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FIAIZ

Lectura social el evangelio de Juan

  

 

Una lectura social del

EVANGELIO DE JUAN

 

            Tras 18 sesiones de lectura social del Evangelio de Marcos, nos aprestamos a otra etapa: leer, desde una perspectiva social, el Evangelio de Juan. ¿Es posible hacerlo con este “evangelio espiritual”? Sí, porque contiene semillas sociales que nos pueden ser de mucho interés como alimento de nuestra fe y de nuestro trabajo en Cáritas.

 

1

DIGNIDAD ANTE TODO,

NO TANTO HUMILDAD

(Jn 1,19-28)

 

Texto:

 

19Y éste es el testimonio que dio Juan cuando los jefes judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas,

 

a que le preguntaran:

            -¿Tú quién eres?

            20Él confesó sin ninguna reserva esto:

            -Yo no soy el Mesías.

            21Le preguntaron:

            -Entonces ¿qué? ¿Eres tú Elías?

            -Él dijo:

            -No lo soy

            ¿Eres el profeta?

            Respondió:

            -No

            22Pues ¿quién eres? Para que podamos dar una respuestas a quienes nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?

            23Él contestó:

            -Yo, un grito en el desierto,  que ya lo dijo Isaías: Despejad el camino del Señor.

           

24Entre los enviados había fariseos 25y le preguntaron:

            -Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?

            26Juan les respondió:

            -Yo bautizo con agua; pero en medio de vosotros hay uno que no conocéis, 27el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que yo no soy quién para desatarle la correa de la sandalia.

           

28Estas cosas ocurrían en Betania, a la orilla oriental del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

 

  • Se ha leído como un texto de humildad: desatar la correa de las sandalias como algo humilde. Pero, ¿por qué precisamente desatar? Es un asunto de derecho matrimonial de la época.
  • En el tiempo de Jesús las mujeres no son sujetos civiles. Tienen que tener siempre un hombre que les represente legalmente. Si una mujer se queda sola (viuda, por ejemplo) hay establecido un mecanismo de amparo. Se llama ley del LEVIRATO. Consiste en lo siguiente: un hombre (el cuñado, el primo, etc…) tiene el derecho y la obligación de amparar a la mujer sola llevándosela a casa (estamos en ambientes poligámicos). Si no se la lleva tiene que pagar una multa, aguantar el ultraje de un escupitajo y dejar que se desate la correa de la sandalia.
  • Este es un gesto no solo de menosprecio, sino que indica que no eres un hombre de ley, no cumples las obligaciones humanas, no eres buena persona.
  • Según esto, ¿qué dice el Evangelio? Que Jesús ha cumplido esa ley, se ha llevado a la “mujer desamparada”, a nosotros, y le ha dado amparo. Tenemos un buen marido, un amparador, alguien que no nos va a dejar tirados.
  • Y ¿por qué hace esto? Porque nos trata como personas dignas, porque ve más allá de las apariencias y valora nuestra dignidad de criaturas, porque sin dignidad no hay humanidad ni Evangelio.

 

Aplicaciones al trabajo social:

 

  • Reconocer la dignidad del otro, del débil, es cuestión fundamental. No se trata de hacer caridad (en sentido empobrecido), sino de reconocer la dignidad.
  • Ello conlleva hacer al otro sujeto de derechos, y más cuando se está en desventaja.
  • Por lo tanto, sentido de respeto, de igualdad, de valoración positiva. No se trata tanto de estar “humildemente” con los pobres, sino de reconocer su valía como personas y luchar desde ahí.
  • Si no amparamos a los frágiles se nos “desatará la correa de la sandalia”, el Evangelio nos dirá no solamente que no somos seguidores de Jesús, sino que no somos personas, no tenemos humanidad, no hay alma dentro.
  • Una frase del papa Francisco: “No nos preocupemos –propone, en consecuencia– sólo por no caer en errores doctrinales, sino también por ser fieles a este camino luminoso de vida y de sabiduría”; porque “a los defensores de ‘la ortodoxia’ se dirige a veces el reproche de pasividad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a situaciones de injusticia intolerables y a los regímenes políticos que las mantienen”.

 

2

CUERPOS QUE SON TEMPLOS

(Jn 2,13-21)

Texto:

 

13Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.

 

             14Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; 15y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas;

 

            16y a los que vendían palomas les dijo:

            -Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre. 17Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora" (Sal 69,10).

               

                18Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:

            -¿Qué signos nos muestras para obrar así?

                19Jesús contestó:

            -Destruid este templo y en tres días lo levantaré.

                20Los judíos replicaron:

            -Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?

                21Pero él hablaba del templo de su cuerpo. 22Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de lo que había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

 

  • Este es un texto importante. En los sinópticos está al final. Quizá san Juan, poniéndolo al principio, quiera decir que Jesús es, desde el principio, sacramento, lugar verdadero, del encuentro con Dios. Ni en el Templo, ni en la Ley, está Dios en verdad, sino en el cuerpo de Jesús, en los cuerpos.
  • En el Templo se negociaba mal: mercado privado de las familias pudientes (los saduceos), mercado injusto porque los comerciantes y cambistas se aprovecha. “Cueva de ladrones”. Jesús cuestiona el Templo que es símbolo del mercado injusto.
  • Pero hay algo más. Aun en el supuesto que los mercaderes del Templo hubieran negociado justamente, no hace falta ni templo, porque hay otro lugar de encuentro con Dios (eso quería ser el templo) mucho más importante: su corporalidad, su persona, si historia…Ahí es donde Dios se hace visible. Vemos a Dios viendo a Jesús. Por él sabemos cómo es Dios.
  • Lo peliagudo es lo que no se dice, pero se intuye: si Dios se halla en el cuerpo de Jesús que es humano, también se halla en todos los cuerpos humanos. Es decir, el encuentro de Dios ha de darse en la corporalidad de las personas, en su cuerpo. San Pablo dirá que el cuerpo es templo del Espíritu (1Cor 6,19).

 

Aplicaciones al trabajo social

 

  • Trabajar con cuerpos: eso es el trabajo social. No es un trabajo material, sino altamente espiritual. La dependencia de la persona de su corporalidad no ha de verse como un peso, sino como una oportunidad de generosidad humana. Por ello: respetar los cuerpos, tratarlos con exquisito cuidado, con amor.
  • El cuerpo es más que lo físico: es eso y es más. Es la historia personal y familiar, su manera de sentir y pensar, sus modos de entender la vida y la misma religión, los sentimientos. Cuando se trabaja con cuerpos hay que tener presente todo eso. No tendría sentido socorrer un parte (la alimentación, por ejemplo) y no socorrer otra, los sentimientos, por ejemplo).
  • El cuerpo es la puerta del “alma”. Por eso, si se quiereuno acercar al “alma”, al interior, a la verdad, de los frágiles sociales, atender las demandas de su cuerpo es un camino muy bueno. Si uno se siente acogido en el cuerpo, es fácil que abra la puerta de su “alma”.
  • Los cuerpos son los verdaderos templos del cristiano. Eso dice san Pablo, y así es. ¡Cuánto apreciamos los templos que nos son queridos! Pues más habría que aceptar y valorar los templos vivos de las personas, de cualquier persona, sobre todo de aquellos cuerpos en los que por la razón que sea (pobreza, soledad, enfermedad, etc.) el brillo de lo humano parece oscurecerse.
  • Conclusión: amar los cuerpos. Una conclusión que pocas veces se nos ha dicho en la espiritualidad común. A veces se ha dicho lo contrario. El Papa Francisco dice en “La alegría del Evangelio”: “Es la alegría que se vive en medio de las pequeñas cosas de la vida cotidiana, como respuesta a la afectuosa invitación de nuestro padre Dios: “Hijo, en la medida de tus posibilidades trátate bien…No te prives de pasar un buen día” (Eclo 14,11.14). ¡Cuánta ternura paterna se intuye detrás de estas palabras! (EG 4).

 

 

3

MISERICORDIA Y SENTIDO CRÍTICO:

VALORES RELACIONALES BÁSICOS

 

                3,1Había un fariseo llamado Nicodemo, magistrado judío.

 

            2Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo:

            -Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.

                3Jesús le contestó:

            -Te lo aseguro de verdad, quien no nazca de nuevo no puede ni entrever el Reino de Dios.

               

                4Nicodemo le pregunta:

            -¿Cómo puede nacer alguien siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?

                5Jesús le contestó:

            -Te lo aseguro de verdad, quien no nazca de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. 6Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. 7No te extrañes en absoluto que te haya dicho: "Tenéis que nacer de nuevo"; 8el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes ni de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.

               

                9Replicó Nicodemo:

            -¿Cómo es posible que esto suceda?

                10Repuso Jesús:

            -Y tú, siendo maestro en Israel, ¿no conoces estas cosas? 11Te lo aseguro: de lo que hemos visto damos testimonio y no aceptáis nuestro testimonio. 12Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo?

 

  • No resulta fácil este texto. Y menos, hacer una lectura social de él. Pero hay que intentarlo. Los textos difíciles son, a veces, muy luminosos.
  • Dice el texto que la manera de “nacer de nuevo”, de se una persona distinta, una persona “del reino”, es nacer “de agua y espíritu”. ¿Qué quiere decir eso? Nacer de agua es algo que alude a la interioridad, a una manera distinta de enfocar la vida, desde dentro. Una manera de se ser bueno por dentro, misericordioso.
  • Nacer de espíritu sería vivir con sueños, con utopía. Y para ello, vivir con sentido crítico. Es decir, aplicar el sentido común, entender bien el tiempo en que estamos metidos.
  • Si se quiere nacer de nuevo, ser una persona distinta, con orientación nueva, es sencillo: misericordia y sentido crítico.

 

Aplicaciones al trabajo social:

 

  • Los grupos de Cáritas, lo veamos aprendiendo, no tienen como cometido único repartir alimentos, sino ir creando humanidad, a través de sus acciones. Este cambio se va dando, pero es costoso porque dar unos alimentos es relativamente fácil; crear humanidad en las personas frágiles es mucho más difícil.
  • Para eso, para crear humanidad, hace falta dos requisitos: se persona misericordiosa y tener sentido crítico. Ser misericordioso no es solamente que me den pena los pobres, sino que intente comprender su situación, que sepa ponerme en su lugar, que los acompañe como querría yo ser acompañado cuando me veo solo. La misericordia es humanizadora, no paternalista.
  • Y, además, hace falta sentido crítico: frente a los mismos pobres que, algunos, tienden a engañar con su pobreza, frente a las instituciones, que nos quieren llevar a su terreno, frente a la sociedad que maneja tópicos sobre los pobres que no son verdad. Cristianos lúcidos, eso es necesario para hacer bien el trabajo de Cáritas. Ese es el ideal.
  • Estos dos valores son esenciales para una buena relación con los pobres y entre nosotros. Ser buen cristiano no es únicamente tener sentimientos religiosos, sino alcanza le “persona adulta” de la que hablaba san Pablo. Un trabajo de por vida.
  • Así nosotros mismos iremos “naciendo de arriba”, de otra manera de pensar, la de Jesús, de otra manera de ver las cosas, la de Jesús. Este cambio, en parte, es posible. De lo contrario, no hablarían los evangelios de ello.

 

4

HABLAR CON HUMANIDAD:

HABLAR COMO JESÚS

(Jn 4,4-26)

 

                4Tenía que pasar cruzando por Samaría. 5Llegó, pues, Jesús a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: 6allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.

                               7Llega una mujer de Samaría y Jesús le dice:

                        -Dame de beber.

                               8(Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida).

                               9La Samaritana le dice:

                        -¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?

                        (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos).

                               10Jesús le contestó:

                        -Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.

                               11Le dice la mujer:

                        -Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?;  12¿eres más que nuestro   padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?

                               13Le contestó Jesús:

                        -El que beba de esta agua volverá a tener sed; 14pero el que beba del agua que yo le daré nunca más volverá a tener sed; no, el agua que yo voy a darle se le convertirá dentro en un surtidor de agua que salta hasta la vida definitiva.

                               15La mujer le dice:

                        -Señor, dame agua de ésa; así no tendré más sed, ni     tendré que venir aquí a sacarla.

                               21Jesús le dice:

                        -Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. 22Voso­tros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, la prueba es la salvación que viene de los judíos. 23Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y ternura, porque el Padre desea que le den culto así. 24Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y ternura.

                               25La mujer le dice:

                        -Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él nos lo explicará todo.

                               26Jesús le dice:

                        -Soy yo: el que habla contigo.

 

  • Es la otra cara de la medalla: Nicodemo, un jefe, no acepta la propuesta de Jesús; los samaritanos, los marginados, sí aceptan.
  • Para acoger el plan de Jesús no cuenta ni la raza (Jacob), ni la religión (en este monte o en el otro), ni el Mesías. Lo que cuenta es estar dispuesto a amar, lo que ha hecho Jesús.
  • El Mesías de verdad es uno “que habla contigo”.  Hablar solamente lo hacen los humanos; por el habla se define lo humano.
  • El Mesías habla con humanidad, respeto y acogida a quien está al margen. En eso se nota que es Mesías de verdad, no tanto en que venga de Dios. Es Mesías porque habla con humanidad.

 

 

 

Para el trabajo social

 

  • Hablar es una cualidad de los humanos; hablar bien lo es de los humanos buenos. Hablar bien, con respeto, con ponderación, sin herir, sin exagerar. Hablar al corazón.
  • Hablar con humanidad es propio de quien ama lo humano, de quien se pone en la situación del otro. Este modo de hablar es la puerta que abre el corazón de la persona. Si hablas mal, el corazón se cierra; si hablas bien, el corazón se abre.
  • Para hablar bien hace falta dos ingredientes: realismo y cariño. Realismo para situarse bien en el contexto y entender lo mejor posible a la persona que tenemos delante. Cariño para saber acoger, consolar, animar, sostener.
  • Hablar bien de los pobres es hablar bien de Jesucristo; hacerlo mal, es hablar mal de Él. Esto habría que tenerlo presente cuando tenemos a un frágil social delante.

 

5

TRABAJOS DE VIDA Y DE FE:

HACER FRENTE A LA FRAGILIDAD

Jn 5,1-9a

 

                1Un tiempo después se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús se volvió a Jerusalén.

                               2Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, 3y allí estaban echados una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.

                               5Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. 6Jesús, al verlo postrado, y sabiendo que llevaba mucho tiempo le dice:

                        -¿Quieres quedar sano?

                               7El enfermo le contestó:

                        -Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado.

                               8Jesús le dice:

                        -Levántate, toma tu camilla y echa a andar.

                               9aY al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.

 

  • Leer los milagros de Jesús de una manera historicista, como simples prodigios, es la peor manera de leerlos. Son, sobre todo, relatos de reinserción social.
  • La piscina está al amparo del Templo. Las instituciones no ayudan a dar cara a situaciones que se prolongan. En los límites de la vida (38 años, 40 menos 2, toda la vida) puede venir la intervención del Evangelio. Siempre hay tiempo para reorientar los caminos de la vida.
  • El hombre aquel está preso de su camilla. Sin ella no es nada. La camilla le domina. Es símbolo de la limitación, de la fragilidad. La limitación es la que manda.
  • Jesús dice (“levántate, toma camilla y echa a andar”) que si “tomas la camilla”, si encaras tu limitación, y te pone a seguir a Jesús (“echa a andar”), tu persona revive (“levántate”).
  • El punto de partida es “tomar la camilla”: dar cara a la limitación, discernir la fragilidad, no mirar para otro lado, ver las causas y las consecuencias de nuestra limitación. Si se hace este trabajo, Jesús ayuda y la persona toma otro rumbo en la vida. Este es el milagro: una orientación nueva en la vida, más allá de las limitaciones.

 

Para el trabajo social

 

  • Para ayudar a encarar las limitaciones de los demás hay que hacer, a la vez, un trabajo con las propias limitaciones: mirarlas,  discernirlas y con paciencia tratar de convivir con ellas en paz y, si se puede, superarlas.
  • El trabajo social quiere ayudar encarar mejor las limitaciones sociales de los más frágiles: ayudarles a mirarlas, a hacerles frente con sentido común, a contagiar la certeza de que, si no todas, algunas de esas limitaciones pueden superarse.
  • Hay quien comprender a quien huye de sus limitaciones y se fuga de ellas (alcohol, drogas, escapes diversos). Pero, con paciencia, hay que intentar hacer ver que ese no es el mejor camino.
  • No quebrarse cuando la limitación gana, no hundirse cuando, tras haber trabajado, no se consigue quitar las limitaciones. El fracaso es no intentarlo; si se intenta se ha dado ya un paso importante.
  • Hay que celebrar lo poco que se consiga. Son pequeños gestos que hablan un lenguaje de futuro y nos dicen que ese futuro puede ser mejor.

 

 

6

COMPARTIENDO, LLEGA.

NO ES OBSTÁCULO LA POBREZA

(Jn 6,3-13)

 

Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.  Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al  ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: 
—«¿Con qué compraremos panes para que coman estos?» 
Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. 
Felipe le contestó: —«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.»  Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: —«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero,  ¿qué es eso para tantos?»  Jesús dijo: —«Decid a la gente que se siente en el suelo.»  Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco  mil.  Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban  sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.  Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: —«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.»  Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de  cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo  que habla hecho, decía: —«Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.»  Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la  montaña él solo. 

 

  • El texto quiere explicar cómo se pasa de una situación de carencia a otra de bienestar. Sostiene que eso se hace por el mecanismo del compartir sobre la base del todo. Compartiendo, llega.
  • La pobreza no es obstáculo. Si las pobrezas se compartieran, también surgirían riquezas: solidaridad, coherencia, socorros impensados.
  • Un muchacho pone sobre la mesa lo que tiene, su pobreza: panes de cebada y dos pescaditos en salmuera. Eso poco indica que ese es el camino, el del compartir.
  • El verdadero milagro no es que salgan panes del cesto, sino que abramos nuestro zurrón y estemos dispuestos a compartir. Cuando eso ocurre, se pueden “recostar”, aprestarse a participar del banquete de la vida como personas libres de pobreza y exclusión.
  • Tal es la fe del Evangelio en este mecanismo que dice que sobra “doce cestos”. Se pasa de una situación de escasez a otra de abundancia.

 

Para el trabajo social

 

  • Quien hace trabajo social ha de ser persona animosa para el mecanismo de compartir. No tanto para dar ejemplo, sino para sentir que cree en el Evangelio, que es seguidora de Jesús.
  • Hay compartires sociales a los que el voluntario ha de ayudar a que aparezcan. Lo que la sociedad da a los pobres no es una limosna sino una pequeña parte de la justicia que se debe a los pobres.
  • Compartir socialmente es hacer que los bienes públicos lleguen a todos, sobre todo a quienes están en mayor dificultad. El voluntario habrá de defender esta posición.
  • Cuando se comparte, la sociedad es mejor. Una ciudad que comparte es más humana, adquiere un valor no de mercado, pero sí de humanidad.
  • En ese sentido, cuando el voluntario “fuerza el com partir” está haciendo un bien a la ciudadanía. El voluntariado, aunque no se le reconozca, es, generalmente, una aportación positiva a la ciudadanía.

 

7

TODA PERSONA TIENE DERECHO A SENTARSE EN EL BANQUETE DE LA VIDA

(Jn 6,16-21)

 

                14La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:

            -Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.

                15Jesús, sabiendo que iban a llevárselo por la fuerza para proclamarlo Rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

                16Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, 17embarcaron e intentaban atravesar hasta Cafarnaún.

            Era ya noche cerrada y todavía Jesús no les había alcanzado; 18soplaba un viento fuerte y el lago se iba encrespando.

                19Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando percibieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando  junto  al lago, y se asustaron.

                20Pero él les dijo:

            -Soy yo, no temáis.

                21Pretendían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

 

  • Normalmente se lee este texto como un relato de milagros. Y efectivamente lo es (quizá de los más cercanos al hecho histórico, por extraño que parezca). Pero puede hacerse una lectura social.
  • Los discípulos vuelve del “otro lado del mar” (de los paganos) a Cafarnaún, a su tierra. No vuelven contentos por la multiplicación de los panes, sino contrariados por haber ido a tierra de paganos, por haber dado de comer a paganos. Dejan solo a Jesús, no quieren saber nada con un Mesías que se orienta a paganos.
  • Van “cogidos por la tiniebla”. Es la tiniebla del nacionalismo que cree que si comparte la fe y más con paganos, ésta peligra. Creen que la fe es patrimonio de ellos solos. Que, como pueblo elegido, solamente ellos tienen derecho al disfrute de los bienes del reino, a sentarse en el banquete de la vida. Una mentalidad excluyente.
  • El mar “estaba picado”. El mar se encrespa. Las fuerzas del mar que también son las de los paganos, se molestan por ese exclusivismo. Protestan. El mar revuelto y picado es símbolo de las pretensiones de los paganos: ellos también creen tener derecho a la propuesta de Jesús.
  • En medio del lago (“cinco o seis kilómetros”) perciben a Jesús. El miedo brota porque la adhesión es floja. Creen que va a censurar su huida, su estampida. Por eso, la frase “no tengáis miedo” es significativa: en los evangelios, lo opuesto a la fe (a la adhesión) es el miedo. Tener miedo de que el Evangelio sea ofertado a todos es no creer en Jesús. Excluir de la mesa del banquete de la vida es no creer en Jesús, uno que se entrega a todos.
  • Si se acepta a este Jesús “la barca toca tierra”, se supera el peligro de naufragio. Si se acepta una propuesta de vida para todos, los naufragios humanos son menos probables.

 

Para el trabajo social:

 

  • El simple hecho de ser criatura da derecho a sentarse en el banquete de la vida (condiciones básicas de vida digna: alimentación, trabajo, familia, sanidad, educación, etc.). Es algo inalienable.
  • Si hay muchas personas que no se sientan en el banquete de la vida es porque las condiciones históricas que hemos creado los humanos no lo permiten. Somos nosotros quienes hemos de trabajar por esta realidad.
  • Los bienes de la tierra no son inagotables. Si una parte arrambla con todo, la otra se queda sin nada. Hay que caer en la cuenta de que somos de la parte que arrambla.
  • Hay que percibir que hay muchas personas que creemos que, por el mero hecho de nacer en un determinado punto del planeta, tenemos derecho, sin más, a lo que negamos a otros.
  • Cuando un usuario de Cáritas se nos acerca, hay que preguntarse por su derecho al banquete de la vida y tratar de introducirle, aunque sea poco, en él. No es muy productivo pararse solamente en considerar quién tiene la culpa de que no esté dentro.
  • Todos sabemos que una forma decisiva de entrar en el banquete de la vida es el trabajo decente. Lo que hagamos en esa dirección es decisivo.
  • No habrían de molestarnos los esfuerzos y aun las exigencias de quienes intentan, a veces de modos intempestivos, hacerse un sitio en el banquete de la vida. Están en su derecho, aunque a veces lo exijan de malos modos.
  • Hemos de tener la convicción de que repartir los bienes del banquete de la vida no nos va a dejar a nosotros en la pobreza. Repartir es sumar. Quienes van a quedar más despojados es quienes se apropian indebidamente (y nosotros en la medida en que nos apropiamos indebidamente de la condiciones básicas de la vida.
  • Si no creemos que el Evangelio quiere entrar en estos terrenos sociales tan cuestionables a veces, es que todavía no hemos llegado adonde el Evangelio quiere llegar.

 

8

EL MANÁ VERDADERO: LA SOLIDARIDAD

(Jn 6,30-36)

 

            ¿Qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿En qué te ocupas? 31Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo".

                32Jesús les replicó:

            -Os aseguro que nunca os dio Moisés pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el genuino pan del cielo. 33Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y va dando vida al mundo.

                34Entonces le dijeron:

            -Señor, danos siempre de ese pan.

                35Jesús les contestó:

            -Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; 36pero como os he dicho, me habéis visto y no creéis.

 

  • El texto se enmarca en una de las muchas “disputas” que, según el Evangelio de san Juan, Jesús tuvo con la “oposición” (fariseos, saduceos, nosotros). Siempre pensando quién nos va a dar (el maná), no tanto, si nosotros estamos dispuestos a dar o no. El judaísmo (toda religión) anda buscando un Mesías que nos dé, no un Mesías que nos enseñe a darnos.
  • Dios les dio maná para que aprendieran a darse ellos. Pero resultó lo contrario: confesar la creencia ancestral de que Dios dio maná a los primeros padres, ha llevado a la oposición a Jesús a generar una religión cerrada, que se molesta cuando se alguien se da a los demás (multiplicación de panes para los paganos), que no está dispuesta a darse sino que siempre quiere que le den.
  • El verdadero pan del cielo es Jesús. ¿Por qué? Por “baja del cielo”. Es decir, porque viene del “lugar” de Dios. Ese no es otro que el del amor, la solidaridad, el cuidado del débil, la preocupación por quien no tiene el pan de la historia. Venir de ahí son las credenciales de Jesús el solidario. Desde ahí hace la invitación a comer ese “pan” de la solidaridad que puede ir dando vida al mundo.
  • Cuando se pide “danos pan de ése” hay que ser consciente de que lo que se está pidiendo no es algo solo para mí, sino para otros: Dame el pan de ser solidario con otros porque eso me hará a mí mejor persona. Si se demanda un pan que, a la vez, se niega a otros, no estamos en la onda de Jesús.
  • Acercarse a Jesús, al Jesús que empuja en la dirección de la solidaridad, es la manera de ir aprendiendo vitalmente esta orientación de una vida entendida en los parámetros de la solidaridad. Acercarse al Jesús solidario demandará , a veces, cuestionar al Jesús que ha construido la religión.

 

Para el trabajo social:

 

  • ¿Cómo ir cambiando una religión “para que Dios me dé” en otra “para que yo vaya aprendiendo a darme cada vez más”? Esa es la buena pregunta.
  • Pedir a Dios, sin darme yo al hermano, es un imposible según el Evangelio que, a veces, vanamente pretendemos mantener.
  • Ser solidario es, más que nos actos concretos (dar cosas), una manera de ser (darme yo). El trabajo en Cáritas habría de ir ayudándonos poco a poco a esto.
  • La solidaridad no es un maná que viene del cielo (siempre esperando ayudas de otros). Viene del propio corazón solidario. Hay que decirse que eres maná para el frágil social en la medida en que sientes su situación como la tuya y tratas, en la medida de lo posible, aportar algo.
  • Si la solidaridad viene del propio corazón, se ve libre de muchas de las adherencias con que se encuentra a veces: el paternalismo, la falsa compasión, la imposición, el menosprecio.
  • La solidaridad no es un mero sentimiento: parte de la conciencia de la dignidad. Si ésta conciencia es escasa, se derivará en el paternalismo.
  • Hay que tener en cuenta de que el trabajo solidario puede ser para nosotros “un maná”. No una ganancia económica, sino una ganancia en sentido, en alegría por el débil, en coherencia, en amor. Valores que son bienes para la persona.
  • Ser un “maná” para el frágil social no es darle todo hecho, sino caminar con él para ver cómo andar un camino que le lleve a la dignidad reconocida y a los bienes básicos del banquete de la vida.
  • Recordemos lo que dice el Papa Francisco: la solidaridad y la misericordia es, quizá, la mejor manera de hacernos creíbles como creyentes a la sociedad de hoy. Es decir, también la solidaridad es un “maná” para la sociedad.

 

9

UNA SOCIEDAD SIN DESCARTADOS

(Jn 6,37-40)

 

                37Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí, no lo echaré afuera; 38porque he bajado del cielo, no para hacer mi querer, sino el de quien me ha enviado. 39Éste es el querer del que me ha enviado: que no se pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. 40Este es el querer de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él, tenga vida definitiva, y yo lo resucitaré en el último día.

 

  • Este tipo de lenguaje de los discursos del Evangelio de san Juan puede que no nos digan mucho, si se los lee de pasada. Pero, si nos detenemos, pueden ser interesantes. Hay que tener la paciencia y el amor de detenerse.
  • Una primera cosa interesante es que Jesús “no echa fuera” a lo que el padre le entrega, a todas las personas, a toda la creación. Tenemos en Jesús un aliado, nunca un enemigo.
  • Lo más interesantes esa saber que Jesús es uno que quiere ayudarnos a cumplir el “querer” de Dios, su voluntad, que no es sino ésta: “que nada se pierda”, que no haya pérdidas por ningún lado, que en el caminar de la historia se vayan reduciendo las pérdidas, que los humanos trabajemos con él para reducir las pérdidas. Cuando no haya más pérdidas, habrá amanecido el reinado de Dios.
  • Por eso, el éxito de la fe no es tanto la salvación, cuanto que nadie sea excluido, descartado, extraviado, perdido. Este es el gran anhelo de Jesús y del Evangelio. En esto, san Juan supera a los sinópticos, porque allí se viene a decir (en la parábola del sembrado, Mc 4), que es inevitable que haya pérdidas. Juan no se resigna a eso: hay que soñar una sociedad sin pérdidas.
  • Por eso, la “resurrección del último día”, más que una cosa religiosa (el cielo, la vida eterna, etc.) se refiere al inmenso logro de una sociedad sin pérdidas. Esa es la verdadera resurrección de lo creado.
  • Por eso se habla más de “vida definitiva” que de “vida eterna”. Porque lo importante no es lo que hace referencia al tiempo, que sea terna, sino a la calidad de esa vida, que sea “definitiva” para toda criatura, que nadie quede excluido de esa vida plena. Los trabajos sociales son trabajos que apuntan a esa plenitud.

 

Para el trabajo social:

 

  • Hay quien dice que esta sociedad no puede vivir sin pérdidas porque el sistema las genera, los residuos, los náufragos, los descartados, los excluidos. Es cierto que el sistema genera eso. Pero lo que no es tan cierto es que no se pueda entender la vida y el progresa de una manera de produzca menos desechos o que no los produzca en absoluto.
  • Los náufragos del sistema son aquellos que han sido arrojados del trasatlántico lleno de los a las aguas negras de un mar que se los traga. Es la imagen de la insolidaridad más cruel. Todo el mundo merece vivir en ámbitos de luz, de ciudadanía, de dignidad.
  • El Papa Francisco habla muchas veces de la “cultura del descarte”, de ese modo de vida que genera, automáticamente, desechos en la sociedad: “Si tenemos en cuenta que el ser humano también es una criatura de este mundo, que tiene derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una dignidad especialísima, no podemos dejar de considerar los efectos de la degradación ambiental, del actual modelo de desarrollo y de la cultura del descarte en la vida de las personas”. Todo el trabajo en Cáritas habría de tender a contener y poner coto a esta cultura del descarte.
  • Cualquier esfuerzo que se haga porque un excluido entre en el marco social será positivo. Pero también habrá que desear que el marco social cambie sus reglas excluyentes. Conciencia y participación ciudadana.
  • Habrá que evitar que un excluido recuperado se convierta, a su vez, en excluyente de otros. Hacer solidaridad conlleva también contagiar solidaridad.
  • De cualquier manera el anhelo de que “nada se pierda” ha de animar el trabajo social del voluntario de Cáritas. Y ello porque cree en el valor, dignidad y derecho de toda persona a vivir lo más plenamente posible. La acción social necesita una mística y este camino puede ser interesante.

 

10

SUPERAR EL ESCOLLO DE LA FRAGILIDAD HUMANA

(Jn 6,41-42)

 

                41Los judíos lo criticaban porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo", 42y decían:

            -Pero ¿no es este Jesús, el hijo de José, de quien nosotros conocemos el padre y la madre? ¿Cómo dice ahora: "Estoy aquí bajado del cielo"?

 

  • Los Evangelios han sido escritos por humanos y en contextos humanos. Por eso tienen los mismos escollos que encuentra nuestro caminar humano. Uno de ellos es que un humano, Jesús, se pretenda imbuido de una autoridad divina (“bajado del cielo”). Eso es peligroso. Porque lo que se dice un humano se puede decir de todos: lo humano puede ser divino, si habla y vive el lenguaje de lo divino, el lenguaje del amor, de la solidaridad.
  • La “oposición” que es religiosa entiende esto como una blasfemia porque lo de Dios se queda en el cielo. No entienden que el amor es siempre amor, sea de Dios o sea de la persona. Por eso, lo de Dios “baja del cielo” cuando se ama.
  • Pero el gran escollo es la fragilidad humana: “¿No es éste el hijo de José”? (Mc 6,3 especifica más: “hijo de María y hermano de Santiago y José, de Judas y Simón…y sus hermanas no viven aquí con nosotros?) ¿Cómo uno de los nuestros va a ser como Dios, aunque ame. No se entiende que el amor va más allá del escollo de la fragilidad.
  • No se puede “ser como Dios” con “padre y madre”, siendo un humano. Pero cuando un humano y da vida como la ha dado Jesús, es igual que Dios, porque eso hace Dios: dar vida.
  • No se ha entendido que la “autoridad divina” ha quedado reducida al amor. Por eso, quien ama es como Dios, semejante a él en la línea del obrar.
  • El gran problema es la pobreza humana de Jesús. Si hubiera sino un rico, un notable, un emperador podría haber pretendido la divinidad (los miembros de la familia Julia eran considerados divinos). Pero era un pobre, ese era el problema (como lo reconocía el filósofo griego del siglo II Celso).

 

Para el trabajo social:

 

  • Hay que reconocer que las apariencias, que engañan, nos siguen jugando malas pasadas. Es cierto que algo indican, pero, con frecuencia, se equivocan sobre el fondo de la realidad. Trabajar socialmente en base a apariencias es delicado.
  • No hay que apearse del “dogma” humano de que toda persona tiene un fondo de bondad y que por lo mismo, aunque esté velado, ese fondo sigue ahí. Situar a la persona en el rechazo de la negación impide cualquier acción de trabajo social.
  • No habría de desalentarnos ni siquiera el hecho de que algunos frágiles, para tratar de eliminar esa fragilidad, intenten envolverla de estilos de vida inexistentes. En el fondo, lo que quieren es que se les considere dignos. Hay que hacerles ver que no necesitan inventar cosas, que se les aprecia y considera por lo que son.
  • El voluntario de Cáritas ha de huir como de la peste en clasificar a las personas entre buenas y malas, importantes y unas cualquiera. Ese tipo de clasificaciones bloque cualquier acción social saludable.
  • Hay que saber mirar más allá de la piel de cualquier persona, de cualquier usuario. Mirar en la dirección del interior, del corazón. Con frecuencia se lleva uno muchas sorpresas.
  • Hay que hacer un esfuerzo por ver al frágil social como agente de amor, de solidaridad, de dignidad, no solamente como el que recibe de la nuestra. Más aún, hay que verlo como alguien que me puede amar, y por lo mismo, enriquecer como persona.
  • A veces decimos que hemos de ser “voz de los sin voz”, como si no la tuvieran. ¿Y si les dejáramos hablar? ¿Y si les hiciéramos más sitio? Quizá, más allá de sus limitaciones, tendrían cosas que decirnos.

 

11

COMPARTIR EL DESTINO DE JESÚS: SU VIDA ORIENTADA A LOS FRÁGILES

(Jn 6,52-58)

 

                52Los judíos disputaban entre sí:

            -¿Cómo puede darnos este a comer su carne?

                53Entonces Jesús les dijo:

            -Os aseguro, que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. 55Mi carne es ciertamente comida y mi sangre bebida. 56El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. 57El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come, vivirá por mí. 58Este es el pan que bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come de este pan vivirá para siempre.

 

  • Casi siempre se ha leído este texto desde una perspectiva eucarística: la carne de Jesús es la eucaristía. De ahí que “comer la carne” es comulgar.
  • Pero puede haber una lectura más profunda, más antropológica: comer la carne es identificarse totalmente con Jesús, del mismo modo que cuando se come se identifica uno absolutamente con lo que come que pasa a su estómago y a su cuerpo en general.
  • Precisamente por eso san Juan habla literalmente de “devorar la carne”. Una forma impropia de expresarse, ya que los humanos no “devoramos” sino que “comemos”. Pero la expresión “devorar” indica de manera fuerte la identificación con aquello que se devora, como la fiera que devora, rasga y mastica, se identifica con lo que devora.
  • Y ¿cómo se identifica uno con Jesús, como se come su carne? Aceptando sus planteamientos, criterios y modos de vida, aceptando los valores del Evangelio: la paz, la solidaridad, el amor, la trascendencia, la generosidad, el servicio, la ayuda al débil, el consuelo a los desconsolados, el amparo a quien está en los márgenes.
  • Comer la carne de Jesús es incorporar tales valores a la manera de ir viviendo de cada uno. Esa es la manera de tener vida definitiva, de vivir por Jesús, de vivir para siempre, de caminar en la senda de la resurrección.
  • Este es justamente el problema de los opuestos a Jesús en el texto: no se horrorizan porque se les proponga una supuesta “antropofagia” sino de que asumiendo esos valores, los valores de un pobre, se pueda llegar a la vida definitiva.

 

Para el trabajo social:

 

  • La comunión habría de ser un acicate para una visión distinta, más igualitaria, de la sociedad. “No podemos estar comulgando todos los domingos y luego no mover un dedo contra las leyes injustas que crucifican a los pobres” (Arzobispo S. Agrelo).
  • Esta misma semana se ha vetado en el Congreso una propuesta de ley para aumentar en 1200 euros la ayuda anual a familias con niños por debajo del umbral de la pobreza. La pobreza infantil como un mundo que nadie toca. Y casi nadie nos enteramos.
  • La mejor manera de comulgar con Jesús no es la devoción eucarística, sino la devoción hacia los pobres, la preocupación real por ellos.
  • Y cuando decimos “real” estamos hablando hoy de una preocupación organizada, planificada, que lleve realmente (o que al menos intente) a una situación de mayor dignidad para los empobrecidos.
  • Un comer la carne de Jesús, una eucaristía sin el componente de la justicia queda sin contenido. No vale refugiarse en la simple piedad. La prueba del algodón de la Eucaristía no es sino la justicia.
  • La incorporación de los criterios y modos de ver la vida de Jesús a la nuestra, comer su carne, ha de ser un trabajo de la fe: habrá que ir haciéndolo poco a poco, todos los días, en la medida de nuestro alcance, sin agobio pero con el deseo uir dando a nuestra vida cristiana el mayor componente evangélico que se pueda.

 

12

A LA SOLIDARIDAD LE VA MUY BIEN

LO OCULTO

(Jn 7,1-10)

 

            7,1Inmediatamente después de esto, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos buscaban matarlo. 2Se acercaba la gran fiesta judía de las tiendas.

                3De modo que su gente le dijo:

            -Trasládate de aquí y márchate a Judea, así tus discípulos presenciarán esas obras que haces, 4pues nadie hace las cosas clandestinamente si busca ser conocido. Si haces estas cosas, manifiéstate al mundo. 5De hecho, tampoco su gente creía en él.

                6Jesús les contestó:

            -Para mí, todavía no es el momento; para vosotros, en cambio, cualquier momento es bueno. 7El mundo no tiene motivo para odiaros; a mí, en cambio, me odia, porque de él yo denuncio que su modo de obrar es perverso. 8Subid vosotros a la fiesta, yo no subo a esta fiesta, porque para mí el momento no ha llegado aún.

                9Dicho esto, él se quedó en Galilea; 10 sin embargo, cuando sus parientes habían subido a la fiesta subió él también; no abiertamente, sino clandestinamente.

 

  • Los caps 7 y 8 de Jn son muy duros. Reflejan la controversia entre el cristianismo naciente de los años 80 y su alejamiento del judaísmo. Posiblemente la cosa no fue tan dura en tiempo de Jesús.
  • Aquí es su familia, “su gente” la que le empuja al mesianismo potente, a manifestarse “como se manifiesta un Dios”, de tal manera que todos tengan que aceptarlo, les guste o no. Jesús va por otro camino.
  • Por eso dice que su “momento” no ha llegado: es el momento adecuado para que la persona dé su adhesión, no para que le obliguen a aceptar a Jesús.
  • Jesús sube “clandestinamente” porque su mesianismo pobre se une muy bien con lo sencillo, con lo oculto, con lo que está lejos del bombo y platillo.

 

Para el trabajo social

 

  • Es normal que el trabajo voluntario suscite en algunas personas, familiares incluso, una cierta perplejidad y aun rechazo. No vale polemizar. Cintura y flexibilidad; apelar a la bondad de la persona que tenemos delante.
  • Por eso, en ningún modo hay que buscar el conflicto por sí mismo. Si surge, torearlo lo mejo posible y seguir adelante.
  • El voluntario que busque brillo, mandar, u otras cosas así está perdido. El voluntariado tiene que ser un trabajo en lo oculto, en lo sin brillo, en lo sin aspiraciones.
  • Por eso, al trabajo voluntario le va muy bien lo oculto, no andar alardeando de lo que hago dejo de hacer, no tenerse por persona imprescindible, no querer estar siempre en el escaparate.
  • Trabajar “clandestinamente” se podría traducir por trabajar de un modo colaborativo. Colaborar sin querer liderar es la mejor manera de que muchos pequeños proyectos de solidaridad vayan adelante.
  • El voluntariado de Cáritas no es un empresa personal donde cada uno busca la manera de brillar (y brillar a costa de los pobres no deja de ser algo muy extraño). Es una empresa colaborativa, comunitaria, conde cada uno aporta lo mejor pero sin ansias de estar siempre en el candelero.

 

13

MÁS ALLÁ DEL ORIGEN

(Jn 7,25-29)

 

            Algunos vecinos de Jerusalén comentaban:

            -¿No es éste al que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene.

                Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:

            -¿A mí me conocéis y sabéis de dónde vengo? Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz: a ése vosotros no le conocéis; yo sí le conozco porque procedo de él y él me ha enviado.

 

  • Ya lo dijimos en el tema anterior: los textos de Juan 7-8 son muy duros: reflejan las enormes tensiones que tuvieron lugar cuando el cristianismo naciente se desgajó de su tronco natural, el judaísmo. Todas las secesiones son dolorosas.
  • Jesús ha subido al templo “en secreto” y enseña con libertad. La gente ironiza: ¿se habrán convertido los jefes? No parece que hubiera muchas conversiones de dirigentes.
  • El gran problema de Jesús es que se sabe “de dónde procede”: de un origen humilde, de un pueblo casi sin nombre, de un nacimiento extraño, de una clase social marginada, una zona del país sospechosa siempre de rebelión (se te nota que eres galileo). De un Mesías tal no se podía esperar nada. El origen bloqueaba cualquier posibilidad de acogida.
  • Para dar aura al Mesías, tendría que venir de un lugar desconocido, de un origen no humano, del cielo. Los personajes antiguos así se creía que lo hacían (Melquisedec, Sinué el egipcio, etc.). Jesús tiene origen y, además, humilde. Mal plan.
  • Jesús en san Juan “grita”: este gesto refleja la enorme dificultad para aceptar a un Mesías de origen pobre. ¡Si hubiera sido rico…!
  • “Jesús “procede” del Padre. Es decir, más allá de su origen humilde, Dios está detrás, le apoya. El judaísmo, que tan experto era en “ver” a Dios, tendría que haberlo desvelado en las actitudes y comportamiento de Jesús. Pero no lo vio porque lo velaba su origen pobre. Detrás del origen está el valor de la persona.

 

Para el trabajo social:

 

  • Mucho del trabajo social de Cáritas se hace con personas de orígenes marcados: pobreza, extranjería, grupos sociales débiles, necesidades sociales no cubiertas. Es preciso encontrar puna perspectiva adecuada para que el origen no nos despiste y, quizá sin darnos cuenta, nos situemos en un plano superior.
  • Solamente se puede lograr si vamos más allá del origen: es decir, la persona encierra un valor detrás de su origen, por muy humilde que éste sea. Ese valor no es otro que el de la dignidad.
  • La dignidad es algo inherente a la persona. Puede oscurecerse, no reconocerse, despreciarla. Pero la dignidad siempre está ahí.
  • La dignidad está ahí por encima de origen, comportamiento moral o reconocimiento social. Para trabajar con colectivos de origen pobre es necesario tener muy activado el chip de la dignidad. De lo contrario, haremos “caridad por compasión”, o “por fe” (?), cosas muy peligrosas.
  • Por otra parte, hay que revalorizar los orígenes de una persona, por muy humildes que sea. Todo origen tiene siempre algo de hermoso, aunque, a veces, esté muy oculto.
  • Más aún, compartir lo del origen (la misma pobreza, la cultura, los modos de vida), por humildes que sean, es una forma buenísima de ser compasivo y de hacer trabajo social. Aceptar y acoger las humildes invitaciones de los empobrecidos es una manera de plantar delante el tema de la dignidad.

 

14

Ayudar a ver

(Jn 9,1-7)

 

1Al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento.

 

2Y sus discípulos le preguntaron:

            -Maestro, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?

            3Jesús contestó:

            -Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. 4Mientras es de día tenemos que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas. 5Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.

           

6Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, le untó su barro en los ojos al ciego, 7y le dijo:

            - Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).

            Él fue, se lavó y volvió con vista.

 

  • La manera más empobrecedora de leer los milagros de Jesús es como si hubieran ocurrido tal como los cuenta la narración. Hay que tratar de descubrir su mensaje, que es lo nos sirve a nosotros.
  • Devolver la vista a un ciego de nacimiento es imposible (como que te salga un dedo cortado). Es imagen de las grandes cegueras humanas (no hay peor ciego que el que no quiere ver).
  • Las religiones tienden a culpabilizar. El mensaje de Jesús o libera o no es el mensaje de Jesús.
  • Las obras de Jesús son siempre a favor de la persona. Por eso se nota que son obras que vienen de Dios.
  • Cuando Jesús dice que es “luz del mundo” suena de manera distinta a hoy: aquellos eran tiempos de oscuridad muy grande, no como ahora.
  • La saliva es antiséptica. Modos de curandero popular que no tiene medios técnicos. Untar de barro los ojos es como decir: veas o no veas eres persona y yo te “unjo”.
  • A la piscina de Siloé, ¡con la cuesta que tiene! Lejos del sistema, de la ciudad que no cura, de los ambientes que se aprovechan.
  • Fue (se puso a seguirle), se lavó (aceptó su limitación), volvió con vista (se rehizo la persona) : Verbos intensificados. Si la persona se pone a seguir aceptando su limitación crece como persona.
  • Jesús el que ayuda a ver, el que se vuelve vista para quien no la tiene, el que valora la dignidad de quien tiene carencias.

 

Para el trabajo social:

 

  • Poner en relación las situaciones de debilidad social con el pecado personal es no haber entendido nada de la fe. Quizá haya que ponerlo en relación con el pecado social: nacemos con responsabilidades adquiridas que, a veces, no cumplimos.
  • No hay que demonizar al pobre. Es posible que parte de la “culpa” la tenga él. Pero eso no elimina la parte que toca a los demás y a la sociedad. Por eso, más que pobres, son empobrecidos.
  • Obras a favor de la persona: esa es la prueba del algodón de todo trabajo social. Si las obras tienen otras intenciones, hay que reorientarlas.
  • Ser luz no es ser un “farol”, sino alguien que ofrece su brazo para que el otro no tropiece en las sombras de la vida.
  • El valor de la persona no está en la vista, sino en la solidaridad. Si esta se hace presente, hay valor en esa vida y en cualquiera.
  • El trabajo social puede ser definido como ayudar a ver:

-         Ayudar a ver las posibilidades que ofrece la sociedad

-         Ayudar a ver la necesidad de inculturarse

-         Ayudar a ver que no se está solo

-         Ayudar a ver que eres ciudadano

-         Ayudar a ver que hay que quiere abrazarte

-         Ayudar a ver que los caminos sociales producen

-         Ayudar a ver que la vida, aunque dura, puede tener alguna salida

-         Ayudar a ver que en el corazón del otro puedes encontrar otra patria.

 

15

Desprenderse de la vida

(Jn 10,11-16)

 

Yo soy un pastor “loco”. El pastor “loco” se desprende de su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor y de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo, deja las ovejas y huye, y. el lobo las arrebata y dispersa; porque siendo asalariado no le importan las ovejas.

Sí, yo soy un pastor “loco”; conozco a las mías y las mías me conocen a mí, igual que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre; y me desprendo de la vida por las ovejas.

 

  • Traducir “buen pastor” por “pastor loco” es una pequeña exageración. Pero tengamos en cuenta que el mayor “enemigo” del rebaño es el pastor, ya que él vive de las ovejas, las explota (“explotación ganadera”), les saca todo el provecho. Sí que hay un cierto “amor” (el amor del ganadero) que la lírica ha ensalzado. Pero, al final, el pastor se lucra del rebaño. El negocio es así.
  • Pero Jesús es un pastor que se “desprende” de todo lo que tiene por las ovejas. No las explota, no las esquilma, las cuida y les da todo porque él no quiere sacar ningún beneficio para sí mismo, sino que todos los beneficios son para las ovejas.
  • Por eso decimos que es un pastor “loco”, extraño, distinto, que no se aprovecha del rebaño. De manera que hasta el vocabulario de “ovejas”, “rebaño”, etc., le viene mal: para él sus ovejas no son ovejas, son personas con toda la libertad, con toda la dignidad. De ahí que el vocabulario de “pastor”, “ovejas”, “rebaño”, “grey”, y sus derivados es impropio. (Ya lo dice J. Krahe: “El Señor no es mi pastor, yo no soy un borrego”).
  • Este pastor loco, extraño, se desprende de la vida por sus “ovejas”. El Evangelio está escrito en el modo “a ti te lo digo Pedro para que entiendas Juan”. Por eso el Evangelio lanza la pregunta al lector: ¿Estás tú también dispuesto a no lucrarte, beneficiarte, aprovecharte de nadie? ¿Estás dispuesto a ir desprendiéndote de lo que eres a favor de otros? ¿Estás dispuesto a salir de tu conciencia aislada, que diría el papa Francisco? Mientras el Evangelio no lance esa clase de preguntas, no ha llegado a su meta.

 

Para el trabajo social:

 

  • Se puede entender el trabajo social como un “desprenderse” a favor de otro. No se trata de entregar la vida como un mártir, sino de ir saliendo de uno mismo en cosas concretas, pequeñas, que puedan ayudar a la persona que tiene alguna necesidad.
  • Desprenderse de:

-         Tiempo, del que decimos que es “oro”. Dar algo de tiempo.

-         Cariño y ternura, no guardándola solamente para aquellos que no “de los nuestros”, sino para otros.

-         Sintonía, cercanía, porque no se puede hacer obra social en la distancia, en el rostro frío del que solamente cumple un oficio.

-         Amparo, que habría que dar a quien más en desamparo andan.

-         Solidaridad, para sentir y vivir en creciente sintonía práctica con quien camina con dificultad.

-         Amistad, dedicando una parte de nuestra amistad a personas que no tienen la suerte de tener muchas personas amigas.

-         Solicitud, interesándonos por los caminos de aquellos que, en principio, no serían gente de nuestro interés.

-         Servicio sencillo, con aquellas personas a las que no estamos obligados a servir.

  • Y, por supuesto, no lucrarnos nunca de los frágiles, para lograr fama o nombre o buena conciencia o lo que sea. Si nos beneficiamos de ellos estamos en las antípodas de Jesús.

 

16

Creed a las obras (Jn 10,31-38)

 

31Los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.

32Él les replicó:

-Os he hecho ver muchas cosas buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?

33Los judíos le contestaron:

-No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo hombre, te haces divino.

34Jesús les replicó:

-¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: Sois dioses”? 35Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), 36a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque es hijo de Dios? 37Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, 38pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.

 

  • Seguimos en el tenso ambiente de la relación entre los fariseos y Jesús, cosa que refleja la vida ulterior de las primeras comunidades cristianas. De ahí que quieran “apedrearlo”.
  • Jesús pregunta por las “obras”. Ellas son su mejor aval. Son obras hechas a favor de la persona. Todos los signos de Jesús en el Evangelio de Juan son obras a favor de la persona. Eso les distingue.
  • Los dirigentes no miran a eso, miran al tema religioso porque de él viven. Y en ese tema encuentran a Jesús en fallo (se dice hijo de Dios). No les importa la situación de las personas ni antes de su curación ni después. Ellos lo que quiere es que se guarden las normas religiosas y culturales.
  • Jesús argumenta contra la posición ideológica de los dirigentes: la persona es “dios”, en ella hay que ver la presencia de Dios, en ella se vierte la realidad de Dios. La persona es la clave de lectura correcta.
  • Pero vuelve enseguida a su argumentación preferida: que no crean en él porque viene de la pobreza, lo comprende Jesús. Pero que no crean en las obras que dignifican al otro, eso no lo entiende. Solamente una persona de corazón inhumano se situaría en contra de quien ha hecho bien al necesitado.
  • La bondad de las obras de Jesús es el signo claro de que está identificado con el Padre. Si no hubiera obras de bondad se podría sospechar. Pero si las hay, no hay sospecha de nada. El comportamiento humano de Jesús es el aval de su divinidad, de su identificación con el Padre.

 

Para el trabajo social:

 

  • El trabajo social es muy bueno porque, al fin y al cabo, se trata de “obras” a favor de otro. Eso lo hace muy cercano al Evangelio. Acercarse al evangelio no por creencias, sino por obras.
  • Las obras de calidad tienen que ser a favor del débil. Si las haces para beneficiarte tú, algo no va bien. Y uno puede beneficiarse en su orgullo, en su superioridad, en su afán de reconocimiento.
  • Para que sean las obras a favor de la persona han de estar rodeadas de silencio, sencillez, normalidad, sin publicidad, sin airearlas a los cuatro vientos. Todo eso las distorsiona y nas convierte no en obras a favor de otro, sino de obras a mi favor.
  • Han de ser obras hechas coordinadamente, con otros, en planes conjuntos. Lo que san Vicente llamaba “la caridad ordenada”. Si cada uno hace la guerra por su cuenta, además de ser menos eficaces es posibles que seamos menos humanos en nuestras obras.
  • Las obras a favor de otro brotan cuando se experimenta, poco a poco, la alegría de ver que el otro va saliendo a flote. La alegría del otro es la alegría de quien hace las obras a favor de la persona.
  • Las obras buenas no es solo hacer, es también pensar, identificarse, desear la dignidad, rezar incluso por el débil. Todo eso prepara y ayuda para la acción.

 

17

Quitar losas (Jn 11,38-44)

 

Era una cavidad cubierta con una losa.

 

39Dijo Jesús:

-Quitad la losa.

Marta, la hermana del muerto, le dijo:

-Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días.

40Jesús le replicó:

-¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?

41Entonces quitaron la losa.

 

Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:

-Padre, te doy gracias porque me has escuchado; 42yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.

 

43Y, dicho esto, gritó con voz potente:

-Lázaro, ven afuera.

44El muerto salió, las piernas y los brazos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:

-Desatadlo y dejadlo andar.

  • El texto es el final de Jn 11, capítulo unitario (trata un solo tema: la resurrección de Lázaro). Es el último de la serie de los siete milagros de san Juan. El más importante: Jesús hace una oferta de vida en esta situación histórica nuestra marcada por la muerte. El judaísmo también creía en la vida eterna, pero se le hacía imposible creer en que en esta vida pobre hubiera posibilidades de vida plena.
  • Hay que percatarse que Jesús da gracias a Dios antes de que Lázaro salga de la tumba. Entonces, ¿por qué da gracias? Porque han quitado la losa, porque se han fiado de uno que dice que debajo de la losa, contra toda certeza, hay vida. Cuando se quita la losa, Jesús da gracias.
  • Por eso, la acción de gracias no es por el muerto, sino “por la gente que está alrededor”, porque ellos han comprendido que Jesús es vida en esta historia y que esa vida se da quitando losas.
  • Narrativamente se culmina con la resurrección del difunto. pero no importante no es eso, sino que se fíen y quiten la losa. Por eso habría que llamar a este relato no la resurrección de Lázaro sino con títulos como: la vida que hay en nuestra vida; los trabajos por quitar losas para que haya vida; cuando quitamos losas, hay vida.

 

Para el trabajo social:

 

  • El trabajo social es justamente eso: quitar losas para que haya vida, ayudar a llevar el peso de la losa para dejar paso a algo de vida, compartir el peso de la losa para que la vida sea un poco más llevadera.
  • Hay que quitar losas morales, pensando que una persona no es digna porque no viva conforme a mi moral católica. Lo que hay que ver es la humanidad que subyace a un estilo de vida.
  • Hay que quitar losas sociales para hacer ver a toda persona que, mientras viva con nosotros, es uno de esta ciudad, no un distinto, un humano que vive con humanos.
  • Hay que quitar losas culturales para acoger al de cultura distinta y para ayudar a que acojan la cultura en la que ahora está enmarcada su vida.
  • Hay que quitar losas religiosas para que la religión no sea un peso, sino una ayuda (“sacar asnos de la zanja en sábado”, decía Jesús).
  • Hay que ayudar a quitar losas económicas, siquiera en cosas pequeñas, para que el caminar de los frágiles sea un poco más humano y más compartido.

 

17

Lejos del brillo (Jn 12,12-16)

 

12Al día siguiente, la multitud que había llegado para la fiesta, al oír que Jesús llegaba a Jerusalén, 13cogieron los ramos de las palmas, salieron a su encuentro y empezaron a dar gritos:

            -¡Sálvanos! ¡Bendito el que llega en el nombre del Señor, el rey de Israel!

            14Pero Jesús encontró un borriquillo y se montó en él, como estaba escrito:

                        15No temas, hija de Sión,

                                   mira a tu rey que llega

                                   montado sobre una cría de borrica.

            16Sus discípulos no comprendieron esto al principio, pero cuando Jesús manifestó su gloria, entonces se acordaron de que lo mismo que estaba escrito fue lo que hicieron con él.

 

  • Se suele denominar este pasaje con el título “la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén”. Pero en el EvJn ni es triunfal, como diremos, ni se dice expresamente que entrara así en Jerusalén. Es verdad que “la multitud” quiere hacerla triunfal, de ahí los “ramos” que se agitaban en la fiesta de las Chozas, la gran fiesta mesiánica. Pero Jesús rechazará de plano ese marco de mesianismo. No quiere ser un mesías de brillo, sino de amor; no quiere ser un mesías con ruido, sino con diálogo y aprecio.
  • La gente da gritos para aclamar al mesías. Es la idea que tiene la gente de horizonte nacionalista (hemos pasado tal cuál ese grito al “santo” de la misa”: ¿seguimos con una mentalidad similar a la del judaísmo?).
  • Jesús se monta en un borriquillo. Es una manera de decir que viene son de paz y de una manera humilde. Un mesías pobre y humilde es, para el judaísmo, (¿para nosotros?) una contradicción, algo disgustante.
  • Además, a diferencia con los otros evangelios que dicen que el borrico estaba atado y que los discípulos lo soltaron, aquí es Jesús el que hace todo. El borrico atado es la profecía que está sojuzgada, atada, oprimida. Jesús es profecía de pobreza, de que los pobres llegarán a contar algo en un futuro.
  • El judaísmo hablaba del mesías como “salvador poderoso” (Sof 3,17), “el soberano de Israel” (Miq 5,1), “justo, victorioso, humilde montado en un asno, en un joven borriquillo. Destruirá…quebrará…dominará…” (Zac 9-10). Con alguna variante, pero siempre un mesías con poder y con brillo. De ahí no salimos.
  • Decir a Sión, a Jerusalén que su rey era uno “montado en un borrico” es casi una ofensa. ¿Cómo iba un mesías así a desbancar el poder opresor de los romanos? ¿Cómo un mesías de pobreza, sin brillo, sin fuerza iba a hacer de Jerusalén el ombligo del mundo?
  • Dice el texto “mira a tu rey”, no aclama, ensalza, grita por tu rey. Hace falta “mirar”, una mirada “contemplativa” (profunda, reflexiva, compasiva) para percibir en un pobre alguien capaz de dar sentido a nuestros caminos.

 

Para el trabajo social:

 

  • Para apreciar esta clase de textos habrá que modificar nuestro “chip” espiritual y entender que Jesús es un humilde, uno en último lugar, un servidor, no un primero, soberano, rey del universo, un poderoso. Hay que hacer efectiva la humanización de Jesús y su camino humilde. No vale jugar a la baraja de la sencillez y a la del brillo a la vez porque el brillo nos come el pan del morral.
  • La tentación del “brillo”, de estar ahí, de ser centro, de creernos el ombligo de todo, siempre nos acompañará. Hay que atajarla todo lo que se pueda. El Evangelio tiene una predilección por lo oculto. Querer ser el centro en trabajo social es no entender nada del Evangelio.
  • Contra la tentación del brillo, el cumplimiento exquisito de nuestros compromisos y mantener buen ánimo cuando no hay aplauso, ni felicitación. Seguir haciéndolo con ilusión.
  • Ello nos tiene que llevar asimilar el disgusto que nos produce lo callado, lo no aplaudido, lo no agradecido, etc. Que ese disgusto se suavice disfrutando con que los otros, los frágiles, van un poco mejor. Que ese sea nuestro “brillo”.
  • En consonancia con lo reflexionado, el voluntario ha de mantener vivo el sueño de que los frágiles llegarán a contar algo en el futuro. Y por ello se alegrará de los pequeños avances que se van dando en la sociedad (Noticia del 18 de octubre: “El Congreso reconocerá el derecho a votar a 100.000 discapacitados intelectuales”). Saber que se nos llama a colaborar en esa tarea.

 

18. La incredulidad y sus causas  (Jn 12,37-43)

 

37A pesar de tantas señales como llevaba realizadas delante de ellos, se negaban a darle su adhesión.

 

 38Así se cumplieron las palabras que dijo el profeta Isaías:

 

            Señor, ¿quién ha creído nuestro anuncio?

                        y ¿a quién se le ha descubierto la fuerza del Señor?

 

39Y no podían creer por aquello que dijo en otra ocasión Isaías:

 

            40Les ha cegado los ojos

                        y les ha embotado la mente,

                        para que sus ojos no vean

                        ni su mente perciba

                        ni se conviertan

                        ni yo los cure.

           

41Esto lo dijo Isaías porque vio su gloria, y así habló de él.

 

42A pesar de todo, muchos incluso de los jefes, le dieron su adhesión, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser excluidos de la sinagoga, 43pues prefirieron la gloria humana a la gloria de Dios.

 

  • Es un pasaje en un marco de tensión. Los evangelios tienen, a veces, relatos tensos. Quizá reflejen más la tensión de los años 100 (cuando se escribe san Juan) que de los años 30 (cuando vivía Jesús).
  • Las señales no son razón suficiente para darle adhesión. Y eso que son señales siempre a favor de la persona. Pero a quien es religioso le interesan más las ideas religiosas que el bien de la persona.
  • Las palabras de Isaías son un texto de “despecho profético”. En realidad lo que dicen es que habría que creer el verdadero “anuncio del Señor” que no es otro sino la felicidad de la persona.
  • El segundo texto de Isaías es de más despecho todavía: Hay gente con mente embotada, ciegos los ojos, que siguen machacando des del lado religioso cuando habría que insistir desde el lado humano.
  • Isaías “vio la gloria de Jesús”, es decir, intuyó que el camino verdadero era el socorro al débil, la justicia. Su famoso “canto de la viña” de Is 5,1ss lo dice bien claro: lo que Dios busca en la justicia y el derecho.
  • Muchos ven que ese el camino y le dan su adhesión, incluso “jefes” que, en principio, son más duros de pelar. El camino de la justicia se va abriendo paso, a pesar de todo. A pesar, incluso, de amenazas (la amenaza de expulsión de ls sinagoga es tardía y era algo muy duro para los judíos, expulsión de la vida).

 

Para el trabajo social:

 

  • Una cosa ha de quedar clara: al evangelio le interesa sobre todo el bien de la persona. Lo demás, por importante que se quiera (las ideas religiosas, por ejemplo) , queda en un segundo término.
  • Anunciar la felicidad de la persona con ayuda concreta, con amparo, diciendo al otro, al frágil, no estás solo en tu difícil camino, puedes contar con mi ayuda, aunque tú tengas que hacer tu parte.
  • ¿Cuál es la verdadera causa de la increencia? ¿Qué la gente ya no quiere creer en Dios? ¿O que no encuentra motivos, señales, de generosidad, misericordia, amparo en los cristianos? ¿Por qué la gente de hoy no quiere creer?
    El trabajo con los frágiles es, aún hoy día, el mayor argumento a favor de la fe. Los trabajos de Cáritas son lenguaje de verdadera evangelización, aunque no se hable de Dios.
  • Todos los trabajos por la justicia son trabajos de Evangelio y trabajos de Dios, aunque no sean explícitamente trabajos religiosos. Esto es lo que Cáritas habría de “demostrar” con actuaciones sencillas, calladas y generosas.
  • No hemos de temer vivir algo “expulsados”, no del todo comprendidos, por el sistema religioso. Él también necesita cambio y, a veces, anclado como está en lo religioso, le cuesta más dar pasos en dirección a la humanización de la vida.

 

19. la centralidad del servicio (Jn 13,2-11)

 

            2Estaban cenando (ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas, el de Simón Iscariote, que lo entregara) y Jesús, 3sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, 4se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; 5luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

           

6Llegó a Simón Pedro y éste le dijo:

            -Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?

            7Jesús le replicó:

            -Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.

            8Pedro le dijo:

            -No me lavarás los pies jamás.

            Jesús le contestó:

            -Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.

            9Simón Pedro le dijo:

            -Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.

            10Jesús le dijo:

            Uno que se ha bañado totalmente no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está enteramente limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.

11(Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos estáis limpios”).

           

12Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:

            -¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? 13Vosotros me llamáis “El Maestro” y “El Señor”, y decís bien porque lo soy. 14Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: 15os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

 

  • Posiblemente no es la única vez que Jesús lavaba los pies a sus discípulos (era un acto de higiene necesario, las calles eran un lodazal, no había alcantarillas). Cuando se acercaba a los discípulos para lavarles los pies, a Pedro sobre todo, a éstos se les revolvían las tripas: ¿qué se puede esperar de un mesías que lava pies).
  • Es Juan solamente quien reportar esta noticia. Los verbos tan seguidos indica que copia de algún folleto que no es suyo. La ha parecido totalmente necesario contarlo. Es el prólogo de su pasión: si no entiendes el servicio cotidiano de lavar los pies, de servir, ¿cómo vas a entender el servicio total de la cruz?
  • El gesto se interpreta fácilmente. Así lo hace el pasaje en los versos finales (13-15). Si se lee seguido 2-15 y 12ss tiene perfecto sentido. ¿Por qué se ha metido el diálogo con Pedro? ¿Por qué alguien, hacia el año 100, 60 años nada más después de la muerte de Jesús, ha metido un diálogo que insiste en que si no se sirve “no se tiene que ver nada con Jesús”?
  • Hay que ahondar en el planteamiento de Jesús: no servir es no tener nada que ver con Jesús, él por su camino, nosotros por el nuestro. El peligro de “desviación” no le viene a la Iglesia por las doctrinas erróneas, sino por la ausencia de compromiso social.
  • Comprender a Jesús como “servidor” es una de las mejores maneras de entenderlo y de leer muchos pasajes del Evangelio.

 

Para el trabajo social:

 

  • El servicio al frágil no es una consecuencias de la fe, sino que es el núcleo de la fe: las pies, eres seguidor/a; no lavas pies, no eres seguidor/a.
  • Sabe de Jesús en la medida que sirves. El trabajo social es camino óptimo de aprendizaje cristiano: se aprende más de Jesús por el servicio que por el catecismo.
  • El servicio al hermano, al frágil, recuerda lo más importante de Jesús. Es recordar continuamente dónde está lo importante de la fe. Los trabajos sociales son el verdadero “memorial” de Jesús.
  • ¿Sigue siendo válido aquello que dijo el obispo J. Gaillot de que “una iglesia que no sirve no sirve para nada”? ¿Habría que aplicar esto a cada cristiano?
  • Actualmente el servicio social ha de ser lo más organizado posible. Para ello: formación común (mística común), coordinación responsable, sentido de grupo.

20. El amor asimétrico (Jn 13,34-35)

 

 

34Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; que como yo os he amado, también vosotros os améis mutuamente. 35La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros.

 

  • Es un texto “testamentario”: está enmarcado el testamento de la última cena. Al ser testamentario adquiere más valor porque las últimas voluntades de quien va a morir son sagradas. Hay que mirarlo como texto decisivo para la compresión y vivencia de la fe.
  • Se habla de un “mandamiento”. Mandar, obligar a amar es algo contradictorio porque el amor brota de la libre voluntad. Pero al calificarlo de mandamiento, se está queriendo decir que es algo decisivo para el seguidor: ahí se juega la verdad de la fe.
  • Dice que es un mandamiento nuevo: no porque lo haya inventado Jesús (muchos han amado a lo largo de la historia y con fuertes entregas), sino porque el amor es la mayor novedad que surge en la vida.
  • Dice que hay que amarse “como él nos ha amado”. Jesús ha amado con amor asimétrico: nos ha amado cuando no podíamos amarle (así lo dice Rom 5). Los humanos amamos con amores simétricos (te amo si me amas). Pero Jesús ama, asimétricamente, aunque no se le ame.
  • Ese amor asimétrico ha de ser el distintivo del amor cristiano, la “señal” por la que se conoce al discípulo (¿Cuál es la señal del cristiano? Se preguntaba el catecismos. Esta es la señal y no tanto un signo religioso).

 

Para el trabajo social:

 

  • El trabajo social cristiano ha de tener una mística, un bullir dentro, un brillo específico. El Evangelio, leído con cierta profundidad, nos puede ir proporcionando esa mística.
  • La verdad de la fe no está tanto en la doctrina cuanto en las obras de amor. Por eso, quien ama con obras está en la verdad del Evangelio (más allá de cuál sea su doctrina).
  • Contribuir al amor, porque es una realidad nueva, es colaborar en la sociedad nueva, la de la fraternidad, la de la igualdad. Un trabajo social que no se hace desde el amor es discutible, aunque tenga otras intenciones loables.
  • El voluntariado es un amor asimétrico en muchas ocasiones: no hay aplauso, ni agradecimiento, ni pago. Pero se sigue haciendo porque se ama a la persona, porque se cree en su dignidad, por encima de su educación o de su amabilidad.
  • El voluntariado puede convertirse en el lenguaje del amor y en la seña real de lo que quiere ser la comunidad cristiana. Esto es posible en las cosas sencillas, en las ayudas que se mantienen en lo oculto, en las palabras humildes pero verdaderas que anima al otro.
  • La sociedad de hoy necesita “señales sociales” de amor. Ese lenguaje es entendible y lleva a la hermosura de una espiritualidad. Hay que cultivar el amor social que es una hermosa variante del amor sobre la que se asientan otras muchas variantes. Amar a la persona, amar a la sociedad. Ahí se juega mucho del sentido de la fe.

 

20. El amor asimétrico (Jn 13,34-35)

 

 

34Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; que como yo os he amado, también vosotros os améis mutuamente. 35La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros.

 

  • Es un texto “testamentario”: está enmarcado el testamento de la última cena. Al ser testamentario adquiere más valor porque las últimas voluntades de quien va a morir son sagradas. Hay que mirarlo como texto decisivo para la compresión y vivencia de la fe.
  • Se habla de un “mandamiento”. Mandar, obligar a amar es algo contradictorio porque el amor brota de la libre voluntad. Pero al calificarlo de mandamiento, se está queriendo decir que es algo decisivo para el seguidor: ahí se juega la verdad de la fe.
  • Dice que es un mandamiento nuevo: no porque lo haya inventado Jesús (muchos han amado a lo largo de la historia y con fuertes entregas), sino porque el amor es la mayor novedad que surge en la vida.
  • Dice que hay que amarse “como él nos ha amado”. Jesús ha amado con amor asimétrico: nos ha amado cuando no podíamos amarle (así lo dice Rom 5). Los humanos amamos con amores simétricos (te amo si me amas). Pero Jesús ama, asimétricamente, aunque no se le ame.
  • Ese amor asimétrico ha de ser el distintivo del amor cristiano, la “señal” por la que se conoce al discípulo (¿Cuál es la señal del cristiano? Se preguntaba el catecismos. Esta es la señal y no tanto un signo religioso).

 

Para el trabajo social:

 

  • El trabajo social cristiano ha de tener una mística, un bullir dentro, un brillo específico. El Evangelio, leído con cierta profundidad, nos puede ir proporcionando esa mística.
  • La verdad de la fe no está tanto en la doctrina cuanto en las obras de amor. Por eso, quien ama con obras está en la verdad del Evangelio (más allá de cuál sea su doctrina).
  • Contribuir al amor, porque es una realidad nueva, es colaborar en la sociedad nueva, la de la fraternidad, la de la igualdad. Un trabajo social que no se hace desde el amor es discutible, aunque tenga otras intenciones loables.
  • El voluntariado es un amor asimétrico en muchas ocasiones: no hay aplauso, ni agradecimiento, ni pago. Pero se sigue haciendo porque se ama a la persona, porque se cree en su dignidad, por encima de su educación o de su amabilidad.
  • El voluntariado puede convertirse en el lenguaje del amor y en la seña real de lo que quiere ser la comunidad cristiana. Esto es posible en las cosas sencillas, en las ayudas que se mantienen en lo oculto, en las palabras humildes pero verdaderas que anima al otro.
  • La sociedad de hoy necesita “señales sociales” de amor. Ese lenguaje es entendible y lleva a la hermosura de una espiritualidad. Hay que cultivar el amor social que es una hermosa variante del amor sobre la que se asientan otras muchas variantes. Amar a la persona, amar a la sociedad. Ahí se juega mucho del sentido de la fe.

 

21. La honda dignidad (Jn 14,23)

 

            Uno que me ama cumplirá mi mensaje y mi Padre le demostrará su amor: vendremos a él y nos quedaremos a vivir con él.

 

  • Este breve texto es, a nuestro juicio, el más importante del Evangelio de san Juan, lo que él habría querido decir resumiendo, lo más importante que hay que captar.
  • Entender las palabras, se entienden. Pero es preciso captar el alcance de lo que el texto quiere decir, para no quedarse en lo de fuera.
  • Lo primero que se dice es que “quien ama cumple el mensaje de Jesús”. Lo hemos dicho muchas veces: la adhesión a Jesús no es cuestión de ideas, sino de amor. Y de amor en obras, no en palabras. Cuando se ama, se conecta con el Jesús del Evangelio.
  • El mensaje de Jesús, su mesianismo, es una obra de inclusión, frente a la idea que tenía la religión: si no eres de quienes creen que somos el centro y los únicos, no perteneces a los nuestros. Este mensaje exclusor queda cuestionado por el Evangelio.
  • El padre hace una “demostración” de amor, algo que bos atrapa, que nos cautiva, que nos enamora. Una manera fría de creer es una manera fría de amor. Y si el amor no es cálido…
  • La demostración de amor es que el Padre y Jesús van a venir al fondo de la vida, van a situar su “cielo” en lo nuestro, van a ser para nosotros la fuente del amor, nos van a acompañar siempre, no nos dejarán de su mano.
  • Quien tiene esto por una certeza tendrá su corazón en paz, será fácil atravesar la vida con sosiego, no desesperará de las situaciones difíciles.
  • Hay que cambiar el imaginario sobre Dios: no un Dios fuera, sino dentro; no un Dios mago, sino acompañante, no un Dios privatizado sino de todos.

 

Para el trabajo social:

 

  • Hay que aspirar a unas obras sociales hechas con amor, por lírico que suene. No se trata solamente de hacer coas, que no está nada mal, sino que anide en ellas la llama del amor, esa actitud que los usuarios de un servicio social perciben: si hay empatía o no, si se conecta con su causa o no.
  • Una mentalidad incluyente se construye, no viene dada de sí. Habría que hacer pequeñas prácticas de inclusión y de ser incluido en los frágiles (aceptar sus invitaciones, situarse en sus lugares, acoger sus costumbres, etc.)
  • Cómo hacer un trabajo social cálido, como habría que tener siempre una especie de “fuego” dentro que nos evite la rutina, la profesionalización, el desgaste, la actitud de quien se lo sabe todo.
  • La certeza espiritual de que Dios está en el fondo de la vida se traduce por la dignidad de toda persona, de toda creatura. Por ser creados y por ser sostenidos por el amor del padre, toda persona es digna en cualquier circunstancia.
  • Muchas veces hemos dicho que para trabajar en temas sociales hay que hacer el curso sobre la dignidad humana y aprobarlo. Si no se tiene trabajado ese punto, haremos las cosas de maneras muy cuestionables muchas veces.
  • Saber que Dios está en el fondo de la persona, y de manera especial en la vida de los frágiles sociales, habría de paliar la pequeña “amargura” que a veces acarrean los trabajos sociales. Por eso, la acción social de quien cree en el Evangelio habría de ser bienhumorada, sonriente, luminosa.
  • El trabajo social, también lo hemos dicho, es una manera buena de decir de forma práctica que Dios acompaña tu vida, que no te deja de su mano, que te ampara cuando lo necesitas aunque no lo sientas. Esta manera práctica de cirlo es más interesante que muchas palabras.

 

 

22. Resistencia y resiliencia (Jn 15,1-6)

 

            15,1-Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.

 

2A todo sarmiento mío que no da fruto lo quita, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. 3Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he comunicado;

 

4permaneced en mí y yo permaneceré en vosotros.

 

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.

 6Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

 

  • El texto hace parte del discurso de despedida de Jesús. Texto importante. Y se quiere mostrar cuál ha de ser el lugar de la nueva comunidad de Jesús en el mundo. Una comunidad en cercanía a los débiles. Hay que “permanecer” siempre en ese empeño.
  • Efectivamente, en el breve pasaje aparece seis veces el verbo “permanecer”. Porque de eso trata el pasaje: el ejemplo del sarmiento unido a la vida es para animar a permanecer unido a Jesús.
  • Ser “sarmiento” indica una indudable dependencia pero también una autonomía. El sarmiento crece y se desarrolla tomando de la vid los nutrientes. La misma poda es una mediación de crecimiento.
  • Permanecer es distinto que iniciar, que apuntarse, que comenzar. Para permanecer hay que cultivar la conexión con la vida, con Jesús. No se permanece por pura inercia o por simple adscripción religiosa.
  • El fruto de la permanencia es el que proviene de la vid. Ella es la que va marcando el camino. Se es sarmiento no aislado de la vida, sino en el querer y en los planes de la vid, de Jesús.
  • La amenaza del ser echado fuera es debida a la pedagogía negativa que, con frecuencia, utilizan los Evangelios. No ha de invalidar  los aspectos positivos de la metáfora de la vid y los sarmientos.

 

Para el trabajo social:

 

  • El voluntariado no podrá hacerse a golpe de caprichos sino, después de pensarlo bien en sus porqués y posibilidades, habrá que intentar “permanecer” más allá de las pequeñas contrariedades y dificultades que puedan surgir. El voluntariado no es un capricho o un pasatiempo; es algo que requiere una continuidad para que la obra social salga a flote.
  • Para permanecer en el trabajo social es preciso pasar por encima de los meros deseos que todos tenemos. Se permanece en una organización, por lo tanto no puedo funcionar por libre.
  • Pero permanecer no es cuestión de tiempo, principalmente, sino de fidelidad a los frágiles, de hacer bien las cosas, de estar atento a las necesidades que me rodean porque se tiene una “vocación” de acompañamiento.
  • El fruto de la permanencia en el trabajo social no se puede evaluar por los “éxitos” personales que uno pueda lograr, sino por la certeza de que los frágiles se van beneficiando de nuestra actuación. Permanecer para lograr éxitos es un camino equivocado.
  • El trabajo social no ha de ejercerse bajo ningún tipo de amenazas, sino en la mayor de las confianzas y libertades. Funcionar con amenazas sería ir por el peor de los caminos.
  • Para permanecer el trabajo social, pues, es necesaria la resistencia (no quebrarse fácilmente por las dificultades) y la resiliencia (aprovechar las circunstancias difícil para salir con más ánimo).

 

 

23. El amor más grande (Jn 15,13)

 

            “Nadie tiene amor más grande por los amigos que uno que entrega la vida por ellos”

 

  • Toda religión, la nuestra también, ha creído que el amor más grande era el amor a Dios. Creyendo que Dios es lo más, se ha querido actuar por él. Sin embargo, en el Evangelio, lo más es la persona. El amor más grande se desplaza a la persona.
  • El Evangelio no es un libro que pretenda fomentar el amor a Dios, sino el amor a la persona. Por eso, todos los gestos de Jesús son en beneficio de la persona.
  • El amor que plantea el texto es “a los amigos”. El amor de amistad es el que considera las limitaciones propias de la persona (¿Me amas más que estos?). Se ama con limitaciones.
  • Ese “uno” indefinido está apuntado a cualquiera, no solamente a la persona creyente, sino a cualquiera que sienta dentro el latido del amor. Incluso, según algunos, el ejemplo es el amor de un “pagano”.
  • El texto habla de “entregar la vida”. Quizá pueda parecer excesivo, pero es lo que hace Jesús (Jn 10,11 pastor loco) y lo que, en consecuencia, se demanda al discípulo.

 

Para el trabajo social:

 

  • Muchas de las obras sociales en la historia del cristianismo han tenido como causa el amor a Dios. ¿Habría sido peor si el amor a la persona como tal hubiera sido el móvil perfecto?
  • La espiritualidad cristiana ha querido ver en el rostro de los frágiles sociales el rostro de Jesús como razón para la acción. ¿Y si ser compasivo con el simple rostro de los frágiles hubiera sido suficiente?
  • El amor más grande se ha vehiculado principalmente en actos de religión, de amor a Dios. Desde ahí se ha considerado el trabajo social como una consecuencia. Pero el Evangelio no lo pone como una consecuencia, sino como parte del núcleo de la fe. Quizá como el centro de ese núcleo
  • El trabajo social es un “amor de amistad”: se hace contando con las limitaciones, personales y estructurales. No es un  amor puro. Por eso siempre habrá que estar vigilante encima de él.
  • Para hacer voluntariado es preciso sentir el amor dentro, es cuestión de amor. Suena a algo lírico, pero sin amor el voluntariado se vuelve frío funcionariado y termina por ser algo sin imaginación.
  • La entrega de la vida puede ser paulatina, en modos asimilables, se hace cada día, en pequeños gestos. Se trata, en definitiva, de vivir de cara al otro, de meterlo en el horizonte propio, de ir haciendo nuestras sus preocupaciones.

24. Una alegría que nadie puede quitar (Jn 16,20-22)

           

20Pues sí, os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.

21La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza porque ha llegado su hora; pero en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. 22También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría.

 

  • Los textos evangélicos quieren construir una mística de resistencia porque no es fácil, nunca lo ha sido, ser seguidor/a de Jesús. ¿Cómo mantenerse en las opciones evangélicas, cómo aguantar el chaparrón del desencanto, de la increencia, de la incomprensión?
  • Se habla de una tristeza que se convierte en alegría. Esto es difícil; lo contrario es más fácil. Pero Jesús promete una alegría que se termina, no una que dura sin control. Según Jesús, la tristeza tiene un fin, no tendrá la última palabra.
  • La imagen de la mujer que da a luz es la de la humanidad que lucha por abrir un camino de total novedad: dar a luz la nueva sociedad es un parto cósmico, de grandes dolores, pero también de gran alegría.
  • Olvidar el apuro solo es posible en la medida en que uno se alegre por haber dado a luz la nueva humanidad.
  • Por eso habla el texto de una alegría “que nadie puede quitar”, porque pertenece a quien sabe que, por muchas que sean las penas, en el fondo hay triunfo. Una alegría que se puede vivir a la vez que corren las lágrimas por el rostro, a la vez que las penalidades amargan el caminar humano.

 

Para el trabajo social:

 

  • El trabajo social no se hace sin la dificultad que entraña la incomprensión de la propia familia que, a veces,  no le ve sentido a lo que haces e, incluso, ironiza sobre ello. Es preciso mantenerse firme, sin complejos y también sin tensiones inútiles.
  • El trabajo social es la traducción de la utopía de que la tristeza se puede acabar. Para que eso sea creíble, hay que trabajar para que mengüen las tristezas sociales que afectan a la vida de los frágiles. Todo lo que se haga por ello contribuye a poner en pie la utopía de Jesús.
  • El logro de la humanidad nueva, de la sociedad de la fraternidad, ha de ser difícil y gozoso. Para encajar la dificultad habrá que intuir la hermosura de una sociedad distinta que apunta en cosas pequeñas. Si no, se terminará por no verle sentido al trabajo por un mundo nuevo.
  • Es preciso experimentar la alegría que brota de lo nuevo, el gozo que da que los sufrimientos de los humildes vayan siendo enjugados, siquiera un poco. Disfrutar con los humildes de sus pequeños triunfos es una manera óptima de conectar con la alegría de Jesús.
  • La alegría “inarrebatable” es la que experimenta quien está convencido de que su pequeño trabajo social no solamente mejora la vida de un frágil sino que se suma a la de quienes creen y “ven” que amanece la sociedad nueva. Todo esto hace parte de la mística profunda de quien anda por los caminos del voluntariado social.

 

 

 

25. En el sistema sin ser del sistema (Jn 17,14-15)

 

            “Yo les he entregado tu mensaje, y el mundo les ha cobrado odio porque no pertenecen al mundo, como tampoco yo pertenezco al mundo; no te ruego que los saques del mundo, sino que los libre del mal”.

 

  • Este texto pertenece al último capítulo del discurso de despedida (17), una oración por los seguidores de entonces y de ahora. Estar bajo la oración de Jesús, él reza por nosotros, es garantía de que nuestra fe, frágil a veces, se mantendrá en pie.
  • Para el evangelio de Juan el “mundo” es, en general, lo inhumano del mundo, el fondo de mal que lleva la persona y se transmite a la sociedad, la herida que nos hacemos por múltiples causas y, a veces, sin aparente causa.
  • Es normal que ese “mundo” odie a quien no pertenece al mundo, a quien no le hace el juego a una sociedad opresora, a quien se va alejando, con su comportamiento justo, del ámbito de la injusticia.
  • No podemos salir del mundo, incluso del sistema, porque estamos dentro de ellos. Hacemos parte del mal. Hay que verse como parte afectada. El seguidor ha de encajar su hacer parte del lado oscuro de la historia.
  • Por eso mismo Jesús dice que no se le saque al seguidor del mundo, sino que, dentro de un sistema injusto, del que hace parte, se vea cada vez más libre del mal, más lejos de los mecanismos inhumanos, menos apoyador de las iniciativas que causa daño a los infortunados de la sociedad.

 

 

Para el trabajo social:

 

  • En el fondo de la acción del creyente también hay que contar con el amparo de Jesús, con su oración. No es solamente obra nuestra. Haciendo lo que él hizo se nos garantiza su acompañamiento.
  • El trabajo social encara con paciencia las inhumanidades que componen la vida. No les hace el juego, pero tampoco se pone histérico por ello. Brota en él la tenacidad propia de quien sabe que si hace un poco menos inhumano el entorno en que vive disminuye también la inhumanidad del conjunto de lo humano.
  • Hay que ver si el odio del mundo es por ser evangélico o, justamente, por no serlo. Porque nuestro alejamiento del Evangelio suscita el odio de quienes esperan de nosotros un comportamiento solidario parecido al de Jesús.
  • Quien hace trabajo social es consciente de que, muchas veces, colabora al aumento del mal en el mundo. Junto a esa conciencia tiene que estar la decisión por hacer parte del mal lo menos posible. Por eso, para hacer trabajo social hay que ir creciendo, siquiera un poco, en justicia y equidad personal.
  • ¿Cómo vivir en el sistema sin ser del sistema? ¿Cómo ir alejándose de lo inhumano y contribuyendo más a lo humano? Un cauce estupendo, práctico, es el trabajo social: nos aleja de lo malo y no acerca a lo bueno de las personas, eso que constituye el cimiento de la sociedad fraterna.

 

26. Hablar de Dios hoy (Jn 17,25-26)

 

            “Padre justo, el mundo no te ha reconocido; yo, en cambio, te he reconocido, y estos han conocido que tú me enviaste.

            Yo les he dado a conocer tu persona, pero aún se la daré a conocer, para que ese amor con el que tú me has amado esté en ellos y así esté yo identificado con ellos”.

 

  • Son los versos finales del cap.17. Se entra luego en los relatos de la pasión que los dejamos para otro año.
  • Dice que Jesús ha “reconocido” al Padre y los seguidores también lo han reconocido. Se puede reconocer los valores del Evangelio, por encima de la propia debilidad y de los fallos de la vida.
  • Jesús ha dado a conocer su persona no por medios escolares o ideológicos, sino en los modos de la solidaridad. Él no ha enseñado el reino como un maestro, sino que lo ha hecho andando los caminos de quien tiene necesidad. Hombre de caminos, hombre de encuentros, hombre de corazones tocados.
  • En el fondo de todo, es cuestión de captar a Dios como un “amor en el fondo”. No es cuestión de ideología, sino de percepción vital, honda. Creer de verdad que esta vida es don del amor de Dios y que en ella está metido, como levadura en la masa, ese amor.
  • Este amor es el que genera identidad, no tanto la pertenencia religiosa, ni la práctica de las costumbres religiosas. No es fácil de concretar, pero una vivencia de la relación con Dios meramente religiosa puede que no haga llegar a ese amor del que se habla aquí.

 

Para el trabajo social:

 

  • La mejor manera de “reconocer a Jesús” no es verlo en imágenes o símbolos religiosos, sino verlo en el rostro de los frágiles. Ahí es donde aparece con toda su fuerza, con sus heridas y con sus demandas.
  • Lo hemos dicho muchas veces a lo largo de este curso: la mejor manera de dar a conocer a Dios hoy, la mejor manera de hablar de él es, justamente, el trabajo social. Es, lo sabemos, un lenguaje que todos entienden y que la sociedad está deseando escuchar.
  • Al final de todo, también lo hemos dicho, si al trabajo social le falta el componente del amor, le falta lo más importante. Es cuestión de entender el fondo de la persona y la relación con las personas frágiles desde una sintonía a la que llamamos amor, desde una preocupación que toma el rostro de la preocupación cuando se ama.
  • También lo hemos indicado: la identidad cristiana se genera mucho más con el trabajo solidario que con la ideología. Por eso puede ser considerada como una suerte el estar en esta órbita del voluntariado.

 

 

 

1 comentario

Teresa -

Lectura social o veinte mil leguas de viaje al corazón del Evangelio.Para encontrar no un Mesías que nos dé, sino uno que nos enseñe a darnos. Para ser maná para los demás. Para quitar losas. Para vivir el amor de Jesús y no otro.

Merece la pena. Mil gracias