COMUNIDADES ALTERNATIVAS AL MODELO ACTUAL ECONÓMICO
COMUNIDADES ALTERNATIVAS
AL MODELO ACTUAL ECONÓMICO
Estos planteamientos tienen que ver con lo que los autores, tanto sociólogos como teólogos, llaman “cambio de paradigma”. El término, que viene de la ciencia, significa en las ciencias sociales el conjunto de experiencias, creencias y valores que afectan la forma en que un individuo percibe la realidad y la forma en que responde a esa percepción. O sea, es la manera de mirar la vida, el marco de referencias por el que una persona, y una colectividad, funcionan.
Pues bien, en la VR, y grosso modo, el paradigma afecta a tres aspectos: espiritualidad, relación comunitaria y misión:
- Antiguamente no había fisuras en la espiritualidad identificada entre nosotros con la actividad religiosa. Aunque hay grupos que, por inercia o por aferrarse a algo “seguro” siguen en ello, lo cierto es que en la sociedad laica esto está bajo mínimos. La espiritualidad de hoy tiene que ser laica, global, básicamente humana antes de, en nuestro caso, ponerle el “apellido” de cristiana.
- La relacionalidad comunitaria era antiguamente de componente jerárquico y estaba marcada por una cierta rigidez social. Eso también ha caído porque el modelo patriarcal se ha resquebrajado (este modelo existía hasta en los grupos femeninos). Por eso, la relacionalidad se vuelve menos jerárquica (aunque quedan muchos vestigios) y más flexible, amigable, cercana.
- La misión religiosa la ha entendido la VR como apostolado. Ahora se entiende como trabajo, como sentido de la apuesta común, como modo de relacionalidad con el entorno social del que se hace parte abiertos a todas las preguntas del entorno.
Los estilos de una posible comunidad de vida alternativa al modelo actual económico que se sugieren demandan un cambio de paradigma. He ahí su problema (como su correlato de la pertenencia sistémica, verdadero problema a tener en cuenta). Demandan una idea de la VR de espiritualidad laica, de componente ajeno al mundo jerárquico y de misión en conexión con el devenir social. Si esto no se da, la posibilidad disminuye. Nos inspiramos y citamos a J. EIZAGUIRRE, Una vida sobria, honrada y religiosa. Propuesta para vivir en comunidad, Ed.Narcea, Madrid.
1. Comunidades para evidenciar las falacias del sistema
“¿Conocemos alguna comunidad de buscadores de Dios consagrados a esto, a recordar las condiciones de vida de los últimos del mundo y a explorar, adoptar y consagrarse a propagar un estilo de vida desarrollado proféticamente solidario, sostenible y religioso? ¿Y no sería bueno –y nuevo- que hubiera al menos una? (p.134).
Se trataría de una comunidad dedicada al tema de “los 40 últimos de la tierra”, difundir su increíble situación, hacer las denuncias en contraste con los países ricos, elaborar espiritualidad en torno al tema (como lo hace Eizaguirre en Cuaresma), más allá de aspectos exclusivamente orantes.
Las notas de tal comunidad está ahí marcadas: estilo de vida desarrollado (no se trata de volver a la época de las cavernas sino de usar los cauces de esto que llamados desarrollo con cordura, austeridad y equidad), proféticamente solidario (con gestos creativos que empujaran a sumar sinergias con personas sensibles al asunto), sostenible (cuidando los detalles en el estilo de vida concreto: comidas, viajes, compras, estilos de relación, etc.) y religioso (con una mística creyente, evangélica, más que “religioso”).
Habría que hacerse “experto práctico” en analizar las falacias del sistema (alejándose de los modos sistémicos, como primer requisito). Tendría que se ayudada esta comunidad por quienes son más agudos en los análisis. Habría que hacer ejercicios continuados y prácticos de documentos que ponen delante ese tipo de falacias.
2. Comunidades para un nuevo modelo de desarrollo
“De entre todas las necesidades humanas que encontramos hoy en el mundo globalizado, ésta es la más básica y la más urgente: dar respuesta al abismo escandaloso que está sumiendo en la miseria y en la muerte a tantísimos y tantísimos y tantísimos (de verdad que son muchísimos) hermanos y hermanas nuestros, junto con la gravedad de la cuestión medioambiental, que está poniendo en serio peligro la habitabilidad de nuestra ‘casa común’, cuyas consecuencias desastrosas recaen además sobre los más pobres” (p.56).
¿Cómo estos datos pueden ser el cimiento de una mística comunitaria creyente? Es decir, ¿cómo construir una mística partiendo de lo que ocurre, no de postulados religiosos? Y lo que ocurre es justamente lo que se dice ahí: una crueldad social que no hemos moralizado, un maltrato a la tierra que no nos hiere, un cargar con las consecuencias de nuestro proceder a los más débiles.
¿Se puede soñar una comunidad asentada sobre una mística de nuevo modelo de desarrollo? Sería: humano, realmente globalizado, primando a los débiles sociales y distanciándose claramente del sistema social opresor. ¿Qué tipo de comunidad surgiría de ahí? ¿Son capaces nuestras estructuras de intuir algo de eso, o hemos de alejarnos también de nuestro sistema estructural? ¿Cómo persistir, entonces, en la fraternidad?
Tal vez se podría comenzar por modos de vida simples para ir respondiendo a las cuestiones que se presentan no desde preguntas previas, sino desde caminos andados. Trabajar el “abismo” económico en base a gestos; trabajar en tema medioambiental en base a gestos.
3. Comunidades sostenibles
“Una comunidad que se propusiera organizar deliberadamente su vida para consagrarse a la causa de la Integridad de la Creación (y de sus criaturas), empezando por vivir de forma sostenible. La comunidad sostenible” (p.89).
El tema de la sostenibilidad es tan amplio que habría que acotar: energía, agua, residuos. Podría ser un buen comienzo. Una comunidad que controla el tema de energías, ya que el acceso a ella es el abismo de la globalización. Entran ahí: electricidad, coches, ascensores, calefacciones, medios de comunicación, iluminación, viajes, etc. Agua, que es la “batalla” del futuro: aprecio, uso diario, control, modos actuales cuestionables (aguas embotelladas). Residuos: todo el tema de residuos domésticos y otros, embalajes, modo de comprar, control de volumen de residuos.
La comunidad habría de ser una “experta” en conocimiento, medición, evaluación y difusión del terma de la huella ecológica, reflejo de nuestra actitud de sostenibilidad. Lo modesto de un planteamiento así, lo “doméstico” de cualquier opción no habría de ser óbice para lanzarse a un camino así.
4. Comunidades volcadas a los trabajos por la paz
“Hoy, como siempre, el mundo está necesitado de paz, de personas, comunidades y organizaciones que trabajen por la paz y sean testimonio de paz. En un mundo herido, dividido por las guerras y las discordias, maltratado por la violencia gratuita, se necesitan ámbitos y v testimonios de fraternidad y sanación” (p.108).
Quizá suene a cosa (hasta la expresión es repetitiva). Pero, de hecho, ¿existen comunidades religiosas “volcadas” al tema de la paz? No comunidades que recen por la paz (todas) sino que el proyecto comunitario esté asentado sobre el sueño de la paz y sus avatares. Es cosa distinta y ciertamente complicada.
Tal vez se podría proponer tres ámbitos: información ahondada y difundida (pertenencia a colectivos que estudian y trabajan el tema), proyecto compartido de acción sencilla en trabajos de paz en el ambiente social en que está inserta la comunidad, creatividad para generar un pacifismo cristiano serio que no existe en el ámbito de la vida religiosa
En concreto: ¿puede aún la vida religiosa española aportar algo al tema de la paz política en nuestro país frente al problema del terrorismo aún no desaparecido? ¿Puede una comunidad (vasca o no vasca) “dedicarse” a esto?
5. Comunidades de mediación y elaboración pacífica de conflictos
“Una comunidad que se proponga expresar la compasión por las víctimas de la pobreza, de la miseria y de la violencia poniendo intensidad en el estilo de vida debe ser en sí misma un laboratorio de convivencia pacífica y feliz. Esto, como sabemos, no significa ausencia de conflictos sino empeño por resolverlos por medio del diálogo y la aceptación de las diferencias en un clima de fraternidad. Y empeño por apoyar todas las iniciativas sociales y políticas encaminadas a la resolución pacífica de conflictos” (p.109).
La comunidad religiosa, como modo relacional de vida, experimenta el conflicto interno y social. El asunto es si una comunidad puede tomar ese campo como elemento aglutinador de su proyecto de vida. El anhelo básico ante los conflictos es poder solucionarlos. Si no se logra eso, el desaliento nos hace abandonar la empresa. Pero podría pensarse en un grupo de vida dedicado a elaborar conflictos y a poner en pie la eficaz herramienta de la mediación.
Elaborar conflictos no es solucionarlos, es sentar en la misma mesa del diálogo a los contendientes para que se escuchen en sus posiciones encontradas y para que, asumiéndolas, se vea loa posibilidad de acciones conjuntas aun manteniendo la diferencia. Desde ahí, el conflicto puede ser trampolín para una actuación humanizadora y no tormenta en la que indefectiblemente se naufraga.
La comunidad que se lanzara este proyecto habría de experimentar la dinámica elaboradora en el seno del propio grupo. Pero habría que apuntar con dedicación alo ancho y complicado mundo de los conflictos sociales (y hasta políticos). El aprendizaje de los laberintos del conflicto es imprescindible, la paciencia por el escaso logro, necesaria, el ánimo de que son seguidores fieles de Jesús quienes construyen la paz siempre habría de estar presente.
Desde el viejo paradigma teológico y espiritual, la vida religiosa ha engendrado carismas que, digamos lo que digamos, son casi iguales (iguales también en el cansancio en el que han caído). Aquí habría novedad, si se creyera en la eficacia de la elaboración de los conflictos y de la mediación como caminos que apuntan al logro de una paz eficaz.
6. Comunidades de acogida y de comunicación interpersonal
“Éste puede ser también uno de los aspectos de la Vida Consagrada que más siga atrayendo en nuestra cultura posmoderna. La propuesta de una vida fraterna en comunidad puede ser más fácilmente aceptable hoy que la de la ascesis en la búsqueda de Dios, la sobriedad profética o la participación ciudadana y política. Sí, la búsqueda de ámbitos de acogida y comunicación interpersonal es hoy un signo de los tiempos a los que debemos seguir la pista, descubriendo lo mucho de Dios que hay en ella” (p.110).
Muchas comunidades masculinas han practicado la acogida y la comunicación interpersonal en el marco del sacramento de la penitencia y en la llamada dirección espiritual. Hoy, más allá de intentos restauracionistas, estos marcos están no devaluados, sino casi desaparecidos. Se podría pensar en comunidades que tomaran como trabajo la acogida y la comunicación interpersonal. Para ello se necesita una preparación (terapias, psicología) y unas cualidades de escucha y de consejo. Una comunidad de acogida y comunicación en el confesionario, ni siquiera en el despacho, sino en el ámbito mismo de la comunidad. Lógicamente esto se podría practicar en comunidades de ambos géneros.
El horizonte de esta clase de comunidades sería el de las carencias de comunicación, las soledades urbanas (150 ancianos han muerto solos este año en Madrid), los aislamientos sociales. Y todo ello inserto en el estilo de la comunidad, no en simples técnicas terapéuticas (y para nada necesariamente religiosas). Huelga decir que los miembros de esta comunidad habrías de ser personas ágiles para su mutua a cogida y comunicación.
7. Comunidades de análisis de las causas
“No basta con decir que no podemos hacer nada porque las causas del abismo de la pobreza mundial están en las estructuras de pecado presentes en el mundo, como si nada tuvieran que ver con nosotros…si seguimos la pista a estas estructuras no tardamos en darnos cuenta de que están sustentadas en una determinada forma de vida de una porción de la población mundial, ese 20% de la humanidad que consume –o consumimos- el 80% de los recursos del planeta” (p.62-63).
Esto le resulta extraño a la vida religiosa (aunque sea fácil de entenderlo). La VR ha trabajado desde siempre con los “efectos” de la pobreza, con los pobres. Ahí ha tratado de poner remedio. Mientras tanto, las causas de la pobreza siguen verdeantes, produciendo “efectos”, “náufragos”, pobres en definitiva. Con ingenuidad y buena voluntad hemos “picado” en los anzuelos que calman nuestro sentido de la injusticia pero hacen que todo siga igual (0,7, Objetivos del Milenio, ONGs, etc.). Creemos que el tema de las causas (de alto componente social y político) no es cosa nuestra.
Y sin embargo no es así porque gran parte de la VR hace parte del 20% del grupo que consume y que es causa de las pobrezas sociales (la misma VR del tercer mundo, por su dependencia económica del primero, entra a hacer parte del 20%). Por lo tanto, el tema de las causas le incumbe.
Una comunidad religiosa podría caer en la cuenta de esto, tomar conciencia y dedicarse, en la medida de sus fuerzas a analizar, difundir y sugerir pequeños caminos de actuación en el tema de las causas (que tendrá que ver con hábitos de consumo, prácticas económicas y posicionamientos políticos). Su misma vida diaria habría de visualizar su preocupación por el tema de las causas. Todo habría de quedar pensado desde ahí.
8. Comunidades de opción por los sin papeles
“¿No es indudable que la atención a los inmigrantes es un imperioso campo de acción que reclama hoy una respuesta urgente y organizada?...Una respuesta desde la acción y la cercanía personal cara a cara y también desde la intervención política y la divulgación a la opinión pública, a la vez que se crean lugares de encuentro y redes de apoyo” (p.18-19).
La VR española está dando continuas muestras de trabajo con la inmigración masiva. Generalmente se vehicula a través de ayuda espontánea o de proyectos de apoyo inmigrantes. Todo lo que se haga es poco. Es un modo de misión y de solidaridad nuevo que encaja con el paradigma clásico de la VR.
Pero al proponer la opción de los sin papeles damos un paso más porque se trata del sector más débil de la inmigración ya que su posible integración está bloqueada o entorpecida por las trabas burocráticas y administrativas.
Una comunidad que optara como misión y como elemento básico de identidad comunitaria este sector de la inmigración tendría que hacerlo, necesariamente, desde la “cercanía personal cara a cara” porque tendría que conocer, albergar temporalmente, ocultar, seguir los itinerarios difíciles de estas personas. Además, habría de intervenir “políticamente” sobre todo en el ámbito de la calle, de los lugares jurídicos, en acompañamientos en que se vea que se ha tomado una opción por ellos sin fisuras. Y en cuanto a la difusión tendría un ancho campo tanto fuera como dentro de la estructura de la VR porque lo normal es que miremos para otro lado.
9. Comunidades de denuncia social sensata y razonada
“La palabra hablada, bien utilizada, ha sido siempre un gran medio de divulgación de ideas y de emociones. También puede serlo en nuestro caso. Yo me imagino una comunidad comprometida en charlas, cursillos, talleres, retiros y todo tipo de actividades de difusión directa. Nada como la fuerza del propio testimonio, oralmente compartido” (p.148).
La VR se siente “indignada” ante las tropelías de una sociedad insostenible (aunque haga parte de esa insostenibilidad). Pero manifiesta su indignación en ámbitos meramente privados, de puertas adentro, todo lo más. Sería estupendo soñar un tipo de comunidad que mezclara a la denuncia la sensatez y la razón (además de su testimonio), porque cuando la denuncia va mezclada a ellas adquiere una dimensión útil y alentadora.
Si esa denuncia sensata y razonada, crítica con la misma VR, se difunde, se multiplica, se hace llegar, se da a conocer, la tarea puede ser hermosa. Podría crear un tejido profético que hiciera que las iniciativas sociales no se quebraran al primer embate del sistema. Más aún, podría ser instancia de animación para las instituciones de la VR, muy timoratas a la hora de practicar la denuncia (porque no se sabe elaborar bien “los intereses” que tiene el sistema).
10. Comunidades de información en lo alternativo
“No podemos conocer quién está detrás de todos los productos y servicios que consumimos. En muchas ocasiones no sabemos cuál es la pauta más respetuosa con otros pueblos y con el medio ambiente. Pero si hubiera una comunidad de personas de la que nos fiamos cuya misión sea precisamente la de informarse, poner en práctica y divulgar estas cosas, ¿no nos prestaría un servicio utilísimo? (p.91-92).
Como dice Eizaguirre, no puede uno por sus propios medios conocer qué y quién está detrás de cada producto, de cada banco, de cada organización, de cada propuesta de consumo. Por eso, si alguien nos ayuda a percibir los trasfondos de esas realidades nos está haciendo el gran favor de hacer luz para nuestras actuaciones. Además, hace añicos la excusa de que “nosotros no sabíamos”.
Hay muchos religiosos y religiosas que, con gusto, harían cosas en la dirección de un estilo de vida sostenible. Pero sus actuales estilos de vida no les permiten tener acceso a una información asequible. Esta comunidad se la podría proporcionar de maneras asimilables.
Y lo mismo habría que decir de cara a la sociedad porque tampoco el ciudadano normal (que no lee mucho y se informa por encima) tiene posibilidades de ahondar de manera razonada en los problemas en los que está involucrado, en los torbellinos de estos tiempos. Una comunidad así podría ser una ayuda.
11. Comunidades que se preocupen por el futuro de los jóvenes y del mundo
“Sin buscadores es difícil que la Iglesia encuentre caminos para evangelizar al mundo de hoy. Mientras tanto, los jóvenes tienen derecho a saber si en la Iglesia nos preocupamos del futuro y del mundo nuevo en el que van a tener que vivir” (J.A.Pagola) (p.121).
La VR tiene suficientes preocupaciones con sus propios asuntos. Sin embargo, si la fraternidad y la profecía son entrega, una comunidad puede hacer suyas (y de hecho hace) los problemas que no son suyos. Por eso, para ejer la profecía y la fraternidad podría haber comunidades con la preocupación por el futuro de los jóvenes y del mundo como marco de identidad y de misión.
Esto habría de llevarles a acercarse, estudiar, compartir y trabajar el futuro del para la VR (y para otras instancias también) “impenetrable” mundo de los jóvenes (piénsese, por ejemplo, en el interpelante asunto de los jóvenes en la noche). Y desde ahí, dando un formidable salto (verdadero sueño profético) preguntarse por el futuro del mundo (ahí es nada). ¿Cómo ayudar a dejar un mundo más habitable a las generaciones futuras, es decir, un mundo más humano?
Puede parecer que esto no es competencia de la VR. Pero, ¿cómo podrá ella ser signo de “las realidades futuras” si el futuro no le inquieta? ¿De qué futuro, entonces, se pretender ser avanzadilla?
12. Comunidades de colaboración con el movimiento altermundista
“Hemos hablado también de los que trabajan en los movimientos altermundistas: el Foro Social Mundial, las organizaciones de Derechos Humanos…A estos, como a nosotros, también les mueve la pasión por la humanidad, la indignación por las injusticias y la denuncia pública y valiente de éstas” (p.150).
Muchos religiosos y religioso firmarían estas afirmaciones. Pero algo nos dice que la desconexión real con estos movimientos es evidente. ¿Qué presencia de la VR hay en ellos? ¿Qué colaboración real? Por eso, sería estupendo que una comunidad tomara como marco de vida y de identidad la participación en este movimiento altermundista de manera humilde y colaboradora (además de hacer luego trabajo de difusión en las comunidades, que buena falta nos hace).
El libro de Eizaguirre ha sido escrito antes del movimiento del 15-M. ¿Qué opinión han manifestado nuestras comunidades ante ese movimiento? ¿Qué sintonía, qué aprecio, que amanecer de un sueño, qué despertar de conciencias, o lo contrario? ¿Cuántos religiosos y religiosas se han acercado a Sol, al menos acercarse? ¿Qué impresión les ha causado? ¿Qué comunidad ha llevado el tema a la mesa del discernimiento fraterno a la simple oración?
13. Comunidades de trabajo político
“De eso se trata, de ser como Jesús: testigos de la verdad, sin tener miedo de pregonarla desde las azoteas (Lc 12,3). Entramos así en un nuevo ámbito, el de la participación ciudadana y política en la vida social. Como ciudadanos y como comunidades podemos intervenir en ella apoyando los programas y acciones que más defienden el medio ambiente, el comercio justo, la condonación de la deuda externa, los derechos humanos…y denunciando las políticas, las instituciones y las empresas que se oponen a ello. A ello nos referíamos antes al hablar de una vida honrada (o en justicia, siguiendo otras traducciones). Una vida que contribuya a la justicia y a la transformación de las estructuras injustas que cercenan la vida de nuestros semejantes” (p.82).
Como se suele decir, “que ponga las reglas quien juegue”. Es decir, no podemos hablar de intervención o de denuncia en el ámbito de lo público si no jugamos en esa misma arena. O sea: hay que mojarse en el terreno político para poder decir algo sobre ese mismo terreno.
Por eso, se podría pensar en alguna comunidad cuyos miembros, con formación necesaria, intervinieran en el terreno político y sindical como afiliados o como agentes que se mezclan a los problemas sociales y políticos reales. No es fácil, pero tiene que haber algún modo sensato de poner esto en pie. Ahí se podría ser instancia de humanización y aun de espiritualidad. Hoy esto está en la lejanía (además de que las trabas del Derecho eclesiástico son evidentes). Pero, al menos se podría pensar.
Conclusión
Quizá todo esto sea ciencia ficción, al menos mientras no se abandone o se flexibilice el viejo paradigma en el que está enmarcada la VR en general. Pero como la profecía no muere, se puede generar pensamiento. Y dado el irrefutable hecho de que minorías en la VR caminan por estas sendas, no parece improcedente el soñar que, un día, se pueda ir de forma más decidida por estas sendas. Y si, como solemos decir, está naciendo un tipo nuevo de VR (visto que el antiguo parece que coincide con un fin de era), quizá sea en el ámbito social donde la VR encuentre una salida.
1 comentario
ivan junior ll. g. -
creo que es la tarea de todos cuidar nuestro habitat para darle un mejor futuro a nuestra descendencia