Marcos 15
CVMc
Domingo, 14 de febrero de 2016
VIDA Y EVANGELIO:
UN MISMO CAMINO
Plan de oración con el Evangelio de Marcos
15. Mc 2,21-22
Una reflexión inicial:
Siempre hay una pugna entre lo nuevo y lo viejo, lo tradicional y lo moderno, lo anquilosado y lo renovado. En esa pugna sale siempre granando lo nuevo, aunque sea de peor calidad que lo antiguo.
Y es que lo nuevo tiene más posibilidades de ganar porque conoce lo antiguo, sus fallos y posibilidades, y sabe situarse en lugares de más brillo, de mejor expectativa.
Pero hay que decir que el valor tanto de lo antiguo como de lo nuevo lo da la humanidad. Si cualquiera de las dos posibilidades carece de humanidad, no nos sirve. Si una de ellas tiene un componente más humanizador, ahí hay que agarrarse a eso.
¿Hay posibilidad de sumar el valor humano de lo antiguo y el de lo nuevo? La hay, siempre que la preocupación sea, justamente, el valor de la persona. De eso hay que hacer cimiento.
El texto:
21Nadie le cose a una pieza de paño sin estrenar a un manto pasado; si no, el remiendo tira del manto –lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor. 22Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; si no, el vino reventará los odres y se pierden el vino y los odres; no, a vino nuevo, odres nuevos.
Siempre se ha entendido esto de una manera simple: lo de Jesús es una novedad sobre la espiritualidad del Antiguo Testamento y ha de ser echado en odres nuevos. Hay que abandonar la vieja espiritualidad y abrazar la nueva, la de Jesús. Quizá la cosa no sea tan simple:
- Si lo nuevo es el remiendo que tira del manto y deja un roto peor, se está aludiendo a una novedad que no tiene el componente de lo humano. Tal vez se esté aludiendo a la novedad de las interpretaciones de la ley que destrozan el viejo anhelo de Dios de salvar lo humano. Las novedades sin componente humanizador han terminado por destrozar el sueño de Dios, la fraternidad humana.
- Echar vino nuevo en odres viejos es echar a perder los odres. La ley santa, el deseo salvador de Dios, su sueño de la fraternidad igualitaria, era el odre viejo del que salía vino de calidad. Echar ahí el vino nuevo de doctrinas que se alejan de ese sueño de Dios, que deshumanizan, es echar a perder el planteamiento salvador de Dios.
- No es que Jesús propugna lo viejo, sino aquello que contiene un nivel mayor de humanidad. Y constata que las triquiñuelas de la religión y del pensamiento rabínico han terminado por alejar al pueblo de la fe humanizadora de la alianza. O sea, lo nuevo ha echado a perder a lo humano, no porque lo nuevo sea malo, sino porque está exento de humanidad.
Para pensar un momento:
- 1. ¿Te interesa cada vez más el componente humanizador de la vida?
- 2. ¿Cómo tener sentido crítico, olfato, para percibir lo humano?
- 3. ¿Cómo ayudarnos a ser cada vez más humanos/as?
Un valor:
El valor de mirar hacia delante con humanidad: situarse en maneras nuevas sin olvidar el componente humano. Para ello:
- Tener una mirada a la realidad entrañable, profunda. No ver las cosas solamente en su epidermis, en lo que aparece. Entrar un poco más en la realidad.
- Salir de una actitud nostálgica que cree que lo pasado fue mejor sin más. Hacer una lectura crítica y humanizadora, realista y sensible, del pasado.
- Acoger el presente con benignidad, sin histerias ni distorsiones. Creerse parte de este presente. Valorar lo bueno y tener suficiente visión para cuestionar lo cuestionable.
- Trabajar con ánimo de cara al futuro, ya que éste, en parte, depende del trabajo de ahora. No ensoñar, pero sí soñar.
- Recabar fuerza de los que nos quieren para seguir adelante con humanidad, sin resquemores ni sensaciones excesivas de pérdida.
- Pensar que las situaciones difíciles puede ser elaboradas (quizá no solucionadas del todo). Saber que las cosas no tienen una única solución.
- Apoyarse en los valores humanizadores de la fe, de la Palabra, del grupo cristiano, para cobrar impulso.
Una foto:
Esta es una foto que ha estado últimamente en todos los periódicos: es Antonia Guzmán, una mujer de 93 años que ha colaborado en una película de su nieto. Y a su alta edad, ha dado cara a un trabajo y lo ha hecho bien, ha sabido estar en su lugar y es un ejemplo de persona fuerte que sabe dar cara a las cosas. Y sabemos que esta clase de personas abundan: gente que mantiene sus esencias, pero que sabe conectar, a su manera, con el presente.
Un poema:
Amanece sobre la nieve.
La noche ha sido larga.
Hay una hiriente claridad o amenazadora inocencia.
No podría decir que velo aunque esté en pie,
sino que alguien que tal vez contemplara mi sueño
me impidiese cerrar los ojos
con su muda presencia.
Los que duermen están
lejos en su recinto,
y aunque gritara ahora
no podría alcanzarlos.
Me pregunto qué ha pasado esta noche,
por qué acudo a mi mesa,
con quién es el convite.
Amanece sobre la nieve.
¡Y a qué altura sobre mi frente
inmóvil
nace la claridad!
Aguardo.
Alguien puede llegar, venir de pronto,
no sé quién, conociendo
más que yo de mi vida.
José Ángel Valente
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