Marcos 2
CVMc
Domingo, 1 de noviembre de 2015
VIDA Y EVANGELIO:
UN MISMO CAMINO
Plan de oración con el Evangelio de Marcos
2. Mc 1,6-8
Una reflexión inicial:
Siempre que nos hemos reunido en comunidad virtual, bien en grupo o en la reunión general, hemos experimentado, con toda evidencia, que trabajar el Evangelio en grupo es la mejor manera de contagiarse ánimo. Los humanos somos así. Aunque tenemos un fuerte carga de individualidad y hasta de individualismo, nos hacemos más humanos en contacto con los demás. El aislamiento empobrece; el roce, la fraternidad enriquece siempre. Por eso, quizá el mayor beneficio de todos estos años sea el haber tenido personas cerca y el que estás, muchas de ellas, sigan ahí. Sin ellas, esto se habría ido a pique seguramente. Hay algunas que tienen un papel más relevante en el grupo. Otras participan, sin más. Todo es necesario. El grupo se hace con el cariño de todos. Hasta los pequeños que revolotean en torno a nosotros en las reuniones generales tienen un sitio en esta comunidad. No tanto para adoctrinarles, sino para que lleguen a entender, ojalá, que aquí hay humanidad. De alguna forma, conectarán con nosotros.
El texto:
6Juan iba vestido de pelo de camello, con una correa de cuero a la cintura, y comía saltamontes y miel silvestre. 7Y proclamaba: -Llega detrás de mí el que es más fuerte que yo, y yo no soy quién para agacharme y desatarle la correa de las sandalias. 8Yo os he bautizado con agua, él os bautizará con Espíritu Santo.
- Se ha leído como un texto de humildad: desatar la correa de las sandalias como algo humilde. Pero, ¿por qué precisamente desatar? Es un asunto de derecho matrimonial de la época.
- En el tiempo de Jesús las mujeres no son sujetos civiles. Tienen que tener siempre un hombre que les represente legalmente. Si una mujer se queda sola (viuda, por ejemplo) hay establecido un mecanismo de amparo. Se llama ley del LEVIRATO. Consiste en lo siguiente: un hombre (el cuñado, el primo, etc…) tiene el derecho y la obligación de amparar a la mujer sola llevándosela a casa (estamos en ambientes poligámicos). Si no se la lleva tiene que pagar una multa, aguantar el ultraje de un escupitajo y dejar que se desate la correa de la sandalia.
- Este es un gesto no solo de menosprecio, sino que indica que no eres un hombre de ley, no cumples las obligaciones humanas, no eres buena persona.
- Según esto, ¿qué dice el Evangelio? Que Jesús ha cumplido esa ley, se ha llevado a la “mujer desamparada”, a nosotros, y le ha dado amparo. Tenemos un buen marido, un amparador, alguien que no nos va a dejar tirados.
- Y ¿por qué hace esto? Porque nos trata como personas dignas, porque ve más allá de las apariencias y valora nuestra dignidad de criaturas, porque sin dignidad no hay humanidad ni Evangelio.
Un momento de silencio y oración:
- Agradezco a Jesús su amparo continuo.
- ¿Soy casa de amparo para otros?
- Valoro a quien ampara.
Un valor: el amparo
No se habla mucho de él. Suena como a otra época, pero es muy necesario para vivir. ¿Cómo cultivar hoy este valor?
- Todos estamos necesitados de amparo. Esta obviedad hay que ponerla por delante.
- No se puede amparar si no se cambia la mirada: hay que lograr una mirada humana.
- El amparo tiene que ver con un interior jugoso. Si eres seco/a por dentro, nada que hacer.
- Hay que huir de paternalismo. El amparo es una cuestión de dignidad.
- El amparo mide si calidad por la implicación.
Una imagen:
Sólo un refugiado puede meterse en la piel de otro. No hay otra explicación para comprender las razones de Dionisis Avranitakis, el panadero de la isla de Kos. Su familia huyó de la invasión turca de Esmirna en 1922, que desplazó a un millón de griegos de la ciudad. Muchos de ellos se refugiaron en Australia, donde la comunidad helena es enorme. Dionisis, nacido de aquellos náufragos errantes, pasó hambre y privaciones. Por eso se rebela ante lo que ve. "No puedo soportar ver a esta gente pasando hambre y frío aquí sin que mi Gobierno haga nada. Sé lo que es ser hijo de refugiado. Yo he pasado por eso", comenta mientras comienza el reparto de cruasanes, suizos y napolitanas. Todos los días, desde el pasado mes de mayo, sobrepasa la producción habitual de su panadería en 100 kilos de bollos. Con su furgoneta de currela, este griego de voz aguardentosa, malhablado y con barba plata de tres días se presenta frente a la comisaría de la policía, lugar de reunión de los recién llegados en patera y él mismo organiza la larga fila para repartir gratis el pan. Amparo evidente.
Un poema:
UN valle como éste,
en el que existen el gorrión, la rosa,
los ríos y los árboles, las nubes,
mayo y septiembre,
y el amor y la luz que en sus anchos dominios
a todos nos acogen, no puede ser que sea
triste valle de lágrimas,
por más que en nuestros ojos prospere el llanto a veces
y aunque lloremos lágrimas de sangre,
o aun a pesar de que la muerte venga
--tan a regañadientes de nosotros--
a transformarnos sin contemplaciones
en redomas ya limpias,
en sustancia de Dios.
Eloy Sánchez Rosillo
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