Juan 61
CVJ
Domingo, 5 de diciembre de 2010
VIDA ACOMPAÑADA
Plan de oración con el Evangelio de Juan
61. Jn 9,6-7
Introducción:
No resulta fácil llegar a tomar la vida propia en las manos. Muchas veces, los acontecimientos (sobre todo si son adversos) nos desbordan, nos vemos sobrepasados. Otras veces, la evidencia de las limitaciones palpadas cada día nos hace desistir del sueño de ser nosotros mismos quienes controlemos nuestros caminos. Y entonces, nos dejamos llevar a donde sea, generalmente a un indudable deterioro. Por eso, nos conviene armarnos de valor y trabajar para llegar a ser lo más dueños/as posible de nuestros caminos. ¿Es un sueño inalcanzable? No, porque muchas personas cercanas lo van logrando e, incluso, si se despistan y hacen dejación de esa tarea, vuelven a recomenzar con buen ánimo.
El Evangelio de esta semana pinta un relato de curación de un ciego. Pero el verdadero milagro es que aquel ciego, fiado en la palabra animadora de Jesús, se animara a “lavarse”, a tomar el problema de su ceguera en las manos y a ver sus posibilidades de vida por encima de tal limitación. Cuando percibió que podía “ver” sin ver, cuando entendió que, a pesar de su limitación física, era una persona completa, es entonces cuando la luz amaneció en su realidad personal. Se había producido el “milagro” porque es mayor milagro que una persona se levante sobre su debilidad en toda su altura que el dar la vista física a un ciego de nacimiento (si decimos que no, es que tal vez no entendemos las propuestas hondas de vida del Evangelio). Jesús mismo hizo personalmente ese trabajo de ver la hermosura de su vida en la pobreza de su limitación histórica hasta llegar a pensarse hijo del Padre siendo un paria como era.
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Texto:
6Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, le untó su barro en los ojos al ciego, 7y le dijo:
- Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).
Él fue, se lavó y volvió con vista.
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Ventana abierta:
En la película Invictus, el personaje que interpreta a Mandela dice: “Soy el capitán de mi alma”. Es decir, Mandela, aun en situación de prisión y de gran calamidad, supo ser el “capitán” de su vida. o sea: dio cara a la adversidad y logró salir a flote. Hay muchas personas, no tan famosas, que son “capitanes/as de su alma”, dueños de su vida, aunque ésta pase por situaciones duras. La adversidad no puede con ellas. Son ellas las que controlan los acontecimientos, no al revés. De alguna forma son como el ciego del Evangelio que se animó a “lavarse”, a tomar su vida difícil en las manos.
Oramos: Gracias, Señor, por quienes son capitanes/as de su alma; gracias por quienes controlan sus limitaciones con sosiego; gracias por quienes no se amargan por su debilidad ni amargan a nadie.
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Desde la persona de Jesús:
Jesús empuja al ciego de nacimiento a “lavarse”: “Vete a lavarte”. Sin tomar la vida en las manos no se puede dar ningún paso para reorientar a la persona, mucho menos para ser seguidor de Jesús. El Evangelio no nos da soluciones hechas para nuestros problemas de la vida. Es una ayuda, un empuje, una mística para que nosotros tomemos la vida en las manos y nos decidamos a actuar contra cualquier situación de desesperanza. Jesús nos dice que, por muy duras que sean las circunstancias de nuestra vida, puede haber una salida (aunque sea limitada, pobre, sencilla), puede brillar una luz en el fondo de la noche.
Oramos: Tú, Señor, nos das posibilidades para levantarnos de nuestras situaciones duras; tú, Señor, nos das aliento para no caer en el desaliento; tú, Señor, nos acompañas en nuestros afanes por encarar la limitación.
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Ahondamiento personal:
El texto evangélico dice taxativamente que el ciego de nacimiento “volvió con vista”. Es decir, los esfuerzos por capitanear nuestra alma, por lograr sobreponernos a la adversidad, por controlar en lo posible nuestras limitaciones nunca son estériles. No podemos ceder a la vana ilusión de que estas circunstancias desaparezcan como por arte de magia. Pero la fe nos dice que tampoco su dominio es total y sin barreras si nos damos a la tarea de trabajar nuestro presente, de “lavarnos”, de ponernos en pie. Siempre se consigue algo, quizá más que algo.
Oramos: Que nunca caigamos en el pesimismo de creer que tal situación no tiene ninguna solución; que nunca caigamos en la falta de realismo de pensar que todo tiene arreglo fácil; que nunca hagamos parte del coro de “desalentadores” que echa leña al fuego del pesimismo.
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Desde la comunidad virtual:
El texto con el que oramos dice que el ciego “fue” decididamente a la piscina de Siloé. Los técnicos nos dicen que tal acción alude al seguimiento de Jesús. O sea, si seguimos a Jesús, podemos tomar con más facilidad en nuestras manos nuestras limitaciones personales. El seguimiento es, de alguna forma, terapéutico. Por eso, los pequeños trabajos de vida cristiana que hacemos (este de la oración u otros) pueden ayudarnos a “seguir” y, con ello, a trabajar nuestras debilidades con más éxito. Si tal cosa es cierta, la comunidad nos ayuda a ser personas un poco más dichosas. Gran ayuda.
Oramos: Que valoremos la ayuda comunitaria que nos prestamos; que pensemos que podemos ayudarnos a trabajar nuestro presente; que los pequeños gestos de amor se conviertan en ánimo para enfrentarnos a nuestras limitaciones.
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Poetización:
Mirando a su propio interior
en los largos momentos de oración,
en sus noches de soledad,
había llegado a una conclusión:
el amor del Padre
podía hacer
que las fuertes limitaciones de la vida
fueran controladas y dominadas.
Lo había visto en él mismo
porque la limitación
se amasaba a su vida
como a la de cualquier persona.
Pero un día descubrió
que podía ser
capitán de su alma,
dueño de su oscuro destino.
Creyó incluso
que tales limitaciones
nunca le impedirían
ser hijo del Padre,
estar en la órbita de su amor,
sentir su aliento cálido
en el fondo del corazón
aunque hiciera frío.
Por eso decía con la autoridad
de su experiencia
a quien andaba ciego, hundido, solo, muerto:
vete, lávate, levántate,
puedes ser dueño de tu vida,
puedes controlar tu limitación,
el Padre ha puesto dentro de ti
una fuerza de amor.
No te quedes llorando,
lamiéndote las heridas,
sino ten fuerza
para encarar tu presente,
lo que eres,
lo que vives,
por duro que sea.
Cuando esa llama prendía
en el fondo del alma,
la luz se abría camino
y las cegueras remitían.
Entonces como ahora.
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Para la semana:
Mantén el ánimo levantado durante la semana y encara tus limitaciones con fuerza. Jesús y los hermanos te amparan.
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