De ahí que “cualquiera que los viera y oyera” habrían de leer en esa vida el Evangelio y así, a su manera, “darán gloria al padre celestial”. De ahí que Dios debía ser alabado por las “buenas obras” de los hermanos, no tanto por sus palabras.
  • Esto se aplica sobre todo al tema de la paz. Y de ahí esta famosa frase: “Que la paz que anunciáis de palabra, la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones”. Es decir, que sea el comportamiento personal el primer y mejor argumento para la paz.
  • Y luego enumera los valores de la vida franciscana: mansedumbre, benignidad y concordia. Mansedumbre para no empeorar los conflictos; benignidad para poder encajar comportamientos cuestionables; concordia para hacer más posible la dicha.
  • Y desde aquí enuncia la vocación del franciscano/a: “curar heridos, vendar quebrados y corregir equivocados”. Clara lo decía también a su manera a las clarisas: “sostener los miembros vacilantes de la Iglesia” (3CtaI 8). Y siempre desde una actitud menor, sin ponerse nunca por encima de nadie.
  • Y llega al límite de la fe en la bondad humana cuando dice que  hasta los “miembros del diablo pueden ser discíoulos de Cristo”. Eso es mirar al fondo del corazón humana y no apearse de creer en la bondad sembrada en el fondo de las realidad.

 

2. Derivaciones

 

  • Vivir sin juicio y sin desprecio no quiere decir ser un ingenuo que no sabe discernir. Hay que analizar los comportamientos humanos y si hay que decir que no, hay que decir que no. Pero siempre sin menosprecio, insulto o malas formas.
  • Mirar a la persona desde la dignidad es una gran herramienta de amor fraterno y social. Dice el papa Francisco que “hay que llevar la dignidad al centro”. Es preciso, sobre todo al enfocar a las pobrezas, tener esto muy presente.
  • Helder Cámara, cardenal brasileño, decía a sus catequistas que “muchos no leerán sino el evangelio de tu vida”. Eso mismo dice san Francisco a sus hermanos y a nosotros/as. Si la vida desdice al Evangelio, vamos para atrás.
  • Es inútil hablar de paz si no hay paz en el propio corazón. Un interior alterado no puede generar paz. Un entorno vital violento anula cualquier mensaje de paz. Hay que comenzar los trabajos de la paz por tenerla viva en el kilómetro cuadrado donde se desarrolla tu vida.
  • Puede parecer que valores como la mansedumbre, la benignidad o la concordia nos parezcan valores “negados” por la sociedad de hoy, ya que no están en primera plana de la actualidad. Pero están en segunda o tercera. La bondad siempre está presente y muchos la valoran.
  • Si algo devalúa al franciscanismo es tener actitudes de superioridad, creerse en un plano distinto que el común de los mortales, abandonar el llano en el que está la mayoría de las personas. Para el franciscano, lo común es su lugar habitual de vida. Y está contento de pertenecer a él.

 

3. Para saber más

 

         «Hoy se hace una llamada a quien aprecia a Francisco para que tome más en serio el tema personal de la paz y, sobre todo, de la paz social que es el rostro de aquella. Efectivamente, nada de esto sería posible sin escuchar en el fondo del corazón la llamada personal a la paz en la que Francisco puso tanto énfasis. Sin esta respuesta personal, todo quedará desleído y el duro y hermoso camino de la paz quedará situado en el terreno de las discusiones bizantinas» (F. Aizpurúa).

 

10 comentarios

Teresa -

“No juzgar ni menospreciar a quien no entiende la vida ni el evangelio como tú, a quien tiene otro modo de vida. Porque Dios tiene mecanismos para “justificarlos”, para envolverlos en un mecanismo de amor, para envolver su injustificada y egoísta ostentación”. Solemos ser rápidos para tomar el lugar de Dios para juzgar (entendido como condenar); en cambio olvidamos que tiene más interés en transformar y recrear a su imagen y semejanza. No le damos tiempo y lugar para ello. Nos urge más erradicar al que es y piensa diferente.

“Dice que esos tales son hermanos y señores”. Si es que solemos verlos en cada uno/una… Y, seguramente, se cumple aquí aquello: Ni son todos los que están, ni están todos los que son.

“Francisco es consciente de que el único evangelio que leerán muchos será la vida del menor”. O del cristiano/a, de los consagrados/as… Así que, más vale ser eso, evangelio, para todos, y no otras cosas. Y ese evangelio solo será inteligible por las “buenas obras”.

Qué hermosa vocación, la de “curar heridos, vendar quebrados y corregir equivocados”, al igual que Jesús, identificados con él, pues no hay mejor forma de hacerlo. Como “sostener los miembros vacilantes de la Iglesia”; una misión oscura, pero con verdaderas entrañas de misericordia. “Y siempre desde una actitud menor, sin ponerse nunca por encima de nadie”. Sí, como Jesús.

“Y llega al límite de la fe en la bondad humana cuando dice que hasta los miembros del diablo pueden ser discípulos de Cristo”. Sí que es una fe hasta el límite; pero, a lo mejor ha de llegar hasta ahí para que la bondad humana sea tal cual.

Mil gracias, una vez más, por este acercamiento gozoso y enormemente rico a Francisco de Asís. Porque siempre es un acercamiento privilegiado al Evangelio de Jesús.




Teresa -

“¿Qué es mejor, ser muchos y fuertes o ser menos y asumir la debilidad? ¿Dónde hay que poner el acento, en el número y la fuerza o en la ilusión? ¿No se puede mantener la ilusión por Jesús siendo pocos y frágiles?” Las preguntas más actuales de la VR y la Iglesia a día de hoy. Y no nos resignamos a la pérdida de status, de poder e influencia por mucho que lo neguemos. No nos gustan la pobreza ni la pequeñez, aunque afirmemos lo contrario. Si así fuera cerraríamos casas y parroquias sin aparato ni traumas, y nos sentiríamos felices de perder presencias. Porque lo que se pierde por un lado, se gana por otro: a lo mejor en calidad evangélica, por no decir radicalidad; o en compromiso vocacional personal.

“Hay que encajar con paz la desconfianza del sistema eclesiástico. También (…) con los increyentes que piensan que el mundo sería mucho mejor sin religiones. Encajar con humanidad quizá sea el único lenguaje que lleve a algo. ¿Qué es encajar con humanidad?: escucha, respeto, racionalidad, diálogo”. Mucho mejor que adoptar una actitud siempre a la defensiva o victimista a tiempo completo.

(Continuará...)

Teresa -

“Las palabras no se las lleva el viento; para bien y para mal, quedan en el fondo del alma”. Es verdad. Tanto si escuchan personas inteligentes como necias, no hay viento que sople y se lleve las palabras en ese momento. Y el daño que hacen es el mismo en ambos casos. Cuando no se puede esperar gran cosa de las bocas ajenas, lo mejor es aprender a gestionar lo que se oye, bueno y menos bueno, y la propia sensibilidad.

“Hay que controlar mucho este delante/detrás (a la hora de hablar de los hermanos/as)”. Sí, y qué difícil es. Hace falta un interior muy purificado y liberado para adquirir ese control.

“Cuando estés en comunidad, muestra tu habilidad”. De modo que puedan echar mano de ti. Pero, cuenta también con que prefieran otras habilidades ajenas menos “hábiles” que las tuyas.

“El descenso voluntario al nivel de los pobres, la vida en la periferia de la sociedad y el espíritu de familiaridad en la nueva fraternidad unifica lo que la Iglesia y burguesía humana separan…”. Todo para lograr el sueño de Dios: “una sola familia fraterna”.

(Continuará...)


Teresa -

“(…) habrá que ver si se nos persigue por ser cristianos o, justamente, por no serlo, por no vivir según los valores evangélicos”. Cuando algunos prelados hablan, indignados, de persecución contra los católicos en el seno de nuestra sociedad da un poquito, o algo más, de vergüenza ajena. Persecución es la que sufren en otros países, los cristianos, cuando son minorías rechazadas, a causa de su fe. De nosotros, se rechaza una moral anacrónica e intolerante, una superioridad ante los demás que no se corresponde con la misericordia, con la acogida ni con la comprensión y la bondad de Jesús.

“Si hay ambición de bienes, el mensaje (de Jesús) se bloquea, (…) pierde fuerza”. Esto sí es un antitestimonio brutal en una sociedad tremendamente sensible en este sentido. ¿En qué evangelio hemos aprendido esta ambición?

“La vida cristiana necesita amparos, sobre todo personales, espirituales”. Sobre todo, unos apuntados más arriba: “amigos en la fe”.

Impresionan los principios de los franciscanos; como los de todas las Órdenes. Se dirá que no se pueden perpetuar las circunstancias y condicionamientos; que no es lo mismo el origen de un carisma que su desarrollo o madurez; que aquellos tiempos no son estos… Pero ¿por qué nada de eso consuela demasiado, ni apaga gran cosa la nostalgia que se siente al contemplar a aquellos primeros?

(Continuará...)


Teresa -

“La lectura del evangelio debe conllevar una cierta racionalidad. (…) La lectura racional no rompe el misterio, pero lo va adecuando a las situaciones que vive cada uno. El evangelio no nos puede exigir lo que no podemos dar en un momento determinado”. Está bien recordarlo. El ejemplo de los santos, como Francisco, puede llevar, en un primer momento, a primar una lectura literal del evangelio.

De todas formas, es cierto que “recurrir al evangelio con una cierta ingenuidad, en modos directos, puede ser algo muy saludable”. Una recuerda con cariño haber conocido a gente que lo hacía así, de forma saludable, y con ello transmitía evangelio.

“El evangelio invita a “vender y darlo a los pobres”. Eso no es despojarse de todo así sin más, sino ir dando una orientación social a nuestros bienes, siempre hasta donde se pueda”. ¿Por qué a los religiosos, que hacemos profesión de pobreza, nos cuesta tanto discernir en esta materia? Porque lo cierto es que, normalmente, vivimos en el seno de la sociedad por encima de la media.

“No se trata tanto de ser amigos cuanto de compartir vivencias de fe comunes. La amistad de fe es otra forma de amistad”. Según la Escritura, quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro.

(Continuará...)

Teresa -

“Francisco no orará mucho por la paz, (…) pero intervendrá en asuntos de paz”. Curioso. Seguramente, es lo mejor que se puede hacer. Además de ser, como él, una persona de paz.

Muy buenas todas las conclusiones sobre “cómo vivir la paz en relación con la ciudadanía”, porque apuntan a lo social, a buscar lo mejor para todos en lo común, allí donde todos podemos encontrarnos. Y subrayo la más chocante de todas: “la compasión difícil”. Porque la compasión con el débil, el que sufre, el último, saca lo mejor de nosotros mismos; compensa. Pero “sobre personas y situaciones que deterioran la convivencia social”, es difícil de verdad. Como “prorrogar aquella actitud del padre que perdona siempre que “intentaba persuadir” al hermano mayor”, ¿no es más difícil que acoger y perdonar al pequeño?

“Se ha logrado (en Francisco) lo que el Evangelio se propone: cambiar las estructuras personales hasta más allá de los límites predecibles por la razón humana”. Es indudable que el Evangelio no ha perdido su fuerza ni su capacidad de transformación. Entonces, ¿qué hemos hecho nosotros, abrumadora mayoría de cristianos, con él?

(Continuará...)

Teresa -

“Una manera de saber quién es uno es ver dónde tiene su alegría”. Que es donde se pone el corazón.

“Uno puede tener actitudes proféticas, valientes, pero para eso no es necesario herir”. Se diría, incluso, que herir desacredita actitudes que, de esa manera, jamás podrán ser ni proféticas ni valientes.

“Para andar la fe siempre se contará con amparos”. Paulo Coelho tiene una hermosa frase que viene a decir, más o menos, que cuando alguien desea algo con mucha fuerza, el universo entero se confabula a su favor para lograrlo.

Es bueno contar con un Guido I en el camino de la fe. Y por algo será darse de bruces con algún Guido II. De todas formas, si no es estrictamente necesario, líbranos, Señor.

(Continuará...)


Teresa -

“La fe tiene sus consecuencias (en el tema de las relaciones y en la economía; en la familia). Una fe con pocas consecuencias puede que sea una manera religiosa de cumplimiento y poco más, algo superficial”. Por eso, sigue siendo válido que “nadie es profeta en su tierra”. La coherencia con la propia fe, de alguna manera o incluso en gran manera, nos hace extraños a los nuestros cuando no la comparten. Nuestras opciones y actitudes resultan incomprensibles, y nuestras prioridades, un sinsentido.

“Es, quizá, la época del aprendizaje profundo de unas experiencias que le estaban marcando a fuego”. Qué cerca se siente así a los santos y qué hondamente humanos: cuando aprenden de sus experiencias y estas los marcan.

(Continuará...)


Teresa -

“El saludable desconcierto de quien empieza a intuir algo distinto”. Preciosa manera de nombrarlo, cuando uno/a, de primeras, percibe el desconcierto de forma muy negativa. Sobre todo en lo que toca a la vida espiritual.

“Los caminos evangélicos no se andan sin procesos, así de repente”. Ni Jesús, ni los santos; pero se nos suele olvidar. O lo aprendemos demasiado tarde, después de unos cuantos golpes contundentes. Y, hasta es una suerte vivir esos procesos: los hay que no pasan por ellos nunca.

“De la Palabra, de la eucaristía, de la fe, puede venir la luz. De la amistad, de la cercanía, del amor, viene más aún”. ¡Audaz afirmación! Y tan cierta como osada.

Si Francisco, con su “cabeza llena de pájaros”, fue capaz de hacer después su proceso espiritual, hay que saludar a todas las cabezas llenas de ellos.

(Continuará...)

Teresa -

“El género hagiográfico no contempla la propuesta de la “zona oscura” de los santos”. Y de aquellos barros, estos lodos; no hay forma de aceptar la nuestra, y así no se puede integrar, ni asimilar. Ni la nuestra, ni la ajena.

“Realidades como estas bajaron a ese sótano de la personalidad de Francisco y ello dio como resultado una visión concreta de su persona y de la realidad humana”. Tal vez, fruto en parte de hagiografías como las mencionadas, se ha valorado en exclusiva lo luminoso y ejemplar, lo transparente y cristalino. En cambio, los “sótanos” de la personalidad evocan algo sórdido, oscuro y culpable; pecaminoso.

“Todo esto no hace al hermano Francisco ni menos humano ni menos creyente”. Probablemente, hoy, aquí y ahora, estamos más preparados, gracias al avance social, para valorar más esa calidad humana y de fe, sea cual sea la religión que se profese.

Para que alguien esté convencido de que su lado gris no es ningún desdoro para su valor, ha de conocerlo bien, y haber recorrido un largo y solitario camino de aceptación hasta integrarlo y amarlo como parte de sí.

“En la dura prisión de Perusa parece que no todo fueron sombras (…) hubo un sitio para el amor”. De no ser así, hubiera resultado una experiencia demoledora del todo; destructiva.

(Continuará...)