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FIAIZ

Juan 89

CVJ

Domingo, 6 de noviembre de 2012

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

89. Jn 13,25.12-17

 

Introducción:

 

                Si uno hiciera la pregunta por los “cimientos” de la vida, es fácil que tal cuestión fuera desechada por excesivamente trascendente, o demasiadazo teórica, o simplemente inútil. Sin embargo, es una pregunta muy saludable: ¿tú en qué basas tu vida, en qué se apoya? Si uno fuera quitando aquello que no es decisivo llegaría a ese cimiento esencial. Y si respondiera con verdad: mi cimiento es, o quiere ser, el amor, la buena relación, la dicha sencilla, el logro de una vida pacificada, estaría en el buen camino, su vida tendría solidez. Pero si dijera: mi cimiento es el éxito, el dinero, el estar arriba, el prestigio social, quizá fuera un cimiento frágil para construir una vida. ¿Cuál es mi cimiento vital? No es mala pregunta ni para la vida ni para la oración.

                Si a Jesús le hubieran hecho esa pregunta, a tenor de este texto, respondería: mi cimiento vital es servir con generosidad, luchar denodadamente por el logro de toda dicha, tratar de hacer más humano el duro camino de las personas, suscitar anhelos para que no muera la delicada planta de la utopía, mirar con amor creciente a quien hambrea acogida y amor. Algo de esto habría respondido. E, incluso, habría añadido: si me apreciáis, también vosotros tendríais que animaros a un camino parecido. No quedaréis defraudados. Este cimiento del servicio generoso es el cimiento de la comunidad de Jesús. El resto se asienta sobre él.

 

 

***

 

Texto:

 

2Estaban cenando (ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas, el de Simón Iscariote, que lo entregara) y Jesús, 3sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, 4se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; 5luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

                12Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:

                -¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? 13Vosotros me llamáis “El Maestro” y “El Señor”, y decís bien porque lo soy. 14Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: 15os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.       

16Os aseguro: el criado no es más que su amo, ni el enviado más que el que lo envía. 17Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.

 

 

***

 

Ventana abierta:

 

 

 

                Esta es una foto que pertenece a las fiestas de Villava (pueblo de Navarra, de donde es Fidel). El ayuntamiento de este pueblo cedió este año el honor de tirar el cohete de fiestas a Cáritas parroquial. Una corporación presidida por Bildu reconoce en Cáritas una instancia de humanización y de servicio y, por eso, le honra en un acto público. Eso quiere decir que el servicio desinteresado es apreciado; que, aunque no lo parezca, la gente es sensible a la generosidad con el débil. Una sociedad que se asienta sobre la solidaridad tiene mejor futuro. Y a la inversa.

                Oramos: Gracias por quienes sirven en el anonimato; gracias por quienes se sienten más personas ayudando al débil; gracias por quienes reconocen y agradecen la presencia social de personas servidoras.

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                Dice el texto que Jesús, lavando los pies, ha dado “ejemplo”. En realidad, lo suyo es algo más que ejemplo: ha sido todo un estilo de vida. Él ha creído, y lo ha vivido, que, haciendo de su vida un itinerario generoso, conectaba, en el fondo, con el deseo salvador del Padre que, él sí, sirve y “trabaja” a favor de toda criatura. Servir ha sido para Jesús más una manera de ser que unas prácticas “ejemplares” para que sus discípulos se animaran a copiarlas. Algo parecido habría de ser el seguidor/a: persona que no solo sirve, sino que vive sirviendo.

                Oramos: Te alabamos, Señor, por tu camino servidor; te bendecimos por tu incansable darte a nosotros; te damos gracias por trabajar para nosotros.

 

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Ahondamiento personal:

 

                Deudores de la certeza social de que más-es-arriba, creemos que servir al otro no puede reportarnos ningún gozo vital. Pero no es así, Sirviendo, ayudando, acompañando, sosteniendo, acogiendo, se pueden experimentar auténticos gozos: ver el brillo de la esperanza en los ojos del débil; sentir y tocar el calor del corazón humano; unirse en el sueño de una vida amparada y abrazada; escuchar el canto del alma que habla de sueños cumplidos. Esto se concreta en vidas y situaciones. Y quien lo ha vivido, lo sabe.

                Oramos: Que sirvamos para que verdee la esperanza; que sirvamos para que crezca el ánimo; que sirvamos para que no cese el canto en la noche.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                Puede parecer que lo que nos une a los miembros de la comunidad virtual es el trabajo orante. Pero, más a la base, hay una cierta actitud de servicio, de relación, de cercanía, que es el verdadero cimiento del “edificio orante”. De ahí que cuanto más nos tengamos presentes, de la manera que sea, más posibilidades de ser comunidad tendremos, aun que sea comunidad “virtual”. También el servicio es el cimiento de esta comunidad dispersa porque, al fin y al cabo, es comunidad en torno a Jesús.

                Oramos: Que nos sirvamos en la buena relación; que nos amparemos en el interés de unos por otros; que nos tengamos presentes en el momento de la oración y más allá también.

 

***

 

Poetización:

 

Parecía la suya

una vida frágil,

hierba seca

que el viento desbarata.

Pero, en realidad,

su existencia

tenía un sólido cimiento:

el servicio generoso.

La casa de su vida

estaba asentada

sobre la lucha denodada por lograr

la dicha común.

Su cimiento era, sin duda,

el compartir caminos,

para que el duro bregar de los humanos

fuera más llevadero.

La base de su vida

estaba unida al sueño

por mantener viva

en la existencia de los excluidos

la frágil esperanza

de la justicia.

Alguna vez habló

de una casa asentada

sobre roca.

Su roca fue

su generoso servicio.

No hubo vendaval que pudiera

con tan fuerte cimiento.

Por eso, nunca se avergonzó

de servirnos.

Era lo suyo,

lo hacía con pasión

y con gusto.

***

 

Para la semana:

 

                No te canses de ser servicial con quienes tienes cerca. No pidas nada a cambio.

 

 

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