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FIAIZ

Juan 109

CVJ

Domingo, 22 de abril de 2012

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

109. Jn 16,1-4a

 

Introducción:

 

                Uno de los lados más duros y crueles del comportamiento humano toma el rostro de la exclusión. Llevada al terreno social y político, la exclusión ha causado estragos en la historia de la humanidad: todas las luchas étnicas, todos los genocidios, todas la violencias que han herido la vida de los pueblos vienen de la raíz inhumana de la exclusión. En el terreno personal: todos los egoísmos, el mirar para el otro lado ante la necesidad ajena, la no implicación en la suerte de los pobres, el corazón cerrado a cal y canto ante el otro, todo esto proviene de un misterio de exclusión que siempre acecha al caminar humano. El antídoto, lo sabemos, es lo contrario: la inclusión, la acogida, el abrazo, el amparo, la conmoción por la necesidad y por la vida del otro, la certeza de que estamos ante un “familiar” y excluirlo de lo que sea carece totalmente de sentido.

                Jesús previene a los suyos de la exclusión que puede generar la pertenencia a su grupo. Lo habían sufrido en las carnes: los cristianos nacidos del tronco común del judaísmo eran considerados como unos “herejes” (así son denominados en los textos). Eso conllevaba una dura exclusión religiosa y social. Al prevenir, el Evangelio quiere que ese doloroso trago sea encajado con la mayor humanidad posible, sin responder, a modo de equivalencia, con idéntica exclusión. El rechazo puede llegar al límite inhumano, cainítico, de dar muerte al excluido. Ha ocurrido y ocurre. Es ahí donde habrá que sembrar humanidad denunciando tales atropellos y vertiendo bálsamo sobre las heridas de quien se siente excluido. De lo contrario, el Evangelio servirá para poco.

 

***

 

Texto:

 

16,1Os voy a hablar de esto, para que no se tambalee vuestra fe. 2Os excomulgarán de la Sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte, pensará que da culto a Dios. 3Y esto lo harán porque no han conocido al Padre ni a mí. 4Pero os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho.

 

Ventana abierta:

 

Cuando pensamos en excluidos nos viene a la mente los sin techo que andan tirados por la ciudad. Pero hay excluidos por otras razones. Teresa se despertó una mañana de su matrimonio feliz y se encontró con que su pareja le había infectado de sida. "A mí y al bebé del que estaba embarazada. Lo mío me dolió, pero lo del niño me partió el alma", recuerda Teresa, alta, huesuda, ojeras y la voz firme. Corría el año 1993 y los seropositivos, aún más que ahora, tenían un estigma. Ella consiguió superar el bache gracias a la ONG Apoyo Positivo. "Menos mal, han sido mi punto de apoyo", dice. Ahora no tiene problema en hablar de su enfermedad, en cambio, su hijo, adolescente, tiene sida y no quiere "salir del armario". "Se lo tuve que contar con 10 años, el niño tomaba la medicación, veía en la tele cosas sobre el sida, y claro, no era tonto", explica su madre. Teresa tiene sida, al igual que Antonio. Pero ninguno quiere que su identidad quede oculta en unas iniciales o en una fotografía entre sombras. "Me llamo Teresa Rodríguez". "Y yo, Antonio Moraleda, soy homosexual, y también estoy enfermo de sida".

                Oramos: Que la oración nos lleve a mirar con aprecio a quien sufre exclusión; que nos lleva a implicarnos en algo; que nos lleve a ser humanos con todos.

 

***

 

Desde la persona de Jesús:

 

                Jesús previene contra la mordedura de la exclusión, la que él mismo ha sufrido fuertemente, para encajarla con humanidad. Eso quiere decir, para encajarla viendo la dignidad intacta en quien es excluido y captando la injusticia tremenda que es excluir a quien realmente necesita ser acogido más que nadie. Si no está encendida siempre la llama de la dignidad es fácil que se apague en aquellas vidas que son más frágiles. Si el anhelo de la justicia no está activo, fácilmente volveremos el rostro de aquellas personas que cargan más, injustamente, con el peso de la vida.

                Oramos: Te alabamos, Señor, por haberte mantenido en humanidad, a pesar de tu exclusión; te bendecimos por haber visto siempre la dignidad de la persona en quien era excluido; te damos gracias por no haber renunciado nunca a la parte de dignidad que toca a toda persona.

 

***

 

Ahondamiento personal:

 

                Excluir es un misterio de iniquidad. Hacerlo por motivos religiosos (se cree que ofrece un culto a Dios) es ya rizar el rizo de lo inhumano. Por eso, el lector del Evangelio y quien aprecie a Jesús se pone al otro lado de quienes excluyen por motivos religiosos, de quienes dicen que tal o cual colectivo no tiene acceso a los socorros de la fe por sus opciones sociales o sexuales. Eso no lo haría Jesús.

                Oramos: Que nunca excluyamos por motivos religiosos; que apoyemos a quienes son excluidos por tales motivos; que animemos a quien siente la mordedura de la exclusión de quien realmente tenía que acogerle.

 

***

 

Desde la comunidad virtual:

 

                Es un hecho que en nuestra comunidad virtual nunca se ha palpado la exclusión, porque nunca se ha dado. Más aún, siempre nos ha alegrado que venga gente, aunque no sea más que para pasar un día de convivencia. Si excluyéramos, quedaría en evidencia que no hemos entendido nada del Evangelio y que nuestro trabajo orante no tenía base. Por el contrario, laa cogida es la marca de verdad evangélica. Mientras acojamos, estamos cerca del Evangelio de Jesús.

                Oramos: Que no cejemos en acoger lo mejor que podamos; que nuestra alma y nuestro rostro se alegren cuando acogemos; que apreciemos y valoremos a quien tiene mucha capacidad de acogida.

 

***

 

Poetización:

 

Lo había experimentado

en sus propias carnes:

ser excluido

era lo más duro de la vida.

¿Cómo pudo encajarlo

sin que el corazón se le amargase?

¿Cómo pudo seguir amando

cuando se le negaba el amor?

Tuvo que mirar muchas veces,

muchas noches,

al rostro del Padre

para comprender que,

aunque uno sea rechazado,

el Padre jamás excluye a nadie.

Tuvo que mirar con piedad

el rostro y el corazón de las personas

para comprender

que la dignidad permanecía intacta

en quien era más rechazado.

Tuvo que caminar codo con codo

con los desvalidos

para entender que,

contra toda evidencia,

la justicia que se les negaba

no hacía que desapareciera

su exigencia de justicia.

Pudo prevenir contra toda exclusión

porque el sueño de su vida,

lo que llamaba “el reino”,

era una fiesta de total inclusión,

sin requisitos,

sin condiciones,

sin exigencias.

Toda persona estaba incluida

porque todos estamos necesitados

de amor y de dicha.

 

***

 

Para la semana:

 

                Trata de controlar esta semana los sentimientos y acciones de exclusión con los débiles. Hazles un sitio en tu vida. Acógelos.

 

***

 

1 comentario

José Miguel -

Como siempre genial. Gracias Fidel por tus reflexiones. Por cierto falta el 108. Gracias