Apocalipsis 24
CVA
Domingo, 30 de marzo de 2014
BUSCAR LUZ
EN TIEMPOS OSCUROS
Plan de oración con el Apocalipsis
24. Ap 7,4-8
Introducción:
El amor entre humanos tiende por su propia estructura a reducirse a hacer único, a amar a una persona sobre todo y algunas más en torno a ella. Por eso decimos que lo importante es nuestra familia y nadie más. Y siendo eso cierto, que la familia es importante, hay personas que compatibilizan este amor con otras muchas personas. Son genes de amores amplios, universales casi, de horizontes abiertos. Es un amor de gran calidad que, además, tiene una virtud: no debilita los amores familiares. El amor tiende a ser productivo para todos, un amor no debilita otro amor. Más aún, quizá la manera de fortalecer un amor inmediato sea el lanzarlo a horizontes más amplios. Esta mezcla entre el amor cercano y el amplio es muy fructífera.
Es que cuando el autor de Apocalipsis habla de los marcados como de doce por doce mil (144000) está indicando la total totalidad. Es decir, todos estamos marcados para la entrega, para el bien, para el amor. Más aún, cuando el vidente omite la tribu de Dan conocida por su infidelidad y mete en su lugar la de Manasés que es parte de la tribu de José , no se da cuenta de que su restricción no hace sino reforzar el principio básico: por mucho que excluyas no podrás detener el caudal de amor que anida en el corazón de toda persona. Todos estamos destinados al amor y somos capaces de él. Es preciso desvelar esta posibilidad incluso en quienes se resisten a amar. Hay que decirles, con palabras y con hechos que el camino del amor también es para ellos.
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Texto:
4Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel:
5de la tribu de Judá, doce mil marcados,
de la tribu de Rubén, doce mil,
de la tribu de Gad, doce mil,
6de la tribu de Aser, doce mil,
de la tribu de Neftalí, doce mil,
de la tribu de Manasés, doce mil.
7de la tribu de Simeón, doce mil,
de la tribu de Leví, doce mil,
de la tribu de Isacar, doce mil,
8de la tribu de Zabulón, doce mil,
de la tribu de José, doce mil,
de la tribu de Benjamín, doce mil marcados.
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La luz de la vida:
El 24 de septiembre de 2013 murió en la aldea de los indígenas Tapirapé, en el Araguaia, la Hermanita de Jesús Genoveva, francesa de origen. Ella y sus compañeras han vivido una experiencia que el antropólogo Darcy Ribeiro consideraba una de las más ejemplares de toda la historia de la antropología: el encuentro y la convivencia de alguien de la cultura blanca con la cultura indígena. Aprendieron su lengua, vivieron como ellos, ayudaron al pueblo Tapirapé a sobrevivir. Gentes de amores amplios que no se han quedado en su pequeño círculo personal.
Oramos: Gracias, señor, por quien amplía su círculo de amor; gracias por quien ama con horizontes amplios; gracias por quien hace de la patria de otros su patria.
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La luz que es Jesús:
Para el Apocalipsis el número mil es el número del Mesías. Ese número se aplica a toda la realidad de Israel, a todas las tribus, a toda la historia. Todo está influenciado por la orientación de amor de Jesús. De ahí que le mejor manera de estar adherido a Jesús sea caminar con decisión en la dirección del amor. Así es, lo suyo no es buscar adeptos para una religión, sino suscitar amor en el fondo del corazón, sobre todo en el de aquellas personas que, por la causa que sea, han desistido de amar.
Oramos: Gracias, Señor, por envolvernos en amor; gracias, por empujarnos al amor; gracias por llenarnos de tu amor.
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La luz que viene de la sociedad:
Al decir que el amor apunta a la totalidad de la historia estamos proponiendo una nueva perspectiva social, y aun cósmica. Es la perspectiva de quien lee el hecho social desde la benignidad, la fraternidad y el amor. Eso da un resultado muy distinto de quien enfoca la vida desde la competitividad, el rechazo y el desamor. Por eso, como decía Gandhi, el amor tiene una fuerza política, una capacidad real para ser elemento de transformación social.
Oramos: Que amemos para cambiar la sociedad; que amemos para generar amor; que amemos para mirar de otro modo la vida.
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La luz que aporta la comunidad virtual:
La comunidad virtual nos ayuda a amar en cuanto que nos pone en una dinámica de ampliación de las relaciones y con ello del amor. No aspiramos a ser muchos, pero sí a estar siempre abiertos para acogernos y para acoger a quien quiera estar, orar, caminar con nosotros. Este amor ampliado es uno de los mejores frutos de la comunidad virtural porque nos sitúa mejor en la perspectiva que Jesús tiene sobre las personas y sobre las cosas.
Oramos: Que seamos personas de mente abierta; que seamos personas de corazón amplio; que acojamos con facilidad para amar con facilidad.
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Palabras de luz:
Hoy has sabido
que es bueno dejar a las palabras
con las puertas abiertas:
se acercarán a ver su corazón,
o, al menos,
podrán picotearlo las palomas.
(Mercedes Marcos Sánchez)
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Para estos días:
Trata de que tu manera de relacionarte con las personas y las cosas sea benigna y bienhumorada.
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