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FIAIZ

Juan 1

CVJ

Domingo, 8 de febrero de 2008

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

1. Jn 1,1-18

 

Introducción:

 

                Creer que la persona, toda persona, tiene dentro la capacidad de tocar la dicha, de llegar al gozo, de ponerse en el lado de la bondad; creer en todo esto más allá del daño que nos hacemos, del olvido con que nos tratamos, de la dureza y desconfianza con que nos plantamos ante el otro/a es un verdadero milagro. Pero ese milagro existe. Hay gente, mucha, que no renuncia a la dicha, que no se hunde para siempre en la pena, aunque tendría motivos para ello. Desvelan el porqué último de la vida y el cosmos: no es otro que la nunca apagada vocación a la felicidad. No hay quien sofoque ese fuego.

                Al iniciar su evangelio, Juan ha puesto un prólogo del que la persona religiosa suele subrayar la grandeza de la encarnación de Jesús (v.14: "La Palabra se hizo carne..."). Pero, en realidad, el quid está en el v.12: "Les dio capacidad para ser hijos de Dios": capacidad para el gozo, para la plenitud, para el disfrute anhelado. Una capacidad para este momento de la vida, para esta situación, para este concreto punto del camino. El amor del Padre ha sembrado en el corazón de la persona, y aun de las mismas cosas, esa increíble capacidad. ¿La hago funcionar o no? La pelota está en nuestro tejado. No se trata tanto de creer en la encarnación, cuanto de creer en la capacidad que el Padre ha sembrado en ti, en mí. Honda y verdadera fe.

 

***

 

Texto:

 

                1,1          Antes del principio, la Palabra,

                               y la Palabra, vuelta a Dios,

                               Dios, la Palabra.

•2                    En el principio, vuelta a Dios.

 

•3                    Por medio de la Palabra todo ha ido viniendo

y sin ella nada ha venido

de lo que vive.

•4                    En ella, la vida,

la vida, luz de la humanidad.

•5                    La luz atraviesa la tiniebla

y la tiniebla no la sofocó.

 

•6                                    Surgió un hombre enviado por Dios,

llamado Juan.

                7                             Venía como testigo,

                                               a testimoniar de la luz,

                                               para que todos tuvieran, por su medio,

                                               la experiencia de la fe.

                8                             No era él la luz,

                                               sino sólo su testigo.

 

                9             La Palabra, única luz genuina,

                                que, viniendo al mundo,

                               alumbra a toda la humanidad.

                10           En el mundo estaba;

                               y aunque el mundo se hizo por medio de ella,

                               el mundo no la reconoció.

                11           Vino a su propia casa,

                               y los suyos no la recibieron.

                12           Pero a cuantos la recibieron

                               Les hizo capaces de ser hijos de Dios.

                               Y estos que continúan apoyándose en su persona

                13           no han nacido de sangre,

                               ni de amor carnal,

                               ni de amor humano,

sino de Dios.

                14           Así que la Palabra compartió la historia,

                               poniendo su tienda entre nosotros.

                               Y hemos contemplado su gloria:

                               gloria propia del Hijo único del Padre,

                               plenitud de ternura fiel

 

                15                           Juan da testimonio de ella

                                               y grita diciendo:

                                               -Éste es de quien yo dije:

                                               "El que viene detrás de mí,

                                               pasa delante de mí,

                                               porque existía antes que yo".

 

•16                 La prueba es que de su plenitud

todos hemos recibido

una ternura que responde con ternura.

•17                 La Ley se dio por medio de Moisés,

la ternura y la fidelidad

vinieron por medio de Jesucristo.

 

•18                 A la divinidad nadie le ha visto jamás;

pero el Hijo único,

que conocía el corazón del Padre,

es quien lo ha dado a conocer.

 

***

 

Ventana abierta:

 

 

                Estas mujeres de la india son beneficiarias de los llamados microcréditos. Con unas cantidades mínimas han logrado sobrevivir en situaciones de gran dureza económica. Alguien creyó en su capacidad para salir a flote; ellas mismas creyeron en tal capacidad. Se verificó el milagro. La fe en la capacidad de las pobrezas es auténtica fe humana y verdadera fe evangélica. Jesús se habría alegrado de ello al comprobar la siembra de capacidad para vivir que el Padre ha hecho en las vidas de los sencillos/as.

                Oramos: Que creamos en las capacidades de los débiles; que animemos la capacidad de quien sufre situaciones de debilidad; que disfrutemos de la siembra de capacidades que el Padre hace en nuestra vida.

 

***

 

La mirada de Jesús:

 

                Jesús ha descubierto su capacidad para "ser Hijo" en el silencio, en la oración, en el compartir los caminos. Ha llegado al convencimiento de que su vida no se entendía sin referencia al Padre que lo habitaba. Desde ahí ha podido presentarse como el que promueve la capacidad de toda persona para ser ella misma. Más tarde dirá en el Evangelio: "Nadie me quita la vida, yo la entrego por toda persona". Una persona entregada capaz de suscitar la certeza de la capacidad de toda persona. Capaz y suscitador de capacidades.

                Oramos: Gracias, Señor, por tu capacidad de amar al Padre; gracias por sembrar capacidades entre las personas; gracias por creer con certeza que el Padre nunca te abandona.

 

***

 

Apuntando a lo profundo:

 

                La gran tarea de la persona es desarrollar su capacidad. Quien lo hace, quien ayuda a ello, colabora a la tarea hermosa de humanizar la existencia. Quizá sea imprescindible creer en las capacidades de los demás, sobre todo en personas que, por lo que sea, tienen dichas capacidades algo oscurecidas. No querer suplantarlas, no dejarles de lado, no pasar por encima. Descubrir esa pequeña llama que arde en toda realidad personal.

                Oramos: Que nunca pasemos por encima de las capacidades de los demás; que seamos pacientes con las personas de capacidad más lenta; que amemos toda capacidad oculta.

 

***

 

Apoyo cotidiano:

 

                Nos podemos apoyar para que nuestras capacidades se activen más, funcionen mejor. A veces no hace falta grandes apoyos: una palabra amable, un interés mostrado hacia las situaciones del otro/a, un encuentro "casual" que anima. Apoyarnos no solamente para ser más eficaces, sino para ser más capaces de vivir y amar.

                Oramos: Que nos apoyemos con decisión; que creamos en el valor de los apoyos sencillos; que nos sintamos amparado y acogidos/as.

 

***

 

Para orar:

 

Adora y confía


No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.

Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.

Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado;
a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.

Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.

Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.

Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.

Recuerda: 
cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas 
apesadumbrado,
triste,
adora y confía...

P. TEILHARD DE CHARDIN

 

 

***

 

 

 

 

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